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El valor de la fe

Julio 13, 2025 – 2:00PM | Mateo 6:25-34 | Dr. David Rodríguez

Descargar Texto: Sermón en PDF

Etiquetas: julio 2025, mateo, pastor david rodriguez, transcripcion

TRANSCRIPCIÓN

Cuando pienso en las cosas que tienen valor en mi vida, son las cosas que estimo muchísimo, que están cerca de mi corazón, me refiero a la familia, la iglesia; llego a la conclusión de que mi fe tiene un valor muy significativo, muy especial. No tomemos nuestra vida de fe como cualquier cosa, es importante. Tomamos decisiones en base a nuestra fe, nos movemos en base a la fe. Aquellos que están un poquito más maduros en la fe, se escoge novia(o) pensando en nuestra fe. Quiero hablar en esta tarde sobre la fe.

La Biblia dice que por la fe creemos que Dios hizo el universo por su palabra. Por la fe, Abel ofreció un mejor sacrificio que Caín. Por la fe, Enoc no experimentó la muerte. Por la fe, Noé preparó el arca. Por la fe, Abraham obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe, Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir. Por la fe, Moisés cuando nació fue escondido por sus padres. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca. Por fe cayeron los muros de Jericó. Por fe, dice la Biblia, que se conquistaron reinos. Por la fe tenemos acceso al trono de la gracia. Por la fe, iglesia, hemos sido justificados. Amén. Somos salvos por fe. Es decir, la fe es algo muy importante.

Alguien dijo por ahí que el que pierde dinero pierde mucho; el que pierde a un amigo pierde aún más; pero el que pierde la fe lo pierde todo. Y la fe está fundada en el poder de Dios, no en humanismo. Cuando hablamos de cosas positivas, hablamos de fe fundada en el poder de Dios. La fe es como un puente que nos conecta con Dios. La fe nos ayuda cuando atravesamos pruebas, cuando atravesamos tribulaciones. La fe en las promesas de Dios también hace que mantengamos nuestra esperanza viva en nuestro Señor. Y si la fe es como un puente, usted sabe que hay puentes que son robustos, son fuertes, pero hay otros puentes que se están cayendo.

Entonces, una pregunta sencilla que no tiene que contestarla es para que medite: Si yo le pregunto a usted, hermano, hermana, ¿cómo es su fe? ¿Usted considera que usted es un hombre de poca fe o de mucha fe? 

Fíjate que, Jesús curiosamente reprendió varias veces a sus discípulos. Pero hubo una vez que solamente reprendió a Pedro. Porque cuando Él dijo: ¿Y ustedes quién dicen que soy yo? Pedro respondió: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Señor felicitó a Pedro. Pero casi siempre se refería a todos. 

Mateo 6:30 (RV 1960):  30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? Imagínate hablando con sus discípulos: “Hombres de poca fe”. 

Mateo 8:26 (RV 1960): Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

Mateo 14:31 (RV 1960): Al momento Jesús extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 

Mateo 16: 8 (RV 1960): Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? 

Mateo 17:20 (RV 1960):  Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí para allá, y se pasará; y nada os será imposible. 

Ahora quiero mencionar algunas cosas que considero importante. La fe posee ciertos elementos, uno de ellos es el elemento positivo.

  • La fe elimina lo negativo. Cuando digo que la fe posee un elemento positivo, no estoy hablando de humanismo, no estoy hablando de saque el campeón que tiene adentro de usted. No, yo hablo de que la fe del creyente está basada y fundamentada en el poder de Dios. Cuando usted está enfermo y estamos orando para que sane, ¿cómo debe pensar usted? Positivo: En el nombre del Señor, Dios me va a sanar. Porque si usted no piensa de esa forma, entonces ¿para qué oramos? 
  • La fe tiene un sentido de lucha. No vamos a colgar los guantes, no nos vamos a desanimar. Alguien puede decir: Yo creo que a nosotros no nos van a dejar aquí en Canadá, pastor. Hermano, hay que creer, hay que tener un sentido de lucha. Josué 1: 9 dice: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente”. No desmayes, no tires la toalla. 
  • La fe requiere acción. Si usted busca trabajo, tiene que ir a tocar puertas y confiar en el Señor que va a encontrar.

Quisiera analizar desde el punto de vista espiritual lo que Jesús les dijo a los discípulos: “hombres de poca fe”, vamos a leer la Nueva Traducción Viviente.

  1. Los creyentes de poca fe se preocupan por todas las cosas.

Mateo 6: 25-34 (NTV): 25 Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? 26 Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? 27 ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? 28 ¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; 29 sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. 30 Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? 31 Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. 32 Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. 33 Busquen el reino de Dios[f] por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. 34 Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.

Vamos a ponerle atención a la palabra “preocuparse”, porque los creyentes de poca fe son personas que se preocupan por todas las cosas. Recuerda que le hice una pregunta: ¿Usted es un creyente de mucha o poca fe? Personas de poca fe se preocupan por todas las cosas. Y nos damos cuenta de algo: Dios nunca nos ha fallado. Los creyentes de poca fe se preocupan por todas las cosas. ¿Qué vamos a hacer con esto? ¿Y qué vamos a hacer con lo otro? ¿Y qué vamos a hacer aquí? ¿Y qué vamos a hacer allá? Necesitamos creer en el Señor.2.

2. Los creyentes de poca fe se enfocan en las circunstancias.

Mateo 14: 24- 31. (NTV): 24 Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme, ya que se había levantado un fuerte viento y luchaban contra grandes olas. 25 A eso de las tres de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. 26 Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma! 27 Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! 28 Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. 29 —Sí, ven—dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, 30 pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó. 31 De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?

Hace poco le preguntaba a un hermano: Oye, ¿qué pasó con “fulano de tal” que ya no lo hemos visto? Y me dice: No, dice que él está decepcionado. ¿Por qué está decepcionado? Por cosas que le han sucedido con personas de la iglesia. ¿Qué pasa? ¿Por qué suceden estas cosas? Porque personas de poca fe tienen su mirada puesta en situaciones, en gente, en circunstancias. Jamás prospera la fe de un creyente si sus ojos están puestos en las acciones de otras personas. Hermano, la vida cristiana no funciona así, usted debe poner los ojos en Jesús y solamente en Jesús. 

Yo, en mis 46 años de conocer a Jesús he visto de todo, así como lo oye. He visto personas en algunas iglesias que han estado sirviendo al frente en un púlpito, y a la vuelta de un tiempo cuando regreso a esa iglesia y pregunto: me dicen que se hizo del otro lado. Yo he visto lo que se le ocurra, pero mi mirada sabe dónde está puesta: en Jesús. Y si hay alguna persona que lastimosamente no ha crecido en la fe y todavía tiene indicios de personas incrédulas, pues hay que orar por ellos, pero en ninguna circunstancia las acciones suyas van a mover mi fe jamás de la vida, nunca, eso yo lo tengo bien claro. Las personas pueden hacer cualquier cosa, pero yo voy a seguir creyendo en el Señor. Aún si el que se equivocara fuera yo, ustedes me pueden expulsar de la iglesia pero no pueden quitarme la fe que tengo en el Señor Jesucristo. Porque mi fe no está basada en circunstancias, en situaciones, en fuertes vientos, ni en el comportamiento de ninguno de ustedes, en absoluto. Creyentes de poca fe se enfocan en las circunstancias porque quitan la mirada de Jesús, quitan la mirada del Señor. 

Muchos, en estos tiempos se pasan viendo el teléfono, otros se la pasan hablando o jugando, y no crea usted que se están aprendiendo versículos de memoria. No puedo creer tanta brutalidad, no puedo creer que vengamos a la fuente, a la casa del Señor, a escuchar palabra gloriosa y eterna, y nos pongamos a jugar videojuegos. ¿Para qué usted viene? Venimos aquí a buscar la bendición de Dios. Venimos aquí a decirle: “Señor, aquí estoy, estas son mis necesidades, yo estoy confiado en ti, y sé que en tu nombre vamos a salir adelante”. 

Hay una ilustración bien antigua donde una señora se acerca al pastor de su iglesia para decirle que se iba de la iglesia y le expone estos argumentos: “Yo me voy porque aquí unos están hablando, los otros están haciendo aquí, otras mujeres ya se están pintando y otros juegan con sus teléfonos”. Y el pastor le dijo: -Mire, ¿sabe qué? Hágame un favor antes de irse. El próximo domingo quiero que traiga un vaso lleno de agua, y que le dé la vuelta al santuario, pero que no se le vaya a derramar ni una gota de agua. Dice que la mujer llegó y agarró el vaso y comenzó a caminar despacito, despacito, hasta que le dio la vuelta a todo el templo. Y el pastor, ya cuando ella regresó, le dijo el pastor: – ¿Quién estaba viendo el teléfono? ¿Quién estaba chismeando? ¿Quién estaba maquillándose? Y la mujer le dijo: ¿Y yo qué sé? Si yo tenía los ojos puestos en el vaso. Y le dijo: -Pues entonces, ponga los ojos en Jesús, porque si usted no va a poner los ojos en Jesús, mejor váyase. Creyentes de poca fe se enfocan en las circunstancias, no ponen la mirada en Dios, ponga la mirada en Jesús, en Jesús, en Jesús.

3. Los creyentes de poca fe tienen una memoria corta.

En Mateo capítulo 14, versos del 13 al 21 tenemos la multiplicación de los panes. ¿Cuántas personas comieron? La Biblia dice que 5,000. Resulta que en el siguiente capítulo, en el capítulo 15, mire usted lo que sucedió. 

Mateo 15: 32-39 (NTV): 32 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: -Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres días y no les queda nada para comer. No quiero despedirlos con hambre, no sea que se desmayen por el camino. 33 Los discípulos contestaron: – ¿Dónde conseguiríamos comida suficiente aquí en el desierto para semejante multitud? 34 – ¿Cuánto pan tienen? -preguntó Jesús. -Siete panes y unos pocos pescaditos -contestaron ellos. 35 Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo. 36 Luego tomó los siete panes y los pescados, dio gracias a Dios por ellos y los partió en trozos. Se los dio a los discípulos, quienes repartieron la comida entre la multitud. 37 Todos comieron cuanto quisieron. Después los discípulos recogieron siete canastas grandes con la comida que sobró. 38 Aquel día, cuatro mil hombres recibieron alimento, además de las mujeres y los niños. 39 Entonces Jesús envió a todos a sus casas, subió a una barca y cruzó a la región de Magadán.

¿A cuántos les dio de comer en el capítulo anterior? A 5,000. Y aquí eran menos, fíjese: eran 4,000; pero ¿se da cuenta la actitud de los discípulos? Y ahora, ¿cómo vamos a hacer para conseguir comida para tanta gente? ¿Te das cuenta de esto, hermano? Se nos olvida la fidelidad del Señor. La Biblia dice (Salmos 34: 19): Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas te librará Jehová.

Yo no sé qué problema tiene usted en este instante, no sé qué preocupación, no sé qué situación difícil le ha pasado a usted que lo deje pensando o diciendo: “Yo no sé cómo voy a hacer”. Hermano, de la misma manera como lo hizo anteriormente, Dios te ayudó, ahí estuvo el Señor que te sacó adelante. Llegaste a un momento que pensaste que no sabías cómo ibas a hacer, y Dios se hizo presente. Mi hermano, ¿por qué tenemos la memoria tan corta? Dios siempre ha estado ahí. Él ha prometido y dice (Isaías 41:10): Siempre te ayudaré, siempre te sostendré con la diestra de mi justicia. Entonces, ¿por qué tener una memoria tan corta? ¿Cómo usted puede decir: Oh, yo no sé qué es lo que voy a hacer? “A mí Dios me ha abandonado”. ¿Cómo te va a abandonar si dice que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo? ¿Por qué tener esa memoria tan corta? El Señor nos va a ayudar así como nos ha ayudado en otras oportunidades.

Nosotros, como iglesia, hemos pasado mil cosas desde los inicios de la iglesia: situaciones terribles, complicadas, difíciles. Y cuando dicen: Y ¿cómo vamos a hacer? Yo digo: solo Dios sabe qué va a hacer. Nosotros tenemos una misión, y es la adorarle, exaltarle, abrir las puertas de esta iglesia, predicar el evangelio de Jesucristo, hacer que las almas conozcan del Señor, predicar con nuestro testimonio, hablar a la gente que nos encontramos en el trabajo, en el vecindario, donde quiera que estemos. De las demás cosas, se encarga Dios. Hay cosas que nosotros tenemos que movernos, pero hay otras que no, que es Dios quien se va a encargar. 

Mire, a mí no me gusta hablar de esto porque tiene que ver con dinero, pero hay cosas que yo no voy a olvidar jamás. Hay milagros que Dios ha hecho que no se pueden olvidar. El 8 de marzo del año 2020, tuvimos un servicio en esta iglesia donde celebramos que el banco nos había prestado 7 millones de dólares. En esta primera fila estaban los señores que nos dieron el préstamo, los del banco, y la directiva aquí al frente. Firmamos un documento, ese día, donde nos comprometimos a pagar $37,570 dólares canadienses mensuales, ¡imagínese usted! Y al siguiente domingo se cerraron las iglesias por dos largos años. El siguiente domingo no había culto, ¿cómo cree usted que me sentí yo ese día?, si es que me sentí, pues Solamente volví mis ojos al cielo y dije: Señor, tú sabes que nuestra fe y confianza están puestas en ti y solamente en ti, en nada más. Dos años, hermano. Teníamos los cultos en nuestra casa, en la salita, y poníamos los servicios en las redes sociales. Ocho personas nos permitían venir al servicio, luego treinta, después ocho otra vez; y cada día diez de cada mes el banco descontaba la suma acordada. No dejamos de apoyar a los misioneros nunca, porque eso es un mandamiento. O sea, no nos han mandado a construir templos, pero sí a sostener a los misioneros. No se despidió a ningún empleado, no se dejó de apoyar a ni un solo misionero, y por la gracia y la misericordia de Dios no dejamos de pagar ni un solo pago al banco en esos dos años. ¡Alabado sea nuestro Dios! Amados, bendito sea el Señor.

Hubo pastores que me dijeron: ¿Y para qué te estás metiendo en eso?, y muchas cosas más; a pesar de que ni les estaba preguntando, porque yo no le pedí dinero a nadie. No es mi costumbre, jamás. Solo decía: volvamos los ojos al cielo y pidámosle a Dios: -Oremos por un milagro. Hagamos la parte que nos corresponde. Pastores me llamaban y me decían: “Pastor, he tenido que cerrar el templo. No tenemos para pagar el edificio, no tenemos para esto, no tenemos para lo otro, no tenemos aquí, no tenemos allá”. Yo decía: -Señor, en ti está puesta nuestra confianza”. El banco no se anda con cosas, hermanos, el banco te cobra, el banco busca la manera y te quita lo que tienes. Pero Dios fue grande en misericordia. ¡Bendito sea su nombre!

Veamos en la escritura cómo se presenta mejor lo que acabo de decir. 

Mateo 8: 25-26 (NTV): 25Los discípulos fueron a despertarlo: -Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar! -gritaron. 26 ¿Por qué tienen miedo? -preguntó Jesús. ¡Tienen tan poca fe! Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma. 

A lo largo de los años se nos han levantado grandes tormentas. ¿Y a quién no? ¿A quién no se nos ha levantado una tormenta que lleguemos al punto de decir: “Señor, me ahogo, sálvanos”? Y Él te dice: Si cada vez que aparezca una tormenta te va a dar pánico, ¿por qué no vuelves tus ojos al Señor? ¿Por qué no vuelve los ojos a Dios? 

¿Cuál es tu tormenta? Aquí tenemos en esta iglesia personas que Dios les ha sanado de cáncer. Una de las cosas más duras o difíciles de alguien puede escuchar es que tu doctor te diga: “Tienes cáncer”. Y en ese momento, lo mejor es volver los ojos a Dios y decir: “Padre, en tus manos está mi vida”. 

Los discípulos tenían miedo. El miedo es normal, pero déjame decirte algo: que el mismo que calmó la tormenta en aquel entonces, sigue calmando tormentas hoy en día. Dios no ha perdido su poder. Él sigue siendo Rey de reyes y Señor de señores. Cuando Él habla, milagros suceden, iglesia. Dios sigue calmando la tempestad. 

¿Quién es este que aún el mar y los vientos le obedecen? ¿Quién es? Es Jesús. Y ese es nuestro bendito Señor y Salvador. Dios sigue calmando tormentas. Ponga la mirada en Jesús. Ponga la mirada en Jesús. Tenga fe, mi hermano. Tenga fe. Confíe en Dios cada momento de su vida, cada instancia de su vida, bajo cualquier situación, cualquier circunstancia por la que usted esté viviendo, vuelva los ojos al cielo y declárese ser hijo del Señor, como su Palabra nos dice: “Yo soy tu hijo, Padre”. 

Y aquellos que somos padres sabemos lo que somos capaces de hacer por nuestros hijos. Sabemos el amor incondicional, aunque nos maten poco a poco a veces los hijos, se les ama y se les quiere entrañablemente, ¿no es cierto? No digamos el Padre celestial que nos ama tanto y nos amó tanto que entregó a su Hijo y lo mandó a la cruz del Calvario a morir por usted y a morir por mí. ¡Bendito sea el nombre del Señor eternamente y para siempre!

Oremos, hermanos: Padre querido, auméntanos la fe, Señor. Si nos hemos estado preocupando por todas las cosas que suceden a nuestro alrededor, si hemos quitado la mirada de Jesús y las hemos puesto en las circunstancias, si hemos tenido una memoria corta, si nos hemos llenado de pánico en medio de las tormentas, en este día ponemos la mirada en Jesús. Declaramos que tú eres el dueño de nuestra circunstancia Señor, porque no podemos hacer nada. Y tus promesas en este libro sagrado dicen que tú estás con nosotros todos los días. No estamos solos, Jesús está con nosotros. ¡Bendito sea tu nombre! Esta iglesia te adora, Señor. Esta iglesia te da la honra y la gloria que solo es tuya. Reconocemos que tú eres el único Dios, y fuera de ti no hay nadie. Y en esta hora pedimos: auméntanos la fe. Queremos una fe grande. Queremos una fe inquebrantable. Queremos una fe hasta el día que tú vengas por nosotros, tus hijos.

Mientras todos oramos, si usted nunca ha recibido a Cristo en el corazón, usted me dice: -Pastor, yo necesito a Dios en mi vida. Yo necesito a Dios en mi alma. Si usted quiere entregarle su vida a Jesús, ahí donde está, yo le invito que haga esta oración conmigo. Dígale al Señor: Señor Jesucristo, te entrego mi corazón. Me arrepiento de mis pecados. Te pido perdón por mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz allá en el calvario. Gracias porque pusiste tu cuerpo, derramaste tu sangre preciosa para el perdón de mis faltas. Y en este día, te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Si usted hizo esta oración, queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita Palabra. 

Señor, te alabamos, te bendecimos y mostramos nuestra profunda gratitud porque has cuidado, porque cuidas y seguirás cuidando de tu pueblo. En el nombre de Jesús, amén y amén. 

¡Que la paz de Cristo le acompañe, iglesia! 

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El valor de la fe


Julio 13, 2025 – 2:00PM | Mateo 6:25-34 | Dr. David Rodríguez

Etiquetas: julio 2025, mateo, pastor david rodriguez, transcripcion


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TRANSCRIPCIÓN

Cuando pienso en las cosas que tienen valor en mi vida, son las cosas que estimo muchísimo, que están cerca de mi corazón, me refiero a la familia, la iglesia; llego a la conclusión de que mi fe tiene un valor muy significativo, muy especial. No tomemos nuestra vida de fe como cualquier cosa, es importante. Tomamos decisiones en base a nuestra fe, nos movemos en base a la fe. Aquellos que están un poquito más maduros en la fe, se escoge novia(o) pensando en nuestra fe. Quiero hablar en esta tarde sobre la fe.

La Biblia dice que por la fe creemos que Dios hizo el universo por su palabra. Por la fe, Abel ofreció un mejor sacrificio que Caín. Por la fe, Enoc no experimentó la muerte. Por la fe, Noé preparó el arca. Por la fe, Abraham obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe, Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir. Por la fe, Moisés cuando nació fue escondido por sus padres. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca. Por fe cayeron los muros de Jericó. Por fe, dice la Biblia, que se conquistaron reinos. Por la fe tenemos acceso al trono de la gracia. Por la fe, iglesia, hemos sido justificados. Amén. Somos salvos por fe. Es decir, la fe es algo muy importante.

Alguien dijo por ahí que el que pierde dinero pierde mucho; el que pierde a un amigo pierde aún más; pero el que pierde la fe lo pierde todo. Y la fe está fundada en el poder de Dios, no en humanismo. Cuando hablamos de cosas positivas, hablamos de fe fundada en el poder de Dios. La fe es como un puente que nos conecta con Dios. La fe nos ayuda cuando atravesamos pruebas, cuando atravesamos tribulaciones. La fe en las promesas de Dios también hace que mantengamos nuestra esperanza viva en nuestro Señor. Y si la fe es como un puente, usted sabe que hay puentes que son robustos, son fuertes, pero hay otros puentes que se están cayendo.

Entonces, una pregunta sencilla que no tiene que contestarla es para que medite: Si yo le pregunto a usted, hermano, hermana, ¿cómo es su fe? ¿Usted considera que usted es un hombre de poca fe o de mucha fe? 

Fíjate que, Jesús curiosamente reprendió varias veces a sus discípulos. Pero hubo una vez que solamente reprendió a Pedro. Porque cuando Él dijo: ¿Y ustedes quién dicen que soy yo? Pedro respondió: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Señor felicitó a Pedro. Pero casi siempre se refería a todos. 

Mateo 6:30 (RV 1960):  30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? Imagínate hablando con sus discípulos: “Hombres de poca fe”. 

Mateo 8:26 (RV 1960): Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

Mateo 14:31 (RV 1960): Al momento Jesús extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 

Mateo 16: 8 (RV 1960): Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? 

Mateo 17:20 (RV 1960):  Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí para allá, y se pasará; y nada os será imposible. 

Ahora quiero mencionar algunas cosas que considero importante. La fe posee ciertos elementos, uno de ellos es el elemento positivo.

  • La fe elimina lo negativo. Cuando digo que la fe posee un elemento positivo, no estoy hablando de humanismo, no estoy hablando de saque el campeón que tiene adentro de usted. No, yo hablo de que la fe del creyente está basada y fundamentada en el poder de Dios. Cuando usted está enfermo y estamos orando para que sane, ¿cómo debe pensar usted? Positivo: En el nombre del Señor, Dios me va a sanar. Porque si usted no piensa de esa forma, entonces ¿para qué oramos? 
  • La fe tiene un sentido de lucha. No vamos a colgar los guantes, no nos vamos a desanimar. Alguien puede decir: Yo creo que a nosotros no nos van a dejar aquí en Canadá, pastor. Hermano, hay que creer, hay que tener un sentido de lucha. Josué 1: 9 dice: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente”. No desmayes, no tires la toalla. 
  • La fe requiere acción. Si usted busca trabajo, tiene que ir a tocar puertas y confiar en el Señor que va a encontrar.

Quisiera analizar desde el punto de vista espiritual lo que Jesús les dijo a los discípulos: “hombres de poca fe”, vamos a leer la Nueva Traducción Viviente.

  1. Los creyentes de poca fe se preocupan por todas las cosas. 

Mateo 6: 25-34 (NTV): 25 Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? 26 Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? 27 ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? 28 ¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; 29 sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. 30 Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? 31 Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. 32 Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. 33 Busquen el reino de Dios[f] por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. 34 Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.

Vamos a ponerle atención a la palabra “preocuparse”, porque los creyentes de poca fe son personas que se preocupan por todas las cosas. Recuerda que le hice una pregunta: ¿Usted es un creyente de mucha o poca fe? Personas de poca fe se preocupan por todas las cosas. Y nos damos cuenta de algo: Dios nunca nos ha fallado. Los creyentes de poca fe se preocupan por todas las cosas. ¿Qué vamos a hacer con esto? ¿Y qué vamos a hacer con lo otro? ¿Y qué vamos a hacer aquí? ¿Y qué vamos a hacer allá? Necesitamos creer en el Señor.

2. Los creyentes de poca fe se enfocan en las circunstancias.

Mateo 14: 24- 31. (NTV): 24 Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme, ya que se había levantado un fuerte viento y luchaban contra grandes olas. 25 A eso de las tres de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. 26 Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma! 27 Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! 28 Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. 29 —Sí, ven—dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, 30 pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó. 31 De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?

Hace poco le preguntaba a un hermano: Oye, ¿qué pasó con “fulano de tal” que ya no lo hemos visto? Y me dice: No, dice que él está decepcionado. ¿Por qué está decepcionado? Por cosas que le han sucedido con personas de la iglesia. ¿Qué pasa? ¿Por qué suceden estas cosas? Porque personas de poca fe tienen su mirada puesta en situaciones, en gente, en circunstancias. Jamás prospera la fe de un creyente si sus ojos están puestos en las acciones de otras personas. Hermano, la vida cristiana no funciona así, usted debe poner los ojos en Jesús y solamente en Jesús. 

Yo, en mis 46 años de conocer a Jesús he visto de todo, así como lo oye. He visto personas en algunas iglesias que han estado sirviendo al frente en un púlpito, y a la vuelta de un tiempo cuando regreso a esa iglesia y pregunto: me dicen que se hizo del otro lado. Yo he visto lo que se le ocurra, pero mi mirada sabe dónde está puesta: en Jesús. Y si hay alguna persona que lastimosamente no ha crecido en la fe y todavía tiene indicios de personas incrédulas, pues hay que orar por ellos, pero en ninguna circunstancia las acciones suyas van a mover mi fe jamás de la vida, nunca, eso yo lo tengo bien claro. Las personas pueden hacer cualquier cosa, pero yo voy a seguir creyendo en el Señor. Aún si el que se equivocara fuera yo, ustedes me pueden expulsar de la iglesia pero no pueden quitarme la fe que tengo en el Señor Jesucristo. Porque mi fe no está basada en circunstancias, en situaciones, en fuertes vientos, ni en el comportamiento de ninguno de ustedes, en absoluto. Creyentes de poca fe se enfocan en las circunstancias porque quitan la mirada de Jesús, quitan la mirada del Señor. 

Muchos, en estos tiempos se pasan viendo el teléfono, otros se la pasan hablando o jugando, y no crea usted que se están aprendiendo versículos de memoria. No puedo creer tanta brutalidad, no puedo creer que vengamos a la fuente, a la casa del Señor, a escuchar palabra gloriosa y eterna, y nos pongamos a jugar videojuegos. ¿Para qué usted viene? Venimos aquí a buscar la bendición de Dios. Venimos aquí a decirle: “Señor, aquí estoy, estas son mis necesidades, yo estoy confiado en ti, y sé que en tu nombre vamos a salir adelante”. 

Hay una ilustración bien antigua donde una señora se acerca al pastor de su iglesia para decirle que se iba de la iglesia y le expone estos argumentos: “Yo me voy porque aquí unos están hablando, los otros están haciendo aquí, otras mujeres ya se están pintando y otros juegan con sus teléfonos”. Y el pastor le dijo: -Mire, ¿sabe qué? Hágame un favor antes de irse. El próximo domingo quiero que traiga un vaso lleno de agua, y que le dé la vuelta al santuario, pero que no se le vaya a derramar ni una gota de agua. Dice que la mujer llegó y agarró el vaso y comenzó a caminar despacito, despacito, hasta que le dio la vuelta a todo el templo. Y el pastor, ya cuando ella regresó, le dijo el pastor: – ¿Quién estaba viendo el teléfono? ¿Quién estaba chismeando? ¿Quién estaba maquillándose? Y la mujer le dijo: ¿Y yo qué sé? Si yo tenía los ojos puestos en el vaso. Y le dijo: -Pues entonces, ponga los ojos en Jesús, porque si usted no va a poner los ojos en Jesús, mejor váyase. Creyentes de poca fe se enfocan en las circunstancias, no ponen la mirada en Dios, ponga la mirada en Jesús, en Jesús, en Jesús.

3. Los creyentes de poca fe tienen una memoria corta.

En Mateo capítulo 14, versos del 13 al 21 tenemos la multiplicación de los panes. ¿Cuántas personas comieron? La Biblia dice que 5,000. Resulta que en el siguiente capítulo, en el capítulo 15, mire usted lo que sucedió. 

Mateo 15: 32-39 (NTV): 32 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: -Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres días y no les queda nada para comer. No quiero despedirlos con hambre, no sea que se desmayen por el camino. 33 Los discípulos contestaron: – ¿Dónde conseguiríamos comida suficiente aquí en el desierto para semejante multitud? 34 – ¿Cuánto pan tienen? -preguntó Jesús. -Siete panes y unos pocos pescaditos -contestaron ellos. 35 Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo. 36 Luego tomó los siete panes y los pescados, dio gracias a Dios por ellos y los partió en trozos. Se los dio a los discípulos, quienes repartieron la comida entre la multitud. 37 Todos comieron cuanto quisieron. Después los discípulos recogieron siete canastas grandes con la comida que sobró. 38 Aquel día, cuatro mil hombres recibieron alimento, además de las mujeres y los niños. 39 Entonces Jesús envió a todos a sus casas, subió a una barca y cruzó a la región de Magadán.

¿A cuántos les dio de comer en el capítulo anterior? A 5,000. Y aquí eran menos, fíjese: eran 4,000; pero ¿se da cuenta la actitud de los discípulos? Y ahora, ¿cómo vamos a hacer para conseguir comida para tanta gente? ¿Te das cuenta de esto, hermano? Se nos olvida la fidelidad del Señor. La Biblia dice (Salmos 34: 19): Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas te librará Jehová.

Yo no sé qué problema tiene usted en este instante, no sé qué preocupación, no sé qué situación difícil le ha pasado a usted que lo deje pensando o diciendo: “Yo no sé cómo voy a hacer”. Hermano, de la misma manera como lo hizo anteriormente, Dios te ayudó, ahí estuvo el Señor que te sacó adelante. Llegaste a un momento que pensaste que no sabías cómo ibas a hacer, y Dios se hizo presente. Mi hermano, ¿por qué tenemos la memoria tan corta? Dios siempre ha estado ahí. Él ha prometido y dice (Isaías 41:10): Siempre te ayudaré, siempre te sostendré con la diestra de mi justicia. Entonces, ¿por qué tener una memoria tan corta? ¿Cómo usted puede decir: Oh, yo no sé qué es lo que voy a hacer? “A mí Dios me ha abandonado”. ¿Cómo te va a abandonar si dice que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo? ¿Por qué tener esa memoria tan corta? El Señor nos va a ayudar así como nos ha ayudado en otras oportunidades.

Nosotros, como iglesia, hemos pasado mil cosas desde los inicios de la iglesia: situaciones terribles, complicadas, difíciles. Y cuando dicen: Y ¿cómo vamos a hacer? Yo digo: solo Dios sabe qué va a hacer. Nosotros tenemos una misión, y es la adorarle, exaltarle, abrir las puertas de esta iglesia, predicar el evangelio de Jesucristo, hacer que las almas conozcan del Señor, predicar con nuestro testimonio, hablar a la gente que nos encontramos en el trabajo, en el vecindario, donde quiera que estemos. De las demás cosas, se encarga Dios. Hay cosas que nosotros tenemos que movernos, pero hay otras que no, que es Dios quien se va a encargar. 

Mire, a mí no me gusta hablar de esto porque tiene que ver con dinero, pero hay cosas que yo no voy a olvidar jamás. Hay milagros que Dios ha hecho que no se pueden olvidar. El 8 de marzo del año 2020, tuvimos un servicio en esta iglesia donde celebramos que el banco nos había prestado 7 millones de dólares. En esta primera fila estaban los señores que nos dieron el préstamo, los del banco, y la directiva aquí al frente. Firmamos un documento, ese día, donde nos comprometimos a pagar $37,570 dólares canadienses mensuales, ¡imagínese usted! Y al siguiente domingo se cerraron las iglesias por dos largos años. El siguiente domingo no había culto, ¿cómo cree usted que me sentí yo ese día?, si es que me sentí, pues Solamente volví mis ojos al cielo y dije: Señor, tú sabes que nuestra fe y confianza están puestas en ti y solamente en ti, en nada más. Dos años, hermano. Teníamos los cultos en nuestra casa, en la salita, y poníamos los servicios en las redes sociales. Ocho personas nos permitían venir al servicio, luego treinta, después ocho otra vez; y cada día diez de cada mes el banco descontaba la suma acordada. No dejamos de apoyar a los misioneros nunca, porque eso es un mandamiento. O sea, no nos han mandado a construir templos, pero sí a sostener a los misioneros. No se despidió a ningún empleado, no se dejó de apoyar a ni un solo misionero, y por la gracia y la misericordia de Dios no dejamos de pagar ni un solo pago al banco en esos dos años. ¡Alabado sea nuestro Dios! Amados, bendito sea el Señor.

Hubo pastores que me dijeron: ¿Y para qué te estás metiendo en eso?, y muchas cosas más; a pesar de que ni les estaba preguntando, porque yo no le pedí dinero a nadie. No es mi costumbre, jamás. Solo decía: volvamos los ojos al cielo y pidámosle a Dios: -Oremos por un milagro. Hagamos la parte que nos corresponde. Pastores me llamaban y me decían: “Pastor, he tenido que cerrar el templo. No tenemos para pagar el edificio, no tenemos para esto, no tenemos para lo otro, no tenemos aquí, no tenemos allá”. Yo decía: -Señor, en ti está puesta nuestra confianza”. El banco no se anda con cosas, hermanos, el banco te cobra, el banco busca la manera y te quita lo que tienes. Pero Dios fue grande en misericordia. ¡Bendito sea su nombre!

Veamos en la escritura cómo se presenta mejor lo que acabo de decir. 

Mateo 8: 25-26 (NTV): 25Los discípulos fueron a despertarlo: -Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar! -gritaron. 26 ¿Por qué tienen miedo? -preguntó Jesús. ¡Tienen tan poca fe! Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma. 

A lo largo de los años se nos han levantado grandes tormentas. ¿Y a quién no? ¿A quién no se nos ha levantado una tormenta que lleguemos al punto de decir: “Señor, me ahogo, sálvanos”? Y Él te dice: Si cada vez que aparezca una tormenta te va a dar pánico, ¿por qué no vuelves tus ojos al Señor? ¿Por qué no vuelve los ojos a Dios? 

¿Cuál es tu tormenta? Aquí tenemos en esta iglesia personas que Dios les ha sanado de cáncer. Una de las cosas más duras o difíciles de alguien puede escuchar es que tu doctor te diga: “Tienes cáncer”. Y en ese momento, lo mejor es volver los ojos a Dios y decir: “Padre, en tus manos está mi vida”. 

Los discípulos tenían miedo. El miedo es normal, pero déjame decirte algo: que el mismo que calmó la tormenta en aquel entonces, sigue calmando tormentas hoy en día. Dios no ha perdido su poder. Él sigue siendo Rey de reyes y Señor de señores. Cuando Él habla, milagros suceden, iglesia. Dios sigue calmando la tempestad. 

¿Quién es este que aún el mar y los vientos le obedecen? ¿Quién es? Es Jesús. Y ese es nuestro bendito Señor y Salvador. Dios sigue calmando tormentas. Ponga la mirada en Jesús. Ponga la mirada en Jesús. Tenga fe, mi hermano. Tenga fe. Confíe en Dios cada momento de su vida, cada instancia de su vida, bajo cualquier situación, cualquier circunstancia por la que usted esté viviendo, vuelva los ojos al cielo y declárese ser hijo del Señor, como su Palabra nos dice: “Yo soy tu hijo, Padre”. 

Y aquellos que somos padres sabemos lo que somos capaces de hacer por nuestros hijos. Sabemos el amor incondicional, aunque nos maten poco a poco a veces los hijos, se les ama y se les quiere entrañablemente, ¿no es cierto? No digamos el Padre celestial que nos ama tanto y nos amó tanto que entregó a su Hijo y lo mandó a la cruz del Calvario a morir por usted y a morir por mí. ¡Bendito sea el nombre del Señor eternamente y para siempre!

Oremos, hermanos: Padre querido, auméntanos la fe, Señor. Si nos hemos estado preocupando por todas las cosas que suceden a nuestro alrededor, si hemos quitado la mirada de Jesús y las hemos puesto en las circunstancias, si hemos tenido una memoria corta, si nos hemos llenado de pánico en medio de las tormentas, en este día ponemos la mirada en Jesús. Declaramos que tú eres el dueño de nuestra circunstancia Señor, porque no podemos hacer nada. Y tus promesas en este libro sagrado dicen que tú estás con nosotros todos los días. No estamos solos, Jesús está con nosotros. ¡Bendito sea tu nombre! Esta iglesia te adora, Señor. Esta iglesia te da la honra y la gloria que solo es tuya. Reconocemos que tú eres el único Dios, y fuera de ti no hay nadie. Y en esta hora pedimos: auméntanos la fe. Queremos una fe grande. Queremos una fe inquebrantable. Queremos una fe hasta el día que tú vengas por nosotros, tus hijos.

Mientras todos oramos, si usted nunca ha recibido a Cristo en el corazón, usted me dice: -Pastor, yo necesito a Dios en mi vida. Yo necesito a Dios en mi alma. Si usted quiere entregarle su vida a Jesús, ahí donde está, yo le invito que haga esta oración conmigo. Dígale al Señor: Señor Jesucristo, te entrego mi corazón. Me arrepiento de mis pecados. Te pido perdón por mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz allá en el calvario. Gracias porque pusiste tu cuerpo, derramaste tu sangre preciosa para el perdón de mis faltas. Y en este día, te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Si usted hizo esta oración, queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita Palabra. 

Señor, te alabamos, te bendecimos y mostramos nuestra profunda gratitud porque has cuidado, porque cuidas y seguirás cuidando de tu pueblo. En el nombre de Jesús, amén y amén. 

¡Que la paz de Cristo le acompañe, iglesia! 

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