Nada Soy
Julio 31, 2022 – 1:30PM | 1 Corintios 13:1-13 | Hno. Enrique Torres
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TRANSCRIPCIÓN
Bendiciones hermanos, me gustaría que iniciamos en oración. Inclinemos nuestro rostro o en una actitud hacia Dios de reverencia: Padre gracias porque estamos en el mejor lugar que podríamos estar en Canadá. Sabemos que hace calor, se siente feo, pero estamos definitivamente en el lugar que tú quisiste que estuviéramos, en la iglesia, gracias Padre. Queremos suplicarte en esta tarde Señor, que sea tu palabra la que nos bendiga, nos hable, nos conforte, confronte y conforme nuestro corazón a tu voluntad. Queremos suplicarte también, Padre, por aquellos que se encuentran en alguna situación difícil, ya sea de salud, económica, de su seguridad personal, familiar, de trámites; situaciones donde solamente un milagro de parte tuya puede hacer que las cosas salgan adelante. Rogamos, en particular, por la vida de nuestro pastor David, Señor que prontamente pueda estar junto con nosotros. Nos da gusto escuchar que va poco a poco saliendo de esta situación. Te suplicamos Padre que así sea, que su salud esté con bien y que podamos verle entre nosotros pronto; en el nombre de Jesús oramos, amén.
Hermanos vamos a leer un pasaje bastante conocido, 1a Corintios 13: 1-7 (RV 1960), es el capítulo del amor, el discurso más célebre que tenemos en las escrituras acerca del amor.
El sermón de esta tarde se titula: “Nada soy”. Dice la palabra de Dios:
1Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve. 4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca los suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Creo con todo mi corazón, por las circunstancias que se están dando, que este sermón que yo había preparado hace básicamente dos años y medio, quizás tres años; lo preparó Dios para este momento. Quiero que en este calor ustedes mediten con lo que voy a ir compartiendo con sobre este texto y otros versículos que iré mencionando.
El tema, como ustedes ya habrán adivinado, es precisamente el amor. Este mensaje tiene como objetivo que cada uno de nosotros reflexionemos acerca de nuestras relaciones con nuestros seres queridos, ese es el objetivo número uno. Esos seres pueden ser nuestros padres, pueden ser nuestros hijos, nuestro cónyuge no sé; alguna persona con la que usted tenga gran estima.
Este pasaje de 1ª Corintios 13, lo escribe el apóstol Pablo a una iglesia que está en conflicto, que está en discordia. En ella hay hermanos que discuten unos con otros sobre quién es mayor, sobre quién tiene más, sobre quién hace más en la iglesia, quién tiene mayores dones, quién se merece las cosas; es decir hay circunstancias de conflicto en la iglesia de Corinto. Creo que, en general, eso también puede ocurrir en nuestros hogares, o con personas que nosotros tenemos una relación de gran estima. En ocasiones las cosas no funcionan bien porque hay diferencias, porque pensamos diferentes los padres de los hijos, o tenemos diferentes opiniones con nuestro cónyuge; y eso hace que las relaciones se deterioren.
Quiero compartir con ustedes una serie de preguntas que están relacionadas con este pasaje, básicamente son una paráfrasis de estos versículos, dicen así:
- ¿De qué sirve tener todo el conocimiento, la riqueza y el poder si nuestra vida vacía? De qué sirve tener todo lo que quisiéramos tener, si nuestro corazón está vacío; si realmente en nuestro corazón no existe algo de fundamento que le dé objetivo a nuestra vida.
- ¿De qué sirve tener una familia si nosotros mismos la conducimos a la discordia? ¿No les ha pasado a ustedes que en ocasiones abrimos la boca de más y llevamos a nuestra familia a eventos de los cuales luego nos arrepentimos? Por ejemplo, llegar a envidiar o querer tener lo que otros tienen; rencores, falta de perdón hacia otros miembros de nuestra familia.
- ¿De qué sirve asistir a una iglesia, de qué sirve estar aquí sufriendo este calor, si no podemos ver ni una sola virtud en los demás? Al contrario, solo nos dedicamos a ver sus errores, lo que no nos gusta en ellos. Y sí existen, hay cosas buenas; pero nuestro corazón tiende a gravitar hacia encontrar lo malo en los demás.
Sin una actitud sincera que nos lleve a reconocer que el primer problema que tenemos no está en los hermanos, no está en mi cónyuge, no está en mis hijos, o en mis suegros, suegra; sino que está en nosotros, cualquier intento de vivir en paz, de vivir realmente como dice Jesús en Juan una vida en abundancia, realmente fracasará. Fracasaremos totalmente en vivir una vida en abundancia si no reconocemos que nosotros tenemos el problema.
Quiero comentar cuatro características o cualidades que nos van a permitir examinar nuestro corazón con respecto al amor, y entonces y tener una definición de lo que es el amor. Nos permitirá llegar a una conclusión: “si realmente existe amor en nuestras vidas o no”.
- (63:53)El amor nos conduce a reconocer nuestra miseria.
Voy a leer nuevamente 1a Corintios 13: 1-3, (TL Actual): 1Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! 2Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios, de nada me sirve y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. 3Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El ruido de una campana desafinada que causa molestia, se escucha pero causando disgusto al oído, eso seremos si no tenemos amor. ¿De qué sirve ser predicador, ser pastor, ser profeta, ser apóstol, lo que usted quiera; si no tiene amor?
Esta es una reflexión que hace el apóstol Pablo respecto de su propio corazón. Obviamente él sabía que la iglesia en Corinto era una iglesia que tenía muchas virtudes espirituales. Unos capítulos antes, la Biblia nos habla acerca de los dones espirituales de esta iglesia y cómo debatían entre ellos acerca de ¿quién hacía más en la iglesia? El apóstol les habla y les dice: “ustedes pueden tener lo que quieran. Pero si no pueden reconocer que el problema de sus relaciones en la iglesia, con su cónyuge, con sus hijos está en su corazón, de nada sirve.”
El problema más grande en nuestro corazón es nuestro pecado. Desde el momento en que nosotros nacimos hasta el último suspiro que tengamos de vida, que nos concede el Señor, estaremos en la condición de pecado. Pero ha sido por la Gracia, por el Amor y por la Misericordia de Dios que hemos alcanzado salvación. Y ese pecado no consumará la paga definitiva, que nos dice el apóstol Pablo en Romanos, que es muerte; sino que hemos alcanzado vida por su misericordia, a través de Cristo. Pero la condición continúa ahí, y eso hace que nuestro matrimonio, nuestras relaciones sean difíciles.
Nosotros queremos conducirnos, de una manera, que las cosas sean como nosotros queremos; y cuando ocurre que mi esposo(a) tiene otra idea, quieren opinar de manera diferente hay conflicto en mi corazón. Hay conflicto porque la causa, la raíz, es nuestro pecado; es nuestra egolatría, es el querer satisfacer primeramente mis necesidades antes que las de los demás.
Nada soy, si no puedo ser capaz de darme cuenta que tengo yo los mismos defectos y las mismas necesidades que los demás. No somos más que los demás, no somos mejores que los demás; es más no somos mejores que las personas que conversan y que caminan allá afuera. La diferencia ha sido solamente la misericordia de Dios que un día el acomodo todos los eventos para que nosotros llegáramos a la iglesia. Acomodó a un ujier, acomodó quizás a un vecino, a un amigo, quizás un sermón en internet, para que nosotros pudiéramos llegar al evangelio y pudiéramos entonces ser rescatados. Pero nosotros tenemos, cada uno, los mismos defectos y las mismas necesidades.
Ayer, que estaba afinando este mensaje, incluí este punto en esta parte acerca de las máscaras. Ustedes saben que es una máscara. Básicamente es algo que oculta nuestro rostro y nos hace dar una apariencia delante de los demás; de alguna manera cada uno de nosotros caminamos por la vida con una máscara.
La persona que ustedes ven en este momento, en frente de ustedes se llama Enrique, pero el Enrique que ustedes conocen aquí en la iglesia no es el mismo Enrique allá afuera. Esa es la realidad. Lo admito con todo mi corazón y con toda la vergüenza del mundo, es la verdad. El Enrique que está aquí sentado sonriendo que les dice Dios les bendiga, no es el mismo Enrique que está allá afuera. Y si ustedes fueran honestos quizás quisieran quitarse la máscara mentalmente y reconocer que el que está sentado aquí hoy no es el mismo que habla con sus hijos, no es el mismo que habla con su esposo(a), no es el mismo. Cada uno de nosotros caminamos con una máscara que hace pensar a los demás que casi volamos, que casi andamos entre las nubes; cuando la realidad es que tenemos ciertos problemas y circunstancias en nuestro corazón desde hace tiempo. Circunstancias que están batallando en nuestro corazón, pero si continuamos con esa máscara, jamás nuestro corazón será transformado.
Cristo reconoció nuestras miserias. Cristo reconoció nuestra condición. Por eso dice la escritura en Romanos 5:8, (RV-60): 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Una de las cualidades del verdadero amor es que nos conduce a reconocer nuestra verdadera persona, la que vive dentro de nosotros, la que no usa máscaras. Eso, es lo que hace el amor.
2. (1:10:21) El amor nos conduce a recibir a los demás.
Dice 1 Corintios 3:4-5, (Rv-60): 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
Hermanos de nada sirve estar aquí, de nada sirve llamarnos cristianos, si no podemos ser pacientes con nuestro esposo, esposa, con nuestros hijos. Si no podemos perdonar. Si no puedo recibir a los demás tal como son, y como Dios los conoce a ellos. No podemos seguir nuestra vida en paz si creemos que la culpa está en los demás y no en nosotros mismos.
Estos versículos nos hablan de poder recibir a los demás aun cuando ellos nos llenan, aun cuando ellos hagan la más terrible acción a nuestra persona, hacia nuestro corazón.
Vuelvo a leer: 1 Corintios 3:4-5, (Rv-60): 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.
¿Cómo es posible eso? Es solamente posible cuando podemos recibir a los demás como son; como Cristo nos ha recibido; con nuestros pecados, con todas nuestras fallas y todos nuestros problemas. El verdadero amor nos permite sufrir los agravios más horribles, como Cristo lo sufrió en la cruz. En el camino a ser crucificado, a ser sacrificado, recibió insultos, recibió azotes, recibió las vergüenzas más terribles. Él sufrió los agravios, dejó a un lado los placeres de este mundo, hizo a un lado el individualismo que nos conduce a nosotros a querer más, a tener más. Renunció Él a lo suyo, y abandonó la ira y el rencor para mostrar amor y recibirnos. Y Él demanda eso de nosotros, dice Juan 13:35, (RV-60): 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
La realidad, entre muchas otras, por la cual la iglesia se estanca, llega a tener dificultades, es porque no existe o no se refleja esta cualidad del amor en nosotros. Poder recibir a los demás tal y como son. Empezando con los que están alrededor de nosotros, en nuestra casa. Empezando también con los que se sientan dentro de nuestro hogar cuando los invitamos a nuestra mesa. Aquí mismo también en la iglesia; cuando no podemos mostrar amor los unos con los otros, el mundo no podrá conocer quién es Cristo en nuestras vidas.
Cristo, dice la escritura en 1 Juan 4:9 (RV-60): 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. De manera cómo Cristo lo hizo, aceptándonos con todos esos defectos que tenemos, aceptándonos unos a otros.
3. (1:15:01) El amor nos conduce al verdadero gozo.
Esto está basado cuando dice que el amor en 1 Corintios 3:6 (RV-60): 6 no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
¿En qué consiste este gozo en la verdad? Les voy a poner un ejemplo: quizás algunos de ustedes saben que mis hijas practican el voleibol, y en el mes de abril o mayo estuvieron en una competencia. Fueron los campeonatos nacionales y el equipo de una de mis hijas tuvo la bendición de ganar prácticamente todos sus partidos, solamente perdieron uno en el campeonato nacional. Fue un fin de semana, toda la cuestión, y al final lograron ganar la medalla de oro en su categoría. Ese día yo podía el rostro de las niñas, del coach, ¡toda una emoción! Quizás ustedes han pasado por algo similar o algunas circunstancias que les ha traído demasiado gozo a su vida. Y entonces tenemos por ahí en la casa guardada en la medalla y toda la cuestión. Pero el otro día pasaba yo enfrente de la medalla y me le quedé viendo y dije: “ya pasó, ya se acabó”. Ese gozo que tuvimos como por dos o tres días, que poníamos los vídeos en YouTube porque alguien los grabó y los pusieron; ya los estábamos repitiendo y nos emocionábamos y todo lo demás. Ya se acabó, se fue todo.
Todo ese gozo que puede causar un bien material, una experiencia terrenal, como quizás tener un hijo, se va a acabar. Eventualmente los hijos nos van a traer lágrimas, nos van a traer tristezas. Eventualmente el dinero nos va a causar problemas. Eventualmente el carro más lujoso que tengamos se va a devaluar. Eventualmente la casa que hayan ustedes comprado va a necesitar un nuevo techo, o va a tener problemas en la tubería y bueno, se va a acabar el gozo.
El gozo del cual nos habla este versículo, es el gozo que encontramos en Salmos 16:11: 11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. El salmista dice, en tu presencia, en la presencia de Dios, en la persona de Cristo, ahí en Él, hay plenitud de gozo. Ahí es donde se encuentra la fuente y el verdadero sentido de lo que significa tener gozo, de lo que significa realmente tener una satisfacción en el corazón de decir: lo he encontrado, he encontrado a Cristo en mi vida. A tu diestra, dice la escritura, ahí donde está Dios hay deleites que no se acaban como una medalla de oro, como un carro, como una casa o como una cuenta de ahorros. En su presencia hay plenitud de gozo. A su diestra, ahí es donde existen los deleites que son para siempre.
Hay cosas que son pasajeras que nos darán gozo, nos darán alegrías, pero se acabarán. Dice el apóstol Juan en 1 Juan 3:1 (RV-60) 1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Él dice lo siguiente: mirad cuál amor nos ha dado el padre. Esa expresión se puede traducir: contemplemos, detengámonos, pensemos en cuál amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios, porque antes, dice la escritura éramos hijos del diablo, hijos de desobediencia, dice la escritura. Dice: contemplen, piensen, en cual amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados sus hijos, por eso el mundo no nos conoce porque no le conoció a Él.
Si tomamos este versículo y practicamos ese exhorto que nos da el apóstol de mirar, de contemplar el amor de Dios, llegaremos entonces a poder plasmar ese gozo en nuestro corazón, de decir: “Cristo está con nosotros”.
4. (1:20:10) El amor nos conduce al sacrificio.
Esta es la cuarta característica y es la más importante, está basado en 1ª de Corintios 13:7 (RV-60): 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
En mi carro tenemos colgadas dos tarjetitas que les regalaron a mis hijas hace años, ya ni me acuerdo dónde exactamente. Pero son unas tarjetas de plástico, están colgadas debajo del espejo retrovisor y que precisamente contienen una porción de 1ª Corintios, capítulo 13. Y una de las tarjetas contiene precisamente este versículo. De vez en cuando, ustedes saben que pasan cosas en la familia, estoy en el carro veo esos versículos, los tomo, los leo y les digo: recordemos lo que dice la Biblia, recordemos lo que dice aquí. Y ahí están colgados del espejo, por alguna razón Dios dijo: ahí ténganlos.
El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Nada somos, hermanos, si no somos capaces de disculpar a otros, aun cuando yo sé que tengo el perdón del creador del universo. De nada sirve si podemos decir: “oh Dios me ha perdonado, pero yo no puedo perdonar a mi esposo, a mi esposa”. El amor nos conduce a sacrificar nuestros intereses, nuestra reputación, nuestro orgullo, para soportar con paciencia lo que los otros nos pueden hacer.
Joven, esposo, esposa, si hay amor en tu vida por tu familia, lo puedes demostrar muy fácilmente y es con sacrificio. Yo sé que en ocasiones, yo también pasé por los años 15, 16, 18, es difícil seguir las instrucciones de nuestros papás. Yo le decía a mis hijas el otro día que a mí me criaron con algunos hábitos, como por ejemplo: hacer ciertos quehaceres todas las semanas. El otro día me puse a hacer cuentas, me puse a pensar, todas las semanas hacía eso en mi casa. Dije: empecé más o menos de los 6 años y hasta como por los 13, multipliqué toda la cuestión y me salieron como 300 fines de semana que no falló en mi casa que me dijeran: tienes que hacer esto. Al paso de los años se convirtió en un buen hábito, pero sé que entre algunos de nosotros, jóvenes, en algunos niños o quizás en algunos esposos, esposas, llega a ver ese conflicto cuando se les pide algo y uno dice: ¿pero por qué si yo estoy cómodo viendo Netflix?. Que lo haga el otro, si yo vengo de mi trabajo, yo vengo de la escuela, yo ya lo hice, yo ya lavé los trastes, yo por qué lo voy a hacer.
No hay amor, porque el amor nos conduce al sacrificio. Cuando dices: estoy viendo Netflix o estoy viendo el partido y rápido uno dice uno: pero me necesitan, pero requieren de mi ayuda y entonces toma el control remoto y le pone pausa o quizás lo tiene uno que apagar y decir, ni modo, porque si hay realmente amor por mi familia lo tenemos que demostrar poniendo nuestros pies abajo del sillón y caminando hacia lo que se necesita hacer. Y ese es un ejemplo muy básico y lo comparto porque pasa en mi casa y yo sospecho que pasa en la casa de varios de ustedes también. Y así por el estilo. Nuestro esposo, nuestra esposa, puede pedir, puede querer algo de nosotros y en ocasiones nosotros somos ciegos intencionalmente, para no darnos cuenta que se requiere algo, quizás básico, para que nuestro esposo o nuestra esposa tenga un mejor día, para que nuestro esposo o nuestra esposa pueda pasar lo mejor posible en su trabajo, en la casa o cualquier cosa que tenga que hacer durante el día.
El verdadero amor nos conduce al sacrificio y así lo demostró Cristo. Juan 15:12-13 (RV-60) dice: 12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Dice nuestro Señor Jesucristo, este es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado. ¡Ay, qué bonito! Que os améis como yo os he amado, y se los explica siguiente versículo. Porque nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por amor de sus amigos. Y usted puede poner ahí, por amor de mi hija, por amor de mi hijo, por amor de mi suegra, por amor de mi esposo, por amor de mi esposa. Si hay un verdadero amor en nosotros debemos poner nuestra vida, nuestros intereses cualesquiera que sean, por amor de ellos. Porque así lo dice el versículo anterior: ámense unos a otros, como yo os he amado.
Voy a terminar con la definición de “amor”, pero no es una definición de la Real Academia Española. Es una definición que podemos sacar en conjunto de estos versículos que leímos, de estas cuatro verdades que nos permiten definir lo que es el amor.
¿Qué es el amor? Yo escribí lo siguiente: Es una virtud que proviene de Dios, no es tuya. Es una virtud que proviene de Dios que permite reconocer quiénes somos en realidad. Que te permite conocerte quién eres, que te permite recibir a otros tal y como son, porque son como tú, pecadores. Es una virtud que te permite gozarte en Dios, encontrar placer de estar aquí, de leer su palabra, de orar, de ver a los hermanos que te hacen enojar también. Y que se demuestra con sacrificio por los demás. Eso es el amor.
Y ahora que está nuestro pastor en esta situación, yo creo que es una buena oportunidad para tomar la mano, quizás si está su cónyuge a su lado, su hijo y que oremos, porque la vida hermanos se puede ir así, en un momento.
Vamos a orar. Padre, gracias por tu palabra. Gracias porque reflexionamos Señor sobre ¿quiénes somos realmente cuando nos quitamos la máscara de cristianos, evangélicos, bautistas y todo lo demás? Cuando reflexionamos Señor que los problemas que tenemos se originan en nosotros, no en los demás, no, están en nosotros primeramente. Cuando reflexionamos que el gozo viene de ti, y no de las circunstancias que vivimos. Cuando reconocemos que debemos amar a los demás de manera sacrificial. Padre, ayúdenos a valorar cada instante de la vida que tú nos has dado a nosotros y a nuestros seres queridos. Ayúdanos Padre a mostrar amor hacia los demás, en nuestra iglesia, en nuestro hogar, con nuestros hijos, con todos los que estén a nuestro alrededor.
Padre, rogamos por la salud de nuestro pastor, dándote gracias de antemano porque sabemos que él estará mejor, de acuerdo a tus misericordias y tu bondad. Suplicamos por su familia, que les sustente, que les confortes con la paz de Cristo, que dice tu palabra que guarda nuestros corazones y pensamientos ocultos en Él, para vivir una paz que sobrepasa todo entendimiento. Rogamos por esa bendición para con ellos. Rogamos también por nuestros hermanos que están pasando por una circunstancia difícil, ya sea salud, familia, matrimonio, documentos, sea lo que sea. Rogamos Padre por milagros de parte tuya para que podamos mantener el gozo en ti, donde hay plenitud para siempre. En el nombre de Jesús oramos.
Y también queremos tomar esta oportunidad, para invitar a aquellos que están entre nosotros quizás por primera vez y han escuchado este mensaje y reconocen en su corazón la falta de amor de Cristo en sus vidas. Queremos hacerles una invitación genuina, de parte de Dios, de abrir su corazón a Él, de reconocer su necesidad de Cristo en sus vidas, de caminar en fe por el resto de sus vidas hasta que se encuentren con el creador del universo. Esta invitación es para ti, para que examines tu corazón y le digas a Dios: “Padre, tengo muchos defectos, tengo muchos problemas, pero ruego que me perdones, ruego que cambies mi vida y mi corazón”. Para ti es esta invitación. Toma esta oportunidad de buscar al Señor, de clamar a Él.
Padre, gracias por esta reunión que tenemos en esta tarde. Rogamos que guardes nuestro camino a nuestros hogares o donde quiera que pasemos esta tarde; y que en unas horas más estemos de vuelta en este lugar, gozándonos en ti. Señor tu palabra nos dice que en tu presencia hay plenitud de gozo, hay lo mejor que pueda existir y eso queremos disfrutar en esta tarde. En el nombre de Jesús oramos, Amén.
Nada Soy
Julio 31, 2022 – 1:30PM | 1 Corintios 13:1-13 | Hno. Enrique Torres
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Bendiciones hermanos, me gustaría que iniciamos en oración. Inclinemos nuestro rostro o en una actitud hacia Dios de reverencia: Padre gracias porque estamos en el mejor lugar que podríamos estar en Canadá. Sabemos que hace calor, se siente feo, pero estamos definitivamente en el lugar que tú quisiste que estuviéramos, en la iglesia, gracias Padre. Queremos suplicarte en esta tarde Señor, que sea tu palabra la que nos bendiga, nos hable, nos conforte, confronte y conforme nuestro corazón a tu voluntad. Queremos suplicarte también, Padre, por aquellos que se encuentran en alguna situación difícil, ya sea de salud, económica, de su seguridad personal, familiar, de trámites; situaciones donde solamente un milagro de parte tuya puede hacer que las cosas salgan adelante. Rogamos, en particular, por la vida de nuestro pastor David, Señor que prontamente pueda estar junto con nosotros. Nos da gusto escuchar que va poco a poco saliendo de esta situación. Te suplicamos Padre que así sea, que su salud esté con bien y que podamos verle entre nosotros pronto; en el nombre de Jesús oramos, amén.
Hermanos vamos a leer un pasaje bastante conocido, 1a Corintios 13: 1-7 (RV 1960), es el capítulo del amor, el discurso más célebre que tenemos en las escrituras acerca del amor.
El sermón de esta tarde se titula: “Nada soy”. Dice la palabra de Dios:
1Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve. 4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca los suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Creo con todo mi corazón, por las circunstancias que se están dando, que este sermón que yo había preparado hace básicamente dos años y medio, quizás tres años; lo preparó Dios para este momento. Quiero que en este calor ustedes mediten con lo que voy a ir compartiendo con sobre este texto y otros versículos que iré mencionando.
El tema, como ustedes ya habrán adivinado, es precisamente el amor. Este mensaje tiene como objetivo que cada uno de nosotros reflexionemos acerca de nuestras relaciones con nuestros seres queridos, ese es el objetivo número uno. Esos seres pueden ser nuestros padres, pueden ser nuestros hijos, nuestro cónyuge no sé; alguna persona con la que usted tenga gran estima.
Este pasaje de 1ª Corintios 13, lo escribe el apóstol Pablo a una iglesia que está en conflicto, que está en discordia. En ella hay hermanos que discuten unos con otros sobre quién es mayor, sobre quién tiene más, sobre quién hace más en la iglesia, quién tiene mayores dones, quién se merece las cosas; es decir hay circunstancias de conflicto en la iglesia de Corinto. Creo que, en general, eso también puede ocurrir en nuestros hogares, o con personas que nosotros tenemos una relación de gran estima. En ocasiones las cosas no funcionan bien porque hay diferencias, porque pensamos diferentes los padres de los hijos, o tenemos diferentes opiniones con nuestro cónyuge; y eso hace que las relaciones se deterioren.
Quiero compartir con ustedes una serie de preguntas que están relacionadas con este pasaje, básicamente son una paráfrasis de estos versículos, dicen así:
- ¿De qué sirve tener todo el conocimiento, la riqueza y el poder si nuestra vida vacía? De qué sirve tener todo lo que quisiéramos tener, si nuestro corazón está vacío; si realmente en nuestro corazón no existe algo de fundamento que le dé objetivo a nuestra vida.
- ¿De qué sirve tener una familia si nosotros mismos la conducimos a la discordia? ¿No les ha pasado a ustedes que en ocasiones abrimos la boca de más y llevamos a nuestra familia a eventos de los cuales luego nos arrepentimos? Por ejemplo, llegar a envidiar o querer tener lo que otros tienen; rencores, falta de perdón hacia otros miembros de nuestra familia.
- ¿De qué sirve asistir a una iglesia, de qué sirve estar aquí sufriendo este calor, si no podemos ver ni una sola virtud en los demás? Al contrario, solo nos dedicamos a ver sus errores, lo que no nos gusta en ellos. Y sí existen, hay cosas buenas; pero nuestro corazón tiende a gravitar hacia encontrar lo malo en los demás.
Sin una actitud sincera que nos lleve a reconocer que el primer problema que tenemos no está en los hermanos, no está en mi cónyuge, no está en mis hijos, o en mis suegros, suegra; sino que está en nosotros, cualquier intento de vivir en paz, de vivir realmente como dice Jesús en Juan una vida en abundancia, realmente fracasará. Fracasaremos totalmente en vivir una vida en abundancia si no reconocemos que nosotros tenemos el problema.
Quiero comentar cuatro características o cualidades que nos van a permitir examinar nuestro corazón con respecto al amor, y entonces y tener una definición de lo que es el amor. Nos permitirá llegar a una conclusión: “si realmente existe amor en nuestras vidas o no”.
- (63:53)El amor nos conduce a reconocer nuestra miseria.
Voy a leer nuevamente 1a Corintios 13: 1-3, (TL Actual): 1Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! 2Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios, de nada me sirve y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. 3Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El ruido de una campana desafinada que causa molestia, se escucha pero causando disgusto al oído, eso seremos si no tenemos amor. ¿De qué sirve ser predicador, ser pastor, ser profeta, ser apóstol, lo que usted quiera; si no tiene amor?
Esta es una reflexión que hace el apóstol Pablo respecto de su propio corazón. Obviamente él sabía que la iglesia en Corinto era una iglesia que tenía muchas virtudes espirituales. Unos capítulos antes, la Biblia nos habla acerca de los dones espirituales de esta iglesia y cómo debatían entre ellos acerca de ¿quién hacía más en la iglesia? El apóstol les habla y les dice: “ustedes pueden tener lo que quieran. Pero si no pueden reconocer que el problema de sus relaciones en la iglesia, con su cónyuge, con sus hijos está en su corazón, de nada sirve.”
El problema más grande en nuestro corazón es nuestro pecado. Desde el momento en que nosotros nacimos hasta el último suspiro que tengamos de vida, que nos concede el Señor, estaremos en la condición de pecado. Pero ha sido por la Gracia, por el Amor y por la Misericordia de Dios que hemos alcanzado salvación. Y ese pecado no consumará la paga definitiva, que nos dice el apóstol Pablo en Romanos, que es muerte; sino que hemos alcanzado vida por su misericordia, a través de Cristo. Pero la condición continúa ahí, y eso hace que nuestro matrimonio, nuestras relaciones sean difíciles.
Nosotros queremos conducirnos, de una manera, que las cosas sean como nosotros queremos; y cuando ocurre que mi esposo(a) tiene otra idea, quieren opinar de manera diferente hay conflicto en mi corazón. Hay conflicto porque la causa, la raíz, es nuestro pecado; es nuestra egolatría, es el querer satisfacer primeramente mis necesidades antes que las de los demás.
Nada soy, si no puedo ser capaz de darme cuenta que tengo yo los mismos defectos y las mismas necesidades que los demás. No somos más que los demás, no somos mejores que los demás; es más no somos mejores que las personas que conversan y que caminan allá afuera. La diferencia ha sido solamente la misericordia de Dios que un día el acomodo todos los eventos para que nosotros llegáramos a la iglesia. Acomodó a un ujier, acomodó quizás a un vecino, a un amigo, quizás un sermón en internet, para que nosotros pudiéramos llegar al evangelio y pudiéramos entonces ser rescatados. Pero nosotros tenemos, cada uno, los mismos defectos y las mismas necesidades.
Ayer, que estaba afinando este mensaje, incluí este punto en esta parte acerca de las máscaras. Ustedes saben que es una máscara. Básicamente es algo que oculta nuestro rostro y nos hace dar una apariencia delante de los demás; de alguna manera cada uno de nosotros caminamos por la vida con una máscara.
La persona que ustedes ven en este momento, en frente de ustedes se llama Enrique, pero el Enrique que ustedes conocen aquí en la iglesia no es el mismo Enrique allá afuera. Esa es la realidad. Lo admito con todo mi corazón y con toda la vergüenza del mundo, es la verdad. El Enrique que está aquí sentado sonriendo que les dice Dios les bendiga, no es el mismo Enrique que está allá afuera. Y si ustedes fueran honestos quizás quisieran quitarse la máscara mentalmente y reconocer que el que está sentado aquí hoy no es el mismo que habla con sus hijos, no es el mismo que habla con su esposo(a), no es el mismo. Cada uno de nosotros caminamos con una máscara que hace pensar a los demás que casi volamos, que casi andamos entre las nubes; cuando la realidad es que tenemos ciertos problemas y circunstancias en nuestro corazón desde hace tiempo. Circunstancias que están batallando en nuestro corazón, pero si continuamos con esa máscara, jamás nuestro corazón será transformado.
Cristo reconoció nuestras miserias. Cristo reconoció nuestra condición. Por eso dice la escritura en Romanos 5:8, (RV-60): 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Una de las cualidades del verdadero amor es que nos conduce a reconocer nuestra verdadera persona, la que vive dentro de nosotros, la que no usa máscaras. Eso, es lo que hace el amor.
2. (1:10:21) El amor nos conduce a recibir a los demás.
Dice 1 Corintios 3:4-5, (Rv-60): 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
Hermanos de nada sirve estar aquí, de nada sirve llamarnos cristianos, si no podemos ser pacientes con nuestro esposo, esposa, con nuestros hijos. Si no podemos perdonar. Si no puedo recibir a los demás tal como son, y como Dios los conoce a ellos. No podemos seguir nuestra vida en paz si creemos que la culpa está en los demás y no en nosotros mismos.
Estos versículos nos hablan de poder recibir a los demás aun cuando ellos nos llenan, aun cuando ellos hagan la más terrible acción a nuestra persona, hacia nuestro corazón.
Vuelvo a leer: 1 Corintios 3:4-5, (Rv-60): 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.
¿Cómo es posible eso? Es solamente posible cuando podemos recibir a los demás como son; como Cristo nos ha recibido; con nuestros pecados, con todas nuestras fallas y todos nuestros problemas. El verdadero amor nos permite sufrir los agravios más horribles, como Cristo lo sufrió en la cruz. En el camino a ser crucificado, a ser sacrificado, recibió insultos, recibió azotes, recibió las vergüenzas más terribles. Él sufrió los agravios, dejó a un lado los placeres de este mundo, hizo a un lado el individualismo que nos conduce a nosotros a querer más, a tener más. Renunció Él a lo suyo, y abandonó la ira y el rencor para mostrar amor y recibirnos. Y Él demanda eso de nosotros, dice Juan 13:35, (RV-60): 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
La realidad, entre muchas otras, por la cual la iglesia se estanca, llega a tener dificultades, es porque no existe o no se refleja esta cualidad del amor en nosotros. Poder recibir a los demás tal y como son. Empezando con los que están alrededor de nosotros, en nuestra casa. Empezando también con los que se sientan dentro de nuestro hogar cuando los invitamos a nuestra mesa. Aquí mismo también en la iglesia; cuando no podemos mostrar amor los unos con los otros, el mundo no podrá conocer quién es Cristo en nuestras vidas.
Cristo, dice la escritura en 1 Juan 4:9 (RV-60): 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. De manera cómo Cristo lo hizo, aceptándonos con todos esos defectos que tenemos, aceptándonos unos a otros.
3. (1:15:01) El amor nos conduce al verdadero gozo.
Esto está basado cuando dice que el amor en 1 Corintios 3:6 (RV-60): 6 no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
¿En qué consiste este gozo en la verdad? Les voy a poner un ejemplo: quizás algunos de ustedes saben que mis hijas practican el voleibol, y en el mes de abril o mayo estuvieron en una competencia. Fueron los campeonatos nacionales y el equipo de una de mis hijas tuvo la bendición de ganar prácticamente todos sus partidos, solamente perdieron uno en el campeonato nacional. Fue un fin de semana, toda la cuestión, y al final lograron ganar la medalla de oro en su categoría. Ese día yo podía el rostro de las niñas, del coach, ¡toda una emoción! Quizás ustedes han pasado por algo similar o algunas circunstancias que les ha traído demasiado gozo a su vida. Y entonces tenemos por ahí en la casa guardada en la medalla y toda la cuestión. Pero el otro día pasaba yo enfrente de la medalla y me le quedé viendo y dije: “ya pasó, ya se acabó”. Ese gozo que tuvimos como por dos o tres días, que poníamos los vídeos en YouTube porque alguien los grabó y los pusieron; ya los estábamos repitiendo y nos emocionábamos y todo lo demás. Ya se acabó, se fue todo.
Todo ese gozo que puede causar un bien material, una experiencia terrenal, como quizás tener un hijo, se va a acabar. Eventualmente los hijos nos van a traer lágrimas, nos van a traer tristezas. Eventualmente el dinero nos va a causar problemas. Eventualmente el carro más lujoso que tengamos se va a devaluar. Eventualmente la casa que hayan ustedes comprado va a necesitar un nuevo techo, o va a tener problemas en la tubería y bueno, se va a acabar el gozo.
El gozo del cual nos habla este versículo, es el gozo que encontramos en Salmos 16:11: 11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. El salmista dice, en tu presencia, en la presencia de Dios, en la persona de Cristo, ahí en Él, hay plenitud de gozo. Ahí es donde se encuentra la fuente y el verdadero sentido de lo que significa tener gozo, de lo que significa realmente tener una satisfacción en el corazón de decir: lo he encontrado, he encontrado a Cristo en mi vida. A tu diestra, dice la escritura, ahí donde está Dios hay deleites que no se acaban como una medalla de oro, como un carro, como una casa o como una cuenta de ahorros. En su presencia hay plenitud de gozo. A su diestra, ahí es donde existen los deleites que son para siempre.
Hay cosas que son pasajeras que nos darán gozo, nos darán alegrías, pero se acabarán. Dice el apóstol Juan en 1 Juan 3:1 (RV-60) 1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Él dice lo siguiente: mirad cuál amor nos ha dado el padre. Esa expresión se puede traducir: contemplemos, detengámonos, pensemos en cuál amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios, porque antes, dice la escritura éramos hijos del diablo, hijos de desobediencia, dice la escritura. Dice: contemplen, piensen, en cual amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados sus hijos, por eso el mundo no nos conoce porque no le conoció a Él.
Si tomamos este versículo y practicamos ese exhorto que nos da el apóstol de mirar, de contemplar el amor de Dios, llegaremos entonces a poder plasmar ese gozo en nuestro corazón, de decir: “Cristo está con nosotros”.
4. (1:20:10) El amor nos conduce al sacrificio.
Esta es la cuarta característica y es la más importante, está basado en 1ª de Corintios 13:7 (RV-60): 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
En mi carro tenemos colgadas dos tarjetitas que les regalaron a mis hijas hace años, ya ni me acuerdo dónde exactamente. Pero son unas tarjetas de plástico, están colgadas debajo del espejo retrovisor y que precisamente contienen una porción de 1ª Corintios, capítulo 13. Y una de las tarjetas contiene precisamente este versículo. De vez en cuando, ustedes saben que pasan cosas en la familia, estoy en el carro veo esos versículos, los tomo, los leo y les digo: recordemos lo que dice la Biblia, recordemos lo que dice aquí. Y ahí están colgados del espejo, por alguna razón Dios dijo: ahí ténganlos.
El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Nada somos, hermanos, si no somos capaces de disculpar a otros, aun cuando yo sé que tengo el perdón del creador del universo. De nada sirve si podemos decir: “oh Dios me ha perdonado, pero yo no puedo perdonar a mi esposo, a mi esposa”. El amor nos conduce a sacrificar nuestros intereses, nuestra reputación, nuestro orgullo, para soportar con paciencia lo que los otros nos pueden hacer.
Joven, esposo, esposa, si hay amor en tu vida por tu familia, lo puedes demostrar muy fácilmente y es con sacrificio. Yo sé que en ocasiones, yo también pasé por los años 15, 16, 18, es difícil seguir las instrucciones de nuestros papás. Yo le decía a mis hijas el otro día que a mí me criaron con algunos hábitos, como por ejemplo: hacer ciertos quehaceres todas las semanas. El otro día me puse a hacer cuentas, me puse a pensar, todas las semanas hacía eso en mi casa. Dije: empecé más o menos de los 6 años y hasta como por los 13, multipliqué toda la cuestión y me salieron como 300 fines de semana que no falló en mi casa que me dijeran: tienes que hacer esto. Al paso de los años se convirtió en un buen hábito, pero sé que entre algunos de nosotros, jóvenes, en algunos niños o quizás en algunos esposos, esposas, llega a ver ese conflicto cuando se les pide algo y uno dice: ¿pero por qué si yo estoy cómodo viendo Netflix?. Que lo haga el otro, si yo vengo de mi trabajo, yo vengo de la escuela, yo ya lo hice, yo ya lavé los trastes, yo por qué lo voy a hacer.
No hay amor, porque el amor nos conduce al sacrificio. Cuando dices: estoy viendo Netflix o estoy viendo el partido y rápido uno dice uno: pero me necesitan, pero requieren de mi ayuda y entonces toma el control remoto y le pone pausa o quizás lo tiene uno que apagar y decir, ni modo, porque si hay realmente amor por mi familia lo tenemos que demostrar poniendo nuestros pies abajo del sillón y caminando hacia lo que se necesita hacer. Y ese es un ejemplo muy básico y lo comparto porque pasa en mi casa y yo sospecho que pasa en la casa de varios de ustedes también. Y así por el estilo. Nuestro esposo, nuestra esposa, puede pedir, puede querer algo de nosotros y en ocasiones nosotros somos ciegos intencionalmente, para no darnos cuenta que se requiere algo, quizás básico, para que nuestro esposo o nuestra esposa tenga un mejor día, para que nuestro esposo o nuestra esposa pueda pasar lo mejor posible en su trabajo, en la casa o cualquier cosa que tenga que hacer durante el día.
El verdadero amor nos conduce al sacrificio y así lo demostró Cristo. Juan 15:12-13 (RV-60) dice: 12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Dice nuestro Señor Jesucristo, este es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado. ¡Ay, qué bonito! Que os améis como yo os he amado, y se los explica siguiente versículo. Porque nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por amor de sus amigos. Y usted puede poner ahí, por amor de mi hija, por amor de mi hijo, por amor de mi suegra, por amor de mi esposo, por amor de mi esposa. Si hay un verdadero amor en nosotros debemos poner nuestra vida, nuestros intereses cualesquiera que sean, por amor de ellos. Porque así lo dice el versículo anterior: ámense unos a otros, como yo os he amado.
Voy a terminar con la definición de “amor”, pero no es una definición de la Real Academia Española. Es una definición que podemos sacar en conjunto de estos versículos que leímos, de estas cuatro verdades que nos permiten definir lo que es el amor.
¿Qué es el amor? Yo escribí lo siguiente: Es una virtud que proviene de Dios, no es tuya. Es una virtud que proviene de Dios que permite reconocer quiénes somos en realidad. Que te permite conocerte quién eres, que te permite recibir a otros tal y como son, porque son como tú, pecadores. Es una virtud que te permite gozarte en Dios, encontrar placer de estar aquí, de leer su palabra, de orar, de ver a los hermanos que te hacen enojar también. Y que se demuestra con sacrificio por los demás. Eso es el amor.
Y ahora que está nuestro pastor en esta situación, yo creo que es una buena oportunidad para tomar la mano, quizás si está su cónyuge a su lado, su hijo y que oremos, porque la vida hermanos se puede ir así, en un momento.
Vamos a orar. Padre, gracias por tu palabra. Gracias porque reflexionamos Señor sobre ¿quiénes somos realmente cuando nos quitamos la máscara de cristianos, evangélicos, bautistas y todo lo demás? Cuando reflexionamos Señor que los problemas que tenemos se originan en nosotros, no en los demás, no, están en nosotros primeramente. Cuando reflexionamos que el gozo viene de ti, y no de las circunstancias que vivimos. Cuando reconocemos que debemos amar a los demás de manera sacrificial. Padre, ayúdenos a valorar cada instante de la vida que tú nos has dado a nosotros y a nuestros seres queridos. Ayúdanos Padre a mostrar amor hacia los demás, en nuestra iglesia, en nuestro hogar, con nuestros hijos, con todos los que estén a nuestro alrededor.
Padre, rogamos por la salud de nuestro pastor, dándote gracias de antemano porque sabemos que él estará mejor, de acuerdo a tus misericordias y tu bondad. Suplicamos por su familia, que les sustente, que les confortes con la paz de Cristo, que dice tu palabra que guarda nuestros corazones y pensamientos ocultos en Él, para vivir una paz que sobrepasa todo entendimiento. Rogamos por esa bendición para con ellos. Rogamos también por nuestros hermanos que están pasando por una circunstancia difícil, ya sea salud, familia, matrimonio, documentos, sea lo que sea. Rogamos Padre por milagros de parte tuya para que podamos mantener el gozo en ti, donde hay plenitud para siempre. En el nombre de Jesús oramos.
Y también queremos tomar esta oportunidad, para invitar a aquellos que están entre nosotros quizás por primera vez y han escuchado este mensaje y reconocen en su corazón la falta de amor de Cristo en sus vidas. Queremos hacerles una invitación genuina, de parte de Dios, de abrir su corazón a Él, de reconocer su necesidad de Cristo en sus vidas, de caminar en fe por el resto de sus vidas hasta que se encuentren con el creador del universo. Esta invitación es para ti, para que examines tu corazón y le digas a Dios: “Padre, tengo muchos defectos, tengo muchos problemas, pero ruego que me perdones, ruego que cambies mi vida y mi corazón”. Para ti es esta invitación. Toma esta oportunidad de buscar al Señor, de clamar a Él.
Padre, gracias por esta reunión que tenemos en esta tarde. Rogamos que guardes nuestro camino a nuestros hogares o donde quiera que pasemos esta tarde; y que en unas horas más estemos de vuelta en este lugar, gozándonos en ti. Señor tu palabra nos dice que en tu presencia hay plenitud de gozo, hay lo mejor que pueda existir y eso queremos disfrutar en esta tarde. En el nombre de Jesús oramos, Amén.