El Veneno de la Serpiente
Agosto 06, 2023 – 1:30PM | Numeros 21:4-9 | Dr. David Rodríguez
Descargar Texto: Sermón en PDF
TRANSCRIPCIÓN
El mensaje de esta tarde le he llamado: El veneno de la serpiente.
Así es que vamos a buscar el libro de Números, estaremos estudiando la Nueva Versión Internacional (NVI).
Números 21: 4-9 (NVI): 4Los israelitas salieron del monte Hor por la ruta del Mar Rojo, bordeando el territorio de Edom. En el camino se impacientaron 5y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés: ¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida! 6Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron. 7El pueblo se acercó entonces a Moisés, y le dijo: Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Ruégale al Señor que nos quite esas serpientes. Moisés intercedió por el pueblo, 8y el Señor le dijo: Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán. 9Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían. ¡Que Dios bendiga esta palabra!
¿Usted conoce a alguien que haya hablado mal de Dios y le haya ido bien? Imposible.
El pueblo de Israel fue un pueblo necio y rebelde.
Números 14:22 (RV-60): Todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz. El Señor las lleva contadas. Otras versiones dicen: me han tentado muchas veces. Ese era el pueblo.
Fíjate que, muchas de estas características que tenía el pueblo de Israel yo la veo reflejada en muchos de nosotros hoy en día. Vieron la gloria de Dios cuando los sacó de Egipto. Fueron testigos de las diez plagas. Cruzaron el Mar Rojo, en seco. Los alimentó por 40 años. Sus ropas nunca envejecieron. Sus pies nunca se hincharon. Durante el día, para que el sol del desierto no los quemara, les puso una columna de nube; por la noche les dio calefacción con una columna de fuego. A pesar de todo lo que el pueblo había visto, se quejaron. ¿Sabe por qué? Porque Israel fue un pueblo desagradecido, malcriado, rebelde, desobediente y contradictor.
Israel es aquel pueblo que necesita experimentar la desgracia para entender, por un tiempo. ¿Usted conoce personas así? Hay personas que tienen que darse contra la pared para entender, aun cuando usted le está diciendo: ¡Cuidado con la pared! Y, ¿sabe qué es lo peor? Que a la vuelta de un tiempo vuelven a lo mismo, lastimosamente, así era el pueblo de Israel.
La situación de esta tarde es bien importante, a tal grado que el apóstol Pablo se refirió a este incidente en la carta a la iglesia d Corintios.
1Corintios 10:9-10 (NVI): Tampoco pongamos a prueba al Señor, como lo hicieron algunos y murieron víctimas de las serpientes. Ni murmuren contra Dios, como lo hicieron algunos y sucumbieron a manos del ángel destructor. Pablo hablando acerca de este incidente que estudiamos hoy.
Dice la escritura que el pueblo se desanimó, cuando alguien se desanima lo que abunda es la queja, la murmuración.
Números 21: 5 (NVI): 5Y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés: ¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!
Es decir, estaban hartos que hablaron mal contra Dios. Hay personas que nunca se les puede tener contentos hermanos. Dios los había sacado de Egipto, pero hay personas que es difícil de complacer, cuando no es una cosa es otra, y si no es otra cosa; el tema es que en este caso lo hicieron en contra de Dios. Y como lo hicieron en contra de Dios, Dios se enojó. Porque tentaron a Dios, enojaron a Dios. ¿Y cuál fue el castigo?
Números 21: 6 (NVI): 6Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron.
¿Puede imaginarse esto? Debió haber sido una cosa terriblemente horrible, a mí las serpientes no me gustan para nada. Las detesto, las odio, no quiero estar cerca ni de una lombriz.
En esta oportunidad, Dios mandó serpientes venenosas al pueblo. ¿Por qué mandó serpientes? Porque el pueblo fue desagradecido, porque Dios lo sacó de Egipto con mano poderosa, porque Dios hizo milagros y aun así la insatisfacción de muchas personas los llevó a hablar mal de Dios. “Esta es la vida que me has dado, para eso me trajiste a este lugar, me hubieras dejado en Egipto”. El problema es, que muchas personas tienen la memoria corta, porque cuando estaban en Egipto lloraban, clamaban que alguien los libertara. Entonces Dios los saca de Egipto con mano poderosa, con todas las fuerzas de Dios, y están camino para para la tierra prometida, entonces lo que hacen ahora es quejarse. Dios le mandó castigo al pueblo, le mandó serpientes. Ese fue un juicio, un castigo de parte de Dios. Dice la escritura que mordió a muchos, y que muchos murieron en ese entonces.
¡Alabado sea Dios porque estamos en el tiempo de la gracia! Si Dios mandara serpientes para personas que se quejan contra Dios y contra los pastores, que no somos perfectos, ¿cuántas culebras habría en este momento aquí en El Redentor? ¿Dígame usted? ¡Bendito sea Dios por la gracia! ¡Bendito Dios por la muerte de Cristo en la cruz del calvario! Porque, ¿qué sería de nosotros si Dios nos mandara castigo cada vez que nos quejamos? ¿Qué haría Dios con nosotros si no estuviéramos en el tiempo de la gracia? ¡Imagínate, ante nuestras quejas! El que está casado, quiere estar soltero. Los pobres que están solteros (que no saben lo que quieren), quieren estar casados. ¿Quién nos entiende amados míos?
Números 21: 7 (NVI): 7El pueblo se acercó entonces a Moisés, y le dijo: Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Ruégale al Señor que nos quite esas serpientes. Moisés intercedió por el pueblo.
El domingo pasado el sermón era sobre el Salmos 136, que nos habla de la misericordia, “Porque para siempre su misericordia”. El pueblo se acercó entonces a Moisés. Fíjese si hay personas hipócritas, primero están criticando a Moisés y ahora se acercaron a pedirle un favor. Moisés que tenía buen corazón, intercedió inmediatamente por su pueblo, porque si hubiera tenido un mal corazón, les hubiera dicho: “mañana, porque hay algunos más que tienen que ser mordidos por las serpientes”.
Este versículo nos muestra que el pueblo se arrepintió. Pero claro, no es lo mismo arrepentirse de una manera voluntaria, que arrepentirte porque te andan siguiendo cuatro serpientes, y son venenosas. Sin embargo, la misericordia del Señor siempre excede nuestro razonamiento.
Números 21: 8-9 (NVI): 8Y el Señor le dijo: Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán. 9Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Y los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían. ¡Qué cosa más interesante esto hermano! Los que eran mordidos ¿qué es lo que tenían que hacer? Mirar la serpiente de bronce. Quiero destacar varios aspectos.
La serpiente pudo estar en cualquier lugar, pero Dios quiso que estuviera en la cima, arriba, de un asta. Aquel que fuera mordido, tenía que levantar la mirada si quería vivir.
Mientras estudiaba el pasaje, me llama la atención otra cosa y es que Dios no quitó las serpientes, ellas se quedaron ahí, ¿sabe por qué hermanos? Porque hay personas que necesitamos un aguijón, como el aguijón que tenía Pablo, para mantenernos controlados. Lo ideal hubiese sido que Dios quitara las serpientes venenosas, pero si Dios las hubiera quitado, a la vuelta de tres o cuatro días el pueblo se hubiese vuelto a quejar. Porque eso es parte de la naturaleza de muchas personas. Dios dejó la serpiente y ahora ¿quién se quería quejar si sabían que las serpientes venenosas estaban allí?
Una pregunta importante: ¿quién sanaba al pueblo, verdaderamente era la serpiente? Por supuesto que no, el milagro lo hace Dios, porque solo Dios hace milagros. Pero fíjese, este pueblo de Israel que bobo fue. Vamos a 2 Reyes.
2 Reyes 18: 3- (NVI): 3Ezequías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el ejemplo de su antepasado David. 4Quitó los altares paganos, destrozó las piedras sagradas y quebró las imágenes de la diosa Aserá. Además destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso, y la llamaban Nejustán. ¿Qué quiere decir eso? Que los israelitas comenzaron a adorar la serpiente pensando que, la que había hecho los milagros era la serpiente. ¿Se da cuenta hasta dónde llega la ignorancia muchas veces? El pueblo en lugar de adorar a Dios, adoraron a la imagen la serpiente; cuando la Biblia dice (Éxodo 20:4-5): No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso.
Mire hermano, yo vengo de una generación extremadamente católica. Mi abuela fue católica de las que llaman beatas. Ella creía que San Martín de Porres hacía milagros. Los católicos creen que San Juan Tadeo, es el santo que, hace los milagros más difíciles que hay en la vida. ¿Sabe usted que en Guatemala algunas personas creen que San Simón, es el santo Maya fumador y bebedor que, saca a la gente de la cárcel? La gente lo cree. Mis queridos y amados hermanos: ¡Solo Dios hace milagros!
Ojalá que usted tenga un corazón dócil, en este momento, y una mente abierta, porque con todo respeto le digo: La virgen María no hace milagros. “Los milagros los hace Dios y solamente Dios”. Si usted cree que alguna estampita, de esas que pueda tener guardad por ahí o el santito es el que, hace milagros, con todo respeto le digo: usted está equivocado. La Biblia enseña que solamente Dios obra milagros. Dios puede utilizar personas, Dios puede utilizar circunstancias, Dios puede utilizar situaciones, pero el milagro lo hace Dios. Dios puede utilizar a un médico en una operación muy difícil, donde le han dicho que el noventa por ciento de probabilidades es que no salga bien y resulta un milagro. Solo Dios hace milagros, nadie más.
Al estudiar esta porción de la escritura, de las serpientes venenosas que fueron enviadas al pueblo de Israel, nos damos cuenta que el apóstol Pablo lo menciona, pero quiero mostrarles que relevancia tiene este pasaje.
Si yo le pregunto a usted: ¿Cuál es el versículo de la Biblia más conocido en el mundo? Usted diría Juan 3:16. Este pasaje es cuando Jesús está hablando con un fariseo llamado Nicodemo. Vayamos unos versículos antes, en este mismo capítulo.
Juan 3:14 (NVI): Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre. ¿Qué está haciendo Jesús en este versículo? Comparándose con la serpiente que fue levantada en el desierto.
Mire la conexión que tiene el pasaje que hemos leído en esta tarde. A tal grado que en ese capítulo tres del evangelio de Juan, Jesús le está diciendo a Nicodemo: -Es que mira Nicodemo, ¿cómo es posible que tú siendo maestro de Israel no sepas estas cosas? Pues déjame decirte algo, ¿te acuerdas tú cuando Moisés levantó la serpiente en el desierto? *Sí claro, yo lo he leído. –Pues, así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, el Hijo del hombre (Jesús) tiene que ser levantado también. ¿Dónde? En la cruz del calvario. Es decir: la serpiente fue levantada en el desierto y Jesús fue levantado en la cruz del calvario.
El veneno de la serpiente es un tipo de pecado. Mirar a la serpiente de bronce era para sanar la mordida de la serpiente venenosa. Mirar a Jesús en la cruz del calvario es para salvación y vida eterna. Así como la serpiente fue levantada por Moisés y proveía sanidad física y vida, Jesucristo produce sanidad espiritual y vida eterna. Amado mío, El veneno de la serpiente es: el pecado que llevamos dentro.
Todos sabemos que Satanás, el diablo, como serpiente fue quien indujo a Eva y a Adán en el huerto del Edén; y que por un hombre entró el pecado a todo el mundo. Ese pecado pasó a todos los hombres, y esa es la razón por la cual todos morimos, por el pecado del huerto del Edén. En el tiempo de Moisés, cuando una serpiente venenosa mordía a alguien, había que mirar la serpiente en alto. Y si El veneno de la serpiente es el pecado que llevamos dentro cada uno de nosotros; ¿qué tenemos que hacer para combatir ese pecado? Volver la mirada a Cristo Jesús. Esa es la relación que existe entre, la serpiente levantada en el pueblo de Israel y Jesucristo levantado en la cruz del calvario.
Juan 3:17 (NVI): Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
¿Sabe usted hermano que este pasaje que hemos leído de la serpiente venenosa es una profecía del método que Dios utilizaría para tratar el pecado y sus consecuencias? Es lo mismo, la serpiente salvó al pueblo de Israel y Jesucristo salva al pecador.
Eso es la serpiente: un símbolo profético, una ilustración profética, de lo que pasaría con Jesucristo. La serpiente era símbolo de muerte, había que volver la mirada al símbolo de muerte para tener vida. De igual manera, es necesario poner nuestra mirada en la muerte de Jesucristo en la cruz, para tener vida eterna.
Ahora hay una pregunta que es válida, es bien importante, hacer y quiero que le preste atención: ¿Es suficiente poner la mirada en Jesús? ¿Sólo creer es suficiente? No mi hermano, porque también los demonios creen, no se trata solamente de creer. El pueblo de Israel, allá en el desierto, no solamente creyó; se arrepintió de su pecado, ¿se acuerda?
Vuelva su mirada a Jesús, cualquiera que sea la situación en la que usted se encuentre en la vida, vuelva su mirada a Jesús. Yo no sé qué tipo de problema usted esté pasando, pero una cosa sí le puedo garantizar: si usted pone la mirada en Jesucristo, las cosas van a cambiar en su vida. No la ponga en su marido, no la ponga en su mujer, no la ponga en sus hijos, no la ponga en las circunstancias, no ponga la mirada en su jefe, no ponga la mirada en su trabajo, no ponga la mirada en ninguna otra cosa que no sea Jesús.
Cuando la gente de Israel estaba muriendo, pusieron la mirada en la serpiente, volvieron la mirada hacia arriba como les había dicho Moisés. Ahora, cualquiera que sea la situación por la que esté pasando usted ponga su mirada en Jesucristo, hermano. Lo maravilloso de poner la mirada en el Señor Jesucristo es: que Dios va a dar paz a tu corazón.
El pueblo de Israel se desanimó, se impacientó, ¿sabe por qué se impacientó? Porque las cosas no salieron como ellos querían, tuvieron que dar una gran vuelta para poder llegar al mismo lugar. Cuando uno tiene a Cristo en el corazón, cuando uno tiene a Dios en el corazón, hay paz en el corazón. Cuando usted pone la mirada en Jesucristo hay paz en su corazón y no importa lo que suceda. Si usted está bien con Dios, se puede caer este mundo hermano. Si usted está bien con el Señor, si está en paz con Dios, si su mirada está puesta en Jesucristo; no importa lo que suceda.
Cuando mi esposa y yo salimos de El Salvador, 30 de octubre de 1988, fuimos a Los Ángeles y estuvimos unos días allí (donde recogeríamos una carta que la iglesia de Canadá nos enviaría). La iglesia de acá, de Canadá, estaba ansiosa porque viniéramos, ellos llevaban tiempo esperando, y ellos nos dicen: “si tienen visa americana, vayan para Los Ángeles, California y desde allí piden visa para entrar a Canadá, usando una carta que les enviemos”. Eso fue hace 30 años hermanos, era mucho más fácil que ahora. Nos estuvieron despidiendo como cuatro meses en El Salvador. Al llegar a Los Ángeles, el oficial nos dice: – ¿Ustedes para dónde van? *Para Canadá, le respondimos. -Muéstrenme las visas. *No tenemos, dijimos. Y nos dice el oficial: – ¿Cómo es que van para Canadá y no tienen visa? Yo le dije: *Es que nos van a mandar una carta aquí a los Ángeles, para solicitarla. Me dijo: -¿De verdad? Al cuartito. Había varias personas más, y comenzó a salir una por una del cuartito. Hasta que solo nos quedamos nosotros. Llega un oficial y nos dice estas palabras: -En el vuelo de la noche se van de regreso para su país. Se puede usted imaginar, dijimos: “cuatro meses de despedida, nos va a tomar cuatro meses de bienvenida de regreso”. ¡Qué cosa más triste! Pero ahí, en ese lugar, nos pusimos a orar y dijimos: Señor tú nos has traído aquí, y nosotros te hemos creído a ti. Que sea tu voluntad, lo que tú quieras. Si vamos a estar acá que sea para predicar tu palabra. Para mí no es el lugar donde esté, sino el obedecer a Dios. Oramos, nos levantamos y al rato llegó un oficial y dijo: *Bueno explíqueme, ¿cómo está eso que ustedes van para Canadá? Entonces le explicamos, le mostré las cartas que yo tenía, que me había dado el pastor general allá en El Salvador. Las cartas que nos habíamos enviado con Canadá. Y el hombre, el oficial nos dijo: -bueno pues, pasen. Y nos volvió el corazón al cuerpo. Entramos a Los Ángeles, y bueno no crea que llegar aquí las cosas fueron fáciles o sencillas no, fueron complicadas hermano. Logramos conseguir la visa de turista para entrar en Canadá. Entramos aquí a Canadá y nos decía el pastor: “No se preocupen que todo va a ser fácil acá”. No fue fácil, no. Ya había nacido David, me acuerdo, hubo un oficial de migración que nos dijo: -Ustedes tienen una ventaja, que cuando su hijo cumpla 18 años pueden regresar a Canadá”. Así como lo oye, con sarcasmo. Pero nuestra confianza estaba puesta en el Señor, no en nuestro propio esfuerzo.
Cuando uno obedece a Dios y está en el lugar donde Dios quiere que uno esté, ahí no pasa nada hermano. ¿Contra quién va a luchar? Se podrá levantar una tempestad, si a usted Dios lo mandó, Dios lo va a cuidar pase lo que pase. Estar en paz con Dios y volver la mirada hacia el Señor.
Por eso cuando escogieron a Josué, que le quedaron muy grandes los zapatos de Moisés, él dijo: “Señor, yo sigo con este pueblo con una condición; que tú estés conmigo como estuviste como Moisés”. Usted que ha venido a Canadá no ponga la mirada en el éxito, porque Dios da el éxito. No ponga la mirada en el trabajo, ¿sabe por qué razón? Cuando menos piense usted le dan una patada en el trasero y lo echan. Cuando ya no lo necesiten lo van a echar. No pongas la mirada en el dinero siquiera mi hermano, porque el dinero te lo va a dar Dios como un medio para salir adelante. Ponga la mirada en el Señor.
No existe un problema sobre la tierra que Dios no pueda resolver, que Dios no te pueda ayudar, no existe; y sabemos de milagros hermanos. Hemos escuchado testimonios de personas que han metido a la cárcel y dentro de la cárcel han hecho tratos con Dios. Estaba leyendo de un hombre que se puso a cuentas con el Señor Jesucristo, conoció al Señor y se puso a escribir de todo lo que le decían. Comenzó a escribir, y escribir, y escribir, y logró ganar un premio. Dice que le habían dado cadena perpetua, y a los veintiún años de sentencia, lo sacaron de la cárcel; es decir que para Dios no hay nada imposible. Entiéndalo, no hay nada imposible. Pero, ¿dónde tiene usted puesta su mirada? Póngala en Jesús. Dios está ahí para ayudarte, cualquiera que sea tu dificultad y, de manera milagrosa; además ofrece vida eterna.
Cuando yo le digo: “Ponga la mirada en el Señor”, estoy hablando también de ser agradecido. Estoy hablando de que debe ponerse a cuentas con Él en la casa de Dios. Mire, la palabra clave es: “Encuéntrele gusto al evangelio”.
Yo no digo que no vaya a un estadio porque es pecado, no es cierto. Está bien ir al estadio y disfrutar de un buen partido. Se trata que logre disfrutar más un culto que un partido de fútbol. Porque en un culto usted va a refrescarse espiritualmente, va a nutrir su fe, va a cobrar ánimo, va a salir contento, alegre, gozoso, de la casa del Señor. Eso es lo que buscamos en el nombre de Jesús, dándole siempre a Él: la honra y la gloria, exaltándolo a Él; porque es el único que hace milagros. No aparte su mirada de Él, no importa la circunstancia que atraviese.
Así como la serpiente de bronce era el único medio que tenía el pueblo de Israel para salvarse, Jesucristo es el único medio como este mundo se puede salvar. No hay otra forma, no hay otro método.
Este mundo le tiene pánico a la verdad y a lo absoluto. Hoy en día no se puede hablar de la verdad y del absoluto, porque la gente reclama y dice un montón de cosas; pero para nosotros los cristianos evangélicos, la verdad es una sola y es Cristo. Y lo absoluto es uno solo: fuera de Dios no hay Dios, me refiero a Jehová Dios. Jesucristo dijo: “Yo soy la verdad y la vida”.
Fuera de Él no hay nada, fuera de Jehová no hay Dios. No se trata de excluir a otras religiones, ni a líderes religiosos; lo que pasa es que: solo uno fue el que murió y resucitó de entre los muertos, y está sentado a la diestra de Dios Padre, y ese es: Cristo Jesús, nadie más. Ni Mahoma, ni ningún filósofo, todos ellos se murieron, ¡Cristo está vivo, está vivo y permanece para siempre!
Mi querido hermano ponga su mirada en Jesús.
Oremos: Padre te damos gracias por tu palabra en esta hora. Así como en el desierto Señor, era necesario que se levantara esa serpiente, también fue necesario que Cristo fuera levantado en esa cruz. La serpiente representaba muerte y la cruz también, pero en esa muerte estaba la vida y en Cristo está la vida. Tu palabra nos enseña que hay un solo camino entre Dios y los hombres, y ese es: Jesucristo hombre. Señor vivimos en un mundo de muchas distracciones, vivimos en un mundo donde podemos poner la mirada en muchos factores y en muchas cosas, pero hemos entendido en esta tarde que: la mirada tiene que estar puesta en Jesús. El milagro está en Jesús, la paz, la tranquilidad, la salvación, el perdón de los pecados, la justificación, todo está en Jesús. ¡Gracias Señor! Te alabamos, te bendecimos, honramos tu nombre y te damos gloria. Padre te damos gloria al declarar, como iglesia, que fuera de ti no hay nada.
Mientras todos oramos, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón y dice: “Pastor yo necesito a Dios, yo necesito a Dios en mi vida. Yo quiero comenzar una nueva vida en este país. Quiero comenzar honrando al Señor y haciendo su voluntad.” Si usted nunca antes ha recibido a Cristo, a través de una oración de fe usted puede invitar a Jesús a su corazón, diciéndole: Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento Señor de todas mis ofensas. Vuelvo mi mirada a la cruz y te doy gracias por lo que hiciste en ella, al poner tu cuerpo y derramar tu sangre preciosa para el perdón de mis pecados. Si usted hizo esta oración queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios, su santa y bendita palabra. En el nombre de Jesús amén.
Amados míos, ¡Que Dios me los bendiga! ¡Que la paz de Cristo les acompañe!
El Veneno de la Serpiente
Agosto 06, 2023 – 1:30PM | Numeros 21:4-9 | Dr. David Rodríguez
Etiquetas: agosto 2023, numeros, pastor david rodriguez, transcripcion
Descargar Texto: Sermón en PDF
TRANSCRIPCIÓN
El mensaje de esta tarde le he llamado: El veneno de la serpiente.
Así es que vamos a buscar el libro de Números, estaremos estudiando la Nueva Versión Internacional (NVI).
Números 21: 4-9 (NVI): 4Los israelitas salieron del monte Hor por la ruta del Mar Rojo, bordeando el territorio de Edom. En el camino se impacientaron 5y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés: ¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida! 6Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron. 7El pueblo se acercó entonces a Moisés, y le dijo: Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Ruégale al Señor que nos quite esas serpientes. Moisés intercedió por el pueblo, 8y el Señor le dijo: Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán. 9Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían. ¡Que Dios bendiga esta palabra!
¿Usted conoce a alguien que haya hablado mal de Dios y le haya ido bien? Imposible.
El pueblo de Israel fue un pueblo necio y rebelde.
Números 14:22 (RV-60): Todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz. El Señor las lleva contadas. Otras versiones dicen: me han tentado muchas veces. Ese era el pueblo.
Fíjate que, muchas de estas características que tenía el pueblo de Israel yo la veo reflejada en muchos de nosotros hoy en día. Vieron la gloria de Dios cuando los sacó de Egipto. Fueron testigos de las diez plagas. Cruzaron el Mar Rojo, en seco. Los alimentó por 40 años. Sus ropas nunca envejecieron. Sus pies nunca se hincharon. Durante el día, para que el sol del desierto no los quemara, les puso una columna de nube; por la noche les dio calefacción con una columna de fuego. A pesar de todo lo que el pueblo había visto, se quejaron. ¿Sabe por qué? Porque Israel fue un pueblo desagradecido, malcriado, rebelde, desobediente y contradictor.
Israel es aquel pueblo que necesita experimentar la desgracia para entender, por un tiempo. ¿Usted conoce personas así? Hay personas que tienen que darse contra la pared para entender, aun cuando usted le está diciendo: ¡Cuidado con la pared! Y, ¿sabe qué es lo peor? Que a la vuelta de un tiempo vuelven a lo mismo, lastimosamente, así era el pueblo de Israel.
La situación de esta tarde es bien importante, a tal grado que el apóstol Pablo se refirió a este incidente en la carta a la iglesia d Corintios.
1Corintios 10:9-10 (NVI): Tampoco pongamos a prueba al Señor, como lo hicieron algunos y murieron víctimas de las serpientes. Ni murmuren contra Dios, como lo hicieron algunos y sucumbieron a manos del ángel destructor. Pablo hablando acerca de este incidente que estudiamos hoy.
Dice la escritura que el pueblo se desanimó, cuando alguien se desanima lo que abunda es la queja, la murmuración.
Números 21: 5 (NVI): 5Y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés: ¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!
Es decir, estaban hartos que hablaron mal contra Dios. Hay personas que nunca se les puede tener contentos hermanos. Dios los había sacado de Egipto, pero hay personas que es difícil de complacer, cuando no es una cosa es otra, y si no es otra cosa; el tema es que en este caso lo hicieron en contra de Dios. Y como lo hicieron en contra de Dios, Dios se enojó. Porque tentaron a Dios, enojaron a Dios. ¿Y cuál fue el castigo?
Números 21: 6 (NVI): 6Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron.
¿Puede imaginarse esto? Debió haber sido una cosa terriblemente horrible, a mí las serpientes no me gustan para nada. Las detesto, las odio, no quiero estar cerca ni de una lombriz.
En esta oportunidad, Dios mandó serpientes venenosas al pueblo. ¿Por qué mandó serpientes? Porque el pueblo fue desagradecido, porque Dios lo sacó de Egipto con mano poderosa, porque Dios hizo milagros y aun así la insatisfacción de muchas personas los llevó a hablar mal de Dios. “Esta es la vida que me has dado, para eso me trajiste a este lugar, me hubieras dejado en Egipto”. El problema es, que muchas personas tienen la memoria corta, porque cuando estaban en Egipto lloraban, clamaban que alguien los libertara. Entonces Dios los saca de Egipto con mano poderosa, con todas las fuerzas de Dios, y están camino para para la tierra prometida, entonces lo que hacen ahora es quejarse. Dios le mandó castigo al pueblo, le mandó serpientes. Ese fue un juicio, un castigo de parte de Dios. Dice la escritura que mordió a muchos, y que muchos murieron en ese entonces.
¡Alabado sea Dios porque estamos en el tiempo de la gracia! Si Dios mandara serpientes para personas que se quejan contra Dios y contra los pastores, que no somos perfectos, ¿cuántas culebras habría en este momento aquí en El Redentor? ¿Dígame usted? ¡Bendito sea Dios por la gracia! ¡Bendito Dios por la muerte de Cristo en la cruz del calvario! Porque, ¿qué sería de nosotros si Dios nos mandara castigo cada vez que nos quejamos? ¿Qué haría Dios con nosotros si no estuviéramos en el tiempo de la gracia? ¡Imagínate, ante nuestras quejas! El que está casado, quiere estar soltero. Los pobres que están solteros (que no saben lo que quieren), quieren estar casados. ¿Quién nos entiende amados míos?
Números 21: 7 (NVI): 7El pueblo se acercó entonces a Moisés, y le dijo: Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Ruégale al Señor que nos quite esas serpientes. Moisés intercedió por el pueblo.
El domingo pasado el sermón era sobre el Salmos 136, que nos habla de la misericordia, “Porque para siempre su misericordia”. El pueblo se acercó entonces a Moisés. Fíjese si hay personas hipócritas, primero están criticando a Moisés y ahora se acercaron a pedirle un favor. Moisés que tenía buen corazón, intercedió inmediatamente por su pueblo, porque si hubiera tenido un mal corazón, les hubiera dicho: “mañana, porque hay algunos más que tienen que ser mordidos por las serpientes”.
Este versículo nos muestra que el pueblo se arrepintió. Pero claro, no es lo mismo arrepentirse de una manera voluntaria, que arrepentirte porque te andan siguiendo cuatro serpientes, y son venenosas. Sin embargo, la misericordia del Señor siempre excede nuestro razonamiento.
Números 21: 8-9 (NVI): 8Y el Señor le dijo: Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán. 9Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Y los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían. ¡Qué cosa más interesante esto hermano! Los que eran mordidos ¿qué es lo que tenían que hacer? Mirar la serpiente de bronce. Quiero destacar varios aspectos.
La serpiente pudo estar en cualquier lugar, pero Dios quiso que estuviera en la cima, arriba, de un asta. Aquel que fuera mordido, tenía que levantar la mirada si quería vivir.
Mientras estudiaba el pasaje, me llama la atención otra cosa y es que Dios no quitó las serpientes, ellas se quedaron ahí, ¿sabe por qué hermanos? Porque hay personas que necesitamos un aguijón, como el aguijón que tenía Pablo, para mantenernos controlados. Lo ideal hubiese sido que Dios quitara las serpientes venenosas, pero si Dios las hubiera quitado, a la vuelta de tres o cuatro días el pueblo se hubiese vuelto a quejar. Porque eso es parte de la naturaleza de muchas personas. Dios dejó la serpiente y ahora ¿quién se quería quejar si sabían que las serpientes venenosas estaban allí?
Una pregunta importante: ¿quién sanaba al pueblo, verdaderamente era la serpiente? Por supuesto que no, el milagro lo hace Dios, porque solo Dios hace milagros. Pero fíjese, este pueblo de Israel que bobo fue. Vamos a 2 Reyes.
2 Reyes 18: 3- (NVI): 3Ezequías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el ejemplo de su antepasado David. 4Quitó los altares paganos, destrozó las piedras sagradas y quebró las imágenes de la diosa Aserá. Además destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso, y la llamaban Nejustán. ¿Qué quiere decir eso? Que los israelitas comenzaron a adorar la serpiente pensando que, la que había hecho los milagros era la serpiente. ¿Se da cuenta hasta dónde llega la ignorancia muchas veces? El pueblo en lugar de adorar a Dios, adoraron a la imagen la serpiente; cuando la Biblia dice (Éxodo 20:4-5): No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso.
Mire hermano, yo vengo de una generación extremadamente católica. Mi abuela fue católica de las que llaman beatas. Ella creía que San Martín de Porres hacía milagros. Los católicos creen que San Juan Tadeo, es el santo que, hace los milagros más difíciles que hay en la vida. ¿Sabe usted que en Guatemala algunas personas creen que San Simón, es el santo Maya fumador y bebedor que, saca a la gente de la cárcel? La gente lo cree. Mis queridos y amados hermanos: ¡Solo Dios hace milagros!
Ojalá que usted tenga un corazón dócil, en este momento, y una mente abierta, porque con todo respeto le digo: La virgen María no hace milagros. “Los milagros los hace Dios y solamente Dios”. Si usted cree que alguna estampita, de esas que pueda tener guardad por ahí o el santito es el que, hace milagros, con todo respeto le digo: usted está equivocado. La Biblia enseña que solamente Dios obra milagros. Dios puede utilizar personas, Dios puede utilizar circunstancias, Dios puede utilizar situaciones, pero el milagro lo hace Dios. Dios puede utilizar a un médico en una operación muy difícil, donde le han dicho que el noventa por ciento de probabilidades es que no salga bien y resulta un milagro. Solo Dios hace milagros, nadie más.
Al estudiar esta porción de la escritura, de las serpientes venenosas que fueron enviadas al pueblo de Israel, nos damos cuenta que el apóstol Pablo lo menciona, pero quiero mostrarles que relevancia tiene este pasaje.
Si yo le pregunto a usted: ¿Cuál es el versículo de la Biblia más conocido en el mundo? Usted diría Juan 3:16. Este pasaje es cuando Jesús está hablando con un fariseo llamado Nicodemo. Vayamos unos versículos antes, en este mismo capítulo.
Juan 3:14 (NVI): Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre. ¿Qué está haciendo Jesús en este versículo? Comparándose con la serpiente que fue levantada en el desierto.
Mire la conexión que tiene el pasaje que hemos leído en esta tarde. A tal grado que en ese capítulo tres del evangelio de Juan, Jesús le está diciendo a Nicodemo: -Es que mira Nicodemo, ¿cómo es posible que tú siendo maestro de Israel no sepas estas cosas? Pues déjame decirte algo, ¿te acuerdas tú cuando Moisés levantó la serpiente en el desierto? *Sí claro, yo lo he leído. –Pues, así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, el Hijo del hombre (Jesús) tiene que ser levantado también. ¿Dónde? En la cruz del calvario. Es decir: la serpiente fue levantada en el desierto y Jesús fue levantado en la cruz del calvario.
El veneno de la serpiente es un tipo de pecado. Mirar a la serpiente de bronce era para sanar la mordida de la serpiente venenosa. Mirar a Jesús en la cruz del calvario es para salvación y vida eterna. Así como la serpiente fue levantada por Moisés y proveía sanidad física y vida, Jesucristo produce sanidad espiritual y vida eterna. Amado mío, El veneno de la serpiente es: el pecado que llevamos dentro.
Todos sabemos que Satanás, el diablo, como serpiente fue quien indujo a Eva y a Adán en el huerto del Edén; y que por un hombre entró el pecado a todo el mundo. Ese pecado pasó a todos los hombres, y esa es la razón por la cual todos morimos, por el pecado del huerto del Edén. En el tiempo de Moisés, cuando una serpiente venenosa mordía a alguien, había que mirar la serpiente en alto. Y si El veneno de la serpiente es el pecado que llevamos dentro cada uno de nosotros; ¿qué tenemos que hacer para combatir ese pecado? Volver la mirada a Cristo Jesús. Esa es la relación que existe entre, la serpiente levantada en el pueblo de Israel y Jesucristo levantado en la cruz del calvario.
Juan 3:17 (NVI): Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
¿Sabe usted hermano que este pasaje que hemos leído de la serpiente venenosa es una profecía del método que Dios utilizaría para tratar el pecado y sus consecuencias? Es lo mismo, la serpiente salvó al pueblo de Israel y Jesucristo salva al pecador.
Eso es la serpiente: un símbolo profético, una ilustración profética, de lo que pasaría con Jesucristo. La serpiente era símbolo de muerte, había que volver la mirada al símbolo de muerte para tener vida. De igual manera, es necesario poner nuestra mirada en la muerte de Jesucristo en la cruz, para tener vida eterna.
Ahora hay una pregunta que es válida, es bien importante, hacer y quiero que le preste atención: ¿Es suficiente poner la mirada en Jesús? ¿Sólo creer es suficiente? No mi hermano, porque también los demonios creen, no se trata solamente de creer. El pueblo de Israel, allá en el desierto, no solamente creyó; se arrepintió de su pecado, ¿se acuerda?
Vuelva su mirada a Jesús, cualquiera que sea la situación en la que usted se encuentre en la vida, vuelva su mirada a Jesús. Yo no sé qué tipo de problema usted esté pasando, pero una cosa sí le puedo garantizar: si usted pone la mirada en Jesucristo, las cosas van a cambiar en su vida. No la ponga en su marido, no la ponga en su mujer, no la ponga en sus hijos, no la ponga en las circunstancias, no ponga la mirada en su jefe, no ponga la mirada en su trabajo, no ponga la mirada en ninguna otra cosa que no sea Jesús.
Cuando la gente de Israel estaba muriendo, pusieron la mirada en la serpiente, volvieron la mirada hacia arriba como les había dicho Moisés. Ahora, cualquiera que sea la situación por la que esté pasando usted ponga su mirada en Jesucristo, hermano. Lo maravilloso de poner la mirada en el Señor Jesucristo es: que Dios va a dar paz a tu corazón.
El pueblo de Israel se desanimó, se impacientó, ¿sabe por qué se impacientó? Porque las cosas no salieron como ellos querían, tuvieron que dar una gran vuelta para poder llegar al mismo lugar. Cuando uno tiene a Cristo en el corazón, cuando uno tiene a Dios en el corazón, hay paz en el corazón. Cuando usted pone la mirada en Jesucristo hay paz en su corazón y no importa lo que suceda. Si usted está bien con Dios, se puede caer este mundo hermano. Si usted está bien con el Señor, si está en paz con Dios, si su mirada está puesta en Jesucristo; no importa lo que suceda.
Cuando mi esposa y yo salimos de El Salvador, 30 de octubre de 1988, fuimos a Los Ángeles y estuvimos unos días allí (donde recogeríamos una carta que la iglesia de Canadá nos enviaría). La iglesia de acá, de Canadá, estaba ansiosa porque viniéramos, ellos llevaban tiempo esperando, y ellos nos dicen: “si tienen visa americana, vayan para Los Ángeles, California y desde allí piden visa para entrar a Canadá, usando una carta que les enviemos”. Eso fue hace 30 años hermanos, era mucho más fácil que ahora. Nos estuvieron despidiendo como cuatro meses en El Salvador. Al llegar a Los Ángeles, el oficial nos dice: – ¿Ustedes para dónde van? *Para Canadá, le respondimos. -Muéstrenme las visas. *No tenemos, dijimos. Y nos dice el oficial: – ¿Cómo es que van para Canadá y no tienen visa? Yo le dije: *Es que nos van a mandar una carta aquí a los Ángeles, para solicitarla. Me dijo: -¿De verdad? Al cuartito. Había varias personas más, y comenzó a salir una por una del cuartito. Hasta que solo nos quedamos nosotros. Llega un oficial y nos dice estas palabras: -En el vuelo de la noche se van de regreso para su país. Se puede usted imaginar, dijimos: “cuatro meses de despedida, nos va a tomar cuatro meses de bienvenida de regreso”. ¡Qué cosa más triste! Pero ahí, en ese lugar, nos pusimos a orar y dijimos: Señor tú nos has traído aquí, y nosotros te hemos creído a ti. Que sea tu voluntad, lo que tú quieras. Si vamos a estar acá que sea para predicar tu palabra. Para mí no es el lugar donde esté, sino el obedecer a Dios. Oramos, nos levantamos y al rato llegó un oficial y dijo: *Bueno explíqueme, ¿cómo está eso que ustedes van para Canadá? Entonces le explicamos, le mostré las cartas que yo tenía, que me había dado el pastor general allá en El Salvador. Las cartas que nos habíamos enviado con Canadá. Y el hombre, el oficial nos dijo: -bueno pues, pasen. Y nos volvió el corazón al cuerpo. Entramos a Los Ángeles, y bueno no crea que llegar aquí las cosas fueron fáciles o sencillas no, fueron complicadas hermano. Logramos conseguir la visa de turista para entrar en Canadá. Entramos aquí a Canadá y nos decía el pastor: “No se preocupen que todo va a ser fácil acá”. No fue fácil, no. Ya había nacido David, me acuerdo, hubo un oficial de migración que nos dijo: -Ustedes tienen una ventaja, que cuando su hijo cumpla 18 años pueden regresar a Canadá”. Así como lo oye, con sarcasmo. Pero nuestra confianza estaba puesta en el Señor, no en nuestro propio esfuerzo.
Cuando uno obedece a Dios y está en el lugar donde Dios quiere que uno esté, ahí no pasa nada hermano. ¿Contra quién va a luchar? Se podrá levantar una tempestad, si a usted Dios lo mandó, Dios lo va a cuidar pase lo que pase. Estar en paz con Dios y volver la mirada hacia el Señor.
Por eso cuando escogieron a Josué, que le quedaron muy grandes los zapatos de Moisés, él dijo: “Señor, yo sigo con este pueblo con una condición; que tú estés conmigo como estuviste como Moisés”. Usted que ha venido a Canadá no ponga la mirada en el éxito, porque Dios da el éxito. No ponga la mirada en el trabajo, ¿sabe por qué razón? Cuando menos piense usted le dan una patada en el trasero y lo echan. Cuando ya no lo necesiten lo van a echar. No pongas la mirada en el dinero siquiera mi hermano, porque el dinero te lo va a dar Dios como un medio para salir adelante. Ponga la mirada en el Señor.
No existe un problema sobre la tierra que Dios no pueda resolver, que Dios no te pueda ayudar, no existe; y sabemos de milagros hermanos. Hemos escuchado testimonios de personas que han metido a la cárcel y dentro de la cárcel han hecho tratos con Dios. Estaba leyendo de un hombre que se puso a cuentas con el Señor Jesucristo, conoció al Señor y se puso a escribir de todo lo que le decían. Comenzó a escribir, y escribir, y escribir, y logró ganar un premio. Dice que le habían dado cadena perpetua, y a los veintiún años de sentencia, lo sacaron de la cárcel; es decir que para Dios no hay nada imposible. Entiéndalo, no hay nada imposible. Pero, ¿dónde tiene usted puesta su mirada? Póngala en Jesús. Dios está ahí para ayudarte, cualquiera que sea tu dificultad y, de manera milagrosa; además ofrece vida eterna.
Cuando yo le digo: “Ponga la mirada en el Señor”, estoy hablando también de ser agradecido. Estoy hablando de que debe ponerse a cuentas con Él en la casa de Dios. Mire, la palabra clave es: “Encuéntrele gusto al evangelio”.
Yo no digo que no vaya a un estadio porque es pecado, no es cierto. Está bien ir al estadio y disfrutar de un buen partido. Se trata que logre disfrutar más un culto que un partido de fútbol. Porque en un culto usted va a refrescarse espiritualmente, va a nutrir su fe, va a cobrar ánimo, va a salir contento, alegre, gozoso, de la casa del Señor. Eso es lo que buscamos en el nombre de Jesús, dándole siempre a Él: la honra y la gloria, exaltándolo a Él; porque es el único que hace milagros. No aparte su mirada de Él, no importa la circunstancia que atraviese.
Así como la serpiente de bronce era el único medio que tenía el pueblo de Israel para salvarse, Jesucristo es el único medio como este mundo se puede salvar. No hay otra forma, no hay otro método.
Este mundo le tiene pánico a la verdad y a lo absoluto. Hoy en día no se puede hablar de la verdad y del absoluto, porque la gente reclama y dice un montón de cosas; pero para nosotros los cristianos evangélicos, la verdad es una sola y es Cristo. Y lo absoluto es uno solo: fuera de Dios no hay Dios, me refiero a Jehová Dios. Jesucristo dijo: “Yo soy la verdad y la vida”.
Fuera de Él no hay nada, fuera de Jehová no hay Dios. No se trata de excluir a otras religiones, ni a líderes religiosos; lo que pasa es que: solo uno fue el que murió y resucitó de entre los muertos, y está sentado a la diestra de Dios Padre, y ese es: Cristo Jesús, nadie más. Ni Mahoma, ni ningún filósofo, todos ellos se murieron, ¡Cristo está vivo, está vivo y permanece para siempre!
Mi querido hermano ponga su mirada en Jesús.
Oremos: Padre te damos gracias por tu palabra en esta hora. Así como en el desierto Señor, era necesario que se levantara esa serpiente, también fue necesario que Cristo fuera levantado en esa cruz. La serpiente representaba muerte y la cruz también, pero en esa muerte estaba la vida y en Cristo está la vida. Tu palabra nos enseña que hay un solo camino entre Dios y los hombres, y ese es: Jesucristo hombre. Señor vivimos en un mundo de muchas distracciones, vivimos en un mundo donde podemos poner la mirada en muchos factores y en muchas cosas, pero hemos entendido en esta tarde que: la mirada tiene que estar puesta en Jesús. El milagro está en Jesús, la paz, la tranquilidad, la salvación, el perdón de los pecados, la justificación, todo está en Jesús. ¡Gracias Señor! Te alabamos, te bendecimos, honramos tu nombre y te damos gloria. Padre te damos gloria al declarar, como iglesia, que fuera de ti no hay nada.
Mientras todos oramos, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón y dice: “Pastor yo necesito a Dios, yo necesito a Dios en mi vida. Yo quiero comenzar una nueva vida en este país. Quiero comenzar honrando al Señor y haciendo su voluntad.” Si usted nunca antes ha recibido a Cristo, a través de una oración de fe usted puede invitar a Jesús a su corazón, diciéndole: Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento Señor de todas mis ofensas. Vuelvo mi mirada a la cruz y te doy gracias por lo que hiciste en ella, al poner tu cuerpo y derramar tu sangre preciosa para el perdón de mis pecados. Si usted hizo esta oración queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios, su santa y bendita palabra. En el nombre de Jesús amén.
Amados míos, ¡Que Dios me los bendiga! ¡Que la paz de Cristo les acompañe!