¿Qué hace Dios con un perro muerto?
Junio 23, 2024 – 2:00PM | 2 Samuel 9:1-8 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Yo sé que aquí en Canadá, y en otras partes del mundo, se quieren a los perros a veces más que a los hijos. El mensaje de esta de esta tarde se llama: ¿Qué hace Dios con un perro muerto? La palabra del Señor en esta oportunidad la leeremos en el segundo de Samuel.
2 Samuel 9:1-8 (RV-60): Dijo David: 1¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? 2Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu siervo. 3El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. 4Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en lo de Lodebar. 5Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. 6Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. 7Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. 8Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?
Pidamos a Dios que nos bendiga: Señor, al estudiar tu palabra, tú conoces la necesidad de cada corazón. Cada alegría, cada gozo, que inunda nuestras almas. Yo te pido, a la hora de predicar tu mensaje, que sea tu Espíritu Santo el que nos guíe. Que nos ponga las palabras necesarias para bendecir las almas de tu pueblo en esta hora. Gracias por lo que hemos leído y lo que vamos a aprender, en el nombre de Jesús, amén.
Al estudiar la vida del rey David descubrimos, antes que David fuera rey, que fue un hombre humilde, que amaba a Dios, que tenía temor de Dios. David era un hombre muy diestro, muy inteligente. Dice la palabra que era músico, era poeta, compuso cantidad de Salmos, con razón se le conoce como: el dulce cantor de Israel; además de eso, también se le conoce como: el hombre conforme al corazón de Dios. Era un guerrero, dice la escritura que: cuando David era pastor de ovejas y venía un león o un oso para arrebatarle uno de los corderitos, él mataba a león o al oso; ¡un tremendo guerrero! Era valiente, no le tenía miedo a nada. Era atrevido, a tal grado que un día se le presentó un gran gigantón, y también lo derribó con una pedrada en la frente. Era humano. Se sintió solo, se sintió triste, experimentó soledad en todos los desiertos de Judea, experimentó el dolor y la angustia en medio de la guerra. Era líder también, porque la gente lo seguía. Llegó a tener un gran ejército, y unos hombres valientes que se le conoce como: “Los valientes de David”. Era un gran capitán, ganó muchas batallas. David fue el que declaró a Jerusalén como la capital de Israel.
Antes de David gobernó otro rey, ¿cómo se llamaba? Se llamaba Saúl. En un principio, el rey Saúl quería mucho a David y la razón por la que lo quería es, porque David había librado al pueblo de Israel del gigante Goliat. Pero, hubo una pequeña situación que Saúl no tomó en cuenta, que cuando regresaban de la batalla el pueblo salió a recibirlos y cantaban esta canción: “Saúl mató a sus miles, y David a sus diez miles”; eso no le gustó al rey; el rey pensaba que solamente le faltaba a David quedarse con el reino; y a partir de eso quiso matar a David. Espíritus malos vinieron de parte de Dios a Saúl; la situación se puso tan terrible que Saúl llegó a amargarse, se obsesionó; como algunas personas se obsesionan.
Uno de los hijos de Saúl, Jonatán, se hizo amigo de David. Ellos entrelazaron sus almas y se hicieron promesas. Un día, en medio de tanta adversidad, hicieron una promesa. David dice: cuando se muera tu papá, tú vas a ser el rey. Pero Jonatán le dice: No, yo que creo eres tú el que va a ser el rey de Israel. Y le dice David a Jonatán: Si tú llegas a ser rey, ten misericordia de mi familia, por favor. Y Jonatán le dice a David: Pero, si tú llegas a ser rey, ten misericordia de mi familia. Pasa el tiempo, y en una batalla muere el rey Saúl y todos sus hijos. Entonces el reino se queda sin un sucesor. Pero como a Dios nadie lo agarra de sorpresa, Él tenía preparado a David para ser el rey de Israel.
Cuando David llega al trono, recuerda la promesa de su gran amigo Jonatán. Pero escuche esto: cuando un nuevo rey llegaba al trono, buscaba los familiares del rey anterior para matarlos; por si algún día, alguien quisiera vengarse. Es por esto que Mefi-boset estaba escondido en un lugar, alejado, llamado: Lodebar, que significa sin pasto, sin ovejas. Imagínese usted, ¡Qué angustia podía sentir! Pero, David quería mostrar su amabilidad, su misericordia; y cuando Mefi-boset llega a la presencia del rey, éste le dice al joven: “No tengas miedo”, yo haré contigo misericordia por amor de tu padre Jonatán.
¿Qué es misericordia? Es un regalo inmerecido. Lo que tú mereces Mefi-boset es la muerte, pero por amor a Jonatán mostraré mi misericordia. Como dice la escritura (Romanos 6:23 RV-60): La paga del pecado es muerte, eso es lo que mereces. Pero, por lo que alguien más hizo voy a mostrar mi misericordia. Eso es exactamente lo que Dios hizo con usted y conmigo.
No somos merecedores de Gracia, no somos merecedores de ningún tipo de misericordia. Dios ha tenido misericordia de nosotros por lo que alguien más hizo, por lo que Cristo hizo en la cruz muriendo por nuestros pecados. ¿Qué hace Dios con un perro muerto? Le muestra su misericordia.
La vida cambia de un instante a otro. Esta persona, la que está diciendo: Yo soy un perro muerto, ¿sabe quién era? Era un príncipe, era el nieto de Saúl. ¿Qué significa eso? Significa que Mefi-boset había estado gateando por el palacio real de su abuelo, que se había sentado a la mesa del rey, que existía la posibilidad que un día pudiera tener la corona en su cabeza y gobernar a una nación. Él no nació imposibilitado, se quedó así por un accidente el día que murió su abuelo y su padre.
Aquellos que hemos vivido un poco más, sabemos que un día estás lleno de salud levantándote a las 4 de la mañana para ir a trabajar, y meses más tarde te dice el doctor que tienes una enfermedad grave. Un día, tu vida matrimonial está al máximo y te vas a Cancún, y cuando regresas la mujer arma la maleta y te dice: me voy. Un día las cosas están bien, y al otro día tu hijo no llegó a dormir a casa porque está preso. La vida cambia de la noche a la mañana, y eso pasó, en este caso, con Mefi-boset. Resulta que hoy es paralítico, que está escondido, vive de arrimado y con el temor de que en cualquier momento llegan a matarlo.
- Misericordia.
¿Qué hizo David? Le mostró misericordia, igual que hizo Dios con nosotros.
Lamentaciones 3:22 (RV-60): Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. No hay una persona en esta tarde, ni en este santuario, ni de los que nos ven por las redes sociales, que pueda decir: “Yo merezco la salvación”.
Es por eso que, el pensamiento de que: “Yo me voy a ir al cielo porque soy bueno”, está completamente equivocado. Nadie va al cielo por ser bueno y nadie va al infierno por ser malo. Amados míos, al cielo se va por depositar tu fe y confianza en Jesucristo. Al infierno se va por no abrir tu corazón a Dios, simple y sencillamente. Pero nadie merece el cielo.
Hay una cosa que me encanta: el sentimiento de David de: ser un hombre libre. ¿Por qué digo esto? Porque David fue un rey sin deseo de venganza de sus enemigos. Mi querido y amado hermano, yo le aseguro que hay personas que le han ocasionado mal a usted, hay personas que le han ocasionado algún daño terrible y le han dejado una herida emocional, una cicatriz emocional profunda en su vida. Quizás ya pasaron 10 años, 20 años o 30 años, y usted se acuerda todavía de lo que le hicieron. Y cuando se acuerda de esa persona usted dice: desgraciado, ojalá te tragara la tierra. Ese deseo de venganza que usted puede tener contra ciertas personas, David no tenía eso. David se levantó esa mañana y dijo: ¿Hay algún familiar de Saúl que esté vivo porque le quiero mostrar misericordia? ¡Te das cuenta! ¿Contra quién se quiere vengar usted? ¿Quién le ha ocasionado tanto daño que usted no puede ver a esa persona? David estaba buscando a los hijos de Saúl, pero para hacer de ellos misericordia.
El deseo de venganza es cruel. El que tiene el deseo de que: me las tiene que pagar, esa persona que dice: conmigo no se juega. Usted necesita a alguien, necesita a Cristo en su corazón.
- Bendición.
¿Qué más hizo David? ¿Qué más hace Dios con un perro muerto?
2 Samuel 9: 7 (RV-60): Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. Te bendice.
Esas palabras hicieron millonario a Mefi-boset en el instante. Viene de esconderse, no puede caminar, vive en un lugar donde no hay pasto, vive en un lugar donde no hay ovejas. Pues tengo noticias para ti: No solamente voy a hacer misericordia dejándote la vida, sino que a partir de este instante voy a bendecirte. Te voy a devolver todo lo que era tuyo, todo lo que era de tu padre, lo que era de tu abuelo.
Hermano, usted no me dejará mentir: desde el día que conocimos a Jesucristo, como Señor y Salvador, Dios ha derramado sobre nosotros bendición, y bendición, y bendición y seguimos contando. ¿No es cierto? ¿Pruebas? Por supuesto, pero no nos sorprenden, porque el mismo Jesús dijo (Juan 16:33 RV-60): En el mundo tendréis aflicción; confiad, yo he vencido al mundo.
Yo cumplí esta semana pasada (17 de junio) 45 años de conocer a Jesús, de haberle entregado mi corazón; me acuerdo como si fue ayer porque impactó mi vida. Y desde ese entonces, a la fecha, yo lo único que puedo contar son bendiciones, bendiciones y bendiciones. ¡Ah pastor, pero usted se ha enfermado! Pablo dijo (2Corintios 11:29): ¿Quién se enferma, y yo no enfermo? De algo nos vamos a morir, mi hijo, no se preocupe. Si no es un achaque es otro, así como lo oye. Pero yo no paro de contar bendiciones, y bendiciones, y bendiciones, y bendiciones, porque aprendemos a ver la vida de una manera muy distinta. Todo lo que Dios hace a beneficio de alguien más, damos ¡Gloria al Señor! ¡Qué lindo! ¡Qué bendición!
- Exaltación.
¿Qué hizo David con Mefi-boset? ¿Qué hace Dios con un perro muerto? Lo exaltó.
2 Samuel 9: 7 (RV-60): Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. Es decir, David coloca a Mefi-boset en una posición de privilegio. Vas a comer siempre a mi mesa, estarás ante la presencia del rey todos los días. ¿No le parece que es una bendición grande? Le está diciendo: serás parte de la familia. Ahora tus necesidades están cubiertas.
Yo me imagino que la mesa del rey era una mesa grande. Hay que entender una cosa, en los tiempos bíblicos había matrimonios por razones políticas. Si usted lee atentamente 1ero y 2do Samuel, de Reyes y de Crónicas, se va a dar cuenta que cuando David llegó a Jerusalén comenzó a casarse con las hijas de los reyes que estaban los alrededores; porque así había alianzas. Entonces, ¡imagínate la mesa donde se sientan los príncipes con el rey! Yo me imagino cuando le mostraron el cuarto a Mefi-boset, le dijeron la hora de la cena. Y me imagino a las hijas preciosas de David, a los hijos preciosos que él tenía, comenzaron a llegar a la mesa y a platicar unos con otros, como acostumbraban. Supongo que se escucharon unas muletas acercándose y, pienso que las miradas de todos los que estaban sentados a la mesa, volvieron al lugar de donde venía el ruido, cuando vieron a una persona lisiada de los pies acercándose a la mesa, pero nadie sabía nada. Y seguramente el rey David con esa sonrisa en la cara de quien sabe todo, cuando nadie sabe nada, observando el rostro de ellos anuncia a Mefi-boset como el hijo de Jonatán. Y les dice: Este es Mefi-boset. Este hombre vivía en Lodebar, ahí no hay pastos, no hay ovejas, ahí no hay nada. Él ha vivido de arrimado, ha vivido escondido, ha vivido con miedo, con temor por ser descendiente del rey. Yo a su padre, Jonatán, le hice una promesa que: si un día yo llegaba a ser rey de Israel, tendría misericordia de su familia. Por eso, le he devuelto sus tierras, y le he mostrado la misericordia del rey.
¿Qué hace Dios con un perro muerto? Te muestra su misericordia. Te muestra sus bendiciones, te las entrega; además te pone en una posición donde te exaltan.
Lucas 22: 29-30 (RV-60): 29Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, 30para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. ¿Sabe usted que un día vamos a estar sentados a la mesa de Dios?
Yo les decía a ustedes hace un rato que, hubo un tiempo en mi vida donde yo me sentí como un perro muerto. Yo no conocía el evangelio cuando llegué a decir expresiones como esta: “Por mí nadie da ni cinco centavos”. Por la condición en la que yo había vivido. Es muy probable que una historia como ésta, quizás no haga tanto efecto en su corazón y en su vida como la hace en la mía. Porque en la casa donde yo crecí yo no me podía sentar a la mesa, porque la mesa era para los señores. Yo comía con las sirvientas de la casa, cuando los señores y los hijos de los señores habían terminado su comida, mientras tanto no podíamos sentarnos a la mesa. Yo no podía abrir el refri para sacar un poco de leche, yo tenía prohibido todo eso. El hermano Toby (papá) sabía todo esto, nosotros hablábamos de eso y él me contaba sus experiencias de niño, las situaciones por las que él atravesó. Un día, yo estaba en El Salvador, me dice el pastor Toby: David, necesito que estés en mi casa a las 6:30 de la tarde, deja lo que tengas que hacer. Y le digo: ¿Y cuál es la ocasión? Y me dice él: Ninguna, el presidente del país va a estar aquí conmigo yo quiero que tú te sientes a la mesa con nosotros. Y ese día, estaba en casa con el hermano Toby cuando llegó el presidente del país. Y ese día, cuando yo estaba sentado a esa mesa, me acordé de Mefi-boset. ¿Entiende? Yo era ese perro muerto, y mira dónde Dios me ha puesto por su misericordia.
Pero eso no es todo, el día que esté en la gloria voy a encontrar una mesa servida, y quizás un ángel me va a decir: Le presento a Abraham, y Abraham quizás, estará conversando con su hijo Isaac, y me van a decir: Vamos para que veas al profeta Isaías, y para que veas a Juan El Bautista. Y los discípulos me dirán: David, aquí está tu silla, tu plato preparado para esta gran cena que vamos a tener con el Rey de reyes y Señor de señores. Eso es lo que Dios puede hacer con nosotros.
Padre, te damos gracias por tu palabra. En esta hora Señor, yo exalto tu maravilloso nombre. Te bendigo, te glorifico Padre, y reconozco cada día de mi vida que no soy nada, ni nadie, sin ti. Tú eres lo mejor que me ha pasado. Tú eres lo mejor que le ha pasado a mi familia, a mis hijos. Tú eres lo mejor que le ha pasado a esta iglesia. En realidad, Señor, tú eres lo mejor que le ha pasado a este mundo. Nos diste el mejor regalo, nos diste a Jesús tu hijo, y apreciamos cada cosa que tú has hecho. ¿Cómo no amarte, Dios mío? ¿Cómo no servirte, Padre Santo? ¿Cómo no adorarte con el alma, con el corazón por tanto beneficio, por mostrarnos tu misericordia, por bendecirnos, por exaltarnos, por darnos promesas tan maravillosas Señor? Sabemos que un día esas promesas se harán realidad.
Mientras todos oramos, en esta hora, si usted nunca antes ha conocido a Cristo como el Señor y Salvador de su vida, hoy es un buen momento. Yo quiero invitarle para que le abra su corazón a Jesús y le diga: “Señor, yo te necesito. Yo necesito a Dios en mi vida en este momento”. Si usted quiere entregarle su alma al Señor, haga conmigo esta oración ahí donde está, y diga: Señor Jesús, en este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida, te entrego mi alma. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del calvario. Te doy gracias por poner tu cuerpo en lugar del mío y derramar tu sangre preciosa para el perdón de mis pecados. En este día te recibo como el Señor de mi vida. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.
Señor, nos gozamos con tu palabra. Bendice a tu pueblo. Despídenos con la paz y bendición que viene del cielo, en el nombre de Jesús, amén y amén. ¡Bendiciones!
¿Qué hace Dios con un perro muerto?
Junio 23, 2024 – 2:00PM | 2 Samuel 9:1-8 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Yo sé que aquí en Canadá, y en otras partes del mundo, se quieren a los perros a veces más que a los hijos. El mensaje de esta de esta tarde se llama: ¿Qué hace Dios con un perro muerto? La palabra del Señor en esta oportunidad la leeremos en el segundo de Samuel.
2 Samuel 9:1-8 (RV-60): Dijo David: 1¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? 2Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu siervo. 3El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. 4Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en lo de Lodebar. 5Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. 6Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. 7Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. 8Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?
Pidamos a Dios que nos bendiga: Señor, al estudiar tu palabra, tú conoces la necesidad de cada corazón. Cada alegría, cada gozo, que inunda nuestras almas. Yo te pido, a la hora de predicar tu mensaje, que sea tu Espíritu Santo el que nos guíe. Que nos ponga las palabras necesarias para bendecir las almas de tu pueblo en esta hora. Gracias por lo que hemos leído y lo que vamos a aprender, en el nombre de Jesús, amén.
Al estudiar la vida del rey David descubrimos, antes que David fuera rey, que fue un hombre humilde, que amaba a Dios, que tenía temor de Dios. David era un hombre muy diestro, muy inteligente. Dice la palabra que era músico, era poeta, compuso cantidad de Salmos, con razón se le conoce como: el dulce cantor de Israel; además de eso, también se le conoce como: el hombre conforme al corazón de Dios. Era un guerrero, dice la escritura que: cuando David era pastor de ovejas y venía un león o un oso para arrebatarle uno de los corderitos, él mataba a león o al oso; ¡un tremendo guerrero! Era valiente, no le tenía miedo a nada. Era atrevido, a tal grado que un día se le presentó un gran gigantón, y también lo derribó con una pedrada en la frente. Era humano. Se sintió solo, se sintió triste, experimentó soledad en todos los desiertos de Judea, experimentó el dolor y la angustia en medio de la guerra. Era líder también, porque la gente lo seguía. Llegó a tener un gran ejército, y unos hombres valientes que se le conoce como: “Los valientes de David”. Era un gran capitán, ganó muchas batallas. David fue el que declaró a Jerusalén como la capital de Israel.
Antes de David gobernó otro rey, ¿cómo se llamaba? Se llamaba Saúl. En un principio, el rey Saúl quería mucho a David y la razón por la que lo quería es, porque David había librado al pueblo de Israel del gigante Goliat. Pero, hubo una pequeña situación que Saúl no tomó en cuenta, que cuando regresaban de la batalla el pueblo salió a recibirlos y cantaban esta canción: “Saúl mató a sus miles, y David a sus diez miles”; eso no le gustó al rey; el rey pensaba que solamente le faltaba a David quedarse con el reino; y a partir de eso quiso matar a David. Espíritus malos vinieron de parte de Dios a Saúl; la situación se puso tan terrible que Saúl llegó a amargarse, se obsesionó; como algunas personas se obsesionan.
Uno de los hijos de Saúl, Jonatán, se hizo amigo de David. Ellos entrelazaron sus almas y se hicieron promesas. Un día, en medio de tanta adversidad, hicieron una promesa. David dice: cuando se muera tu papá, tú vas a ser el rey. Pero Jonatán le dice: No, yo que creo eres tú el que va a ser el rey de Israel. Y le dice David a Jonatán: Si tú llegas a ser rey, ten misericordia de mi familia, por favor. Y Jonatán le dice a David: Pero, si tú llegas a ser rey, ten misericordia de mi familia. Pasa el tiempo, y en una batalla muere el rey Saúl y todos sus hijos. Entonces el reino se queda sin un sucesor. Pero como a Dios nadie lo agarra de sorpresa, Él tenía preparado a David para ser el rey de Israel.
Cuando David llega al trono, recuerda la promesa de su gran amigo Jonatán. Pero escuche esto: cuando un nuevo rey llegaba al trono, buscaba los familiares del rey anterior para matarlos; por si algún día, alguien quisiera vengarse. Es por esto que Mefi-boset estaba escondido en un lugar, alejado, llamado: Lodebar, que significa sin pasto, sin ovejas. Imagínese usted, ¡Qué angustia podía sentir! Pero, David quería mostrar su amabilidad, su misericordia; y cuando Mefi-boset llega a la presencia del rey, éste le dice al joven: “No tengas miedo”, yo haré contigo misericordia por amor de tu padre Jonatán.
¿Qué es misericordia? Es un regalo inmerecido. Lo que tú mereces Mefi-boset es la muerte, pero por amor a Jonatán mostraré mi misericordia. Como dice la escritura (Romanos 6:23 RV-60): La paga del pecado es muerte, eso es lo que mereces. Pero, por lo que alguien más hizo voy a mostrar mi misericordia. Eso es exactamente lo que Dios hizo con usted y conmigo.
No somos merecedores de Gracia, no somos merecedores de ningún tipo de misericordia. Dios ha tenido misericordia de nosotros por lo que alguien más hizo, por lo que Cristo hizo en la cruz muriendo por nuestros pecados. ¿Qué hace Dios con un perro muerto? Le muestra su misericordia.
La vida cambia de un instante a otro. Esta persona, la que está diciendo: Yo soy un perro muerto, ¿sabe quién era? Era un príncipe, era el nieto de Saúl. ¿Qué significa eso? Significa que Mefi-boset había estado gateando por el palacio real de su abuelo, que se había sentado a la mesa del rey, que existía la posibilidad que un día pudiera tener la corona en su cabeza y gobernar a una nación. Él no nació imposibilitado, se quedó así por un accidente el día que murió su abuelo y su padre.
Aquellos que hemos vivido un poco más, sabemos que un día estás lleno de salud levantándote a las 4 de la mañana para ir a trabajar, y meses más tarde te dice el doctor que tienes una enfermedad grave. Un día, tu vida matrimonial está al máximo y te vas a Cancún, y cuando regresas la mujer arma la maleta y te dice: me voy. Un día las cosas están bien, y al otro día tu hijo no llegó a dormir a casa porque está preso. La vida cambia de la noche a la mañana, y eso pasó, en este caso, con Mefi-boset. Resulta que hoy es paralítico, que está escondido, vive de arrimado y con el temor de que en cualquier momento llegan a matarlo.
- Misericordia.
¿Qué hizo David? Le mostró misericordia, igual que hizo Dios con nosotros.
Lamentaciones 3:22 (RV-60): Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. No hay una persona en esta tarde, ni en este santuario, ni de los que nos ven por las redes sociales, que pueda decir: “Yo merezco la salvación”.
Es por eso que, el pensamiento de que: “Yo me voy a ir al cielo porque soy bueno”, está completamente equivocado. Nadie va al cielo por ser bueno y nadie va al infierno por ser malo. Amados míos, al cielo se va por depositar tu fe y confianza en Jesucristo. Al infierno se va por no abrir tu corazón a Dios, simple y sencillamente. Pero nadie merece el cielo.
Hay una cosa que me encanta: el sentimiento de David de: ser un hombre libre. ¿Por qué digo esto? Porque David fue un rey sin deseo de venganza de sus enemigos. Mi querido y amado hermano, yo le aseguro que hay personas que le han ocasionado mal a usted, hay personas que le han ocasionado algún daño terrible y le han dejado una herida emocional, una cicatriz emocional profunda en su vida. Quizás ya pasaron 10 años, 20 años o 30 años, y usted se acuerda todavía de lo que le hicieron. Y cuando se acuerda de esa persona usted dice: desgraciado, ojalá te tragara la tierra. Ese deseo de venganza que usted puede tener contra ciertas personas, David no tenía eso. David se levantó esa mañana y dijo: ¿Hay algún familiar de Saúl que esté vivo porque le quiero mostrar misericordia? ¡Te das cuenta! ¿Contra quién se quiere vengar usted? ¿Quién le ha ocasionado tanto daño que usted no puede ver a esa persona? David estaba buscando a los hijos de Saúl, pero para hacer de ellos misericordia.
El deseo de venganza es cruel. El que tiene el deseo de que: me las tiene que pagar, esa persona que dice: conmigo no se juega. Usted necesita a alguien, necesita a Cristo en su corazón.
- Bendición.
¿Qué más hizo David? ¿Qué más hace Dios con un perro muerto?
2 Samuel 9: 7 (RV-60): Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. Te bendice.
Esas palabras hicieron millonario a Mefi-boset en el instante. Viene de esconderse, no puede caminar, vive en un lugar donde no hay pasto, vive en un lugar donde no hay ovejas. Pues tengo noticias para ti: No solamente voy a hacer misericordia dejándote la vida, sino que a partir de este instante voy a bendecirte. Te voy a devolver todo lo que era tuyo, todo lo que era de tu padre, lo que era de tu abuelo.
Hermano, usted no me dejará mentir: desde el día que conocimos a Jesucristo, como Señor y Salvador, Dios ha derramado sobre nosotros bendición, y bendición, y bendición y seguimos contando. ¿No es cierto? ¿Pruebas? Por supuesto, pero no nos sorprenden, porque el mismo Jesús dijo (Juan 16:33 RV-60): En el mundo tendréis aflicción; confiad, yo he vencido al mundo.
Yo cumplí esta semana pasada (17 de junio) 45 años de conocer a Jesús, de haberle entregado mi corazón; me acuerdo como si fue ayer porque impactó mi vida. Y desde ese entonces, a la fecha, yo lo único que puedo contar son bendiciones, bendiciones y bendiciones. ¡Ah pastor, pero usted se ha enfermado! Pablo dijo (2Corintios 11:29): ¿Quién se enferma, y yo no enfermo? De algo nos vamos a morir, mi hijo, no se preocupe. Si no es un achaque es otro, así como lo oye. Pero yo no paro de contar bendiciones, y bendiciones, y bendiciones, y bendiciones, porque aprendemos a ver la vida de una manera muy distinta. Todo lo que Dios hace a beneficio de alguien más, damos ¡Gloria al Señor! ¡Qué lindo! ¡Qué bendición!
- Exaltación.
¿Qué hizo David con Mefi-boset? ¿Qué hace Dios con un perro muerto? Lo exaltó.
2 Samuel 9: 7 (RV-60): Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. Es decir, David coloca a Mefi-boset en una posición de privilegio. Vas a comer siempre a mi mesa, estarás ante la presencia del rey todos los días. ¿No le parece que es una bendición grande? Le está diciendo: serás parte de la familia. Ahora tus necesidades están cubiertas.
Yo me imagino que la mesa del rey era una mesa grande. Hay que entender una cosa, en los tiempos bíblicos había matrimonios por razones políticas. Si usted lee atentamente 1ero y 2do Samuel, de Reyes y de Crónicas, se va a dar cuenta que cuando David llegó a Jerusalén comenzó a casarse con las hijas de los reyes que estaban los alrededores; porque así había alianzas. Entonces, ¡imagínate la mesa donde se sientan los príncipes con el rey! Yo me imagino cuando le mostraron el cuarto a Mefi-boset, le dijeron la hora de la cena. Y me imagino a las hijas preciosas de David, a los hijos preciosos que él tenía, comenzaron a llegar a la mesa y a platicar unos con otros, como acostumbraban. Supongo que se escucharon unas muletas acercándose y, pienso que las miradas de todos los que estaban sentados a la mesa, volvieron al lugar de donde venía el ruido, cuando vieron a una persona lisiada de los pies acercándose a la mesa, pero nadie sabía nada. Y seguramente el rey David con esa sonrisa en la cara de quien sabe todo, cuando nadie sabe nada, observando el rostro de ellos anuncia a Mefi-boset como el hijo de Jonatán. Y les dice: Este es Mefi-boset. Este hombre vivía en Lodebar, ahí no hay pastos, no hay ovejas, ahí no hay nada. Él ha vivido de arrimado, ha vivido escondido, ha vivido con miedo, con temor por ser descendiente del rey. Yo a su padre, Jonatán, le hice una promesa que: si un día yo llegaba a ser rey de Israel, tendría misericordia de su familia. Por eso, le he devuelto sus tierras, y le he mostrado la misericordia del rey.
¿Qué hace Dios con un perro muerto? Te muestra su misericordia. Te muestra sus bendiciones, te las entrega; además te pone en una posición donde te exaltan.
Lucas 22: 29-30 (RV-60): 29Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, 30para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. ¿Sabe usted que un día vamos a estar sentados a la mesa de Dios?
Yo les decía a ustedes hace un rato que, hubo un tiempo en mi vida donde yo me sentí como un perro muerto. Yo no conocía el evangelio cuando llegué a decir expresiones como esta: “Por mí nadie da ni cinco centavos”. Por la condición en la que yo había vivido. Es muy probable que una historia como ésta, quizás no haga tanto efecto en su corazón y en su vida como la hace en la mía. Porque en la casa donde yo crecí yo no me podía sentar a la mesa, porque la mesa era para los señores. Yo comía con las sirvientas de la casa, cuando los señores y los hijos de los señores habían terminado su comida, mientras tanto no podíamos sentarnos a la mesa. Yo no podía abrir el refri para sacar un poco de leche, yo tenía prohibido todo eso. El hermano Toby (papá) sabía todo esto, nosotros hablábamos de eso y él me contaba sus experiencias de niño, las situaciones por las que él atravesó. Un día, yo estaba en El Salvador, me dice el pastor Toby: David, necesito que estés en mi casa a las 6:30 de la tarde, deja lo que tengas que hacer. Y le digo: ¿Y cuál es la ocasión? Y me dice él: Ninguna, el presidente del país va a estar aquí conmigo yo quiero que tú te sientes a la mesa con nosotros. Y ese día, estaba en casa con el hermano Toby cuando llegó el presidente del país. Y ese día, cuando yo estaba sentado a esa mesa, me acordé de Mefi-boset. ¿Entiende? Yo era ese perro muerto, y mira dónde Dios me ha puesto por su misericordia.
Pero eso no es todo, el día que esté en la gloria voy a encontrar una mesa servida, y quizás un ángel me va a decir: Le presento a Abraham, y Abraham quizás, estará conversando con su hijo Isaac, y me van a decir: Vamos para que veas al profeta Isaías, y para que veas a Juan El Bautista. Y los discípulos me dirán: David, aquí está tu silla, tu plato preparado para esta gran cena que vamos a tener con el Rey de reyes y Señor de señores. Eso es lo que Dios puede hacer con nosotros.
Padre, te damos gracias por tu palabra. En esta hora Señor, yo exalto tu maravilloso nombre. Te bendigo, te glorifico Padre, y reconozco cada día de mi vida que no soy nada, ni nadie, sin ti. Tú eres lo mejor que me ha pasado. Tú eres lo mejor que le ha pasado a mi familia, a mis hijos. Tú eres lo mejor que le ha pasado a esta iglesia. En realidad, Señor, tú eres lo mejor que le ha pasado a este mundo. Nos diste el mejor regalo, nos diste a Jesús tu hijo, y apreciamos cada cosa que tú has hecho. ¿Cómo no amarte, Dios mío? ¿Cómo no servirte, Padre Santo? ¿Cómo no adorarte con el alma, con el corazón por tanto beneficio, por mostrarnos tu misericordia, por bendecirnos, por exaltarnos, por darnos promesas tan maravillosas Señor? Sabemos que un día esas promesas se harán realidad.
Mientras todos oramos, en esta hora, si usted nunca antes ha conocido a Cristo como el Señor y Salvador de su vida, hoy es un buen momento. Yo quiero invitarle para que le abra su corazón a Jesús y le diga: “Señor, yo te necesito. Yo necesito a Dios en mi vida en este momento”. Si usted quiere entregarle su alma al Señor, haga conmigo esta oración ahí donde está, y diga: Señor Jesús, en este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida, te entrego mi alma. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz del calvario. Te doy gracias por poner tu cuerpo en lugar del mío y derramar tu sangre preciosa para el perdón de mis pecados. En este día te recibo como el Señor de mi vida. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.
Señor, nos gozamos con tu palabra. Bendice a tu pueblo. Despídenos con la paz y bendición que viene del cielo, en el nombre de Jesús, amén y amén. ¡Bendiciones!