Residencia permanente
Junio 29, 2024 – 2:00PM | Hechos 2222-9 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a ir al libro de los Hechos, por favor. Leeremos una porción interesante de las escrituras. He titulado el sermón de hoy: Residencia permanente.
Hechos 22: 22-29 (RV-60): 22Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva. 23Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, 24mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. 25Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? 26Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano. 27Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? El dijo: Sí. 28Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento. 29Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aún el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.
Vamos a pedir a Dios que nos bendiga: Señor háblanos al corazón en esta hora. En esta tarde, Padre santo, bendice esta palabra en nuestros corazones. Te ruego que, conforme a la necesidad espiritual de cada uno de nosotros, de esa manera bendigan nuestras almas. Te lo pedimos en el nombre de Jesús amén.
En los tiempos de Pablo, había muchos beneficios (políticos y legales) por ser ciudadano romano. En este pasaje que hemos leído, nos podemos dar cuenta que, ya estaban listos para azotar a Pablo.
Mañana 1 de julio, celebramos el día de Canadá, Canadá celebra 157 años de su nacimiento. Sabemos que hay millones de personas que darían cualquier cosa, con tal de venir a vivir en este país. Es increíble la cantidad de personas que aplican para obtener una residencia permanente, porque se garantizan muchas libertades que no tienen todos los países del mundo. En el mundo entero hay inmensas olas de violencia, por lo que no se puede vivir en paz. Hay persecución religiosa, pobreza extrema. Las ventajas de la libertad, hace a Canadá un país diferente.
La inmigración siempre ha existido. La Biblia, de hecho, nos da cantidad de ejemplos de ¿cómo personas emigraron de un lugar a otro? Abraham, por ejemplo, salió de Ur de los Caldeos y Dios le pidió que fuera a Canaán. Jacob salió huyendo a Padán Aran. José terminó en Egipto, ¿recuerda la historia? Moisés salió de Egipto al desierto de Madián. Noemí, Elimelec y sus hijos, se fueron a vivir a Moab. Rut era moabita y se fue a vivir a la tierra de Israel. David vivió en Filistea mientras huía del Rey Saúl. María y José salieron de Nazaret para ir a Belén, y después de eso a Egipto.
La Biblia también nos enseña que muchas personas se encontraron con Dios lejos de su hogar, en otro país, en otra ciudad, en otras circunstancias. Por ejemplo: Dios se le apareció a Moisés estando en Madián. Se le apareció a Jacob en Betel. A Pablo camino a Damasco, no fue en Tarso, fue en Damasco. Hermano, déjeme decirle que, por la gracia y la misericordia del Señor, cientos de personas literalmente han conocido a Jesucristo en este lugar donde estamos nosotros en este día.
Dios trabaja de formas milagrosas, Dios trabaja de maneras que nosotros no entendemos. Usted no sabe en realidad qué está haciendo aquí en Canadá. Si usted no tiene una percepción espiritual, usted puede pensar que: usted vino aquí porque quería hacer dinero, que usted vino aquí por la violencia que había en su rancho, que usted vino aquí por diferentes circunstancias; pero, podemos llegar a una conclusión: “Sin lugar a dudas, Dios tenía un plan maravilloso para nuestras vidas”. Déjame decirte que: Dios no va a mover a una persona de un lugar a otro, simple y sencillamente, por beneficios económicos, ni para que encuentre esposo(a). Dios hace todo tipo de movimiento con el principal objetivo y la principal razón de que esa persona conozca a su Hijo Jesucristo como el Señor y Salvador de su alma.
Dios tuvo que sacar a muchas personas de allá del rancho donde vivían, utilizó situaciones, utilizó circunstancias, y sacó esa gente de la ciudad, sacó esa gente del pueblo, del país, para llegar a un lugar desconocido. Donde nos enfrentaríamos con los desafíos y los retos que implica llegar a un país donde nunca hemos estado antes, pero Dios tenía un propósito. Nunca, nunca, perdimos la oportunidad de compartir el evangelio de Jesucristo.
Cuando llegamos acá a Vancouver en noviembre de 1988, había un buen grupo en la iglesia de hermanos nicaragüenses, y cuando me tocó predicar el primer sermón aquí en Canadá, al finalizar yo invito a la gente a recibir a Cristo en su corazón. Y cuando terminé, la persona que estaba al frente me dijo: “A mí se me hace que con esto que usted ha predicado asustó a la gente, porque yo nunca les he dicho a ellos que reciban a Cristo; eso es una cosa que solamente Dios puede hacer en el camino”. Y mire, ¡profeta el hombre!, el siguiente domingo solo 12 personas había nada más. Y cuando los fuimos a buscar, cuando hablamos con ellos decían: -No, es que, la verdad, nosotros somos católicos. Nos gusta esa iglesia porque nos ayudan, el hermano ha sido muy amable; pero ya eso de religión, eso ya no nos gusta a nosotros. Y desde entonces, hemos predicado el evangelio. Y desde entonces, hemos desafiado a la gente y hemos invitado a las personas a que le abran su corazón al Señor Jesucristo.
Mira, el impacto fue tan grande, a finales de los 80 y principios de los 90, cuando venían cantidades navegables de personas, de especialmente de Centroamérica. Estábamos en el tiempo correcto, en el momento correcto. A decir verdad, la gente hasta miedo nos tenía, al punto que se escondían de nosotros en su propia casa. Eso es lo que nos ha caracterizado, por la gracia de Dios, le damos a Dios la honra y la gloria hermanos. Es necesario, es importante que prediquemos el evangelio de Jesucristo, hermanos.
La única residencia permanente es: la ciudadanía celestial, no hay más.
Filipenses 3:20 (RV-60): Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. La residencia de cualquier país del mundo se termina cuando nos morimos, ahí se acaba. Usted puede decir: yo soy residente permanente aquí en Canadá; pero una vez que se muera se termina; sin embargo, la única residencia permanente es: la residencia del cielo.
Nuestra residencia está en los cielos, y es la única de los creyentes en Jesucristo. No somos de este mundo, y estos son conceptos que, a una persona inconversa, incrédula, le cuesta entender. Es por eso que piensan que estamos locos, y tienen razón.
Pilato tenía una conversación con el Señor Jesucristo, y mire lo que le dijo:
Juan 18: 33- (RV-60): 33Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? 34Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Ese es el reino al que pertenecemos nosotros, por eso, nosotros tampoco somos de aquí.
El más grande y buen deseo de parte de nuestra iglesia, si usted quiere quedarse aquí en Canadá, es que usted pueda obtener esos documentos que necesita; pero quiero que se meta también en el corazón esto: La única residencia permanente, no es la de Canadá, es la del cielo. Si usted vino a Canadá, y conoció a Jesucristo, y le entregó su vida al Señor, y usted está creciendo en la fe; déjeme decirle que no importa en qué parte de este mundo usted se encuentre, la presencia de Dios estará con usted, la bendición del Señor estará con usted.
No todas las personas toman las malas noticias migratorias de la mejor manera. Una familia me dijo hace mucho tiempo: Pastor, yo ya le dije a Dios que si a nosotros no nos dan la residencia y nos tenemos que regresar a México; nosotros allá no nos vamos a congregar, porque nosotros queremos una iglesia como esta. Y mire usted, lastimosamente le llegó la documentación que tenían que salir de Canadá, y a la fecha no se han congregado. No se trata de eso hermano, a Dios usted no le puede doblar la mano para que haga la voluntad suya, tiene que hacerse la voluntad del Señor, tiene que hacerse la voluntad de Dios.
La única residencia que permanece es: la residencia del cielo. Cuando una persona recibe a Cristo, cuando una persona confía en el Señor, logramos esa residencia. Es por eso que Pablo dijo (Filipenses 3:20): Nuestra ciudadanía está en los cielos. Es por eso que Jesús dijo: Nosotros no somos de este mundo. Nosotros los creyentes nos confundimos, porque hacemos planes como si vamos a vivir 400 años en esta tierra. El tiempo pasa, mis queridos y amados hermanos. No somos de este mundo.
Hebreos 13:14(RV-60): Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. Eso es lo que debe interesarnos.
Yo sé que tenemos, lógicamente, aprecio por seres queridos, ¿verdad? Pero déjeme decirle una cosa papá (mamá): Si usted ama verdaderamente a su familia, si usted ama a sus seres queridos, busque beneficios y bendiciones espirituales para ellos. Porque todo lo material se acaba.
Yo no estoy en contra de que usted le esté construyendo un ranchito a su mamá allá en su tierra, pero vale la pena preguntarle: ¿dónde se congrega su mamá? Si a su mamá no le gusta la iglesia, insista hermano, haga lo que esté de su parte, busque a un pastor, llévelo a la casa de su mamá y dígale al pastor: Le encomiendo esta alma, por favor, venga a buscarla para que la lleven a la casa del Señor. Aunque usted no quiera escuchar esto: Por tanto amor que le tenga a su madre, si su madre no recibe a Cristo se va a ir al infierno, ¡por amor de Dios! Si usted no quiere hacer eso, debe hacer algo mi hermano.
Nuestros hijos, ¿dónde están? No se preocupe porque el esposo(a) de su hija(o) tenga dinero; eso se acaba hermanos, lo único que permanece para siempre la residencia que tenemos en la gloria. A veces estamos confundidos con las cosas, con las prioridades, de este mundo. Recuerde que no somos de aquí. Un día vamos a dejar este mundo, un día vamos a salir volando a encontrarnos con Jesucristo; Él dijo: mi reino no es de aquí, mi reino está en la gloria, y para allá vamos amados míos, por la gracia y misericordia del Señor.
Efesios 2: 19(RV-60): Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.
Fíjate que, en el Antiguo Testamento, al pueblo de Israel Dios le había dado leyes. Usted debe acordarse de que, cuando Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto, dice la palabra del Señor que muchos egipcios se vinieron con el pueblo y dijeron: Nosotros queremos estar con este pueblo, porque Jehová Dios está con este pueblo. Pero siempre se les llamó: extranjeros, siempre eran los advenedizos. Cuando llegamos al Nuevo Testamento, usted se da cuenta que en Hechos 15, fue necesario hacer un concilio para ver qué pasa con los gentiles. ¿Quiénes eran los gentiles? Los que no eran judíos, todos aquellos que tenían otra nacionalidad, que no eran descendientes judíos. Entonces, a las demás personas que antes se les llamó extranjeros, ahora se les llamó gentiles. Ahora Pablo dice: Desde que ustedes tienen a Cristo y al Espíritu de Dios, ya no son extranjeros, ya no son advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. ¡Gloria a Dios por eso!
Efesios 2:19 (NTV): Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son conciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios. No todo el mundo entiende esto.
La primera vez que fuimos a Israel, les he comentado que, nos fuimos a las calles de Jerusalén con unas grandes pancartas (llevábamos desde acá las pancartas) y las pancartas decían: Israel Dios te ama. También había estrellas de David y el candelabro. Algunos judíos se nos acercaban y nos preguntaban: ¿De dónde son ustedes? Y cuando le decíamos: El Salvador, enseguida nos decían: Sí, pero el pueblo de Dios somos nosotros. Es que ellos no pueden entender esto, que Dios tuvo misericordia de nosotros también. No pueden entenderlo.
Otra cosa: no somos ciudadanos de segunda clase. No crea usted que los judíos van a estar delante y nosotros detrás, ¡de ninguna manera! Porque la misma sangre de Jesucristo que necesitan ellos para salvarse, es la que nos ha salvado también a nosotros. Ya no somos más extranjeros, dice la Biblia que mientras estemos aquí en la tierra somos: embajadores.
2 Corintios 5:20 (RV-60): Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Un embajador es un representante de Cristo, y eso es lo que somos aquí en la tierra representantes de Cristo.
Nosotros estamos aquí para darle a las personas residencia permanente, amén. ¡Mira qué lindo! Estamos aquí para darle a las personas residencia permanente, por la sangre de Cristo en la cruz del Calvario, ese es el trabajo.
¡Dios trabaja de maneras increíble! En 19 86, hace un montón ya, yo estaba predicando en Los Ángeles, California cuando recibí una llamada desde Oklahoma para invitarme a predicar a una iglesia. Yo estaba terminando algunas cuestiones y les dije: -Lo que puedo hacer es, salir de aquí (Los Ángeles) para Oklahoma, predico allá y me regreso a mi rancho El Salvador; y eso hicimos. Ese domingo yo prediqué en Oklahoma, y compartimos todo el día con una familia (la que me había invitado). Resulta que esa familia había pedido refugio en Estados Unidos, y se lo negaron. Se fueron a una embajada canadiense en esos años (1986- 1987) y dijeron nos han negado el refugio en Estados Unidos. En la embajada de Canadá le dijeron: Nosotros estamos buscando personas para que vengan para Canadá, y les dieron en ese momento entrada a Canadá. Ellos llegan aquí sin entender, ni saber por qué. Muchas veces eso nos sucede en la vida, nos pasan cosas que no sabemos por qué. Esta familia llega a una iglesia canadiense y se encuentran con familias hispanas y comenzaron a congregarse. A la vuelta de un tiempo, estas familias hispanas habían crecido y hablan con el pastor canadiense y le piden un pastor que hable español. El pastor canadiense acepta, pero les dice que no conoce a nadie. Y aquella familia que me había invitado a Oklahoma les dijo: nosotros sí conocemos a uno. Hay un pastor en El Salvador, que nosotros conocemos, de cuando estábamos en Oklahoma…. Así recibo la primera carta, y lo demás es historia, ya tenemos 35 años en este lugar. Hay cosas que Dios hace que nosotros no entendemos, pero, Dios sigue trabajando, aunque nosotros no veamos las cosas. Él tiene un propósito en medio de todas las situaciones.
Hermanos, nuestro ministerio en Vancouver, Canadá, es de ser embajadores. Quiere decir que: a cada persona que nosotros conozcamos debemos hablarles de Dios. Nosotros los latinos (los hispanos) tenemos una gran bendición por encima de otras culturas, y es que, nosotros podemos hablar de Dios un minuto después de habernos conocido y nadie se molesta. Nosotros podemos hablar de política, podemos hablar de fútbol, podemos hablar del evangelio y nadie se molesta, es una bendición.
Cualquier persona que conozcamos, en esta vida, tiene que saber que usted es un embajador de Jesucristo en esta tierra. En su trabajo, por ejemplo, toda la gente tiene que saber que usted es creyente. No existe tal cosa como: cristianos de la secreta. El creyente es como una luz que se pone encima de una mesa, no se pone debajo de la mesa, no se esconde. Es responsabilidad de cada uno de nosotros hablar a otros de Cristo.
¿Usted quiere residencia celestial? ¿La podemos dar o no la podemos dar? ¡Por supuesto que sí, en el nombre de Cristo Jesús, ¡claro que sí! Usted le puede decir a la persona: -Mire, ¿usted quiere una residencia en el cielo? Claro, yo le digo cómo fue que la recibí yo: Volvemos nuestra mirada a la cruz, volvemos nuestra mirada a Jesús, lo que Él hizo en la cruz del Calvario. Entréguele su vida al Señor.
Pablo está hablando de los beneficios de la residencia romana, y él se siente orgullos de eso. ¡Cómo deberíamos sentirnos nosotros que somos hijos de Dios y tenemos nuestra ciudadanía en los cielos! El reino que nosotros representamos no está aquí. Vivimos agradecidos con Dios porque nos trajo a Canadá; pero no nos trajo a levantar casas, ni a buscar pareja (esas cosas van apareciendo en el camino). Hay algo superior a todo esto, somos embajadores.
Hay personas que no les gusta hablar de estos temas (muchas veces familiares o amigos nuestros) pero, uno puede hacer oraciones para que gente venga a los pies de Cristo. Oraciones agresivas, usted puede decir: Padre mío, si le tienes que quebrar una pata a “esta persona” para que venga tus caminos, quiébrasela. ¡Uy pastor! Pero es desearle mal a la gente; si, pero con un buen propósito. Eso es lo que somos: Somos Embajadores de Cristo.
Habiendo dicho todo esto, el siguiente pasaje toma una gran relevancia.
Mateo 6:33 (RV-60): Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. La Biblia dice que yo debo buscar primeramente el reino de Dios, ¿sabe por qué? Porque todo lo que tenemos aquí, pasa. La vida, es así.
Yo sé y entiendo, que debemos planificar, que debemos de invertir, que hay situaciones y cuestiones; pero que eso no sea la prioridad de nuestro diario caminar. Cuando Dios te dice: Busquemos el reino de Dios y su justicia, es porque todas las demás cosas se acaban, todo se acaba.
1 Juan 2:17 (RV-60): Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. El mundo sigue su curso, los que pasamos somos nosotros, los que envejecemos somos nosotros. La famosa “ley de la vida” nos va quitando los deseos de hacer cosas.
Lo único que permanece es Dios y la residencia eterna, nuestra ciudadanía está en los cielos. Nuestro futuro no es aquí, nuestro futuro es allá. Y por eso nos dice la palabra: busquen el reino de Dios, porque todas las demás cosas se van a acabar. Que no haya una sola persona que usted conozca, que se le pase por alto hablarle del evangelio. Decirle: Jesucristo es Rey, Jesucristo es Dios, y Él quiere salvarlo, Él quiere perdonar sus pecados, Él quiere darle vida eterna. Busque a Dios mientras puede ser hallado.
Oremos: Padre, gracias te damos por este día. Gracias te damos Señor por habernos traído a este país. Pero te damos más gracias por habernos salvado, por habernos dado una ciudadanía eterna en la gloria. Señor permite que, como embajadores de Cristo, podamos decir a todas las personas que conocemos que: Jesucristo es Rey, que murió en la cruz para perdón de nuestros pecados, que Él nos quiere salvar y que para eso se entregó en el calvario. Permite que podamos ser buenos embajadores Señor, que podamos ser buenos representantes de Cristo aquí en la tierra.
Mientras todos oramos. Si en esta tarde hay personas que nunca antes han recibido a Jesús como Señor y Salvador y siente necesidad de Dios en su vida, y quiere recibir a Jesús. Ahí donde está yo le quiero hacer una invitación, ábrale su corazón a Cristo y haga esta oración conmigo. Dígale al Señor: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del calvario. Gracias por poner tu cuerpo. Gracias por derramar tu sangre preciosa. En este día Señor me entrego a ti y te recibo como el Señor y Salvador de mi vida. Si usted hizo esta oración queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios, su santa y bendita palabra.
Señor gracias por habernos traído a tu casa. Gracias Padre santo por tanta bendición que hemos recibido desde el día que abrimos nuestro corazón a ti. Despídenos con la paz y la bendición que solo tú das, en el nombre de Jesús oramos, amén y amén.
¡Bendiciones iglesia!
Residencia permanente
Junio 29, 2024 – 2:00PM | Hechos 2222-9 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a ir al libro de los Hechos, por favor. Leeremos una porción interesante de las escrituras. He titulado el sermón de hoy: Residencia permanente.
Hechos 22: 22-29 (RV-60): 22Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva. 23Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, 24mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. 25Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? 26Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano. 27Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? El dijo: Sí. 28Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento. 29Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aún el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.
Vamos a pedir a Dios que nos bendiga: Señor háblanos al corazón en esta hora. En esta tarde, Padre santo, bendice esta palabra en nuestros corazones. Te ruego que, conforme a la necesidad espiritual de cada uno de nosotros, de esa manera bendigan nuestras almas. Te lo pedimos en el nombre de Jesús amén.
En los tiempos de Pablo, había muchos beneficios (políticos y legales) por ser ciudadano romano. En este pasaje que hemos leído, nos podemos dar cuenta que, ya estaban listos para azotar a Pablo.
Mañana 1 de julio, celebramos el día de Canadá, Canadá celebra 157 años de su nacimiento. Sabemos que hay millones de personas que darían cualquier cosa, con tal de venir a vivir en este país. Es increíble la cantidad de personas que aplican para obtener una residencia permanente, porque se garantizan muchas libertades que no tienen todos los países del mundo. En el mundo entero hay inmensas olas de violencia, por lo que no se puede vivir en paz. Hay persecución religiosa, pobreza extrema. Las ventajas de la libertad, hace a Canadá un país diferente.
La inmigración siempre ha existido. La Biblia, de hecho, nos da cantidad de ejemplos de ¿cómo personas emigraron de un lugar a otro? Abraham, por ejemplo, salió de Ur de los Caldeos y Dios le pidió que fuera a Canaán. Jacob salió huyendo a Padán Aran. José terminó en Egipto, ¿recuerda la historia? Moisés salió de Egipto al desierto de Madián. Noemí, Elimelec y sus hijos, se fueron a vivir a Moab. Rut era moabita y se fue a vivir a la tierra de Israel. David vivió en Filistea mientras huía del Rey Saúl. María y José salieron de Nazaret para ir a Belén, y después de eso a Egipto.
La Biblia también nos enseña que muchas personas se encontraron con Dios lejos de su hogar, en otro país, en otra ciudad, en otras circunstancias. Por ejemplo: Dios se le apareció a Moisés estando en Madián. Se le apareció a Jacob en Betel. A Pablo camino a Damasco, no fue en Tarso, fue en Damasco. Hermano, déjeme decirle que, por la gracia y la misericordia del Señor, cientos de personas literalmente han conocido a Jesucristo en este lugar donde estamos nosotros en este día.
Dios trabaja de formas milagrosas, Dios trabaja de maneras que nosotros no entendemos. Usted no sabe en realidad qué está haciendo aquí en Canadá. Si usted no tiene una percepción espiritual, usted puede pensar que: usted vino aquí porque quería hacer dinero, que usted vino aquí por la violencia que había en su rancho, que usted vino aquí por diferentes circunstancias; pero, podemos llegar a una conclusión: “Sin lugar a dudas, Dios tenía un plan maravilloso para nuestras vidas”. Déjame decirte que: Dios no va a mover a una persona de un lugar a otro, simple y sencillamente, por beneficios económicos, ni para que encuentre esposo(a). Dios hace todo tipo de movimiento con el principal objetivo y la principal razón de que esa persona conozca a su Hijo Jesucristo como el Señor y Salvador de su alma.
Dios tuvo que sacar a muchas personas de allá del rancho donde vivían, utilizó situaciones, utilizó circunstancias, y sacó esa gente de la ciudad, sacó esa gente del pueblo, del país, para llegar a un lugar desconocido. Donde nos enfrentaríamos con los desafíos y los retos que implica llegar a un país donde nunca hemos estado antes, pero Dios tenía un propósito. Nunca, nunca, perdimos la oportunidad de compartir el evangelio de Jesucristo.
Cuando llegamos acá a Vancouver en noviembre de 1988, había un buen grupo en la iglesia de hermanos nicaragüenses, y cuando me tocó predicar el primer sermón aquí en Canadá, al finalizar yo invito a la gente a recibir a Cristo en su corazón. Y cuando terminé, la persona que estaba al frente me dijo: “A mí se me hace que con esto que usted ha predicado asustó a la gente, porque yo nunca les he dicho a ellos que reciban a Cristo; eso es una cosa que solamente Dios puede hacer en el camino”. Y mire, ¡profeta el hombre!, el siguiente domingo solo 12 personas había nada más. Y cuando los fuimos a buscar, cuando hablamos con ellos decían: -No, es que, la verdad, nosotros somos católicos. Nos gusta esa iglesia porque nos ayudan, el hermano ha sido muy amable; pero ya eso de religión, eso ya no nos gusta a nosotros. Y desde entonces, hemos predicado el evangelio. Y desde entonces, hemos desafiado a la gente y hemos invitado a las personas a que le abran su corazón al Señor Jesucristo.
Mira, el impacto fue tan grande, a finales de los 80 y principios de los 90, cuando venían cantidades navegables de personas, de especialmente de Centroamérica. Estábamos en el tiempo correcto, en el momento correcto. A decir verdad, la gente hasta miedo nos tenía, al punto que se escondían de nosotros en su propia casa. Eso es lo que nos ha caracterizado, por la gracia de Dios, le damos a Dios la honra y la gloria hermanos. Es necesario, es importante que prediquemos el evangelio de Jesucristo, hermanos.
La única residencia permanente es: la ciudadanía celestial, no hay más.
Filipenses 3:20 (RV-60): Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. La residencia de cualquier país del mundo se termina cuando nos morimos, ahí se acaba. Usted puede decir: yo soy residente permanente aquí en Canadá; pero una vez que se muera se termina; sin embargo, la única residencia permanente es: la residencia del cielo.
Nuestra residencia está en los cielos, y es la única de los creyentes en Jesucristo. No somos de este mundo, y estos son conceptos que, a una persona inconversa, incrédula, le cuesta entender. Es por eso que piensan que estamos locos, y tienen razón.
Pilato tenía una conversación con el Señor Jesucristo, y mire lo que le dijo:
Juan 18: 33- (RV-60): 33Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? 34Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Ese es el reino al que pertenecemos nosotros, por eso, nosotros tampoco somos de aquí.
El más grande y buen deseo de parte de nuestra iglesia, si usted quiere quedarse aquí en Canadá, es que usted pueda obtener esos documentos que necesita; pero quiero que se meta también en el corazón esto: La única residencia permanente, no es la de Canadá, es la del cielo. Si usted vino a Canadá, y conoció a Jesucristo, y le entregó su vida al Señor, y usted está creciendo en la fe; déjeme decirle que no importa en qué parte de este mundo usted se encuentre, la presencia de Dios estará con usted, la bendición del Señor estará con usted.
No todas las personas toman las malas noticias migratorias de la mejor manera. Una familia me dijo hace mucho tiempo: Pastor, yo ya le dije a Dios que si a nosotros no nos dan la residencia y nos tenemos que regresar a México; nosotros allá no nos vamos a congregar, porque nosotros queremos una iglesia como esta. Y mire usted, lastimosamente le llegó la documentación que tenían que salir de Canadá, y a la fecha no se han congregado. No se trata de eso hermano, a Dios usted no le puede doblar la mano para que haga la voluntad suya, tiene que hacerse la voluntad del Señor, tiene que hacerse la voluntad de Dios.
La única residencia que permanece es: la residencia del cielo. Cuando una persona recibe a Cristo, cuando una persona confía en el Señor, logramos esa residencia. Es por eso que Pablo dijo (Filipenses 3:20): Nuestra ciudadanía está en los cielos. Es por eso que Jesús dijo: Nosotros no somos de este mundo. Nosotros los creyentes nos confundimos, porque hacemos planes como si vamos a vivir 400 años en esta tierra. El tiempo pasa, mis queridos y amados hermanos. No somos de este mundo.
Hebreos 13:14(RV-60): Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. Eso es lo que debe interesarnos.
Yo sé que tenemos, lógicamente, aprecio por seres queridos, ¿verdad? Pero déjeme decirle una cosa papá (mamá): Si usted ama verdaderamente a su familia, si usted ama a sus seres queridos, busque beneficios y bendiciones espirituales para ellos. Porque todo lo material se acaba.
Yo no estoy en contra de que usted le esté construyendo un ranchito a su mamá allá en su tierra, pero vale la pena preguntarle: ¿dónde se congrega su mamá? Si a su mamá no le gusta la iglesia, insista hermano, haga lo que esté de su parte, busque a un pastor, llévelo a la casa de su mamá y dígale al pastor: Le encomiendo esta alma, por favor, venga a buscarla para que la lleven a la casa del Señor. Aunque usted no quiera escuchar esto: Por tanto amor que le tenga a su madre, si su madre no recibe a Cristo se va a ir al infierno, ¡por amor de Dios! Si usted no quiere hacer eso, debe hacer algo mi hermano.
Nuestros hijos, ¿dónde están? No se preocupe porque el esposo(a) de su hija(o) tenga dinero; eso se acaba hermanos, lo único que permanece para siempre la residencia que tenemos en la gloria. A veces estamos confundidos con las cosas, con las prioridades, de este mundo. Recuerde que no somos de aquí. Un día vamos a dejar este mundo, un día vamos a salir volando a encontrarnos con Jesucristo; Él dijo: mi reino no es de aquí, mi reino está en la gloria, y para allá vamos amados míos, por la gracia y misericordia del Señor.
Efesios 2: 19(RV-60): Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.
Fíjate que, en el Antiguo Testamento, al pueblo de Israel Dios le había dado leyes. Usted debe acordarse de que, cuando Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto, dice la palabra del Señor que muchos egipcios se vinieron con el pueblo y dijeron: Nosotros queremos estar con este pueblo, porque Jehová Dios está con este pueblo. Pero siempre se les llamó: extranjeros, siempre eran los advenedizos. Cuando llegamos al Nuevo Testamento, usted se da cuenta que en Hechos 15, fue necesario hacer un concilio para ver qué pasa con los gentiles. ¿Quiénes eran los gentiles? Los que no eran judíos, todos aquellos que tenían otra nacionalidad, que no eran descendientes judíos. Entonces, a las demás personas que antes se les llamó extranjeros, ahora se les llamó gentiles. Ahora Pablo dice: Desde que ustedes tienen a Cristo y al Espíritu de Dios, ya no son extranjeros, ya no son advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. ¡Gloria a Dios por eso!
Efesios 2:19 (NTV): Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son conciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios. No todo el mundo entiende esto.
La primera vez que fuimos a Israel, les he comentado que, nos fuimos a las calles de Jerusalén con unas grandes pancartas (llevábamos desde acá las pancartas) y las pancartas decían: Israel Dios te ama. También había estrellas de David y el candelabro. Algunos judíos se nos acercaban y nos preguntaban: ¿De dónde son ustedes? Y cuando le decíamos: El Salvador, enseguida nos decían: Sí, pero el pueblo de Dios somos nosotros. Es que ellos no pueden entender esto, que Dios tuvo misericordia de nosotros también. No pueden entenderlo.
Otra cosa: no somos ciudadanos de segunda clase. No crea usted que los judíos van a estar delante y nosotros detrás, ¡de ninguna manera! Porque la misma sangre de Jesucristo que necesitan ellos para salvarse, es la que nos ha salvado también a nosotros. Ya no somos más extranjeros, dice la Biblia que mientras estemos aquí en la tierra somos: embajadores.
2 Corintios 5:20 (RV-60): Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Un embajador es un representante de Cristo, y eso es lo que somos aquí en la tierra representantes de Cristo.
Nosotros estamos aquí para darle a las personas residencia permanente, amén. ¡Mira qué lindo! Estamos aquí para darle a las personas residencia permanente, por la sangre de Cristo en la cruz del Calvario, ese es el trabajo.
¡Dios trabaja de maneras increíble! En 19 86, hace un montón ya, yo estaba predicando en Los Ángeles, California cuando recibí una llamada desde Oklahoma para invitarme a predicar a una iglesia. Yo estaba terminando algunas cuestiones y les dije: -Lo que puedo hacer es, salir de aquí (Los Ángeles) para Oklahoma, predico allá y me regreso a mi rancho El Salvador; y eso hicimos. Ese domingo yo prediqué en Oklahoma, y compartimos todo el día con una familia (la que me había invitado). Resulta que esa familia había pedido refugio en Estados Unidos, y se lo negaron. Se fueron a una embajada canadiense en esos años (1986- 1987) y dijeron nos han negado el refugio en Estados Unidos. En la embajada de Canadá le dijeron: Nosotros estamos buscando personas para que vengan para Canadá, y les dieron en ese momento entrada a Canadá. Ellos llegan aquí sin entender, ni saber por qué. Muchas veces eso nos sucede en la vida, nos pasan cosas que no sabemos por qué. Esta familia llega a una iglesia canadiense y se encuentran con familias hispanas y comenzaron a congregarse. A la vuelta de un tiempo, estas familias hispanas habían crecido y hablan con el pastor canadiense y le piden un pastor que hable español. El pastor canadiense acepta, pero les dice que no conoce a nadie. Y aquella familia que me había invitado a Oklahoma les dijo: nosotros sí conocemos a uno. Hay un pastor en El Salvador, que nosotros conocemos, de cuando estábamos en Oklahoma…. Así recibo la primera carta, y lo demás es historia, ya tenemos 35 años en este lugar. Hay cosas que Dios hace que nosotros no entendemos, pero, Dios sigue trabajando, aunque nosotros no veamos las cosas. Él tiene un propósito en medio de todas las situaciones.
Hermanos, nuestro ministerio en Vancouver, Canadá, es de ser embajadores. Quiere decir que: a cada persona que nosotros conozcamos debemos hablarles de Dios. Nosotros los latinos (los hispanos) tenemos una gran bendición por encima de otras culturas, y es que, nosotros podemos hablar de Dios un minuto después de habernos conocido y nadie se molesta. Nosotros podemos hablar de política, podemos hablar de fútbol, podemos hablar del evangelio y nadie se molesta, es una bendición.
Cualquier persona que conozcamos, en esta vida, tiene que saber que usted es un embajador de Jesucristo en esta tierra. En su trabajo, por ejemplo, toda la gente tiene que saber que usted es creyente. No existe tal cosa como: cristianos de la secreta. El creyente es como una luz que se pone encima de una mesa, no se pone debajo de la mesa, no se esconde. Es responsabilidad de cada uno de nosotros hablar a otros de Cristo.
¿Usted quiere residencia celestial? ¿La podemos dar o no la podemos dar? ¡Por supuesto que sí, en el nombre de Cristo Jesús, ¡claro que sí! Usted le puede decir a la persona: -Mire, ¿usted quiere una residencia en el cielo? Claro, yo le digo cómo fue que la recibí yo: Volvemos nuestra mirada a la cruz, volvemos nuestra mirada a Jesús, lo que Él hizo en la cruz del Calvario. Entréguele su vida al Señor.
Pablo está hablando de los beneficios de la residencia romana, y él se siente orgullos de eso. ¡Cómo deberíamos sentirnos nosotros que somos hijos de Dios y tenemos nuestra ciudadanía en los cielos! El reino que nosotros representamos no está aquí. Vivimos agradecidos con Dios porque nos trajo a Canadá; pero no nos trajo a levantar casas, ni a buscar pareja (esas cosas van apareciendo en el camino). Hay algo superior a todo esto, somos embajadores.
Hay personas que no les gusta hablar de estos temas (muchas veces familiares o amigos nuestros) pero, uno puede hacer oraciones para que gente venga a los pies de Cristo. Oraciones agresivas, usted puede decir: Padre mío, si le tienes que quebrar una pata a “esta persona” para que venga tus caminos, quiébrasela. ¡Uy pastor! Pero es desearle mal a la gente; si, pero con un buen propósito. Eso es lo que somos: Somos Embajadores de Cristo.
Habiendo dicho todo esto, el siguiente pasaje toma una gran relevancia.
Mateo 6:33 (RV-60): Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. La Biblia dice que yo debo buscar primeramente el reino de Dios, ¿sabe por qué? Porque todo lo que tenemos aquí, pasa. La vida, es así.
Yo sé y entiendo, que debemos planificar, que debemos de invertir, que hay situaciones y cuestiones; pero que eso no sea la prioridad de nuestro diario caminar. Cuando Dios te dice: Busquemos el reino de Dios y su justicia, es porque todas las demás cosas se acaban, todo se acaba.
1 Juan 2:17 (RV-60): Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. El mundo sigue su curso, los que pasamos somos nosotros, los que envejecemos somos nosotros. La famosa “ley de la vida” nos va quitando los deseos de hacer cosas.
Lo único que permanece es Dios y la residencia eterna, nuestra ciudadanía está en los cielos. Nuestro futuro no es aquí, nuestro futuro es allá. Y por eso nos dice la palabra: busquen el reino de Dios, porque todas las demás cosas se van a acabar. Que no haya una sola persona que usted conozca, que se le pase por alto hablarle del evangelio. Decirle: Jesucristo es Rey, Jesucristo es Dios, y Él quiere salvarlo, Él quiere perdonar sus pecados, Él quiere darle vida eterna. Busque a Dios mientras puede ser hallado.
Oremos: Padre, gracias te damos por este día. Gracias te damos Señor por habernos traído a este país. Pero te damos más gracias por habernos salvado, por habernos dado una ciudadanía eterna en la gloria. Señor permite que, como embajadores de Cristo, podamos decir a todas las personas que conocemos que: Jesucristo es Rey, que murió en la cruz para perdón de nuestros pecados, que Él nos quiere salvar y que para eso se entregó en el calvario. Permite que podamos ser buenos embajadores Señor, que podamos ser buenos representantes de Cristo aquí en la tierra.
Mientras todos oramos. Si en esta tarde hay personas que nunca antes han recibido a Jesús como Señor y Salvador y siente necesidad de Dios en su vida, y quiere recibir a Jesús. Ahí donde está yo le quiero hacer una invitación, ábrale su corazón a Cristo y haga esta oración conmigo. Dígale al Señor: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del calvario. Gracias por poner tu cuerpo. Gracias por derramar tu sangre preciosa. En este día Señor me entrego a ti y te recibo como el Señor y Salvador de mi vida. Si usted hizo esta oración queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios, su santa y bendita palabra.
Señor gracias por habernos traído a tu casa. Gracias Padre santo por tanta bendición que hemos recibido desde el día que abrimos nuestro corazón a ti. Despídenos con la paz y la bendición que solo tú das, en el nombre de Jesús oramos, amén y amén.
¡Bendiciones iglesia!