El mayor regalo que Dios nos puede dar
Febrero 9, 2025 – 2:00PM | Juan 3:2 | Carmen Aguilera
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TRANSCRIPCIÓN
Un día más, un día más que tenemos el privilegio de adorar al mejor Dios que pudiera existir, al Rey de reyes y Señor de señores. ¡Qué privilegio poder haberlo conocido! ¡Qué privilegio poder decir que hemos sido salvados por nuestro Dios para una eternidad! Hermano si usted necesita otra razón aparte de esta, de que usted conoce a Dios y de que ha sido salvado por Él, para ser feliz no tengo más nada que decirle; porque todo lo demás viene por añadidura. Nuestro gozo está basado en Dios, en quién Él es, y por lo que ha hecho por nosotros; y que lo ha hecho por gracia, sin ningún tipo de mérito de nosotros, completamente por su misericordia. Hermano, ¿está usted contento de conocer a Dios? Pero ¿realmente se le nota de verdad? A ver piénselo, ¿se le nota? Yo veo que a algunos no se le nota. ¿Realmente se le nota que usted ha sido regenerado, que usted tiene una nueva vida en Cristo? ¿Se le nota por la mañana, se le nota en lo que dice, se le nota en lo que hace, se le nota en lo que decide? Es maravilloso conocer a personas que realmente hayan sido transformadas por la sangre de Cristo, que no estén sencillamente confiando en que por sus obras, por sus sacramentos o por sus tradiciones, tienen salvación; sino que su salvación solamente está basada en Jesucristo, en esa obra en la cruz, que nos dio vida eterna y nos reconcilió con Él, ¿verdad que sí?
El otro día tuve la oportunidad de reunirme con unos hermanos. ¡Las cosas que hace Dios! Le había dicho a Javier que fuera a mi casa porque íbamos a revisar algo del sitio web, pero también tenía a Ileana, que me dijo: voy a tu casa un momentico a tomarme un café contigo. Y digo: ¡Ay!, tengo los dos; pero bueno, uno viene primero y después viene el otro. Hermanos, acabó la cosa que estuvimos los tres al mismo tiempo: Ileana, Javier y yo, pero nada de hablar de Website. Nos pusimos a hablar de cómo Dios nos había salvado, de cómo lo habíamos conocido, de cómo habíamos recibido a Cristo, de cómo nos había transformado a cada uno de nosotros en una nueva persona totalmente diferente; y cómo Cristo era vivo en nuestras vidas. ¡Qué clase de tarde pasamos! No fue mucho tiempo, pero realmente fue maravilloso, fue un tiempo de Dios. Igualmente cada una de las cosas en nuestras vidas, a veces son así de sorpresa. Y aunque digamos que las historias de nuestras salvaciones son diferentes, hay un montón de elementos comunes.
Hoy vamos a hablar del mayor regalo que Dios nos puede dar: de su salvación. De cómo depende exclusivamente del poder de nuestro Dios, de cómo no depende de nuestras obras, de cómo no depende de nuestros méritos, de cómo no depende de tener las dudas, que no depende de que si yo fallé. No, si usted es salvo usted es salvo, y Dios lo va a perseverar. De esto vamos a estar hablando hoy. Pero empecemos en oración: Padre nuestro, Señor bendito, alabado sea tu nombre. Padre cuánto agradecemos haberte conocido. Señor te pedimos perdón por nuestras faltas, te pedimos perdón por nuestros pecados. Señor pongo en tus manos cada una de las personas que están aquí, aquellos que hemos sido ya regenerados, que tenemos salvación, que tenemos asegurada una eternidad de alabarte y de glorificarte; quiero que salgan hoy de aquí con el corazón lleno de gozo, con el corazón lleno de seguridad en su salvación. Y aquellos que quizás no te conocen o que nunca han puesto su confianza en ti, te pido que hoy sea el día de salvación. Esto te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús, amén.
Vamos a empezar leyendo una porción de la Biblia que ustedes deben conocerse muy bien, la conversación entre Nicodemo y Jesús. ¿Alguien sabe dónde está? En Juan 3, exactamente. Que Dios bendiga la lectura de su palabra.
Juan 3: 2 (Rv-60): 2Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Vemos a Nicodemo tratando de tratar a Jesús como él quería que lo trataran a él. A él le gustaba que lo trataran con deferencia, que lo trataran con halagos, y así trató de venir a Jesús; pero ahí mismo Jesús lo interrumpe, y le dice: Yo te estoy viendo el corazón Nicodemo, yo sé por qué tú has venido aquí de noche, tú eres un fariseo de fariseos. Se piensa que posiblemente Nicodemo haya sido parte del sanedrín, haya sido parte de aquellos 70 ancianos que eran la autoridad religiosa (por decirlo de alguna manera). Jesús le dice: tú no has venido aquí a darme alabanza Nicodemo, tú tienes una duda en tu corazón, tienes una pregunta en tu corazón. Posiblemente ustedes la han tenido también en algún momento, porque yo la tuve.
Fíjese que, en el versículo 2, Nicodemo no había preguntado nada, sin embargo ya Jesús le está respondiendo en el versículo 3.
Juan 3: 3 (Rv-60): 3Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Jesús le dice a Nicodemo: Yo sé que tú crees que por tus obras, por tus sacramentos, por tus tradiciones, por todas las veces que ayunas durante de la semana, tú tienes el ticket al cielo en el bolsillo; y te estoy diciendo que si no naces de nuevo no puedes ir al reino de los cielos.
Hermanos yo recuerdo la primera vez que yo leí esto, hace muchísimos años, yo dije: ¿hay que nacer de nuevo? Y por eso yo me identifico, quizás muchos de ustedes tienen una vida de iglesia y saben lo que es nacer de nuevo, yo tenía la misma pregunta de Nicodemo. No lo vamos a leer completo porque yo sé que ustedes conocen la conversación. Nicodemo le dice: Pero ¿cómo me voy a meter de regreso en mi mamá para nacer de nuevo? ¡Eso no es posible! Y entonces Jesús le dice: No, tienes que nacer del Espíritu, tienes que nacer del Espíritu de Dios.
Y después le dice más adelante ese versículo que todos nos conocemos de memoria:
Juan 3:16 (RV-60): Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Lo que le dijo Jesús a Nicodemo, y lo que me dijeron a mí la primera vez que yo leí la Biblia, fue: tienes que nacer de nuevo del Espíritu de Dios, y tienes que creer en Jesucristo para recibir la vida eterna, no hay otra posibilidad.
Si usted está confiando en la cantidad de dinero que dio para protempo para entrar al cielo, va a estar altamente decepcionado. Cada una de nuestras obras son consecuencia de la salvación. Cuando Dios nos salva, y nos renueva el corazón, y nos cambia de muerte a vida, automáticamente empezamos a hacer cosas que glorifiquen el nombre de Dios; como respaldar protemplo, pero no es al revés el negocio, como lo tenía Nicodemo, y como lo tenemos muchos.
La pregunta de Nicodemo sería válida.
Juan 3:9 (RV-60): Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Fíjense que todavía Nicodemo está pensando que él lo va a poder hacer por sí mismo. Ahí está completamente erróneo, él todavía no entendía, no es algo que Nicodemo tenía que hacer, lo que él tenía que hacer era creer. En primer lugar ten tenía que nacer del Espíritu y en segundo lugar tenía que creer.
Yo me preguntaba: ¿Cuál era la condición de Nicodemo en ese momento? (Y la condición mía también cuando leí por primera vez Juan 3). Aquí Dios está diciendo: Si no naces de nuevo y si no crees en Jesús te vas a ir al infierno.
¿Cuál es la condición de nosotros hermanos antes de recibir salvación? Yo quiero que esta parte la entendamos, porque, considero que es la más importante. ¿Cuál era la condición de Nicodemo? Nicodemo estaba muerto en pecados, estaba muerto en desobediencias, su espíritu estaba muerto. Eso venía desde la desobediencia de Adán y Eva (Génesis), que provocó una muerte espiritual y física. Se rompió la comunión con Dios, esa vida que tenían se había terminado, iban a estar muertos espiritualmente; y encima de eso iba a empezar una degeneración física que los iba a llevar a la muerte. Ese mal se metió dentro de ellos, se metió en la creación y empezó lo que tenemos actualmente: la muerte espiritual. Cada ser humano que desciende de Adán y Eva tiene muerte espiritual, corazón de piedra, desobediencia y enemistad con Dios, cometen pecados. (Ese es el problema de Nicodemo y de nosotros).
Efesios 2: 1-3 (RV-60): 1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Esta era la situación de Nicodemo.
Le digo una vez más hermano: Si usted no tiene a Cristo en el corazón, si usted no ha saboreado ese renacimiento del Espíritu de Dios, por favor, no se vaya de aquí engañado, usted está muerto espiritualmente. Usted puede ser hijo del Papa, eso no hace ningún tipo de cambio; Dios no tiene nietos, ni tiene sobrinos, Dios tiene solamente hijos. Y si usted está muerto espiritualmente, usted está cargando sus pecados. Y ¿qué significan sus pecados? Muerte.
Romanos 3:23 (RV-60): Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. No tiene vuelta para la izquierda, ni para la derecha, todos los que pecaron están destituidos de la gloria de Dios.
Romanos 6:23 (RV-60): Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 2:5 (RV-60): Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.
Hermanos, no sé con qué palabras se lo puedo explicar, si usted está muerto espiritualmente usted no tiene a Cristo en el corazón. Cada uno de los pecados que usted comete desde el día hasta la noche, tal como los cometía yo, cada uno de esos pecados como paga trae muerte, trae condenación, significa que estoy acumulando ira; porque cada pecado es una ofensa contra el Dios de los cielos, y significa que Dios está acumulando ira como pago por ese pecado. Esa era la condición de Nicodemo era una condición de perdición.
Aquí es cuando Dios comienza a meterse en el asunto.
A mí me encantan los versículos que dicen: “pero Dios”, porque cuando uno viene en cualquier situación y te empiezan a decir: estás condenado por tus pecados, estás acumulando ira para el día de la ira, tienes condenación eterna; uno se siente en el piso y con el corazón roto. Pero cuando estás leyendo la Biblia, en ese momento, y sientes que no ha solución entonces llegan estos versículos.
Efesios 2: 4-5 (RV-60): 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).
¡Hay una solución, hay una solución! Es verdad que heredamos nuestra naturaleza de pecado de Adán y Eva, cada uno de nosotros hemos venido a este mundo pecando. Nosotros nacemos con una predisposición para el pecado, para la envidia, para los celos, para el robo, para la codicia, para el adulterio, viene en nuestros genes hermanos. Nosotros estamos condenados con una naturaleza pecaminosa, pero Dios… Si la historia terminara ahí ¿qué? Todos los descendientes de Adán y Eva estarían condenados al infierno, la Biblia sería súper cortica. La diferencia es que ahí no se acaba la historia. Nuestro maravilloso Dios sabía desde el principio, desde antes de la creación, lo que iban a hacer los hombres. Nuestro Dios es omnisciente, Él tenía preparado un plan de salvación. ¡Ay, hermanos!, eso es lo que a mí me da vida cada día. Un plan de salvación perfecto, que no tiene ningún tipo de problema o de defecto. Dice la Biblia que desde el principio de la creación Él ya sabía quiénes eran las personas que iban a recibir salvación. Él nos había escogido para poder darle Gloria en Cristo Jesús con nuestra vida, con nuestras acciones, para una eternidad.
¿Cuál fue el plan de salvación? En primer lugar, si nosotros estábamos muertos en nuestro pecado, Él tenía que darnos vida, ese plan de salvación va a tener que incluir que Él nos va a ayudar a renacer, él va a efectuar ese renacimiento en el Espíritu. En segundo lugar nosotros teníamos una lista de pecados, y por cada uno de esos pecados nosotros merecíamos la muerte y la condenación. Dios tenía que hacer algo con eso, no podía olvidarlo porque sería una contradicción con el carácter de Dios. Entonces alguien tiene que pagar por esos pecados que yo cometí, alguien la tenía que pagar, alguien tenía que morir en mi lugar para que yo tuviera vida. Y la única persona que podía hacer eso era el Hijo de Dios, Jesucristo, Jesucristo hombre, Dios mismo, la segunda persona de la Trinidad. Ese era el plan perfecto de Dios. Él iba a enviar a su Hijo a vivir una vida perfecta en la tierra, la vida que nosotros no podemos vivir. Aquí la vivió, casi 30 años, después fue a la cruz y murió, derramó su sangre muriendo por cada uno de aquellos que iban a creer en Él; para que nosotros podamos tener vida eterna. Dios puede ser al mismo tiempo Dios justo, y el que justifica, ¿por qué? Porque alguien está pagando la culpa, alguien tiene que pagar la culpa de mis borracheras, de mis mentiras, de todas las cosas que yo hice, alguien las tiene que pagar. Y ¿quién las pagó? Mi Cristo, mi Dios, en la cruz. Y entonces ¿qué pasa? Cada uno de mis pecados son puestos en Cristo en la cruz. La ira de Dios fue derramada en Cristo en la cruz. Y ¿cómo quedo yo? Totalmente justificada. Ese es el plan de salvación de Dios. No solamente incluye perdón de pecados. Recuerden que también tengo que recibir una renovación dentro de mí. Mi espíritu debe tener vida, porque si fuera solamente el perdón de pecados al otro día cuando yo saliera yo volvería a pecar, esa naturaleza pecaminosa que había en mí, que heredé de Adán y Eva, alguien la tenía que cambiar. Eso Dios lo hace durante el nuevo nacimiento también.
¿Cuál era el problema que tenía Nicodemo? Tenía: la muerte espiritual, un corazón de piedra, una mente que hacía las cosas que quería Satanás, una lista de pecados por los que merecía condenación y la ira de Dios, y tenía su carne que le pedía que hiciera las pasiones que iban en contra de la ley moral de Dios. La muerte espiritual es resuelta en el renacimiento en el espíritu. Para el corazón de piedra, Dios nos da un corazón de carne.
Ezequiel 36: 26 (RV-60): Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Ezequiel 36: 26-27 (NTV): 26Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. 27Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos y se aseguren de obedecer mis ordenanzas. Dios sabía que estábamos muertos espiritualmente.
Entonces, ¿qué incluía el plan de Dios? Hermanos, no estamos diciendo aquí absolutamente todo lo que incluye la salvación, porque no tendríamos tiempo ni siquiera de empezar; pero digamos que son los puntos más importantes que yo quisiera que usted se lo llevaran en la mano.
Cuando usted no conocía a Cristo usted estaba: muerto espiritualmente, tenía un corazón de piedra, su naturaleza era de cometer pecados, su espíritu estaba muerto. Y en el plan de salvación de Dios, cuando nosotros creemos en Jesús, cuando nosotros ponemos nuestra confianza en Él, y nuestros pecados son perdonados; esto es lo que pasa: Recibimos una nueva vida. Renacemos en Cristo. El espíritu nuestro recibe vida por primera vez. Es un espíritu que va a desear hacer las cosas de Dios. El Espíritu Santo de Dios, la tercera persona de la Trinidad, va a venir a vivir dentro de nosotros. De modo que todos los días, desde que nos levantemos hasta que nos acostemos, el Espíritu Santo de Dios está justo al lado de nosotros, está dentro, está guiándonos, está asesorándonos en cada paso, en cada decisión. Hermanos que maravilla tener este plan de salvación dispuesto por Dios, solamente por gracia. Porque fíjese que, hasta ahora, no hemos hablado ni una sola cosa que diga: y usted tiene que hacer. Dígame, de todo lo que hemos dicho, ¿qué es lo que nosotros tenemos que hacer? El único verbo que hemos usado es: creer. Dios dice que tenemos que creer en Jesús, y Él se encarga del nuevo nacimiento. ¡Esa es la maravilla de la salvación en Dios!
Regresamos a Nicodemo.
Juan 3: 9-10 (RV-60): 9Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? Ahí supuestamente se está refiriendo a lo que decía Ezequiel del corazón de piedra, y que se va a transformar en corazón de carne, y de que Dios va a poner su espíritu en nosotros, Nicodemo debería saberlo.
Con lo que sabemos sobre cuál es el plan de Dios, le está diciendo Jesús a Nicodemo de nuevo:
Juan 3: 16-18 (RV-60): 16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna. 17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Hermanos, este es el plan de Dios, esta es la salvación del Señor
La salvación es tan maravillosa y el plan del Evangelio de Dios es tan sencillo, que usted se lo puede explicar a un niño de 5 años, solamente tiene que saber la diferencia entre el bien y el mal; pero a la vez, es tan complejo que los estudiosos y los teólogos que sean metido a estudiar la salvación dicen que: después de pasarse toda la vida estudiando lo que es la salvación de Dios, solamente han arañado la superficie.
¿Cómo se hace efectiva esta salvación que hemos explicado?
Necesitas nacer de nuevo, necesitas creer en lo que yo voy a hacer, para recibir perdón de pecados y vida eterna; y entonces llega a nosotros exactamente el mismo plan de salvación, el mismo versículo, el mismo mensaje.
Quiero ponerles mi ejemplo, cómo fue en mi vida. Un día a mí me predicaron el evangelio, fue mi esposo que me llamó por teléfono y me explicó el plan de salvación. Yo había escuchado ya varios mensajes y me había dado cuenta que te invitan al final a recibir a Cristo como Señor y Salvador a través de la oración; pero yo realmente no sabía ni si era importante, ni sabía si yo debía hacía esa oración o qué era lo que significaba. Pero en este momento, yo creo que ya Dios había tocado mi corazón, había abierto mis ojos, ya yo había renacido, yo había podido entender que yo necesitaba salvación, que mis pecados tenían que ser perdonados, que tenían que ser puestos en Cristo para yo recibir la justicia de Cristo y empezar una vida nueva. Y eso fue lo que hicimos en esta conversación, él me presentó el plan de salvación, y el problema fue que se cayó la llamada a la mitad de la oración. Entonces yo me quedé con la duda, ¿si yo era salva o no? ¿Acaso me perdonaron la mitad de los pecados? Esas son dudas normales de un de un creyente acabado renacer, no hay ningún problema con eso. Después pude ver que sí, que había sido efectivamente perdonada por Dios.
La salvación es más de lo que les he dicho. La salvación empieza en que:
Dios nos elige desde antes de la creación.
El llamado del evangelio. En algún momento de nuestra vida nos presentan el evangelio de Dios y nos dicen necesitas pedir perdón por tus pecados, necesitas pedir que Cristo sea el Señor de tu vida, necesitas confiar que Dios permitió que Jesús muriera en esa cruz para que tú recibas salvación.
Después viene el nuevo nacimiento, cuando Dios nos toca el corazón y decimos: ¿sabes qué? Sí, yo creo que este es el camino de la salvación.
Después viene la conversión, yo me confieso, confieso mis pecados, me arrepiento (que es la oración que siempre hacemos al final), pero ahí no termina el proceso de la salvación hermanos.
Está la justificación, cada uno de mis pecados fueron perdonados porque fue puesto en Cristo, y su justicia fue puesta en nosotros.
Después viene la adopción, esa es una de las cosas más bellas del Evangelio. Cuando nosotros recibimos salvación venimos a ser parte de la familia de Dios y somos con considerados hijos. Juan 1:12 (RV-60): Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. ¡Qué maravilla hermanos! Los que estamos aquí, que hemos recibido a Cristo somos hermanos y lo vamos a ser para una eternidad. Somos hijos del Dios altísimo, Él nunca nos va a dejar, Él nunca nos va a abandonar. Eso es parte de la adopción.
Después viene la santificación, es un proceso. En el momento que nosotros recibimos a Cristo y nuestros pecados son perdonados somos santificados, pero al mismo tiempo empieza el proceso de transformación. Recuerde que todavía tenemos una mente que necesita ser transformada a la voluntad de Dios, y además está nuestra carne. Si ustedes se fijaron, cuando les dije el plan de salvación le dije: teníamos una muerte espiritual ahora tenemos vida, el corazón de carne ahora y antes era el corazón de piedra, todo muy bien. Pero yo no le dije nada de esta carne, esta carne que antes de la salvación quería hacer las cosas en contra de Dios todavía está fuerte, viva y peleando. A partir de ese momento, durante el proceso de santificación, lo que tenemos que hacer cada día por el resto de nuestra vida es: matar los deseos de la carne y alimentar el espíritu. De modo que cada día, cada vez que yo quiera regresar a los bares, el espíritu me diga: no te es necesario, tú te puedes glorificar en Dios, te puedes gozar en Dios, tú no necesitas alcohol. Cada vez que la carne te diga: necesito ver esa película con pornografía o lo que sea; usted le dice: no, yo no lo necesito porque yo tengo en Cristo todo lo que necesito para una vida de piedad. Es en ese proceso de batalla en el que nos vamos santificando y nos vamos transformando, más y más, tal como es Cristo.
Después viene la perseverancia. Todo va muy bien, yo recibí a Cristo, yo vi que mi mente estaba cambiando, yo vi que mis deseos estaban cambiando, yo vi que tenía una nueva familia (todos ustedes), yo veía que Dios contestaba mis oraciones, yo veía que estaba creciendo (porque eso es parte de la salvación), yo recibo una nueva relación con Cristo y una nueva relación con el pecado, amo más a Dios y odio más a mi pecado. Y yo decía: y ¿qué tal si mañana lo pierdo? Y ¿qué tal si ya mañana yo no siento todo esto que estoy sintiendo hoy? ¿Cómo yo puedo asegurar ser fuerte suficientemente para permanecer en el evangelio? Filipenses 2: 12-13 (RV-60): 12Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no con mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. ¿Quién es el que produce el querer y el hacer? Es Dios, el mismo que me salvó, el mismo que me pasó de muerte a vida, el mismo que creó el plan de salvación desde antes de que yo naciera, el mismo que sabía que ustedes iban a estar aquí hoy escuchando toda esta larga explicación acerca de la salvación. Ese mismo Dios que preparó el plan de salvación, que te salvó y que te regeneró, es el mismo que te va a hacer perseverar en el evangelio hasta el último día de tu vida cuando llegues a la graduación de la salvación, que es la glorificación. Cuando morimos y nos vamos a la gloria con nuestro Señor.
Como les decía, no hay nada más precioso que conocer y estudiar la persona de Dios, y lo que Él ha hecho por nosotros. Lo que Él hizo, lo hizo por gracia, Él no lo hizo por nuestros méritos. Él no tomó en cuenta en cuántos ministerios usted iba a servir. Antes de la creación usted no había nacido y por tanto no había hecho ninguna obra para que mereciera su salvación, así y todo Dios preparó todas las condiciones para que un día usted recibiera a Cristo como Señor y Salvador.
La pregunta es: ¿Qué nos toca a nosotros hacer? Si todo es por gracia, si todo es por fe tal como hemos leído, ¿qué es lo que nos toca a nosotros hacer en toda esta salvación? Creer, hermanos solo tenemos que creer. Todos los que estamos aquí, que hemos recibido a Cristo como Señor y Salvador, hubo un día que nos predicaron el evangelio y nosotros dijimos: “Voy a creer que Dios me está tocando el corazón, voy a creer que hoy es el primer día del resto de mi vida, voy a creer que Dios hoy me va a hacer renacer de muerte a vida, que voy a dejar esta vida de pecado atrás, que Él me va a dar una nueva vida. Voy a creer que voy a ser nueva criatura en Cristo y todas esas cosas de las que me arrepiento van a estar pasadas, voy a creer que Dios existe, voy a creer que lo que me están diciendo es verdad, voy a creer que cada palabra de la Biblia es fiel, voy a creer que si yo pongo mi vida en las manos de Cristo voy a tener vida eterna”.
¿Usted está dispuesto a creer? Aquellos que nunca han creído por primera vez, aquellos que quizás este mensaje se lo han dicho aquí un millón de veces y usted lo ha ido dejando para mañana, para mañana, para mañana, ¿quiere que sea hoy el primer día del resto de su vida?
Entonces, vamos a cerrar en oración: Padre nuestro, Señor bendito, alabado sea tu nombre. Señor nos gozamos en conocerte, nos gozamos en saber que tú eres Dios, Padre Santo. Señor tú eres fiel, tú eres todopoderoso, tú eres omnisciente, tú eres omnipresente, tú eres justo Padre Santo, tú eres generoso, misericordioso, bondadoso, infinito en poder y en amor hacia nosotros. Gracias Señor, ¡cuánto te amamos Padre! Señor queremos agradecerte por haberte conocido, queremos agradecerte por lo que has hecho en nuestra vida hasta hoy, por habernos elegido desde el principio de la creación, por haber permitido que un día nos predicaran el evangelio, por haber transformado nuestro corazón, por habernos hecho justificados delante de ti Señor, por perdonar nuestros pecados, por darnos una nueva vida en Cristo que estamos gozando hoy con las fuerzas que tú nos has dado. Gracias Señor por tu Espíritu en nosotros, que nos sella y nos asegura que siempre vas a estar con nosotros de la mano.
En estos momentos Padre, quiero poner en tus manos a todos aquellos que nunca te han conocido como Señor y Salvador. Que quizás lo que hemos hablado hoy, ha sido la primera vez que lo escuchan como fue un día mi primer día Señor, o quizás lo han escuchado otras veces y han dicho: No, ahora no, más adelante. Padre Santo, te rogamos que tú toques esos corazones, que tú les des la seguridad de que tú existes, de que necesitan perdón de pecados, de que si no reciben perdón de pecados van a condenarse eternamente en el infierno separados de ti, y arriba de eso van a tener una vida perdida Padre. Te pido por cada uno de ellos en este momento, que tú estés tocando corazones, no solamente de los que están estamos aquí sino de los que están escuchando por internet. Padre Santo, tú un día lo hiciste por mí, un día lo hiciste por nosotros, te rogamos que abras ojos Señor y despiertes corazones. Señor te pido que reciban un nuevo espíritu, que pasen de muerte a vida, que puedan ver, que puedan tener fe en que Cristo es la solución para la vida eterna. Que tal como le dijiste a Nicodemo Señor, tú se lo digas a ellos que necesitan nacer de nuevo, y que solamente aquellos que crean en Cristo van a recibir vida eterna.
Si en estos momentos te has sentido que Dios te ha tocado tu corazón, puedes levantar tu mano y alguien se va a acercar y te va a hablar, te va a explicar el plan de salvación, van a orar contigo y te ayudarán en el primer paso del resto de tu vida. Un día todos lo hicimos, y Dios fue tan maravilloso, tan maravilloso, y lo sigue siendo hasta el día de hoy. No tengas pena, no tengas preocupación. Repite esta oración: Padre nuestro, Señor bendito, alabado sea tu nombre. Gracias por haberme traído hoy hasta aquí. Gracias por haber tocado mi corazón. Te pido perdón por mis pecados. Te pido perdón por todas las veces que te he ofendido. Reconozco que no puedo hacer nada para ganar el cielo, que no hay ningún tipo de obra, de tradición o de sacramento que me pueda acercar un milímetro más a ti. Padre te pido perdón por mis pecados. Reconozco que Cristo murió en la cruz por todos aquellos que creen en Él y yo quiero creer en Él. Te pido que mis pecados sean perdonados, que yo reciba nueva vida en Cristo y que Él sea el señor de mi vida. Una vez más te damos gracias, Padre, por cada una de las personas que pueden haber hecho esta oración. Te agradecemos por nuestra vida, por nuestra iglesia, por cada cosa que has hecho en nosotros. Dándote a ti toda la gloria y toda la honra, en el nombre de Cristo Jesús, amén.
El mayor regalo que Dios nos puede dar
Febrero 9, 2025 – 2:00PM | Juan 3:2 | Carmen Aguilera
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Un día más, un día más que tenemos el privilegio de adorar al mejor Dios que pudiera existir, al Rey de reyes y Señor de señores. ¡Qué privilegio poder haberlo conocido! ¡Qué privilegio poder decir que hemos sido salvados por nuestro Dios para una eternidad! Hermano si usted necesita otra razón aparte de esta, de que usted conoce a Dios y de que ha sido salvado por Él, para ser feliz no tengo más nada que decirle; porque todo lo demás viene por añadidura. Nuestro gozo está basado en Dios, en quién Él es, y por lo que ha hecho por nosotros; y que lo ha hecho por gracia, sin ningún tipo de mérito de nosotros, completamente por su misericordia. Hermano, ¿está usted contento de conocer a Dios? Pero ¿realmente se le nota de verdad? A ver piénselo, ¿se le nota? Yo veo que a algunos no se le nota. ¿Realmente se le nota que usted ha sido regenerado, que usted tiene una nueva vida en Cristo? ¿Se le nota por la mañana, se le nota en lo que dice, se le nota en lo que hace, se le nota en lo que decide? Es maravilloso conocer a personas que realmente hayan sido transformadas por la sangre de Cristo, que no estén sencillamente confiando en que por sus obras, por sus sacramentos o por sus tradiciones, tienen salvación; sino que su salvación solamente está basada en Jesucristo, en esa obra en la cruz, que nos dio vida eterna y nos reconcilió con Él, ¿verdad que sí?
El otro día tuve la oportunidad de reunirme con unos hermanos. ¡Las cosas que hace Dios! Le había dicho a Javier que fuera a mi casa porque íbamos a revisar algo del sitio web, pero también tenía a Ileana, que me dijo: voy a tu casa un momentico a tomarme un café contigo. Y digo: ¡Ay!, tengo los dos; pero bueno, uno viene primero y después viene el otro. Hermanos, acabó la cosa que estuvimos los tres al mismo tiempo: Ileana, Javier y yo, pero nada de hablar de Website. Nos pusimos a hablar de cómo Dios nos había salvado, de cómo lo habíamos conocido, de cómo habíamos recibido a Cristo, de cómo nos había transformado a cada uno de nosotros en una nueva persona totalmente diferente; y cómo Cristo era vivo en nuestras vidas. ¡Qué clase de tarde pasamos! No fue mucho tiempo, pero realmente fue maravilloso, fue un tiempo de Dios. Igualmente cada una de las cosas en nuestras vidas, a veces son así de sorpresa. Y aunque digamos que las historias de nuestras salvaciones son diferentes, hay un montón de elementos comunes.
Hoy vamos a hablar del mayor regalo que Dios nos puede dar: de su salvación. De cómo depende exclusivamente del poder de nuestro Dios, de cómo no depende de nuestras obras, de cómo no depende de nuestros méritos, de cómo no depende de tener las dudas, que no depende de que si yo fallé. No, si usted es salvo usted es salvo, y Dios lo va a perseverar. De esto vamos a estar hablando hoy. Pero empecemos en oración: Padre nuestro, Señor bendito, alabado sea tu nombre. Padre cuánto agradecemos haberte conocido. Señor te pedimos perdón por nuestras faltas, te pedimos perdón por nuestros pecados. Señor pongo en tus manos cada una de las personas que están aquí, aquellos que hemos sido ya regenerados, que tenemos salvación, que tenemos asegurada una eternidad de alabarte y de glorificarte; quiero que salgan hoy de aquí con el corazón lleno de gozo, con el corazón lleno de seguridad en su salvación. Y aquellos que quizás no te conocen o que nunca han puesto su confianza en ti, te pido que hoy sea el día de salvación. Esto te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús, amén.
Vamos a empezar leyendo una porción de la Biblia que ustedes deben conocerse muy bien, la conversación entre Nicodemo y Jesús. ¿Alguien sabe dónde está? En Juan 3, exactamente. Que Dios bendiga la lectura de su palabra.
Juan 3: 2 (Rv-60): 2Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Vemos a Nicodemo tratando de tratar a Jesús como él quería que lo trataran a él. A él le gustaba que lo trataran con deferencia, que lo trataran con halagos, y así trató de venir a Jesús; pero ahí mismo Jesús lo interrumpe, y le dice: Yo te estoy viendo el corazón Nicodemo, yo sé por qué tú has venido aquí de noche, tú eres un fariseo de fariseos. Se piensa que posiblemente Nicodemo haya sido parte del sanedrín, haya sido parte de aquellos 70 ancianos que eran la autoridad religiosa (por decirlo de alguna manera). Jesús le dice: tú no has venido aquí a darme alabanza Nicodemo, tú tienes una duda en tu corazón, tienes una pregunta en tu corazón. Posiblemente ustedes la han tenido también en algún momento, porque yo la tuve.
Fíjese que, en el versículo 2, Nicodemo no había preguntado nada, sin embargo ya Jesús le está respondiendo en el versículo 3.
Juan 3: 3 (Rv-60): 3Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Jesús le dice a Nicodemo: Yo sé que tú crees que por tus obras, por tus sacramentos, por tus tradiciones, por todas las veces que ayunas durante de la semana, tú tienes el ticket al cielo en el bolsillo; y te estoy diciendo que si no naces de nuevo no puedes ir al reino de los cielos.
Hermanos yo recuerdo la primera vez que yo leí esto, hace muchísimos años, yo dije: ¿hay que nacer de nuevo? Y por eso yo me identifico, quizás muchos de ustedes tienen una vida de iglesia y saben lo que es nacer de nuevo, yo tenía la misma pregunta de Nicodemo. No lo vamos a leer completo porque yo sé que ustedes conocen la conversación. Nicodemo le dice: Pero ¿cómo me voy a meter de regreso en mi mamá para nacer de nuevo? ¡Eso no es posible! Y entonces Jesús le dice: No, tienes que nacer del Espíritu, tienes que nacer del Espíritu de Dios.
Y después le dice más adelante ese versículo que todos nos conocemos de memoria:
Juan 3:16 (RV-60): Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Lo que le dijo Jesús a Nicodemo, y lo que me dijeron a mí la primera vez que yo leí la Biblia, fue: tienes que nacer de nuevo del Espíritu de Dios, y tienes que creer en Jesucristo para recibir la vida eterna, no hay otra posibilidad.
Si usted está confiando en la cantidad de dinero que dio para protempo para entrar al cielo, va a estar altamente decepcionado. Cada una de nuestras obras son consecuencia de la salvación. Cuando Dios nos salva, y nos renueva el corazón, y nos cambia de muerte a vida, automáticamente empezamos a hacer cosas que glorifiquen el nombre de Dios; como respaldar protemplo, pero no es al revés el negocio, como lo tenía Nicodemo, y como lo tenemos muchos.
La pregunta de Nicodemo sería válida.
Juan 3:9 (RV-60): Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Fíjense que todavía Nicodemo está pensando que él lo va a poder hacer por sí mismo. Ahí está completamente erróneo, él todavía no entendía, no es algo que Nicodemo tenía que hacer, lo que él tenía que hacer era creer. En primer lugar ten tenía que nacer del Espíritu y en segundo lugar tenía que creer.
Yo me preguntaba: ¿Cuál era la condición de Nicodemo en ese momento? (Y la condición mía también cuando leí por primera vez Juan 3). Aquí Dios está diciendo: Si no naces de nuevo y si no crees en Jesús te vas a ir al infierno.
¿Cuál es la condición de nosotros hermanos antes de recibir salvación? Yo quiero que esta parte la entendamos, porque, considero que es la más importante. ¿Cuál era la condición de Nicodemo? Nicodemo estaba muerto en pecados, estaba muerto en desobediencias, su espíritu estaba muerto. Eso venía desde la desobediencia de Adán y Eva (Génesis), que provocó una muerte espiritual y física. Se rompió la comunión con Dios, esa vida que tenían se había terminado, iban a estar muertos espiritualmente; y encima de eso iba a empezar una degeneración física que los iba a llevar a la muerte. Ese mal se metió dentro de ellos, se metió en la creación y empezó lo que tenemos actualmente: la muerte espiritual. Cada ser humano que desciende de Adán y Eva tiene muerte espiritual, corazón de piedra, desobediencia y enemistad con Dios, cometen pecados. (Ese es el problema de Nicodemo y de nosotros).
Efesios 2: 1-3 (RV-60): 1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Esta era la situación de Nicodemo.
Le digo una vez más hermano: Si usted no tiene a Cristo en el corazón, si usted no ha saboreado ese renacimiento del Espíritu de Dios, por favor, no se vaya de aquí engañado, usted está muerto espiritualmente. Usted puede ser hijo del Papa, eso no hace ningún tipo de cambio; Dios no tiene nietos, ni tiene sobrinos, Dios tiene solamente hijos. Y si usted está muerto espiritualmente, usted está cargando sus pecados. Y ¿qué significan sus pecados? Muerte.
Romanos 3:23 (RV-60): Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. No tiene vuelta para la izquierda, ni para la derecha, todos los que pecaron están destituidos de la gloria de Dios.
Romanos 6:23 (RV-60): Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 2:5 (RV-60): Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.
Hermanos, no sé con qué palabras se lo puedo explicar, si usted está muerto espiritualmente usted no tiene a Cristo en el corazón. Cada uno de los pecados que usted comete desde el día hasta la noche, tal como los cometía yo, cada uno de esos pecados como paga trae muerte, trae condenación, significa que estoy acumulando ira; porque cada pecado es una ofensa contra el Dios de los cielos, y significa que Dios está acumulando ira como pago por ese pecado. Esa era la condición de Nicodemo era una condición de perdición.
Aquí es cuando Dios comienza a meterse en el asunto.
A mí me encantan los versículos que dicen: “pero Dios”, porque cuando uno viene en cualquier situación y te empiezan a decir: estás condenado por tus pecados, estás acumulando ira para el día de la ira, tienes condenación eterna; uno se siente en el piso y con el corazón roto. Pero cuando estás leyendo la Biblia, en ese momento, y sientes que no ha solución entonces llegan estos versículos.
Efesios 2: 4-5 (RV-60): 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).
¡Hay una solución, hay una solución! Es verdad que heredamos nuestra naturaleza de pecado de Adán y Eva, cada uno de nosotros hemos venido a este mundo pecando. Nosotros nacemos con una predisposición para el pecado, para la envidia, para los celos, para el robo, para la codicia, para el adulterio, viene en nuestros genes hermanos. Nosotros estamos condenados con una naturaleza pecaminosa, pero Dios… Si la historia terminara ahí ¿qué? Todos los descendientes de Adán y Eva estarían condenados al infierno, la Biblia sería súper cortica. La diferencia es que ahí no se acaba la historia. Nuestro maravilloso Dios sabía desde el principio, desde antes de la creación, lo que iban a hacer los hombres. Nuestro Dios es omnisciente, Él tenía preparado un plan de salvación. ¡Ay, hermanos!, eso es lo que a mí me da vida cada día. Un plan de salvación perfecto, que no tiene ningún tipo de problema o de defecto. Dice la Biblia que desde el principio de la creación Él ya sabía quiénes eran las personas que iban a recibir salvación. Él nos había escogido para poder darle Gloria en Cristo Jesús con nuestra vida, con nuestras acciones, para una eternidad.
¿Cuál fue el plan de salvación? En primer lugar, si nosotros estábamos muertos en nuestro pecado, Él tenía que darnos vida, ese plan de salvación va a tener que incluir que Él nos va a ayudar a renacer, él va a efectuar ese renacimiento en el Espíritu. En segundo lugar nosotros teníamos una lista de pecados, y por cada uno de esos pecados nosotros merecíamos la muerte y la condenación. Dios tenía que hacer algo con eso, no podía olvidarlo porque sería una contradicción con el carácter de Dios. Entonces alguien tiene que pagar por esos pecados que yo cometí, alguien la tenía que pagar, alguien tenía que morir en mi lugar para que yo tuviera vida. Y la única persona que podía hacer eso era el Hijo de Dios, Jesucristo, Jesucristo hombre, Dios mismo, la segunda persona de la Trinidad. Ese era el plan perfecto de Dios. Él iba a enviar a su Hijo a vivir una vida perfecta en la tierra, la vida que nosotros no podemos vivir. Aquí la vivió, casi 30 años, después fue a la cruz y murió, derramó su sangre muriendo por cada uno de aquellos que iban a creer en Él; para que nosotros podamos tener vida eterna. Dios puede ser al mismo tiempo Dios justo, y el que justifica, ¿por qué? Porque alguien está pagando la culpa, alguien tiene que pagar la culpa de mis borracheras, de mis mentiras, de todas las cosas que yo hice, alguien las tiene que pagar. Y ¿quién las pagó? Mi Cristo, mi Dios, en la cruz. Y entonces ¿qué pasa? Cada uno de mis pecados son puestos en Cristo en la cruz. La ira de Dios fue derramada en Cristo en la cruz. Y ¿cómo quedo yo? Totalmente justificada. Ese es el plan de salvación de Dios. No solamente incluye perdón de pecados. Recuerden que también tengo que recibir una renovación dentro de mí. Mi espíritu debe tener vida, porque si fuera solamente el perdón de pecados al otro día cuando yo saliera yo volvería a pecar, esa naturaleza pecaminosa que había en mí, que heredé de Adán y Eva, alguien la tenía que cambiar. Eso Dios lo hace durante el nuevo nacimiento también.
¿Cuál era el problema que tenía Nicodemo? Tenía: la muerte espiritual, un corazón de piedra, una mente que hacía las cosas que quería Satanás, una lista de pecados por los que merecía condenación y la ira de Dios, y tenía su carne que le pedía que hiciera las pasiones que iban en contra de la ley moral de Dios. La muerte espiritual es resuelta en el renacimiento en el espíritu. Para el corazón de piedra, Dios nos da un corazón de carne.
Ezequiel 36: 26 (RV-60): Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Ezequiel 36: 26-27 (NTV): 26Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. 27Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos y se aseguren de obedecer mis ordenanzas. Dios sabía que estábamos muertos espiritualmente.
Entonces, ¿qué incluía el plan de Dios? Hermanos, no estamos diciendo aquí absolutamente todo lo que incluye la salvación, porque no tendríamos tiempo ni siquiera de empezar; pero digamos que son los puntos más importantes que yo quisiera que usted se lo llevaran en la mano.
Cuando usted no conocía a Cristo usted estaba: muerto espiritualmente, tenía un corazón de piedra, su naturaleza era de cometer pecados, su espíritu estaba muerto. Y en el plan de salvación de Dios, cuando nosotros creemos en Jesús, cuando nosotros ponemos nuestra confianza en Él, y nuestros pecados son perdonados; esto es lo que pasa: Recibimos una nueva vida. Renacemos en Cristo. El espíritu nuestro recibe vida por primera vez. Es un espíritu que va a desear hacer las cosas de Dios. El Espíritu Santo de Dios, la tercera persona de la Trinidad, va a venir a vivir dentro de nosotros. De modo que todos los días, desde que nos levantemos hasta que nos acostemos, el Espíritu Santo de Dios está justo al lado de nosotros, está dentro, está guiándonos, está asesorándonos en cada paso, en cada decisión. Hermanos que maravilla tener este plan de salvación dispuesto por Dios, solamente por gracia. Porque fíjese que, hasta ahora, no hemos hablado ni una sola cosa que diga: y usted tiene que hacer. Dígame, de todo lo que hemos dicho, ¿qué es lo que nosotros tenemos que hacer? El único verbo que hemos usado es: creer. Dios dice que tenemos que creer en Jesús, y Él se encarga del nuevo nacimiento. ¡Esa es la maravilla de la salvación en Dios!
Regresamos a Nicodemo.
Juan 3: 9-10 (RV-60): 9Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? Ahí supuestamente se está refiriendo a lo que decía Ezequiel del corazón de piedra, y que se va a transformar en corazón de carne, y de que Dios va a poner su espíritu en nosotros, Nicodemo debería saberlo.
Con lo que sabemos sobre cuál es el plan de Dios, le está diciendo Jesús a Nicodemo de nuevo:
Juan 3: 16-18 (RV-60): 16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna. 17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Hermanos, este es el plan de Dios, esta es la salvación del Señor
La salvación es tan maravillosa y el plan del Evangelio de Dios es tan sencillo, que usted se lo puede explicar a un niño de 5 años, solamente tiene que saber la diferencia entre el bien y el mal; pero a la vez, es tan complejo que los estudiosos y los teólogos que sean metido a estudiar la salvación dicen que: después de pasarse toda la vida estudiando lo que es la salvación de Dios, solamente han arañado la superficie.
¿Cómo se hace efectiva esta salvación que hemos explicado?
Necesitas nacer de nuevo, necesitas creer en lo que yo voy a hacer, para recibir perdón de pecados y vida eterna; y entonces llega a nosotros exactamente el mismo plan de salvación, el mismo versículo, el mismo mensaje.
Quiero ponerles mi ejemplo, cómo fue en mi vida. Un día a mí me predicaron el evangelio, fue mi esposo que me llamó por teléfono y me explicó el plan de salvación. Yo había escuchado ya varios mensajes y me había dado cuenta que te invitan al final a recibir a Cristo como Señor y Salvador a través de la oración; pero yo realmente no sabía ni si era importante, ni sabía si yo debía hacía esa oración o qué era lo que significaba. Pero en este momento, yo creo que ya Dios había tocado mi corazón, había abierto mis ojos, ya yo había renacido, yo había podido entender que yo necesitaba salvación, que mis pecados tenían que ser perdonados, que tenían que ser puestos en Cristo para yo recibir la justicia de Cristo y empezar una vida nueva. Y eso fue lo que hicimos en esta conversación, él me presentó el plan de salvación, y el problema fue que se cayó la llamada a la mitad de la oración. Entonces yo me quedé con la duda, ¿si yo era salva o no? ¿Acaso me perdonaron la mitad de los pecados? Esas son dudas normales de un de un creyente acabado renacer, no hay ningún problema con eso. Después pude ver que sí, que había sido efectivamente perdonada por Dios.
La salvación es más de lo que les he dicho. La salvación empieza en que:
Dios nos elige desde antes de la creación.
El llamado del evangelio. En algún momento de nuestra vida nos presentan el evangelio de Dios y nos dicen necesitas pedir perdón por tus pecados, necesitas pedir que Cristo sea el Señor de tu vida, necesitas confiar que Dios permitió que Jesús muriera en esa cruz para que tú recibas salvación.
Después viene el nuevo nacimiento, cuando Dios nos toca el corazón y decimos: ¿sabes qué? Sí, yo creo que este es el camino de la salvación.
Después viene la conversión, yo me confieso, confieso mis pecados, me arrepiento (que es la oración que siempre hacemos al final), pero ahí no termina el proceso de la salvación hermanos.
Está la justificación, cada uno de mis pecados fueron perdonados porque fue puesto en Cristo, y su justicia fue puesta en nosotros.
Después viene la adopción, esa es una de las cosas más bellas del Evangelio. Cuando nosotros recibimos salvación venimos a ser parte de la familia de Dios y somos con considerados hijos. Juan 1:12 (RV-60): Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. ¡Qué maravilla hermanos! Los que estamos aquí, que hemos recibido a Cristo somos hermanos y lo vamos a ser para una eternidad. Somos hijos del Dios altísimo, Él nunca nos va a dejar, Él nunca nos va a abandonar. Eso es parte de la adopción.
Después viene la santificación, es un proceso. En el momento que nosotros recibimos a Cristo y nuestros pecados son perdonados somos santificados, pero al mismo tiempo empieza el proceso de transformación. Recuerde que todavía tenemos una mente que necesita ser transformada a la voluntad de Dios, y además está nuestra carne. Si ustedes se fijaron, cuando les dije el plan de salvación le dije: teníamos una muerte espiritual ahora tenemos vida, el corazón de carne ahora y antes era el corazón de piedra, todo muy bien. Pero yo no le dije nada de esta carne, esta carne que antes de la salvación quería hacer las cosas en contra de Dios todavía está fuerte, viva y peleando. A partir de ese momento, durante el proceso de santificación, lo que tenemos que hacer cada día por el resto de nuestra vida es: matar los deseos de la carne y alimentar el espíritu. De modo que cada día, cada vez que yo quiera regresar a los bares, el espíritu me diga: no te es necesario, tú te puedes glorificar en Dios, te puedes gozar en Dios, tú no necesitas alcohol. Cada vez que la carne te diga: necesito ver esa película con pornografía o lo que sea; usted le dice: no, yo no lo necesito porque yo tengo en Cristo todo lo que necesito para una vida de piedad. Es en ese proceso de batalla en el que nos vamos santificando y nos vamos transformando, más y más, tal como es Cristo.
Después viene la perseverancia. Todo va muy bien, yo recibí a Cristo, yo vi que mi mente estaba cambiando, yo vi que mis deseos estaban cambiando, yo vi que tenía una nueva familia (todos ustedes), yo veía que Dios contestaba mis oraciones, yo veía que estaba creciendo (porque eso es parte de la salvación), yo recibo una nueva relación con Cristo y una nueva relación con el pecado, amo más a Dios y odio más a mi pecado. Y yo decía: y ¿qué tal si mañana lo pierdo? Y ¿qué tal si ya mañana yo no siento todo esto que estoy sintiendo hoy? ¿Cómo yo puedo asegurar ser fuerte suficientemente para permanecer en el evangelio? Filipenses 2: 12-13 (RV-60): 12Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no con mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. ¿Quién es el que produce el querer y el hacer? Es Dios, el mismo que me salvó, el mismo que me pasó de muerte a vida, el mismo que creó el plan de salvación desde antes de que yo naciera, el mismo que sabía que ustedes iban a estar aquí hoy escuchando toda esta larga explicación acerca de la salvación. Ese mismo Dios que preparó el plan de salvación, que te salvó y que te regeneró, es el mismo que te va a hacer perseverar en el evangelio hasta el último día de tu vida cuando llegues a la graduación de la salvación, que es la glorificación. Cuando morimos y nos vamos a la gloria con nuestro Señor.
Como les decía, no hay nada más precioso que conocer y estudiar la persona de Dios, y lo que Él ha hecho por nosotros. Lo que Él hizo, lo hizo por gracia, Él no lo hizo por nuestros méritos. Él no tomó en cuenta en cuántos ministerios usted iba a servir. Antes de la creación usted no había nacido y por tanto no había hecho ninguna obra para que mereciera su salvación, así y todo Dios preparó todas las condiciones para que un día usted recibiera a Cristo como Señor y Salvador.
La pregunta es: ¿Qué nos toca a nosotros hacer? Si todo es por gracia, si todo es por fe tal como hemos leído, ¿qué es lo que nos toca a nosotros hacer en toda esta salvación? Creer, hermanos solo tenemos que creer. Todos los que estamos aquí, que hemos recibido a Cristo como Señor y Salvador, hubo un día que nos predicaron el evangelio y nosotros dijimos: “Voy a creer que Dios me está tocando el corazón, voy a creer que hoy es el primer día del resto de mi vida, voy a creer que Dios hoy me va a hacer renacer de muerte a vida, que voy a dejar esta vida de pecado atrás, que Él me va a dar una nueva vida. Voy a creer que voy a ser nueva criatura en Cristo y todas esas cosas de las que me arrepiento van a estar pasadas, voy a creer que Dios existe, voy a creer que lo que me están diciendo es verdad, voy a creer que cada palabra de la Biblia es fiel, voy a creer que si yo pongo mi vida en las manos de Cristo voy a tener vida eterna”.
¿Usted está dispuesto a creer? Aquellos que nunca han creído por primera vez, aquellos que quizás este mensaje se lo han dicho aquí un millón de veces y usted lo ha ido dejando para mañana, para mañana, para mañana, ¿quiere que sea hoy el primer día del resto de su vida?
Entonces, vamos a cerrar en oración: Padre nuestro, Señor bendito, alabado sea tu nombre. Señor nos gozamos en conocerte, nos gozamos en saber que tú eres Dios, Padre Santo. Señor tú eres fiel, tú eres todopoderoso, tú eres omnisciente, tú eres omnipresente, tú eres justo Padre Santo, tú eres generoso, misericordioso, bondadoso, infinito en poder y en amor hacia nosotros. Gracias Señor, ¡cuánto te amamos Padre! Señor queremos agradecerte por haberte conocido, queremos agradecerte por lo que has hecho en nuestra vida hasta hoy, por habernos elegido desde el principio de la creación, por haber permitido que un día nos predicaran el evangelio, por haber transformado nuestro corazón, por habernos hecho justificados delante de ti Señor, por perdonar nuestros pecados, por darnos una nueva vida en Cristo que estamos gozando hoy con las fuerzas que tú nos has dado. Gracias Señor por tu Espíritu en nosotros, que nos sella y nos asegura que siempre vas a estar con nosotros de la mano.
En estos momentos Padre, quiero poner en tus manos a todos aquellos que nunca te han conocido como Señor y Salvador. Que quizás lo que hemos hablado hoy, ha sido la primera vez que lo escuchan como fue un día mi primer día Señor, o quizás lo han escuchado otras veces y han dicho: No, ahora no, más adelante. Padre Santo, te rogamos que tú toques esos corazones, que tú les des la seguridad de que tú existes, de que necesitan perdón de pecados, de que si no reciben perdón de pecados van a condenarse eternamente en el infierno separados de ti, y arriba de eso van a tener una vida perdida Padre. Te pido por cada uno de ellos en este momento, que tú estés tocando corazones, no solamente de los que están estamos aquí sino de los que están escuchando por internet. Padre Santo, tú un día lo hiciste por mí, un día lo hiciste por nosotros, te rogamos que abras ojos Señor y despiertes corazones. Señor te pido que reciban un nuevo espíritu, que pasen de muerte a vida, que puedan ver, que puedan tener fe en que Cristo es la solución para la vida eterna. Que tal como le dijiste a Nicodemo Señor, tú se lo digas a ellos que necesitan nacer de nuevo, y que solamente aquellos que crean en Cristo van a recibir vida eterna.
Si en estos momentos te has sentido que Dios te ha tocado tu corazón, puedes levantar tu mano y alguien se va a acercar y te va a hablar, te va a explicar el plan de salvación, van a orar contigo y te ayudarán en el primer paso del resto de tu vida. Un día todos lo hicimos, y Dios fue tan maravilloso, tan maravilloso, y lo sigue siendo hasta el día de hoy. No tengas pena, no tengas preocupación. Repite esta oración: Padre nuestro, Señor bendito, alabado sea tu nombre. Gracias por haberme traído hoy hasta aquí. Gracias por haber tocado mi corazón. Te pido perdón por mis pecados. Te pido perdón por todas las veces que te he ofendido. Reconozco que no puedo hacer nada para ganar el cielo, que no hay ningún tipo de obra, de tradición o de sacramento que me pueda acercar un milímetro más a ti. Padre te pido perdón por mis pecados. Reconozco que Cristo murió en la cruz por todos aquellos que creen en Él y yo quiero creer en Él. Te pido que mis pecados sean perdonados, que yo reciba nueva vida en Cristo y que Él sea el señor de mi vida. Una vez más te damos gracias, Padre, por cada una de las personas que pueden haber hecho esta oración. Te agradecemos por nuestra vida, por nuestra iglesia, por cada cosa que has hecho en nosotros. Dándote a ti toda la gloria y toda la honra, en el nombre de Cristo Jesús, amén.