Todos los que asistimos tuvimos la oportunidad de compartir un momento de muchísima alegría, y nuestros corazones se llenaron de emoción, ánimo y expectativa de lo que Dios hará en este nuevo año de vida.

El día comenzó temprano para muchos de nuestros hermanos y hermanas que apoyaron con las preparaciones del evento. Nuestros jóvenes compartieron sus energías ayudando a servir las mesas durante la cena. Los maestros de escuela dominical prepararon una noche especial para los niños y niñas de nuestra congregación, con muchos juegos y palabra de Dios. Nuestro pastor hizo un excelente trabajo como maestro de ceremonia, y el equipo de liderazgo brindó su ayuda en diversos aspectos para que la noche transcurriera sin ningún percance. En fin, sin duda fue un evento maravilloso.

Unos aperitivos tan buenos que no quedó ni la sombra, un plato de comida que nada tenía que envidiarle a un restaurante de 5 estrellas, un postre de esos que alegran el corazón, una rifa con premios tan chéveres que todos queríamos salir favorecidos (desde un iPhone 17, hasta un tour en helicóptero por la ciudad de Vancouver), y para finalizar, una subasta que dejó ver la generosidad de nuestra congregación y su compromiso con el sueño de poder comprar un local para nuestra iglesia (todos los fondos recaudados fueron destinados para ese objetivo).

Estamos agradecidos con el Señor por su fidelidad, por llevarnos de su mano durante los últimos 12 meses, y por permitirnos ser parte del establecimiento de su Reino en la ciudad de Vancouver. A todos los que asistimos a nuestra cena de aniversario nos quedó muy claro: Dios es bueno, es merecedor de toda la honra, y alejados de Él nada podemos hacer.