Dios cambio mi vida
Diciembre 17, 2023 – 1:30PM | Ezequiel 36:26-27 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a abrir la palabra, por favor, en el libro de Ezequiel en la versión: Nueva Traducción Viviente.
Ezequiel 36: 26-27 (NTV): 26Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. 27Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos y se aseguren de obedecer mis ordenanzas.
Ezequiel 36: 26-27 (TLA): 26Yo les daré nueva vida. Haré que cambien su manera de pensar. Entonces dejarán de ser tercos y testarudos, pues yo haré que sean leales y obedientes. 27Pondré mi espíritu en ustedes, y así haré que obedezcan todos mis mandamientos. Amén.
He titulado el mensaje: Dios cambió mi vida.
Yo no sé, ¿cuántos de ustedes saben quién es Ramón Luis Ayala Rodríguez? Él es Daddy Yankee, ese es su nombre. Este puertorriqueño extremadamente conocido en el mundo, le entregó su vida al Señor Jesucristo y dijo: “Dios ha cambiado mi vida. Dejo el reggaetón para vivir para Cristo”. Esto fue una situación reciente en Puerto Rico. Daddy Yankee también dijo: “No es lo mismo vivir una vida de éxito, que una vida con propósito”. Son muchos los cantantes famosos, que conocemos, que son creyentes: Ricardo Montaner, Yuri, Juan Luis Guerra, Lupita, entre otros. Hoy quiero hablar acerca de un cambio de vida.
En mi caminar en el evangelio, he visto dos maneras de cómo Dios cambia la vida de las personas, dos formas.
- Cuando Dios elige a alguien con un propósito definido. Ejemplo: El apóstol Pablo, se cayó del caballo en el que iba, y le dijo Dios (Hechos 9): Saulo, ¿qué te pasa? ¿Qué tienes conmigo? ¿Por qué me persigues? ¿Por qué persigues a la iglesia? Ahí comenzó una historia, que ustedes conocen muy bien. También tenemos el caso de Mateo, quien se encontraba trabajando detrás del banco de los impuestos y el Señor se le acercó y le dijo (Mateo 9:9): Sígueme. Y el hombre dejándolo todo le siguió. Es decir, cuando Dios fija sus ojos en un individuo, en una persona, es porque tiene un propósito con esa persona en particular. Y es ahí donde Dios te sorprende, interrumpe tus planes, y te cambia la vida para siempre.
La otra manera que, en estos 40 años de caminar en el evangelio, he visto es:
- Cuando Dios cambia la vida de aquellas personas que tocaron fondo, personas que llegaron a lo más profundo de una desgracia, donde no podían hacer nada más por ellos mismos; y buscaron a Dios. Personas que tenían éxito, pero que tenían un gran vacío en el corazón. (Como el caso que les acabo de mencionar de este cantante de reggaetón). Personas que no estaban contentos con su vida, esa gente que dice: es que me hace falta algo. Tengo todo lo que el dinero puede comprar, pero me hace falta algo. Personas que atravesaron una crisis, ya sea familiar, matrimonial o de trabajo. Personas que tenían problemas financieros. Personas que vivían en un ambiente de violencia (en mi país muchas personas buscaban a Dios por la situación de guerra que se vivió, por el dolor y el sufrimiento que esto produjo en aquel entonces).
Durante el sermón voy a utilizar la palabra cambio y transformación, de una manera indistinta. Pero me gustaría explicar la diferencia entre cambio y transformación. Quiero que preste atención porque estamos hablando que: Dios cambió mi vida, y me gustaría que usted se pueda preguntar si: ¿Será que Dios ha cambiado la mía?
Cambio: generalmente es exterior, cosmético. Ejemplo: una puede decir: “yo antes iba a la iglesia católica, hoy voy a la iglesia evangélica”. Ese es un cambio exterior; pero, es muy probable que esa persona no haya tenido un cambio en su corazón, un cambio interior. Una persona cambia por un tiempo, y luego vuelve a ser lo que era antes. El cambio hace diferencia entre lo anterior y lo actual, modificando la conducta de esa persona, pero al pasar del tiempo la persona vuelve a ser lo que era antes.
Transformación: Una persona transformada se convierte para siempre. Reemplaza lo viejo por lo nuevo. Es por eso que la Biblia dice que: Dios nos ha hecho nuevas criaturas a nosotros sus hijos, ¡Amén! La transformación es más compleja, modifica los valores y deseos de la persona de la persona.
Entonces, no es lo mismo un cambio que una transformación. Si no se cambia la mente, si no cambia la manera de hacer las cosas, seguiremos en la misma posición; porque el cambio modifica la conducta, pero la transformación modifica los valores. La verdadera transformación ocurre cuando usted ya no es lo que era antes, ya no desea lo que deseaba antes, ya no se comporta como se comportaba antes. En términos bíblicos, transformación: es una nueva creación.
Déjeme decirles algo: “Dios es el único que puede transformar vidas”. Usted puede realizar cambios en su vida con esfuerzo humano. Pero le garantizo que hay cosas que, usted solo, no va a poder cambiar jamás. A menos que busque la ayuda de Dios.
Entonces la pregunta es: ¿Qué hace Dios para transformar vidas?
El pasaje de la escritura que hemos leído dice: Ezequiel 36: 26-27 (NTV): 26Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. Eso quiere decir que Dios te va a dar un corazón nuevo y te va a cambiar tu mentalidad, tu manera de ver el mundo, tu manera de ver las cosas. Dios nos quita el corazón terco que tenemos, el corazón necio, y nos da un nuevo corazón.
Efesios 4:22 (RV-60): 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Voy encaminado a explicarles la razón de ¿por qué muchas personas asisten a una iglesia y se pueden sentar por cuarenta años en una silla y nunca recibir transformación en su vida?
Evidentemente hay cambios en la vida de esas personas. Antes se quedaban viendo el futbol y ahora asisten a la iglesia, eso es todo el cambio que hay en la vida de ellos. ¿Pero transformación interna? No existe. ¿Cómo es posible que no pueda haber una transformación interna, si la Biblia está diciendo que Dios cambia el corazón y cambia nuestra manera de pensar? Por ejemplo: Alguien dice: -Mire pastor, yo tengo este problema, y este problema. –Sí, pero Dios te puede cambiar, Dios te puede transformar. -¿Es que yo no veo la manera como Dios me pueda cambiar? –Es que Dios te quita el corazón de carne que tú tienes, te quita el corazón que está acostumbrado a lo malo, y te pone un corazón nuevo, va a poner un cántico nuevo en tus labios, vas a comenzar a vivir una etapa, en tu vida, diferente a la que has vivido antes.
El apóstol Pedro es un ejemplo de una vida transformada. Pedro era un pescador que vivía en Capernaún cerquita del mar de Galilea. Tenía su barco y su casa el hombre. Se cree que los pescadores eran hombres mal hablados, hombres sin letras, y agréguele a eso que Pedro era bien explosivo, hablaba sin pensar. Pero un día, Jesús se aparece en el mar y le dice a Pedro (Lucas 5:10): “Desde ahora serás pescador de hombres”, y a partir de ese día cambia por completo la vida de Pedro. La vida de Pedro también nos enseña que el cambio o transformación, en la vida de una persona, no sucede de la noche a la mañana, sino que toma tiempo. Porque en el evangelio se crece. Fíjate que Pedro andaba con Jesús, ¡y lo negó! Andaba con Jesús y sacó el machete para cortarle la oreja a un soldado. Andaba con Jesús y en el patio de Caifás maldijo, es decir que dijo malas palabras.
Pedro también es un ejemplo de que: “si seguimos a Jesús constantemente, a pesar de nuestras burradas, a pesar de nuestros tropiezos, la vida cambia”. Por eso yo le digo a usted: Pase lo que pase en su vida, no se aleje de Dios, porque lo va a pagar y lo va a pagar caro, no se aleje del Señor. Si te va bien, sigue a Dios. Si te va mal, sigue a Dios. Si estás sano, sigue a Dios. Si estás enfermo, sigue a Dios. Si tienes trabajo, sigue al Señor. Si te quitan el trabajo, sigue al Señor. Pedro nos da el ejemplo que: “Si seguimos a Jesús de una manera constante, Dios te va a hacer una nueva persona.
Hechos 4:13 (NVI): Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que habían estado con Jesús. Esa es la transformación, ¿me entiende?
¿Cómo es posible que una persona como Pedro, que hablaba más de la cuenta, que era impulsivo, pudo ser transformado? Es que eso pasa cuando seguimos a Jesús constantemente, esa es la clave. Déjeme decirles que: fácil no es.
Hay personas aquí en la iglesia que viajan durante una hora para asistir a los servicios de la iglesia, y hacen el esfuerzo los miércoles de venir, no importa lo que les cueste ¿sabe por qué? Porque han entendido que: ¡vale la pena seguir a Jesús! Como también conozco personas que me dicen: “Pastor, nosotros vemos los cultos por internet”. Sí hermano pero, bíblicamente hablando hay que compartir con los hermanos. Bíblicamente hablando hay que poner los dones es al servicio del Señor. Bíblicamente hablando hay que adorar como un solo cuerpo. Bíblicamente hablando tenemos que animarnos los unos a los otros, bendecirnos los unos a los otros. Bíblicamente hablando. No es el evangelio según san usted, no es el evangelio como usted lo concibe; entonces ahí viene la transformación.
Con todo respeto y con todo cariño se lo digo: “Si usted sigue a Jesús solo cuando le sobra tiempo, ¿cómo va a crecer? Es que a usted se le pegan más las costumbres de los amigos con los que comparte, que las costumbres de Jesús. Si Jesús no es prioridad para usted, si el evangelio no es prioridad no podrá ser transformado. Esta es una situación bien delicada; y que le cuesta mucho a los cristianos entender. Ponemos nuestro trabajo primero, ponemos nuestra familia primero, ponemos nuestros hijos primero, ponemos nuestro deporte primero, ponemos nuestros hobbies primero, ponemos nuestros intereses personales primero, y cuando viene la desgracia decimos: ¡Dios mío, tú sabes! ¡Dios mío, tú conoces! ¡Dios mío! La única manera de crecer es siguiendo al Señor de cerca, siempre, todo el tiempo.
Yo ando escuchando sermones, todo el tiempo, escuchando predicadores. Y cuando conozco a algunos pastores les pregunto: ¿A qué predicadores escuchas tú? ¿Qué predicadores escuchas tú? Y me mandan una lista de predicadores, entonces yo escucho predicación, escucho palabra del Señor todo el tiempo. Y fíjate, lo más lindo de todo eso es que: ¡me gozo! Escucho varias veces alguna porción que me gusta, trato de aprenderlo, si no lo entiendo: pregunto a mis hijos que me expliquen; porque quiero crecer, solo así se crece hermanos.
Los gobernantes reconocieron que Pedro y Juan habían andado con Jesús. Yo no sé si cuando sus amigos los ven a ustedes, ¿pueden reconocer que usted ha andado con Jesús? En realidad, vale la pena que piense en esto, hermano, estamos hablando de la eternidad.
María Magdalena es un ejemplo de una persona que tocó fondo y Jesús transformó.
Lucas 8:1-2 (RV-60): 1Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los dice con él, 2y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios. A esta pobre mujer, que tenía siete demonios, Jesús la sanó y ella decidió seguir a Jesús. Dígame: ¿A quién fue la primera persona a la que Jesús se le presentó después de su resurrección? A ella; María Magdalena es un ejemplo de persona transformada, de una vida transformada. También tenemos a Moisés, Abraham, Mateo, Zaqueo; son personas transformadas por El poder del Espíritu de Dios.
En nuestra iglesia, y ustedes lo saben, hay personas que tocaron fondo y Dios las ha transformado. Hace unos años estuvieron aquí en este púlpito y contaron sus testimonios; ¡Y qué testimonios tan valientes, por amor de Dios! No ocultaron nada, no guardaron nada, contaron cada cosa que hicieron antes de conocer a Dios. Nos dijeron cómo tocaron fondo y, cómo Dios fue el único que los pudo transformar. Estas personas han dicho: “de ahí, de ese lodo cenagoso, nos sacó Dios; y puso nuestros pies sobre roca firme. Y puso un cántico nuevo en nuestros labios. Y ahora, por la gracia del Señor, somos nuevas criaturas”. Lo que te quiero decir es que: “Dios puede cambiar tu vida, no importa si has tocado fondo, no importa la situación que estés viviendo, Dios puede cambiar tu vida”.
Hay matrimonios que llegaron terminados a nuestra iglesia y Dios les enseñó a convivir, porque solo el poder de Dios puede hacer la diferencia iglesia, solamente el poder de Dios. Ellos aprendieron a entenderse, aprendieron a convivir. Una pareja me dijo a mí un día: -Pastor nosotros nunca habíamos recibido una clase para matrimonio, como lo estamos recibiendo ahora. Nunca habíamos visto lo que la Biblia dice que el matrimonio no está basado en las emociones sino en el compromiso.
Personas llegaron a esta iglesia con enfermedades graves y Dios los ha transformado. Personas que por mucho tiempo creyeron que se comportan de una manera determinada, porque su abuelo era así, porque su abuela era así, porque su papá era de esa manera; pero llegaron a entender que: cuando una persona viene a los pies de Jesucristo, nacemos de una simiente incorruptible que es la simiente del Padre celestial. Y es Dios quien te hace una nueva criatura, y te dice: “las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. Ya no se pueden seguir justificando nuestros actos.
Recuerdo a la señora Joyce Mayer, en uno de sus testimonios, dijo que su padrastro abusaba de ella y que le había contado a su mamá, pero no le creyó. Ella dice: Y él sabe, este señor sabe, lo que hizo conmigo cuando yo era una niña de 12 añitos; sin embargo, cuando yo crecí y conocí el evangelio, conocí a Jesucristo, fui lavada con la sangre preciosa de Jesús. Siempre pensé que mí carácter tenía que ver con lo que me había sucedido en la infancia, pero Dios la confrontó. Ella cuenta que un día Dios le puso en el corazón, le dijo: Bueno, ya tienes dinero suficiente, quiero que vayas y le compres una casa a tu mamá. Y ella dijo: no, porque también va a vivir ahí mi papá, y yo no quiero que él viva en ese lugar. Hasta que Dios le cambió el corazón, y la transformó por completo. Yo fui y le dije a él (al padre): tú y yo sabemos lo que tú hiciste. Y, ¿sabes algo? Aunque tú no me pidas perdón: yo te perdono. Porque la sangre de Cristo me ha perdonado a mí, y si yo no perdono a mi prójimo Dios no me perdona. Cuando la Biblia dice: que, si no perdonamos a los hombres sus ofensas, tampoco nuestro Padre celestial nos perdona nuestras ofensas. Dios sigue haciendo maravillas. Dios puede cambiar vidas. Dios transforma vidas.
Nicky Cruz, era conocido en Brooklyn, Manhattan como un peligroso peleador de cuchillos. A los 19 años, era el jefe de la pandilla que se consideraba la más violenta de New York. Pero un día, en ese barrio se encontró a un hombre, David Wilkerson, un predicador que llegó hasta Nicky Cruz y le dijo: Nicky, Jesús te ama. Y Nicky le dijo: te voy a matar. El predicador le dijo: Jesús te ama. Este pandillero le respondió: te voy a matar. Y fueron tantas las veces que el predicador le decía: Jesús te ama, que Nicky le dijo un día: Te voy a hacer mil pedazos. Y David le dijo: Me vas a hacer mil pedazos, pero, quiero que sepas que cada pedazo de mi cuerpo te va a gritar: Nicky Jesús te ama. Y un día Nicky Cruz entregó su vida al Señor Jesucristo, y fue transformado. Él se presentó a la policía, entregó todas sus armas, y dijo los crímenes que él había cometido. Hoy todavía está vivo, tiene 85 años. David Wilkerson falleció, pero dio inicio a un ministerio llamado Teen Challenge.
Cuando para usted un hombre no tiene perdón de Dios, solo debe preguntarse: ¿Usted cree que la sangre de Cristo no es poderosa para perdonar cualquier pecado? Por supuesto que sí, hermano. El asombroso poder de Dios cambia vidas. Dios cambia vidas iglesia y puede cambiar la suya. Usted podrá estar metido en el peor de los negocios, usted podrá estar metido en el peor de los pantanos, usted podrá estar metido en una situación de la que usted cree que nadie lo puede sacar; pero déjeme decirle que Dios tiene poder. Dios tiene poder para transformar vidas.
Dios no va a cambiar a una persona, si esa persona no quiere cambiar.
2 Crónicas 7:14 (RV-60): si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Mire, las cuatro cosas que le voy a decir, son imperativas, para poder cambiar. Es necesario: Humildad, Fe, Buscar a Dios y Deseo de querer cambiar.
Humildad: Sin humildad, es imposible. El orgullo de algunas personas es tan grande, es más grande que su propia fe y que el temor de Dios.
Fe. Debemos orar con fe hermanos.
Buscar a Dios: Hay que buscar el rostro de Dios. No espere usted que Dios lo vaya a buscar a su casa. No, usted busque a Dios.
Deseo de querer cambiar. Por eso dije: si una persona se resiste, si una persona cree que está bien, así como está; mi querido y amado hermano, créame: Dios no va a cambiar a una persona, si esa persona no quiere cambiar.
Esto lo voy a decir con cuidado, porque puede que algunas personas no estén de acuerdo.
Dios nunca ha cambiado a alguien más, por la oración de una persona. ¿Sabe por qué razón? Porque es sobreponerse a la voluntad de esa persona. Dios no se va a sobreponer a la voluntad de una persona, que se resiste a que Dios lo cambie.
Le explico: yo no puedo pedirle a Dios que cambie a mi esposa internamente. Yo debo orar, yo lo que puedo hacer es orar para pedirle al Señor: “Por favor Señor, ponle obstáculos a mi esposa para que ella llegue a reconocer que te necesita”. Eso sí puedo hacerlo. Porque de lo contrario, Dios hubiera cambiado a Adán y a Eva en el huerto, Él solo les dio instrucciones.
Dios lo puede cambiar a usted, me puede cambiar a mí; pero que yo le diga al Señor que cambie a fulano, créame hermano: no va a pasar nada. Porque es la persona quien tiene que desear voluntariamente ser humilde, tiene que humillarse. Voluntariamente tiene que activar su fe, voluntariamente tiene que buscar a Dios y voluntariamente tiene que desear un cambio, una transformación real en su vida.
Para tener una vida transformada necesitamos la intervención de Dios, solo Dios hermano, solo Dios, nada más, solo Dios puede transformar vidas. Nadie te puede cambiar el mal humor, tu mal temperamento, lo tóxico en quien te has convertido; nadie te puede dar la esperanza que te puede dar Dios. Nadie te puede dar la paz, como te la da Dios. Nadie te puede dar el dominio propio, solo Dios. Le digo más: no existe ninguna situación que te quite la ansiedad. Usted sabe que los medicamentos que han surgido hoy en día, lastimosamente complican más a las personas. La ansiedad, los temores, la angustia, las preocupaciones en tu vida, solo puede cambiarlas Dios, nadie más que Dios.
Dios no solamente cambió mi vida, también cambió mi destino.
La Biblia dice que la paga del pecado es muerte, y es muerte espiritual. Ningún ser humano merece el cielo. Los seres humanos merecemos el infierno, por nuestros pecados. Porque todos hemos pecado. (Romanos 3:23) Por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios. Pero un día ese Dios de la gloria, ese Dios de poder, puso los ojos sobre nosotros y tuvo compasión de nuestras almas.
Es que no existe otra explicación, ni por su linda cara, ni por su lindo cuerpo, ni por sus buenas obras. No existe razón, motivo o circunstancia; la única respuesta es: por su gracia y su misericordia. Y cuando estábamos destino al infierno, la preciosa sangre de Cristo nos lavó, nos purificó. Y por la gracia bendita de mi Señor, el día que nosotros partimos de este mundo nos vamos a encontrar con el Señor Jesucristo en la Gloria. Por eso dijo Él (Juan 14:2-3): En la casa de mi Padre muchas moradas hay; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Para que donde yo estoy, vosotros también estén conmigo. No solo cambió nuestras vidas, sino que también cambió nuestro destino.
Demos gracias a Dios: Padre querido, te alabamos Señor. Te bendecimos en esta hora por esta hermosa palabra. Gracias por el milagro de la transformación. El apóstol Pablo dice: Y esto eráis, pero ahora habéis sido transformados. Pero ahora somos nuevas criaturas. Ahora Señor, has puesto un cántico en nuestros labios para gloria de tu nombre. Ahora nos has enseñado el valor de la comunión contigo. Nos has dado aprecio por esa gracia que no conocíamos, gracia salvadora, gracia maravillosa. Una misericordia que es nueva cada día. Te adoramos Señor, te bendecimos y te reconocemos como el único Dios verdadero, el único en el cual hay salvación.
Mientras todos oramos; si usted nunca antes ha recibido a Cristo, yo quiero invitarlo en esta hora para que le abra su corazón a Jesús. Le invito para que haga conmigo esta oración ahí donde usted está: Señor Jesús, en este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Te doy gracias por Jesucristo, quien puso su cuerpo y derramó su sangre en la cruz del Calvario. Gracias Señor por salvarme. Me arrepiento de mis pecados, y en este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida, y recibo a Jesús como el Señor y Salvador de mi alma. Si usted hizo esta oración, ahí donde está, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su Bendita palabra.
Señor, atesora esta palabra, que hemos escuchado, en nuestros corazones. Bendice a las personas que han hecho esta oración. Te alabamos, te bendecimos, en el nombre de Jesús; Amén y amén.
Mis queridos y amados hermanos, ¡que la paz de Cristo les acompañe!
Dios cambio mi vida
Diciembre 17, 2023 – 1:30PM | Ezequiel 36:26-27 | Dr. David Rodríguez
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Vamos a abrir la palabra, por favor, en el libro de Ezequiel en la versión: Nueva Traducción Viviente.
Ezequiel 36: 26-27 (NTV): 26Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. 27Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos y se aseguren de obedecer mis ordenanzas.
Ezequiel 36: 26-27 (TLA): 26Yo les daré nueva vida. Haré que cambien su manera de pensar. Entonces dejarán de ser tercos y testarudos, pues yo haré que sean leales y obedientes. 27Pondré mi espíritu en ustedes, y así haré que obedezcan todos mis mandamientos. Amén.
He titulado el mensaje: Dios cambió mi vida.
Yo no sé, ¿cuántos de ustedes saben quién es Ramón Luis Ayala Rodríguez? Él es Daddy Yankee, ese es su nombre. Este puertorriqueño extremadamente conocido en el mundo, le entregó su vida al Señor Jesucristo y dijo: “Dios ha cambiado mi vida. Dejo el reggaetón para vivir para Cristo”. Esto fue una situación reciente en Puerto Rico. Daddy Yankee también dijo: “No es lo mismo vivir una vida de éxito, que una vida con propósito”. Son muchos los cantantes famosos, que conocemos, que son creyentes: Ricardo Montaner, Yuri, Juan Luis Guerra, Lupita, entre otros. Hoy quiero hablar acerca de un cambio de vida.
En mi caminar en el evangelio, he visto dos maneras de cómo Dios cambia la vida de las personas, dos formas.
- Cuando Dios elige a alguien con un propósito definido. Ejemplo: El apóstol Pablo, se cayó del caballo en el que iba, y le dijo Dios (Hechos 9): Saulo, ¿qué te pasa? ¿Qué tienes conmigo? ¿Por qué me persigues? ¿Por qué persigues a la iglesia? Ahí comenzó una historia, que ustedes conocen muy bien. También tenemos el caso de Mateo, quien se encontraba trabajando detrás del banco de los impuestos y el Señor se le acercó y le dijo (Mateo 9:9): Sígueme. Y el hombre dejándolo todo le siguió. Es decir, cuando Dios fija sus ojos en un individuo, en una persona, es porque tiene un propósito con esa persona en particular. Y es ahí donde Dios te sorprende, interrumpe tus planes, y te cambia la vida para siempre.
La otra manera que, en estos 40 años de caminar en el evangelio, he visto es:
- Cuando Dios cambia la vida de aquellas personas que tocaron fondo, personas que llegaron a lo más profundo de una desgracia, donde no podían hacer nada más por ellos mismos; y buscaron a Dios. Personas que tenían éxito, pero que tenían un gran vacío en el corazón. (Como el caso que les acabo de mencionar de este cantante de reggaetón). Personas que no estaban contentos con su vida, esa gente que dice: es que me hace falta algo. Tengo todo lo que el dinero puede comprar, pero me hace falta algo. Personas que atravesaron una crisis, ya sea familiar, matrimonial o de trabajo. Personas que tenían problemas financieros. Personas que vivían en un ambiente de violencia (en mi país muchas personas buscaban a Dios por la situación de guerra que se vivió, por el dolor y el sufrimiento que esto produjo en aquel entonces).
Durante el sermón voy a utilizar la palabra cambio y transformación, de una manera indistinta. Pero me gustaría explicar la diferencia entre cambio y transformación. Quiero que preste atención porque estamos hablando que: Dios cambió mi vida, y me gustaría que usted se pueda preguntar si: ¿Será que Dios ha cambiado la mía?
Cambio: generalmente es exterior, cosmético. Ejemplo: una puede decir: “yo antes iba a la iglesia católica, hoy voy a la iglesia evangélica”. Ese es un cambio exterior; pero, es muy probable que esa persona no haya tenido un cambio en su corazón, un cambio interior. Una persona cambia por un tiempo, y luego vuelve a ser lo que era antes. El cambio hace diferencia entre lo anterior y lo actual, modificando la conducta de esa persona, pero al pasar del tiempo la persona vuelve a ser lo que era antes.
Transformación: Una persona transformada se convierte para siempre. Reemplaza lo viejo por lo nuevo. Es por eso que la Biblia dice que: Dios nos ha hecho nuevas criaturas a nosotros sus hijos, ¡Amén! La transformación es más compleja, modifica los valores y deseos de la persona de la persona.
Entonces, no es lo mismo un cambio que una transformación. Si no se cambia la mente, si no cambia la manera de hacer las cosas, seguiremos en la misma posición; porque el cambio modifica la conducta, pero la transformación modifica los valores. La verdadera transformación ocurre cuando usted ya no es lo que era antes, ya no desea lo que deseaba antes, ya no se comporta como se comportaba antes. En términos bíblicos, transformación: es una nueva creación.
Déjeme decirles algo: “Dios es el único que puede transformar vidas”. Usted puede realizar cambios en su vida con esfuerzo humano. Pero le garantizo que hay cosas que, usted solo, no va a poder cambiar jamás. A menos que busque la ayuda de Dios.
Entonces la pregunta es: ¿Qué hace Dios para transformar vidas?
El pasaje de la escritura que hemos leído dice: Ezequiel 36: 26-27 (NTV): 26Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. Eso quiere decir que Dios te va a dar un corazón nuevo y te va a cambiar tu mentalidad, tu manera de ver el mundo, tu manera de ver las cosas. Dios nos quita el corazón terco que tenemos, el corazón necio, y nos da un nuevo corazón.
Efesios 4:22 (RV-60): 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Voy encaminado a explicarles la razón de ¿por qué muchas personas asisten a una iglesia y se pueden sentar por cuarenta años en una silla y nunca recibir transformación en su vida?
Evidentemente hay cambios en la vida de esas personas. Antes se quedaban viendo el futbol y ahora asisten a la iglesia, eso es todo el cambio que hay en la vida de ellos. ¿Pero transformación interna? No existe. ¿Cómo es posible que no pueda haber una transformación interna, si la Biblia está diciendo que Dios cambia el corazón y cambia nuestra manera de pensar? Por ejemplo: Alguien dice: -Mire pastor, yo tengo este problema, y este problema. –Sí, pero Dios te puede cambiar, Dios te puede transformar. -¿Es que yo no veo la manera como Dios me pueda cambiar? –Es que Dios te quita el corazón de carne que tú tienes, te quita el corazón que está acostumbrado a lo malo, y te pone un corazón nuevo, va a poner un cántico nuevo en tus labios, vas a comenzar a vivir una etapa, en tu vida, diferente a la que has vivido antes.
El apóstol Pedro es un ejemplo de una vida transformada. Pedro era un pescador que vivía en Capernaún cerquita del mar de Galilea. Tenía su barco y su casa el hombre. Se cree que los pescadores eran hombres mal hablados, hombres sin letras, y agréguele a eso que Pedro era bien explosivo, hablaba sin pensar. Pero un día, Jesús se aparece en el mar y le dice a Pedro (Lucas 5:10): “Desde ahora serás pescador de hombres”, y a partir de ese día cambia por completo la vida de Pedro. La vida de Pedro también nos enseña que el cambio o transformación, en la vida de una persona, no sucede de la noche a la mañana, sino que toma tiempo. Porque en el evangelio se crece. Fíjate que Pedro andaba con Jesús, ¡y lo negó! Andaba con Jesús y sacó el machete para cortarle la oreja a un soldado. Andaba con Jesús y en el patio de Caifás maldijo, es decir que dijo malas palabras.
Pedro también es un ejemplo de que: “si seguimos a Jesús constantemente, a pesar de nuestras burradas, a pesar de nuestros tropiezos, la vida cambia”. Por eso yo le digo a usted: Pase lo que pase en su vida, no se aleje de Dios, porque lo va a pagar y lo va a pagar caro, no se aleje del Señor. Si te va bien, sigue a Dios. Si te va mal, sigue a Dios. Si estás sano, sigue a Dios. Si estás enfermo, sigue a Dios. Si tienes trabajo, sigue al Señor. Si te quitan el trabajo, sigue al Señor. Pedro nos da el ejemplo que: “Si seguimos a Jesús de una manera constante, Dios te va a hacer una nueva persona.
Hechos 4:13 (NVI): Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que habían estado con Jesús. Esa es la transformación, ¿me entiende?
¿Cómo es posible que una persona como Pedro, que hablaba más de la cuenta, que era impulsivo, pudo ser transformado? Es que eso pasa cuando seguimos a Jesús constantemente, esa es la clave. Déjeme decirles que: fácil no es.
Hay personas aquí en la iglesia que viajan durante una hora para asistir a los servicios de la iglesia, y hacen el esfuerzo los miércoles de venir, no importa lo que les cueste ¿sabe por qué? Porque han entendido que: ¡vale la pena seguir a Jesús! Como también conozco personas que me dicen: “Pastor, nosotros vemos los cultos por internet”. Sí hermano pero, bíblicamente hablando hay que compartir con los hermanos. Bíblicamente hablando hay que poner los dones es al servicio del Señor. Bíblicamente hablando hay que adorar como un solo cuerpo. Bíblicamente hablando tenemos que animarnos los unos a los otros, bendecirnos los unos a los otros. Bíblicamente hablando. No es el evangelio según san usted, no es el evangelio como usted lo concibe; entonces ahí viene la transformación.
Con todo respeto y con todo cariño se lo digo: “Si usted sigue a Jesús solo cuando le sobra tiempo, ¿cómo va a crecer? Es que a usted se le pegan más las costumbres de los amigos con los que comparte, que las costumbres de Jesús. Si Jesús no es prioridad para usted, si el evangelio no es prioridad no podrá ser transformado. Esta es una situación bien delicada; y que le cuesta mucho a los cristianos entender. Ponemos nuestro trabajo primero, ponemos nuestra familia primero, ponemos nuestros hijos primero, ponemos nuestro deporte primero, ponemos nuestros hobbies primero, ponemos nuestros intereses personales primero, y cuando viene la desgracia decimos: ¡Dios mío, tú sabes! ¡Dios mío, tú conoces! ¡Dios mío! La única manera de crecer es siguiendo al Señor de cerca, siempre, todo el tiempo.
Yo ando escuchando sermones, todo el tiempo, escuchando predicadores. Y cuando conozco a algunos pastores les pregunto: ¿A qué predicadores escuchas tú? ¿Qué predicadores escuchas tú? Y me mandan una lista de predicadores, entonces yo escucho predicación, escucho palabra del Señor todo el tiempo. Y fíjate, lo más lindo de todo eso es que: ¡me gozo! Escucho varias veces alguna porción que me gusta, trato de aprenderlo, si no lo entiendo: pregunto a mis hijos que me expliquen; porque quiero crecer, solo así se crece hermanos.
Los gobernantes reconocieron que Pedro y Juan habían andado con Jesús. Yo no sé si cuando sus amigos los ven a ustedes, ¿pueden reconocer que usted ha andado con Jesús? En realidad, vale la pena que piense en esto, hermano, estamos hablando de la eternidad.
María Magdalena es un ejemplo de una persona que tocó fondo y Jesús transformó.
Lucas 8:1-2 (RV-60): 1Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los dice con él, 2y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios. A esta pobre mujer, que tenía siete demonios, Jesús la sanó y ella decidió seguir a Jesús. Dígame: ¿A quién fue la primera persona a la que Jesús se le presentó después de su resurrección? A ella; María Magdalena es un ejemplo de persona transformada, de una vida transformada. También tenemos a Moisés, Abraham, Mateo, Zaqueo; son personas transformadas por El poder del Espíritu de Dios.
En nuestra iglesia, y ustedes lo saben, hay personas que tocaron fondo y Dios las ha transformado. Hace unos años estuvieron aquí en este púlpito y contaron sus testimonios; ¡Y qué testimonios tan valientes, por amor de Dios! No ocultaron nada, no guardaron nada, contaron cada cosa que hicieron antes de conocer a Dios. Nos dijeron cómo tocaron fondo y, cómo Dios fue el único que los pudo transformar. Estas personas han dicho: “de ahí, de ese lodo cenagoso, nos sacó Dios; y puso nuestros pies sobre roca firme. Y puso un cántico nuevo en nuestros labios. Y ahora, por la gracia del Señor, somos nuevas criaturas”. Lo que te quiero decir es que: “Dios puede cambiar tu vida, no importa si has tocado fondo, no importa la situación que estés viviendo, Dios puede cambiar tu vida”.
Hay matrimonios que llegaron terminados a nuestra iglesia y Dios les enseñó a convivir, porque solo el poder de Dios puede hacer la diferencia iglesia, solamente el poder de Dios. Ellos aprendieron a entenderse, aprendieron a convivir. Una pareja me dijo a mí un día: -Pastor nosotros nunca habíamos recibido una clase para matrimonio, como lo estamos recibiendo ahora. Nunca habíamos visto lo que la Biblia dice que el matrimonio no está basado en las emociones sino en el compromiso.
Personas llegaron a esta iglesia con enfermedades graves y Dios los ha transformado. Personas que por mucho tiempo creyeron que se comportan de una manera determinada, porque su abuelo era así, porque su abuela era así, porque su papá era de esa manera; pero llegaron a entender que: cuando una persona viene a los pies de Jesucristo, nacemos de una simiente incorruptible que es la simiente del Padre celestial. Y es Dios quien te hace una nueva criatura, y te dice: “las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. Ya no se pueden seguir justificando nuestros actos.
Recuerdo a la señora Joyce Mayer, en uno de sus testimonios, dijo que su padrastro abusaba de ella y que le había contado a su mamá, pero no le creyó. Ella dice: Y él sabe, este señor sabe, lo que hizo conmigo cuando yo era una niña de 12 añitos; sin embargo, cuando yo crecí y conocí el evangelio, conocí a Jesucristo, fui lavada con la sangre preciosa de Jesús. Siempre pensé que mí carácter tenía que ver con lo que me había sucedido en la infancia, pero Dios la confrontó. Ella cuenta que un día Dios le puso en el corazón, le dijo: Bueno, ya tienes dinero suficiente, quiero que vayas y le compres una casa a tu mamá. Y ella dijo: no, porque también va a vivir ahí mi papá, y yo no quiero que él viva en ese lugar. Hasta que Dios le cambió el corazón, y la transformó por completo. Yo fui y le dije a él (al padre): tú y yo sabemos lo que tú hiciste. Y, ¿sabes algo? Aunque tú no me pidas perdón: yo te perdono. Porque la sangre de Cristo me ha perdonado a mí, y si yo no perdono a mi prójimo Dios no me perdona. Cuando la Biblia dice: que, si no perdonamos a los hombres sus ofensas, tampoco nuestro Padre celestial nos perdona nuestras ofensas. Dios sigue haciendo maravillas. Dios puede cambiar vidas. Dios transforma vidas.
Nicky Cruz, era conocido en Brooklyn, Manhattan como un peligroso peleador de cuchillos. A los 19 años, era el jefe de la pandilla que se consideraba la más violenta de New York. Pero un día, en ese barrio se encontró a un hombre, David Wilkerson, un predicador que llegó hasta Nicky Cruz y le dijo: Nicky, Jesús te ama. Y Nicky le dijo: te voy a matar. El predicador le dijo: Jesús te ama. Este pandillero le respondió: te voy a matar. Y fueron tantas las veces que el predicador le decía: Jesús te ama, que Nicky le dijo un día: Te voy a hacer mil pedazos. Y David le dijo: Me vas a hacer mil pedazos, pero, quiero que sepas que cada pedazo de mi cuerpo te va a gritar: Nicky Jesús te ama. Y un día Nicky Cruz entregó su vida al Señor Jesucristo, y fue transformado. Él se presentó a la policía, entregó todas sus armas, y dijo los crímenes que él había cometido. Hoy todavía está vivo, tiene 85 años. David Wilkerson falleció, pero dio inicio a un ministerio llamado Teen Challenge.
Cuando para usted un hombre no tiene perdón de Dios, solo debe preguntarse: ¿Usted cree que la sangre de Cristo no es poderosa para perdonar cualquier pecado? Por supuesto que sí, hermano. El asombroso poder de Dios cambia vidas. Dios cambia vidas iglesia y puede cambiar la suya. Usted podrá estar metido en el peor de los negocios, usted podrá estar metido en el peor de los pantanos, usted podrá estar metido en una situación de la que usted cree que nadie lo puede sacar; pero déjeme decirle que Dios tiene poder. Dios tiene poder para transformar vidas.
Dios no va a cambiar a una persona, si esa persona no quiere cambiar.
2 Crónicas 7:14 (RV-60): si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Mire, las cuatro cosas que le voy a decir, son imperativas, para poder cambiar. Es necesario: Humildad, Fe, Buscar a Dios y Deseo de querer cambiar.
Humildad: Sin humildad, es imposible. El orgullo de algunas personas es tan grande, es más grande que su propia fe y que el temor de Dios.
Fe. Debemos orar con fe hermanos.
Buscar a Dios: Hay que buscar el rostro de Dios. No espere usted que Dios lo vaya a buscar a su casa. No, usted busque a Dios.
Deseo de querer cambiar. Por eso dije: si una persona se resiste, si una persona cree que está bien, así como está; mi querido y amado hermano, créame: Dios no va a cambiar a una persona, si esa persona no quiere cambiar.
Esto lo voy a decir con cuidado, porque puede que algunas personas no estén de acuerdo.
Dios nunca ha cambiado a alguien más, por la oración de una persona. ¿Sabe por qué razón? Porque es sobreponerse a la voluntad de esa persona. Dios no se va a sobreponer a la voluntad de una persona, que se resiste a que Dios lo cambie.
Le explico: yo no puedo pedirle a Dios que cambie a mi esposa internamente. Yo debo orar, yo lo que puedo hacer es orar para pedirle al Señor: “Por favor Señor, ponle obstáculos a mi esposa para que ella llegue a reconocer que te necesita”. Eso sí puedo hacerlo. Porque de lo contrario, Dios hubiera cambiado a Adán y a Eva en el huerto, Él solo les dio instrucciones.
Dios lo puede cambiar a usted, me puede cambiar a mí; pero que yo le diga al Señor que cambie a fulano, créame hermano: no va a pasar nada. Porque es la persona quien tiene que desear voluntariamente ser humilde, tiene que humillarse. Voluntariamente tiene que activar su fe, voluntariamente tiene que buscar a Dios y voluntariamente tiene que desear un cambio, una transformación real en su vida.
Para tener una vida transformada necesitamos la intervención de Dios, solo Dios hermano, solo Dios, nada más, solo Dios puede transformar vidas. Nadie te puede cambiar el mal humor, tu mal temperamento, lo tóxico en quien te has convertido; nadie te puede dar la esperanza que te puede dar Dios. Nadie te puede dar la paz, como te la da Dios. Nadie te puede dar el dominio propio, solo Dios. Le digo más: no existe ninguna situación que te quite la ansiedad. Usted sabe que los medicamentos que han surgido hoy en día, lastimosamente complican más a las personas. La ansiedad, los temores, la angustia, las preocupaciones en tu vida, solo puede cambiarlas Dios, nadie más que Dios.
Dios no solamente cambió mi vida, también cambió mi destino.
La Biblia dice que la paga del pecado es muerte, y es muerte espiritual. Ningún ser humano merece el cielo. Los seres humanos merecemos el infierno, por nuestros pecados. Porque todos hemos pecado. (Romanos 3:23) Por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios. Pero un día ese Dios de la gloria, ese Dios de poder, puso los ojos sobre nosotros y tuvo compasión de nuestras almas.
Es que no existe otra explicación, ni por su linda cara, ni por su lindo cuerpo, ni por sus buenas obras. No existe razón, motivo o circunstancia; la única respuesta es: por su gracia y su misericordia. Y cuando estábamos destino al infierno, la preciosa sangre de Cristo nos lavó, nos purificó. Y por la gracia bendita de mi Señor, el día que nosotros partimos de este mundo nos vamos a encontrar con el Señor Jesucristo en la Gloria. Por eso dijo Él (Juan 14:2-3): En la casa de mi Padre muchas moradas hay; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Para que donde yo estoy, vosotros también estén conmigo. No solo cambió nuestras vidas, sino que también cambió nuestro destino.
Demos gracias a Dios: Padre querido, te alabamos Señor. Te bendecimos en esta hora por esta hermosa palabra. Gracias por el milagro de la transformación. El apóstol Pablo dice: Y esto eráis, pero ahora habéis sido transformados. Pero ahora somos nuevas criaturas. Ahora Señor, has puesto un cántico en nuestros labios para gloria de tu nombre. Ahora nos has enseñado el valor de la comunión contigo. Nos has dado aprecio por esa gracia que no conocíamos, gracia salvadora, gracia maravillosa. Una misericordia que es nueva cada día. Te adoramos Señor, te bendecimos y te reconocemos como el único Dios verdadero, el único en el cual hay salvación.
Mientras todos oramos; si usted nunca antes ha recibido a Cristo, yo quiero invitarlo en esta hora para que le abra su corazón a Jesús. Le invito para que haga conmigo esta oración ahí donde usted está: Señor Jesús, en este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Te doy gracias por Jesucristo, quien puso su cuerpo y derramó su sangre en la cruz del Calvario. Gracias Señor por salvarme. Me arrepiento de mis pecados, y en este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida, y recibo a Jesús como el Señor y Salvador de mi alma. Si usted hizo esta oración, ahí donde está, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su Bendita palabra.
Señor, atesora esta palabra, que hemos escuchado, en nuestros corazones. Bendice a las personas que han hecho esta oración. Te alabamos, te bendecimos, en el nombre de Jesús; Amén y amén.
Mis queridos y amados hermanos, ¡que la paz de Cristo les acompañe!