¿Cómo orar?
¿Cómo orar?
¿Necesitas oración?
Escribe a oracion@elredentor.com
Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración. – Romanos 12:12
¿Cómo orar?
Si la lectura de la Biblia es la anchura de la disciplina espiritual y el estudiarla es su profundidad, la oración sería la altitud de esta.
La oración es nuestro medio de comunicación con el Creador del universo que nos deja traer todas nuestras peticiones y ansiedades ante Él. Es un privilegio para el creyente y un arma poderosa para la victoria que tenemos en Cristo. Jesucristo nos ha dado la posibilidad de venir ante Dios con toda confianza por medio de la adopción que fue cumplida en la redención. Por medio de esta obra nuestra relación con el Padre ha sido restaurada.
¿Por qué orar?
Uno de los mitos de la oración es que es una herramienta que podemos usar para obtener nuestros propios deseos, por ejemplo, hacer desaparecer una pandemia o hacer cesar una guerra. Aunque estas cosas están en el poder de Dios, la Biblia nos enseña que algunas cosas tienen que suceder para cumplir los propósitos predeterminados por Dios ( Mateo 24:7). Entonces ¿por qué orar?
Nuestro Señor Jesús nos dejó un modelo y nos muestra la postura correcta de la oración que es: “Hágase tu voluntad” (Mateo 6:10). De modo que podemos tener sumisión y completa confianza ante la perfecta voluntad del Padre. Cuando la aceptamos, es cuando nos damos cuenta que orar nos ayuda a sincronizar nuestro corazón con Dios. Aunque esto no quiere decir que es incorrecto pedirle al Padre nuestras peticiones personales, o interceder por la paz, no debe sorprendernos que esto se pueda manifestar de un modo inesperado; por ejemplo, Dios es capaz de darnos paz en nuestro corazón aun cuando pueda haber conflicto a nuestro alrededor (Filipenses 4:7).
¿Para qué orar?
Dios en su generosidad provee para sus hijos (Mateo 6:26). Podemos orar por los alimentos (Mateo 6:11), por la confesión de nuestros pecados (Mateo 6:12), por peticiones preventivas (Mateo 6:13), para ser guiados por medio de su Espíritu Santo (Mateo 6:13), para echar toda nuestra ansiedad sobre Él (1 Pedro 5:7), para interceder por otros como Jesús oró por su iglesia (Lucas 22) y como la Palabra nos manda (1 Timoteo 2:1-2). La intercesión significa simplemente, el orar en lugar de otro o por otro. Y, sobre todo, debemos orar para dar alabanza de su gloria (Mateo 6:9).
¿Cuándo orar?
Es típico hacer oraciones en la iglesia o en la mesa antes de comer, pero algo maravilloso que debemos recordar, es que ahora somos el templo de Dios (2 Corintios 6:16). Como hijos de Dios, no dependemos de un lugar exclusivo para orar (Juan 4:21). Tampoco hay una posición del cuerpo, ni atuendos especiales o amuletos a usar.
Se puede orar con intención, de acuerdo a las escrituras y priorizando la oración en privado (Mateo 6:6). Algunos oran temprano en la mañana, vistiéndose de toda la armadura de Dios antes de enfrentar su día (Efesios 6:13). Otros oran de noche como un vigilante (Lucas 22:46) y otros oran en todo tiempo (Efesios 6:18). Lo más importante que debemos saber es que la Palabra nos exhorta a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
Igual de importante es saber cómo no debemos orar:
- Decretando: Toda autoridad se le ha dado a Él. Solo Él es digno para decretar lo que ha de venir.
- Por reconocimiento: Jesús nos advierte que no debemos orar con la intención de ser vistos (Mateo 6:5).
- Con rencor en el corazón: Jesús nos enseña a perdonar para ser perdonados (Mateo 6:15).
- Con vanas repeticiones: La oración no es un ritual de repeticiones, es comunión íntima con el Señor, no es algo mecánico. (Mateo 6:7).
Queridos hermanos, la oración es un privilegio que todo hijo de Dios debería disfrutar con acción de gracias. Como un pueblo de sacerdotes (1 Pedro 2:9) es nuestro santo deber el interceder por otros. La relación entre Dios y el hombre ha sido restaurada gracias a Cristo y al igual que en los tiempos del Edén cuando Dios se paseaba en el huerto (Génesis 3:8), ahora podemos estar ante su presencia, por fe, con confianza plena en su soberanía y perfecta voluntad. Esto debería llenar nuestros corazones de gran gozo. ¡Podemos disfrutar de una comunión viva y eficaz con nuestro Creador! Oremos en todo tiempo, en todo lugar, con fe, sin cesar y en el nombre de Jesús (Juan 15:16).
“El que más se arrodilla, mejor se levanta” D.L. Moody.
Bendiciones,
¿Cómo orar?
Si la lectura de la Biblia es la anchura de la disciplina espiritual y el estudiarla es su profundidad, la oración sería la altitud de esta.
La oración es nuestro medio de comunicación con el Creador del universo que nos deja traer todas nuestras peticiones y ansiedades ante Él. Es un privilegio para el creyente y un arma poderosa para la victoria que tenemos en Cristo. Jesucristo nos ha dado la posibilidad de venir ante Dios con toda confianza por medio de la adopción que fue cumplida en la redención. Por medio de esta obra nuestra relación con el Padre ha sido restaurada.
¿Por qué orar?
Uno de los mitos de la oración es que es una herramienta que podemos usar para obtener nuestros propios deseos, por ejemplo, hacer desaparecer una pandemia o hacer cesar una guerra. Aunque estas cosas están en el poder de Dios, la Biblia nos enseña que algunas cosas tienen que suceder para cumplir los propósitos predeterminados por Dios ( Mateo 24:7). Entonces ¿por qué orar?
Nuestro Señor Jesús nos dejó un modelo y nos muestra la postura correcta de la oración que es: “Hágase tu voluntad” (Mateo 6:10). De modo que podemos tener sumisión y completa confianza ante la perfecta voluntad del Padre. Cuando la aceptamos, es cuando nos damos cuenta que orar nos ayuda a sincronizar nuestro corazón con Dios. Aunque esto no quiere decir que es incorrecto pedirle al Padre nuestras peticiones personales, o interceder por la paz, no debe sorprendernos que esto se pueda manifestar de un modo inesperado; por ejemplo, Dios es capaz de darnos paz en nuestro corazón aun cuando pueda haber conflicto a nuestro alrededor (Filipenses 4:7).
¿Para qué orar?
Dios en su generosidad provee para sus hijos (Mateo 6:26). Podemos orar por los alimentos (Mateo 6:11), por la confesión de nuestros pecados (Mateo 6:12), por peticiones preventivas (Mateo 6:13), para ser guiados por medio de su Espíritu Santo (Mateo 6:13), para echar toda nuestra ansiedad sobre Él (1 Pedro 5:7), para interceder por otros como Jesús oró por su iglesia (Lucas 22) y como la Palabra nos manda (1 Timoteo 2:1-2). La intercesión significa simplemente, el orar en lugar de otro o por otro. Y, sobre todo, debemos orar para dar alabanza de su gloria (Mateo 6:9).
¿Cuándo orar?
Es típico hacer oraciones en la iglesia o en la mesa antes de comer, pero algo maravilloso que debemos recordar, es que ahora somos el templo de Dios (2 Corintios 6:16). Como hijos de Dios, no dependemos de un lugar exclusivo para orar (Juan 4:21). Tampoco hay una posición del cuerpo, ni atuendos especiales o amuletos a usar.
Se puede orar con intención, de acuerdo a las escrituras y priorizando la oración en privado (Mateo 6:6). Algunos oran temprano en la mañana, vistiéndose de toda la armadura de Dios antes de enfrentar su día (Efesios 6:13). Otros oran de noche como un vigilante (Lucas 22:46) y otros oran en todo tiempo (Efesios 6:18). Lo más importante que debemos saber es que la Palabra nos exhorta a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
Igual de importante es saber cómo no debemos orar:
- Decretando: Toda autoridad se le ha dado a Él. Solo Él es digno para decretar lo que ha de venir.
- Por reconocimiento: Jesús nos advierte que no debemos orar con la intención de ser vistos (Mateo 6:5).
- Con rencor en el corazón: Jesús nos enseña a perdonar para ser perdonados (Mateo 6:15).
- Con vanas repeticiones: La oración no es un ritual de repeticiones, es comunión íntima con el Señor, no es algo mecánico. (Mateo 6:7).
Queridos hermanos, la oración es un privilegio que todo hijo de Dios debería disfrutar con acción de gracias. Como un pueblo de sacerdotes (1 Pedro 2:9) es nuestro santo deber el interceder por otros. La relación entre Dios y el hombre ha sido restaurada gracias a Cristo y al igual que en los tiempos del Edén cuando Dios se paseaba en el huerto (Génesis 3:8), ahora podemos estar ante su presencia, por fe, con confianza plena en su soberanía y perfecta voluntad. Esto debería llenar nuestros corazones de gran gozo. ¡Podemos disfrutar de una comunión viva y eficaz con nuestro Creador! Oremos en todo tiempo, en todo lugar, con fe, sin cesar y en el nombre de Jesús (Juan 15:16).
“El que más se arrodilla, mejor se levanta” D.L. Moody.
Bendiciones,