¿Por qué tienen miedo?
Enero 23, 2022 – 1:30PM| Marcos 4: 35-41 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a abrir la palabra en el evangelio de Marcos. Estamos estudiando la serie Cuando Dios Hace Preguntas.
La primera pregunta que estudiamos ¿Y ustedes quién dicen que soy yo? ¿Qué representa Jesús para ustedes?
Luego la segunda pregunta: ¿Dónde están todos aquellos que recibieron un favor? Aquellos que recibieron un milagro, ¿dónde están? ¿No hubo quién regresara y le diera gracias a Dios?
La tercera pregunta que estudiamos: ¿De qué sirve ganar todo en la vida si perdieres el alma? ¿De qué le sirve al hombre si ganare todo el mundo? Aquellas personas que se afanan por su trabajo. Se afanan por sus familias, por las cosas de esta vida terrenal.
Y en esta tarde vamos a estudiar otra pregunta de Jesús. Me gustaría que pongamos atención, porque algunas veces estudiamos algunos pasajes de la Biblia creemos que como ya los hemos estudiado en varias oportunidades, que no hay nada que aprender. La verdad es que cada vez que se estudia un pasaje de la escritura siempre hay algo que Dios quiere decirnos.
Si vemos el evangelio de Marcos 4:35-40 (RV-60) vamos a encontrar ahí la pregunta. Vamos a ser cuidadosos en los detalles, dice la palabra: 35Aquel día, (mire que el versículo dice la hora en la que sucedieron estas cosas) cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36Y despidiendo la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37Pero se levantó una gran tempestad de viento, (notemos que no era una tormenta, era una gran tempestad de viento) y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba (se hundía). 38Y él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. (Y aquí viene la pregunta. Prácticamente son dos preguntas en una) 40Y les dijo: ¿por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? : 41Entonces temieron con gran temor, y se decían en el uno al otro: ¿Quién es éste que aun el viento y el mar le obedecen?
Yo no sé cuál sea la situación por la que usted esté pasando en este instante pero la pregunta de Jesús es: ¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen miedo? Otras versiones dicen: ¿Por qué tienen tanto temor? ¿Por qué están así amedrentados? ¿Cómo es posible que no tengan fe? Entonces se les quitó el miedo de la tormenta, pero les abrazó otro miedo. Dice la escritura Imagínate primero tenían miedo, hoy tenía un gran temor.
Unámonos en oración y pidamos a Dios que este mensaje bendiga nuestras almas.
Padre, Espíritu Santo de Dios, Señor Jesús, que esta palabra bendita toque en nuestras almas, los puntos más sensibles de nuestra mente y nuestro corazón. Mueve nuestra voluntad Padre querido, revélanos esta palabra. Permite que caigan de nosotros esas escamas, que tenemos en los ojos, espirituales y podamos abrir el alma, abrir el corazón y entender ¿qué nos quieres decir en esta hora, qué nos quieres hablar? Bendice a tu pueblo. En el nombre de Jesús, Amén.
El pasaje que tenemos enfrente, es conocido como: “Jesús calma la tempestad”. Mateo y Lucas, que nos presentan el pasaje de la escritura, nos dan algunos detalles adicionales. Nos damos cuenta que era de noche, dice el versículo 35. También es interesante notar algunos aspectos que no sabemos, ¿por qué?, aparecen ahí. Nadie le puede decir por qué aparecen. La Biblia nos dice, por ejemplo, en el versículo 36: que había también con él otras barcas. Pero el estudio de esta hora se va a enfocar en una sola barca. Pero había otras barcas y no sabemos por qué el Señor nos quiere hacer saber que había otras barcas.
Jesús estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. La popa es la parte trasera del barco, para que tengan una idea. El cabezal es simple y sencillamente un cojín, una almohada. El Señor se había acostado en la parte de atrás del barco, sobre un cojín. Para que tengamos una idea en nuestra mente, el barco al que nos referimos era un barco para aproximadamente unas 15 personas. Es decir, los 12 discípulos más Jesús pues eran unas 13 personas más o menos, que se encontraban en el barco en ese momento.
Es importante también notar que solamente este pasaje de la Biblia es el único que nos dice que Jesús dormía. En ninguna otra porción de los evangelios, de la escritura, usted encuentra que diga que Jesús estaba durmiendo.
Y para que veamos un poquito más amplia la situación me gustaría que leyéramos a la Nueva Versión Internacional (NVI), Marcos 4: 35-40: 35Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos: –Crucemos al otro lado. 36Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. 37Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. 38Jesús, mientras tanto estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. –Maestro –gritaron–, ¿no te importa que nos ahoguemos? 39Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: –¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. 40–¿Por qué tienen tanto miedo? (Esa es la pregunta en estudio, ¿Por qué tienen tanto miedo?) –dijo a sus discípulos–. ¿Todavía no tienen fe? 41Ellos estaban espantados y decían unos a otros: –¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?
Vamos a ver varios puntos.
- Una situación perfecta.
Notemos que no estamos hablando aquí de un grupo de hermanitos en Cristo de El Taber, que se fueron a un antro de perdición el día sábado. Estamos hablando de una situación perfecta, ¿de dónde venían? De predicar el evangelio. ¿Dónde habían estado? Sirviendo al Señor, es más, andaban con Jesús. Habían obedecido. El Señor les había dicho: “súbanse a la barca”. Ellos se subieron a la barca. Hay una porción que dice, 36 despidiendo a la multitud le tomaron como estaba, que le ha dado mucho problema a un montón de teólogos. Simple y sencillamente, el Señor le estaba predicando a la multitud desde la barca, y como era tanta la multitud, los discípulos le dijeron: “Señor vámonos así como está”. El Señor les dijo: “vamos para el otro lado”. Jesús iba con ellos. Sin lugar a dudas que los discípulos habían obedecido Jesús, estaban en la voluntad de Dios, habían dejado a su familia para ir con Jesús al otro lado del mar. La barca, supuestamente, era la barca de Pedro. ¿Qué quiere decir eso? Que Pedro estaba poniendo sus bienes al servicio del Señor.
Entonces la pregunta que nos podemos hacer es ¿nada malo nos puede pasar porque estamos en la voluntad de Dios? La situación es una situación perfecta. Vamos a la iglesia, tenemos un ministerio, servimos a Dios, cantamos, tocamos la guitarra, enseñamos a los niños, recogemos la ofrenda, ayudamos a acomodar a los hermanos, trabajamos en audio, trabajamos en vídeo, estamos sirviendo al Señor, asistimos a una casa de oración, vamos a los estudios del día miércoles. Las cosas van de viento en popa, la situación es perfecta; pero hay un pequeño problemita: “Se levantó una gran tempestad.”
2. Una gran tempestad.
Así que, si usted es de las personas que creen: que porque viene la iglesia, lee la Biblia, ofrenda al Señor, tiene un ministerio en la casa de Dios, viene los miércoles, está los viernes en una casa de oración; porque sirve ¿su vida va a ser de maravilla? Este pasaje nos enseña lo contrario. Nos enseña que aun en medio de situaciones perfectas, se levantan tormentas y tempestades en la vida.
Tenemos la creencia de que: “cuando se levantan tempestades es porque algo malo hemos hecho”. Claro, yo sé que algunas personas son especialistas en crear tempestades. Creemos nosotros: algo mal estamos haciendo para que me esté pasando todo lo que me está pasando. Tempestades se van a levantar, mis queridos y amados hermanos, aunque Jesús esté en nuestra barca. Eso enseña la escritura, eso enseña la palabra. ¿Qué quiere decir eso? Que aunque estemos en la voluntad de Dios, aunque sirvamos al Señor, aunque estemos bien inmersos en lo que es el evangelio y las cosas del Señor; siempre se van a levantar tempestades y eso es un principio. Jesús nunca prometió que nuestra vida estaría libre de tempestades; prometió pasar con nosotros la tempestad, que es diferente.
3. Un caos en la tempestad.
Una tempestad causa crisis hermano.
Cuando estoy preparando el sermón siempre estoy imaginando cosas, pongo hasta música tenebrosa y digo: ¿cómo actuaría yo en una situación como ésta, con tanto amor que le tengo al mar?
Caos, crisis, confusión. Está demostrado que una de las crisis más terribles en la vida, son aquellas de las que no tenemos control. Porque si hay algo que resolver, se resuelve con dinero para el que tiene plata. Pero entonces ya no es crisis, ya no es caos.
Recordemos que los expertos pescadores, que iban en la barca, estaban acostumbrados a manejar tormentas, hermanos, eran expertos, eso es lo que hacían. Pero no una tempestad, no un huracán, no un tifón, no algo fuera de control.
Pero a esa crisis que se presentó en ese instante, de una situación fuera de su control, no hay nada que usted puede hacer. Esas son las cosas que te sacan de onda en la vida, ¿no es cierto? Cuando usted puede hacer algo, o tomar una decisión, o cambiar el rumbo de su vida usted lo hace. Pero cuando hay situaciones que están fuera de su control, no hay más nada que puedas hacer: solo confiar en Dios.
A eso se agregó otra situación hermano:
4. Una crisis emocional.
Cuando estaba reflexionando acerca de esto dije: “bueno, aquí estamos hablando de doce hombres en un barco”. ¿Cómo hubieran actuado 12 mujeres? Yo creo que el pasaje se presentaría de otra manera, diría: “y se tiraron todas del barco.”
Piénsenlo por un instante, vientos, era de noche para colmo, no se veía. El viento soplaba del norte, del sur, del este, del oeste como suele suceder en esas horas de la noche en el mar de Galilea. El agua comenzó a entrar. Si hay viento por todos lados y en la barca se está moviendo, quiere decir que te tiene que buscar la manera de cómo sostenerse del barco de alguna manera para no caer al agua. Además doce hombres gritando. Si cuesta controlar a uno cuando grita, ¿cómo serán doce hombres gritando? ¡Nos vamos a morir! Pedro, Andrés, Mateo, haz esto, haz aquello, haz aquí, haz allá.
En primer lugar: una situación fuera de control. En segundo lugar: todo el mundo en crisis. No debió haber sido una cosa sencilla. A eso se le agregó una tercera situación (delicada por cierto)
5. Una crisis espiritual.
Esta fue una situación delicada, por cierto. Yo no sé quién fue hermanos, no tengo idea y qué bueno que no sabemos. ¿A quién se le ocurrió en el instante semejante cosa? Nosotros aquí estamos que nos ahogamos, y el Señor durmiendo. Todo sucedió en cuestión de segundos, amados míos. Entonces uno de ellos fue y le hizo una pregunta un poquito delicada al Señor.
Mire usted conmigo el versículo 38. 38Jesús, mientras tanto estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. –Maestro –gritaron–, ¿no te importa que nos ahoguemos? Ahora dígame una cosa, veamos esta siguiente pregunta de la manera como usted la quiera ver: “¿No tienes cuidado que perecemos? ¿No te importa que nos estamos muriendo? ¿No te importa que nos vamos a ahogar? ¿No te das cuenta como estamos batallando y tú sigues durmiendo?”
¿Qué significa eso? ¿Sabe qué tipo de crisis es esa? Es una crisis espiritual.
¿No le ha pasado alguna vez una crisis espiritual como ésta? Donde usted siente que ya está haciendo gorgoritos, y dice usted: “Y Dios no hace nada”. Donde ya le pusieron a usted el oxígeno y está lleno de cables en el hospital; vuelve a ver al cielo y dice: “He aquí yo estoy contigo, ¿pero a saber para qué?”
Entonces, todo esto en un instante. El viento, el agua, sentimos que nos vamos a ahogar, la barca se comienza a hundir, el Señor está durmiendo. ¡Nos vamos a ahogar!
Maestro, gritaron, 38¿No te importa que nos ahoguemos? En el versículo siguiente: 39Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: –¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. Usted se puede imaginar esa escena de un mar embravecido, el viento soplando por todos lados, usted sin control de la situación, de las circunstancias. Todos hablando, porque hay de todo.
Yo me acuerdo una vez en un vuelo trasatlántico, hubo una de esas turbulencias increíbles; hermano hay gente que grita lo que sea, un montón de cosas, (¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir!) Y cuando ya se calman todas las cosas le da pena a gente y se ponen una cobija encima, para esconderse, por los gritos que dieron.
El Señor se levanta y tiene que lidiar con dos cosas; primero con las leyes de la naturaleza y en segundo lugar con los hombres que tiene allá adentro (Cuando yo analizo la situación, a mí se me hace que los discípulos reaccionaron de una manera normal). Reprende al viento. Y dijo al mar: calla, enmudece. Y cesó el viento y se hizo grande bonanza.
En la Nueva Versión Internacional (NVI): 39…ordenó al mar: ¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó en completamente tranquilo. Así como hablan algunas mujeres en su casa.
Imagínese, después de todo ese gran relajo hermano, yo no sé quién gritaba más, no sé. Pero siempre hay uno más gritón que otro; hay uno más miedoso que otro siempre, hay uno más escandaloso que otro. Claro y los vientos, y la marea, y el barco moviéndose, y el agua, y sacando el agua; y todo ese gran relajo cuando de un segundo al otro, el Señor calma la tempestad. Me pongo a pensar: “¿Qué habrán hecho todos los discípulos cuando se dieron cuenta que ahora todo estaba tranquilo?” Las miradas de todos ellos se vuelven a Jesús. (¡Ay, papá! ahí es donde hay que volver la mirada para otro lado, o agachar la cabeza, porque algo viene.)
¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?
En Mate 8: 26 (RV-60): El les dijo: ¿por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
¡Y aquí comienza es sermón!
¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo, no tienen fe?
Estamos en Marcos 4. Si usted revisa el capítulo 1: 21, del evangelio de Marcos, se va a dar cuenta que habían entrado a Capernaúm. Se encontraron a un hombre endemoniado, dice el versículo 23. Le hablaron, le dijeron: 24¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 25Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
En este mismo capítulo, el versículo 29 dice: 29Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón (Pedro) y Andrés, con Jacobo y Juan. 30Y la suegra de Simón (Pedro) estaba acostada con fiebre; (y el Señor la sanó). 32 Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados. 33 Y toda la ciudad se agolpó a la puerta. 34Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. 40Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Si usted sigue leyendo, se puede dar cuenta que en este momento, que se presentó la tempestad en el mar, los discípulos ya habían sido testigos de: Que Jesús había convertido el agua en vino. Habían sido testigos de que Jesús había sanado al hijo de un noble, que Jesús había sanado a un hombre que tenía espíritu inmundo, que Jesús había sanado a la suegra de Pedro, que había sanado a muchos como hemos leído al ponerse el sol. Había sucedido la pesca milagrosa, cuando dijo: “echen las redes acá, y sacaron peces que hasta se hundía el barco”. Había sucedido ya la sanidad de un leproso, había sanado al siervo del cinturón. Los discípulos habían visto todas estas cosas, por eso el Señor hace esta pregunta. Esta pregunta tiene una respuesta más profunda iglesia: ¿Por qué tienen miedo? ¿Por qué estáis amedrentados? Lo que verdaderamente Jesús estaba queriendo decirles es: ¿Y todo lo que han visto qué, no sirve de nada? ¡Quiere decir que ustedes todavía no tienen fe!
A mí me parece que esta pregunta tiene que ver con identidad. Es como si Jesús lo que estaba diciendo era: ¿O sea qué, no me conocen bien todavía verdad?
Y ese es el problema, esa es la médula. Si le damos vuelta a la situación, si le damos vuelta a la circunstancias; Jesús pudo haber dicho: “yo entiendo”. Porque Él sabe todo.
Pero si le damos vuelta a la situación, a la circunstancia; diciéndolo de otra manera, Jesús pudo haber dicho: “¿Yo sé por qué tiene miedo? Porque no me conocen todavía. Si me conocieran, no tendrían miedo”.
Pero hermanos es una situación delicada. Pero yo pienso: No es posible que ni uno solo de los discípulos, ni uno solo dijera: “Oigan muchachos miren, el Señor está durmiendo; vamos a dormir nosotros también.”
Ni uno solo dijo: Oigan muchachos, ¿cómo van a creer que nos vamos a morir? Si aquí está el Señor. ¿No se acuerdan ustedes el milagro que hizo cuando sacamos los peces? ¿No se acuerdan cómo sana leprosos? ¿No se acuerdan como sanó a tu suegra, Pedro? ¿No se acuerdan de tantos milagros, no se acuerda cuando transformaba? ¿No se acuerdan que todo lo que he hecho son cosas sobrenaturales, cómo se va a morir el Señor? Nadie dijo eso.
Es importante entender que hay situaciones y circunstancias en la vida donde nos vamos a atormentar nosotros, pero es allí, en ese momento, donde vamos a demostrar; si en realidad conocemos a Dios.
No se trata de conocer a Dios como se conoce a un personaje importante en un periódico. Si yo le pregunto: ¿usted conoce el presidente de “tal” país? Usted me dirá: “Bueno, si lo conozco, lo he visto por televisión.” No se trata de eso.
¿Cómo conoció usted a Dios?
6. Se trata de conocer a Dios de una manera personal.
En este momento Jesús estaba claro, y sabe todas las cosas. Él conoce todo, pero lo que verdaderamente estaba diciendo es: “Bueno todo lo que han visto, todos los milagros que he hecho, no ha servido. Todavía no hay convicciones en mí, todavía no me conocen como me tienen que conocer. Porque si conocieran ¿quién soy yo? No estarían amedrentados, no tendrían miedo, estarían confiados porque yo tengo poder de hacer todas las cosas.
Imagínate hasta la pregunta que hicieron, poniendo en duda la gracia de Dios, poniendo en duda la misericordia del Señor; poniendo en duda estas cosas. Le dijeron: ¿No te importa que nos estamos muriendo?
Yo le pregunto a usted: ¿Usted cree que Dios se preocupa por usted? ¿De dónde sale esa pregunta?
¿No te importa que nos estamos ahogando, verdad? ¿No te importa el problema que tengo? ¿No te importa que estoy enfermo? ¿No te importa que mi mama se está muriendo? ¿No te importa que no tengo para pagar la renta? ¿No te importa que no tengo dónde dormir? ¿No te importa que no tengo para la comida? ¿No te importa la situación en la que estoy viviendo en este momento? Esa fue la pregunta en los discípulos.
El Señor se levanta, calma las aguas, calma los vientos. Y ahora se vuelve a ellos y dice: ¿por qué están amedrentados?
Dice la palabra: 41Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aún el viento y el mar le obedecen? Mire, la misma pregunta que se hacen los discípulos, en este versículo, demuestra que todavía no habían llegado a ese nivel (elevado) de fe.
Las respuestas son sencillas:
Es el mismo que convirtió el agua en vino. Es el mismo que sanó al hijo de un noble. Es el hombre que sanó al que tenía un espíritu inmundo. Pedro, el que sanó a tu suegra que tenía fiebre y de repente comenzó a servirnos. Es el mismo que sanó a muchos enfermos al ponerse el sol. Es el mismo de la pesca milagrosa, es el mismo que sana leprosos, es el mismo que sanó al siervo del centurión. ¿Por qué os amedrentáis? Es porque no tienen fe
7. Conocer a Dios de una manera personal, en segundo lugar de una manera experimental y transformadora.
Mire mi querido y amado hermano entiéndame esto que le voy a decir por favor. Hay personas que no hemos visto en la iglesia desde que comenzó la pandemia. Por ahí por noviembre, más o menos, del 2019 se declaró el coronavirus como una pandemia. Se cerraron negocios, instituciones, iglesias. El 15 de marzo estaba cerrada la iglesia por restricciones del gobierno. Pero hay personas que no las vemos desde esa fecha.
Yo le hago una pregunta a usted, si nosotros nos vamos todos juntos a visitar a todas esas personas que no hemos visto. Tocamos su puerta y nos abren, y le preguntamos: ¿Usted cree en Dios? Déjeme decirles que ellos viven sus vidas normales, van al Súper, van al trabajo, visitan familias, van a la playa, al Mol. ¿Qué respuesta cree que nos van a dar? Nos dirán: Ay sí, por supuesto, ¡claro que creemos en Dios!
Les voy a decir una cosa reveladora: ¿Sabía usted que hay demonios que creen más en Dios, que a esta gente a la que yo me acabo de referir? Hay demonios que creen más de lo que cree usted. Pastor y ¿cómo sabe eso? Véalo usted en Marcos 1:24 (RV-60): ¿Qué tienes con nosotros Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Este demonio sabía quién era Jesús, más que esas personas a las que les vamos a tocar la puerta y le vamos a preguntar: ¿si creen en Dios?
Marcos 1:34 (RV-60 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. Iglesia, porque sabían quién es él. Y estas personas a las que me refiero, vamos le tocamos la puerta y dicen: “Si nosotros creemos en Dios”. ¿Pero sabe qué? Conocen a Dios, así como conocen a Putin en Rusia, ¿verdad?, por el periódico, por la televisión. No lo conocen de una manera experimental y transformadora.
¿Sabe por qué?
Porque si lo conocieran de esa manera habría una necesidad en el alma de adorarlo. Habría una necesidad profunda en el alma de servirle. Habría una profundidad terrible en el corazón de decir: “Señor pongo todo lo que soy, mi persona, mi bienes, lo que sea a tu servicio, porque te amo Señor.
Pero hay cantidad de gente, iglesia, que están confundidos y engañados. Ellos creen que creen en Dios, pero lo que estamos leyendo ahora en este libro sagrado (La Biblia) nos dice que no es cierto. Si alguien te dice: “No, si yo creo en Dios”. “Esa esposita que se vino al culto y dejó a su marido en su casa y le dijo al marido: yo creo en Dios. No si tú no creces en nada. (Dijo el esposo) ¿Cómo? Si tú no conoces mi corazón” (Ya le expliqué hace unos días que esa es una de las frases más diabólicas que hay: “Dios conoce mi corazón”) Si esa persona se quedó en la casa y no siente la necesidad de postrarse ante el Señor, no siente la necesidad de la casa de Dios, de venir a la iglesia, de adorar al salvador. No siente necesidad. ¿De qué manera lo conoce?
A Él hay que conocerlo de una forma experimental, de una forma transformadora. ¿Qué significa eso? Significa, que desde el día que lo conoces usted nunca más volverá a ser la misma persona.
Es por eso que algunos no entienden. Que si viene el culto al mediodía y a las cinco de la tarde usted se comienza a arreglar, y le preguntan: ¿para dónde va? A la iglesia. ¿Otra vez? Si. Ese pastor ya te lavó el cerebro. No es el pastor, es la necesidad del alma. Es entender al salmista cuando dijo (Salmos 42:1): Así como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Te necesito Señor. Venimos a la casa del Señor, no porque nos obligan a venir, sino porque lo necesitamos; porque sentimos que nos falta el aire. Porque reconocemos que nos ha dado dones y talentos, y hay que ponerlos al servicio del Señor. ¿Cómo pasar una vida sin adorarle?
Y esos demonios lo conocían, “Eres el Santo de Dios, eres el Santo.” Hay gente hoy en día que vive tranquilamente. No asisten a ninguna iglesia, no pone sus dones al servicio del Señor, no les hemos visto por 2 o 3 años; y usted le pregunta: ¿Usted cree en Dios? Yo si, por supuesto, ¿cómo qué no? Pobre gente. Lucas 13: 27 Os digo que no sé de donde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Mateo 7: 22-23. Muchos me dirán en aquel día Señor, Señor. Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Si nosotros pensamos en la gente que conocemos; hay conocidos. Y yo pienso que ese es el nivel a las que muchas personas conocen a Dios, como conocidos. Hay personas que usted me pregunta: y son conocidos. Hace poco alguien me preguntaba por un cantante (que vino a cantar acá) Daniel Calveti, me preguntan: ¿ustedes son amigos? No, somos conocidos, nos conocemos. Él estuvo aquí, platicamos, comimos juntos. Yo les mentiría si les digo: “somos unos grandes cuates”. Una sola vez nos hemos visto en la vida, la semana que estuvo aquí con nosotros, somos conocidos. Después de ser conocidos, usted puede pasar tal vez a la posición de amistad. Platicamos, vamos y tomamos un cafecito, de vez en cuando comemos. Sí, somos amigos, es decir, un poquito más allá de conocidos.
Pero esto que estamos hablando aquí es: Intimidad. ¿Por qué os amedrentáis? ¿Por qué tienen miedo? ¿No tienen fe todavía con lo que han visto? Es por eso que en el primer estudio de las preguntas de Dios, vimos que el Señor les llevó a Filipos, y estando allá fue que les preguntó: ¿quién dice los hombres que soy yo? Fue después de todo esto que hizo las preguntas. Dijo: sí ya les pregunté, si ya vi que tienen miedo, si ya vi que pasaron esto, si ya vi que todavía no creen en mí, si ya vi que no tienen fe, si ya veo que les da miedo; ¿cómo les puedo encomendar una obra? Y después de todas estas cosas estando allá dijo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Luego viendo la pregunta importante: ¿Ustedes quienes dicen que soy yo? Pedro dijo: “Tú eres el Cristo, tú eres el Mesías, eres el Hijo del Dios viviente”.
El apóstol Pablo dijo (Filipenses 3:8) (RV-60): Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
¿A qué le tiene miedo usted en este día?
¿No sé pastor cómo van a salir mis exámenes? ¿No sé si voy a quedar bien después de la operación? ¿Un hijo enfermo? ¿Un familiar muy cercano que esté enfermo? ¿Un problema financiero, está hundido en deudas? ¿Su matrimonio está a punto de culminar? ¿Un familiar en peligro en su país? ¿La incertidumbre de su estadía en este país? ¿Un hijo en drogas? ¿Alguna extorsión? ¿Miedo a quedarse solo, o quedarse sola? ¿Un problema legal? ¿Le preocupa su edad porque no quiere ser carga de nadie? ¿Vendió todo en su país, se vino a Canadá y las cosas ahora resultan que no lucen bien? ¿Temor a fracasar otra vez en su relación?
¿A qué le tiene miedo?
El Señor vuelve su mirada a usted y dice: Entiendo que estés en crisis, pero, ¿por qué os amedrentáis? ¿Acaso no conoce usted a Dios?
Y después de esta situación, el Señor calma el viento, calma la tempestad. ¡Y ahora si se asustan! Ya no se asustan tanto del viento, no se asustan tanto de la tempestad, no se asustan tanto del agua que está dentro de la barca. Se asustan de ese personaje que está con ellos en el barco. ¿Este es Dios? ¿Quién es este?
Todo el antiguo testamento está lleno de pasajes de la escritura que dicen que Dios es el que controla todas las cosas de la naturaleza, Dios. La gente sabía que era Dios quien había levantado aquella gran tempestad cuando Jonás andaba huyendo del Señor. La gente sabía que cuando tiraron a Jonás la tempestad se calmó, porque Dios la había calmado. Eso era algo que tenían en su mente muy presente los judíos. Y ahora resulta que el mismo que había calmado la tempestad con Jonás, lo tenían en su propio barco y había hecho lo mismo que Dios había hecho en el antiguo testamento, calmando los vientos y calmando la mar. ¿Quién es este que aún los vientos y el mar lo obedecen?
Esa es la pregunta de Dios para nosotros en esta tarde: ¿Por qué tienen miedo? ¿Por qué os amedrentáis? Hombres de poca fe. Si con nosotros está el creador de los cielos y la tierra, el rey de reyes y el Señor de señores.
Oremos demos gracias a Dios
Padre te damos gracias por tu palabra en esta hora. Reconocemos tu grandeza, reconocemos tu poder, reconocemos tu autoridad sobre todas las cosas y te pedimos perdón por todos aquellos momentos cuando hemos mostrado debilidad. También padre yo quiero suplicarte por todas aquellas familias, aquellas personas que lastimosamente dicen que te conocen, pero no hay ninguna necesidad de adorarte. Dicen que te conocen, pero no tienen necesidad de asistir a tu casa. Dicen que te conocen, pero no te buscan. Dicen que te conocen, pero no te honran. Padre en esta hora reconocemos tu poder, tu fuerza, tu grandeza. Volvemos nuestra imaginación a ese momento maravilloso, terrible para los discípulos, ¿Por qué estáis amedrentados, porque tienen miedo, cómo todavía no tienen fe? Te damos honra y gloria Señor. Te damos gracias por el privilegio tan grande de que tú estés en nuestra barca.
Mientras todos oramos en esta hora, si usted nunca antes ha conocido a Cristo como el Señor y Salvador de su vida, en esta tarde yo quiero animarle para que le abra su corazón a Jesucristo y lo reciba como el Señor de su vida. Si usted me dice: “Pastor, yo siento la necesidad de Dios, yo quiero entregarle mi vida Cristo; necesito a Dios en mi vida.” Estoy comenzando mi vida en este país y necesito la bendición de Dios. Si usted nunca ha recibido a Cristo pero quisiera hacerlo en este momento, yo quiero invitarle ahí donde está para que se ponga de pie, levante su mano, y le entregue su vida Jesús. Si hay alguna persona quiere recibir a Cristo en el corazón, ahí donde está levante su mano, pónganse de pie y un hermano de nuestra iglesia se va a acercar a ustedes cariñosamente, para orar con usted y por usted.
Usted que nos mira por internet, también usted puede entregarle su vida Jesucristo, diga: Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz, por poner tu cuerpo, derramar tu sangre. En este día te recibo como mi Señor y Salvador personal. Si usted hizo esta oración yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y de su bendita palabra.
Despídenos con tu paz Padre, en el nombre de Jesús amén y amén.
¡Qué la paz de Cristo les acompañe mis amados hermanos!
¿Por qué tienen miedo?
Enero 23, 2022 – 1:30PM| Marcos 4: 35-41 | Dr. David Rodríguez
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Vamos a abrir la palabra en el evangelio de Marcos. Estamos estudiando la serie Cuando Dios Hace Preguntas.
La primera pregunta que estudiamos ¿Y ustedes quién dicen que soy yo? ¿Qué representa Jesús para ustedes?
Luego la segunda pregunta: ¿Dónde están todos aquellos que recibieron un favor? Aquellos que recibieron un milagro, ¿dónde están? ¿No hubo quién regresara y le diera gracias a Dios?
La tercera pregunta que estudiamos: ¿De qué sirve ganar todo en la vida si perdieres el alma? ¿De qué le sirve al hombre si ganare todo el mundo? Aquellas personas que se afanan por su trabajo. Se afanan por sus familias, por las cosas de esta vida terrenal.
Y en esta tarde vamos a estudiar otra pregunta de Jesús. Me gustaría que pongamos atención, porque algunas veces estudiamos algunos pasajes de la Biblia creemos que como ya los hemos estudiado en varias oportunidades, que no hay nada que aprender. La verdad es que cada vez que se estudia un pasaje de la escritura siempre hay algo que Dios quiere decirnos.
Si vemos el evangelio de Marcos 4:35-40 (RV-60) vamos a encontrar ahí la pregunta. Vamos a ser cuidadosos en los detalles, dice la palabra: 35Aquel día, (mire que el versículo dice la hora en la que sucedieron estas cosas) cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36Y despidiendo la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37Pero se levantó una gran tempestad de viento, (notemos que no era una tormenta, era una gran tempestad de viento) y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba (se hundía). 38Y él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. (Y aquí viene la pregunta. Prácticamente son dos preguntas en una) 40Y les dijo: ¿por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? : 41Entonces temieron con gran temor, y se decían en el uno al otro: ¿Quién es éste que aun el viento y el mar le obedecen?
Yo no sé cuál sea la situación por la que usted esté pasando en este instante pero la pregunta de Jesús es: ¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen miedo? Otras versiones dicen: ¿Por qué tienen tanto temor? ¿Por qué están así amedrentados? ¿Cómo es posible que no tengan fe? Entonces se les quitó el miedo de la tormenta, pero les abrazó otro miedo. Dice la escritura Imagínate primero tenían miedo, hoy tenía un gran temor.
Unámonos en oración y pidamos a Dios que este mensaje bendiga nuestras almas.
Padre, Espíritu Santo de Dios, Señor Jesús, que esta palabra bendita toque en nuestras almas, los puntos más sensibles de nuestra mente y nuestro corazón. Mueve nuestra voluntad Padre querido, revélanos esta palabra. Permite que caigan de nosotros esas escamas, que tenemos en los ojos, espirituales y podamos abrir el alma, abrir el corazón y entender ¿qué nos quieres decir en esta hora, qué nos quieres hablar? Bendice a tu pueblo. En el nombre de Jesús, Amén.
El pasaje que tenemos enfrente, es conocido como: “Jesús calma la tempestad”. Mateo y Lucas, que nos presentan el pasaje de la escritura, nos dan algunos detalles adicionales. Nos damos cuenta que era de noche, dice el versículo 35. También es interesante notar algunos aspectos que no sabemos, ¿por qué?, aparecen ahí. Nadie le puede decir por qué aparecen. La Biblia nos dice, por ejemplo, en el versículo 36: que había también con él otras barcas. Pero el estudio de esta hora se va a enfocar en una sola barca. Pero había otras barcas y no sabemos por qué el Señor nos quiere hacer saber que había otras barcas.
Jesús estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. La popa es la parte trasera del barco, para que tengan una idea. El cabezal es simple y sencillamente un cojín, una almohada. El Señor se había acostado en la parte de atrás del barco, sobre un cojín. Para que tengamos una idea en nuestra mente, el barco al que nos referimos era un barco para aproximadamente unas 15 personas. Es decir, los 12 discípulos más Jesús pues eran unas 13 personas más o menos, que se encontraban en el barco en ese momento.
Es importante también notar que solamente este pasaje de la Biblia es el único que nos dice que Jesús dormía. En ninguna otra porción de los evangelios, de la escritura, usted encuentra que diga que Jesús estaba durmiendo.
Y para que veamos un poquito más amplia la situación me gustaría que leyéramos a la Nueva Versión Internacional (NVI), Marcos 4: 35-40: 35Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos: –Crucemos al otro lado. 36Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. 37Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. 38Jesús, mientras tanto estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. –Maestro –gritaron–, ¿no te importa que nos ahoguemos? 39Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: –¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. 40–¿Por qué tienen tanto miedo? (Esa es la pregunta en estudio, ¿Por qué tienen tanto miedo?) –dijo a sus discípulos–. ¿Todavía no tienen fe? 41Ellos estaban espantados y decían unos a otros: –¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?
Vamos a ver varios puntos.
- Una situación perfecta.
Notemos que no estamos hablando aquí de un grupo de hermanitos en Cristo de El Taber, que se fueron a un antro de perdición el día sábado. Estamos hablando de una situación perfecta, ¿de dónde venían? De predicar el evangelio. ¿Dónde habían estado? Sirviendo al Señor, es más, andaban con Jesús. Habían obedecido. El Señor les había dicho: “súbanse a la barca”. Ellos se subieron a la barca. Hay una porción que dice, 36 despidiendo a la multitud le tomaron como estaba, que le ha dado mucho problema a un montón de teólogos. Simple y sencillamente, el Señor le estaba predicando a la multitud desde la barca, y como era tanta la multitud, los discípulos le dijeron: “Señor vámonos así como está”. El Señor les dijo: “vamos para el otro lado”. Jesús iba con ellos. Sin lugar a dudas que los discípulos habían obedecido Jesús, estaban en la voluntad de Dios, habían dejado a su familia para ir con Jesús al otro lado del mar. La barca, supuestamente, era la barca de Pedro. ¿Qué quiere decir eso? Que Pedro estaba poniendo sus bienes al servicio del Señor.
Entonces la pregunta que nos podemos hacer es ¿nada malo nos puede pasar porque estamos en la voluntad de Dios? La situación es una situación perfecta. Vamos a la iglesia, tenemos un ministerio, servimos a Dios, cantamos, tocamos la guitarra, enseñamos a los niños, recogemos la ofrenda, ayudamos a acomodar a los hermanos, trabajamos en audio, trabajamos en vídeo, estamos sirviendo al Señor, asistimos a una casa de oración, vamos a los estudios del día miércoles. Las cosas van de viento en popa, la situación es perfecta; pero hay un pequeño problemita: “Se levantó una gran tempestad.”
2. Una gran tempestad.
Así que, si usted es de las personas que creen: que porque viene la iglesia, lee la Biblia, ofrenda al Señor, tiene un ministerio en la casa de Dios, viene los miércoles, está los viernes en una casa de oración; porque sirve ¿su vida va a ser de maravilla? Este pasaje nos enseña lo contrario. Nos enseña que aun en medio de situaciones perfectas, se levantan tormentas y tempestades en la vida.
Tenemos la creencia de que: “cuando se levantan tempestades es porque algo malo hemos hecho”. Claro, yo sé que algunas personas son especialistas en crear tempestades. Creemos nosotros: algo mal estamos haciendo para que me esté pasando todo lo que me está pasando. Tempestades se van a levantar, mis queridos y amados hermanos, aunque Jesús esté en nuestra barca. Eso enseña la escritura, eso enseña la palabra. ¿Qué quiere decir eso? Que aunque estemos en la voluntad de Dios, aunque sirvamos al Señor, aunque estemos bien inmersos en lo que es el evangelio y las cosas del Señor; siempre se van a levantar tempestades y eso es un principio. Jesús nunca prometió que nuestra vida estaría libre de tempestades; prometió pasar con nosotros la tempestad, que es diferente.
3. Un caos en la tempestad.
Una tempestad causa crisis hermano.
Cuando estoy preparando el sermón siempre estoy imaginando cosas, pongo hasta música tenebrosa y digo: ¿cómo actuaría yo en una situación como ésta, con tanto amor que le tengo al mar?
Caos, crisis, confusión. Está demostrado que una de las crisis más terribles en la vida, son aquellas de las que no tenemos control. Porque si hay algo que resolver, se resuelve con dinero para el que tiene plata. Pero entonces ya no es crisis, ya no es caos.
Recordemos que los expertos pescadores, que iban en la barca, estaban acostumbrados a manejar tormentas, hermanos, eran expertos, eso es lo que hacían. Pero no una tempestad, no un huracán, no un tifón, no algo fuera de control.
Pero a esa crisis que se presentó en ese instante, de una situación fuera de su control, no hay nada que usted puede hacer. Esas son las cosas que te sacan de onda en la vida, ¿no es cierto? Cuando usted puede hacer algo, o tomar una decisión, o cambiar el rumbo de su vida usted lo hace. Pero cuando hay situaciones que están fuera de su control, no hay más nada que puedas hacer: solo confiar en Dios.
A eso se agregó otra situación hermano:
4. Una crisis emocional.
Cuando estaba reflexionando acerca de esto dije: “bueno, aquí estamos hablando de doce hombres en un barco”. ¿Cómo hubieran actuado 12 mujeres? Yo creo que el pasaje se presentaría de otra manera, diría: “y se tiraron todas del barco.”
Piénsenlo por un instante, vientos, era de noche para colmo, no se veía. El viento soplaba del norte, del sur, del este, del oeste como suele suceder en esas horas de la noche en el mar de Galilea. El agua comenzó a entrar. Si hay viento por todos lados y en la barca se está moviendo, quiere decir que te tiene que buscar la manera de cómo sostenerse del barco de alguna manera para no caer al agua. Además doce hombres gritando. Si cuesta controlar a uno cuando grita, ¿cómo serán doce hombres gritando? ¡Nos vamos a morir! Pedro, Andrés, Mateo, haz esto, haz aquello, haz aquí, haz allá.
En primer lugar: una situación fuera de control. En segundo lugar: todo el mundo en crisis. No debió haber sido una cosa sencilla. A eso se le agregó una tercera situación (delicada por cierto)
5. Una crisis espiritual.
Esta fue una situación delicada, por cierto. Yo no sé quién fue hermanos, no tengo idea y qué bueno que no sabemos. ¿A quién se le ocurrió en el instante semejante cosa? Nosotros aquí estamos que nos ahogamos, y el Señor durmiendo. Todo sucedió en cuestión de segundos, amados míos. Entonces uno de ellos fue y le hizo una pregunta un poquito delicada al Señor.
Mire usted conmigo el versículo 38. 38Jesús, mientras tanto estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. –Maestro –gritaron–, ¿no te importa que nos ahoguemos? Ahora dígame una cosa, veamos esta siguiente pregunta de la manera como usted la quiera ver: “¿No tienes cuidado que perecemos? ¿No te importa que nos estamos muriendo? ¿No te importa que nos vamos a ahogar? ¿No te das cuenta como estamos batallando y tú sigues durmiendo?”
¿Qué significa eso? ¿Sabe qué tipo de crisis es esa? Es una crisis espiritual.
¿No le ha pasado alguna vez una crisis espiritual como ésta? Donde usted siente que ya está haciendo gorgoritos, y dice usted: “Y Dios no hace nada”. Donde ya le pusieron a usted el oxígeno y está lleno de cables en el hospital; vuelve a ver al cielo y dice: “He aquí yo estoy contigo, ¿pero a saber para qué?”
Entonces, todo esto en un instante. El viento, el agua, sentimos que nos vamos a ahogar, la barca se comienza a hundir, el Señor está durmiendo. ¡Nos vamos a ahogar!
Maestro, gritaron, 38¿No te importa que nos ahoguemos? En el versículo siguiente: 39Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: –¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. Usted se puede imaginar esa escena de un mar embravecido, el viento soplando por todos lados, usted sin control de la situación, de las circunstancias. Todos hablando, porque hay de todo.
Yo me acuerdo una vez en un vuelo trasatlántico, hubo una de esas turbulencias increíbles; hermano hay gente que grita lo que sea, un montón de cosas, (¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir!) Y cuando ya se calman todas las cosas le da pena a gente y se ponen una cobija encima, para esconderse, por los gritos que dieron.
El Señor se levanta y tiene que lidiar con dos cosas; primero con las leyes de la naturaleza y en segundo lugar con los hombres que tiene allá adentro (Cuando yo analizo la situación, a mí se me hace que los discípulos reaccionaron de una manera normal). Reprende al viento. Y dijo al mar: calla, enmudece. Y cesó el viento y se hizo grande bonanza.
En la Nueva Versión Internacional (NVI): 39…ordenó al mar: ¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó en completamente tranquilo. Así como hablan algunas mujeres en su casa.
Imagínese, después de todo ese gran relajo hermano, yo no sé quién gritaba más, no sé. Pero siempre hay uno más gritón que otro; hay uno más miedoso que otro siempre, hay uno más escandaloso que otro. Claro y los vientos, y la marea, y el barco moviéndose, y el agua, y sacando el agua; y todo ese gran relajo cuando de un segundo al otro, el Señor calma la tempestad. Me pongo a pensar: “¿Qué habrán hecho todos los discípulos cuando se dieron cuenta que ahora todo estaba tranquilo?” Las miradas de todos ellos se vuelven a Jesús. (¡Ay, papá! ahí es donde hay que volver la mirada para otro lado, o agachar la cabeza, porque algo viene.)
¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?
En Mate 8: 26 (RV-60): El les dijo: ¿por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
¡Y aquí comienza es sermón!
¿Qué les pasa? ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo, no tienen fe?
Estamos en Marcos 4. Si usted revisa el capítulo 1: 21, del evangelio de Marcos, se va a dar cuenta que habían entrado a Capernaúm. Se encontraron a un hombre endemoniado, dice el versículo 23. Le hablaron, le dijeron: 24¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 25Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
En este mismo capítulo, el versículo 29 dice: 29Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón (Pedro) y Andrés, con Jacobo y Juan. 30Y la suegra de Simón (Pedro) estaba acostada con fiebre; (y el Señor la sanó). 32 Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados. 33 Y toda la ciudad se agolpó a la puerta. 34Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. 40Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Si usted sigue leyendo, se puede dar cuenta que en este momento, que se presentó la tempestad en el mar, los discípulos ya habían sido testigos de: Que Jesús había convertido el agua en vino. Habían sido testigos de que Jesús había sanado al hijo de un noble, que Jesús había sanado a un hombre que tenía espíritu inmundo, que Jesús había sanado a la suegra de Pedro, que había sanado a muchos como hemos leído al ponerse el sol. Había sucedido la pesca milagrosa, cuando dijo: “echen las redes acá, y sacaron peces que hasta se hundía el barco”. Había sucedido ya la sanidad de un leproso, había sanado al siervo del cinturón. Los discípulos habían visto todas estas cosas, por eso el Señor hace esta pregunta. Esta pregunta tiene una respuesta más profunda iglesia: ¿Por qué tienen miedo? ¿Por qué estáis amedrentados? Lo que verdaderamente Jesús estaba queriendo decirles es: ¿Y todo lo que han visto qué, no sirve de nada? ¡Quiere decir que ustedes todavía no tienen fe!
A mí me parece que esta pregunta tiene que ver con identidad. Es como si Jesús lo que estaba diciendo era: ¿O sea qué, no me conocen bien todavía verdad?
Y ese es el problema, esa es la médula. Si le damos vuelta a la situación, si le damos vuelta a la circunstancias; Jesús pudo haber dicho: “yo entiendo”. Porque Él sabe todo.
Pero si le damos vuelta a la situación, a la circunstancia; diciéndolo de otra manera, Jesús pudo haber dicho: “¿Yo sé por qué tiene miedo? Porque no me conocen todavía. Si me conocieran, no tendrían miedo”.
Pero hermanos es una situación delicada. Pero yo pienso: No es posible que ni uno solo de los discípulos, ni uno solo dijera: “Oigan muchachos miren, el Señor está durmiendo; vamos a dormir nosotros también.”
Ni uno solo dijo: Oigan muchachos, ¿cómo van a creer que nos vamos a morir? Si aquí está el Señor. ¿No se acuerdan ustedes el milagro que hizo cuando sacamos los peces? ¿No se acuerdan cómo sana leprosos? ¿No se acuerdan como sanó a tu suegra, Pedro? ¿No se acuerdan de tantos milagros, no se acuerda cuando transformaba? ¿No se acuerdan que todo lo que he hecho son cosas sobrenaturales, cómo se va a morir el Señor? Nadie dijo eso.
Es importante entender que hay situaciones y circunstancias en la vida donde nos vamos a atormentar nosotros, pero es allí, en ese momento, donde vamos a demostrar; si en realidad conocemos a Dios.
No se trata de conocer a Dios como se conoce a un personaje importante en un periódico. Si yo le pregunto: ¿usted conoce el presidente de “tal” país? Usted me dirá: “Bueno, si lo conozco, lo he visto por televisión.” No se trata de eso.
¿Cómo conoció usted a Dios?
6. Se trata de conocer a Dios de una manera personal.
En este momento Jesús estaba claro, y sabe todas las cosas. Él conoce todo, pero lo que verdaderamente estaba diciendo es: “Bueno todo lo que han visto, todos los milagros que he hecho, no ha servido. Todavía no hay convicciones en mí, todavía no me conocen como me tienen que conocer. Porque si conocieran ¿quién soy yo? No estarían amedrentados, no tendrían miedo, estarían confiados porque yo tengo poder de hacer todas las cosas.
Imagínate hasta la pregunta que hicieron, poniendo en duda la gracia de Dios, poniendo en duda la misericordia del Señor; poniendo en duda estas cosas. Le dijeron: ¿No te importa que nos estamos muriendo?
Yo le pregunto a usted: ¿Usted cree que Dios se preocupa por usted? ¿De dónde sale esa pregunta?
¿No te importa que nos estamos ahogando, verdad? ¿No te importa el problema que tengo? ¿No te importa que estoy enfermo? ¿No te importa que mi mama se está muriendo? ¿No te importa que no tengo para pagar la renta? ¿No te importa que no tengo dónde dormir? ¿No te importa que no tengo para la comida? ¿No te importa la situación en la que estoy viviendo en este momento? Esa fue la pregunta en los discípulos.
El Señor se levanta, calma las aguas, calma los vientos. Y ahora se vuelve a ellos y dice: ¿por qué están amedrentados?
Dice la palabra: 41Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aún el viento y el mar le obedecen? Mire, la misma pregunta que se hacen los discípulos, en este versículo, demuestra que todavía no habían llegado a ese nivel (elevado) de fe.
Las respuestas son sencillas:
Es el mismo que convirtió el agua en vino. Es el mismo que sanó al hijo de un noble. Es el hombre que sanó al que tenía un espíritu inmundo. Pedro, el que sanó a tu suegra que tenía fiebre y de repente comenzó a servirnos. Es el mismo que sanó a muchos enfermos al ponerse el sol. Es el mismo de la pesca milagrosa, es el mismo que sana leprosos, es el mismo que sanó al siervo del centurión. ¿Por qué os amedrentáis? Es porque no tienen fe
7. Conocer a Dios de una manera personal, en segundo lugar de una manera experimental y transformadora.
Mire mi querido y amado hermano entiéndame esto que le voy a decir por favor. Hay personas que no hemos visto en la iglesia desde que comenzó la pandemia. Por ahí por noviembre, más o menos, del 2019 se declaró el coronavirus como una pandemia. Se cerraron negocios, instituciones, iglesias. El 15 de marzo estaba cerrada la iglesia por restricciones del gobierno. Pero hay personas que no las vemos desde esa fecha.
Yo le hago una pregunta a usted, si nosotros nos vamos todos juntos a visitar a todas esas personas que no hemos visto. Tocamos su puerta y nos abren, y le preguntamos: ¿Usted cree en Dios? Déjeme decirles que ellos viven sus vidas normales, van al Súper, van al trabajo, visitan familias, van a la playa, al Mol. ¿Qué respuesta cree que nos van a dar? Nos dirán: Ay sí, por supuesto, ¡claro que creemos en Dios!
Les voy a decir una cosa reveladora: ¿Sabía usted que hay demonios que creen más en Dios, que a esta gente a la que yo me acabo de referir? Hay demonios que creen más de lo que cree usted. Pastor y ¿cómo sabe eso? Véalo usted en Marcos 1:24 (RV-60): ¿Qué tienes con nosotros Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Este demonio sabía quién era Jesús, más que esas personas a las que les vamos a tocar la puerta y le vamos a preguntar: ¿si creen en Dios?
Marcos 1:34 (RV-60 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. Iglesia, porque sabían quién es él. Y estas personas a las que me refiero, vamos le tocamos la puerta y dicen: “Si nosotros creemos en Dios”. ¿Pero sabe qué? Conocen a Dios, así como conocen a Putin en Rusia, ¿verdad?, por el periódico, por la televisión. No lo conocen de una manera experimental y transformadora.
¿Sabe por qué?
Porque si lo conocieran de esa manera habría una necesidad en el alma de adorarlo. Habría una necesidad profunda en el alma de servirle. Habría una profundidad terrible en el corazón de decir: “Señor pongo todo lo que soy, mi persona, mi bienes, lo que sea a tu servicio, porque te amo Señor.
Pero hay cantidad de gente, iglesia, que están confundidos y engañados. Ellos creen que creen en Dios, pero lo que estamos leyendo ahora en este libro sagrado (La Biblia) nos dice que no es cierto. Si alguien te dice: “No, si yo creo en Dios”. “Esa esposita que se vino al culto y dejó a su marido en su casa y le dijo al marido: yo creo en Dios. No si tú no creces en nada. (Dijo el esposo) ¿Cómo? Si tú no conoces mi corazón” (Ya le expliqué hace unos días que esa es una de las frases más diabólicas que hay: “Dios conoce mi corazón”) Si esa persona se quedó en la casa y no siente la necesidad de postrarse ante el Señor, no siente la necesidad de la casa de Dios, de venir a la iglesia, de adorar al salvador. No siente necesidad. ¿De qué manera lo conoce?
A Él hay que conocerlo de una forma experimental, de una forma transformadora. ¿Qué significa eso? Significa, que desde el día que lo conoces usted nunca más volverá a ser la misma persona.
Es por eso que algunos no entienden. Que si viene el culto al mediodía y a las cinco de la tarde usted se comienza a arreglar, y le preguntan: ¿para dónde va? A la iglesia. ¿Otra vez? Si. Ese pastor ya te lavó el cerebro. No es el pastor, es la necesidad del alma. Es entender al salmista cuando dijo (Salmos 42:1): Así como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Te necesito Señor. Venimos a la casa del Señor, no porque nos obligan a venir, sino porque lo necesitamos; porque sentimos que nos falta el aire. Porque reconocemos que nos ha dado dones y talentos, y hay que ponerlos al servicio del Señor. ¿Cómo pasar una vida sin adorarle?
Y esos demonios lo conocían, “Eres el Santo de Dios, eres el Santo.” Hay gente hoy en día que vive tranquilamente. No asisten a ninguna iglesia, no pone sus dones al servicio del Señor, no les hemos visto por 2 o 3 años; y usted le pregunta: ¿Usted cree en Dios? Yo si, por supuesto, ¿cómo qué no? Pobre gente. Lucas 13: 27 Os digo que no sé de donde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Mateo 7: 22-23. Muchos me dirán en aquel día Señor, Señor. Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Si nosotros pensamos en la gente que conocemos; hay conocidos. Y yo pienso que ese es el nivel a las que muchas personas conocen a Dios, como conocidos. Hay personas que usted me pregunta: y son conocidos. Hace poco alguien me preguntaba por un cantante (que vino a cantar acá) Daniel Calveti, me preguntan: ¿ustedes son amigos? No, somos conocidos, nos conocemos. Él estuvo aquí, platicamos, comimos juntos. Yo les mentiría si les digo: “somos unos grandes cuates”. Una sola vez nos hemos visto en la vida, la semana que estuvo aquí con nosotros, somos conocidos. Después de ser conocidos, usted puede pasar tal vez a la posición de amistad. Platicamos, vamos y tomamos un cafecito, de vez en cuando comemos. Sí, somos amigos, es decir, un poquito más allá de conocidos.
Pero esto que estamos hablando aquí es: Intimidad. ¿Por qué os amedrentáis? ¿Por qué tienen miedo? ¿No tienen fe todavía con lo que han visto? Es por eso que en el primer estudio de las preguntas de Dios, vimos que el Señor les llevó a Filipos, y estando allá fue que les preguntó: ¿quién dice los hombres que soy yo? Fue después de todo esto que hizo las preguntas. Dijo: sí ya les pregunté, si ya vi que tienen miedo, si ya vi que pasaron esto, si ya vi que todavía no creen en mí, si ya vi que no tienen fe, si ya veo que les da miedo; ¿cómo les puedo encomendar una obra? Y después de todas estas cosas estando allá dijo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Luego viendo la pregunta importante: ¿Ustedes quienes dicen que soy yo? Pedro dijo: “Tú eres el Cristo, tú eres el Mesías, eres el Hijo del Dios viviente”.
El apóstol Pablo dijo (Filipenses 3:8) (RV-60): Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
¿A qué le tiene miedo usted en este día?
¿No sé pastor cómo van a salir mis exámenes? ¿No sé si voy a quedar bien después de la operación? ¿Un hijo enfermo? ¿Un familiar muy cercano que esté enfermo? ¿Un problema financiero, está hundido en deudas? ¿Su matrimonio está a punto de culminar? ¿Un familiar en peligro en su país? ¿La incertidumbre de su estadía en este país? ¿Un hijo en drogas? ¿Alguna extorsión? ¿Miedo a quedarse solo, o quedarse sola? ¿Un problema legal? ¿Le preocupa su edad porque no quiere ser carga de nadie? ¿Vendió todo en su país, se vino a Canadá y las cosas ahora resultan que no lucen bien? ¿Temor a fracasar otra vez en su relación?
¿A qué le tiene miedo?
El Señor vuelve su mirada a usted y dice: Entiendo que estés en crisis, pero, ¿por qué os amedrentáis? ¿Acaso no conoce usted a Dios?
Y después de esta situación, el Señor calma el viento, calma la tempestad. ¡Y ahora si se asustan! Ya no se asustan tanto del viento, no se asustan tanto de la tempestad, no se asustan tanto del agua que está dentro de la barca. Se asustan de ese personaje que está con ellos en el barco. ¿Este es Dios? ¿Quién es este?
Todo el antiguo testamento está lleno de pasajes de la escritura que dicen que Dios es el que controla todas las cosas de la naturaleza, Dios. La gente sabía que era Dios quien había levantado aquella gran tempestad cuando Jonás andaba huyendo del Señor. La gente sabía que cuando tiraron a Jonás la tempestad se calmó, porque Dios la había calmado. Eso era algo que tenían en su mente muy presente los judíos. Y ahora resulta que el mismo que había calmado la tempestad con Jonás, lo tenían en su propio barco y había hecho lo mismo que Dios había hecho en el antiguo testamento, calmando los vientos y calmando la mar. ¿Quién es este que aún los vientos y el mar lo obedecen?
Esa es la pregunta de Dios para nosotros en esta tarde: ¿Por qué tienen miedo? ¿Por qué os amedrentáis? Hombres de poca fe. Si con nosotros está el creador de los cielos y la tierra, el rey de reyes y el Señor de señores.
Oremos demos gracias a Dios
Padre te damos gracias por tu palabra en esta hora. Reconocemos tu grandeza, reconocemos tu poder, reconocemos tu autoridad sobre todas las cosas y te pedimos perdón por todos aquellos momentos cuando hemos mostrado debilidad. También padre yo quiero suplicarte por todas aquellas familias, aquellas personas que lastimosamente dicen que te conocen, pero no hay ninguna necesidad de adorarte. Dicen que te conocen, pero no tienen necesidad de asistir a tu casa. Dicen que te conocen, pero no te buscan. Dicen que te conocen, pero no te honran. Padre en esta hora reconocemos tu poder, tu fuerza, tu grandeza. Volvemos nuestra imaginación a ese momento maravilloso, terrible para los discípulos, ¿Por qué estáis amedrentados, porque tienen miedo, cómo todavía no tienen fe? Te damos honra y gloria Señor. Te damos gracias por el privilegio tan grande de que tú estés en nuestra barca.
Mientras todos oramos en esta hora, si usted nunca antes ha conocido a Cristo como el Señor y Salvador de su vida, en esta tarde yo quiero animarle para que le abra su corazón a Jesucristo y lo reciba como el Señor de su vida. Si usted me dice: “Pastor, yo siento la necesidad de Dios, yo quiero entregarle mi vida Cristo; necesito a Dios en mi vida.” Estoy comenzando mi vida en este país y necesito la bendición de Dios. Si usted nunca ha recibido a Cristo pero quisiera hacerlo en este momento, yo quiero invitarle ahí donde está para que se ponga de pie, levante su mano, y le entregue su vida Jesús. Si hay alguna persona quiere recibir a Cristo en el corazón, ahí donde está levante su mano, pónganse de pie y un hermano de nuestra iglesia se va a acercar a ustedes cariñosamente, para orar con usted y por usted.
Usted que nos mira por internet, también usted puede entregarle su vida Jesucristo, diga: Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz, por poner tu cuerpo, derramar tu sangre. En este día te recibo como mi Señor y Salvador personal. Si usted hizo esta oración yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y de su bendita palabra.
Despídenos con tu paz Padre, en el nombre de Jesús amén y amén.
¡Qué la paz de Cristo les acompañe mis amados hermanos!