¿Donde están los que recibieron un favor?
Enero 9,2022 – 1:30pm | Lucas 17:17 | Dr David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
El último domingo del año pasado, prediqué un mensaje al mediodía que se llamó: “Cuando Dios hace preguntas”. En este mediodía me gustaría continuar con el mismo mensaje, solo que en aquel entonces, fue una pregunta y hoy es otra pregunta.
Vamos a leer (RV-60) Lucas 17, del versículo 11 al 19: 11Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18¿No hubo quien volviese y diese Gloria a Dios sino este extranjero? 19Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
Vamos a orar: Señor yo te pido en tu nombre, Espíritu Santo de Dios, que personas que necesitan escuchar este mensaje, lo escuchen. Que abran sus corazones y que puedan reconocer las verdades de las cuales vamos a hablar en estos próximos minutos. En tus manos preciosas nos encomendamos. En el nombre de Jesús, Amén.
En el estudio anterior, “Cuando Dios hace preguntas”, dijimos que la primera pregunta en la Biblia la hizo la serpiente a Eva: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y bueno, la primera persona que hizo una pregunta a Dios fue Caín: ¿Soy yo acaso aguarda de mi hermano? Dijimos también que algunos estudiosos consideran que en la Biblia hay 3298 preguntas, dependiendo de la traducción. Solamente el nuevo testamento tiene más de 1000 preguntas. En la Biblia hay preguntas interesantes, por ejemplo: Dios le preguntó a Sara ¿Hay algo que sea difícil para Dios? En el libro de Job interesantemente Dios le hizo 77 preguntas a Job, le decía: ¿Dónde estabas tú cuando yo hice esto? ¿Dónde estabas tú cuando yo hice lo otro? A Jesús le hicieron preguntas interesantes también como: ¿Cuál es el primer y más grande mandamiento? Le preguntaron también si un hombre tenía siete esposas, allá en la resurrección, en la Gloria, en el reino, ¿con cuál de las siete se va a quedar? El Señor contestó esas preguntas. Dicen que Jesús hizo más de 300 preguntas.
La pregunta que estudiamos la semana anterior fue ¿Quién dice en los hombres que soy yo? Y fue la pregunta que hicimos a la congregación. ¿Quién es Jesús para usted? ¿Quién es Jesús? ¿Cómo trata usted a Jesús? ¿Cómo se lleva usted con Jesús?
La segunda pregunta de este estudio es: ¿Y los nueve dónde están? Pero vamos a parafrasear la pregunta y le vamos a llamar a la pregunta: ¿Dónde están los que recibieron un favor? Esta pregunta es tan importante como la primera. Este pasaje de Lucas nos muestra la expectativa de parte de Jesús de aquellas personas que han recibido un favor, un milagro o una bendición de parte de Dios. Si usted ha recibido un favor de Dios, si usted ha recibido un milagro de Dios, si usted ha recibido una bendición, hoy usted va a aprender cuál es la expectativa de Dios. ¿Qué está esperando Dios de usted? No que piensa usted, no que cree usted, no que considera usted. ¡No, no, usted no, Dios! ¿Qué espera Dios de usted? ¿Qué espera Dios de mí?
Ahora, en primer lugar déjeme decirle cuando sucedió este milagro. Eso es importante. En Lucas 9:51 (RV-60) dice la palabra: 51Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Entonces, aquí estamos hablando ya, que esto es prácticamente en las últimas dos semanitas de Jesús. Treinta y pico de años ya, llega el tiempo, se afirma su rostro y decide ir a Jerusalén. Aquí comienza la situación eso nos ubica en el capítulo 17, versículo 11 y mire usted: 11Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando usted ve el mapa de Israel, usted se da cuenta que en la parte de arriba está Galilea. Está el mar de Galilea, a un ladito del mar de Galilea. Está Nazaret, que fue el lugar donde Jesús creció y desarrolló su ministerio. Un poquito para el sur se va a dar cuenta que está en la frontera con Samaria. Judíos que estaban en la parte norte y luego Judea no se llevaban con la gente de en medio, que es Samaria. Entonces lo que hacían es que los que querían pasar de Galilea y venir a Judea, a Jerusalén, tenían que irse por Perea. Tenían que ir a dar la vuelta para llegar hasta Jerusalén. En este momento Lucas no nos presenta los eventos de una manera cronológica, sino que nos da más o menos que pasó por aquí, que pasó por allá. Nos dice qué fue lo que pasó, pero no nos dice exactamente cuándo. Pues en este último viaje de Jesús, viniendo de la parte norte de Galilea, vea usted el versículo: 11Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea, se hace notar la ubicación. Hablar de la ubicación es importante porque entre los diez leprosos había uno que era extranjero. Había uno que era samaritano. Por eso es bien importante porque cualquiera diría, ¿bueno y este que está haciendo ahí? Hay cosas interesantes que están escondidas en este pasaje porque si los judíos y los samaritanos no se llevaban entre sí ¿qué estaba haciendo un Samaritano en medio de los nueve judíos? Es que todos ellos compartían el mismo dolor. Todos ellos compartían la misma enfermedad, la lepra. Por eso nos dice la escritura dónde sucedió este milagro, que fue mientras Jesús venía de la parte norte de Galilea hacia Jerusalén.
Dice la Biblia que eran 10 hombres leprosos. Cuando estudiamos en teología ¿Cuál consideramos que era la enfermedad más terrible en los tiempos de Jesús? Llegamos a dos conclusiones que pueden ser: estar endemoniado o tener lepra. De tal manera que imagínate que la lepra era una enfermedad difícil. Infección en la piel. Se creaban ampollas, manchas, úlceras como agujeros, que hacían que se pudieran perder incluso un dedo, una oreja, la nariz. En Levítico capítulo 13, desde versículo 1-8, se presentan todas estas cosas, que Dios habló sobre qué pasaría con la gente que tenía la lepra. Pero sin embargo me gustaría llamar su atención en un par de versículos, en los versículos 45 y 46 del propio capítulo 13. ¡Vea usted lo terrible que era esta enfermedad! 45Y el leproso en quién hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! O sea que tenía usted que vestirse con lo peor de la ropa que tenía porque la lepra se metía en la ropa y dicen que hasta en las paredes. Tenía que tener su cabeza descubierta y embozado y tenía que pegar gritos diciendo: ¡inmundo!, ¡inmundo!, porque era extremadamente contagioso. Fíjate hermano, tenía que estar gritando como para decir ¡no se acerque a mí porque estoy enfermo! Y dice el otro versículo: 46Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada. Hermano esto era triste en realidad por las consecuencias de la lepra. Pensemos en estos diez hombres y las consecuencias de su lepra.
En primer lugar, rechazo. ¿Quién quiere estar cerca de una persona que tiene el coronavirus ahora?
Separación de seres queridos. Una persona que tenía la lepra no podía abrazar a sus hijos. No podía abrazar a su esposa. No podía estar con sus amistades. No podía estar con su familia. Dice la palabra del Señor que tenían que sacarlo fuera del campamento, allá afuera, lejos de aquí. ¡Imagínate vivir de esa manera hermano! Vivían a la intemperie no habían hospitales en ese entonces.
En Grecia se comenzaron a utilizar templos como lugares para los enfermos, eso fue hasta el siglo cuarto. En aquel entonces no había hospitales como para meter a un leproso a un hospital. Terrible la situación. Una condición deplorable.
Pérdida de la libertad. Eso es terrible.
Fíjate qué hace un año en noviembre del 2020 cuando me dio a mí el COVID la primera vez, y yo pensé que iba a colgar los guantes esos días. Yo estuve metido 7 u 8 días en mi cuarto. Fue una cosa terrible. El día que yo salí, el primer día, me fui a caminar, estaba nublado y tengo tan presente una esquinita de un semáforo, donde apenas apareció el sol y yo dejé que me diera el sol en la cara y ese día dije: ¡Señor gracias por la libertad! Gracias, porque la pérdida de la libertad es terrible. Mis hijos me preguntaban: ¿estás aburrido? No, no estoy. Yo no conozco la palabra aburrido. Tengo 400 cosas que hacer. Nunca me aburro. Pero es que estar encerrado, no poder salir es terrible.
Y esta gente no tenía libertad. Una enfermedad crónica, contagiosa, extremadamente larga. No solamente afecta el cuerpo, sino también las emociones de saber que no puede estar cerca usted de la gente que quiere. En el versículo 13 dice: 13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Quiero que note una cosa. Jesús los mandó donde los sacerdotes, pero no alcanzaron a llegar. En el camino fueron limpios. Ahora, sólo uno regresó. En los versículos del 15 al 17 dice: 15Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano. 17Respondiendo Jesús dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?” Uno de ellos regresó glorificando a Dios a gran voz. La pregunta del Señor ¿dónde están los que recibieron un favor? ¿Dónde están?
La Biblia muestra como personas que recibieron un favor del Señor mostraron gratitud. Por ejemplo, dice la palabra del Señor que de María Magdalena salieron siete demonios. ¿Y que vemos a María Magdalena hacer? ¿Decirle al Señor, ah Señor muchas gracias nos vemos? No, dice la escritura que desde entonces comenzó a seguir a Jesús por donde quiera que Jesús iba predicando, y que le servía de sus bienes. El endemoniado gadareno, mostró gratitud a Dios. Zaqueo, mostró gratitud al Señor. La mujer del perfume, mostró gratitud al Señor. Juana, la esposa de chuza administrador de Herodes, y Susana servían al Señor con sus bienes. El apóstol Pablo, a cada rato dice doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros. Doy gracias al que me fortaleció. Doy gracias a Dios al cual sirvo.
Un escritor sugiere algunas razones por las que los nueve de los leprosos no regresaron a dar gracias. Dice que uno de ellos esperó para ver si en realidad ya no tenía lepra. Otro esperó para ver si la lepra no le iba a regresar. Otro dijo que más tarde le daría gracias. Otro dijo yo en realidad no tenía lepra tan desarrollada. Otro dijo la verdad Jesús no hizo nada, solo nos mandó a ver al sacerdote. Otro dijo le voy a dar gracias mejor al sacerdote. Otro digo cualquier maestro nos pudo haber sanado. Otro dijo yo ya estaba mejorando cuando Jesús me vio. Ningún médico los podía curar. Ninguna medicina los podía curar. La tendencia del ser humano es acordarse de Dios solamente en momentos de necesidad. Y esa es la pregunta: ¿dónde están aquellos que recibieron un favor, que no los veo? ¿No fueron diez los que fueron limpios?
Ahora yo quiero que usted note una cosa en este pasaje por favor. Quiero que note algo que a mí se me hace interesante. Jesús no dijo: ¿no hubo quién volviese y diese gracias? Eso no fue lo que dijo Jesús. Mire el versículo 18¿No hubo quien volviese y diese Gloria a Dios sino este extranjero? El Señor no está preguntando ¿nadie vino a darme gracias? Esa no es la pregunta de Jesús, la pregunta es: ¿Nadie vino para darle Gloria a Dios? Esto es mucho más delicado de lo que muchas personas se imaginan. Las personas recibieron un favor y no dieron Gloria. ¿Qué significa eso pastor? Mire hermano, dar gracias a veces es una cosa muy simple. A veces recibimos un gran favor y muchas veces queremos encontrar tal vez una manera más significativa, más exponencial, por decir así, de dar gracias. Porque si alguien te regala a ti 500 dólares ustedes dicen: ¡Ay, gracias, muchas gracias! Si alguien te regala dos mil dólares ¿cómo dicen?: ¡muchísisisisisimas gracias! Pero Jesús dijo: ¿y esos que recibieron un favor, no regresaron para darle Gloria a Dios?
Ahora, ojalá Dios quiera que personas que necesiten escuchar este mensaje lo puedan escuchar hermanos, porque me da una gran tristeza cuando escucho a personas pensar y decir cosas que en realidad no son así. Quiero mostrarte unos versículos que son bien reveladores.
- Malaquías 2:2, mire lo que dijo Dios: Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón. No le parece a usted que nosotros los creyentes somos llamados a recibir bendición y pasamos de problema en problemas, de dificultad en dificultad, de lágrimas en lágrimas, de situación en situación. Dice la palabra: “es que no me diste gloria”. No está hablando de dar gracias, porque usted gracias las puede dar en cualquier lado. Pero darle Gloria al Señor es mayor. Dice la palabra, que, enviaré maldición sobre vosotros y maldeciré vuestras bendiciones y aun las he maldecido porque no os habéis decidido de corazón. Esto habla de dar gloria a Dios, no de dar gracias. No, si yo le doy gracias a Dios todos los días. Le doy gracias por la comida. Las primeras palabras que salen de mis labios cada mañana son ¡Señor gracias porque estoy vivo! Y luego las comiditas, Señor gracias por la comida. Y Dios es mi testigo. Yo voy manejando y me encanta admirar la naturaleza, me fascina. Miro esa montaña ¡qué barbaridad! y cuando nieva, dependiendo de la cantidad de nieve que cae, así es la belleza de la montaña. Y digo, Señor bendito, qué rico, qué lindo está esto. Da gracias a Dios por todas las cosas que Dios te da. Dar gracias es una cosa, pero dar Gloria es otra. Ahora fíjate, aquí está diciendo bueno ustedes no se decidieron a darme Gloria. Porque hay personas hermano que dicen si por ahí le caigo, si por ahí llegó, si por ahí tal cosa, sí por ahí esto, pero no se decidieron a darle Gloria y dice Dios voy a cambiar tus bendiciones por mediciones. Sabes hermano que hay gente que solo así entiende. Hay personas que por las buenas no entienden, necesitan un pencazo en la cabeza para entonces venir a buscar a Dios. ¡Dígame usted qué necesidad hay de eso!
- Romanos 1:21. Ahora fíjate, este es otro versículo que se me hace bien delicado. Esto es peor porque este versículo habla de aquellos que conocemos a Dios. Dice el apóstol Pablo: Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Y esto es triste, porque yo conozco personas que un día conocieron a Dios de corazón y se comenzaron a apartar y se apartaron y se apartaron y se apartaron y ahora tienen, como dice la palabra, un corazón necio y una mente en tinieblas. No hombre, es que las cosas no son así.
- Juan 15:8, En esto es glorificado mi padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. ¿Qué quiere decir eso? Que darle Gloria a Dios significa llevar fruto. ¡Eso es darle Gloria! Y luego dice me conocieron pero no me dieron Gloria.
Y aquí el Señor, cuando vuelve a ver y se da cuenta que sólo un extranjero, un samaritano, vino nada más, dijo: ¿No hubo quien viniera y le diera Gloria a Dios por lo que recibieron? Es por eso que la pregunta de este día es: ¿Y aquellos que recibieron un favor dónde están? ¿No vinieron a darle Gloria a Dios?
La expectativa de Dios es que usted venga y lo glorifique.
Mi hermano hay una frase, que yo considero, que es una de las frases más diabólicas que hay en este mundo. Y el problema de esa frase es que lleva el nombre de Dios adentro. Pero es de las frases más diabólicas que yo he podido conocer. ¿Sabe cuál es? “Dios conoce mi corazón”. Esa frase es del diablo y le voy a explicar ¿por qué? Porque nunca he escuchado yo esa frase en una situación positiva. Esa frase la utilizan única y exclusivamente personas que están lejos de Dios.
- ¡Hermano, hace rato que no le vemos en la iglesia!
- Oye, si viera como he tenido que trabajar hoy.
- Sí hermano pero hay que ir a la iglesia.
- ¡Dios conoce mi corazón!
- Hermano y ¿por qué no se pone a servir al Señor? Acuérdese que Dios nos ha dado talentos, nos ha dado dones y el Señor va a venir un día y nos va a pedir esos talentos. Va a decir bueno ¿dónde están los tres talentos que te di? ¿El talento que te di donde está?
- No, es que, lo que pasa es que estoy bien ocupado. Porque estoy cuidando aquí, porque estoy cuidando allá. ¡Dios conoce mi corazón!
Esa frase es del diablo. Es que yo no la escucho de alguien que esté enteramente alabando a Dios, sirviendo a Dios, produciendo.
Hace un par de meses estaba almorzando en un restaurante con otra persona y él me estaba hablando de todas las bendiciones que Dios le había dado. Y yo le decía, mira papá ya viene llegando noviembre y yo no he visto que vos estés bendiciendo la obra del Señor. No pastor, es que si yo le contara mis gastos, pero Dios conoce mi corazón. Y la frase tiene razón porque, Dios conoce su corazón ¿y qué? Usted cree que porque es usted Dios le va a decir: está bien hijo mío, no hay ningún problema. ¡No! Estos versículos son para todos nosotros hermanos. Si yo dijera el día de mañana, hermanos ya no quiero seguir predicando. Todos ustedes comenzarán a decir pero pastor ¿cómo es posible? Ya no quiero, me voy a ir a trabajar a la construcción, diría yo. Y ustedes continúan diciendo pastor mire que…. Y yo nuevamente, no, no quiero predicar. Dios conoce mi corazón.
Hay un hermano a quien yo tengo mucho aprecio, yo lo quiero mucho. Salió a predicar un día y cuando regresó a casa, encontró a su hijo que se había quitado la vida. Esto pasó hace como unos 4 o 5 años más o menos. Desde que sucedió esto, él no se ha vuelto a parar detrás de un púlpito. Y cada vez, cuando hablamos me escucha y me dice sí, sí, sí, sí, hasta ahí no más llega. Pero cuando yo le digo, si supieras la gente que pregunta por ti. ¿Que dónde pueden encontrar tus sermones? ¿Que dónde pueden encontrar tus predicaciones? No David, yo no me voy a poner detrás de un púlpito. Dios conoce mi corazón.
¿Será qué esa frase nos va a justificar de hacer, lo que Dios nos pide que hagamos? Y ¿sabe qué pasa? A la gente se le olvida que le puede venir una cosa peor. ¿Y cómo así pastor? Se lo voy a mostrar. Juan 5:14 vea lo que dice: Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. ¿Qué significa esto? Bueno, tu necesidad se puede repetir. Mientras estemos en este mundo, el día de la angustia puede llegar otra vez.
Yo he conocido personas que han venido, se han metido a mi oficina y me han pedido que ore por ellos. Pastor dice el doctor que tengo cáncer. Y en ese período del cáncer aquí han estado en la casa de Dios. El día que lo declararon libre de cáncer no lo volvimos a ver. Mire, conmigo no hay problema porque yo no lo voy a sacar la fuerza a usted de su casa. Pero yo no lo sané, fue Dios. Y Dios le pregunta y lo vuelve a ver a los ojos y le mira su corazón y le dice: ¿y no le vas a dar Gloria a Dios? Ay sí, pero estoy cansado. ¿Y no le vas a dar Gloria a Dios? Ay sí, pero es que vivo muy lejos. ¿Y no le vas a dar Gloria a Dios? Ay sí, pero otro día. ¡Ese es Dios quien sigue preguntando!
Ahora, yo soy de la opinión que usted no debe buscar a Dios porque le puede pasar algo malo. Claro que no, mi hermano. A Dios hay que buscarlo, adorarlo y servirlo por lo que Él es. Por eso me encanta ese poema, que algunos dicen que de Miguel de Guevara y otros dicen que es de un autor desconocido, que dice:
“No me mueve mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido.
Ni me mueve el infierno tan temido,
para dejar por eso de ofenderte.
Tú, me mueves Señor.
Muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido.
Muéveme tu afrenta y tu muerte.
Muéveme en fin tu amor y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”
Amar a Dios por lo que Él es, no por lo que me puede dar, por las bendiciones que voy a recibir, porque nada malo me va a pasar. ¡No! Ama a Dios por lo que Él es. Porque Él es digno. Y si me van a venir bendiciones, aleluya, y se van a venir problemas aleluya también.
La lepra en la Biblia se compara con el pecado. Es decir, hay una lepra física pero también hay una lepra espiritual. Fíjate que la lepra llegó a conocerse como: “muerte en vida”. Dicen que las víctimas de lepra eran atendidas como si fueran personas muertas ya. Dice la historia que se llevaron a cabo servicios funerales por personas que tenían la lepra. Y se les declaró muertos a la sociedad a quienes vivían con esa enfermedad. Y dice también la historia que a los familiares se les permitía reclamar la herencia cuando estas personas tenían lepra, porque sabían que ya no se iban a recuperar. Por el siglo XIII o XIV más o menos, por el tiempo de las cruzadas, hubo un rey, en Jerusalén, que se le llamó el rey leproso precisamente.
¿Y porque a la lepra se le compara con el pecado? Por varias razones y les comento algunas.
Porque la lepra se lleva dentro del cuerpo y luego se manifiesta en el cuerpo. Fíjate que dicen los que saben que una persona podía tener la lepra gestándose en su cuerpo por 12 largos años y no darse cuenta que tenía la enfermedad. A la vuelta de 12 años comenzaban a brotar las llagas en el cuerpo. Se lleva dentro del cuerpo porque es una enfermedad repugnante, desagradable, repulsiva. Porque la lepra separa y el pecado separa de Dios. Porque leproso no se puede curar a sí mismo, porque el único que la puede curar es Dios.
Quiere decir mis queridos y amados hermanos que si la lepra se compara con el pecado, perdóneme, pero quiere decir que hay leprosos espirituales. ¿Y quiénes son ellos pastor? Aquellos que no se dan cuenta que tienen la enfermedad. Aquellos que dicen: “Dios conoce mi corazón”. Aquellos que dicen: “Es que tengo que trabajar”. Aquellos que dicen: “Es que estoy ocupado”. Excusas y más excusas.
En Lucas 17:19 déjame decirte que hay algo peor que la lepra. Jesús le dijo a éste extranjero, a este samaritano: “Tu fe te ha salvado”. Estos leprosos tenían un problema y era grave. Dios en su grande misericordia le resolvió este problema y no volvieron. Pero en la vida hay dos tipos de problemas, temporales y eternos. Los nueve leprosos que no regresaron resolvieron su problema temporal, pero no resolvieron su problema más grave, que era su problema eterno. El que regresó resolvió sus dos problemas. Aquellos nueve fueron limpios.
Una persona que yo conozco me dice que va dos horas al gimnasio todos los días incluyendo domingo. El sábado dice que descansa. Cuando yo le pregunté ¿pero y la iglesia? Dijo: no pastor, si yo estoy escuchando. Y le digo ¿y tu vida espiritual como anda? Igual, como andan las de todos. Y comenzó a hablar un montón de barbaridades. Y yo pensé y dije: este cuate se va a ir al infierno bien sanito y bien fuerte y con mucho músculo. Yo no digo que sea malo ir al gimnasio, de ninguna manera. ¡Qué bueno! Pero hay un problema eterno. Dar a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Tu fe te ha salvado. Los nueve resolvieron su problema de la lepra. Los nueve quedaron sanos. Pero salvo, solamente aquel que regresó y le dio gracias a Dios.
Ahora mi hermano, mira, nunca es tarde para regresar. Yo espero, yo confío que esa cantidad de personas que un día estuvieron en las bancas de una iglesia. Que un día confesaron que Jesucristo era el Señor. Que un día pasaron por las aguas bautismales. Que un día estuvieron sirviendo a Dios. Reconozcan cuánto tiempo tienen apartado del Señor. Recibieron el milagro, porque recuerde una cosa que el milagro más grande que un individuo pueda recibir sobre la faz de la tierra, es el milagro de la salvación. Y por ese milagro Él es digno de recibir Honra, Gloria y Alabanza.
Inclinen sus rostros. Oremos al Señor.
Padre querido, yo te doy gracias en esta hora porque también a nosotros nos has librado de esa lepra espiritual. Nos has sanado el alma y muchos hemos recibido sanidad física también. Pero mi Señor nada se compara a lo que hiciste en la cruz a favor nuestro. Es por eso que en este día te damos Gloria. Mi Señor, si nueve no regresaron, recibe la Gloria de los que estamos acá Padre Santo. Recibe la Gloria de tus hijos aquellos que fielmente adoran tu nombre. Recibe la Honra. Recibe la Gloria. Recibe el Honor. Oramos por tantas y tantas personas, como dice tu bendita palabra, que habiéndole conocido no le glorificaron y habla de un necio corazón. Padre, quita la necedad del corazón de esta gente, que tienen una mente entenebrecida Padre. Que les alumbre la luz y reconozcan que Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de Señores, es digno de recibir la Honra, la Gloria y la Alabanza.
Mientras todos oramos, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón en este momento la invitación es para usted. Ábrale su corazón a Jesús y dígale: Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Abro mi corazón y te recibo como el Señor y Salvador de mi vida. Si hay alguna persona entre nosotros que dice: Pastor yo siento la necesidad de Dios. Yo quiero entregarle a Dios mi corazón. Quiero entregarle a Dios mi vida. Quiero entregarle a Dios mi alma. Si hay una persona que dice yo quiero recibir al Señor. Allí donde está, yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano. Habrá un hermanito nuestro que se va a acercar con todo cariño a usted para ayudarle a hacer esta oración que es la oración más importante de la vida, la oración del Penitente. La oración del hombre arrepentido, la mujer arrepentida.
Usted que nos mira por internet. También usted puede hacer esta oración. Dígale: Señor en este día: te pido perdón por mis pecados, te doy gracias por lo que hiciste en la cruz. En este día te entrego mi corazón. Te entrego mi vida. Te entrego mi alma. Si usted hizo esta oración queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su santa y bendita palabra.
Gracias Señor por tu palabra. Bendice esta palabra en nuestros corazones. En el nombre de Jesús oramos, Amén y Amén.
Amados míos que la Paz de Cristo les acompañe. Dios me los bendiga.
¿Donde están los que recibieron un favor?
Enero 9,2022 – 1:30pm | Lucas 17:17 | Dr David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
El último domingo del año pasado, prediqué un mensaje al mediodía que se llamó: “Cuando Dios hace preguntas”. En este mediodía me gustaría continuar con el mismo mensaje, solo que en aquel entonces, fue una pregunta y hoy es otra pregunta.
Vamos a leer (RV-60) Lucas 17, del versículo 11 al 19: 11Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18¿No hubo quien volviese y diese Gloria a Dios sino este extranjero? 19Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
Vamos a orar: Señor yo te pido en tu nombre, Espíritu Santo de Dios, que personas que necesitan escuchar este mensaje, lo escuchen. Que abran sus corazones y que puedan reconocer las verdades de las cuales vamos a hablar en estos próximos minutos. En tus manos preciosas nos encomendamos. En el nombre de Jesús, Amén.
En el estudio anterior, “Cuando Dios hace preguntas”, dijimos que la primera pregunta en la Biblia la hizo la serpiente a Eva: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y bueno, la primera persona que hizo una pregunta a Dios fue Caín: ¿Soy yo acaso aguarda de mi hermano? Dijimos también que algunos estudiosos consideran que en la Biblia hay 3298 preguntas, dependiendo de la traducción. Solamente el nuevo testamento tiene más de 1000 preguntas. En la Biblia hay preguntas interesantes, por ejemplo: Dios le preguntó a Sara ¿Hay algo que sea difícil para Dios? En el libro de Job interesantemente Dios le hizo 77 preguntas a Job, le decía: ¿Dónde estabas tú cuando yo hice esto? ¿Dónde estabas tú cuando yo hice lo otro? A Jesús le hicieron preguntas interesantes también como: ¿Cuál es el primer y más grande mandamiento? Le preguntaron también si un hombre tenía siete esposas, allá en la resurrección, en la Gloria, en el reino, ¿con cuál de las siete se va a quedar? El Señor contestó esas preguntas. Dicen que Jesús hizo más de 300 preguntas.
La pregunta que estudiamos la semana anterior fue ¿Quién dice en los hombres que soy yo? Y fue la pregunta que hicimos a la congregación. ¿Quién es Jesús para usted? ¿Quién es Jesús? ¿Cómo trata usted a Jesús? ¿Cómo se lleva usted con Jesús?
La segunda pregunta de este estudio es: ¿Y los nueve dónde están? Pero vamos a parafrasear la pregunta y le vamos a llamar a la pregunta: ¿Dónde están los que recibieron un favor? Esta pregunta es tan importante como la primera. Este pasaje de Lucas nos muestra la expectativa de parte de Jesús de aquellas personas que han recibido un favor, un milagro o una bendición de parte de Dios. Si usted ha recibido un favor de Dios, si usted ha recibido un milagro de Dios, si usted ha recibido una bendición, hoy usted va a aprender cuál es la expectativa de Dios. ¿Qué está esperando Dios de usted? No que piensa usted, no que cree usted, no que considera usted. ¡No, no, usted no, Dios! ¿Qué espera Dios de usted? ¿Qué espera Dios de mí?
Ahora, en primer lugar déjeme decirle cuando sucedió este milagro. Eso es importante. En Lucas 9:51 (RV-60) dice la palabra: 51Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Entonces, aquí estamos hablando ya, que esto es prácticamente en las últimas dos semanitas de Jesús. Treinta y pico de años ya, llega el tiempo, se afirma su rostro y decide ir a Jerusalén. Aquí comienza la situación eso nos ubica en el capítulo 17, versículo 11 y mire usted: 11Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando usted ve el mapa de Israel, usted se da cuenta que en la parte de arriba está Galilea. Está el mar de Galilea, a un ladito del mar de Galilea. Está Nazaret, que fue el lugar donde Jesús creció y desarrolló su ministerio. Un poquito para el sur se va a dar cuenta que está en la frontera con Samaria. Judíos que estaban en la parte norte y luego Judea no se llevaban con la gente de en medio, que es Samaria. Entonces lo que hacían es que los que querían pasar de Galilea y venir a Judea, a Jerusalén, tenían que irse por Perea. Tenían que ir a dar la vuelta para llegar hasta Jerusalén. En este momento Lucas no nos presenta los eventos de una manera cronológica, sino que nos da más o menos que pasó por aquí, que pasó por allá. Nos dice qué fue lo que pasó, pero no nos dice exactamente cuándo. Pues en este último viaje de Jesús, viniendo de la parte norte de Galilea, vea usted el versículo: 11Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea, se hace notar la ubicación. Hablar de la ubicación es importante porque entre los diez leprosos había uno que era extranjero. Había uno que era samaritano. Por eso es bien importante porque cualquiera diría, ¿bueno y este que está haciendo ahí? Hay cosas interesantes que están escondidas en este pasaje porque si los judíos y los samaritanos no se llevaban entre sí ¿qué estaba haciendo un Samaritano en medio de los nueve judíos? Es que todos ellos compartían el mismo dolor. Todos ellos compartían la misma enfermedad, la lepra. Por eso nos dice la escritura dónde sucedió este milagro, que fue mientras Jesús venía de la parte norte de Galilea hacia Jerusalén.
Dice la Biblia que eran 10 hombres leprosos. Cuando estudiamos en teología ¿Cuál consideramos que era la enfermedad más terrible en los tiempos de Jesús? Llegamos a dos conclusiones que pueden ser: estar endemoniado o tener lepra. De tal manera que imagínate que la lepra era una enfermedad difícil. Infección en la piel. Se creaban ampollas, manchas, úlceras como agujeros, que hacían que se pudieran perder incluso un dedo, una oreja, la nariz. En Levítico capítulo 13, desde versículo 1-8, se presentan todas estas cosas, que Dios habló sobre qué pasaría con la gente que tenía la lepra. Pero sin embargo me gustaría llamar su atención en un par de versículos, en los versículos 45 y 46 del propio capítulo 13. ¡Vea usted lo terrible que era esta enfermedad! 45Y el leproso en quién hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! O sea que tenía usted que vestirse con lo peor de la ropa que tenía porque la lepra se metía en la ropa y dicen que hasta en las paredes. Tenía que tener su cabeza descubierta y embozado y tenía que pegar gritos diciendo: ¡inmundo!, ¡inmundo!, porque era extremadamente contagioso. Fíjate hermano, tenía que estar gritando como para decir ¡no se acerque a mí porque estoy enfermo! Y dice el otro versículo: 46Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada. Hermano esto era triste en realidad por las consecuencias de la lepra. Pensemos en estos diez hombres y las consecuencias de su lepra.
En primer lugar, rechazo. ¿Quién quiere estar cerca de una persona que tiene el coronavirus ahora?
Separación de seres queridos. Una persona que tenía la lepra no podía abrazar a sus hijos. No podía abrazar a su esposa. No podía estar con sus amistades. No podía estar con su familia. Dice la palabra del Señor que tenían que sacarlo fuera del campamento, allá afuera, lejos de aquí. ¡Imagínate vivir de esa manera hermano! Vivían a la intemperie no habían hospitales en ese entonces.
En Grecia se comenzaron a utilizar templos como lugares para los enfermos, eso fue hasta el siglo cuarto. En aquel entonces no había hospitales como para meter a un leproso a un hospital. Terrible la situación. Una condición deplorable.
Pérdida de la libertad. Eso es terrible.
Fíjate qué hace un año en noviembre del 2020 cuando me dio a mí el COVID la primera vez, y yo pensé que iba a colgar los guantes esos días. Yo estuve metido 7 u 8 días en mi cuarto. Fue una cosa terrible. El día que yo salí, el primer día, me fui a caminar, estaba nublado y tengo tan presente una esquinita de un semáforo, donde apenas apareció el sol y yo dejé que me diera el sol en la cara y ese día dije: ¡Señor gracias por la libertad! Gracias, porque la pérdida de la libertad es terrible. Mis hijos me preguntaban: ¿estás aburrido? No, no estoy. Yo no conozco la palabra aburrido. Tengo 400 cosas que hacer. Nunca me aburro. Pero es que estar encerrado, no poder salir es terrible.
Y esta gente no tenía libertad. Una enfermedad crónica, contagiosa, extremadamente larga. No solamente afecta el cuerpo, sino también las emociones de saber que no puede estar cerca usted de la gente que quiere. En el versículo 13 dice: 13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Quiero que note una cosa. Jesús los mandó donde los sacerdotes, pero no alcanzaron a llegar. En el camino fueron limpios. Ahora, sólo uno regresó. En los versículos del 15 al 17 dice: 15Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano. 17Respondiendo Jesús dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?” Uno de ellos regresó glorificando a Dios a gran voz. La pregunta del Señor ¿dónde están los que recibieron un favor? ¿Dónde están?
La Biblia muestra como personas que recibieron un favor del Señor mostraron gratitud. Por ejemplo, dice la palabra del Señor que de María Magdalena salieron siete demonios. ¿Y que vemos a María Magdalena hacer? ¿Decirle al Señor, ah Señor muchas gracias nos vemos? No, dice la escritura que desde entonces comenzó a seguir a Jesús por donde quiera que Jesús iba predicando, y que le servía de sus bienes. El endemoniado gadareno, mostró gratitud a Dios. Zaqueo, mostró gratitud al Señor. La mujer del perfume, mostró gratitud al Señor. Juana, la esposa de chuza administrador de Herodes, y Susana servían al Señor con sus bienes. El apóstol Pablo, a cada rato dice doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros. Doy gracias al que me fortaleció. Doy gracias a Dios al cual sirvo.
Un escritor sugiere algunas razones por las que los nueve de los leprosos no regresaron a dar gracias. Dice que uno de ellos esperó para ver si en realidad ya no tenía lepra. Otro esperó para ver si la lepra no le iba a regresar. Otro dijo que más tarde le daría gracias. Otro dijo yo en realidad no tenía lepra tan desarrollada. Otro dijo la verdad Jesús no hizo nada, solo nos mandó a ver al sacerdote. Otro dijo le voy a dar gracias mejor al sacerdote. Otro digo cualquier maestro nos pudo haber sanado. Otro dijo yo ya estaba mejorando cuando Jesús me vio. Ningún médico los podía curar. Ninguna medicina los podía curar. La tendencia del ser humano es acordarse de Dios solamente en momentos de necesidad. Y esa es la pregunta: ¿dónde están aquellos que recibieron un favor, que no los veo? ¿No fueron diez los que fueron limpios?
Ahora yo quiero que usted note una cosa en este pasaje por favor. Quiero que note algo que a mí se me hace interesante. Jesús no dijo: ¿no hubo quién volviese y diese gracias? Eso no fue lo que dijo Jesús. Mire el versículo 18¿No hubo quien volviese y diese Gloria a Dios sino este extranjero? El Señor no está preguntando ¿nadie vino a darme gracias? Esa no es la pregunta de Jesús, la pregunta es: ¿Nadie vino para darle Gloria a Dios? Esto es mucho más delicado de lo que muchas personas se imaginan. Las personas recibieron un favor y no dieron Gloria. ¿Qué significa eso pastor? Mire hermano, dar gracias a veces es una cosa muy simple. A veces recibimos un gran favor y muchas veces queremos encontrar tal vez una manera más significativa, más exponencial, por decir así, de dar gracias. Porque si alguien te regala a ti 500 dólares ustedes dicen: ¡Ay, gracias, muchas gracias! Si alguien te regala dos mil dólares ¿cómo dicen?: ¡muchísisisisisimas gracias! Pero Jesús dijo: ¿y esos que recibieron un favor, no regresaron para darle Gloria a Dios?
Ahora, ojalá Dios quiera que personas que necesiten escuchar este mensaje lo puedan escuchar hermanos, porque me da una gran tristeza cuando escucho a personas pensar y decir cosas que en realidad no son así. Quiero mostrarte unos versículos que son bien reveladores.
- Malaquías 2:2, mire lo que dijo Dios: Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón. No le parece a usted que nosotros los creyentes somos llamados a recibir bendición y pasamos de problema en problemas, de dificultad en dificultad, de lágrimas en lágrimas, de situación en situación. Dice la palabra: “es que no me diste gloria”. No está hablando de dar gracias, porque usted gracias las puede dar en cualquier lado. Pero darle Gloria al Señor es mayor. Dice la palabra, que, enviaré maldición sobre vosotros y maldeciré vuestras bendiciones y aun las he maldecido porque no os habéis decidido de corazón. Esto habla de dar gloria a Dios, no de dar gracias. No, si yo le doy gracias a Dios todos los días. Le doy gracias por la comida. Las primeras palabras que salen de mis labios cada mañana son ¡Señor gracias porque estoy vivo! Y luego las comiditas, Señor gracias por la comida. Y Dios es mi testigo. Yo voy manejando y me encanta admirar la naturaleza, me fascina. Miro esa montaña ¡qué barbaridad! y cuando nieva, dependiendo de la cantidad de nieve que cae, así es la belleza de la montaña. Y digo, Señor bendito, qué rico, qué lindo está esto. Da gracias a Dios por todas las cosas que Dios te da. Dar gracias es una cosa, pero dar Gloria es otra. Ahora fíjate, aquí está diciendo bueno ustedes no se decidieron a darme Gloria. Porque hay personas hermano que dicen si por ahí le caigo, si por ahí llegó, si por ahí tal cosa, sí por ahí esto, pero no se decidieron a darle Gloria y dice Dios voy a cambiar tus bendiciones por mediciones. Sabes hermano que hay gente que solo así entiende. Hay personas que por las buenas no entienden, necesitan un pencazo en la cabeza para entonces venir a buscar a Dios. ¡Dígame usted qué necesidad hay de eso!
- Romanos 1:21. Ahora fíjate, este es otro versículo que se me hace bien delicado. Esto es peor porque este versículo habla de aquellos que conocemos a Dios. Dice el apóstol Pablo: Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Y esto es triste, porque yo conozco personas que un día conocieron a Dios de corazón y se comenzaron a apartar y se apartaron y se apartaron y se apartaron y ahora tienen, como dice la palabra, un corazón necio y una mente en tinieblas. No hombre, es que las cosas no son así.
- Juan 15:8, En esto es glorificado mi padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. ¿Qué quiere decir eso? Que darle Gloria a Dios significa llevar fruto. ¡Eso es darle Gloria! Y luego dice me conocieron pero no me dieron Gloria.
Y aquí el Señor, cuando vuelve a ver y se da cuenta que sólo un extranjero, un samaritano, vino nada más, dijo: ¿No hubo quien viniera y le diera Gloria a Dios por lo que recibieron? Es por eso que la pregunta de este día es: ¿Y aquellos que recibieron un favor dónde están? ¿No vinieron a darle Gloria a Dios?
La expectativa de Dios es que usted venga y lo glorifique.
Mi hermano hay una frase, que yo considero, que es una de las frases más diabólicas que hay en este mundo. Y el problema de esa frase es que lleva el nombre de Dios adentro. Pero es de las frases más diabólicas que yo he podido conocer. ¿Sabe cuál es? “Dios conoce mi corazón”. Esa frase es del diablo y le voy a explicar ¿por qué? Porque nunca he escuchado yo esa frase en una situación positiva. Esa frase la utilizan única y exclusivamente personas que están lejos de Dios.
- ¡Hermano, hace rato que no le vemos en la iglesia!
- Oye, si viera como he tenido que trabajar hoy.
- Sí hermano pero hay que ir a la iglesia.
- ¡Dios conoce mi corazón!
- Hermano y ¿por qué no se pone a servir al Señor? Acuérdese que Dios nos ha dado talentos, nos ha dado dones y el Señor va a venir un día y nos va a pedir esos talentos. Va a decir bueno ¿dónde están los tres talentos que te di? ¿El talento que te di donde está?
- No, es que, lo que pasa es que estoy bien ocupado. Porque estoy cuidando aquí, porque estoy cuidando allá. ¡Dios conoce mi corazón!
Esa frase es del diablo. Es que yo no la escucho de alguien que esté enteramente alabando a Dios, sirviendo a Dios, produciendo.
Hace un par de meses estaba almorzando en un restaurante con otra persona y él me estaba hablando de todas las bendiciones que Dios le había dado. Y yo le decía, mira papá ya viene llegando noviembre y yo no he visto que vos estés bendiciendo la obra del Señor. No pastor, es que si yo le contara mis gastos, pero Dios conoce mi corazón. Y la frase tiene razón porque, Dios conoce su corazón ¿y qué? Usted cree que porque es usted Dios le va a decir: está bien hijo mío, no hay ningún problema. ¡No! Estos versículos son para todos nosotros hermanos. Si yo dijera el día de mañana, hermanos ya no quiero seguir predicando. Todos ustedes comenzarán a decir pero pastor ¿cómo es posible? Ya no quiero, me voy a ir a trabajar a la construcción, diría yo. Y ustedes continúan diciendo pastor mire que…. Y yo nuevamente, no, no quiero predicar. Dios conoce mi corazón.
Hay un hermano a quien yo tengo mucho aprecio, yo lo quiero mucho. Salió a predicar un día y cuando regresó a casa, encontró a su hijo que se había quitado la vida. Esto pasó hace como unos 4 o 5 años más o menos. Desde que sucedió esto, él no se ha vuelto a parar detrás de un púlpito. Y cada vez, cuando hablamos me escucha y me dice sí, sí, sí, sí, hasta ahí no más llega. Pero cuando yo le digo, si supieras la gente que pregunta por ti. ¿Que dónde pueden encontrar tus sermones? ¿Que dónde pueden encontrar tus predicaciones? No David, yo no me voy a poner detrás de un púlpito. Dios conoce mi corazón.
¿Será qué esa frase nos va a justificar de hacer, lo que Dios nos pide que hagamos? Y ¿sabe qué pasa? A la gente se le olvida que le puede venir una cosa peor. ¿Y cómo así pastor? Se lo voy a mostrar. Juan 5:14 vea lo que dice: Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. ¿Qué significa esto? Bueno, tu necesidad se puede repetir. Mientras estemos en este mundo, el día de la angustia puede llegar otra vez.
Yo he conocido personas que han venido, se han metido a mi oficina y me han pedido que ore por ellos. Pastor dice el doctor que tengo cáncer. Y en ese período del cáncer aquí han estado en la casa de Dios. El día que lo declararon libre de cáncer no lo volvimos a ver. Mire, conmigo no hay problema porque yo no lo voy a sacar la fuerza a usted de su casa. Pero yo no lo sané, fue Dios. Y Dios le pregunta y lo vuelve a ver a los ojos y le mira su corazón y le dice: ¿y no le vas a dar Gloria a Dios? Ay sí, pero estoy cansado. ¿Y no le vas a dar Gloria a Dios? Ay sí, pero es que vivo muy lejos. ¿Y no le vas a dar Gloria a Dios? Ay sí, pero otro día. ¡Ese es Dios quien sigue preguntando!
Ahora, yo soy de la opinión que usted no debe buscar a Dios porque le puede pasar algo malo. Claro que no, mi hermano. A Dios hay que buscarlo, adorarlo y servirlo por lo que Él es. Por eso me encanta ese poema, que algunos dicen que de Miguel de Guevara y otros dicen que es de un autor desconocido, que dice:
“No me mueve mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido.
Ni me mueve el infierno tan temido,
para dejar por eso de ofenderte.
Tú, me mueves Señor.
Muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido.
Muéveme tu afrenta y tu muerte.
Muéveme en fin tu amor y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”
Amar a Dios por lo que Él es, no por lo que me puede dar, por las bendiciones que voy a recibir, porque nada malo me va a pasar. ¡No! Ama a Dios por lo que Él es. Porque Él es digno. Y si me van a venir bendiciones, aleluya, y se van a venir problemas aleluya también.
La lepra en la Biblia se compara con el pecado. Es decir, hay una lepra física pero también hay una lepra espiritual. Fíjate que la lepra llegó a conocerse como: “muerte en vida”. Dicen que las víctimas de lepra eran atendidas como si fueran personas muertas ya. Dice la historia que se llevaron a cabo servicios funerales por personas que tenían la lepra. Y se les declaró muertos a la sociedad a quienes vivían con esa enfermedad. Y dice también la historia que a los familiares se les permitía reclamar la herencia cuando estas personas tenían lepra, porque sabían que ya no se iban a recuperar. Por el siglo XIII o XIV más o menos, por el tiempo de las cruzadas, hubo un rey, en Jerusalén, que se le llamó el rey leproso precisamente.
¿Y porque a la lepra se le compara con el pecado? Por varias razones y les comento algunas.
Porque la lepra se lleva dentro del cuerpo y luego se manifiesta en el cuerpo. Fíjate que dicen los que saben que una persona podía tener la lepra gestándose en su cuerpo por 12 largos años y no darse cuenta que tenía la enfermedad. A la vuelta de 12 años comenzaban a brotar las llagas en el cuerpo. Se lleva dentro del cuerpo porque es una enfermedad repugnante, desagradable, repulsiva. Porque la lepra separa y el pecado separa de Dios. Porque leproso no se puede curar a sí mismo, porque el único que la puede curar es Dios.
Quiere decir mis queridos y amados hermanos que si la lepra se compara con el pecado, perdóneme, pero quiere decir que hay leprosos espirituales. ¿Y quiénes son ellos pastor? Aquellos que no se dan cuenta que tienen la enfermedad. Aquellos que dicen: “Dios conoce mi corazón”. Aquellos que dicen: “Es que tengo que trabajar”. Aquellos que dicen: “Es que estoy ocupado”. Excusas y más excusas.
En Lucas 17:19 déjame decirte que hay algo peor que la lepra. Jesús le dijo a éste extranjero, a este samaritano: “Tu fe te ha salvado”. Estos leprosos tenían un problema y era grave. Dios en su grande misericordia le resolvió este problema y no volvieron. Pero en la vida hay dos tipos de problemas, temporales y eternos. Los nueve leprosos que no regresaron resolvieron su problema temporal, pero no resolvieron su problema más grave, que era su problema eterno. El que regresó resolvió sus dos problemas. Aquellos nueve fueron limpios.
Una persona que yo conozco me dice que va dos horas al gimnasio todos los días incluyendo domingo. El sábado dice que descansa. Cuando yo le pregunté ¿pero y la iglesia? Dijo: no pastor, si yo estoy escuchando. Y le digo ¿y tu vida espiritual como anda? Igual, como andan las de todos. Y comenzó a hablar un montón de barbaridades. Y yo pensé y dije: este cuate se va a ir al infierno bien sanito y bien fuerte y con mucho músculo. Yo no digo que sea malo ir al gimnasio, de ninguna manera. ¡Qué bueno! Pero hay un problema eterno. Dar a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Tu fe te ha salvado. Los nueve resolvieron su problema de la lepra. Los nueve quedaron sanos. Pero salvo, solamente aquel que regresó y le dio gracias a Dios.
Ahora mi hermano, mira, nunca es tarde para regresar. Yo espero, yo confío que esa cantidad de personas que un día estuvieron en las bancas de una iglesia. Que un día confesaron que Jesucristo era el Señor. Que un día pasaron por las aguas bautismales. Que un día estuvieron sirviendo a Dios. Reconozcan cuánto tiempo tienen apartado del Señor. Recibieron el milagro, porque recuerde una cosa que el milagro más grande que un individuo pueda recibir sobre la faz de la tierra, es el milagro de la salvación. Y por ese milagro Él es digno de recibir Honra, Gloria y Alabanza.
Inclinen sus rostros. Oremos al Señor.
Padre querido, yo te doy gracias en esta hora porque también a nosotros nos has librado de esa lepra espiritual. Nos has sanado el alma y muchos hemos recibido sanidad física también. Pero mi Señor nada se compara a lo que hiciste en la cruz a favor nuestro. Es por eso que en este día te damos Gloria. Mi Señor, si nueve no regresaron, recibe la Gloria de los que estamos acá Padre Santo. Recibe la Gloria de tus hijos aquellos que fielmente adoran tu nombre. Recibe la Honra. Recibe la Gloria. Recibe el Honor. Oramos por tantas y tantas personas, como dice tu bendita palabra, que habiéndole conocido no le glorificaron y habla de un necio corazón. Padre, quita la necedad del corazón de esta gente, que tienen una mente entenebrecida Padre. Que les alumbre la luz y reconozcan que Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de Señores, es digno de recibir la Honra, la Gloria y la Alabanza.
Mientras todos oramos, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón en este momento la invitación es para usted. Ábrale su corazón a Jesús y dígale: Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Abro mi corazón y te recibo como el Señor y Salvador de mi vida. Si hay alguna persona entre nosotros que dice: Pastor yo siento la necesidad de Dios. Yo quiero entregarle a Dios mi corazón. Quiero entregarle a Dios mi vida. Quiero entregarle a Dios mi alma. Si hay una persona que dice yo quiero recibir al Señor. Allí donde está, yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano. Habrá un hermanito nuestro que se va a acercar con todo cariño a usted para ayudarle a hacer esta oración que es la oración más importante de la vida, la oración del Penitente. La oración del hombre arrepentido, la mujer arrepentida.
Usted que nos mira por internet. También usted puede hacer esta oración. Dígale: Señor en este día: te pido perdón por mis pecados, te doy gracias por lo que hiciste en la cruz. En este día te entrego mi corazón. Te entrego mi vida. Te entrego mi alma. Si usted hizo esta oración queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su santa y bendita palabra.
Gracias Señor por tu palabra. Bendice esta palabra en nuestros corazones. En el nombre de Jesús oramos, Amén y Amén.
Amados míos que la Paz de Cristo les acompañe. Dios me los bendiga.