Cisternas rotas
Agosto 17, 2025 – 2:00PM | Jeremias 2:13 | Hno Enrique Torres
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a darle gracias a Dios por la oportunidad de estar aquí, y rogarle que nos permita aprender de su palabra en el día de hoy.
Oremos: Padre, gracias por esta tarde hermosa que nos permites pasar aquí en el mejor lugar en esta ciudad, que es nuestra iglesia El Redentor, la mejor iglesia del mundo Señor. Te damos gracias por tu misericordia, por tu gracia, porque nos redimiste con tu misericordia, con tu perdón, por amor a ti mismo y te damos gracias, Señor. Rogamos que en este momento podamos aprender de tu palabra, que tu palabra nos edifique, nos exhorte y nos ayude a crecer también espiritualmente en el nombre de Jesús, amén.
En esta oportunidad vamos a tener un mensaje que está basado en el libro de Jeremías y vamos a estudiar solamente una porción en el capítulo 2. El título del sermón es: Cisternas rotas, abordando el tema de la idolatría.
Hace unas semanas escuché un cantante aquí, entre servicio y servicio, que se llama Ander B.C. Es un cantante cristiano que tiene buen material, a mí me gustó, canta algo así que sería como rap caribeño, creo que ellos lo llaman flow. Quiero leerles una porción de las letras de una de sus canciones, que se titula precisamente: Idolatría. Dice él, hablando de la idolatría: -Éramos seres humanos, ahora somos esclavos con teléfonos en mano. Con contraseña todo está privatizado. El bullying es la moda ahora, detrás de los teclados. Eres infiel y crees que nadie se ha enterado. Y guardas el teléfono cual secreto de estado. ¿Dónde has estado que te veo desubicado? Visitando ese website que te tiene idiotizado. Te has desensibilizado. La mujer no es un objeto como te han idealizado. Y es que nos hemos extraviado, y a los niños de esta era, la tablet los ha educado. Todo es dinero, todos son emprendedores, todos hacen transacciones para las monetizaciones. Si pudieras, hicieras clones para que cuiden a tus niños mientras tú buscas los millones. Nos adoctrinan y asesinan con el Face y un rapero presume dinero por el micrófono. Sube foto al Insta y tú, como un bufón le comentas para llenar su ego como un vaso. Y es que el Face a ti te saca del space y sin te sientes perdido, pues sin él no hay Whats. Empezaron con My Space. Luego fueron al high five, ídolos que no quieren velas, que se alimentan de los likes. Ya no hay cuadros de santos en los hogares, pues nuestros celulares son los nuevos altares. Te recomiendo que pares de ver notificaciones y observes las señales.
Vivimos en un país que sabemos se encuentra en decadencia. Habría que ser sordos y ciegos espirituales para no darnos cuenta de que este país va en declive, espiritualmente hablando, este país se encuentra en tinieblas. Nosotros nos encontramos, obviamente, viviendo en una sociedad que cada vez más se encuentra en conflicto con nuestra fe. Y nos encontramos entonces ante un escenario de enfermedad espiritual que se manifiesta precisamente con la idolatría, la cual ha atacado nuestros corazones y nuestras mentes, de tal manera que nuestras decisiones se encuentran terriblemente afectadas y subordinadas a este pecado que es la idolatría. Roguemos a Dios por este país en el que se encuentran nuestros hijos, donde son abordados por tentaciones, por imágenes, y pecado que abundan por cualquier lugar. Roguemos por nosotros mismos. Que el Señor nos ayude a proseguir hacia la meta, adelante, sin temor, a luchar contra el pecado que nos asedia a cada instante de nuestra vida.
Al vivir en una sociedad enferma del pecado de la idolatría, es bueno pensar en ¿cuáles son los síntomas o las características que podemos observar de una persona que se encuentra viviendo en este pecado? A nadie le gusta ir a ver al doctor, y es porque no nos gusta escuchar malas noticias. Igual sucede con el dentista y otros médicos especialistas, a nadie le gusta ir allá para que le digan a uno que tiene algo malo. Pero hay ciertas características que uno puede observar para darse cuenta de que estamos enfermos, y eso mismo aplica también a nuestra vida espiritual.
El enfermo no tiene hambre.
¿Se han dado cuenta que una persona cuando está en el hospital, usualmente, pierde el apetito, pierde la fuerza, básicamente se encuentra sin gusto por la comida? Y esa es una característica que también se vive en el ámbito espiritual. Cuando dejamos de buscar la palabra de Dios, se manifiesta entonces un síntoma de enfermedad, que es la idolatría. Así como el enfermo no quiere ir a ver al doctor, el enfermo espiritual no quiere ir a ver al pastor a la oficina, porque sabe qué es lo que va a escuchar. El enfermo espiritual no quiere confrontarse con la palabra del Señor, por eso no quiere escuchar un sermón, ni un consejo, ni tener una plática con un hermano que sea más maduro que él. Usualmente no quiere cambiar, está enclavado, está atrapado por esa enfermedad espiritual. Estas características se encuentran presentes en buena parte de nuestra vida espiritual.
Un autor, llamado Stanley, escribió un libro acerca de ¿Cómo evaluar nuestra vida espiritual? Y en este libro plasmó 10 preguntas que nos pueden ayudar a examinarnos con respecto a la idolatría. Vamos a reflexionar en estas preguntas.
1- ¿Tiene usted sed? ¿Tiene usted apetito, anhelo, una sed espiritual por Dios?
Una de las cosas que batallamos aquí en la iglesia precisamente es la honestidad, me refiero a las cosas espirituales. Cuando cantamos ¿quién no ha sentido, en el momento que está cantando, que las letras que están ahí en la pantalla no concuerdan con lo que está viviendo su corazón? La letra dice: te amo, te anhelo, te busco; si en realidad tengo un problemón en mi casa, o estoy atravesando una situación que me avergüenza; realmente no hay ese anhelo espiritual por la persona de Dios.
2- ¿Está usted cada vez más gobernado por la palabra de Dios?
Estaba escuchando al pastor John Piper en un sermón hace unos días diciendo que él ha querido, en algún momento de su carrera como pastor, renunciar. El pastor John Piper es un pastor, gracias a Dios, muy destacado en la predicación de la palabra, en el estudio de la palabra de Dios. Y uno hubiera pensado que en su congregación la gente reflejaba precisamente ese mismo deseo y pasión por las escrituras. Él realizó una encuesta para saber ¿qué tanto leen la palabra de Dios en la semana los miembros de su iglesia? El pastor comenta en ese sermón que al ver los resultados, de corazón quería renunciar, porque se dio cuenta que la congregación no estaba estudiando la palabra de Dios.
3- ¿Está usted creciendo en amor por los demás?
¿O solo le gusta el chisme de saber qué es lo que está pasando, pero no hacer algo por aquellos que se encuentran en necesidad? ¿Está usted creciendo en amor? Solo hay dos opciones: crecer o decrecer; no hay más.
4- ¿Es usted más sensible a la presencia de Dios?
¿O es usted de los que llega a la iglesia y está viendo si hay arañas en el techo? ¡Espero que no! ¿Se encuentra usted acariciando el celular sin atender a la predicación de la palabra de Dios?
5- ¿Tiene usted una creciente preocupación por las necesidades espirituales y también temporales de otros?
Felicito a los(as) hermanos(as) que han iniciado el proyecto de formar grupos pequeños, porque eso refleja precisamente preocupación por la necesidad espiritual de nuestra congregación. Gracias a Dios por ese esfuerzo, por esos corazones que dijeron: vamos a hacer algo por una vida espiritual saludable.
6- ¿Se deleita usted en la iglesia, la esposa de Cristo?
¿O es usted de los que habla mal de su iglesia y/o habla mal de su pastor? ¿O es usted de los que se queja? ¿Se deleita usted en venir a la iglesia, en saludar al hermano que no le cae bien? ¿Qué está haciendo usted para deleitarse en la esposa de Cristo?
7- ¿Son las disciplinas espirituales cada vez más importantes para usted?
Refiriéndose a la lectura de la palabra, la oración, la comunión con los santos. ¿Es para usted esto algo más importante en su vida?
8- ¿Le duele a usted pecar?
¿Le duele a usted la falta de honestidad? ¿Le duele a usted estar distraído durante el culto y estar pensando en otras cosas? Le molesta a usted venir a este lugar y decir: ¡No sé para qué vine si no aprendí nada! ¿Le incomoda que ya sea finales de agosto y usted no haya memorizado ni un solo versículo bíblico?
9- ¿Tiene usted esa capacidad de poder perdonar a los demás cada día con más facilidad?
10- ¿Anhela usted el cielo y estar con Jesús, con su redentor?
Esas son las 10 preguntas, creo que los dejó un poquito fríos a varios de ustedes.
Que sean nuestras palabras, hermanos, las del salmista (Salmos 63: 1 RV 1960): Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas. Pero eso no va a venir, hermano, si estamos distraídos con las pasiones de este mundo, con las distracciones que nos asedian a cada instante de nuestra vida; a menos que hagamos un esfuerzo sistemático, disciplinado, con gran energía, de romper los malos hábitos que tenemos.
Una de las características de nuestras generaciones es que hoy en día están muy disminuidos los buenos hábitos de trabajo, los buenos hábitos de estudio, el buen hábito de tomar un libro, de tomar un material que les ayuda a crecer intelectualmente y también espiritualmente. Una de las recomendaciones que trato aplicar en mi casa, para mí y mi familia es que si vamos a ver algo en la televisión, tratemos de que nos edifique la mente y/o el corazón. De lo contrario, estamos perdiendo nuestro tiempo y estamos cayendo en el pecado de la idolatría.
Estaba hablando hace unos instantes del Pecado de la idolatría.
¿Qué es pecado? El pecado es rechazar o ignorar a Dios en el mundo que Él ha creado. Es una definición precisa y bíblica, porque la vamos a ver en el pasaje de Jeremías.
¿Qué es idolatría? Es confiar en cosas creadas en vez de confiar en el creador.
Jeremías era un hombre con una vida espiritual muy, muy, rara. Tenía una pasión por conocer de Dios, por hacer lo que Dios le pedía en un lugar terriblemente pecaminoso, espantoso. Jeremías fue profeta en una nación en decadencia, donde no les importaba más el pecado que cometían. Para ellos era todo igual, pero había algo que ellos no sabían y era que se encontraban al punto inmediato del juicio de Dios. Y ese es el momento en que llega Jeremías a predicar el mensaje que Dios había puesto en su vida.
Jeremías se encuentra predicando en un lugar muy parecido a la nación en la que nos encontramos hoy, donde celebramos las bendiciones, donde celebramos las libertades, pero no nos damos cuenta de que esas mismas bendiciones están asfixiando nuestra vida espiritual en muchas maneras.
En Jeremías 2: 13 (NVI): Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. Ahí está la definición de pecado y la definición de idolatría.
La definición de pecado la encontramos en la primera parte, donde dice: Me han abandonado a mí, la fuente de agua viva, hermanos eso es rechazar o ignorar a Dios. El profeta también dice: han cavado sus propias cisternas, que no retienen agua, ahí está la idolatría al poner su confianza en cosas creadas.
El contexto de este pasaje, capítulo 2, el profeta Jeremías inicia el mensaje de un juicio que Dios tiene para la nación de Judá, el pueblo de Israel en ese momento. Y dice lo siguiente:
Jeremías 2: 1-5 (NVI): La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el Señor: “Recuerdo la fidelidad de tu juventud, tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas. 3 Israel estaba consagrado al Señor, era las primicias de su cosecha; todo el que comía de él sufría las consecuencias, les sobrevenía la calamidad”, afirma el Señor. 4 ¡Escuchen la palabra del Señor, descendientes de Jacob, todas las familias del pueblo de Israel! 5 Así dice el Señor: ¿Qué injusticia vieron en mí sus antepasados que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras ídolos sin valor y en algo sin valor se convirtieron.
Y es precisamente lo que vemos, personas que un día hicieron una profesión de fe, se congregaron en medio de nosotros, estuvieron aquí, sirvieron, convivieron con nosotros, asistieron a muchos servicios y algo sucedió que se alejaron del Señor. Se fueron tras ídolos sin ningún valor, y en algo sin valor se convirtieron.
Y Dios, continúa el juicio.
Jeremías 2: 6-7 (NVI): 6 Nunca preguntaron: ¿Dónde está el Señor que nos hizo subir de Egipto, que nos guio por el desierto, por tierra árida y accidentada, por tierra reseca y tenebrosa, por tierra que nadie transita y en la que nadie vive? 7 Yo los traje a una tierra fértil, para que comieran de sus buenos frutos. Pero ustedes vinieron y contaminaron mi tierra; hicieron de mi heredad algo abominable. Escritores comentan que muy posiblemente el profeta Jeremías se refiere a situaciones espantosas en el pueblo de Israel en esos años, como sacrificios infantiles, prostitución sexual, religiosa, idolatría, profetas de Baal abiertamente y muchos otros pecados.
Continúa el profeta plasmando el mensaje del Señor y dice:
Jeremías 2: 8 (NVI): Nunca preguntaron los sacerdotes: ¿Dónde está el Señor? Los que se ocupaban de la Ley jamás me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, profetizaron en nombre de Baal y se fueron tras dioses que para nada sirven. ¡Eso es increíble! Los pastores, los sacerdotes mismos en el tiempo de Jeremías no predicaban absolutamente nada. Y lo mismo nos pasa cuando vemos iglesias llenas, donde se predica el evangelio de la prosperidad o cualquier otra filosofía hueca y vana, nos preguntamos: ¿y por qué están ahí? Y la Biblia nos contesta y nos dice: Porque se aman a sí mismos, porque están enfermos de idolatría hacia sí mismos.
Continúa el mensaje de Jeremías diciendo:
Jeremías 2: 9- 12 (RV 1960): Por eso, aún voy a entablar un litigio contra ustedes, y también litigaré contra los hijos de sus hijos, afirma el Señor. 10 «Crucen a las costas de Chipre y miren; envíen mensajeros a Cedar e infórmense bien; fíjense si ha sucedido algo semejante: 11 ¿Hay alguna nación que haya cambiado de dioses, a pesar de que no son dioses? ¡Pues mi pueblo ha cambiado su Gloria por lo que no sirve para nada! 12 ¡Espántense, cielos, ante esto! ¡Tiemblen y queden horrorizados!, afirma el Señor.
En Jeremías 2: 13 (NVI): Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Cuál es tu cisterna, hermano? ¿Tu teléfono? ¿Tu televisor? ¿Tu trabajo? ¿Tu familia? ¿Tu pecado oculto? ¿Cuál es esa cisterna que no mantendrá tu sed realmente sofocada, y te hará regresar a ese pecado constantemente. ¡Espántense ante esto!
Dios intervino por su misericordia en la nación de Judá con un rey de 8 años. Quizás ustedes recuerdan su nombre, Josías. Josías fue un rey singular. Lamentablemente falleció más o menos por sus 40 años, joven, en una batalla. Pero fue un rey niño que Dios utilizó para avivar al pueblo de Israel, a la nación de Judá. Y es bien bonita la historia (2Reyes 22), porque resulta que el papá de Jeremías era el sumo sacerdote en aquellos días (en el tiempo de Josías), uno de los sacerdotes que, según dice el mensaje no leía nada de la Biblia, se llamaba Hilcías. Cuando Josías estaba más maduro, Dios toca su corazón y dice: Bueno, este templo está en ruinas, vamos a volverlo a levantar. Y manda a los sacerdotes a que levanten escombros, y se encuentran con una copia de la ley. Y el relato dice (2 Reyes 22: 3-14) así: El sumo sacerdote Hilcías le dijo al cronista, que se llamaba Safán, he hallado el libro de la ley en la casa de Jehová, y se lo entregó a Safán. Entonces este, después de leerlo, fue y le dijo al rey: Sus servidores han recogido el dinero que estaba en el templo del Señor y se lo han entregado a los trabajadores y a los supervisores. Y el cronista Safán también informó al rey que el sumo sacerdote Hilcías, papá de Jeremías, le había entregado un libro, el cual leyó en la presencia del rey Josías. Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, se rasgó las vestiduras y dio esta orden a Hilcías y otros siervos del rey, le dijo: con respecto a lo que dice este libro que se ha encontrado, vayan a consultar al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá. Sin duda que la gran ira, la gran ira del Señor arde contra nosotros, porque nuestros antepasados no obedecieron lo que dice este libro, ni actuaron según lo que está ordenado por nosotros. Esto produjo un cambio de dirección, de 180 grados, en la nación de Judá durante el reinado de Josías. Lamentablemente la historia se trunca porque Josías fallece. Jeremías sigue predicando a una nación que regresa a la maldad y al pecado. Pero esta es una intervención divina que nos enseña que Dios tiene misericordia, aún de aquellos que se encuentran profundamente enfermos en la idolatría. Por eso hermanos, debemos estar seguros de que Dios puede tener misericordia de El Redentor, de Canadá, de mi familia, de mi corazón, y rescatarnos con lo único que puede librarnos de las cadenas de la idolatría, que es la palabra de Dios.
Pero si nos encontramos con una enfermedad que nos tiene inmovilizados, necesitamos buscar del doctor, necesitamos clamar a Él, aunque sintamos que no lo necesitamos. Esta nación, esta iglesia, nuestra familia, lo necesita desesperadamente. Es necesario que busquemos del Señor, necesitamos buscar de Él. Roguemos al Señor que haga un milagro como lo hizo en los tiempos de Josías en nuestra iglesia.
Vamos a orar: Padre, gracias por tu palabra que nos permite aprender de tu misericordia, de cómo tu palabra puede librarnos del pecado que asedia a nuestras vidas a cada momento. Te ruego que nos ayudes a luchar aun cuando sintamos que tenemos una batalla perdida, un episodio en derrota, que nos ayudes a levantarnos y seguir con la mirada en Jesucristo, el autor y consumador de nuestra fe. Ruego por nuestras familias Señor, que lo que hagamos en nuestros hogares nos ayude a crecer, sobre todo espiritualmente. Perdónanos, Padre, porque nos encontramos posiblemente como aquellos sacerdotes, sin acción alguna en nuestras vidas espirituales. Te pedimos perdón, te rogamos que nos ayudes a romper esos pecados ocultos en nuestra vida, la maldad que hay en nuestro corazón y a continuar en esta batalla que tenemos contra el mal Señor.
En este momento ruego por aquellos que se encuentran entre nosotros, o escuchando este mensaje de manera electrónica, digital, para que obres en sus corazones un milagro que yo no puedo hacer y que ningún predicador puede hacer; y es llamarlos al arrepentimiento. Amigo(a) que nos visitas o que nos escuchas en este momento, si el mensaje de la palabra de Dios toca tu corazón para buscar del Señor, te invitamos a que nos acompañes a orar y si estás entre nosotros, nos gustaría apoyarte. Si te gustaría levantar tu mano, nos gustaría acercarnos a orar a que juntos clamemos al Señor para que perdone tus faltas, tu pecado y puedas abrazar a Cristo como tu redentor, como el único que puede librar tu vida de la muerte, de la muerte eterna, de la sed que no se apaga. Ese es solamente un milagro que Cristo puede hacer.
Padre, ruego por nuestra iglesia, Señor, que nos ayudes a aprender, a recordar lo que hemos aprendido en esta oportunidad y ponerlo en práctica. En el nombre de Jesús oramos.
Amén.
Cisternas rotas
Agosto 17, 2025 – 2:00PM | Jeremias 2:13 | Hno Enrique Torres
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a darle gracias a Dios por la oportunidad de estar aquí, y rogarle que nos permita aprender de su palabra en el día de hoy.
Oremos: Padre, gracias por esta tarde hermosa que nos permites pasar aquí en el mejor lugar en esta ciudad, que es nuestra iglesia El Redentor, la mejor iglesia del mundo Señor. Te damos gracias por tu misericordia, por tu gracia, porque nos redimiste con tu misericordia, con tu perdón, por amor a ti mismo y te damos gracias, Señor. Rogamos que en este momento podamos aprender de tu palabra, que tu palabra nos edifique, nos exhorte y nos ayude a crecer también espiritualmente en el nombre de Jesús, amén.
En esta oportunidad vamos a tener un mensaje que está basado en el libro de Jeremías y vamos a estudiar solamente una porción en el capítulo 2. El título del sermón es: Cisternas rotas, abordando el tema de la idolatría.
Hace unas semanas escuché un cantante aquí, entre servicio y servicio, que se llama Ander B.C. Es un cantante cristiano que tiene buen material, a mí me gustó, canta algo así que sería como rap caribeño, creo que ellos lo llaman flow. Quiero leerles una porción de las letras de una de sus canciones, que se titula precisamente: Idolatría. Dice él, hablando de la idolatría: -Éramos seres humanos, ahora somos esclavos con teléfonos en mano. Con contraseña todo está privatizado. El bullying es la moda ahora, detrás de los teclados. Eres infiel y crees que nadie se ha enterado. Y guardas el teléfono cual secreto de estado. ¿Dónde has estado que te veo desubicado? Visitando ese website que te tiene idiotizado. Te has desensibilizado. La mujer no es un objeto como te han idealizado. Y es que nos hemos extraviado, y a los niños de esta era, la tablet los ha educado. Todo es dinero, todos son emprendedores, todos hacen transacciones para las monetizaciones. Si pudieras, hicieras clones para que cuiden a tus niños mientras tú buscas los millones. Nos adoctrinan y asesinan con el Face y un rapero presume dinero por el micrófono. Sube foto al Insta y tú, como un bufón le comentas para llenar su ego como un vaso. Y es que el Face a ti te saca del space y sin te sientes perdido, pues sin él no hay Whats. Empezaron con My Space. Luego fueron al high five, ídolos que no quieren velas, que se alimentan de los likes. Ya no hay cuadros de santos en los hogares, pues nuestros celulares son los nuevos altares. Te recomiendo que pares de ver notificaciones y observes las señales.
Vivimos en un país que sabemos se encuentra en decadencia. Habría que ser sordos y ciegos espirituales para no darnos cuenta de que este país va en declive, espiritualmente hablando, este país se encuentra en tinieblas. Nosotros nos encontramos, obviamente, viviendo en una sociedad que cada vez más se encuentra en conflicto con nuestra fe. Y nos encontramos entonces ante un escenario de enfermedad espiritual que se manifiesta precisamente con la idolatría, la cual ha atacado nuestros corazones y nuestras mentes, de tal manera que nuestras decisiones se encuentran terriblemente afectadas y subordinadas a este pecado que es la idolatría. Roguemos a Dios por este país en el que se encuentran nuestros hijos, donde son abordados por tentaciones, por imágenes, y pecado que abundan por cualquier lugar. Roguemos por nosotros mismos. Que el Señor nos ayude a proseguir hacia la meta, adelante, sin temor, a luchar contra el pecado que nos asedia a cada instante de nuestra vida.
Al vivir en una sociedad enferma del pecado de la idolatría, es bueno pensar en ¿cuáles son los síntomas o las características que podemos observar de una persona que se encuentra viviendo en este pecado? A nadie le gusta ir a ver al doctor, y es porque no nos gusta escuchar malas noticias. Igual sucede con el dentista y otros médicos especialistas, a nadie le gusta ir allá para que le digan a uno que tiene algo malo. Pero hay ciertas características que uno puede observar para darse cuenta de que estamos enfermos, y eso mismo aplica también a nuestra vida espiritual.
El enfermo no tiene hambre.
¿Se han dado cuenta que una persona cuando está en el hospital, usualmente, pierde el apetito, pierde la fuerza, básicamente se encuentra sin gusto por la comida? Y esa es una característica que también se vive en el ámbito espiritual. Cuando dejamos de buscar la palabra de Dios, se manifiesta entonces un síntoma de enfermedad, que es la idolatría. Así como el enfermo no quiere ir a ver al doctor, el enfermo espiritual no quiere ir a ver al pastor a la oficina, porque sabe qué es lo que va a escuchar. El enfermo espiritual no quiere confrontarse con la palabra del Señor, por eso no quiere escuchar un sermón, ni un consejo, ni tener una plática con un hermano que sea más maduro que él. Usualmente no quiere cambiar, está enclavado, está atrapado por esa enfermedad espiritual. Estas características se encuentran presentes en buena parte de nuestra vida espiritual.
Un autor, llamado Stanley, escribió un libro acerca de ¿Cómo evaluar nuestra vida espiritual? Y en este libro plasmó 10 preguntas que nos pueden ayudar a examinarnos con respecto a la idolatría. Vamos a reflexionar en estas preguntas.
1- ¿Tiene usted sed? ¿Tiene usted apetito, anhelo, una sed espiritual por Dios?
Una de las cosas que batallamos aquí en la iglesia precisamente es la honestidad, me refiero a las cosas espirituales. Cuando cantamos ¿quién no ha sentido, en el momento que está cantando, que las letras que están ahí en la pantalla no concuerdan con lo que está viviendo su corazón? La letra dice: te amo, te anhelo, te busco; si en realidad tengo un problemón en mi casa, o estoy atravesando una situación que me avergüenza; realmente no hay ese anhelo espiritual por la persona de Dios.
2- ¿Está usted cada vez más gobernado por la palabra de Dios?
Estaba escuchando al pastor John Piper en un sermón hace unos días diciendo que él ha querido, en algún momento de su carrera como pastor, renunciar. El pastor John Piper es un pastor, gracias a Dios, muy destacado en la predicación de la palabra, en el estudio de la palabra de Dios. Y uno hubiera pensado que en su congregación la gente reflejaba precisamente ese mismo deseo y pasión por las escrituras. Él realizó una encuesta para saber ¿qué tanto leen la palabra de Dios en la semana los miembros de su iglesia? El pastor comenta en ese sermón que al ver los resultados, de corazón quería renunciar, porque se dio cuenta que la congregación no estaba estudiando la palabra de Dios.
3- ¿Está usted creciendo en amor por los demás?
¿O solo le gusta el chisme de saber qué es lo que está pasando, pero no hacer algo por aquellos que se encuentran en necesidad? ¿Está usted creciendo en amor? Solo hay dos opciones: crecer o decrecer; no hay más.
4- ¿Es usted más sensible a la presencia de Dios?
¿O es usted de los que llega a la iglesia y está viendo si hay arañas en el techo? ¡Espero que no! ¿Se encuentra usted acariciando el celular sin atender a la predicación de la palabra de Dios?
5- ¿Tiene usted una creciente preocupación por las necesidades espirituales y también temporales de otros?
Felicito a los(as) hermanos(as) que han iniciado el proyecto de formar grupos pequeños, porque eso refleja precisamente preocupación por la necesidad espiritual de nuestra congregación. Gracias a Dios por ese esfuerzo, por esos corazones que dijeron: vamos a hacer algo por una vida espiritual saludable.
6- ¿Se deleita usted en la iglesia, la esposa de Cristo?
¿O es usted de los que habla mal de su iglesia y/o habla mal de su pastor? ¿O es usted de los que se queja? ¿Se deleita usted en venir a la iglesia, en saludar al hermano que no le cae bien? ¿Qué está haciendo usted para deleitarse en la esposa de Cristo?
7- ¿Son las disciplinas espirituales cada vez más importantes para usted?
Refiriéndose a la lectura de la palabra, la oración, la comunión con los santos. ¿Es para usted esto algo más importante en su vida?
8- ¿Le duele a usted pecar?
¿Le duele a usted la falta de honestidad? ¿Le duele a usted estar distraído durante el culto y estar pensando en otras cosas? Le molesta a usted venir a este lugar y decir: ¡No sé para qué vine si no aprendí nada! ¿Le incomoda que ya sea finales de agosto y usted no haya memorizado ni un solo versículo bíblico?
9- ¿Tiene usted esa capacidad de poder perdonar a los demás cada día con más facilidad?
10- ¿Anhela usted el cielo y estar con Jesús, con su redentor?
Esas son las 10 preguntas, creo que los dejó un poquito fríos a varios de ustedes.
Que sean nuestras palabras, hermanos, las del salmista (Salmos 63: 1 RV 1960): Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas. Pero eso no va a venir, hermano, si estamos distraídos con las pasiones de este mundo, con las distracciones que nos asedian a cada instante de nuestra vida; a menos que hagamos un esfuerzo sistemático, disciplinado, con gran energía, de romper los malos hábitos que tenemos.
Una de las características de nuestras generaciones es que hoy en día están muy disminuidos los buenos hábitos de trabajo, los buenos hábitos de estudio, el buen hábito de tomar un libro, de tomar un material que les ayuda a crecer intelectualmente y también espiritualmente. Una de las recomendaciones que trato aplicar en mi casa, para mí y mi familia es que si vamos a ver algo en la televisión, tratemos de que nos edifique la mente y/o el corazón. De lo contrario, estamos perdiendo nuestro tiempo y estamos cayendo en el pecado de la idolatría.
Estaba hablando hace unos instantes del Pecado de la idolatría.
¿Qué es pecado? El pecado es rechazar o ignorar a Dios en el mundo que Él ha creado. Es una definición precisa y bíblica, porque la vamos a ver en el pasaje de Jeremías.
¿Qué es idolatría? Es confiar en cosas creadas en vez de confiar en el creador.
Jeremías era un hombre con una vida espiritual muy, muy, rara. Tenía una pasión por conocer de Dios, por hacer lo que Dios le pedía en un lugar terriblemente pecaminoso, espantoso. Jeremías fue profeta en una nación en decadencia, donde no les importaba más el pecado que cometían. Para ellos era todo igual, pero había algo que ellos no sabían y era que se encontraban al punto inmediato del juicio de Dios. Y ese es el momento en que llega Jeremías a predicar el mensaje que Dios había puesto en su vida.
Jeremías se encuentra predicando en un lugar muy parecido a la nación en la que nos encontramos hoy, donde celebramos las bendiciones, donde celebramos las libertades, pero no nos damos cuenta de que esas mismas bendiciones están asfixiando nuestra vida espiritual en muchas maneras.
En Jeremías 2: 13 (NVI): Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. Ahí está la definición de pecado y la definición de idolatría.
La definición de pecado la encontramos en la primera parte, donde dice: Me han abandonado a mí, la fuente de agua viva, hermanos eso es rechazar o ignorar a Dios. El profeta también dice: han cavado sus propias cisternas, que no retienen agua, ahí está la idolatría al poner su confianza en cosas creadas.
El contexto de este pasaje, capítulo 2, el profeta Jeremías inicia el mensaje de un juicio que Dios tiene para la nación de Judá, el pueblo de Israel en ese momento. Y dice lo siguiente:
Jeremías 2: 1-5 (NVI): La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el Señor: “Recuerdo la fidelidad de tu juventud, tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas. 3 Israel estaba consagrado al Señor, era las primicias de su cosecha; todo el que comía de él sufría las consecuencias, les sobrevenía la calamidad”, afirma el Señor. 4 ¡Escuchen la palabra del Señor, descendientes de Jacob, todas las familias del pueblo de Israel! 5 Así dice el Señor: ¿Qué injusticia vieron en mí sus antepasados que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras ídolos sin valor y en algo sin valor se convirtieron.
Y es precisamente lo que vemos, personas que un día hicieron una profesión de fe, se congregaron en medio de nosotros, estuvieron aquí, sirvieron, convivieron con nosotros, asistieron a muchos servicios y algo sucedió que se alejaron del Señor. Se fueron tras ídolos sin ningún valor, y en algo sin valor se convirtieron.
Y Dios, continúa el juicio.
Jeremías 2: 6-7 (NVI): 6 Nunca preguntaron: ¿Dónde está el Señor que nos hizo subir de Egipto, que nos guio por el desierto, por tierra árida y accidentada, por tierra reseca y tenebrosa, por tierra que nadie transita y en la que nadie vive? 7 Yo los traje a una tierra fértil, para que comieran de sus buenos frutos. Pero ustedes vinieron y contaminaron mi tierra; hicieron de mi heredad algo abominable. Escritores comentan que muy posiblemente el profeta Jeremías se refiere a situaciones espantosas en el pueblo de Israel en esos años, como sacrificios infantiles, prostitución sexual, religiosa, idolatría, profetas de Baal abiertamente y muchos otros pecados.
Continúa el profeta plasmando el mensaje del Señor y dice:
Jeremías 2: 8 (NVI): Nunca preguntaron los sacerdotes: ¿Dónde está el Señor? Los que se ocupaban de la Ley jamás me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, profetizaron en nombre de Baal y se fueron tras dioses que para nada sirven. ¡Eso es increíble! Los pastores, los sacerdotes mismos en el tiempo de Jeremías no predicaban absolutamente nada. Y lo mismo nos pasa cuando vemos iglesias llenas, donde se predica el evangelio de la prosperidad o cualquier otra filosofía hueca y vana, nos preguntamos: ¿y por qué están ahí? Y la Biblia nos contesta y nos dice: Porque se aman a sí mismos, porque están enfermos de idolatría hacia sí mismos.
Continúa el mensaje de Jeremías diciendo:
Jeremías 2: 9- 12 (RV 1960): Por eso, aún voy a entablar un litigio contra ustedes, y también litigaré contra los hijos de sus hijos, afirma el Señor. 10 «Crucen a las costas de Chipre y miren; envíen mensajeros a Cedar e infórmense bien; fíjense si ha sucedido algo semejante: 11 ¿Hay alguna nación que haya cambiado de dioses, a pesar de que no son dioses? ¡Pues mi pueblo ha cambiado su Gloria por lo que no sirve para nada! 12 ¡Espántense, cielos, ante esto! ¡Tiemblen y queden horrorizados!, afirma el Señor.
En Jeremías 2: 13 (NVI): Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Cuál es tu cisterna, hermano? ¿Tu teléfono? ¿Tu televisor? ¿Tu trabajo? ¿Tu familia? ¿Tu pecado oculto? ¿Cuál es esa cisterna que no mantendrá tu sed realmente sofocada, y te hará regresar a ese pecado constantemente. ¡Espántense ante esto!
Dios intervino por su misericordia en la nación de Judá con un rey de 8 años. Quizás ustedes recuerdan su nombre, Josías. Josías fue un rey singular. Lamentablemente falleció más o menos por sus 40 años, joven, en una batalla. Pero fue un rey niño que Dios utilizó para avivar al pueblo de Israel, a la nación de Judá. Y es bien bonita la historia (2Reyes 22), porque resulta que el papá de Jeremías era el sumo sacerdote en aquellos días (en el tiempo de Josías), uno de los sacerdotes que, según dice el mensaje no leía nada de la Biblia, se llamaba Hilcías. Cuando Josías estaba más maduro, Dios toca su corazón y dice: Bueno, este templo está en ruinas, vamos a volverlo a levantar. Y manda a los sacerdotes a que levanten escombros, y se encuentran con una copia de la ley. Y el relato dice (2 Reyes 22: 3-14) así: El sumo sacerdote Hilcías le dijo al cronista, que se llamaba Safán, he hallado el libro de la ley en la casa de Jehová, y se lo entregó a Safán. Entonces este, después de leerlo, fue y le dijo al rey: Sus servidores han recogido el dinero que estaba en el templo del Señor y se lo han entregado a los trabajadores y a los supervisores. Y el cronista Safán también informó al rey que el sumo sacerdote Hilcías, papá de Jeremías, le había entregado un libro, el cual leyó en la presencia del rey Josías. Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, se rasgó las vestiduras y dio esta orden a Hilcías y otros siervos del rey, le dijo: con respecto a lo que dice este libro que se ha encontrado, vayan a consultar al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá. Sin duda que la gran ira, la gran ira del Señor arde contra nosotros, porque nuestros antepasados no obedecieron lo que dice este libro, ni actuaron según lo que está ordenado por nosotros. Esto produjo un cambio de dirección, de 180 grados, en la nación de Judá durante el reinado de Josías. Lamentablemente la historia se trunca porque Josías fallece. Jeremías sigue predicando a una nación que regresa a la maldad y al pecado. Pero esta es una intervención divina que nos enseña que Dios tiene misericordia, aún de aquellos que se encuentran profundamente enfermos en la idolatría. Por eso hermanos, debemos estar seguros de que Dios puede tener misericordia de El Redentor, de Canadá, de mi familia, de mi corazón, y rescatarnos con lo único que puede librarnos de las cadenas de la idolatría, que es la palabra de Dios.
Pero si nos encontramos con una enfermedad que nos tiene inmovilizados, necesitamos buscar del doctor, necesitamos clamar a Él, aunque sintamos que no lo necesitamos. Esta nación, esta iglesia, nuestra familia, lo necesita desesperadamente. Es necesario que busquemos del Señor, necesitamos buscar de Él. Roguemos al Señor que haga un milagro como lo hizo en los tiempos de Josías en nuestra iglesia.
Vamos a orar: Padre, gracias por tu palabra que nos permite aprender de tu misericordia, de cómo tu palabra puede librarnos del pecado que asedia a nuestras vidas a cada momento. Te ruego que nos ayudes a luchar aun cuando sintamos que tenemos una batalla perdida, un episodio en derrota, que nos ayudes a levantarnos y seguir con la mirada en Jesucristo, el autor y consumador de nuestra fe. Ruego por nuestras familias Señor, que lo que hagamos en nuestros hogares nos ayude a crecer, sobre todo espiritualmente. Perdónanos, Padre, porque nos encontramos posiblemente como aquellos sacerdotes, sin acción alguna en nuestras vidas espirituales. Te pedimos perdón, te rogamos que nos ayudes a romper esos pecados ocultos en nuestra vida, la maldad que hay en nuestro corazón y a continuar en esta batalla que tenemos contra el mal Señor.
En este momento ruego por aquellos que se encuentran entre nosotros, o escuchando este mensaje de manera electrónica, digital, para que obres en sus corazones un milagro que yo no puedo hacer y que ningún predicador puede hacer; y es llamarlos al arrepentimiento. Amigo(a) que nos visitas o que nos escuchas en este momento, si el mensaje de la palabra de Dios toca tu corazón para buscar del Señor, te invitamos a que nos acompañes a orar y si estás entre nosotros, nos gustaría apoyarte. Si te gustaría levantar tu mano, nos gustaría acercarnos a orar a que juntos clamemos al Señor para que perdone tus faltas, tu pecado y puedas abrazar a Cristo como tu redentor, como el único que puede librar tu vida de la muerte, de la muerte eterna, de la sed que no se apaga. Ese es solamente un milagro que Cristo puede hacer.
Padre, ruego por nuestra iglesia, Señor, que nos ayudes a aprender, a recordar lo que hemos aprendido en esta oportunidad y ponerlo en práctica. En el nombre de Jesús oramos.
Amén.


