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5 días después

Abril 13, 2025 – 2:00PM | Mateo 21:1-11 | Dr. David Rodríguez

Descargar Texto: Sermón en PDF

Etiquetas: abril 2025, mateo, pastor david rodriguez, transcripcion

TRANSCRIPCIÓN

Buenas tardes mis amados, vamos a buscar en nuestras Biblias Mateo capítulo 11. En un día como hoy, la Entrada Triunfal a Jerusalén, la Semana de Dolores, la Semana Mayor, se le conoce también como la Semana de la Pasión. El próximo domingo, es el domingo de resurrección. 

El mensaje de esta tarde se llama: 5 días después.

Mateo 21: 1-11 (RV 1960): Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, 2 diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. 3 Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. 4 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: 5 Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga. 6 Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; 7 y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. 8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. 9 Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! 10 Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es este? 11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.

Oremos: Padre, al recordar en estos días lo que hiciste en el calvario por nosotros, nuestro corazón se llena de profunda gratitud. Tu palabra dice que estábamos muertos en nuestros delitos y nuestros pecados; y damos gracias por tu misericordia, por esa gracia maravillosa, gracias por tu sangre y gracias por tu cuerpo puesto en el madero. Gracias, gracias te damos por justificarnos, por santificarnos, por redimirnos, por darnos libertad. Gracias, Señor, bendito sea tu nombre eternamente y para siempre. Sabemos que eres un Dios de milagros y te pedimos que obres milagros, Señor. Transforma vidas, cambia corazones, ayúdanos con nuestras necesidades, ayúdanos con nuestras peticiones. Bendice a tu pueblo en el nombre de Jesús, amén.

Se dice que Luis Antonio de Orleans y Borbón, conocido como Luis X de Francia, según algunos historiadores, reinó únicamente por 20 minutos en Francia. Se dice que su padre renunció al trono para dárselo al hijo; y su hijo, 20 minutos más tarde, renunció para dárselo a un sobrino. Lady Jane Grey, de Inglaterra, reinó durante 9 días en 1553 antes de ser derrocada.

El pasaje de la Biblia que hemos leído se llama: La entrada triunfal. Y hay una ironía en este pasaje, en realidad, y es que Jesús entró a Jerusalén, pero la misma gente que lo proclamó como rey, esa misma gente también lo crucificó 5 días después.

Se cree que un domingo como hoy Jesús hizo la entrada triunfal a Jerusalén, por el hecho de que hay una profecía muy conocida que mencionó Zacarías 500 años antes. 

Zacarías 9:9 (RV1960): 9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna. Mire usted, no vendrá en un caballo blanco, vendrá cabalgando sobre un burro, sobre un pollino, hijo de asna; así había dicho el profeta que esto iba a suceder. Así es que Jesús entró a Jerusalén, como cumplimiento de las escrituras, en un burrito como símbolo de paz. 

Jesús no vino para derrocar a ningún rey terrenal, porque Jesucristo mismo dijo (Juan 18:36): Mi reino no es de este mundo. En la actualidad tenemos un reino espiritual donde Él sigue siendo el Rey y será Rey eternamente. Habrá un tiempo donde Jesús va a volver, habrán 1,000 años donde el Señor va a reinar sobre esta tierra y lo va a hacer con poder, lo va a hacer con brazo fuerte. Pero esa es la situación; Jesús tenía que entrar a Jerusalén porque el profeta lo había proclamado de esa manera.

Juan 1:11 (RV 1960): A lo suyo vino y los suyos no le recibieron. La diferencia entre reyes, presidentes o primeros ministros, es el hecho de que a un rey no se le elige, hoy en día son los hijos los que continúan con el trono. En este caso, el pueblo de Israel dice: “Este es nuestro rey.” Ya han pasado 2,000 años, y si usted va a Jerusalén y le pregunta a la gente en Israel si ellos creen en el Señor Jesucristo, ¿qué cree que le contestan? Que aún no ha venido. 

Hay un Israel hoy que es secular. Claro, están los judíos ortodoxos, están aquellos que creen que va a venir el Mesías, claro eso será en la segunda venida. Cuando lo vean venir, entonces van a creer en Él. Por eso dice la Escritura: “Todo Israel será salvo.” Pero mientras tanto siguen sin creer.

Cuando Jesús vino a la tierra y estuvo en Israel, se enfrentó a varios grupos. 

  1. Escribas y fariseos.

Se caracterizan por ser gente hipócrita. La Biblia hablaba del Mesías, Jesucristo hizo milagros en sus propias narices, se proclamó rey en sus propias narices; sin embargo, los escribas y fariseos eran el tipo de personas que creían más en la ley que en la misericordia y que en la bondad de Dios. Preferían guardar el día sábado, y no que Jesús hiciera un milagro en el día sábado. Eran gente que ponía carga sobre las personas; cosas que ni ellos mismos eran capaces de llevar. 

Esto es una especie de legalismo y hay que tener mucho cuidado. Yo entiendo, mis queridos y amados hermanos, que tenemos que vivir una vida recta; pero lo que no podemos vivir es una vida perfecta, porque perfecto sólo hay uno, Dios.

Los escribas y fariseos, eran el tipo de personas que señalaban a la gente por las cosas que hacían, pero ellos eran peores todavía. Se sentían, por el conocimiento que tenían, que ellos eran justos; cuando el Señor los acusó en una variedad de oportunidades.

Hace años leí un libro, donde un muchacho judío decía que su padre era el rabino de una sinagoga en Estados Unidos. Y que su padre en el púlpito predicaba que no se debía manejar el día sábado. Y dice: “Lo curioso es que nosotros manejamos y parqueamos el carro a unas cuadras de la sinagoga, para que la gente no nos viera que llegábamos en carro.” Entonces, él dice: “¿Cómo es posible que mi papá predicaba acerca de eso, cuando nosotros mismos estamos quebrantando lo que él predicaba?” A eso se refiere la Escritura cuando habla de los escribas y fariseos. Cuando le decimos a una persona que no debe hacer algo que nosotros hacemos, o cuando excluimos a ciertos individuos porque son esto, porque son lo otro, cuando la Biblia no excluye a nadie.

     2. El pueblo.

El asunto con el pueblo cuando Jesús vino, es que el pueblo lo que quería era comer de gratis, ellos querían que Jesús siguiera multiplicando los panes y los peces. Ellos estaban enamorados de los milagros de Jesús, pero no de Jesús en sí. Esta es una situación complicada.

Salmos 48:1-2 (RV 1960): Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. 2 Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, Es el monte de Sion, a los lados del norte, La ciudad del gran Rey. La ciudad de Jerusalén es una maravilla. 

Hay cantidad de personas que ni les va, ni les viene. Yo le pregunto a varios hermanos: ¿A usted no le llama la atención ir a Israel? Y me dicen: -Fíjese, pastor, la verdad es que no.

Fíjate que yo conocí al Señor; claro, ustedes saben que la iglesia nuestra, pues allá en El Salvador se llama: Amigos de Israel. Desde que conocí a Cristo y me metí de cabeza y corazón en la palabra, yo tenía ganas de conocer Israel. He ido cantidad de veces, y no me canso. Como dicen los argentinos: usted llega a Jerusalén y Jerusalén tiene un no sé qué. ¿Sabe cuál es, ese no sé qué? Es la ciudad del gran Rey. Dios no escogió ni París, ni Madrid, ni Roma tampoco, Dios escogió la ciudad de Jerusalén y Dios le llama la ciudad del gran Rey. 

Salmo 46:4, le llama la ciudad de Dios. Nehemías 11:1, le llama la ciudad santa. Daniel 9:16, le llama el monte santo. Jeremías 3:17, le llama el trono de Jehová. Zacarías 9:13, le llama Sion. Él tenía que entrar a esta ciudad, porque es la ciudad del gran Rey. 

Mire todo lo que Dios dice de esta ciudad. Sin embargo, veamos que sucede en Lucas.

Lucas 19:41(RV1960): 41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella. ¿Sabe por qué Jesucristo lloró al verla? Por la incredulidad de la ciudad. 

Hace unos años estábamos en Israel y en esa oportunidad fuimos a Nazaret. El grupo estaba comiendo en un restaurante. Mientras todos comían yo me fui a dar una vuelta a la calle y entré a una cafetería, ahí me senté a reflexionar y me puse a pensar: ¿Cuántas veces Jesús habrá venido a la ciudad de Nazaret, la ciudad donde Él creció? ¿Cuántas veces habrá caminado por las calles de Nazaret? Yo dije: Así como Jesús lloró por Jerusalén, en aquel entonces, lloraría otra vez por Nazaret, por Jerusalén. Si Jesús viniera a la ciudad de Vancouver y caminara por las calles del centro, lloraría también al ver la incredulidad de la gente, ¡es increíble! Y ¿sabe qué es lo que más se compara a la incredulidad de la gente? La incredulidad se compara a la indiferencia con la que muchos cristianos ven el evangelio, ven a Dios, ven la iglesia y ven su palabra. Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén. 

Lucas 13:34 (RV 1960): 34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! Eso fue lo que hicieron Cinco días después con Él. Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén. Todas estas cosas sucedieron en la entrada triunfal del Señor Jesús. 

¿Cómo reaccionaron los dueños del burrito?

Lucas 19:33-34 (RV1960): 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. Yo me pongo a pensar: si usted hubiera sido el dueño de ese burrito ¿cómo hubiera reaccionado?

Hay personas hoy en día que no son dueños de burritos, pero son dueños de otras cosas. Y ¿cómo reacciona usted cuando le piden utilizar algo, que es suyo, para el Señor? Me encanta esto porque mire, no sabemos los detalles, y qué bueno que no lo sabemos; pero me gusta que esta gente no dijo: “No, hombre, no friegue, el burrito es de nosotros. Dígale al Señor que consiga un burro por otro lado”. ¡Qué interesante! Pero ellos dijeron: “Está bien, úsalo. No hay problema. El Señor lo necesita. Llévelo.” Y yo he conocido gente así, he conocido gente de esa manera a lo largo de mi vida. Y mire, no sabe usted la emoción y el gozo que causa conocer gente así. Personas que le dicen a usted: “Pastor, ¿necesita el carro? Aquí está el carro.¡Qué lindo eso! Pero hay otra gente que es bien agarrada. ¿No es cierto? Hay personas que dicen: “Lo mío es mío, y no lo puede utilizar nadie.” Piense por un instante. 

Esto lo quise compartir porque me llamó mucho la atención. No importa que una persona sea dueña de muchas cosas, lo importante es que entienda el principio fundamental: todo lo que tenemos es porque Dios nos lo ha dado. ¿No es cierto? Lo que sea, aquí es un burro. 

Nuestra iglesia tiene unas 10 casas de oración ahora, más o menos. Yo me acuerdo que cuando nosotros comenzamos, hace muchos años, hubo hermanos que dijeron: -Pastor ¿sabe qué? Mire, nosotros pusimos casa de oración en nuestra casa, pero nosotros no aguantamos esos monos(niños) que llegan ahí. Esos monos son traviesos, andan tocando aquí, tocando allá, se fueron a meter a uno de los cuartos de nosotros. ¡Ay no!, ya eso a mí no me gusta. Así es que lo sentimos mucho, pero ya no queremos tener casa de oración en la casa. Y la quitaron. Y eso no pasó una vez, pasaron varias veces. Hay personas que le dicen al Señor: “Señor, si tú me das esto (alguna petición específica), yo entonces haré “tal” cosa. Y a la hora que Dios se los da, ¡olvídese! Se le olvidó su compromiso con el Señor. 

      3. Las multitudes.

Mateo 21:8 (RV1960): 8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. ¿Se puede imaginar usted a personas subiéndose a los árboles para cortar las ramas y tenderlas en el camino? La multitud lo siguió, lo alabó, lo exaltó y Cinco días después lo crucificó.

Personas que cambian de opinión, la multitud y la gente llegó a un punto donde prefirieron a un ladrón, a un homicida, en lugar de Jesús. Mateo 27:20 (RV1960) dice: 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto, es decir crucificado.  

¿Usted conoce gente emocional? Personas emocionales cambian de opinión dependiendo de cómo está el clima. En la mañana te dicen sí, en la tarde te dicen que no. En la mañana dijeron: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene! Pongamos aquí nuestros mantos, tiremos aquí las palmas para que el Señor pase por encima de ellas. Y luego, ¿qué? 5 días después les preguntan: ¿a quién quieren que le suelten, a Jesús o a Barrabás? ¡Suéltanos a Barrabás! ¿Y el hosanna dónde está? Yo acepto, me encanta, cuando una persona muestra sus emociones al Señor para alabar, para adorar, excelente; pero ¿así es su vida también? Hay que tener cuidado con este tipo de cosas. La multitud y la gente fue así. Prefirieron a Barrabás. 

Y ¿quién era Barrabás? 

Marcos 15:7 (RV1960): 7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. Es increíble, es triste la situación. Lo mismo pasa en nuestro mundo. Hay personas que eligen otra cosa en lugar de Jesús. Eligen un trabajo, eligen un novio, eligen una novia, un negocio, una familia, eligen cualquier cosa en lugar de Jesús; y al Señor le dan lo que les sobra nada más. 

Yo sé que Jesús es el rey de los judíos, eso lo sabemos perfectamente bien. Pero hay una cosa que tenemos que entender: Jesús entró a Jerusalén, pero la gente cinco días más tarde lo llevaron a la cruz. No me venga a decir que Cristo ha entrado triunfalmente a su corazón cuando usted no le da a Jesús la posición que Él merece en su vida. Si Él es Rey, quiere decir que Él gobierna. Si Él es Rey, quiere decir que Él manda. Si Él es Rey, quiere decir que, además de Rey, Él es el Señor.

Cuando llegué a esta iglesia, el pastor anterior estuvo unos días nada más esperando los papeles. Él era nicaragüense, y a la iglesia casi todos los que asistían eran de Nicaragua. Sucedió algo que a mí nunca se me va a olvidar, ese primer domingo que yo estuve aquí me pidieron que predicara, y eso hice. Al finalizar la predicación le ofrecí a las personas recibir a Cristo, porque es lo que hacemos toda la vida, eso es lo que se hace en una iglesia. Pero cuando yo me bajé del púlpito, la gente me dijo: “La regó.” Y le dije yo: -¿Y por qué la regué? Porque ahora se nos va a ir la gente. Yo no entendía lo que estaba pasando, y le digo: -¿Y por qué se va a ir la gente? Es que nosotros no hablamos nada de recibir a Cristo para que la gente no se vaya. Y mire, como que profetizaron. Porque la siguiente semana éramos doce solamente. Estuvimos visitando a los hermanos, y nos dimos cuenta de que, en realidad, no eran hermanos. Que asistían porque había comida o porque se les daba alguna cosa, porque habían clases o porque se les regalaba alguna cosa. Pero cuando se les confronta con el evangelio, a la gente ya no le gusta. Yo he visto, a lo largo de todos estos años, cantidad de gente pasar por la iglesia, pero viven con Barrabás.

Yo no le creo a una persona que me diga: “Yo soy cristiano evangelico”, y que no se congregue en una iglesia, porque prefieren quedarse en casa. ¿Es Cristo el Rey o somos nosotros los que vivimos en ese trono? Hubo personas que el Señor les dijo: -¿Y por qué me llaman Señor, Señor, si ustedes a mí no me hacen caso? 

Tenemos problemas serios con esta situación, especialmente en la generación actual. ¿Por qué razón? Porque tenemos una generación de hijos que no se someten a sus padres, que no obedecen a una autoridad que tienen presente, que los están viendo en su casa. Y si un hijo no se somete a un papá, no obedece a un papá, no obedece a una mamá, ¿cómo van a obedecer a Dios? Explíqueme usted. Hoy más que nunca, cuando ya quieren vestirse como les place, vivir como quieren, ir a donde quieren, exigen lo que sea a sus padres, pero no quieren someterse. Y los que lo hacen, lo hacen de mala gana.

En el caso del evangelio, en el caso del Señor; si el Señor ha venido a nuestro corazón y Él es el Rey de nuestra vida, hermano, no viva con Barrabás. No le venga a decir: “¡Hosanna al rey! ¡Bendito el Señor! y cinco días más tarde llevarlo a la cruz. He ahí la situación, he ahí nuestros principios, he ahí nuestros valores como cristianos. 

¿Por cuánto tiempo Jesús es su Rey? ¿Por cuánto tiempo lo va a seguir? Hay dos tipos de discípulos en la Biblia. 

Los discípulos condicionales. ¿Qué quiere decir eso? Vamos a seguir mientras no veamos alguna cosa fuera de lugar. Pero si vemos alguna cosa fuera de lugar, nosotros nos vamos. 

Juan 6:66 (RV 1960): 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Esas son las personas que asisten a una iglesia, pero condicionalmente. Mientras a mí no me digan nada, mientras a mí no me molesten en la escuela dominical, mientras no me miren mal yo estoy; porque si no, yo me voy.

Los discípulos incondicionales. Aquellos que nos han hecho de todo tipo de cosa y aquí estamos porque sabemos en quién hemos creído, porque sabemos que Él es digno de toda alabanza, sabemos que Él es digno de toda adoración. Pero nosotros ahí estamos, bajo cualquier circunstancia.

Mis amados hermanos, así como Jesucristo entró a Jerusalén, déjelo entrar como Rey a su corazón y ponga a Cristo en el trono. Vivamos conforme a su palabra. Obedezcamos la bendita palabra del Señor. Recuerde una cosa: si usted honra a Dios, Dios lo va a honrar a usted.

Fue un domingo como hoy cuando Jesucristo entró a Jerusalén. Me da tristeza porque Él sabía que estaba entrando a una ciudad para cumplimiento de la palabra, no porque la gente verdaderamente lo estuviera recibiendo como el Rey que Jesucristo es.

Demos al Señor el lugar que nuestro bendito Señor merece en nuestras vidas.

Oremos: Padre, te damos gracias por tu palabra. Te damos gracias, Señor, por ese día que entraste a nuestro corazón. Yo te ruego y te suplico, Padre Santo, que como hijos tuyos podamos darte el lugar que tú mereces como Rey. No decir que eres nuestro Rey y hacerte a un lado, no decir que eres nuestro Rey y no ofrecer adoración, no decir que eres nuestro Rey y verte con indiferencia, no decir que eres nuestro Rey y no obedecerte. Tu palabra dice que muchos te dirán en aquel día: “Señor, Señor.” Y Padre, nosotros no queremos ser ese tipo de personas, queremos honrarte, queremos darte la honra que solo tu nombre merece. Queremos reconocerte como el amo, como el Señor, como el Rey de nuestras almas. Te damos gracias, Padre, por el privilegio santo que tenemos de conocerte, de ser nuestro Padre y nosotros ser tus hijos. Reina en nuestra vida, Señor, reina en nuestro corazón, reina en nuestra alma, reina en nuestro diario vivir. Y que como tus hijos podamos someternos a ese reino tuyo en esta tierra.

Mientras oramos, si usted nunca ha recibido a Cristo en su corazón y usted me dice: “Pastor, yo necesito a Dios, yo necesito entregarle mi vida a Jesús.” Ahí donde está, yo le invito a que haga esta oración conmigo. Diga de esta manera: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento de mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del calvario, al poner tu cuerpo y derramar tu sangre. En este día te invito a venir a mi corazón, a venir a mi vida. Te recibo como mi Señor y mi Salvador. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Jesús y su bendita palabra. 

Señor, despídenos con tu paz y con tu bendición. En el nombre de Jesús, amén y amén.

¡Dios les bendiga iglesia!

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Cinco días después


Abril 13, 2025 – 2:00PM | Mateo 21:1-11 | Dr. David Rodríguez

Etiquetas: abril 2025, mateo, pastor david rodriguez, transcripcion


Descargar Texto: Sermón en PDF

TRANSCRIPCIÓN

Buenas tardes mis amados, vamos a buscar en nuestras Biblias Mateo capítulo 11. En un día como hoy, la Entrada Triunfal a Jerusalén, la Semana de Dolores, la Semana Mayor, se le conoce también como la Semana de la Pasión. El próximo domingo, es el domingo de resurrección. 

El mensaje de esta tarde se llama: 5 días después.

Mateo 21: 1-11 (RV 1960): Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, 2 diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. 3 Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. 4 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: 5 Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga. 6 Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; 7 y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. 8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. 9 Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! 10 Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es este? 11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.

Oremos: Padre, al recordar en estos días lo que hiciste en el calvario por nosotros, nuestro corazón se llena de profunda gratitud. Tu palabra dice que estábamos muertos en nuestros delitos y nuestros pecados; y damos gracias por tu misericordia, por esa gracia maravillosa, gracias por tu sangre y gracias por tu cuerpo puesto en el madero. Gracias, gracias te damos por justificarnos, por santificarnos, por redimirnos, por darnos libertad. Gracias, Señor, bendito sea tu nombre eternamente y para siempre. Sabemos que eres un Dios de milagros y te pedimos que obres milagros, Señor. Transforma vidas, cambia corazones, ayúdanos con nuestras necesidades, ayúdanos con nuestras peticiones. Bendice a tu pueblo en el nombre de Jesús, amén.

Se dice que Luis Antonio de Orleans y Borbón, conocido como Luis X de Francia, según algunos historiadores, reinó únicamente por 20 minutos en Francia. Se dice que su padre renunció al trono para dárselo al hijo; y su hijo, 20 minutos más tarde, renunció para dárselo a un sobrino. Lady Jane Grey, de Inglaterra, reinó durante 9 días en 1553 antes de ser derrocada.

El pasaje de la Biblia que hemos leído se llama: La entrada triunfal. Y hay una ironía en este pasaje, en realidad, y es que Jesús entró a Jerusalén, pero la misma gente que lo proclamó como rey, esa misma gente también lo crucificó 5 días después.

Se cree que un domingo como hoy Jesús hizo la entrada triunfal a Jerusalén, por el hecho de que hay una profecía muy conocida que mencionó Zacarías 500 años antes. 

Zacarías 9:9 (RV1960): 9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna. Mire usted, no vendrá en un caballo blanco, vendrá cabalgando sobre un burro, sobre un pollino, hijo de asna; así había dicho el profeta que esto iba a suceder. Así es que Jesús entró a Jerusalén, como cumplimiento de las escrituras, en un burrito como símbolo de paz. 

Jesús no vino para derrocar a ningún rey terrenal, porque Jesucristo mismo dijo (Juan 18:36): Mi reino no es de este mundo. En la actualidad tenemos un reino espiritual donde Él sigue siendo el Rey y será Rey eternamente. Habrá un tiempo donde Jesús va a volver, habrán 1,000 años donde el Señor va a reinar sobre esta tierra y lo va a hacer con poder, lo va a hacer con brazo fuerte. Pero esa es la situación; Jesús tenía que entrar a Jerusalén porque el profeta lo había proclamado de esa manera.

Juan 1:11 (RV 1960): A lo suyo vino y los suyos no le recibieron. La diferencia entre reyes, presidentes o primeros ministros, es el hecho de que a un rey no se le elige, hoy en día son los hijos los que continúan con el trono. En este caso, el pueblo de Israel dice: “Este es nuestro rey.” Ya han pasado 2,000 años, y si usted va a Jerusalén y le pregunta a la gente en Israel si ellos creen en el Señor Jesucristo, ¿qué cree que le contestan? Que aún no ha venido. 

Hay un Israel hoy que es secular. Claro, están los judíos ortodoxos, están aquellos que creen que va a venir el Mesías, claro eso será en la segunda venida. Cuando lo vean venir, entonces van a creer en Él. Por eso dice la Escritura: “Todo Israel será salvo.” Pero mientras tanto siguen sin creer.

Cuando Jesús vino a la tierra y estuvo en Israel, se enfrentó a varios grupos. 

  1. Escribas y fariseos.

Se caracterizan por ser gente hipócrita. La Biblia hablaba del Mesías, Jesucristo hizo milagros en sus propias narices, se proclamó rey en sus propias narices; sin embargo, los escribas y fariseos eran el tipo de personas que creían más en la ley que en la misericordia y que en la bondad de Dios. Preferían guardar el día sábado, y no que Jesús hiciera un milagro en el día sábado. Eran gente que ponía carga sobre las personas; cosas que ni ellos mismos eran capaces de llevar. 

Esto es una especie de legalismo y hay que tener mucho cuidado. Yo entiendo, mis queridos y amados hermanos, que tenemos que vivir una vida recta; pero lo que no podemos vivir es una vida perfecta, porque perfecto sólo hay uno, Dios.

Los escribas y fariseos, eran el tipo de personas que señalaban a la gente por las cosas que hacían, pero ellos eran peores todavía. Se sentían, por el conocimiento que tenían, que ellos eran justos; cuando el Señor los acusó en una variedad de oportunidades.

Hace años leí un libro, donde un muchacho judío decía que su padre era el rabino de una sinagoga en Estados Unidos. Y que su padre en el púlpito predicaba que no se debía manejar el día sábado. Y dice: “Lo curioso es que nosotros manejamos y parqueamos el carro a unas cuadras de la sinagoga, para que la gente no nos viera que llegábamos en carro.” Entonces, él dice: “¿Cómo es posible que mi papá predicaba acerca de eso, cuando nosotros mismos estamos quebrantando lo que él predicaba?” A eso se refiere la Escritura cuando habla de los escribas y fariseos. Cuando le decimos a una persona que no debe hacer algo que nosotros hacemos, o cuando excluimos a ciertos individuos porque son esto, porque son lo otro, cuando la Biblia no excluye a nadie.

     2. El pueblo.

El asunto con el pueblo cuando Jesús vino, es que el pueblo lo que quería era comer de gratis, ellos querían que Jesús siguiera multiplicando los panes y los peces. Ellos estaban enamorados de los milagros de Jesús, pero no de Jesús en sí. Esta es una situación complicada.

Salmos 48:1-2 (RV 1960): Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. 2 Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, Es el monte de Sion, a los lados del norte, La ciudad del gran Rey. La ciudad de Jerusalén es una maravilla. 

Hay cantidad de personas que ni les va, ni les viene. Yo le pregunto a varios hermanos: ¿A usted no le llama la atención ir a Israel? Y me dicen: -Fíjese, pastor, la verdad es que no.

Fíjate que yo conocí al Señor; claro, ustedes saben que la iglesia nuestra, pues allá en El Salvador se llama: Amigos de Israel. Desde que conocí a Cristo y me metí de cabeza y corazón en la palabra, yo tenía ganas de conocer Israel. He ido cantidad de veces, y no me canso. Como dicen los argentinos: usted llega a Jerusalén y Jerusalén tiene un no sé qué. ¿Sabe cuál es, ese no sé qué? Es la ciudad del gran Rey. Dios no escogió ni París, ni Madrid, ni Roma tampoco, Dios escogió la ciudad de Jerusalén y Dios le llama la ciudad del gran Rey. 

Salmo 46:4, le llama la ciudad de Dios. Nehemías 11:1, le llama la ciudad santa. Daniel 9:16, le llama el monte santo. Jeremías 3:17, le llama el trono de Jehová. Zacarías 9:13, le llama Sion. Él tenía que entrar a esta ciudad, porque es la ciudad del gran Rey. 

Mire todo lo que Dios dice de esta ciudad. Sin embargo, veamos que sucede en Lucas.

Lucas 19:41(RV1960): 41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella. ¿Sabe por qué Jesucristo lloró al verla? Por la incredulidad de la ciudad. 

Hace unos años estábamos en Israel y en esa oportunidad fuimos a Nazaret. El grupo estaba comiendo en un restaurante. Mientras todos comían yo me fui a dar una vuelta a la calle y entré a una cafetería, ahí me senté a reflexionar y me puse a pensar: ¿Cuántas veces Jesús habrá venido a la ciudad de Nazaret, la ciudad donde Él creció? ¿Cuántas veces habrá caminado por las calles de Nazaret? Yo dije: Así como Jesús lloró por Jerusalén, en aquel entonces, lloraría otra vez por Nazaret, por Jerusalén. Si Jesús viniera a la ciudad de Vancouver y caminara por las calles del centro, lloraría también al ver la incredulidad de la gente, ¡es increíble! Y ¿sabe qué es lo que más se compara a la incredulidad de la gente? La incredulidad se compara a la indiferencia con la que muchos cristianos ven el evangelio, ven a Dios, ven la iglesia y ven su palabra. Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén. 

Lucas 13:34 (RV 1960): 34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! Eso fue lo que hicieron 5 días después con Él. Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén. Todas estas cosas sucedieron en la entrada triunfal del Señor Jesús. 

¿Cómo reaccionaron los dueños del burrito?

Lucas 19:33-34 (RV1960): 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. Yo me pongo a pensar: si usted hubiera sido el dueño de ese burrito ¿cómo hubiera reaccionado?

Hay personas hoy en día que no son dueños de burritos, pero son dueños de otras cosas. Y ¿cómo reacciona usted cuando le piden utilizar algo, que es suyo, para el Señor? Me encanta esto porque mire, no sabemos los detalles, y qué bueno que no lo sabemos; pero me gusta que esta gente no dijo: “No, hombre, no friegue, el burrito es de nosotros. Dígale al Señor que consiga un burro por otro lado”. ¡Qué interesante! Pero ellos dijeron: “Está bien, úsalo. No hay problema. El Señor lo necesita. Llévelo.” Y yo he conocido gente así, he conocido gente de esa manera a lo largo de mi vida. Y mire, no sabe usted la emoción y el gozo que causa conocer gente así. Personas que le dicen a usted: “Pastor, ¿necesita el carro? Aquí está el carro.¡Qué lindo eso! Pero hay otra gente que es bien agarrada. ¿No es cierto? Hay personas que dicen: “Lo mío es mío, y no lo puede utilizar nadie.” Piense por un instante. 

Esto lo quise compartir porque me llamó mucho la atención. No importa que una persona sea dueña de muchas cosas, lo importante es que entienda el principio fundamental: todo lo que tenemos es porque Dios nos lo ha dado. ¿No es cierto? Lo que sea, aquí es un burro. 

Nuestra iglesia tiene unas 10 casas de oración ahora, más o menos. Yo me acuerdo que cuando nosotros comenzamos, hace muchos años, hubo hermanos que dijeron: -Pastor ¿sabe qué? Mire, nosotros pusimos casa de oración en nuestra casa, pero nosotros no aguantamos esos monos(niños) que llegan ahí. Esos monos son traviesos, andan tocando aquí, tocando allá, se fueron a meter a uno de los cuartos de nosotros. ¡Ay no!, ya eso a mí no me gusta. Así es que lo sentimos mucho, pero ya no queremos tener casa de oración en la casa. Y la quitaron. Y eso no pasó una vez, pasaron varias veces. Hay personas que le dicen al Señor: “Señor, si tú me das esto (alguna petición específica), yo entonces haré “tal” cosa. Y a la hora que Dios se los da, ¡olvídese! Se le olvidó su compromiso con el Señor. 

      3. Las multitudes.

Mateo 21:8 (RV1960): 8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. ¿Se puede imaginar usted a personas subiéndose a los árboles para cortar las ramas y tenderlas en el camino? La multitud lo siguió, lo alabó, lo exaltó y Cinco días después lo crucificó.

Personas que cambian de opinión, la multitud y la gente llegó a un punto donde prefirieron a un ladrón, a un homicida, en lugar de Jesús. Mateo 27:20 (RV1960) dice: 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto, es decir crucificado.  

¿Usted conoce gente emocional? Personas emocionales cambian de opinión dependiendo de cómo está el clima. En la mañana te dicen sí, en la tarde te dicen que no. En la mañana dijeron: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene! Pongamos aquí nuestros mantos, tiremos aquí las palmas para que el Señor pase por encima de ellas. Y luego, ¿qué? 5 días después les preguntan: ¿a quién quieren que le suelten, a Jesús o a Barrabás? ¡Suéltanos a Barrabás! ¿Y el hosanna dónde está? Yo acepto, me encanta, cuando una persona muestra sus emociones al Señor para alabar, para adorar, excelente; pero ¿así es su vida también? Hay que tener cuidado con este tipo de cosas. La multitud y la gente fue así. Prefirieron a Barrabás. 

Y ¿quién era Barrabás? 

Marcos 15:7 (RV1960): 7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. Es increíble, es triste la situación. Lo mismo pasa en nuestro mundo. Hay personas que eligen otra cosa en lugar de Jesús. Eligen un trabajo, eligen un novio, eligen una novia, un negocio, una familia, eligen cualquier cosa en lugar de Jesús; y al Señor le dan lo que les sobra nada más. 

Yo sé que Jesús es el rey de los judíos, eso lo sabemos perfectamente bien. Pero hay una cosa que tenemos que entender: Jesús entró a Jerusalén, pero la gente cinco días más tarde lo llevaron a la cruz. No me venga a decir que Cristo ha entrado triunfalmente a su corazón cuando usted no le da a Jesús la posición que Él merece en su vida. Si Él es Rey, quiere decir que Él gobierna. Si Él es Rey, quiere decir que Él manda. Si Él es Rey, quiere decir que, además de Rey, Él es el Señor.

Cuando llegué a esta iglesia, el pastor anterior estuvo unos días nada más esperando los papeles. Él era nicaragüense, y a la iglesia casi todos los que asistían eran de Nicaragua. Sucedió algo que a mí nunca se me va a olvidar, ese primer domingo que yo estuve aquí me pidieron que predicara, y eso hice. Al finalizar la predicación le ofrecí a las personas recibir a Cristo, porque es lo que hacemos toda la vida, eso es lo que se hace en una iglesia. Pero cuando yo me bajé del púlpito, la gente me dijo: “La regó.” Y le dije yo: -¿Y por qué la regué? Porque ahora se nos va a ir la gente. Yo no entendía lo que estaba pasando, y le digo: -¿Y por qué se va a ir la gente? Es que nosotros no hablamos nada de recibir a Cristo para que la gente no se vaya. Y mire, como que profetizaron. Porque la siguiente semana éramos doce solamente. Estuvimos visitando a los hermanos, y nos dimos cuenta de que, en realidad, no eran hermanos. Que asistían porque había comida o porque se les daba alguna cosa, porque habían clases o porque se les regalaba alguna cosa. Pero cuando se les confronta con el evangelio, a la gente ya no le gusta. Yo he visto, a lo largo de todos estos años, cantidad de gente pasar por la iglesia, pero viven con Barrabás.

Yo no le creo a una persona que me diga: “Yo soy cristiano evangelico”, y que no se congregue en una iglesia, porque prefieren quedarse en casa. ¿Es Cristo el Rey o somos nosotros los que vivimos en ese trono? Hubo personas que el Señor les dijo: -¿Y por qué me llaman Señor, Señor, si ustedes a mí no me hacen caso? 

Tenemos problemas serios con esta situación, especialmente en la generación actual. ¿Por qué razón? Porque tenemos una generación de hijos que no se someten a sus padres, que no obedecen a una autoridad que tienen presente, que los están viendo en su casa. Y si un hijo no se somete a un papá, no obedece a un papá, no obedece a una mamá, ¿cómo van a obedecer a Dios? Explíqueme usted. Hoy más que nunca, cuando ya quieren vestirse como les place, vivir como quieren, ir a donde quieren, exigen lo que sea a sus padres, pero no quieren someterse. Y los que lo hacen, lo hacen de mala gana.

En el caso del evangelio, en el caso del Señor; si el Señor ha venido a nuestro corazón y Él es el Rey de nuestra vida, hermano, no viva con Barrabás. No le venga a decir: “¡Hosanna al rey! ¡Bendito el Señor! y cinco días más tarde llevarlo a la cruz. He ahí la situación, he ahí nuestros principios, he ahí nuestros valores como cristianos. 

¿Por cuánto tiempo Jesús es su Rey? ¿Por cuánto tiempo lo va a seguir? Hay dos tipos de discípulos en la Biblia. 

Los discípulos condicionales. ¿Qué quiere decir eso? Vamos a seguir mientras no veamos alguna cosa fuera de lugar. Pero si vemos alguna cosa fuera de lugar, nosotros nos vamos. 

Juan 6:66 (RV 1960): 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Esas son las personas que asisten a una iglesia, pero condicionalmente. Mientras a mí no me digan nada, mientras a mí no me molesten en la escuela dominical, mientras no me miren mal yo estoy; porque si no, yo me voy.

Los discípulos incondicionales. Aquellos que nos han hecho de todo tipo de cosa y aquí estamos porque sabemos en quién hemos creído, porque sabemos que Él es digno de toda alabanza, sabemos que Él es digno de toda adoración. Pero nosotros ahí estamos, bajo cualquier circunstancia.

Mis amados hermanos, así como Jesucristo entró a Jerusalén, déjelo entrar como Rey a su corazón y ponga a Cristo en el trono. Vivamos conforme a su palabra. Obedezcamos la bendita palabra del Señor. Recuerde una cosa: si usted honra a Dios, Dios lo va a honrar a usted.

Fue un domingo como hoy cuando Jesucristo entró a Jerusalén. Me da tristeza porque Él sabía que estaba entrando a una ciudad para cumplimiento de la palabra, no porque la gente verdaderamente lo estuviera recibiendo como el Rey que Jesucristo es.

Demos al Señor el lugar que nuestro bendito Señor merece en nuestras vidas.

Oremos: Padre, te damos gracias por tu palabra. Te damos gracias, Señor, por ese día que entraste a nuestro corazón. Yo te ruego y te suplico, Padre Santo, que como hijos tuyos podamos darte el lugar que tú mereces como Rey. No decir que eres nuestro Rey y hacerte a un lado, no decir que eres nuestro Rey y no ofrecer adoración, no decir que eres nuestro Rey y verte con indiferencia, no decir que eres nuestro Rey y no obedecerte. Tu palabra dice que muchos te dirán en aquel día: “Señor, Señor.” Y Padre, nosotros no queremos ser ese tipo de personas, queremos honrarte, queremos darte la honra que solo tu nombre merece. Queremos reconocerte como el amo, como el Señor, como el Rey de nuestras almas. Te damos gracias, Padre, por el privilegio santo que tenemos de conocerte, de ser nuestro Padre y nosotros ser tus hijos. Reina en nuestra vida, Señor, reina en nuestro corazón, reina en nuestra alma, reina en nuestro diario vivir. Y que como tus hijos podamos someternos a ese reino tuyo en esta tierra.

Mientras oramos, si usted nunca ha recibido a Cristo en su corazón y usted me dice: “Pastor, yo necesito a Dios, yo necesito entregarle mi vida a Jesús.” Ahí donde está, yo le invito a que haga esta oración conmigo. Diga de esta manera: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento de mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del calvario, al poner tu cuerpo y derramar tu sangre. En este día te invito a venir a mi corazón, a venir a mi vida. Te recibo como mi Señor y mi Salvador. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Jesús y su bendita palabra. 

Señor, despídenos con tu paz y con tu bendición. En el nombre de Jesús, amén y amén.

¡Dios les bendiga iglesia!

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