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Encuentro con Jesús

Junio 8 2025 – 2:00PM | Juan 5:1-9 | Pastor Robert Aguilar

Descargar Texto: Sermón en PDF

Etiquetas: juan, junio 2025, pastor roberto aguilar, transcripcion

TRANSCRIPCIÓN

Buenas tardes, familia. ¿Por qué no nos ponemos de pie? Estírense, sonrían y vamos a leer la palabra de Dios. 

Juan 5: 1-9 (RV-1960): Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3 En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

Vamos a orar: Padre, te damos gracias por esta mañana. Gracias Dios eterno, por este fin de semana que nos has regalado. Gracias Padre, por el rico clima que podemos disfrutar como familia. Y también te damos gracias, Señor por permitirnos llegar este día a tu casa. Hemos alabado, hemos adorado, hemos compartido con nuestros hermanos lo grande que tú eres. En esta tarde, Señor, como familia nos unimos, Padre Celestial, para orar por nuestro pastor David. Señor, lo recordamos y confiamos, Padre, que tú sigas obrando en su vida y que lo sigas sanando muy pronto para que esté con nosotros. Así también, Señor, en esta tarde, suplicamos que este tiempo de meditación puedas tú, Señor, por medio del Espíritu Santo, abrir nuestro entendimiento y nuestro corazón, y poder hablar a nuestras vidas. En Cristo Jesús pedimos esto. Amén y amén.

Pueden sentarse, familia. Pueden sentarse.

¿Alguna vez usted ha tenido algún encuentro personal con alguien famoso, alguien de la tele o de la radio? Una vez yo tuve una experiencia de esas, en un aeropuerto, fue algo extraño pero interesante. Así también, en la Biblia nos cuentan que Jesús, al que nosotros llamamos maestro, tuvo bastantes encuentros con personas que, en ese momento tal vez no lo conocían, habían escuchado acerca de Él pero no lo habían visto. 

Recuerde que no había redes sociales, no estaba Facebook, ni Instagram para decir: Aquí estoy con Jesús. #Elmaestro, #elMesías, no había nada de eso. Entonces, muchos no sabían quién era Jesús, solo habían escuchado que había una persona que predicaba, y que aparte de eso también hacía milagros. Eso era lo que se sabía en cuanto a eso. Pero cada encuentro que Jesús tuvo con las personas provocó un cambio en ellas, la persona no fue la misma después de estar con Jesús, conversar con Él y convivir con Él. Nunca más volvieron a ser las mismas. podemos decir que experimentaron una vuelta de 180 grados. 

Al leer los versículos de este pasaje vemos tres enseñanzas que se relacionan con los encuentros de las personas con Jesús. Posiblemente usted ya ha escuchado esta historia (Juan 5: 1-9) pero es bueno recordar.

Juan 5: 1-4 (RV-1960): Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3 En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Los comentaristas, los estudiosos no nos dicen qué fiesta es, aunque Juan toca varias fiestas, pero esta en particular no se sabe. 

  1. Un encuentro inesperado. 

La persona enferma no estaba esperando la visita de Jesús, obviamente no. Imagínese, 38 años ahí esperando que algo sucediera. La ubicación de los lugares que Juan presenta aquí no crea usted que fue al azar, sino que fue cada cosa detallada que Jesús hacía para nosotros.

En primer lugar dice que llegó a Jerusalén. Todos sabemos lo importante que es Jerusalén y no solamente para el cristianismo, sino también para otras dos religiones: el judaísmo y los musulmanes. Durante siglos se han peleado por ese lugar, porque es la tierra santa. Películas se han hecho acerca de esto porque es un lugar estratégico, importante no solamente para la religión, sino para nosotros como creyentes también. También dice que el nombre del lugar era especial. En este estanque en particular, Betesda, su traducción es: el lugar de misericordia. ¡Qué interesante eso! No se le olvide: lugar de misericordia. Y la tercera cosa es que era un estanque que estaba lleno de personas enfermas, ¿no? Algo así como El Redentor se puede decir ¿verdad? ¿Qué es la iglesia? Un lugar de enfermos que quieren ser rehabilitados. Amén. 

Así que viendo esto, hermanos, fue un encuentro inesperado. El Señor preparó todo, ese mismo día, para llegar a ese lugar. Podemos ver entonces la bendición de estar en el lugar correcto a la hora correcta. 

Hoy día usted vino aquí a la esquina del movimiento (El Redentor) a recoger su bendición, usted vino este domingo a un lugar especial, con gente especial, para conocer a alguien especial, al amor de su vida. Y no estoy hablando de hombre o mujer, estoy hablando de Jesús el Rey de Reyes y Señor de Señores. Un encuentro inesperado.

     2. Un encuentro con propósito. 

Juan 5: 5-7 (RV 1960):   5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Había allí un hombre que hacía 38 años estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, supo que llevaba ya mucho tiempo así, y le dijo: ¿Quieres ser sano?

El Señor no hace nada al azar. ¿Y por qué digo: con propósito? Porque primero, el Señor ya sabía. Imagínese usted algo así que viene aquí a este lugar el Señor y nos visita. ¿Y cuántos habemos aquí? Bastante ¿verdad? Y de toda esta cantidad de personas el Señor se fija en usted, específicamente en usted; aunque posiblemente usted esté con su mente en otro lugar y todavía no se ha dado cuenta que Jesús está aquí hoy, y no solamente eso, sino que el Señor lo mira, el Señor sabe su historia, escucha su necesidad, sabe su problema y la dificultad que está pasando.

Una frase que decimos mucho es: ¿Cómo estamos, familia? Y todos repetimos bendecidos. Porque estamos vivos todavía, porque tenemos esperanza, porque la gloria del Señor está con nosotros y sabemos que el Señor va a obrar cuando a Él le plazca; pero en realidad estamos quebrantados, dolidos, posiblemente enfermos, a lo mejor con una carga emocional que quisiéramos compartir con los hermanos. Muchas veces creemos que no nos van a entender porque nuestros problemas son diferentes, que posiblemente usted está cargando con una angustia, con una dificultad muy difícil. Pero hoy decidió levantarse, cambiarse y venir a la iglesia para alabar al Señor porque Él escucha. Pero el Señor conoce tu historia. 

Este hombre estuvo 38 años enfermo. Los eruditos, los estudiosos no saben cuántos años tenía él cuando se enfermó, no lo dice la palabra del Señor; tampoco sabemos si él había nacido enfermo. Pero algo está claro: Él tenía 38 años en el mismo lugar, esperando un milagro. Pero ¡tanto tiempo! Muchas veces uno pierde la fe y acepta lo que está pasando o cree que eso es normal, no sé si les ha pasado eso. 

Hicieron un experimento con un elefante y con una pulga. Desde pequeño al elefante lo amarran por una de sus patas a una estaca (madera o hierro que se clava en la tierra), y cada vez que el elefante quiere moverse tiene la distancia limitada según el tamaño de la cuerda. Y año tras año él sabe eso. Ya después de un tiempo los dueños no lo clavan al lugar sino que lo dejan suelto. Solo le dejan el lazo en su pata. Para el conocimiento y el entendimiento del elefante, él ya no puede caminar, y no se escapa del lugar. Hay otro experimento que hicieron igual con la con las pulgas. La pulga puede saltar muy alto, ¿cierto?, pero cuando la ponen dentro de un frasco con tapa, le ponen límite; y cada vez que salta la pulga llega a un tope (límite). Tiempo después, sacan a la pulga y la ponen junto a una pulga que nunca ha estado encerrada; resulta que la pulga que estaba en el frasco solo salta la misma altura que si estuviese dentro del frasco, ya no salta más porque se ha acostumbrado. Muchas veces como creyentes, cuando estamos pasando una dificultad, una necesidad y el Señor toma tiempo, creemos que esa es nuestra vida, que así vamos a seguir. Entonces nuestra fe llega a un punto de costumbre, como esta persona que pasó 38 años a la orilla del estanque que se había acostumbrado a eso.

Este día, Jesús llega al estanque, mira a esta persona, conoce su historia y hace la pregunta: ¿Quieres ser sano? El encuentro con Jesús tenía un propósito que el Señor tenía preparado. ¿Cuál fue la respuesta de este hombre? 

Juan 5: 6-7 (RV 1960): 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?  7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 

Perdón, ¿qué le estaba preguntando al Señor? Le estaba preguntando el Señor: “¿Por qué estás enfermo?” Le estaba preguntando el Señor: “¿Por qué tanto tiempo has estado ahí?” Le estaba preguntando al Señor: “¿Cuál es la excusa por la cual tú no has sido sanado?” No, nada de eso.

       3. Un encuentro con bendición. 

Al Señor no le importa la condición en la que te encuentre en estos momentos.

El Señor fue al estanque, fue a ese lugar a encontrarse con este hombre y le hace la pregunta más simple que un niño de 3 años puede contestar: “¿Quieres el dulce?” El niño no dice sí, el niño simplemente lo agarra. ¿Se ha dado cuenta usted? Pero muchas veces como adultos, queremos complicamos o exageramos más el caso. 

Familia esto que les voy a decir no está en la Biblia. ¿Se recuerda en Hechos donde Pedro y Juan sanan a un paralítico? Ellos dijeron: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre del Señor, levántate y anda.” Pero ¿qué quería el paralítico? Quería limosna, porque se había acostumbrado a vivir así, porque sabía que esa era la forma, la única forma en su mente que podía sobresalir: levantando la mano y pidiendo, mientras que ellos le estaban dando algo mejor que esto. Le estaban dando la sanidad, le estaban dando la oportunidad de que él, con sus fuerzas, pudiera caminar y moverse para hacer lo que quisiera.

En este caso, durante 38 años esta persona estaba tirada en el estanque y no había podido llegar a recibir ese milagro que él quería. Posiblemente se había acostumbrado, creyendo que Dios no lo escuchaba y que no puede hacer la obra que estamos pidiendo.

La pregunta fue sencilla: “¿Quieres ser sano?”

El Señor no le dijo: Lo primero es que traigas ofrendas para el templo. El Señor acepta la condición en la que estás. Muchas veces cuando usted invita a alguien a la iglesia, le dicen esto: *No, no, hasta que yo deje de pecar, hasta que yo deje esta cosa, hasta que yo deje la otra cosa, hasta que el Señor me ayude, entonces voy a llegar a la iglesia. -Ven, te invito a servir: *No, hermano, todavía no, en este momento no. Déjeme que esté 2 años más en iglesia. -Hermano, te invito en este ministerio. Necesitamos tus habilidades. *Brother, todavía no, ponga a otro porque yo sé que hay cosas que el Señor tiene que trabajar en mí. Y sonamos muy espirituales o santos, ¿no? Podría decir: ¡Qué bueno es este hermano, él quiere dar el ejemplo! Pero en este momento el Señor te está diciendo algo tan sencillo: ¿Quieres ser sano? Y el Señor te dice que no le importa la condición en la que tú estés en estos momentos, lo importante es que tú puedas actuar y tú puedas aceptar el regalo que el Señor te está dando.

¿Qué es lo que nos impide? 

Juan 5: 8-9 (RV 1960): 8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

Y esta persona fue sana, así de simple. Y lo interesante de esta historia, familia, es de que el escritor que es Juan dice: “Y era sábado”, día de reposo en aquel tiempo, para nosotros sería domingo. 

La historia nos cuenta que los religiosos de aquel tiempo se pusieron enojados por el milagro en el día de reposo. No era alguien que tenía uno o dos meses sin trabajo, estamos hablando de 38 años con problemas. Estoy seguro de que a él todos lo conocían, sabían de quien se trataba. Y cuando lo vieron solo les llamó la atención que estaba cargando su lecho en día de reposo. Muchas veces, cuando Dios hace la obra, hay personas a nuestro alrededor que son religiosas, que han traído al cristianismo su vida pasada. Y aún juzgan a otros, los tratan mal. Pero ¿cómo se llama el estanque? Betesda. Y ¿Qué significa? Casa de misericordia. Ninguno se asombró al verlo caminando, nadie dijo: ¡Wow, ha sido sanado! ¡El Señor ha tenido misericordia de ti! ¿Quién lo hizo para dar gloria y honra al Señor? 

Muchas veces nos enfocamos en los pecados diferentes de las personas, para luego sacárselos y ser piedra de tropiezo. Es triste, porque en ocasiones es la misma iglesia quien ha sido piedra de tropiezo para otras personas que están allá afuera. Y no estoy defendiendo a las otras personas allá afuera. Pero la iglesia debería ser un Betesda, un lugar de misericordia, un lugar donde usted venga, entre y tenga un encuentro personal con el Señor y usted le permita al Señor transformar su vida. Como iglesia, dele la bienvenida y ayude en el crecimiento espiritual de la persona. Eso es nuestro trabajo. 

Entendemos que dentro de las ovejas hay lobos rapaces que vienen para destruir y hacer que la iglesia mengüe y que no crezca. Pero también allá afuera la gente no está enfocada en la persona que estuvo en la cruz, sino está enfocada en la persona muchas veces que sirve o que están aquí. Cuando la mirada tiene que ser a Jesús, no a las personas que estamos aquí. 

El pastor lo ha dicho: “Todos somos pecadores. Todos pecamos. Todos los que estamos aquí hemos pecado.”

Familia, Jesús nos acepta y quiere tener un encuentro personal con cada uno de los que estamos aquí. Pero un encuentro real, un encuentro que pueda cambiarlo y hacer de usted otra persona; esa persona que tendrá luchas individuales, pero que pueda decir: -Perdón hermano, todavía el Señor está trabajando en mí. 

Siempre habrá quien critique la iglesia, ¿no?, por un montón de cosas; pero de algo estoy seguro: que la iglesia es un lugar de enfermos rehabilitados, que entienden, saben y reconocen que solo Dios puede cambiar su alma. Amén. Y por eso están en este lugar, familia. 

Si usted ha venido hoy para alabar el nombre del Señor, para glorificar su santo nombre por todo lo que el Señor ha hecho esta semana; para darle gracias a Dios por la misericordia que ha tenido con usted, está en el lugar correcto. Pero si usted todavía no ha reconocido eso, deje que Dios transforme su vida. Comience a dejar que el Señor haga cambios en su corazón, así verá las cosas diferentes en la iglesia, porque comenzará a ver la persona que estuvo en la cruz y que por su sangre, por sus llagas fuimos salvados y sanados. Y va a entender que Él está en el trono, Él reina, Él escucha, Él actúa y Él sabe su necesidad en estos momentos.

Hoy precisamente hemos visto tres enseñanzas sencillas en este pasaje: 

  1. Un encuentro inesperado.
  2. Un encuentro con propósito. El Señor sabía ese lugar y entendía la situación   en la que usted pasaba.
  3. Un encuentro con bendición. No se vaya de aquí sin la bendición de su Padre celestial.

Doy gracias a Dios porque por su misericordia y su gracia, no por lo que yo soy ni lo que puedo hacer, no voy a ir al infierno. Por Él, solamente por Él; porque si fuera por mí ya estuviera quemándome, pero ha sido Él y su misericordia.

Familia, si usted ha venido hoy y no ha tenido un encuentro personal con Dios, si todavía está jugando al cristianismo, si todavía está jugando a ser hermano y hermana (porque sabe el lenguaje), porque le gustan las alabanzas, lo invito a que tenga un encuentro personal con el Señor, que venga a los pies de Él y que acepte la invitación que Él le hizo a este personaje que vimos hoy: ¿Quieres ser sano? 

No le ponga excusas, ya ha sido suficiente con las excusas. El Señor te está invitando a que sientas y recibas la bendición que Él te quiere dar, pero tú tienes que dar ese paso también. Él te va a respetar, Él está aquí, Él está buscándote, pero al mismo tiempo te está dando la oportunidad que tú lo encuentres y que tú aceptes, porque Él no quiere nada la fuerza. Dios puede hacer la obra.

En este día el Señor te pregunta de nuevo: ¿Quieres ser sano?

Inclina su rostro, cierre sus ojos, mientras medita en la Palabra de Dios y le pregunta al Señor si en realidad usted ha tenido un encuentro personal con Él. La iglesia está llena de hermanos que están sirviendo, hay hermanos lindos que pueden platicar con usted. Pero esta tarde quiero hacer una oración por usted. Si usted todavía no ha tenido un encuentro personal con el Señor, haga la oración conmigo hoy: Padre, reconozco que te necesito. Señor he fallado al pensar que yo puedo hacerlo solo por mí mismo. Padre, necesito tu amor, necesito tu comprensión. Creo que moriste en la cruz por mis pecados, y también creo que resucitaste al tercer día, y que ahora, Señor, tú estás en el trono. Padre, por ese sacrificio yo te quiero aceptar y reconocerte como mi Señor y Salvador.” Si usted hizo esta oración, yo le invito a que hable con algún hermano que está aquí, ellos quieren ayudarlo, orar con usted, y también así como iglesia queremos ayudarle a que usted crezca en los caminos del Señor.

Quisiera orar por nuestra iglesia. Si hay todavía alguna enfermedad, alguna situación que está pasando la iglesia en general, alguna dificultad y usted ha perdido la fe o cree que eso es lo normal, yo quiero orar por usted porque hoy está Dios aquí con usted. Él lo ha dicho: que donde dos o tres en mi nombre estén, ahí está Él. Pero sobre todo, Él ha dejado al Consolador, y aunque usted esté solo en su cuarto, en su casa, en el trabajo, Dios está con usted, y queremos hoy afirmarlo como iglesia que somos, como cuerpo de Cristo. Usted no está solo. Usted tiene una familia que lo apoya moral y espiritualmente. Dios le ama, y como hermanos nosotros también le amamos. 

Vamos a orar: Padre, te damos gracias por este tiempo. Señor, tú conoces las necesidades que nuestros hermanos están pasando, ellos necesitan tu paz, dales tranquilidad, pero sobre todo Señor, dales esa confianza plena de que tú conoces su historia, tú sabes su necesidad y estás con un propósito hoy tocando la puerta. Ayúdalos, Padre Celestial, para que ellos puedan tener confianza en ti, para que renueven sus fuerzas como el águila; para que puedan tener confianza en ti, que puedan reenfocarse y seguir en el camino correcto. 

Bendice el resto del día, Dios eterno, ayúdanos, Padre Celestial para terminar este día alabando y glorificando tu nombre en tu casa, en Cristo Jesús Amén.

¡Dios les bendiga familia! 

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Encuentro con Jesús


Junio 8 2025 – 2:00PM | Juan 5:1-9 | Pastor Robert Aguilar

Etiquetas: juan, junio 2025, pastor roberto aguilar, transcripcion


Descargar Texto: Sermón en PDF

TRANSCRIPCIÓN

Buenas tardes, familia. ¿Por qué no nos ponemos de pie? Estírense, sonrían y vamos a leer la palabra de Dios. 

Juan 5: 1-9 (RV-1960): Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3 En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

Vamos a orar: Padre, te damos gracias por esta mañana. Gracias Dios eterno, por este fin de semana que nos has regalado. Gracias Padre, por el rico clima que podemos disfrutar como familia. Y también te damos gracias, Señor por permitirnos llegar este día a tu casa. Hemos alabado, hemos adorado, hemos compartido con nuestros hermanos lo grande que tú eres. En esta tarde, Señor, como familia nos unimos, Padre Celestial, para orar por nuestro pastor David. Señor, lo recordamos y confiamos, Padre, que tú sigas obrando en su vida y que lo sigas sanando muy pronto para que esté con nosotros. Así también, Señor, en esta tarde, suplicamos que este tiempo de meditación puedas tú, Señor, por medio del Espíritu Santo, abrir nuestro entendimiento y nuestro corazón, y poder hablar a nuestras vidas. En Cristo Jesús pedimos esto. Amén y amén.

Pueden sentarse, familia. Pueden sentarse.

¿Alguna vez usted ha tenido algún encuentro personal con alguien famoso, alguien de la tele o de la radio? Una vez yo tuve una experiencia de esas, en un aeropuerto, fue algo extraño pero interesante. Así también, en la Biblia nos cuentan que Jesús, al que nosotros llamamos maestro, tuvo bastantes encuentros con personas que, en ese momento tal vez no lo conocían, habían escuchado acerca de Él pero no lo habían visto. 

Recuerde que no había redes sociales, no estaba Facebook, ni Instagram para decir: Aquí estoy con Jesús. #Elmaestro, #elMesías, no había nada de eso. Entonces, muchos no sabían quién era Jesús, solo habían escuchado que había una persona que predicaba, y que aparte de eso también hacía milagros. Eso era lo que se sabía en cuanto a eso. Pero cada encuentro que Jesús tuvo con las personas provocó un cambio en ellas, la persona no fue la misma después de estar con Jesús, conversar con Él y convivir con Él. Nunca más volvieron a ser las mismas. podemos decir que experimentaron una vuelta de 180 grados. 

Al leer los versículos de este pasaje vemos tres enseñanzas que se relacionan con los encuentros de las personas con Jesús. Posiblemente usted ya ha escuchado esta historia (Juan 5: 1-9) pero es bueno recordar.

Juan 5: 1-4 (RV-1960): Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3 En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Los comentaristas, los estudiosos no nos dicen qué fiesta es, aunque Juan toca varias fiestas, pero esta en particular no se sabe. 

  1. Un encuentro inesperado. 

La persona enferma no estaba esperando la visita de Jesús, obviamente no. Imagínese, 38 años ahí esperando que algo sucediera. La ubicación de los lugares que Juan presenta aquí no crea usted que fue al azar, sino que fue cada cosa detallada que Jesús hacía para nosotros.

En primer lugar dice que llegó a Jerusalén. Todos sabemos lo importante que es Jerusalén y no solamente para el cristianismo, sino también para otras dos religiones: el judaísmo y los musulmanes. Durante siglos se han peleado por ese lugar, porque es la tierra santa. Películas se han hecho acerca de esto porque es un lugar estratégico, importante no solamente para la religión, sino para nosotros como creyentes también. También dice que el nombre del lugar era especial. En este estanque en particular, Betesda, su traducción es: el lugar de misericordia. ¡Qué interesante eso! No se le olvide: lugar de misericordia. Y la tercera cosa es que era un estanque que estaba lleno de personas enfermas, ¿no? Algo así como El Redentor se puede decir ¿verdad? ¿Qué es la iglesia? Un lugar de enfermos que quieren ser rehabilitados. Amén. 

Así que viendo esto, hermanos, fue un encuentro inesperado. El Señor preparó todo, ese mismo día, para llegar a ese lugar. Podemos ver entonces la bendición de estar en el lugar correcto a la hora correcta. 

Hoy día usted vino aquí a la esquina del movimiento (El Redentor) a recoger su bendición, usted vino este domingo a un lugar especial, con gente especial, para conocer a alguien especial, al amor de su vida. Y no estoy hablando de hombre o mujer, estoy hablando de Jesús el Rey de Reyes y Señor de Señores. Un encuentro inesperado.

     2. Un encuentro con propósito. 

Juan 5: 5-7 (RV 1960):   5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Había allí un hombre que hacía 38 años estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, supo que llevaba ya mucho tiempo así, y le dijo: ¿Quieres ser sano?

El Señor no hace nada al azar. ¿Y por qué digo: con propósito? Porque primero, el Señor ya sabía. Imagínese usted algo así que viene aquí a este lugar el Señor y nos visita. ¿Y cuántos habemos aquí? Bastante ¿verdad? Y de toda esta cantidad de personas el Señor se fija en usted, específicamente en usted; aunque posiblemente usted esté con su mente en otro lugar y todavía no se ha dado cuenta que Jesús está aquí hoy, y no solamente eso, sino que el Señor lo mira, el Señor sabe su historia, escucha su necesidad, sabe su problema y la dificultad que está pasando.

Una frase que decimos mucho es: ¿Cómo estamos, familia? Y todos repetimos bendecidos. Porque estamos vivos todavía, porque tenemos esperanza, porque la gloria del Señor está con nosotros y sabemos que el Señor va a obrar cuando a Él le plazca; pero en realidad estamos quebrantados, dolidos, posiblemente enfermos, a lo mejor con una carga emocional que quisiéramos compartir con los hermanos. Muchas veces creemos que no nos van a entender porque nuestros problemas son diferentes, que posiblemente usted está cargando con una angustia, con una dificultad muy difícil. Pero hoy decidió levantarse, cambiarse y venir a la iglesia para alabar al Señor porque Él escucha. Pero el Señor conoce tu historia. 

Este hombre estuvo 38 años enfermo. Los eruditos, los estudiosos no saben cuántos años tenía él cuando se enfermó, no lo dice la palabra del Señor; tampoco sabemos si él había nacido enfermo. Pero algo está claro: Él tenía 38 años en el mismo lugar, esperando un milagro. Pero ¡tanto tiempo! Muchas veces uno pierde la fe y acepta lo que está pasando o cree que eso es normal, no sé si les ha pasado eso. 

Hicieron un experimento con un elefante y con una pulga. Desde pequeño al elefante lo amarran por una de sus patas a una estaca (madera o hierro que se clava en la tierra), y cada vez que el elefante quiere moverse tiene la distancia limitada según el tamaño de la cuerda. Y año tras año él sabe eso. Ya después de un tiempo los dueños no lo clavan al lugar sino que lo dejan suelto. Solo le dejan el lazo en su pata. Para el conocimiento y el entendimiento del elefante, él ya no puede caminar, y no se escapa del lugar. Hay otro experimento que hicieron igual con la con las pulgas. La pulga puede saltar muy alto, ¿cierto?, pero cuando la ponen dentro de un frasco con tapa, le ponen límite; y cada vez que salta la pulga llega a un tope (límite). Tiempo después, sacan a la pulga y la ponen junto a una pulga que nunca ha estado encerrada; resulta que la pulga que estaba en el frasco solo salta la misma altura que si estuviese dentro del frasco, ya no salta más porque se ha acostumbrado. Muchas veces como creyentes, cuando estamos pasando una dificultad, una necesidad y el Señor toma tiempo, creemos que esa es nuestra vida, que así vamos a seguir. Entonces nuestra fe llega a un punto de costumbre, como esta persona que pasó 38 años a la orilla del estanque que se había acostumbrado a eso.

Este día, Jesús llega al estanque, mira a esta persona, conoce su historia y hace la pregunta: ¿Quieres ser sano? El encuentro con Jesús tenía un propósito que el Señor tenía preparado. ¿Cuál fue la respuesta de este hombre? 

Juan 5: 6-7 (RV 1960): 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?  7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 

Perdón, ¿qué le estaba preguntando al Señor? Le estaba preguntando el Señor: “¿Por qué estás enfermo?” Le estaba preguntando el Señor: “¿Por qué tanto tiempo has estado ahí?” Le estaba preguntando al Señor: “¿Cuál es la excusa por la cual tú no has sido sanado?” No, nada de eso.

       3. Un encuentro con bendición. 

Al Señor no le importa la condición en la que te encuentre en estos momentos.

El Señor fue al estanque, fue a ese lugar a encontrarse con este hombre y le hace la pregunta más simple que un niño de 3 años puede contestar: “¿Quieres el dulce?” El niño no dice sí, el niño simplemente lo agarra. ¿Se ha dado cuenta usted? Pero muchas veces como adultos, queremos complicamos o exageramos más el caso. 

Familia esto que les voy a decir no está en la Biblia. ¿Se recuerda en Hechos donde Pedro y Juan sanan a un paralítico? Ellos dijeron: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre del Señor, levántate y anda.” Pero ¿qué quería el paralítico? Quería limosna, porque se había acostumbrado a vivir así, porque sabía que esa era la forma, la única forma en su mente que podía sobresalir: levantando la mano y pidiendo, mientras que ellos le estaban dando algo mejor que esto. Le estaban dando la sanidad, le estaban dando la oportunidad de que él, con sus fuerzas, pudiera caminar y moverse para hacer lo que quisiera.

En este caso, durante 38 años esta persona estaba tirada en el estanque y no había podido llegar a recibir ese milagro que él quería. Posiblemente se había acostumbrado, creyendo que Dios no lo escuchaba y que no puede hacer la obra que estamos pidiendo.

La pregunta fue sencilla: “¿Quieres ser sano?”

El Señor no le dijo: Lo primero es que traigas ofrendas para el templo. El Señor acepta la condición en la que estás. Muchas veces cuando usted invita a alguien a la iglesia, le dicen esto: *No, no, hasta que yo deje de pecar, hasta que yo deje esta cosa, hasta que yo deje la otra cosa, hasta que el Señor me ayude, entonces voy a llegar a la iglesia. -Ven, te invito a servir: *No, hermano, todavía no, en este momento no. Déjeme que esté 2 años más en iglesia. -Hermano, te invito en este ministerio. Necesitamos tus habilidades. *Brother, todavía no, ponga a otro porque yo sé que hay cosas que el Señor tiene que trabajar en mí. Y sonamos muy espirituales o santos, ¿no? Podría decir: ¡Qué bueno es este hermano, él quiere dar el ejemplo! Pero en este momento el Señor te está diciendo algo tan sencillo: ¿Quieres ser sano? Y el Señor te dice que no le importa la condición en la que tú estés en estos momentos, lo importante es que tú puedas actuar y tú puedas aceptar el regalo que el Señor te está dando.

¿Qué es lo que nos impide? 

Juan 5: 8-9 (RV 1960): 8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

Y esta persona fue sana, así de simple. Y lo interesante de esta historia, familia, es de que el escritor que es Juan dice: “Y era sábado”, día de reposo en aquel tiempo, para nosotros sería domingo. 

La historia nos cuenta que los religiosos de aquel tiempo se pusieron enojados por el milagro en el día de reposo. No era alguien que tenía uno o dos meses sin trabajo, estamos hablando de 38 años con problemas. Estoy seguro de que a él todos lo conocían, sabían de quien se trataba. Y cuando lo vieron solo les llamó la atención que estaba cargando su lecho en día de reposo. Muchas veces, cuando Dios hace la obra, hay personas a nuestro alrededor que son religiosas, que han traído al cristianismo su vida pasada. Y aún juzgan a otros, los tratan mal. Pero ¿cómo se llama el estanque? Betesda. Y ¿Qué significa? Casa de misericordia. Ninguno se asombró al verlo caminando, nadie dijo: ¡Wow, ha sido sanado! ¡El Señor ha tenido misericordia de ti! ¿Quién lo hizo para dar gloria y honra al Señor? 

Muchas veces nos enfocamos en los pecados diferentes de las personas, para luego sacárselos y ser piedra de tropiezo. Es triste, porque en ocasiones es la misma iglesia quien ha sido piedra de tropiezo para otras personas que están allá afuera. Y no estoy defendiendo a las otras personas allá afuera. Pero la iglesia debería ser un Betesda, un lugar de misericordia, un lugar donde usted venga, entre y tenga un encuentro personal con el Señor y usted le permita al Señor transformar su vida. Como iglesia, dele la bienvenida y ayude en el crecimiento espiritual de la persona. Eso es nuestro trabajo. 

Entendemos que dentro de las ovejas hay lobos rapaces que vienen para destruir y hacer que la iglesia mengüe y que no crezca. Pero también allá afuera la gente no está enfocada en la persona que estuvo en la cruz, sino está enfocada en la persona muchas veces que sirve o que están aquí. Cuando la mirada tiene que ser a Jesús, no a las personas que estamos aquí. 

El pastor lo ha dicho: “Todos somos pecadores. Todos pecamos. Todos los que estamos aquí hemos pecado.”

Familia, Jesús nos acepta y quiere tener un encuentro personal con cada uno de los que estamos aquí. Pero un encuentro real, un encuentro que pueda cambiarlo y hacer de usted otra persona; esa persona que tendrá luchas individuales, pero que pueda decir: -Perdón hermano, todavía el Señor está trabajando en mí. 

Siempre habrá quien critique la iglesia, ¿no?, por un montón de cosas; pero de algo estoy seguro: que la iglesia es un lugar de enfermos rehabilitados, que entienden, saben y reconocen que solo Dios puede cambiar su alma. Amén. Y por eso están en este lugar, familia. 

Si usted ha venido hoy para alabar el nombre del Señor, para glorificar su santo nombre por todo lo que el Señor ha hecho esta semana; para darle gracias a Dios por la misericordia que ha tenido con usted, está en el lugar correcto. Pero si usted todavía no ha reconocido eso, deje que Dios transforme su vida. Comience a dejar que el Señor haga cambios en su corazón, así verá las cosas diferentes en la iglesia, porque comenzará a ver la persona que estuvo en la cruz y que por su sangre, por sus llagas fuimos salvados y sanados. Y va a entender que Él está en el trono, Él reina, Él escucha, Él actúa y Él sabe su necesidad en estos momentos.

Hoy precisamente hemos visto tres enseñanzas sencillas en este pasaje: 

  1. Un encuentro inesperado.
  2. Un encuentro con propósito. El Señor sabía ese lugar y entendía la situación   en la que usted pasaba.
  3. Un encuentro con bendición. No se vaya de aquí sin la bendición de su Padre celestial.

Doy gracias a Dios porque por su misericordia y su gracia, no por lo que yo soy ni lo que puedo hacer, no voy a ir al infierno. Por Él, solamente por Él; porque si fuera por mí ya estuviera quemándome, pero ha sido Él y su misericordia.

Familia, si usted ha venido hoy y no ha tenido un encuentro personal con Dios, si todavía está jugando al cristianismo, si todavía está jugando a ser hermano y hermana (porque sabe el lenguaje), porque le gustan las alabanzas, lo invito a que tenga un encuentro personal con el Señor, que venga a los pies de Él y que acepte la invitación que Él le hizo a este personaje que vimos hoy: ¿Quieres ser sano? 

No le ponga excusas, ya ha sido suficiente con las excusas. El Señor te está invitando a que sientas y recibas la bendición que Él te quiere dar, pero tú tienes que dar ese paso también. Él te va a respetar, Él está aquí, Él está buscándote, pero al mismo tiempo te está dando la oportunidad que tú lo encuentres y que tú aceptes, porque Él no quiere nada la fuerza. Dios puede hacer la obra.

En este día el Señor te pregunta de nuevo: ¿Quieres ser sano?

Inclina su rostro, cierre sus ojos, mientras medita en la Palabra de Dios y le pregunta al Señor si en realidad usted ha tenido un encuentro personal con Él. La iglesia está llena de hermanos que están sirviendo, hay hermanos lindos que pueden platicar con usted. Pero esta tarde quiero hacer una oración por usted. Si usted todavía no ha tenido un encuentro personal con el Señor, haga la oración conmigo hoy: Padre, reconozco que te necesito. Señor he fallado al pensar que yo puedo hacerlo solo por mí mismo. Padre, necesito tu amor, necesito tu comprensión. Creo que moriste en la cruz por mis pecados, y también creo que resucitaste al tercer día, y que ahora, Señor, tú estás en el trono. Padre, por ese sacrificio yo te quiero aceptar y reconocerte como mi Señor y Salvador.” Si usted hizo esta oración, yo le invito a que hable con algún hermano que está aquí, ellos quieren ayudarlo, orar con usted, y también así como iglesia queremos ayudarle a que usted crezca en los caminos del Señor.

Quisiera orar por nuestra iglesia. Si hay todavía alguna enfermedad, alguna situación que está pasando la iglesia en general, alguna dificultad y usted ha perdido la fe o cree que eso es lo normal, yo quiero orar por usted porque hoy está Dios aquí con usted. Él lo ha dicho: que donde dos o tres en mi nombre estén, ahí está Él. Pero sobre todo, Él ha dejado al Consolador, y aunque usted esté solo en su cuarto, en su casa, en el trabajo, Dios está con usted, y queremos hoy afirmarlo como iglesia que somos, como cuerpo de Cristo. Usted no está solo. Usted tiene una familia que lo apoya moral y espiritualmente. Dios le ama, y como hermanos nosotros también le amamos. 

Vamos a orar: Padre, te damos gracias por este tiempo. Señor, tú conoces las necesidades que nuestros hermanos están pasando, ellos necesitan tu paz, dales tranquilidad, pero sobre todo Señor, dales esa confianza plena de que tú conoces su historia, tú sabes su necesidad y estás con un propósito hoy tocando la puerta. Ayúdalos, Padre Celestial, para que ellos puedan tener confianza en ti, para que renueven sus fuerzas como el águila; para que puedan tener confianza en ti, que puedan reenfocarse y seguir en el camino correcto. 

Bendice el resto del día, Dios eterno, ayúdanos, Padre Celestial para terminar este día alabando y glorificando tu nombre en tu casa, en Cristo Jesús Amén.

¡Dios les bendiga familia! 

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