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Una Fe que no se rinde

Agosto 3, 2025 – 2:00PM | 1 Juan 5:4 | Dr. David Rodríguez

Descargar Texto: Sermón en PDF

Etiquetas: 1 Juan, agosto 2025, pastor david rodriguez, transcripcion

TRANSCRIPCIÓN

Antes de orar me gustaría que entendamos la importancia de esta oración. Oramos al inicio de la predicación para pedirle a Dios que nos hable al corazón, que si hay algo que tiene que ver con nuestra vida espiritual, que no resistamos a la enseñanza, que no resistamos al Espíritu, sino que tomemos la parte que nos corresponde y pedirle a Dios que nos ayude a caminar. 

Vamos a orar: Padre, al abrir tu palabra en esta hora reconocemos tu autoridad Señor. Yo solamente soy un medio, Padre, para que sean expuestas estas verdades bíblicas. Límpianos con tu sangre preciosa. Purifica nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestras acciones, queremos hacer tu voluntad. Te pido que nos ministres, que nos exhortes, que nos corrijas, que nos hables al corazón. Espíritu Santo de Dios, tú eres el único que puede transformar nuestras vidas, nuestra manera de pensar, nuestra manera de ver el mundo. Ayúdanos con nuestras necedades y danos esa sabiduría que viene del cielo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, y el pueblo dice: Amén.

Hace unas tres semanas, o más quizá, comenzamos a estudiar la Fe y el primer estudio se tituló: “Hombres de poca fe”. Hablamos cuáles son las actitudes de los hombres de poca fe que ven las cosas y ven el mundo de una manera negativa. La semana pasada, en el segundo estudio, tocamos el tema del apóstol Pablo cuando habló de: “Naufragaron en la fe”. Y dijimos que eso significaba hundirse en la fe, otras versiones de la Biblia lo presentan como perder la confianza en Dios. Y dijimos: es muy probable que usted conozca a alguien, algún hermano, alguna hermana, alguna familia que lastimosamente naufragó en su fe, se hundió en su fe por la razón que sea.

En esta oportunidad yo quiero hablar de una fe, que pienso es la que todos debemos anhelar: Una Fe que no se rinde. Esa es una fe que lucha, una fe victoriosa. Y el versículo para este mensaje lo encontramos en 1 Juan.  

1 Juan 5: 4(RV 1960): 4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

En la primera intervención sobre la Fe, yo mencioné que la fe posee cinco elementos, y rápidamente los menciono:

1- Un elemento positivo. Cuando yo me refiero a un elemento positivo, no estoy hablando de la declaración de fe que tienen algunas iglesias. Me refiero al hecho de que si estamos orando por sanidad, esperamos que Dios nos sane. Si estamos orando por un trabajo, esperamos recibir el trabajo. Si estamos orando por nuestro matrimonio, esperemos que Dios intervenga. Es decir, necesitamos tener un elemento positivo. Cuando Josué y el pueblo de Israel sonaron las trompetas, ellos creyeron que se iban a caer los muros. ¿Usted cree que ellos sonaron las trompetas diciendo: “A ver qué pasa aquí, pues si se caen, bueno, y si no salimos corriendo?, la fe no funciona de esa manera. La fe elimina lo negativo porque si no, no es fe.

2- La fe tiene un sentido de lucha. Un creyente de fe no se rinde, un creyente de fe no tira la toalla, un creyente de fe no sale corriendo, un creyente de fe no huye en ninguna circunstancia. ¿Por qué? Porque la obra de Cristo en la cruz del Calvario a beneficio de nosotros, los que hemos creídos y que somos los herederos de la salvación, es hasta que Cristo venga por su iglesia. Amados, entonces, en ninguna circunstancia podemos salir corriendo. Así es que la fe tiene un sentido de lucha en todas formas. En más de alguna oportunidad estudiamos una porción de la escritura del profeta Elías. El profeta Elías quería tirar la toalla, ya no quería luchar. Llegó un momento que le dijo a Dios: ¿Para qué vivo? ¡Quítame la vida mejor! Hermano, no se puede decir: -Ay, Señor, yo no puedo con esta dificultad, mejor quítame la vida. Si nos ponemos en esa posición todos ¿dónde vamos a quedar? La fe tiene un sentido de lucha.

3- La fe requiere acción. Usted tomó una fabulosa decisión hoy, venir a la casa del Señor. Esa es la actitud: levántese, ore sin desmayar, toque puertas, salga a buscar trabajo, venga a la casa del Señor, lea su Biblia; no espere que Dios baje del cielo a hacerle el favor, haga la parte que a usted le corresponde. La mujer del flujo de sangre fue, buscó al Señor, se metió entre la gente. Entonces, requiere acción. El padre del muchacho lunático vino a Jesús. El centurión que tenía enfermo a su siervo vino a Jesús. Entonces, la fe también requiere acción.

4- La fe requiere creer. Al que cree todo le es posible, dice la escritura, ¿verdad? Hay personas que no creen, sin fe es imposible agradar. Es la seguridad en quién hemos creído que puede ayudarnos. En el evangelio de Juan, cuando Lázaro murió, Jesús dijo: -Quiten la piedra. Y Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: -Señor, hiede ya, porque hace 4 días que se murió. ¿Sabe qué le contestó Jesús? Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? Entonces, requiere creer.

5- La fe requiere la aceptación de la voluntad de Dios. Mis queridos y amados hermanos, no toda la vida las cosas van a terminar como nosotros queremos que terminen, no siempre va a ser así, pero tenemos que aceptar la voluntad de nuestro Señor.

Ahora quiero hablar de Una fe que no se rinde, y quiero que vayamos al libro de Santiago. 

1- Una fe que no se rinde es la que no duda. 

Santiago 1: 5-6 (NTV): 5Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se las dará; no los reprenderá por pedirla. 6Cuando se la pidan, asegúrense se que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro. Aquí habla de sabiduría, pero amos a ver como está la fe impuesta en este versículo. 

Esta es una de las partes más complicadas en realidad porque, por naturaleza nos da miedo, nos da temor. Hay ciertas cosas en la vida en las que nosotros no queremos dar ese paso de fe. Yo siempre me he preguntado, y valdría la pena que se la pregunte usted, si Jesús le hubiera dicho a usted que caminara sobre las aguas: ¿hubiera caminado? Yo no camino ni en lo bajito (pachito) hermano, ya no se diga en medio del mar, seguro que no. Estoy hablando de la fe que no se rinde, no dude, en el nombre del Señor.

Aquellas personas que han estado en su lecho de enfermo en un hospital, bien graves, pero bien graves, yo les digo lo siguiente: usted luche hasta el último instante de su vida, hasta el último hálito de su vida. Usted pídale a Dios, ruéguele: “Señor, yo sé que tú me puedes levantar, y si me levantas voy a seguir sirviéndote, voy a seguir adorando tu nombre. Yo voy a seguirte.” No dude, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar, que el viento arrastra y empuja de un lado para otro. ¿Cómo esperamos un milagro de Dios si somos precisamente como la ola del mar que va y viene? 

Confíe siempre en Dios, sea aquel tipo de persona que si pierde el trabajo, en el nombre del Señor sabe que Dios le va a dar algo mejor. Que si nos enfermamos, en el nombre del Señor saldremos adelante. Que cualquier necesidad que tengamos, confiemos que Dios nos va a ayudar. 

La fe que no se rinde es aquella que no duda, usted crea, crea, crea, confíe, confíe, confíe en el Señor, hermano. Y Dios lo va a sorprender, Dios lo va a sorprender. Si llegamos a decirle a Dios: -Señor, ayuda mi incredulidad, por favor, Señor, ayúdanos. Dios ha hecho cosas grandes entre nosotros, y siempre tenemos ese miedo de dar ese siguiente paso de fe. Dios es bueno, amados, Dios es bueno. 

2- Una fe que no se rinde enfrenta a la oposición en el nombre del Señor. 

Esta fe es como la de David. ¿Se acuerda usted? que le dijo David a ese gigantón (1 Samuel 17:45): Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos. Entonces, esta fe que no se rinde es la que enfrenta cualquier oposición en el nombre del Señor.

En nuestro caminar como hijos de Dios se van a levantar enemigos, se van a levantar personas que nos van a hacer la vida imposible. Tenemos a un Dios que todo lo puede. Yo no sé cuál es su gigante, no sé cuál es; pero lo que si le digo es póngalo en oración y luego me cuenta; usted verá qué es lo que Dios es capaz de hacer. Pero eso sí, no se rinda, porque estoy hablando de la fe que no se rinde. No se ponga a llorar, sino pídale a Dios, clámele al Señor. Nosotros somos sus hijos y a ningún papá le gusta que estén molestando a sus hijos, a ninguno. Así es que, confíe en Dios. 

Ahora no se ponga a pelear, porque si usted se pone de malcriado, entonces Dios no actúa porque dice: “Ah no, ahí hay dos malcriados peleando. Dios no va a actuar.” Dele usted a Dios la oportunidad de hacer la obra donde usted está. Goliat era un gran gigante, las posibilidades de que David ganara eran muy escasas, pero tenemos a un Dios grande. 

3- La fe que no se rinde tiene la mirada en Jesús y solamente en Jesús. 

Hebreos 12: 2 (RV 1960): Puestos los ojos en Jesús. 

La fe que no se rinde entiende que la iglesia es un hospital, eso es lo que somos. Jesús dijo que los sanos no tienen necesidad de médico. Perfecto solo uno, Dios. Mientras estemos en esta carne, difícilmente nos vamos a comportar como personas perfectas, es que no podemos. Uno falla de una manera, otros fallan de otra, pero al final todos la regamos, aún las personas que se consideran más santas pecan.

Un pastor me dijo hace un par de meses: -A mí se me hace que usted comete un error cuando usted le dice a la gente que a usted le gusta la música. Y le dije: Entonces ¿debo mentir? ¿Debo decir que no, que yo odio la música del mundo? Pero si no es cierto, entonces sería un mentiroso y un hipócrita. Si usted me pregunta, ¿cuándo fue la última vez que escuché? Ni me acuerdo siquiera porque no me queda tiempo, no me acuerdo. Entonces esa situación de gente que quiere tiene la expectativa de que la gente debe de caminar de esta manera, debe de caminar esta otra, y lo que crea es frustración, al punto de decir: ¿Y entonces qué hago? Yo no puedo ser perfecto; pero es que no es solamente usted, es que no puede nadie.

La mirada puesta en Jesús. 

Los cristianos también se divorcian, hermano. Las parejas cristianas también pelean. Los hijos de los cristianos también cometen errores, hermano, ¡por amor de Dios! La iglesia es un sanatorio, personas heridas en recuperación, pero con la mirada puesta en Jesús. Mi fe no está basada en el comportamiento ni la conducta de nadie. Todo el mundo es bienvenido en la casa del Señor. 

La fe que no se rinde tiene la mirada puesta en Dios. Mire a la gente, pero para orar por ellos, para levantarlos, para ayudarlos a seguir adelante. La fe que no se rinde no tiene la mirada puesta en la conducta de nadie, tiene la mirada puesta en nuestro Señor. 

4- Una fe que no se rinde es inquebrantable. 

Quiero que leamos esta porción de la escritura, amados, porque siempre me ha tocado. 

Mateo 15: 21-28 (RV 1960): 21 Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. 

¿Quién no va a hacer algo así cuando un hijo está sufriendo? Pero mire usted cuantas pruebas soporta esta mujer: 

  • Primero: Pero Jesús no le respondió palabra. Dígame, ¿ha sentido alguna vez usted que está orando, orando, orando y da la impresión como que Dios lo ignora? 
  • Segundo: Se le acercaron los discípulos diciéndole: Despídela. Imagínese ¡qué asistentes! En lugar de decirle: “Atiéndela, Señor.” No, lo que dijeron fue: despídela, si viene gritando la señora, qué pena, qué vergüenza, dile que se vaya.
  • Tercero: Jesús dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Le quiso decir: eres Fenicia, yo no he venido para ti, yo he venido por los judíos, por los de Israel.
  • Cuarto: “No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.” Ella se había postrado ante Él y le había pedido ayuda, auxilio para resolver su problema. 

En este punto yo regreso a mi casa. Imagínese que le estoy gritando al hombre y ni caso me hace. A mí me habían dicho que Él era amor, que era perdón, y no me ha hecho caso. Después me dijo que no, que yo tenía que ser judía para que me hiciera un milagro. Y luego andaba con un montón de guardaespaldas ahí que le gritaban que me que me echara, que me despidiera. Yo donde está ese hombre no regreso. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso? Y ella dijo: Sí, Señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Por eso digo, una fe que no se rinde es inquebrantable. Entonces respondiendo Jesús dijo: “Oh mujer, grande es tu fe. Hágase contigo como quieres.” Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Le pregunto: ¿Valió la pena, hermanos? Por supuesto que sí, hombre. ¿Valió la pena esa persistencia? Valió la pena esa insistencia, esa constancia, el ser incansable valió la pena. Su hija fue sanada. ¡Bendito Dios! Una fe que no se rinde, no se doblega en ninguna circunstancia, de ninguna manera. Pase lo que pase, digan lo que digan y hagan lo que hagan. Por eso me encanta cuando un hermano de esta iglesia dice: -A mí, si un día me sacan por esta puerta yo me meto por la ventana. Me encanta esa manera de pensar, esa actitud, esa forma de ver la vida. No de personas que parecen niñitos en su manera de pensar. Una mosca les pasa enfrente y dicen: ya no vengo a este lugar. ¡Qué barbaridad! En esta mujer vemos una fe que no se rinde: Una fe inquebrantable.

5- Una fe que no se rinde no recibe la prueba con asombro. 

Es la que no pregunta: Ay, ¿por qué a mí? Al contrario, el creyente dice: “No hombre, si esperándola estaba, esperándola estaba.” 

1 Pedro 1:7 (RV 1960):  7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. ¿Te das cuenta? La fe que no se rinde sabe que las pruebas van y vienen, pero de que llegan, llegan. Es que fíjese que en ocasiones me llama la atención cuando hay mucha paz.

Yo escuché a un pastor, hace varios años, con un sermón que él le puso de título: “El diablo está haciendo pechadas”, esa palabra: pechadas, significa hacer ejercicios. El mensaje de él era: prepárese espiritualmente porque el diablo está haciendo ejercicios para venir contra usted; cuando venga, no se extrañe porque Jesús dijo: En el mundo tendréis aflicción. Si no te cae una cosa, te cae otra, así sucede. Un creyente no se sorprende de las pruebas porque la fe que no se rinde no se queja, sino que le da gracias a Dios y solo le pide fuerzas al Señor. 

La fe que no se rinde no le pide a Dios que le quite las pruebas, porque Dios tiene una manera muy especial cuando uno pide ese tipo de cosas, te pone cuatro más encima. Ponme todas las que tú quieras, pero eso sí, dame las fuerzas para llevarla. La fe que no se rinde, no se queja. Ya deje de quejarse hombre, lo que debe hacer es honrar y glorificar el nombre de Dios. La fe que no se rinde, en medio de la prueba alaba al Señor, le da honra, le da gloria; no se desanime, no deje de luchar. Siga adelante, mi hermano.

Estaba viendo la historia de Nick Vujicic, ¿ustedes han visto a este muchacho que nació sin piernas y sin brazos? Es un conferencista; pero hay que ver como este hombre se tira a la piscina, cómo habla, usted dice: ¡No hombre, qué bárbaro, qué bárbaro! La fe que no se rinde es aquella que cuando llega a la prueba no la recibe con asombro, glorifica a Dios, le da honra al Señor. Cuando llegue la prueba, arrodíllese, hermano, levante sus manos al cielo y diga: “Bendito sea tu nombre, Señor. Bendito sea tu nombre.”

6- Una fe que no se rinde sabe que Dios lo va a ayudar otra vez. 

La fe que no se rinde es aquella que sabe que, así como Dios nos ayudó antes, nos va a ayudar otra vez. 

Salmo 34:19 (RV 1960): Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová. 

Todos pasamos por pruebas muy difíciles, pero no debemos enfocarnos en la prueba sino, exaltar el poder de Dios, el como Dios te saca adelante. Cuando llegas a esa situación en la vida donde crees que de esa no vas a salir, hablo de problemas, cuestiones circunstanciales, cuestiones familiares, cuestiones con los hijos, enfermedades, situaciones de esas difíciles, aun de las complicadísimas y Dios te libera; es una muestra que tenemos que seguir adelante. La fe que no se rinde es aquella que sabe que, así como Dios te libró de una, te va a librar de otra. Así como te sacó de una prueba, te va a sacar de la otra. Nunca nos ha dejado. Los hombres de poca fe les da pánico cuando llegan las tormentas. Los de una fe que no se rinde, seguimos confiando en el Señor.

7- Una fe que no se rinde llega hasta el final. 

2 Timoteo 4: 7 (RV 1960): He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Hermano, no importa que lleguemos golpeados del camino, penqueados de tanta situación y tanta cosa, pero llegamos al final y esa es mi más grande oración para esta iglesia. 

Yo sé que hay personas acá entre nosotros que han estado en esta iglesia por los 36 años que tenemos de existir. ¡Gracias a Dios! Pero hay personas que fueron a buscar otras iglesias pensando que en otras iglesias no había problemas, pero se dieron cuenta que todas las iglesias somos iguales. Algunas saben esconder más las cosas que otras, pero al final del día todas padecemos; de alguna manera Dios sigue en su trono, Dios sigue en su lugar; y nosotros en medio de nuestras imperfecciones, en medio de nuestras pruebas, nuestras luchas, nuestro caminar diario.

Mis queridos y amados hermanos, pidamos la sabiduría del cielo. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe. Esforcémonos por hacer la voluntad de Dios. Esforcémonos por no meternos en problemas. Esforcémonos por caminar derecho como la palabra del Señor nos manda, porque nos hace falta todavía seguir caminando hasta que Jesucristo venga.

La fe que no se rinde es la que puede llegar al final diciendo:

2 Timoteo 4: 7 (RV 1960): He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Romanos 8: 38-39 (RV 1960): 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. ¡Qué lindo!

Esa es la fe inquebrantable. Esa es la fe que no se rinde. Amados míos, que podamos decir eso. A mí nada ni nadie me va a apartar del amor de Dios. Amén.

Inclinen su rostro. Oremos al Señor: Padre, tu palabra dice, 1 Corintios 15: 57 (RV 1960): Mas gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Señor, esta es la fe que queremos: una fe que no duda, una fe inquebrantable, una fe que tiene la mirada puesta en Jesús, una fe que no se asombra cuando llegan las pruebas, una fe fuerte, una fe grande como la de esta mujer que a pesar de los obstáculos permaneció constante, una persistencia que valió la pena. Señor, danos la fuerza, danos la fuerza Señor, ayúdanos a hacer tu voluntad Padre Santo. Y cuando sintamos que vamos a desfallecer, permite que podamos ir a nuestro lugar de oración y pedir las fuerzas que vienen del cielo. Oramos en este momento por aquellos hermanitos lindos, queridos, que están pasando por pruebas, por tribulación, por angustia. Oramos por aquellos que sienten que se hunden en su fe. Por aquellas personas, Señor, que necesitan de un compañero de oración. Clamamos por estas cosas. Pedimos en el nombre poderoso de Jesús que bendigas a estas personas.

Mientras todos oramos, si usted nunca ha recibido a Cristo en el corazón y me dice: “Pastor, yo necesito a Dios en mi vida”, pues entonces yo quiero indicarle de qué manera usted puede abrir su corazón a Jesús y pedirle al Señor que venga su corazón. Haga esta oración conmigo. Diga: Señor Jesús, en este día me arrepiento de mis pecados y te pido perdón. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del Calvario. Te doy gracias por haber puesto tu cuerpo en lugar del mío, por haber derramado tu sangre preciosa para el perdón de mis pecados. Y en este día abro mi corazón y te recibo como el Señor y Salvador de mi vida. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.

Señor, despídenos con tu paz y con tu bendición. Recibimos esta palabra que hemos escuchado en el nombre de Jesús. Amén. Y amén.

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Una Fe que no se rinde


Agosto 3, 2025 – 2:00PM | 1 Juan 5:4 | Dr. David Rodríguez

Etiquetas: 1 Juan, agosto 2025, pastor david rodriguez, transcripcion


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TRANSCRIPCIÓN

Antes de orar me gustaría que entendamos la importancia de esta oración. Oramos al inicio de la predicación para pedirle a Dios que nos hable al corazón, que si hay algo que tiene que ver con nuestra vida espiritual, que no resistamos a la enseñanza, que no resistamos al Espíritu, sino que tomemos la parte que nos corresponde y pedirle a Dios que nos ayude a caminar. 

Vamos a orar: Padre, al abrir tu palabra en esta hora reconocemos tu autoridad Señor. Yo solamente soy un medio, Padre, para que sean expuestas estas verdades bíblicas. Límpianos con tu sangre preciosa. Purifica nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestras acciones, queremos hacer tu voluntad. Te pido que nos ministres, que nos exhortes, que nos corrijas, que nos hables al corazón. Espíritu Santo de Dios, tú eres el único que puede transformar nuestras vidas, nuestra manera de pensar, nuestra manera de ver el mundo. Ayúdanos con nuestras necedades y danos esa sabiduría que viene del cielo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, y el pueblo dice: Amén.

Hace unas tres semanas, o más quizá, comenzamos a estudiar la Fe y el primer estudio se tituló: “Hombres de poca fe”. Hablamos cuáles son las actitudes de los hombres de poca fe que ven las cosas y ven el mundo de una manera negativa. La semana pasada, en el segundo estudio, tocamos el tema del apóstol Pablo cuando habló de: “Naufragaron en la fe”. Y dijimos que eso significaba hundirse en la fe, otras versiones de la Biblia lo presentan como perder la confianza en Dios. Y dijimos: es muy probable que usted conozca a alguien, algún hermano, alguna hermana, alguna familia que lastimosamente naufragó en su fe, se hundió en su fe por la razón que sea.

En esta oportunidad yo quiero hablar de una fe, que pienso es la que todos debemos anhelar: Una Fe que no se rinde. Esa es una fe que lucha, una fe victoriosa. Y el versículo para este mensaje lo encontramos en 1 Juan.  

1 Juan 5: 4(RV 1960): 4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

En la primera intervención sobre la Fe, yo mencioné que la fe posee cinco elementos, y rápidamente los menciono:

1- Un elemento positivo. Cuando yo me refiero a un elemento positivo, no estoy hablando de la declaración de fe que tienen algunas iglesias. Me refiero al hecho de que si estamos orando por sanidad, esperamos que Dios nos sane. Si estamos orando por un trabajo, esperamos recibir el trabajo. Si estamos orando por nuestro matrimonio, esperemos que Dios intervenga. Es decir, necesitamos tener un elemento positivo. Cuando Josué y el pueblo de Israel sonaron las trompetas, ellos creyeron que se iban a caer los muros. ¿Usted cree que ellos sonaron las trompetas diciendo: “A ver qué pasa aquí, pues si se caen, bueno, y si no salimos corriendo?, la fe no funciona de esa manera. La fe elimina lo negativo porque si no, no es fe.

2- La fe tiene un sentido de lucha. Un creyente de fe no se rinde, un creyente de fe no tira la toalla, un creyente de fe no sale corriendo, un creyente de fe no huye en ninguna circunstancia. ¿Por qué? Porque la obra de Cristo en la cruz del Calvario a beneficio de nosotros, los que hemos creídos y que somos los herederos de la salvación, es hasta que Cristo venga por su iglesia. Amados, entonces, en ninguna circunstancia podemos salir corriendo. Así es que la fe tiene un sentido de lucha en todas formas. En más de alguna oportunidad estudiamos una porción de la escritura del profeta Elías. El profeta Elías quería tirar la toalla, ya no quería luchar. Llegó un momento que le dijo a Dios: ¿Para qué vivo? ¡Quítame la vida mejor! Hermano, no se puede decir: -Ay, Señor, yo no puedo con esta dificultad, mejor quítame la vida. Si nos ponemos en esa posición todos ¿dónde vamos a quedar? La fe tiene un sentido de lucha.

3- La fe requiere acción. Usted tomó una fabulosa decisión hoy, venir a la casa del Señor. Esa es la actitud: levántese, ore sin desmayar, toque puertas, salga a buscar trabajo, venga a la casa del Señor, lea su Biblia; no espere que Dios baje del cielo a hacerle el favor, haga la parte que a usted le corresponde. La mujer del flujo de sangre fue, buscó al Señor, se metió entre la gente. Entonces, requiere acción. El padre del muchacho lunático vino a Jesús. El centurión que tenía enfermo a su siervo vino a Jesús. Entonces, la fe también requiere acción.

4- La fe requiere creer. Al que cree todo le es posible, dice la escritura, ¿verdad? Hay personas que no creen, sin fe es imposible agradar. Es la seguridad en quién hemos creído que puede ayudarnos. En el evangelio de Juan, cuando Lázaro murió, Jesús dijo: -Quiten la piedra. Y Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: -Señor, hiede ya, porque hace 4 días que se murió. ¿Sabe qué le contestó Jesús? Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? Entonces, requiere creer.

5- La fe requiere la aceptación de la voluntad de Dios. Mis queridos y amados hermanos, no toda la vida las cosas van a terminar como nosotros queremos que terminen, no siempre va a ser así, pero tenemos que aceptar la voluntad de nuestro Señor.

Ahora quiero hablar de Una fe que no se rinde, y quiero que vayamos al libro de Santiago. 

1- Una fe que no se rinde es la que no duda. 

Santiago 1: 5-6 (NTV): 5Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se las dará; no los reprenderá por pedirla. 6Cuando se la pidan, asegúrense se que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro. Aquí habla de sabiduría, pero amos a ver como está la fe impuesta en este versículo. 

Esta es una de las partes más complicadas en realidad porque, por naturaleza nos da miedo, nos da temor. Hay ciertas cosas en la vida en las que nosotros no queremos dar ese paso de fe. Yo siempre me he preguntado, y valdría la pena que se la pregunte usted, si Jesús le hubiera dicho a usted que caminara sobre las aguas: ¿hubiera caminado? Yo no camino ni en lo bajito (pachito) hermano, ya no se diga en medio del mar, seguro que no. Estoy hablando de la fe que no se rinde, no dude, en el nombre del Señor.

Aquellas personas que han estado en su lecho de enfermo en un hospital, bien graves, pero bien graves, yo les digo lo siguiente: usted luche hasta el último instante de su vida, hasta el último hálito de su vida. Usted pídale a Dios, ruéguele: “Señor, yo sé que tú me puedes levantar, y si me levantas voy a seguir sirviéndote, voy a seguir adorando tu nombre. Yo voy a seguirte.” No dude, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar, que el viento arrastra y empuja de un lado para otro. ¿Cómo esperamos un milagro de Dios si somos precisamente como la ola del mar que va y viene? 

Confíe siempre en Dios, sea aquel tipo de persona que si pierde el trabajo, en el nombre del Señor sabe que Dios le va a dar algo mejor. Que si nos enfermamos, en el nombre del Señor saldremos adelante. Que cualquier necesidad que tengamos, confiemos que Dios nos va a ayudar. 

La fe que no se rinde es aquella que no duda, usted crea, crea, crea, confíe, confíe, confíe en el Señor, hermano. Y Dios lo va a sorprender, Dios lo va a sorprender. Si llegamos a decirle a Dios: -Señor, ayuda mi incredulidad, por favor, Señor, ayúdanos. Dios ha hecho cosas grandes entre nosotros, y siempre tenemos ese miedo de dar ese siguiente paso de fe. Dios es bueno, amados, Dios es bueno. 

2- Una fe que no se rinde enfrenta a la oposición en el nombre del Señor. 

Esta fe es como la de David. ¿Se acuerda usted? que le dijo David a ese gigantón (1 Samuel 17:45): Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos. Entonces, esta fe que no se rinde es la que enfrenta cualquier oposición en el nombre del Señor.

En nuestro caminar como hijos de Dios se van a levantar enemigos, se van a levantar personas que nos van a hacer la vida imposible. Tenemos a un Dios que todo lo puede. Yo no sé cuál es su gigante, no sé cuál es; pero lo que si le digo es póngalo en oración y luego me cuenta; usted verá qué es lo que Dios es capaz de hacer. Pero eso sí, no se rinda, porque estoy hablando de la fe que no se rinde. No se ponga a llorar, sino pídale a Dios, clámele al Señor. Nosotros somos sus hijos y a ningún papá le gusta que estén molestando a sus hijos, a ninguno. Así es que, confíe en Dios. 

Ahora no se ponga a pelear, porque si usted se pone de malcriado, entonces Dios no actúa porque dice: “Ah no, ahí hay dos malcriados peleando. Dios no va a actuar.” Dele usted a Dios la oportunidad de hacer la obra donde usted está. Goliat era un gran gigante, las posibilidades de que David ganara eran muy escasas, pero tenemos a un Dios grande. 

3- La fe que no se rinde tiene la mirada en Jesús y solamente en Jesús. 

Hebreos 12: 2 (RV 1960): Puestos los ojos en Jesús. 

La fe que no se rinde entiende que la iglesia es un hospital, eso es lo que somos. Jesús dijo que los sanos no tienen necesidad de médico. Perfecto solo uno, Dios. Mientras estemos en esta carne, difícilmente nos vamos a comportar como personas perfectas, es que no podemos. Uno falla de una manera, otros fallan de otra, pero al final todos la regamos, aún las personas que se consideran más santas pecan.

Un pastor me dijo hace un par de meses: -A mí se me hace que usted comete un error cuando usted le dice a la gente que a usted le gusta la música. Y le dije: Entonces ¿debo mentir? ¿Debo decir que no, que yo odio la música del mundo? Pero si no es cierto, entonces sería un mentiroso y un hipócrita. Si usted me pregunta, ¿cuándo fue la última vez que escuché? Ni me acuerdo siquiera porque no me queda tiempo, no me acuerdo. Entonces esa situación de gente que quiere tiene la expectativa de que la gente debe de caminar de esta manera, debe de caminar esta otra, y lo que crea es frustración, al punto de decir: ¿Y entonces qué hago? Yo no puedo ser perfecto; pero es que no es solamente usted, es que no puede nadie.

La mirada puesta en Jesús. 

Los cristianos también se divorcian, hermano. Las parejas cristianas también pelean. Los hijos de los cristianos también cometen errores, hermano, ¡por amor de Dios! La iglesia es un sanatorio, personas heridas en recuperación, pero con la mirada puesta en Jesús. Mi fe no está basada en el comportamiento ni la conducta de nadie. Todo el mundo es bienvenido en la casa del Señor. 

La fe que no se rinde tiene la mirada puesta en Dios. Mire a la gente, pero para orar por ellos, para levantarlos, para ayudarlos a seguir adelante. La fe que no se rinde no tiene la mirada puesta en la conducta de nadie, tiene la mirada puesta en nuestro Señor. 

4- Una fe que no se rinde es inquebrantable. 

Quiero que leamos esta porción de la escritura, amados, porque siempre me ha tocado. 

Mateo 15: 21-28 (RV 1960): 21 Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. 

¿Quién no va a hacer algo así cuando un hijo está sufriendo? Pero mire usted cuantas pruebas soporta esta mujer: 

  • Primero: Pero Jesús no le respondió palabra. Dígame, ¿ha sentido alguna vez usted que está orando, orando, orando y da la impresión como que Dios lo ignora? 
  • Segundo: Se le acercaron los discípulos diciéndole: Despídela. Imagínese ¡qué asistentes! En lugar de decirle: “Atiéndela, Señor.” No, lo que dijeron fue: despídela, si viene gritando la señora, qué pena, qué vergüenza, dile que se vaya.
  • Tercero: Jesús dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Le quiso decir: eres Fenicia, yo no he venido para ti, yo he venido por los judíos, por los de Israel.
  • Cuarto: “No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.” Ella se había postrado ante Él y le había pedido ayuda, auxilio para resolver su problema. 

En este punto yo regreso a mi casa. Imagínese que le estoy gritando al hombre y ni caso me hace. A mí me habían dicho que Él era amor, que era perdón, y no me ha hecho caso. Después me dijo que no, que yo tenía que ser judía para que me hiciera un milagro. Y luego andaba con un montón de guardaespaldas ahí que le gritaban que me que me echara, que me despidiera. Yo donde está ese hombre no regreso. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso? Y ella dijo: Sí, Señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Por eso digo, una fe que no se rinde es inquebrantable. Entonces respondiendo Jesús dijo: “Oh mujer, grande es tu fe. Hágase contigo como quieres.” Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Le pregunto: ¿Valió la pena, hermanos? Por supuesto que sí, hombre. ¿Valió la pena esa persistencia? Valió la pena esa insistencia, esa constancia, el ser incansable valió la pena. Su hija fue sanada. ¡Bendito Dios! Una fe que no se rinde, no se doblega en ninguna circunstancia, de ninguna manera. Pase lo que pase, digan lo que digan y hagan lo que hagan. Por eso me encanta cuando un hermano de esta iglesia dice: -A mí, si un día me sacan por esta puerta yo me meto por la ventana. Me encanta esa manera de pensar, esa actitud, esa forma de ver la vida. No de personas que parecen niñitos en su manera de pensar. Una mosca les pasa enfrente y dicen: ya no vengo a este lugar. ¡Qué barbaridad! En esta mujer vemos una fe que no se rinde: Una fe inquebrantable.

5- Una fe que no se rinde no recibe la prueba con asombro. 

Es la que no pregunta: Ay, ¿por qué a mí? Al contrario, el creyente dice: “No hombre, si esperándola estaba, esperándola estaba.” 

1 Pedro 1:7 (RV 1960):  7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. ¿Te das cuenta? La fe que no se rinde sabe que las pruebas van y vienen, pero de que llegan, llegan. Es que fíjese que en ocasiones me llama la atención cuando hay mucha paz.

Yo escuché a un pastor, hace varios años, con un sermón que él le puso de título: “El diablo está haciendo pechadas”, esa palabra: pechadas, significa hacer ejercicios. El mensaje de él era: prepárese espiritualmente porque el diablo está haciendo ejercicios para venir contra usted; cuando venga, no se extrañe porque Jesús dijo: En el mundo tendréis aflicción. Si no te cae una cosa, te cae otra, así sucede. Un creyente no se sorprende de las pruebas porque la fe que no se rinde no se queja, sino que le da gracias a Dios y solo le pide fuerzas al Señor. 

La fe que no se rinde no le pide a Dios que le quite las pruebas, porque Dios tiene una manera muy especial cuando uno pide ese tipo de cosas, te pone cuatro más encima. Ponme todas las que tú quieras, pero eso sí, dame las fuerzas para llevarla. La fe que no se rinde, no se queja. Ya deje de quejarse hombre, lo que debe hacer es honrar y glorificar el nombre de Dios. La fe que no se rinde, en medio de la prueba alaba al Señor, le da honra, le da gloria; no se desanime, no deje de luchar. Siga adelante, mi hermano.

Estaba viendo la historia de Nick Vujicic, ¿ustedes han visto a este muchacho que nació sin piernas y sin brazos? Es un conferencista; pero hay que ver como este hombre se tira a la piscina, cómo habla, usted dice: ¡No hombre, qué bárbaro, qué bárbaro! La fe que no se rinde es aquella que cuando llega a la prueba no la recibe con asombro, glorifica a Dios, le da honra al Señor. Cuando llegue la prueba, arrodíllese, hermano, levante sus manos al cielo y diga: “Bendito sea tu nombre, Señor. Bendito sea tu nombre.”

6- Una fe que no se rinde sabe que Dios lo va a ayudar otra vez. 

La fe que no se rinde es aquella que sabe que, así como Dios nos ayudó antes, nos va a ayudar otra vez. 

Salmo 34:19 (RV 1960): Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová. 

Todos pasamos por pruebas muy difíciles, pero no debemos enfocarnos en la prueba sino, exaltar el poder de Dios, el como Dios te saca adelante. Cuando llegas a esa situación en la vida donde crees que de esa no vas a salir, hablo de problemas, cuestiones circunstanciales, cuestiones familiares, cuestiones con los hijos, enfermedades, situaciones de esas difíciles, aun de las complicadísimas y Dios te libera; es una muestra que tenemos que seguir adelante. La fe que no se rinde es aquella que sabe que, así como Dios te libró de una, te va a librar de otra. Así como te sacó de una prueba, te va a sacar de la otra. Nunca nos ha dejado. Los hombres de poca fe les da pánico cuando llegan las tormentas. Los de una fe que no se rinde, seguimos confiando en el Señor.

7- Una fe que no se rinde llega hasta el final. 

2 Timoteo 4: 7 (RV 1960): He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Hermano, no importa que lleguemos golpeados del camino, penqueados de tanta situación y tanta cosa, pero llegamos al final y esa es mi más grande oración para esta iglesia. 

Yo sé que hay personas acá entre nosotros que han estado en esta iglesia por los 36 años que tenemos de existir. ¡Gracias a Dios! Pero hay personas que fueron a buscar otras iglesias pensando que en otras iglesias no había problemas, pero se dieron cuenta que todas las iglesias somos iguales. Algunas saben esconder más las cosas que otras, pero al final del día todas padecemos; de alguna manera Dios sigue en su trono, Dios sigue en su lugar; y nosotros en medio de nuestras imperfecciones, en medio de nuestras pruebas, nuestras luchas, nuestro caminar diario.

Mis queridos y amados hermanos, pidamos la sabiduría del cielo. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe. Esforcémonos por hacer la voluntad de Dios. Esforcémonos por no meternos en problemas. Esforcémonos por caminar derecho como la palabra del Señor nos manda, porque nos hace falta todavía seguir caminando hasta que Jesucristo venga.

La fe que no se rinde es la que puede llegar al final diciendo:

2 Timoteo 4: 7 (RV 1960): He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Romanos 8: 38-39 (RV 1960): 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. ¡Qué lindo!

Esa es la fe inquebrantable. Esa es la fe que no se rinde. Amados míos, que podamos decir eso. A mí nada ni nadie me va a apartar del amor de Dios. Amén.

Inclinen su rostro. Oremos al Señor: Padre, tu palabra dice, 1 Corintios 15: 57 (RV 1960): Mas gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Señor, esta es la fe que queremos: una fe que no duda, una fe inquebrantable, una fe que tiene la mirada puesta en Jesús, una fe que no se asombra cuando llegan las pruebas, una fe fuerte, una fe grande como la de esta mujer que a pesar de los obstáculos permaneció constante, una persistencia que valió la pena. Señor, danos la fuerza, danos la fuerza Señor, ayúdanos a hacer tu voluntad Padre Santo. Y cuando sintamos que vamos a desfallecer, permite que podamos ir a nuestro lugar de oración y pedir las fuerzas que vienen del cielo. Oramos en este momento por aquellos hermanitos lindos, queridos, que están pasando por pruebas, por tribulación, por angustia. Oramos por aquellos que sienten que se hunden en su fe. Por aquellas personas, Señor, que necesitan de un compañero de oración. Clamamos por estas cosas. Pedimos en el nombre poderoso de Jesús que bendigas a estas personas.

Mientras todos oramos, si usted nunca ha recibido a Cristo en el corazón y me dice: “Pastor, yo necesito a Dios en mi vida”, pues entonces yo quiero indicarle de qué manera usted puede abrir su corazón a Jesús y pedirle al Señor que venga su corazón. Haga esta oración conmigo. Diga: Señor Jesús, en este día me arrepiento de mis pecados y te pido perdón. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del Calvario. Te doy gracias por haber puesto tu cuerpo en lugar del mío, por haber derramado tu sangre preciosa para el perdón de mis pecados. Y en este día abro mi corazón y te recibo como el Señor y Salvador de mi vida. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.

Señor, despídenos con tu paz y con tu bendición. Recibimos esta palabra que hemos escuchado en el nombre de Jesús. Amén. Y amén.

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