Siervo de Cristo
Febrero 27, 2023 – 1:30PM | Juan 12:23-24 | Pastor Fernando Galvez
TRANSCRIPCIÓN
Gracias hermanos por todo su apoyo.
Vamos a orar: Padre estamos muy agradecidos por tu amor y gracia. Te damos gracias Señor, por la bendición de conocerte, gracias por la residencia permanente, silenciosa y poderosa de tu Santo Espíritu que obra dentro de nosotros. Gracias por tu gracia transformadora que, nos va renovando nuestro hombre interior cada vez más, como dice el apóstol Pablo nuestro hombre exterior se va desgastando día con día, y nuestro hombre interior se va renovando cada vez más en contra sentido a la declinación de nuestro cuerpo físico. Te damos muchas gracias Señor por esa renovación. Gracias por este proceso de santificación, y te rogamos que en este momento sea tu Santo Espíritu el que hable a través de tu siervo, que abra nuestros corazones, incluyendo el mío. Que sea tu palabra Señor, la que penetre en nuestras vidas, bajo la dirección de tu gracia, de tu Santo Espíritu. Que nuestra vida sea transformada, reconocemos que esa transformación solamente viene de ti, y es para tu gloria; en Cristo Jesús: amén.
Quiero presentarles a ustedes un caso hipotético, un caso imaginario, que tal vez alguno de ustedes pudiese rozarles.
Imagine que una mañana, cualquiera, está saliendo de su casa con tu cónyuge (esposa o esposo) y con tus hijos. Sales a toda prisa, te llevas a tus hijos a la guardería, y después cada uno se va a trabajar. Tienen un día de arduo trabajo, un día complicado. De manera muy diligente hacen su trabajo. Después de ese día arduo, de labor continua; regresan por sus hijos y pues, van a la casa. Abres la puerta de tu casa y, comienza el segundo turno de trabajo. Ya terminó el primer turno, y ahora viene el segundo turno: la casa. En la casa hay cosas que arreglar, hay que bañar a los niños, hay que darles de cenar, hay que lavar ropa y los trastes que van a quedar de la cena; y algunos otros detalles que hay que arreglar en la casa. La gran pregunta es: ¿quién va a hacer qué cosas? ¿Qué le toca a cada quién? ¿Qué le toca a cada uno? Y en ese momento, en esa circunstancia, solamente tú puedes responder de dos maneras. (recordemos que es un caso hipotético).
La primera manera de responder: Te verás como siervo. Quizás, en las meditaciones de tu corazón, estarás orando y le estarás diciendo a Dios: “Señor, tú sabes perfectamente que lo que yo más quiero en este momento es descansar. Yo quiero estar en paz. Yo quiero estar tranquilo(a). Me gustaría que mi cónyuge fuera más comprensivo(a). Que me dijera: no te preocupes, vete a descansar, lee tu Biblia, haz tu devocional que yo voy a acabar con todo esto que hay que hacer. Eso me gustaría Señor, he tenido un día muy difícil, he tenido un día muy complicado.” Sin embargo, si te ves como siervo vas a decir: “Señor por encima de mis deseos, por encima de mis anhelos personales, voy a afianzar mi identidad como siervo. Quiero modelar a Cristo en esta circunstancia particular. Voy a hacer lo que tú quieres que haga Señor, que es servir. Esa es mi identidad, soy un siervo y para eso estoy aquí. Eso es parte de mi significado y de mi propósito como hijo tuyo. Sé que este contexto, es el contexto ideal para modelar lo que significa ser siervo tuyo y afianzar mi identidad cristiana. Como siervo, esa es una forma de responder a esa circunstancia particular.
Pero hay otra forma de responder: tal vez te vas a enojar, llevarás a tus hijos al baño, los bañarás, quizás lo ofendas. Comenzarás a criticar a tu cónyuge, te enojarás, también puedes aventar (tirar, lanzar) las puertas. Lavarás los trastes con malos deseos, y quizás hasta rompas alguno. Y eso es una forma de responder completamente diferente.
Entonces la pregunta antes este caso es fácil: ¿Vas a responder con enojo, con frustración o verás esta circunstancia como una gran oportunidad para darle Gloria a Cristo, modelar y reflejar a Cristo?
Hermanos y amigos, Dios en su Divina Providencia como el Dios soberano que es, permite circunstancias para que nosotros podamos responder como lo que somos: “como siervos”. Porque eso es lo que somos como cristianos.
Lo hace, por ejemplo, cuando un compañero de trabajo no ha terminado sus tareas y tú sabes que tienes las habilidades que ese compañero de trabajo no tiene. Entonces le dices: ¿sabes qué? Yo sé que tú quieres ir a tu casa, pero vas a terminar tarde. Voy a sacrificar parte de mi tiempo, me voy a quedar contigo, te voy a ayudar para que puedas salir rápidamente. Yo te voy a ayudar, cuenta conmigo. Otra forma es cuando un amigo tiene algún desperfecto con su auto y entonces vas a ayudarle, vas a servirle en ese contexto particular. También lo haces cuando alguien llega a esta preciosa comunidad (Canadá) y sabes que esa persona está sola, que está batallando porque extraña a su familia, llora, lamenta que no pueda estar su familia con ella; pero entonces tú decides dedicar tiempo, recursos, para mandarle un mensaje, para invitarlo a cenar, para hacerlo sentir cómodo. Sabiendo que eso te ocupará el tiempo de descansar a solas, de ir al súper mercado, de relajarte; sin embargo, prefieres estar con esa persona que necesita de ti.
Para que algo de esto suceda, es necesario que nosotros estemos dispuestos a despojarnos de nosotros mismos. Son llamados de parte de Dios, pequeños llamados de parte de Dios todos los días, para que nosotros muramos cada día a nosotros mismos. Para que muramos a nuestros propios intereses, dándonos generosamente en favor de los demás para servirles. Esto requiere que nosotros seamos intencionales, es necesario que hagamos a un lado nuestro egoísmo, nuestra comodidad, para darnos generosamente en amor hacia las personas que necesitan de nosotros. Debemos afianzar nuestra identidad como siervos, porque eso es lo que somos. Nosotros no somos grandes Señores, nosotros somos siervos que debemos modelar a Cristo todos los días, y hacerlo con pequeños detalles en nuestra vida cotidiana.
Tal vez te preguntarás: ¿Por qué nosotros como cristianos debemos sacrificarnos y hacer lo que otras personas no hacen? ¿Por qué nosotros los cristianos somos quienes tenemos que morir a nosotros mismos y no otras personas? ¿Debemos servir, solamente, porque somos cristianos? ¿Debemos servir porque es lo correcto? ¿Debemos servir porque debemos ser buenos ciudadanos o, porque en algún momento nosotros también necesitaremos ser servidos por esas personas?
Entre otros textos de la Biblia en Juan capítulo 12 del versículo 23 al 34, el Señor nos da lo que podríamos decir: el fundamento teológico del servicio cristiano. El Señor, en este texto bíblico, nos dice ¿cuál debe ser la motivación que nosotros debemos tener detrás del servicio cristiano? Porque, Dios no solamente nos llama a hacer lo correcto; sino a hacerlo con la motivación correcta. En este pasaje bíblico vemos ese fundamento, esa base teológica, del servicio cristiano.
Juan 12:23-24 (RV-60): 23Jesucristo les respondió diciendo: Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
Hermanos en este momento Jesús estaba anunciando que, en muy poco tiempo, Él estaría de vuelta con el Padre. Esto significaba que nuestro Señor Jesucristo resucitaría, nuestro Señor Jesucristo ascendería y sería recibido en lo más alto de los cielos, en el salón de la corte celestial. El Padre daría la bienvenida al Hijo victorioso en su humanidad. Esta sería la realización, la plena realización, de nuestro Señor Jesucristo en su persona y su obra. Era el rey esperado por los judíos, porque eso es lo que decía la escritura: el rey perfecto que pastorearía a un pueblo; y en este caso que Él ganaría con su propia sangre. Así que: Él ascendió a lo más alto de los cielos, sería coronado de gloria y de honra como lo que es: el Rey de reyes y Señor Señores en su humanidad. Que gobernaría su iglesia, a cada circunstancia, toda la historia humana. en favor de su iglesia; para la gloria de su nombre, para la consumación del reino cuando Él venga por segunda vez. ¡Porque va a venir por segunda vez a establecer su reino por toda la eternidad, y ahí estaremos nosotros!
El Señor ahora está reinando. Él está sentado a la diestra del Padre. Él está intercediendo por nosotros. Él está gobernando toda la historia en favor de nosotros, aún las cosas malas que nos pasan, dice la escritura (Romanos 8:28): Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Así que, el Señor estaba anunciando, precisamente, su Ascensión, pero de manera implícita, el Señor también estaba anunciando su gran humillación. Porque, desde la perspectiva redentora no hay gloria sin cruz, no hay gloria sin sufrimiento. Por tanto, para que el Señor fuera glorificado primero era necesario que fuera humillado y de la peor manera. A partir de ese momento estaba diciendo a los discípulos: que Él estaba entrando (podríamos decir oficialmente) al valle de sombra de muerte, por decirlo de alguna manera. Hasta el punto más alto de su sufrimiento, de su aflicción, que se llevaría a cabo en la cruz.
El Señor comenzaba a experimentar, y lo haría por las siguientes horas, una indecible soledad. Si hay algo que caracterizaría la vida de nuestro Señor Jesucristo en este caminar hacia la cruz, era la soledad. Todos lo abandonarían. Ustedes saben que sus discípulos lo abandonaron, Él sabía que lo abandonarían. Aún aquellos que dijeron: “yo voy a estar contigo hasta el final, y donde quiera que tú vayas”; ellos lo abandonaron. Todas las personas que lo habían loado, todas las personas que le habían glorificado, que le habían exaltado, por lo menos verbalmente; esas mismas personas después estarían diciendo: “crucifíquenle, crucifíquenle.”
Aún el mismo Padre, abandonaría a su Hijo, cuando el Hijo tomó sobre sus hombros la culpa por todos nuestros pecados. Él estaba experimentando intensivamente lo que nosotros experimentaríamos extensivamente; porque a nosotros nos esperaba el infierno por toda la eternidad, pero Él experimentó los terrores del infierno en la misma Cruz. De manera intensiva, la ira del Padre fue sobre el Hijo. El hijo estaba absorbiendo todo el castigo que era por nosotros.
Y hermanos, el quebrantamiento físico no era comparable con el quebrantamiento del Espíritu que el Señor estaba experimentando. Porque muchos a través de la historia de la iglesia han sufrido, muchos fueron quebrantados físicamente y experimentaron lo que el Señor experimentó; pero nadie había experimentado el infierno. El Señor estaba experimentando el infierno en la cruz, por nosotros. Así que el Señor no solo experimentaría los golpes físicos, las humillaciones, los escupitajos, el repudio público; esos dolores y quebrantos, no se comparan al dolor espiritual de experimentar el infierno por nosotros.
De manera muy gráfica, el autor teológico Francisco Lacueva dice que: “Cuando nuestro Señor Jesucristo estaba en la cruz, es como si estuviera entre el cielo y la tierra. Dice de manera muy atinada Francisco: es como si estuviera siendo vomitado por la tierra y dice vomitado por el cielo.” Las personas lo señalaban, lo condenaban, se burlaban de Él, lo vomitaba la humanidad. ¡No te queremos! Eso mismo hacía el cielo, porque Él estaba cargando con la ira del Padre.
Él sabía los agónicos dolores del alma que sufriría. Por eso en Juan 12: 27 (RV-60) dice: Ahora está turbada mi alma. El Señor Jesús estaba diciendo a los discípulos: Estoy por entrar, estoy entrando, al valle de sombra de muerte. Sé lo que me espera. Sé el abandono de mi Padre. Sé el abandono de ustedes. Sé el abandono de todas las personas que decían amarme. Estoy angustiado. Sé perfectamente lo que me va a suceder.
La angustia es el clímax de la ansiedad. Ahora, con el Covid 19, muchas personas estaban ansiosas, y una persona ansiosa sufre mucho espiritualmente. Esto se refleja físicamente de muchas maneras, pero la ansiedad no se compara con la angustia. La angustia es un nivel de sufrimiento espiritual mucho más elevado, mucho más alto que la ansiedad. Jesús dijo: “Estoy angustiado.” Porque sé perfectamente, que en la cruz voy a experimentar el infierno por la humanidad.
Cuando Él dijo que iba a entrar en su gloria, también de manera implícita nos dejó ver que Él iba a ser humillado. Lo vemos de manera más explícita el versículo 24 de Juan 12. Jesús usa la metáfora del grano de trigo para hablar precisamente de su muerte. Presten atención a las palabras esperanzadoras del Señor Jesucristo dice (Juan 12): 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. Así que la muerte de nuestro Señor Jesucristo sería productiva. Dentro del contexto de los versículos 20 al 22, se deja ver con toda claridad la inclusión de los gentiles al reino de Dios. Nosotros estamos aquí porque el grano de trigo cayó en la tierra, porque el Señor murió por nosotros, su muerte fue productiva y nosotros como iglesia somos el fruto de su muerte. Yo soy un pastor Presbiteriano, pero eso es indistinto, soy cristiano. Y me uno a ustedes porque nos une la sangre de Cristo. Podemos tener denominaciones diferentes, pero nos amamos en Cristo. ¡Amén! Su muerte, paradójicamente, produjo vida. Por estos sufrimientos hermanos, nosotros estamos aquí gozando de esta maravillosa comunidad.
Cuando Él se entregó por nosotros, no se entregó con ciertas condiciones, no había ninguna letra chiquita que decía: “Excepto por…” o “Excepto hacia…” o “Excepto para…” El Señor no se reservó absolutamente nada para Él mismo. Al morir en la cruz estuvo dispuesto a darlo todo, es más, renunció a su propia vida con la finalidad de darnos vida a nosotros, Él se despojó de sí mismo.
Filipenses 2: 5-8 (RV-60): 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Tomó forma de siervo siendo el rey glorioso, creador del cielo y de la tierra y de todo cuanto existe, siendo el invicto vencedor, el Dios plenipotenciario; se humilló a sí mismo siendo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. ¿Cómo calificarían ustedes este servicio? ¿Un servicio abnegado? ¿Un servicio hipergeneroso? El Señor se dio por completo en su humanidad, no se reservó nada para Él. Jesucristo estuvo dispuesto a darse sin reserva en favor de personas que no lo merecían, como nosotros. Porque somos, dice la Biblia, pecadores aborrecibles, rebeldes y subordinados. Y, aun así, el Señor se dio para ganar al pueblo pecador.
Nuestro Señor Jesucristo, una vez dijo (Juan 10:18): Nadie me la quita (la vida), sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento lo recibí de mi Padre. Fue una renuncia voluntaria, hermanos, de pura gracia. A veces nuestro servicio está condicionado: “Sí, merece que yo le sirva. No, no merece que yo le sirva.” “Me ha tratado bien, sí lo voy a servir. Me ha tratado mal, no lo voy a servir.”
El Señor sirvió a todos, hasta los que le trataban mal, porque dice la escritura en Romanos 3: 10 (no hay justo, ni aún uno): que no hay ni uno bueno, ni uno. Si a toda la humanidad, como dicen en México, nos meten una licuadora; de todos no se hace uno bueno.
Jesús murió como mediador, sustituto nuestro; quienes debíamos morir éramos nosotros. De este evento sustitutivo y Redentor, único e irrepetible, porque no hay otro Salvador, Jesús extrae un principio aplicable para la vida de cada uno de nosotros, para cada momento de nuestras vidas. Debería ser un estilo de vida para nosotros. ¿Cuál es el principio? Vayamos a Juan 12: 25 (RV-60): El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
El principio es sencillo hermano mío: Tú no estás en esta vida para amarte a ti mismo. Tú no estás en esta vida para vivir para ti mismo. Tú no estás en esta vida para ser feliz pensando en ti mismo, centrándote en ti mismo, ni usando a las personas para tu propio beneficio. Jesús no nos usó para su beneficio, el primariamente se dio en beneficio de nosotros. De alguna forma, lo que el Señor está diciendo es: el que se ama a sí mismo, de tal manera que vive para sí mismo, seguro que va a perder su vida. Pero el que se despoja de sí mismo, con el fin de servir a su prójimo, ese encuentra su vida. Entonces, lo que está diciendo el Señor es que: “El significado de nuestras vidas está en el servicio. Que nosotros encontramos dirección y significado en nuestras vidas cuando nos despojamos de nosotros mismos y nos damos en favor de otras personas para suplir algún servicio que necesitan.”
Yo escuché una persona decir: Es que yo no puedo amar tanto a mi esposa, porque estoy despersonalizándome, y ya no sé ni quién soy. El Señor te dice: que no te despersonaliza el despojarte de ti mismo cuando sirves a otros, te humaniza.
¿Quién es El Hombre? ¿Quién es el ícono de ser humano? Es Cristo Jesús. Todos estamos siendo transformados día a día en un proceso de santificación, para llegar a ser como Cristo Jesús. Cuando seguimos a Cristo y servimos a Cristo sirviendo a los demás, nos estamos pareciendo a Cristo. Entonces, al servir, nosotros nos estamos humanizando más y más, estamos recobrando nuestra humanidad. Cuando vivimos para nosotros mismos, dice la escritura, nos estamos deshumanizando. Este es el sentido invertido de la vida en el evangelio. Por supuesto que esto es una locura para el mundo, es una auténtica locura.
Porque así no es como piensan las personas. Voy a compartir algunas frases que encontré en internet, que no deben hacer, porque así dice el mundo que debemos ser; pero no es lo que dice Jesucristo. La falta de amor propio alimenta tus miedos, por eso no tienes que intentar ser más valiente sino, quererte más. Si tienes la capacidad de amar, ámate a ti primero. Amarse a uno mismo, es el comienzo de un romance de por vida. La vida de cada hombre es el camino hacia sí mismo. Cree en ti y todo será posible. Riégate de amor propio y verás qué bonito floreces. Ningún amor tiene la capacidad de llenar el vacío que dejas cuando no te amas a ti. Esto es lo que el mundo dice hermanos. En este modo de vida, netamente egocéntrico, no se trata de dar; se trata de usar a los demás para obtener lo que quieres. Se trata de que los demás te den, y de usar a las personas, para conseguir lo que quieres.
¿Qué está diciendo Jesús en Juan 12:25? Juan 12:25(RV-60): El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Exactamente lo contrario, a lo que dice el mundo hoy. Dice Jesús: Si tú te amas a ti mismo, si tú vives para ti; y no estás dispuesto a vivir un estilo de vida orientado al servicio en favor de tu prójimo, lo que estás haciendo es perder poco a poco tu vida. El servicio hermanos es el reconocimiento de nuestra identidad como cristianos.
Yo estoy convencido que una de las enseñanzas más importantes de la escritura, es el asunto de la identidad. Si tú no te ves como siervo, no vas a vivir como siervo. Es necesario que el Espíritu Santo vaya transformando nuestra forma de pensar, para que cada vez se apegue más a lo que dice la escritura. La palabra de Dios dice que tú eres un siervo, que tú no estás aquí para que te sirvan, sino que tú estás aquí para servir.
En la sala de consejería, como pastor, este es uno de los grandes problemas que encuentro en los matrimonios. No se quieren servir, los dos se ven como víctimas. “Yo merezco que ella me dé.” “Yo merezco que él me dé.” Así empieza el dinamismo de estas diatribas verbales que no terminan, porque no se ven como siervos. Las personas se casan para ser felices, y para que la otra persona le haga feliz; pero no se casan con una mentalidad de siervos. Los hijos son rebeldes porque no se ven como siervos, se ven como amos y señores; como si los padres tuvieran la obligación de servirles.
El servicio es el reconocimiento de nuestra identidad de siervos. Somos siervos que siguen al siervo por excelencia, no grandes señores.
Juan 12: 26 (RV-60) Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Tú eres un seguidor de Jesús, eres un siervo de Jesús.
Hace rato estábamos cantando que nosotros seamos una luz, que nosotros reflejemos a Cristo. Pocas cosas pueden reflejar más la esencia de lo que significa ser cristiano, y una de ellas es: el verse como siervo, yo estoy aquí para servir.
Hermanos, a veces, cambiar nuestra mentalidad es difícil. Cuando yo llegué a mi segunda iglesia, a pastorear, todos me querían poner en un trono: “porque usted es el pastor.” Hubo una comida un día, y entonces yo tomé la escoba, fui por el agua, la cubeta y me puse a servir. Enseguida hubo hermanos que me decían: “No, no haga eso. Es que usted es el pastor.” Pues con más razón, yo soy quien más debe reflejar a Cristo; porque yo sirvo a Cristo.
Para vivir de esta manera, como siervos, es necesario que haya en nosotros el sentir que hubo en Cristo Jesús. El cual despojándose de sí mismo, tomó la forma de hombre, y se hizo un siervo obediente a su Padre. Fue humillado, hasta la humillación más grande; el Dios creador, del cielo y de la tierra, murió. Fue sepultado y experimentó el infierno en la cruz por nosotros.
Cuando servimos modelamos el evangelio, mostramos de qué se trata la vida cristiana. Por eso la motivación es importante, no solamente servir para portarnos bien. No solamente servir pues para que Dios esté contento conmigo, porque no vivimos por obras, vivimos por gracia.
En el evangelio damos fruto, para la gloria de Dios, con gozo. Decimos: “Yo me gozo en servir, porque esa es mi identidad como cristiano.” Para eso estoy aquí, eso me da una profunda alegría. Pero para que eso suceda, es menester que nos despojemos de nosotros mismos, que renunciemos a nosotros mismos, que renunciemos a nuestro tiempo, renunciamos a nuestra comodidad. Que muramos cada día nosotros mismos, en diferentes circunstancias, en diferentes contextos, Dios nos presenta la oportunidad perfecta para morir un poco cada día nosotros mismos; para que Cristo sea exaltado. Y para que poco a poco vaya siendo cincelada, por el Espíritu Santo en nuestras vidas, la presencia de Cristo. Para que otros puedan decir: “Esta persona tiene algo diferente, tiene algo distinto.”
Así podremos darnos generosa, abierta, y desinteresadamente en servicio a nuestros prójimos. Esto afianza nuestra identidad como los siervos que somos, esto nos humaniza cada día más.
El punto fundamental y la marca, de diferencia entre, servir por obras y servir por el evangelio. ¿Cuál debe ser la motivación para servir? ¿Porque somos cristianos? ¿Porque como que es un pago a Jesús por lo que hizo? ¿Porque esperamos que la persona a la que servimos algún día nos va a servir a nosotros? ¿Porque queremos obedecer la ley y la vemos como una obligación? ¿Porque tenemos que hacerlo? ¿Para que la gente vea que nosotros los cristianos sí lo hacemos? No hermanos, estamos unidos a Cristo. La vida y mente de Cristo opera en nosotros, y como un fruto natural nosotros servimos. En ese servicio, motivado por el evangelio, encontramos alegría, encontramos gozo, encontramos satisfacción en nuestras vidas, y nos alegra el poderlo hacer. Al servir, lo que está sucediendo es que nosotros estamos glorificando a nuestro Señor Jesucristo. ¡A Él sea toda la gloria, toda la honra y todo el honor, Amén!
Oremos:
Señor, te damos muchas gracias porque la vida de Cristo nos muestra que en el servicio hay sacrificio. Que en el servicio hay dolor. Que a veces, en el servicio hay ingratitud, pero te damos muchas gracias Padre; porque nosotros no servimos para recibir algo, servimos porque ya recibimos todo en Cristo. Gracias por la vida de Cristo en nosotros. Permite Señor que cada día estemos dispuestos a morir un poco más, en favor de otros, porque así estaremos sirviéndote a ti y dándote la gloria a ti. Agradecemos Señor por el privilegio que nos das de servirte.
Gracias padre por el mensaje de esta tarde, por la vida de nuestro hermano Fernando y su familia. Que los digas usando en tu obra Señor.
Ahora queremos orar por ese milagro tan grande que es tener a Cristo en el corazón, el perdón de pecados. Si usted está acá y no le ha entregado su vida a Cristo, este es el día, no dejes para mañana lo que puede hacer hoy. El Señor mandó ese mensaje tan precioso, acerca de servirnos los unos a los otros. El Señor fue a la cruz. El que tenía que estar ahí en esa cruz, era usted, era yo; pero Él, en amor y en obediencia fue la cruz. Si usted está acá, póngase de pie y entréguele su vida a Cristo. Los hermanos diáconos están por los pasillos para poder orar con usted y por usted, para que tome la mejor decisión de su vida. Una decisión que cambiará su vida por completo. Si usted está en casita (por internet) y no le ha entregado su vida a Jesús ¿por qué no hace esta oración conmigo? Señor Jesús, yo le recibo hoy como mi único y suficiente salvador personal. Creo que eres Dios, que moriste en la cruz y que resucitaste al tercer día. Señor doy gracias por haber enviado a Jesús a morir en mi lugar. Si usted hizo esta oración conmigo, le invitamos a que busque una iglesia donde pueda congregarse. Si usted vive acá en Canadá, en Vancouver, pues le invitamos a que nos acompañe.
Padre, gracias. Le pedimos Señor que todo lo que recibimos en este tiempo lo podamos poner en práctica por obra; que seamos hacedores de su bendita palabra Señor, gracias en Cristo Jesús: Amén y amén.
¡Que Dios les bendiga iglesia!
Siervo de Cristo
Febrero 27, 2023 – 1:30PM | Juan 12:23-24 | Pastor Fernando Galvez
Etiquetas: febrero 2023, juan, Pastor Fernando Galvez, transcripcion
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TRANSCRIPCIÓN
Gracias hermanos por todo su apoyo.
Vamos a orar: Padre estamos muy agradecidos por tu amor y gracia. Te damos gracias Señor, por la bendición de conocerte, gracias por la residencia permanente, silenciosa y poderosa de tu Santo Espíritu que obra dentro de nosotros. Gracias por tu gracia transformadora que, nos va renovando nuestro hombre interior cada vez más, como dice el apóstol Pablo nuestro hombre exterior se va desgastando día con día, y nuestro hombre interior se va renovando cada vez más en contra sentido a la declinación de nuestro cuerpo físico. Te damos muchas gracias Señor por esa renovación. Gracias por este proceso de santificación, y te rogamos que en este momento sea tu Santo Espíritu el que hable a través de tu siervo, que abra nuestros corazones, incluyendo el mío. Que sea tu palabra Señor, la que penetre en nuestras vidas, bajo la dirección de tu gracia, de tu Santo Espíritu. Que nuestra vida sea transformada, reconocemos que esa transformación solamente viene de ti, y es para tu gloria; en Cristo Jesús: amén.
Quiero presentarles a ustedes un caso hipotético, un caso imaginario, que tal vez alguno de ustedes pudiese rozarles.
Imagine que una mañana, cualquiera, está saliendo de su casa con tu cónyuge (esposa o esposo) y con tus hijos. Sales a toda prisa, te llevas a tus hijos a la guardería, y después cada uno se va a trabajar. Tienen un día de arduo trabajo, un día complicado. De manera muy diligente hacen su trabajo. Después de ese día arduo, de labor continua; regresan por sus hijos y pues, van a la casa. Abres la puerta de tu casa y, comienza el segundo turno de trabajo. Ya terminó el primer turno, y ahora viene el segundo turno: la casa. En la casa hay cosas que arreglar, hay que bañar a los niños, hay que darles de cenar, hay que lavar ropa y los trastes que van a quedar de la cena; y algunos otros detalles que hay que arreglar en la casa. La gran pregunta es: ¿quién va a hacer qué cosas? ¿Qué le toca a cada quién? ¿Qué le toca a cada uno? Y en ese momento, en esa circunstancia, solamente tú puedes responder de dos maneras. (recordemos que es un caso hipotético).
La primera manera de responder: Te verás como siervo. Quizás, en las meditaciones de tu corazón, estarás orando y le estarás diciendo a Dios: “Señor, tú sabes perfectamente que lo que yo más quiero en este momento es descansar. Yo quiero estar en paz. Yo quiero estar tranquilo(a). Me gustaría que mi cónyuge fuera más comprensivo(a). Que me dijera: no te preocupes, vete a descansar, lee tu Biblia, haz tu devocional que yo voy a acabar con todo esto que hay que hacer. Eso me gustaría Señor, he tenido un día muy difícil, he tenido un día muy complicado.” Sin embargo, si te ves como siervo vas a decir: “Señor por encima de mis deseos, por encima de mis anhelos personales, voy a afianzar mi identidad como siervo. Quiero modelar a Cristo en esta circunstancia particular. Voy a hacer lo que tú quieres que haga Señor, que es servir. Esa es mi identidad, soy un siervo y para eso estoy aquí. Eso es parte de mi significado y de mi propósito como hijo tuyo. Sé que este contexto, es el contexto ideal para modelar lo que significa ser siervo tuyo y afianzar mi identidad cristiana. Como siervo, esa es una forma de responder a esa circunstancia particular.
Pero hay otra forma de responder: tal vez te vas a enojar, llevarás a tus hijos al baño, los bañarás, quizás lo ofendas. Comenzarás a criticar a tu cónyuge, te enojarás, también puedes aventar (tirar, lanzar) las puertas. Lavarás los trastes con malos deseos, y quizás hasta rompas alguno. Y eso es una forma de responder completamente diferente.
Entonces la pregunta antes este caso es fácil: ¿Vas a responder con enojo, con frustración o verás esta circunstancia como una gran oportunidad para darle Gloria a Cristo, modelar y reflejar a Cristo?
Hermanos y amigos, Dios en su Divina Providencia como el Dios soberano que es, permite circunstancias para que nosotros podamos responder como lo que somos: “como siervos”. Porque eso es lo que somos como cristianos.
Lo hace, por ejemplo, cuando un compañero de trabajo no ha terminado sus tareas y tú sabes que tienes las habilidades que ese compañero de trabajo no tiene. Entonces le dices: ¿sabes qué? Yo sé que tú quieres ir a tu casa, pero vas a terminar tarde. Voy a sacrificar parte de mi tiempo, me voy a quedar contigo, te voy a ayudar para que puedas salir rápidamente. Yo te voy a ayudar, cuenta conmigo. Otra forma es cuando un amigo tiene algún desperfecto con su auto y entonces vas a ayudarle, vas a servirle en ese contexto particular. También lo haces cuando alguien llega a esta preciosa comunidad (Canadá) y sabes que esa persona está sola, que está batallando porque extraña a su familia, llora, lamenta que no pueda estar su familia con ella; pero entonces tú decides dedicar tiempo, recursos, para mandarle un mensaje, para invitarlo a cenar, para hacerlo sentir cómodo. Sabiendo que eso te ocupará el tiempo de descansar a solas, de ir al súper mercado, de relajarte; sin embargo, prefieres estar con esa persona que necesita de ti.
Para que algo de esto suceda, es necesario que nosotros estemos dispuestos a despojarnos de nosotros mismos. Son llamados de parte de Dios, pequeños llamados de parte de Dios todos los días, para que nosotros muramos cada día a nosotros mismos. Para que muramos a nuestros propios intereses, dándonos generosamente en favor de los demás para servirles. Esto requiere que nosotros seamos intencionales, es necesario que hagamos a un lado nuestro egoísmo, nuestra comodidad, para darnos generosamente en amor hacia las personas que necesitan de nosotros. Debemos afianzar nuestra identidad como siervos, porque eso es lo que somos. Nosotros no somos grandes Señores, nosotros somos siervos que debemos modelar a Cristo todos los días, y hacerlo con pequeños detalles en nuestra vida cotidiana.
Tal vez te preguntarás: ¿Por qué nosotros como cristianos debemos sacrificarnos y hacer lo que otras personas no hacen? ¿Por qué nosotros los cristianos somos quienes tenemos que morir a nosotros mismos y no otras personas? ¿Debemos servir, solamente, porque somos cristianos? ¿Debemos servir porque es lo correcto? ¿Debemos servir porque debemos ser buenos ciudadanos o, porque en algún momento nosotros también necesitaremos ser servidos por esas personas?
Entre otros textos de la Biblia en Juan capítulo 12 del versículo 23 al 34, el Señor nos da lo que podríamos decir: el fundamento teológico del servicio cristiano. El Señor, en este texto bíblico, nos dice ¿cuál debe ser la motivación que nosotros debemos tener detrás del servicio cristiano? Porque, Dios no solamente nos llama a hacer lo correcto; sino a hacerlo con la motivación correcta. En este pasaje bíblico vemos ese fundamento, esa base teológica, del servicio cristiano.
Juan 12:23-24 (RV-60): 23Jesucristo les respondió diciendo: Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
Hermanos en este momento Jesús estaba anunciando que, en muy poco tiempo, Él estaría de vuelta con el Padre. Esto significaba que nuestro Señor Jesucristo resucitaría, nuestro Señor Jesucristo ascendería y sería recibido en lo más alto de los cielos, en el salón de la corte celestial. El Padre daría la bienvenida al Hijo victorioso en su humanidad. Esta sería la realización, la plena realización, de nuestro Señor Jesucristo en su persona y su obra. Era el rey esperado por los judíos, porque eso es lo que decía la escritura: el rey perfecto que pastorearía a un pueblo; y en este caso que Él ganaría con su propia sangre. Así que: Él ascendió a lo más alto de los cielos, sería coronado de gloria y de honra como lo que es: el Rey de reyes y Señor Señores en su humanidad. Que gobernaría su iglesia, a cada circunstancia, toda la historia humana. en favor de su iglesia; para la gloria de su nombre, para la consumación del reino cuando Él venga por segunda vez. ¡Porque va a venir por segunda vez a establecer su reino por toda la eternidad, y ahí estaremos nosotros!
El Señor ahora está reinando. Él está sentado a la diestra del Padre. Él está intercediendo por nosotros. Él está gobernando toda la historia en favor de nosotros, aún las cosas malas que nos pasan, dice la escritura (Romanos 8:28): Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Así que, el Señor estaba anunciando, precisamente, su Ascensión, pero de manera implícita, el Señor también estaba anunciando su gran humillación. Porque, desde la perspectiva redentora no hay gloria sin cruz, no hay gloria sin sufrimiento. Por tanto, para que el Señor fuera glorificado primero era necesario que fuera humillado y de la peor manera. A partir de ese momento estaba diciendo a los discípulos: que Él estaba entrando (podríamos decir oficialmente) al valle de sombra de muerte, por decirlo de alguna manera. Hasta el punto más alto de su sufrimiento, de su aflicción, que se llevaría a cabo en la cruz.
El Señor comenzaba a experimentar, y lo haría por las siguientes horas, una indecible soledad. Si hay algo que caracterizaría la vida de nuestro Señor Jesucristo en este caminar hacia la cruz, era la soledad. Todos lo abandonarían. Ustedes saben que sus discípulos lo abandonaron, Él sabía que lo abandonarían. Aún aquellos que dijeron: “yo voy a estar contigo hasta el final, y donde quiera que tú vayas”; ellos lo abandonaron. Todas las personas que lo habían loado, todas las personas que le habían glorificado, que le habían exaltado, por lo menos verbalmente; esas mismas personas después estarían diciendo: “crucifíquenle, crucifíquenle.”
Aún el mismo Padre, abandonaría a su Hijo, cuando el Hijo tomó sobre sus hombros la culpa por todos nuestros pecados. Él estaba experimentando intensivamente lo que nosotros experimentaríamos extensivamente; porque a nosotros nos esperaba el infierno por toda la eternidad, pero Él experimentó los terrores del infierno en la misma Cruz. De manera intensiva, la ira del Padre fue sobre el Hijo. El hijo estaba absorbiendo todo el castigo que era por nosotros.
Y hermanos, el quebrantamiento físico no era comparable con el quebrantamiento del Espíritu que el Señor estaba experimentando. Porque muchos a través de la historia de la iglesia han sufrido, muchos fueron quebrantados físicamente y experimentaron lo que el Señor experimentó; pero nadie había experimentado el infierno. El Señor estaba experimentando el infierno en la cruz, por nosotros. Así que el Señor no solo experimentaría los golpes físicos, las humillaciones, los escupitajos, el repudio público; esos dolores y quebrantos, no se comparan al dolor espiritual de experimentar el infierno por nosotros.
De manera muy gráfica, el autor teológico Francisco Lacueva dice que: “Cuando nuestro Señor Jesucristo estaba en la cruz, es como si estuviera entre el cielo y la tierra. Dice de manera muy atinada Francisco: es como si estuviera siendo vomitado por la tierra y dice vomitado por el cielo.” Las personas lo señalaban, lo condenaban, se burlaban de Él, lo vomitaba la humanidad. ¡No te queremos! Eso mismo hacía el cielo, porque Él estaba cargando con la ira del Padre.
Él sabía los agónicos dolores del alma que sufriría. Por eso en Juan 12: 27 (RV-60) dice: Ahora está turbada mi alma. El Señor Jesús estaba diciendo a los discípulos: Estoy por entrar, estoy entrando, al valle de sombra de muerte. Sé lo que me espera. Sé el abandono de mi Padre. Sé el abandono de ustedes. Sé el abandono de todas las personas que decían amarme. Estoy angustiado. Sé perfectamente lo que me va a suceder.
La angustia es el clímax de la ansiedad. Ahora, con el Covid 19, muchas personas estaban ansiosas, y una persona ansiosa sufre mucho espiritualmente. Esto se refleja físicamente de muchas maneras, pero la ansiedad no se compara con la angustia. La angustia es un nivel de sufrimiento espiritual mucho más elevado, mucho más alto que la ansiedad. Jesús dijo: “Estoy angustiado.” Porque sé perfectamente, que en la cruz voy a experimentar el infierno por la humanidad.
Cuando Él dijo que iba a entrar en su gloria, también de manera implícita nos dejó ver que Él iba a ser humillado. Lo vemos de manera más explícita el versículo 24 de Juan 12. Jesús usa la metáfora del grano de trigo para hablar precisamente de su muerte. Presten atención a las palabras esperanzadoras del Señor Jesucristo dice (Juan 12): 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. Así que la muerte de nuestro Señor Jesucristo sería productiva. Dentro del contexto de los versículos 20 al 22, se deja ver con toda claridad la inclusión de los gentiles al reino de Dios. Nosotros estamos aquí porque el grano de trigo cayó en la tierra, porque el Señor murió por nosotros, su muerte fue productiva y nosotros como iglesia somos el fruto de su muerte. Yo soy un pastor Presbiteriano, pero eso es indistinto, soy cristiano. Y me uno a ustedes porque nos une la sangre de Cristo. Podemos tener denominaciones diferentes, pero nos amamos en Cristo. ¡Amén! Su muerte, paradójicamente, produjo vida. Por estos sufrimientos hermanos, nosotros estamos aquí gozando de esta maravillosa comunidad.
Cuando Él se entregó por nosotros, no se entregó con ciertas condiciones, no había ninguna letra chiquita que decía: “Excepto por…” o “Excepto hacia…” o “Excepto para…” El Señor no se reservó absolutamente nada para Él mismo. Al morir en la cruz estuvo dispuesto a darlo todo, es más, renunció a su propia vida con la finalidad de darnos vida a nosotros, Él se despojó de sí mismo.
Filipenses 2: 5-8 (RV-60): 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Tomó forma de siervo siendo el rey glorioso, creador del cielo y de la tierra y de todo cuanto existe, siendo el invicto vencedor, el Dios plenipotenciario; se humilló a sí mismo siendo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. ¿Cómo calificarían ustedes este servicio? ¿Un servicio abnegado? ¿Un servicio hipergeneroso? El Señor se dio por completo en su humanidad, no se reservó nada para Él. Jesucristo estuvo dispuesto a darse sin reserva en favor de personas que no lo merecían, como nosotros. Porque somos, dice la Biblia, pecadores aborrecibles, rebeldes y subordinados. Y, aun así, el Señor se dio para ganar al pueblo pecador.
Nuestro Señor Jesucristo, una vez dijo (Juan 10:18): Nadie me la quita (la vida), sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento lo recibí de mi Padre. Fue una renuncia voluntaria, hermanos, de pura gracia. A veces nuestro servicio está condicionado: “Sí, merece que yo le sirva. No, no merece que yo le sirva.” “Me ha tratado bien, sí lo voy a servir. Me ha tratado mal, no lo voy a servir.”
El Señor sirvió a todos, hasta los que le trataban mal, porque dice la escritura en Romanos 3: 10 (no hay justo, ni aún uno): que no hay ni uno bueno, ni uno. Si a toda la humanidad, como dicen en México, nos meten una licuadora; de todos no se hace uno bueno.
Jesús murió como mediador, sustituto nuestro; quienes debíamos morir éramos nosotros. De este evento sustitutivo y Redentor, único e irrepetible, porque no hay otro Salvador, Jesús extrae un principio aplicable para la vida de cada uno de nosotros, para cada momento de nuestras vidas. Debería ser un estilo de vida para nosotros. ¿Cuál es el principio? Vayamos a Juan 12: 25 (RV-60): El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
El principio es sencillo hermano mío: Tú no estás en esta vida para amarte a ti mismo. Tú no estás en esta vida para vivir para ti mismo. Tú no estás en esta vida para ser feliz pensando en ti mismo, centrándote en ti mismo, ni usando a las personas para tu propio beneficio. Jesús no nos usó para su beneficio, el primariamente se dio en beneficio de nosotros. De alguna forma, lo que el Señor está diciendo es: el que se ama a sí mismo, de tal manera que vive para sí mismo, seguro que va a perder su vida. Pero el que se despoja de sí mismo, con el fin de servir a su prójimo, ese encuentra su vida. Entonces, lo que está diciendo el Señor es que: “El significado de nuestras vidas está en el servicio. Que nosotros encontramos dirección y significado en nuestras vidas cuando nos despojamos de nosotros mismos y nos damos en favor de otras personas para suplir algún servicio que necesitan.”
Yo escuché una persona decir: Es que yo no puedo amar tanto a mi esposa, porque estoy despersonalizándome, y ya no sé ni quién soy. El Señor te dice: que no te despersonaliza el despojarte de ti mismo cuando sirves a otros, te humaniza.
¿Quién es El Hombre? ¿Quién es el ícono de ser humano? Es Cristo Jesús. Todos estamos siendo transformados día a día en un proceso de santificación, para llegar a ser como Cristo Jesús. Cuando seguimos a Cristo y servimos a Cristo sirviendo a los demás, nos estamos pareciendo a Cristo. Entonces, al servir, nosotros nos estamos humanizando más y más, estamos recobrando nuestra humanidad. Cuando vivimos para nosotros mismos, dice la escritura, nos estamos deshumanizando. Este es el sentido invertido de la vida en el evangelio. Por supuesto que esto es una locura para el mundo, es una auténtica locura.
Porque así no es como piensan las personas. Voy a compartir algunas frases que encontré en internet, que no deben hacer, porque así dice el mundo que debemos ser; pero no es lo que dice Jesucristo. La falta de amor propio alimenta tus miedos, por eso no tienes que intentar ser más valiente sino, quererte más. Si tienes la capacidad de amar, ámate a ti primero. Amarse a uno mismo, es el comienzo de un romance de por vida. La vida de cada hombre es el camino hacia sí mismo. Cree en ti y todo será posible. Riégate de amor propio y verás qué bonito floreces. Ningún amor tiene la capacidad de llenar el vacío que dejas cuando no te amas a ti. Esto es lo que el mundo dice hermanos. En este modo de vida, netamente egocéntrico, no se trata de dar; se trata de usar a los demás para obtener lo que quieres. Se trata de que los demás te den, y de usar a las personas, para conseguir lo que quieres.
¿Qué está diciendo Jesús en Juan 12:25? Juan 12:25(RV-60): El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Exactamente lo contrario, a lo que dice el mundo hoy. Dice Jesús: Si tú te amas a ti mismo, si tú vives para ti; y no estás dispuesto a vivir un estilo de vida orientado al servicio en favor de tu prójimo, lo que estás haciendo es perder poco a poco tu vida. El servicio hermanos es el reconocimiento de nuestra identidad como cristianos.
Yo estoy convencido que una de las enseñanzas más importantes de la escritura, es el asunto de la identidad. Si tú no te ves como siervo, no vas a vivir como siervo. Es necesario que el Espíritu Santo vaya transformando nuestra forma de pensar, para que cada vez se apegue más a lo que dice la escritura. La palabra de Dios dice que tú eres un siervo, que tú no estás aquí para que te sirvan, sino que tú estás aquí para servir.
En la sala de consejería, como pastor, este es uno de los grandes problemas que encuentro en los matrimonios. No se quieren servir, los dos se ven como víctimas. “Yo merezco que ella me dé.” “Yo merezco que él me dé.” Así empieza el dinamismo de estas diatribas verbales que no terminan, porque no se ven como siervos. Las personas se casan para ser felices, y para que la otra persona le haga feliz; pero no se casan con una mentalidad de siervos. Los hijos son rebeldes porque no se ven como siervos, se ven como amos y señores; como si los padres tuvieran la obligación de servirles.
El servicio es el reconocimiento de nuestra identidad de siervos. Somos siervos que siguen al siervo por excelencia, no grandes señores.
Juan 12: 26 (RV-60) Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Tú eres un seguidor de Jesús, eres un siervo de Jesús.
Hace rato estábamos cantando que nosotros seamos una luz, que nosotros reflejemos a Cristo. Pocas cosas pueden reflejar más la esencia de lo que significa ser cristiano, y una de ellas es: el verse como siervo, yo estoy aquí para servir.
Hermanos, a veces, cambiar nuestra mentalidad es difícil. Cuando yo llegué a mi segunda iglesia, a pastorear, todos me querían poner en un trono: “porque usted es el pastor.” Hubo una comida un día, y entonces yo tomé la escoba, fui por el agua, la cubeta y me puse a servir. Enseguida hubo hermanos que me decían: “No, no haga eso. Es que usted es el pastor.” Pues con más razón, yo soy quien más debe reflejar a Cristo; porque yo sirvo a Cristo.
Para vivir de esta manera, como siervos, es necesario que haya en nosotros el sentir que hubo en Cristo Jesús. El cual despojándose de sí mismo, tomó la forma de hombre, y se hizo un siervo obediente a su Padre. Fue humillado, hasta la humillación más grande; el Dios creador, del cielo y de la tierra, murió. Fue sepultado y experimentó el infierno en la cruz por nosotros.
Cuando servimos modelamos el evangelio, mostramos de qué se trata la vida cristiana. Por eso la motivación es importante, no solamente servir para portarnos bien. No solamente servir pues para que Dios esté contento conmigo, porque no vivimos por obras, vivimos por gracia.
En el evangelio damos fruto, para la gloria de Dios, con gozo. Decimos: “Yo me gozo en servir, porque esa es mi identidad como cristiano.” Para eso estoy aquí, eso me da una profunda alegría. Pero para que eso suceda, es menester que nos despojemos de nosotros mismos, que renunciemos a nosotros mismos, que renunciemos a nuestro tiempo, renunciamos a nuestra comodidad. Que muramos cada día nosotros mismos, en diferentes circunstancias, en diferentes contextos, Dios nos presenta la oportunidad perfecta para morir un poco cada día nosotros mismos; para que Cristo sea exaltado. Y para que poco a poco vaya siendo cincelada, por el Espíritu Santo en nuestras vidas, la presencia de Cristo. Para que otros puedan decir: “Esta persona tiene algo diferente, tiene algo distinto.”
Así podremos darnos generosa, abierta, y desinteresadamente en servicio a nuestros prójimos. Esto afianza nuestra identidad como los siervos que somos, esto nos humaniza cada día más.
El punto fundamental y la marca, de diferencia entre, servir por obras y servir por el evangelio. ¿Cuál debe ser la motivación para servir? ¿Porque somos cristianos? ¿Porque como que es un pago a Jesús por lo que hizo? ¿Porque esperamos que la persona a la que servimos algún día nos va a servir a nosotros? ¿Porque queremos obedecer la ley y la vemos como una obligación? ¿Porque tenemos que hacerlo? ¿Para que la gente vea que nosotros los cristianos sí lo hacemos? No hermanos, estamos unidos a Cristo. La vida y mente de Cristo opera en nosotros, y como un fruto natural nosotros servimos. En ese servicio, motivado por el evangelio, encontramos alegría, encontramos gozo, encontramos satisfacción en nuestras vidas, y nos alegra el poderlo hacer. Al servir, lo que está sucediendo es que nosotros estamos glorificando a nuestro Señor Jesucristo. ¡A Él sea toda la gloria, toda la honra y todo el honor, Amén!
Oremos:
Señor, te damos muchas gracias porque la vida de Cristo nos muestra que en el servicio hay sacrificio. Que en el servicio hay dolor. Que a veces, en el servicio hay ingratitud, pero te damos muchas gracias Padre; porque nosotros no servimos para recibir algo, servimos porque ya recibimos todo en Cristo. Gracias por la vida de Cristo en nosotros. Permite Señor que cada día estemos dispuestos a morir un poco más, en favor de otros, porque así estaremos sirviéndote a ti y dándote la gloria a ti. Agradecemos Señor por el privilegio que nos das de servirte.
Gracias padre por el mensaje de esta tarde, por la vida de nuestro hermano Fernando y su familia. Que los digas usando en tu obra Señor.
Ahora queremos orar por ese milagro tan grande que es tener a Cristo en el corazón, el perdón de pecados. Si usted está acá y no le ha entregado su vida a Cristo, este es el día, no dejes para mañana lo que puede hacer hoy. El Señor mandó ese mensaje tan precioso, acerca de servirnos los unos a los otros. El Señor fue a la cruz. El que tenía que estar ahí en esa cruz, era usted, era yo; pero Él, en amor y en obediencia fue la cruz. Si usted está acá, póngase de pie y entréguele su vida a Cristo. Los hermanos diáconos están por los pasillos para poder orar con usted y por usted, para que tome la mejor decisión de su vida. Una decisión que cambiará su vida por completo. Si usted está en casita (por internet) y no le ha entregado su vida a Jesús ¿por qué no hace esta oración conmigo? Señor Jesús, yo le recibo hoy como mi único y suficiente salvador personal. Creo que eres Dios, que moriste en la cruz y que resucitaste al tercer día. Señor doy gracias por haber enviado a Jesús a morir en mi lugar. Si usted hizo esta oración conmigo, le invitamos a que busque una iglesia donde pueda congregarse. Si usted vive acá en Canadá, en Vancouver, pues le invitamos a que nos acompañe.
Padre, gracias. Le pedimos Señor que todo lo que recibimos en este tiempo lo podamos poner en práctica por obra; que seamos hacedores de su bendita palabra Señor, gracias en Cristo Jesús: Amén y amén.
¡Que Dios les bendiga iglesia!