Del diario de una misionera
Varenka Sánchez
MARZO 2021
Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. 1 Juan. 5:14-15
¡Otra vez nos sorprendiste Padre!
Ayer despertamos a las 9 a.m. pero nos quedamos en la cama hasta las 12p.m. ¿Haciendo qué? Pues nada, hablar, hablar y hablar de nuestra vida en la misión, de las bendiciones que Dios nos había concedido cada día aquí, de nuestros sueños perdidos, de nuestros proyectos no terminados y de lo fracasadas que a ratos nos sentíamos. Aunque estábamos conscientes de toooodo lo que Dios estaba haciendo con nosotras y a través nuestro, llegó un momento en que de nuestra boca solo salían quejas envueltas en enojo y frustración.
Decidimos dejar de hablar y contarle a Jesús lo que nos pasaba, le abrimos nuestro corazón, Él ya había escuchado toda nuestra conversación pues en cada queja nos recordaba las veces que había intervenido poderosamente en las situaciones adversas y también en las de alegría.
Elevamos una oración (no tuvimos que subir tan alto, Él estaba allí, a nuestro lado), le contamos todo lo que anhelábamos para los proyectos del mes y los del siguiente año. Ely añadió: ¡Señor, danos también para nuestros gustitos! Un poco avergonzadas y apenadas por lo que habíamos hablado horas antes, le adoramos y expresamos nuestro amor, Él nos ministró con su presencia y sentimos su abrazo de Padre.
Al levantarnos, una paz y gozo inexplicables nos invadió, nos cambiamos y salimos a hacer nuestra tarea. Visitamos nativos, misioneros del lugar, algunas familias amigas, fue un tiempo grato.
Una de las personas a quienes vistamos me llamó para entregarme algo (no les conté que estábamos más peladas que la pepa de un mango, no habíamos recibido nuestras ofrendas por más de dos meses, nuestro refrigerador estaba totalmente vacío y no fue hasta ese triste momento que nos dimos cuenta). Ella me dio dinero y dijo que estaba muy agradecida porque había dejado la comodidad de mi país para servir en el suyo; Dios empezaba a responder nuestra quejosa oración del “medio día”
Al llegar a casa más o menos a las 6 de la tarde, nos esperaban más sorpresas. Ambas abrimos nuestros correos al mismo tiempo, pero en habitaciones diferentes. ¡Solo se escuchó un grito de alabanza y un “dime tu primero!” Ely y yo recibimos nuestras ofrendas puntualmente como las habíamos pedido. Incluso, uno de las personas que ofrendó escribió: “Ely: te envío dinero para la actividad con los niños y 400 euros más para tus gustitos”. Lo sorprendente es que estos correos fueron enviados justo en nuestra queja del medio día. Dios no dejó pasar ni horas ni días, Él actuó al instante”
Dios escucha y nunca se olvida de las promesas que nos hace, mientras nosotros servimos en su obra, Él está pendiente de cada una de nuestras necesidades, hasta el más mínimo detalle. Dios nos envía y provee todo lo que necesitamos: Las fuerzas, el ánimo, el gozo, las finanzas, ¡TODO!
¡Ten ánimo, Dios no ha terminado contigo! Te sorprenderá una vez más.
Con amor siempre,
La muy quejosa y sorprendida por Dios, Varenka
Del diario de una misionera
Varenka Sánchez
MARZO 2021
Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. 1 Juan. 5:14-15
¡Otra vez nos sorprendiste Padre!
Ayer despertamos a las 9 a.m. pero nos quedamos en la cama hasta las 12p.m. ¿Haciendo qué? Pues nada, hablar, hablar y hablar de nuestra vida en la misión, de las bendiciones que Dios nos había concedido cada día aquí, de nuestros sueños perdidos, de nuestros proyectos no terminados y de lo fracasadas que a ratos nos sentíamos. Aunque estábamos conscientes de toooodo lo que Dios estaba haciendo con nosotras y a través nuestro, llegó un momento en que de nuestra boca solo salían quejas envueltas en enojo y frustración.
Decidimos dejar de hablar y contarle a Jesús lo que nos pasaba, le abrimos nuestro corazón, Él ya había escuchado toda nuestra conversación pues en cada queja nos recordaba las veces que había intervenido poderosamente en las situaciones adversas y también en las de alegría.
Elevamos una oración (no tuvimos que subir tan alto, Él estaba allí, a nuestro lado), le contamos todo lo que anhelábamos para los proyectos del mes y los del siguiente año. Ely añadió: ¡Señor, danos también para nuestros gustitos! Un poco avergonzadas y apenadas por lo que habíamos hablado horas antes, le adoramos y expresamos nuestro amor, Él nos ministró con su presencia y sentimos su abrazo de Padre.
Al levantarnos, una paz y gozo inexplicables nos invadió, nos cambiamos y salimos a hacer nuestra tarea. Visitamos nativos, misioneros del lugar, algunas familias amigas, fue un tiempo grato.
Una de las personas a quienes vistamos me llamó para entregarme algo (no les conté que estábamos más peladas que la pepa de un mango, no habíamos recibido nuestras ofrendas por más de dos meses, nuestro refrigerador estaba totalmente vacío y no fue hasta ese triste momento que nos dimos cuenta). Ella me dio dinero y dijo que estaba muy agradecida porque había dejado la comodidad de mi país para servir en el suyo; Dios empezaba a responder nuestra quejosa oración del “medio día”
Al llegar a casa más o menos a las 6 de la tarde, nos esperaban más sorpresas. Ambas abrimos nuestros correos al mismo tiempo, pero en habitaciones diferentes. ¡Solo se escuchó un grito de alabanza y un “dime tu primero!” Ely y yo recibimos nuestras ofrendas puntualmente como las habíamos pedido. Incluso, uno de las personas que ofrendó escribió: “Ely: te envío dinero para la actividad con los niños y 400 euros más para tus gustitos”. Lo sorprendente es que estos correos fueron enviados justo en nuestra queja del medio día. Dios no dejó pasar ni horas ni días, Él actuó al instante”
Dios escucha y nunca se olvida de las promesas que nos hace, mientras nosotros servimos en su obra, Él está pendiente de cada una de nuestras necesidades, hasta el más mínimo detalle. Dios nos envía y provee todo lo que necesitamos: Las fuerzas, el ánimo, el gozo, las finanzas, ¡TODO!
¡Ten ánimo, Dios no ha terminado contigo! Te sorprenderá una vez más.
Con amor siempre,
La muy quejosa y sorprendida por Dios, Varenka