Hna. Angélica Campos
Abril 2021
Cristo toma posesión de mi vida
(2 Pedro 1:8-11)
La relación con Dios tiene varios aspectos que debemos considerar, pero en esta ocasión me enfocaré únicamente en tres que para mí han sido esenciales para reconocer cuándo es Cristo el que está tomando el control de mi vida o cuándo soy yo la que está tomando el control de mis decisiones.
1. La disposición y aceptación de que Cristo controle mis acciones, mis pensamientos y mis emociones. (Filipenses 3:12)
Un ejemplo muy sencillo para mostrar esto es comparándonos con un conductor de auto. Cuando nosotros manejamos llevamos el control de todo, pero cuando permitimos que otra persona maneje, estamos poniendo nuestras vidas en las manos y en las decisiones de esa persona, lo mismo pasa con nuestra vida en Cristo. Si yo permito que Cristo tome posesión de mi vida, entonces yo permitiré que Él controle todo lo mío, y lo que me rodea, a su voluntad.
2. La Honestidad de aceptar cuándo es Cristo el que está decidiendo por nosotros o cuándo somos nosotros quienes estamos actuando en voluntad propia. (Romanos 12:2-3)
Muchas veces culpamos a Dios de nuestros fracasos, frustraciones, o pérdidas, incluso cuando sabemos que fue nuestra decisión proceder de esa manera. Cuando aceptamos y somos honestos con nosotros mismos el sufrimiento es menor, ya que no hay peor cosa que engañarse a uno mismo. Cuando era niña mi mamá siempre nos decía “si tú me dices algo y haces otra cosa no me engañas a mí, te engañas a ti misma”. El día de ahora ese mismo refrán lo aplico con mis hijos y cuando ellos me mienten, el Espíritu Santo los contrista y vienen y se arrepienten. Así que recordemos que Dios sabe que no somos perfectos y que fallamos, pero lo que quiere ver, es que dejemos de engañarnos a nosotros mismos y aceptemos cuando las consecuencias de nuestras acciones no son lo que esperábamos.
3. La Mayordomía, la más importante y la más difícil de aceptar; esta tiene que ver con nuestro tiempo, nuestro servicio y nuestros bolsillos. (Proverbios 3:9-10)
Todos podemos decir gracias a Dios por esto y por lo otro, pero “del labio al hecho hay mucho trecho” dice el dicho. Dispongamos nuestros corazones y nuestras mentes y sirvamos a Cristo con AMOR, DISPOSICIÓN Y CONOCIMIENTO.
¡Qué placer es hablar de la palabra de Dios y aprender de ella! Esperamos que crezcamos juntos en el conocimiento del Señor, Dios los bendiga.