¿Cómo instruir a nuestros hijos en la fe?
¿Cómo instruir a nuestros hijos en la fe?
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Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración. – Romanos 12:12
¿Cómo instruir a nuestros hijos en la fe?
Los padres cristianos en la actualidad se enfrentan a un mundo que está cada vez más trastornado. Un padre puede llegar a sentir que no encuentra qué hacer o cómo instruir a sus hijos para afrontar el mundo en que vivimos.
Gracias a Dios que hay muchos libros sobre la instrucción a nuestros hijos en la fe, pero hay solo un libro que puede quedar en el corazón de ellos para toda su vida: La Biblia. La Palabra nos dice: “Instruye al niño en su camino; y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Veamos 3 herramientas que podemos usar en esta gran tarea y privilegio que el Señor nos ha encomendado.
El catecismo:
El Dr. David Rodríguez nos recuerda constantemente que “nosotros [los padres] somos los principales maestros de nuestros hijos”. Para enseñarles necesitamos contar con el tiempo y la intención que esta tarea requiere. Una de las herramientas disponibles para este fin, es el catecismo. La palabra catecismo probablemente le traerá recuerdos de la iglesia tradicional, pero en realidad, hay varios tipos de catecismos, incluso uno bautista.
La definición de Oxford explica la palabra así: “Libro que contiene la exposición concisa de alguna doctrina, ciencia o arte en forma de preguntas y respuestas; en particular el que contiene la explicación de la doctrina cristiana”.
Todo padre sabe que los niños son un baúl de preguntas. Su mente curiosa les hace querer saber más de su mundo y vida espiritual. Estudiar el catecismo con ellos es de gran beneficio ya que dispone de preguntas indispensables de la fe, que son necesarias para que reflexionemos en los fundamentos de nuestras creencias.
Por ejemplo, la famosa pregunta del Catecismo Bautista de 1689: ¿Cuál debe ser el propósito principal del hombre? Respuesta: El propósito principal del hombre debe ser glorificar a Dios (1 Corintios10:31), y disfrutar de Él para siempre (Salmos 73: 25, 26).
Tales respuestas deberían ser discutidas y estudiadas con nuestros hijos. Al hacer uso de esta herramienta, es bueno asegurarse que ellos comprenden cada concepto y no asumir que lo reciben como esperamos. Se debe acompañar en el proceso, clarificar lo que decimos y lo que entienden.
La práctica no solo consiste en definir palabras claves, sino en preguntarles cómo lo entienden, pedirles que lo repitan en sus propias palabras y así asegurar que estamos en la misma sintonía.
Un Modelo:
El modo más efectivo que tenemos para instruirlos es nuestra conducta, que da evidencia de un corazón transformado por la Gracia del Señor.
Necesitamos modelar lo que predicamos. Si queremos que nuestros hijos sean pacientes, nosotros debemos ser pacientes (Proverbios 16:32), si queremos enseñar una ética de trabajo saludable, tenemos que modelar a un trabajador diligente (Proverbios 14:23), y si queremos que nuestros hijos sean honestos, no debemos mentir (Proverbios 12:22).
La meta es reflejar la imagen de Jesucristo (2 Corintios 3:18). El apóstol Pablo tenía este espíritu de padre con la iglesia cuando dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1) y esa debería ser nuestra actitud con nuestros hijos.
Aun cuando nos esforzamos en enseñar y modelar, esto no nos garantiza que ellos serán nacidos de nuevo o que no experimentarán una temporada de rebelión. Sin embargo, Pastor John MacArthur Jr. en su libro Cómo ser padres cristianos exitosos dice: “El éxito en la crianza de los hijos se mide por lo que hacen los padres, no por lo que hace el hijo” lo que quiere dar a entender que, si hemos seguido el diseño de Dios en la crianza de nuestros hijos, habremos tenido éxito cómo padres ante Dios. Su salvación está en la misericordia y Gracia del Señor. Su instrucción está en nuestras manos.
Orar y conversar:
La oración diaria de los padres en privado tiene que ser parte del desarrollo espiritual. Debe ser, además, un momento en el que encomendamos la vida de nuestros niños ante Dios. Por otro lado, la oración publica en la que involucramos a nuestros hijos, les dará testimonio de nuestros anhelos para sus vidas según los mandatos del Señor. Esto les ayudará a tener una visión clara de lo que es de Dios y lo que es del mundo.
Es aconsejable hablar con ellos y escucharlos atentamente, en la oración y en todo momento. No solo para saber lo que piensan, sino lo que sienten, de tal modo que podamos llegar a sus corazones. La mente es el centro de la batalla y es el corazón el que tenemos que nutrir con la semilla de la Palabra.
Queridos hermanos, nuestra mayor prioridad es ser evangelistas en nuestro propio hogar. Como padres creyentes, somos los principales predicadores y maestros de nuestros hijos. Ellos observarán nuestras vidas para ver si realmente creemos lo que les estamos enseñando.
Todos luchamos por ser un modelo digno de la vocación con que fuimos llamados — no se preocupe — sus hijos verán la transformación y cambio que Dios hace en nuestras vidas y será de testimonio mientras crezcan.
No se olvide que tiene a su disposición una comunidad de hermanos que se interesan por la salvación de todos en su casa; no dejemos de congregarnos ni de cesar en la oración, la instrucción, la alabanza con nuestros hijos.
Bendiciones,
¿Cómo instruir a nuestros hijos en la fe?
Los padres cristianos en la actualidad se enfrentan a un mundo que está cada vez más trastornado. Un padre puede llegar a sentir que no encuentra qué hacer o cómo instruir a sus hijos para afrontar el mundo en que vivimos.
Gracias a Dios que hay muchos libros sobre la instrucción a nuestros hijos en la fe, pero hay solo un libro que puede quedar en el corazón de ellos para toda su vida: La Biblia. La Palabra nos dice: “Instruye al niño en su camino; y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Veamos 3 herramientas que podemos usar en esta gran tarea y privilegio que el Señor nos ha encomendado.
El catecismo:
El Dr. David Rodríguez nos recuerda constantemente que “nosotros [los padres] somos los principales maestros de nuestros hijos”. Para enseñarles necesitamos contar con el tiempo y la intención que esta tarea requiere. Una de las herramientas disponibles para este fin, es el catecismo. La palabra catecismo probablemente le traerá recuerdos de la iglesia tradicional, pero en realidad, hay varios tipos de catecismos, incluso uno bautista.
La definición de Oxford explica la palabra así: “Libro que contiene la exposición concisa de alguna doctrina, ciencia o arte en forma de preguntas y respuestas; en particular el que contiene la explicación de la doctrina cristiana”.
Todo padre sabe que los niños son un baúl de preguntas. Su mente curiosa les hace querer saber más de su mundo y vida espiritual. Estudiar el catecismo con ellos es de gran beneficio ya que dispone de preguntas indispensables de la fe, que son necesarias para que reflexionemos en los fundamentos de nuestras creencias.
Por ejemplo, la famosa pregunta del Catecismo Bautista de 1689: ¿Cuál debe ser el propósito principal del hombre? Respuesta: El propósito principal del hombre debe ser glorificar a Dios (1 Corintios10:31), y disfrutar de Él para siempre (Salmos 73: 25, 26).
Tales respuestas deberían ser discutidas y estudiadas con nuestros hijos. Al hacer uso de esta herramienta, es bueno asegurarse que ellos comprenden cada concepto y no asumir que lo reciben como esperamos. Se debe acompañar en el proceso, clarificar lo que decimos y lo que entienden.
La práctica no solo consiste en definir palabras claves, sino en preguntarles cómo lo entienden, pedirles que lo repitan en sus propias palabras y así asegurar que estamos en la misma sintonía.
Un Modelo:
El modo más efectivo que tenemos para instruirlos es nuestra conducta, que da evidencia de un corazón transformado por la Gracia del Señor.
Necesitamos modelar lo que predicamos. Si queremos que nuestros hijos sean pacientes, nosotros debemos ser pacientes (Proverbios 16:32), si queremos enseñar una ética de trabajo saludable, tenemos que modelar a un trabajador diligente (Proverbios 14:23), y si queremos que nuestros hijos sean honestos, no debemos mentir (Proverbios 12:22).
La meta es reflejar la imagen de Jesucristo (2 Corintios 3:18). El apóstol Pablo tenía este espíritu de padre con la iglesia cuando dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1) y esa debería ser nuestra actitud con nuestros hijos.
Aun cuando nos esforzamos en enseñar y modelar, esto no nos garantiza que ellos serán nacidos de nuevo o que no experimentarán una temporada de rebelión. Sin embargo, Pastor John MacArthur Jr. en su libro Cómo ser padres cristianos exitosos dice: “El éxito en la crianza de los hijos se mide por lo que hacen los padres, no por lo que hace el hijo” lo que quiere dar a entender que, si hemos seguido el diseño de Dios en la crianza de nuestros hijos, habremos tenido éxito cómo padres ante Dios. Su salvación está en la misericordia y Gracia del Señor. Su instrucción está en nuestras manos.
Orar y conversar:
La oración diaria de los padres en privado tiene que ser parte del desarrollo espiritual. Debe ser, además, un momento en el que encomendamos la vida de nuestros niños ante Dios. Por otro lado, la oración publica en la que involucramos a nuestros hijos, les dará testimonio de nuestros anhelos para sus vidas según los mandatos del Señor. Esto les ayudará a tener una visión clara de lo que es de Dios y lo que es del mundo.
Es aconsejable hablar con ellos y escucharlos atentamente, en la oración y en todo momento. No solo para saber lo que piensan, sino lo que sienten, de tal modo que podamos llegar a sus corazones. La mente es el centro de la batalla y es el corazón el que tenemos que nutrir con la semilla de la Palabra.
Queridos hermanos, nuestra mayor prioridad es ser evangelistas en nuestro propio hogar. Como padres creyentes, somos los principales predicadores y maestros de nuestros hijos. Ellos observarán nuestras vidas para ver si realmente creemos lo que les estamos enseñando.
Todos luchamos por ser un modelo digno de la vocación con que fuimos llamados — no se preocupe — sus hijos verán la transformación y cambio que Dios hace en nuestras vidas y será de testimonio mientras crezcan.
No se olvide que tiene a su disposición una comunidad de hermanos que se interesan por la salvación de todos en su casa; no dejemos de congregarnos ni de cesar en la oración, la instrucción, la alabanza con nuestros hijos.
Bendiciones,