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La familia


Hno. Salvador Escoto
JULIO 2020

La familia fue instituida por Dios y hoy en día está amenazada por las corrientes de este mundo. Todos los que formamos una familia deseamos que dure por mucho tiempo y que siempre haya unidad en cada uno de sus miembros (padre, madre e hijos).
En el Salmo 127:1 leemos “Si Jehová no edificare la casa en vano trabajan los que la edifican” Esas palabras nos dicen que la familia debe estar fundamentada en Dios, que sea Él quien vaya edificando a las familias siempre y cuando nosotros permitamos que Dios intervenga en ellas.

¿Cómo puede ser esto?

  • Dependencia de Dios:

    Salmos 128: 1 – 4 “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,
    Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos,
    Bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová” (RVR1960).
    De tal manera que debemos pedir a Dios que cada acción que tomemos en nuestra vida personal y en nuestra vida familiar sean dirigidas por el Espíritu Santo y en temor a Jehová. Cada deseo o proyecto que tengamos debemos ponerlo en las manos y en la voluntad de Dios.

  • La comunicación entre cada miembro de la familia.

    Es importante conocer qué es lo que pensamos y qué es lo que piensan nuestros hijos. De ahí la confianza que debe existir entre cada miembro de la familia. Es necesario preguntarnos qué es lo que nos afecta en nuestras emociones, analizar con quién se relacionan nuestros hijos para dar consejo a su debido tiempo, ser honestos entre esposos y entre padres e hijos. Estas cosas cultivarán las buenas relaciones y abrirán lugar a la confianza para expresar lo que nos está pasando en nuestras vidas.

  • Ser ejemplo.

    Es importante que nuestros hijos vean que lo que decimos es igual a lo que hacemos: Proverbios 22:6 dice: “Instruye al niño en su camino y cuando fuere viejo no se apartará de él”. Roguemos al señor para que nuestros hijos vean la dependencia nuestra en El y así ellos aprendan a depender de Dios también; que nos vean leer la palabra de Dios y así ellos aprendan a leer y confiar en la palabra de Dios; que nos vean orar y así ellos aprendan a orar y poner sus vidas en las manos de Dios.
    Es importante recordar que como padres debemos orar por nuestros hijos y orar con nuestros hijos. De esa manera ellos aprenderán a orar por sus padres y a orar con sus padres.

Si seguimos estos sencillos consejos les aseguro que la bendición estará siempre en su familia y cuando los hijos formen sus propios hogares seguirán estos consejos, los cuales les servirá para que tengan familias entregadas y cimentadas en el Señor.
A pesar de la crisis que está enfrentando el mundo hoy en día, oremos para que nuestras familias estén cimentadas en la roca que es nuestro Señor Jesucristo. Ese será el mejor legado que como verdaderos cristianos dejaremos a nuestros hijos.