La adoracion en Espiritu y Verdad
Junio 9 , 20124 – 2:00PM | Juan 4:23-24 | Hno. Edgar Rodriguez
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TRANSCRIPCIÓN
Buenas tardes amada iglesia. ¿Cómo están? Que la gracia y la paz de Dios sea con cada uno de ustedes. La palabra de Dios dice en el Salmos 73:25 (RV-60): A quién tengo yo en los cielos sino a ti y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Salude a la persona a su lado y dígale: Dios es bueno. Dios es bueno todo el tiempo, iglesia.
En esta tarde se me ha dado la bendición y el privilegio de traer el mensaje, confiamos en que Dios nos va a hablar, una vez más, por medio de su bendita palabra; ¿cuántos dicen Amén? Busquemos en las Biblias en evangelio de Juan. He titulado el mensaje de esta tarde: Adorando al Padre en espíritu y en verdad.
Juan 4: 23 (RV-60): 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Iglesia, oremos: Amado Dios y buen Padre celestial, te damos gracias porque nos reúnes una vez más en tu presencia. Gracias Padre por tu bendita palabra, por el mensaje que tú tienes preparado para nosotros en este día. Padre, pedimos que sea tu Santo Espíritu ministrando nuestros corazones, nuestras mentes, nuestra conciencia. Permíteme ser un canal de bendición para mis hermanos, que todo lo que hagamos en este servicio sea para tu gloria Padre. Ponemos ese tiempo en tus manos, desde principio a fin, y todo esto te lo pedimos en el precioso nombre de Jesús, y la iglesia dice: Amén.
En el versículo que acabamos de leer Jesús describe la verdadera adoración. Para muchas personas la adoración viene por medio de las alabanzas. En esta tarde les vengo a hablar de otra clase de adoración, Jesús la llama: La adoración en espíritu y en verdad. En muchas ocasiones el cristiano lee la palabra de Dios de una manera superficial, sin detenerse a meditar en el significado de las palabras que acaba de leer. ¿A cuántos de ustedes les ha pasado que leen una porción de la sagrada escritura y cuando terminan no la entendieron?
La pregunta de esta tarde es: ¿Qué significa adorar al Padre en espíritu y en verdad?
Aquí tenemos dos términos muy importantes. el primero es: en espíritu. Adorar al Padre en espíritu significa que, no solo leemos la palabra de Dios todos los días, sino que nos preocupamos por las realidades espirituales. Vivimos en un mundo físico, pero el Hijo de Dios se mueve en un mundo espiritual. Adorar al Padre en espíritu significa, cultivar una mente de reino, vivir en santidad, consagrarnos a Él, buscarlo de todo corazón, preocuparnos por hacer la voluntad de Dios para ganar almas para su reino. El segundo término es: en verdad. Adorar al Padre en verdad significa que lo adoramos de acuerdo a su bendita palabra. Significa que nos acercamos a Él en verdad, no con pretensiones o con una simple demostración de religiosidad, sino obedeciendo su palabra.
El capítulo 4 de Juan comienza con el episodio donde Jesús había estado ministrando, haciendo milagros; y sus discípulos habían estado bautizando. Jesús se encuentra camino a Galilea junto con sus discípulos, y de repente la palabra de Dios (versículo 4) dice: Y le era necesario pasar por Samaria. La pregunta es: ¿Por qué le era necesario pasar por Samaria?
Para entender mejor, Samaria era una ciudad que se encontraba situada en medio de Israel, con Judá al sur y Galilea al norte. Existían tres caminos para transitar desde Jerusalén hasta Galilea, el primero y el más directo era a través de los montes de Samaria. La segunda ruta era siguiendo el curso del río Jordán, es decir, los judíos piadosos cruzaban el río Jordán, seguían hacia el norte, pasaban por Perea, llegaban a Decápolis, y cuando estaban a la altura de Galilea tenían que cruzar nuevamente el río. La tercera era ir junto a la costa del mar Mediterráneo. Aunque la ruta más corta era a través de Samaria, los judíos piadosos evitaban esta ruta por la desconfianza y enemistad que existía entre judíos y samaritanos. El pueblo Samaritano era un pueblo mixto, era un pueblo marginado, despreciado por los judíos de la época de Jesús. Los judíos creían que la salvación era exclusivamente para ellos, entonces los judíos no pasaban por Samaria porque no querían contaminarse. Los judíos religiosos preferían irse por el camino largo, ir a dar la gran vuelta, para evitar pasar y tener contacto con los samaritanos.
La pregunta de hoy día es: ¿Será que hoy día tenemos cristianos con una actitud religiosa? ¿Tendremos cristianos que al ver a un drogadicto prefieren cruzarse a la otra calle para no pasar cerca de él o que miran con desprecio a un homosexual, a un borracho? ¿Será que hoy día tenemos cristianos con una actitud farisea? Pero aquí podemos ver a Jesús evangelista, ejemplar, lleno de compasión por las almas necesitadas, ¡Aleluya!
Es interesante como dice la escritura que es Jesús quien tiene la necesidad. Recuerden que en aquellos días la gente, mayormente, transitaba a pie; no tenían las comodidades que hay hoy. Aquí podemos ver la obediencia de Jesús y su necesidad de hacer la voluntad de su Padre.
Juan 4:5-6(RV-60): 5Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Acá podemos ver que Jesús, también se cansaba, así como nosotros nos cansamos, pero el cansancio no impedía que Él hiciera la voluntad de su Padre. La hora sexta era como el mediodía, y Jesús venía a saciar la sed de una mujer.
¿Cuántos creen que Jesús es omnisciente? ¿Cuántos creen que Jesús lo conoce todo? ¿Cuántos creen que Él escucha el clamor, que ve la dificultad, que siempre llega a tiempo? ¿Cuántos pueden testificar acerca del día en que Jesús llegó a su vida? ¡Alabado sea el bendito nombre del Señor!
Juan 4:7(RV-60): Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
La mujer estaba sorprendida, y mucho más, porque Jesús le estaba pidiendo un favor. Recuerden que los samaritanos y los judíos no se hablaban, no se llevaban entre sí. Ella venía a sacar agua, tenía una necesidad que llenar, lo que la mujer no se esperaba es que aquel día se encontraría con Jesús de Nazaret. El Nazareno venía a intervenir en la vida de ella, no hay ninguna casualidad, el plan de Dios es perfecto, ¿cuántos dicen Amén? ¡Siga clamando hermana, siga clamando, porque Jesús está a la puerta, Jesús escucha, Jesús tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros! ¿Cuántos creen eso?
La pregunta es: ¿Qué es lo que Jesús le está pidiendo a usted en este día? ¿Qué es lo que le ha estado pidiendo por años? Solo usted conoce la respuesta mi hermano, pero, permítame decirle que lo que usted necesita entregar, no se compara con las bendiciones que Jesús quiere derramar sobre su vida, sobre su familia, sus hijos, su esposa; no se compara mis hermanos. Dígale a la persona que está a su lado: “Es hora de entregarle todo a Jesús”:
Juan 4:8-9 (RV-60): 8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que yo soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Mis queridos hermanos, aquí podemos observar los prejuicios que existen entre las personas. En muchas ocasiones estos prejuicios vienen desde generaciones anteriores, ya sea por diferencias de cultura, de religión.
Tristemente, en muchas ocasiones, los cristianos por la religiosidad han marginado al no creyente. Tenemos que tener mucho cuidado lo que enseñamos a nuestros hijos, porque eso es lo que ellos van a hablar; de la forma en que nosotros tratamos a otras personas eso es lo que van a hacer.
Allá afuera (de la iglesia) hay mucha necesidad, allá afuera hay mucha gente buscando alguien que los escuche; y ese es el trabajo de nosotros. Solamente, nosotros, podemos presentarles a Cristo, y Él es el único que puede quebrantar esas cadenas. Necesitamos hablarle de Cristo a esas personas que aún no lo conocen. La iglesia de Cristo, la que fue comprada con sangre preciosa, somos nosotros. Jesús nos dio el ejemplo; Jesús no vino a condenar, sino, Él vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Jesús no discriminaba, no tenía prejuicio. La compasión de Jesús lo movía a sanar los enfermos, a resolver las necesidades de la gente; y en este caso, a tener un encuentro personal con esta mujer samaritana.
Juan 4: 10-11 (RV-60): 10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? En ese momento, la mujer no había entendido que Jesús no estaba hablando del agua del pozo, sino del Espíritu Santo de la vida eterna.
Juan 4: 12-16 (RV-60): 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. 16Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Jesús necesitaba poner su dedo en la llaga de la samaritana, Jesús necesitaba poner su dedo en el pecado de la mujer; para poder restaurarla, para poder sanarla. Asimismo, Jesús necesita poner su dedo en las áreas que todavía no hemos sanado. No va a haber sanación antes que Jesús intervenga, y ponga su mano sanadora.
Juan 4: 17-18 (RV-60): 17Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Pero, quiero resaltar hermanos, Jesús nunca la condenó, Jesús no le dijo: eres una pecadora, Jesús no le dijo: eres una fornicaria; sino que Jesús le hizo reconocer su pecado, le hizo reconocer su condición. Ya la samaritana había confesado que no tenía marido; y estaba lista para ser ministrada por el Señor.
Les quiero compartir algo: el Señor no va a forzar a nadie a que confiese su pecado, pero tampoco va a ministrar aquellos que lo esconden. En otras palabras: el Señor no nos va a forzar a nosotros a que confesemos nuestro pecado, pero no nos va sanar si no lo confesamos. Es importante confesar el pecado para que Jesús, El Nazareno, venga y sane nuestros corazones, amén. La decisión es nuestra. Venimos a Él con un corazón limpio, sin secretos, Jesús lo conoce todo. Él conoce nuestro pecado y desea que nosotros traigamos todo y lo pongamos a sus pies.
Juan 4: 19-24 (RV-60): 19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraré al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Jesús le estaba diciendo, a la samaritana, que la adoración no se trata de un lugar geográfico o de una religión, sino es un asunto del corazón.
Juan 4:31-34 (RV-60): Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33Entonces discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34Jesús le dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Jesús cumplió la obra que el Padre le había dado, hasta el punto de dar su vida en la cruz del Calvario por nosotros. Hermanos, piensen por un momento: si Jesús no hubiera obedecido la voluntad del Padre, si Jesús no hubiera ido a la cruz a morir por nuestros pecados, ¿dónde usted y yo, estuviéramos en este momento? En el infierno hermanos, en el infierno. Fue la preciosa sangre del cordero de Dios, aquella sangre preciosa, que fue derramada en la cruz del Calvario, quien pagó por nosotros. ¡Aleluya gloria a Dios! Debemos estar agradecidos con la obediencia de Jesús.
¿Cuántos de nosotros estamos adorando al Padre en espíritu y en verdad? ¿Cuántos estamos haciendo su voluntad? ¿Cuántos estamos obedeciendo los mandamientos de Jesús?
Juan 20: 21 (RV-60): 21Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Jesús envió a sus discípulos, y nos ha mandado a nosotros también.
Marcos 16: 15 (RV-60): Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. aquí Jesús les dijo: ¿cuándo ustedes sientan ganas o cuándo ustedes quieran? No, hermanos, Jesús dijo: id; es un mandamiento, es un mandato, más claro esto no puede estar.
¿Cuándo fue la última vez que usted compartió su fe con un alma necesitada? ¿Cuándo fue la última vez que usted le predicó el evangelio a alguien en la calle? ¿Cuándo fue la última vez que usted compartió a Jesús con un familiar que aún no conoce a Cristo? Mis hermanos, no es cuestión de conocimiento, sino es cuestión del corazón.
Iglesia, aprendamos a adorar al Padre en Espíritu y en verdad no solo aquí en la iglesia, no solo los domingos; sino allá fuera, allá afuera con la prostituta, con el drogadicto, con la persona que está necesitada, atada, encadenada en toda clase de pecado. Allá afuera, allá, es donde nosotros adoramos al Padre en espíritu en y verdad.
Tenemos que abrir nuestra boca, tenemos que proclamar el precioso nombre de Jesús porque hay personas que necesitan conocerlo, que necesitan ser libertados, alguien necesita ser tocado por el Rey de reyes y Señor de señores. Necesitamos como iglesia hablar de Jesús mis hermanos, hay mucha necesidad.
Les dejo tres puntos:
- Vivimos en un mundo físico, pero nos movemos en un mundo espiritual. Es necesario conocer y reconocer, las necesidades espirituales, para poder caminar en ellas. No lo vamos a hacer mirando Netflix hermanos. Busque a Dios, lea su Biblia, proclame, testifique lo que Dios ha hecho en su vida. ¡Por el amor de Dios, hable de Jesús, comparta el amor de Jesús con toda la gente!
- La verdadera adoración es cuando conocemos, obedecemos, y hacemos la voluntad de Dios. Conocimiento, obediencia y acción; salga, predique, comparta la palabra.
- La verdadera adoración no es un sentimiento. La verdadera adoración está basada en su palabra, en principios bíblicos, en un corazón lleno de compasión por las almas perdidas. Así como Jesús murió por nosotros, murió por ese drogadicto, murió por el homosexual, por el borracho. Mis hermanos, se nos ha dado el conocimiento, la revelación, hemos sido rescatados de la oscuridad y se nos ha dado vida eterna; no para quedarnos con ella, sino, para compartirla con otros y que puedan venir a este precioso Salvador, a Jesús.
Oremos iglesia, inclinen sus rostros: Bendito Padre, gracias te damos por el mensaje que nos has regalado este día. Gracias Padre por haberte fijado en nosotros, que siendo viles pecadores no te importó en la condición que estábamos; sino que, enviaste a Jesús a la cruz para que tomase el lugar que nos correspondía. Padre, ayúdanos a reflejar a tu amado Hijo Jesús, para que seamos conocidos como personas de gracia y compasión. Señor, toca nuestros corazones con una compasión sin fronteras, que podamos seguir el ejemplo de Jesús. Padre, pon palabras de gracia en nuestros labios, que las palabras que compartamos sean de bendición, de restauración y de esperanza, que lleven alivio al alma necesitada. Queremos que las personas que aún no te conocen, Señor, sientan tu presencia cuando estén cerca de nosotros, que se sientan alentados por la forma en que los tratamos. Renueva nuestro compromiso como cristianos, como hijos tuyos, que nuestro deseo siempre sea: hacer tu voluntad. Pon en nuestro corazón la necesidad de salir a las calles y compartir el evangelio con toda criatura, con los que aún están atados, amarrados, encadenados en toda clase de adicción, con aquellos que se encuentran con una gran necesidad de tener ese encuentro contigo Señor.
De igual manera, si hay alguien aquí que aún no ha recibido a Jesús como su único y suficiente salvador, hoy es su día. La palabra de Dios dice: “Hoy es el día de salvación”. Hoy es un día especial para tomar la decisión más importante de su vida. Levante su mano o póngase de pie, y deje que la gracia de Dios le alcance este día. Jesús le quiere dar de beber del agua que salta para vida eterna. Si desea recibir al Señor hoy, puede repetir esta oración de fe conmigo: Padre, gracias te doy por enviar a tu Hijo a la cruz. Señor Jesús, yo te recibo hoy como mi Señor y suficiente Salvador personal. Creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día. Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor, salva mi alma hoy. Escribe mi nombre en el libro de la vida, y ayúdame a caminar esta nueva vida.
Gracias Padre, en el nombre de Jesús oramos, amén y amén.
Iglesia, están despedidos. ¡Que la paz de Dios se con ustedes!
La adoracion en Espiritu y Verdad
Junio 9 , 20124 – 2:00PM | Juan 4:23-24 | Hno. Edgar Rodriguez
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TRANSCRIPCIÓN
Buenas tardes amada iglesia. ¿Cómo están? Que la gracia y la paz de Dios sea con cada uno de ustedes. La palabra de Dios dice en el Salmos 73:25 (RV-60): A quién tengo yo en los cielos sino a ti y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Salude a la persona a su lado y dígale: Dios es bueno. Dios es bueno todo el tiempo, iglesia.
En esta tarde se me ha dado la bendición y el privilegio de traer el mensaje, confiamos en que Dios nos va a hablar, una vez más, por medio de su bendita palabra; ¿cuántos dicen Amén? Busquemos en las Biblias en evangelio de Juan. He titulado el mensaje de esta tarde: Adorando al Padre en espíritu y en verdad.
Juan 4: 23 (RV-60): 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Iglesia, oremos: Amado Dios y buen Padre celestial, te damos gracias porque nos reúnes una vez más en tu presencia. Gracias Padre por tu bendita palabra, por el mensaje que tú tienes preparado para nosotros en este día. Padre, pedimos que sea tu Santo Espíritu ministrando nuestros corazones, nuestras mentes, nuestra conciencia. Permíteme ser un canal de bendición para mis hermanos, que todo lo que hagamos en este servicio sea para tu gloria Padre. Ponemos ese tiempo en tus manos, desde principio a fin, y todo esto te lo pedimos en el precioso nombre de Jesús, y la iglesia dice: Amén.
En el versículo que acabamos de leer Jesús describe la verdadera adoración. Para muchas personas la adoración viene por medio de las alabanzas. En esta tarde les vengo a hablar de otra clase de adoración, Jesús la llama: La adoración en espíritu y en verdad. En muchas ocasiones el cristiano lee la palabra de Dios de una manera superficial, sin detenerse a meditar en el significado de las palabras que acaba de leer. ¿A cuántos de ustedes les ha pasado que leen una porción de la sagrada escritura y cuando terminan no la entendieron?
La pregunta de esta tarde es: ¿Qué significa adorar al Padre en espíritu y en verdad?
Aquí tenemos dos términos muy importantes. el primero es: en espíritu. Adorar al Padre en espíritu significa que, no solo leemos la palabra de Dios todos los días, sino que nos preocupamos por las realidades espirituales. Vivimos en un mundo físico, pero el Hijo de Dios se mueve en un mundo espiritual. Adorar al Padre en espíritu significa, cultivar una mente de reino, vivir en santidad, consagrarnos a Él, buscarlo de todo corazón, preocuparnos por hacer la voluntad de Dios para ganar almas para su reino. El segundo término es: en verdad. Adorar al Padre en verdad significa que lo adoramos de acuerdo a su bendita palabra. Significa que nos acercamos a Él en verdad, no con pretensiones o con una simple demostración de religiosidad, sino obedeciendo su palabra.
El capítulo 4 de Juan comienza con el episodio donde Jesús había estado ministrando, haciendo milagros; y sus discípulos habían estado bautizando. Jesús se encuentra camino a Galilea junto con sus discípulos, y de repente la palabra de Dios (versículo 4) dice: Y le era necesario pasar por Samaria. La pregunta es: ¿Por qué le era necesario pasar por Samaria?
Para entender mejor, Samaria era una ciudad que se encontraba situada en medio de Israel, con Judá al sur y Galilea al norte. Existían tres caminos para transitar desde Jerusalén hasta Galilea, el primero y el más directo era a través de los montes de Samaria. La segunda ruta era siguiendo el curso del río Jordán, es decir, los judíos piadosos cruzaban el río Jordán, seguían hacia el norte, pasaban por Perea, llegaban a Decápolis, y cuando estaban a la altura de Galilea tenían que cruzar nuevamente el río. La tercera era ir junto a la costa del mar Mediterráneo. Aunque la ruta más corta era a través de Samaria, los judíos piadosos evitaban esta ruta por la desconfianza y enemistad que existía entre judíos y samaritanos. El pueblo Samaritano era un pueblo mixto, era un pueblo marginado, despreciado por los judíos de la época de Jesús. Los judíos creían que la salvación era exclusivamente para ellos, entonces los judíos no pasaban por Samaria porque no querían contaminarse. Los judíos religiosos preferían irse por el camino largo, ir a dar la gran vuelta, para evitar pasar y tener contacto con los samaritanos.
La pregunta de hoy día es: ¿Será que hoy día tenemos cristianos con una actitud religiosa? ¿Tendremos cristianos que al ver a un drogadicto prefieren cruzarse a la otra calle para no pasar cerca de él o que miran con desprecio a un homosexual, a un borracho? ¿Será que hoy día tenemos cristianos con una actitud farisea? Pero aquí podemos ver a Jesús evangelista, ejemplar, lleno de compasión por las almas necesitadas, ¡Aleluya!
Es interesante como dice la escritura que es Jesús quien tiene la necesidad. Recuerden que en aquellos días la gente, mayormente, transitaba a pie; no tenían las comodidades que hay hoy. Aquí podemos ver la obediencia de Jesús y su necesidad de hacer la voluntad de su Padre.
Juan 4:5-6(RV-60): 5Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Acá podemos ver que Jesús, también se cansaba, así como nosotros nos cansamos, pero el cansancio no impedía que Él hiciera la voluntad de su Padre. La hora sexta era como el mediodía, y Jesús venía a saciar la sed de una mujer.
¿Cuántos creen que Jesús es omnisciente? ¿Cuántos creen que Jesús lo conoce todo? ¿Cuántos creen que Él escucha el clamor, que ve la dificultad, que siempre llega a tiempo? ¿Cuántos pueden testificar acerca del día en que Jesús llegó a su vida? ¡Alabado sea el bendito nombre del Señor!
Juan 4:7(RV-60): Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
La mujer estaba sorprendida, y mucho más, porque Jesús le estaba pidiendo un favor. Recuerden que los samaritanos y los judíos no se hablaban, no se llevaban entre sí. Ella venía a sacar agua, tenía una necesidad que llenar, lo que la mujer no se esperaba es que aquel día se encontraría con Jesús de Nazaret. El Nazareno venía a intervenir en la vida de ella, no hay ninguna casualidad, el plan de Dios es perfecto, ¿cuántos dicen Amén? ¡Siga clamando hermana, siga clamando, porque Jesús está a la puerta, Jesús escucha, Jesús tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros! ¿Cuántos creen eso?
La pregunta es: ¿Qué es lo que Jesús le está pidiendo a usted en este día? ¿Qué es lo que le ha estado pidiendo por años? Solo usted conoce la respuesta mi hermano, pero, permítame decirle que lo que usted necesita entregar, no se compara con las bendiciones que Jesús quiere derramar sobre su vida, sobre su familia, sus hijos, su esposa; no se compara mis hermanos. Dígale a la persona que está a su lado: “Es hora de entregarle todo a Jesús”:
Juan 4:8-9 (RV-60): 8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que yo soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Mis queridos hermanos, aquí podemos observar los prejuicios que existen entre las personas. En muchas ocasiones estos prejuicios vienen desde generaciones anteriores, ya sea por diferencias de cultura, de religión.
Tristemente, en muchas ocasiones, los cristianos por la religiosidad han marginado al no creyente. Tenemos que tener mucho cuidado lo que enseñamos a nuestros hijos, porque eso es lo que ellos van a hablar; de la forma en que nosotros tratamos a otras personas eso es lo que van a hacer.
Allá afuera (de la iglesia) hay mucha necesidad, allá afuera hay mucha gente buscando alguien que los escuche; y ese es el trabajo de nosotros. Solamente, nosotros, podemos presentarles a Cristo, y Él es el único que puede quebrantar esas cadenas. Necesitamos hablarle de Cristo a esas personas que aún no lo conocen. La iglesia de Cristo, la que fue comprada con sangre preciosa, somos nosotros. Jesús nos dio el ejemplo; Jesús no vino a condenar, sino, Él vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Jesús no discriminaba, no tenía prejuicio. La compasión de Jesús lo movía a sanar los enfermos, a resolver las necesidades de la gente; y en este caso, a tener un encuentro personal con esta mujer samaritana.
Juan 4: 10-11 (RV-60): 10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? En ese momento, la mujer no había entendido que Jesús no estaba hablando del agua del pozo, sino del Espíritu Santo de la vida eterna.
Juan 4: 12-16 (RV-60): 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. 16Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Jesús necesitaba poner su dedo en la llaga de la samaritana, Jesús necesitaba poner su dedo en el pecado de la mujer; para poder restaurarla, para poder sanarla. Asimismo, Jesús necesita poner su dedo en las áreas que todavía no hemos sanado. No va a haber sanación antes que Jesús intervenga, y ponga su mano sanadora.
Juan 4: 17-18 (RV-60): 17Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Pero, quiero resaltar hermanos, Jesús nunca la condenó, Jesús no le dijo: eres una pecadora, Jesús no le dijo: eres una fornicaria; sino que Jesús le hizo reconocer su pecado, le hizo reconocer su condición. Ya la samaritana había confesado que no tenía marido; y estaba lista para ser ministrada por el Señor.
Les quiero compartir algo: el Señor no va a forzar a nadie a que confiese su pecado, pero tampoco va a ministrar aquellos que lo esconden. En otras palabras: el Señor no nos va a forzar a nosotros a que confesemos nuestro pecado, pero no nos va sanar si no lo confesamos. Es importante confesar el pecado para que Jesús, El Nazareno, venga y sane nuestros corazones, amén. La decisión es nuestra. Venimos a Él con un corazón limpio, sin secretos, Jesús lo conoce todo. Él conoce nuestro pecado y desea que nosotros traigamos todo y lo pongamos a sus pies.
Juan 4: 19-24 (RV-60): 19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraré al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Jesús le estaba diciendo, a la samaritana, que la adoración no se trata de un lugar geográfico o de una religión, sino es un asunto del corazón.
Juan 4:31-34 (RV-60): Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33Entonces discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34Jesús le dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Jesús cumplió la obra que el Padre le había dado, hasta el punto de dar su vida en la cruz del Calvario por nosotros. Hermanos, piensen por un momento: si Jesús no hubiera obedecido la voluntad del Padre, si Jesús no hubiera ido a la cruz a morir por nuestros pecados, ¿dónde usted y yo, estuviéramos en este momento? En el infierno hermanos, en el infierno. Fue la preciosa sangre del cordero de Dios, aquella sangre preciosa, que fue derramada en la cruz del Calvario, quien pagó por nosotros. ¡Aleluya gloria a Dios! Debemos estar agradecidos con la obediencia de Jesús.
¿Cuántos de nosotros estamos adorando al Padre en espíritu y en verdad? ¿Cuántos estamos haciendo su voluntad? ¿Cuántos estamos obedeciendo los mandamientos de Jesús?
Juan 20: 21 (RV-60): 21Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Jesús envió a sus discípulos, y nos ha mandado a nosotros también.
Marcos 16: 15 (RV-60): Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. aquí Jesús les dijo: ¿cuándo ustedes sientan ganas o cuándo ustedes quieran? No, hermanos, Jesús dijo: id; es un mandamiento, es un mandato, más claro esto no puede estar.
¿Cuándo fue la última vez que usted compartió su fe con un alma necesitada? ¿Cuándo fue la última vez que usted le predicó el evangelio a alguien en la calle? ¿Cuándo fue la última vez que usted compartió a Jesús con un familiar que aún no conoce a Cristo? Mis hermanos, no es cuestión de conocimiento, sino es cuestión del corazón.
Iglesia, aprendamos a adorar al Padre en Espíritu y en verdad no solo aquí en la iglesia, no solo los domingos; sino allá fuera, allá afuera con la prostituta, con el drogadicto, con la persona que está necesitada, atada, encadenada en toda clase de pecado. Allá afuera, allá, es donde nosotros adoramos al Padre en espíritu en y verdad.
Tenemos que abrir nuestra boca, tenemos que proclamar el precioso nombre de Jesús porque hay personas que necesitan conocerlo, que necesitan ser libertados, alguien necesita ser tocado por el Rey de reyes y Señor de señores. Necesitamos como iglesia hablar de Jesús mis hermanos, hay mucha necesidad.
Les dejo tres puntos:
- Vivimos en un mundo físico, pero nos movemos en un mundo espiritual. Es necesario conocer y reconocer, las necesidades espirituales, para poder caminar en ellas. No lo vamos a hacer mirando Netflix hermanos. Busque a Dios, lea su Biblia, proclame, testifique lo que Dios ha hecho en su vida. ¡Por el amor de Dios, hable de Jesús, comparta el amor de Jesús con toda la gente!
- La verdadera adoración es cuando conocemos, obedecemos, y hacemos la voluntad de Dios. Conocimiento, obediencia y acción; salga, predique, comparta la palabra.
- La verdadera adoración no es un sentimiento. La verdadera adoración está basada en su palabra, en principios bíblicos, en un corazón lleno de compasión por las almas perdidas. Así como Jesús murió por nosotros, murió por ese drogadicto, murió por el homosexual, por el borracho. Mis hermanos, se nos ha dado el conocimiento, la revelación, hemos sido rescatados de la oscuridad y se nos ha dado vida eterna; no para quedarnos con ella, sino, para compartirla con otros y que puedan venir a este precioso Salvador, a Jesús.
Oremos iglesia, inclinen sus rostros: Bendito Padre, gracias te damos por el mensaje que nos has regalado este día. Gracias Padre por haberte fijado en nosotros, que siendo viles pecadores no te importó en la condición que estábamos; sino que, enviaste a Jesús a la cruz para que tomase el lugar que nos correspondía. Padre, ayúdanos a reflejar a tu amado Hijo Jesús, para que seamos conocidos como personas de gracia y compasión. Señor, toca nuestros corazones con una compasión sin fronteras, que podamos seguir el ejemplo de Jesús. Padre, pon palabras de gracia en nuestros labios, que las palabras que compartamos sean de bendición, de restauración y de esperanza, que lleven alivio al alma necesitada. Queremos que las personas que aún no te conocen, Señor, sientan tu presencia cuando estén cerca de nosotros, que se sientan alentados por la forma en que los tratamos. Renueva nuestro compromiso como cristianos, como hijos tuyos, que nuestro deseo siempre sea: hacer tu voluntad. Pon en nuestro corazón la necesidad de salir a las calles y compartir el evangelio con toda criatura, con los que aún están atados, amarrados, encadenados en toda clase de adicción, con aquellos que se encuentran con una gran necesidad de tener ese encuentro contigo Señor.
De igual manera, si hay alguien aquí que aún no ha recibido a Jesús como su único y suficiente salvador, hoy es su día. La palabra de Dios dice: “Hoy es el día de salvación”. Hoy es un día especial para tomar la decisión más importante de su vida. Levante su mano o póngase de pie, y deje que la gracia de Dios le alcance este día. Jesús le quiere dar de beber del agua que salta para vida eterna. Si desea recibir al Señor hoy, puede repetir esta oración de fe conmigo: Padre, gracias te doy por enviar a tu Hijo a la cruz. Señor Jesús, yo te recibo hoy como mi Señor y suficiente Salvador personal. Creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día. Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor, salva mi alma hoy. Escribe mi nombre en el libro de la vida, y ayúdame a caminar esta nueva vida.
Gracias Padre, en el nombre de Jesús oramos, amén y amén.
Iglesia, están despedidos. ¡Que la paz de Dios se con ustedes!