Dios perdóname, así como yo perdono a los demás
marzo 20, 2022 – 1:30pm | Mateo 6:12 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a abrir la palabra del Señor en Mateo capítulo 6. En el versículo 7 y 8, tenemos lo que se conoce como “El Sermón del Monte”. El que vamos a leer es el versículo 12 (RV-60) dice de la siguiente manera: Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Imagínense que les pudiéramos decir eso al banco, ¿verdad?
La Traducción en Lenguaje Actual (TLA) dice de la siguiente manera: Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal.
El mensaje de esta tarde, trae un mensaje solo en el título:
“Dios perdóname, así como yo perdono a los demás”.
Sabemos que nuestro Señor Jesucristo fue a la cruz para perdonar nuestros pecados. Sabemos que derramó su sangre para perdonar nuestros pecados. Jesús sufrió el escarnio, sufrió la corona de espinas, los clavos en sus manos, en sus pies; para el perdón de nuestros pecados. Sabemos que sufrió y murió para el perdón de nuestros pecados, y también sabemos que Dios espera que nosotros perdonamos a los que nos han ofendido, de la misma manera que Él nos ha perdonado.
¿Por qué es tan difícil perdonar?
¿Por qué cuesta tanto perdonar?
Psicólogos y psicólogos cristianos dicen que los daños que otras personas nos ocasionan nos producen un enojo y una molestia tan grandes que no podemos controlar nuestro dominio propio, que es la habilidad de perdonar. Estamos molestos, estamos enojados. Dicen los que saben acerca de este tema, que la emoción del daño nos hace ciegos y no entendemos ningún tipo de explicación cuando a alguien lo han ofendido, lo han dañado en cualquier ámbito de su vida. Y en ese momento la persona que nos ofendió es considerada como un enemigo o como una enemiga. Creemos que la persona merece un castigo, es decir, la falta de perdón produce en nosotros un deseo de venganza y, en algunos, hasta el uso de violencia.
Las cárceles y los cementerios están llenos de personas que no pudieron perdonar, y buscaron vengarse por ellos mismos.
La falta de perdón produce odio, rencor, dolor, amargura, deseo profundo de ver sufrir a la otra persona. Yo no sé, ¿cuántos de ustedes han atravesado por alguna situación en la vida donde se les ha hecho difícil perdonar? Y yo entiendo el tema, lo entiendo porque, yo me he amargado en más de alguna oportunidad por situaciones que han pasado en mi vida. Hay una diferencia abismal entre la teoría y la práctica, con relación al perdón. Es una situación terrible, porque no es lo mismo hablar simple y sencillamente del perdón. Es fácil decir: “es que tienes que perdonar”, claro porque no es de usted que abusaron. No es de usted que hablaron mal. No es de usted que dijeron lo que dijeron. No es a usted al que ofendieron. No es a usted a quien le fue infiel. Pero entendemos y sabemos que la falta de perdón crea a un esclavo. La persona que sufre es el que no puede perdonar. Yo soy el que sufro si no perdono. La otra persona está feliz de la vida, tranquilo.
Leí un artículo en internet que se llama: “Mi ex esposo infiel está feliz y yo amargada”. Y el artículo dice lo siguiente: “Mi marido me dejó hace diez años por una mujer más joven con la que tenía una aventura. Todos mis amigos dijeron que él solo le haría a ella lo mismo que me hizo a mí. Pero mi hija, que prácticamente vive con ellos en este momento, dice que están felices. Salen a caminar tomados de la mano y acaban de anunciar que esperan otro bebé. Podría estar engañándola pero parece que el hombre duerme en casa todas las noches. Dice que me dejó porque no era feliz con nuestro matrimonio y siempre lo había sido, lo cual no es cierto, porque todo el mundo dice que éramos la pareja más feliz. Abandonó mi familia y ahora parece que no hay justicia en este mundo. Él está feliz y yo estoy muy enojada todo el tiempo. Se comprometió conmigo cuando quedé embarazada de nuestro primer hijo pero un día decidió que ya no éramos lo suficientemente buenos para él. Es tan injusto que me haya tratado tan mal y sin embargo yo hasta traté bien a su nueva esposa. No hice absolutamente nada malo y sin embargo yo soy quien está sufriendo. ¿Cómo puedo superar esto? Mi ex marido está feliz y yo estoy amargada.
Corrie Ten Boom, una escritora dijo: “Perdonar es liberar a un cautivo y al perdonar te das cuenta que el cautivo eras tú”.
La respuesta es, simple y sencillamente, “hay que perdonar”. El perdón es el primer paso hacia la sanidad emocional.
Y quiero, antes de continuar, mencionar que simpatizo con aquellas personas que lastimosa y desgraciadamente fueron abusadas verbal, física, emocionalmente, sexualmente, en alguna parte de su vida. Bajo ningún punto de vista quiero decir que su sufrimiento no vale la pena. No quiero decir que lo que le pasó a usted fue cualquier cosa. ¡De ninguna manera! Especialmente cuando tenemos mentes débiles, mentes fuertes, personas que logran superar ciertas circunstancias en la vida. Como también hay otras que me han dicho: “Pastor usted me disculpa, yo puedo perdonar a cualquier persona que me haga cualquier daño en la vida, pero a ese desgraciado yo no lo puedo perdonar”. La gente me lo ha dicho y yo me sorprendo y digo: pero, ¿cómo es posible que usted tiene a Cristo en el corazón y no pueda perdonar? Ay, es que no sé pastor. Es que no le puedo explicar, pero hay algo en mi corazón, hay algo en mi vida, que me impide poder hacerlo.
En la oración del Padre Nuestro, Jesús dijo: perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal. La pregunta iglesia es: ¿Con qué cara nos podemos presentar delante de Dios a pedir perdón, si nosotros no perdonamos?
El evangelio es de cada momento, es de cada día, de cada instante. Yo sé que algunas personas dicen que ellos piden perdón a la hora de acostarse. No, yo pido perdón todo el día hermano. Y cada vez que estoy orando con una persona. ¿Cómo podemos ir ante Dios diciendo: “Señor perdóname esto que yo he hecho, pero a éste lo mato?
Yo se hermano que hay situaciones complicadas, hay situaciones difíciles. Yo me acuerdo siendo un niño, como entró una señora a la casa donde nosotros vivíamos. La señora estaba endiablada y se fue encima de mi tía. Se agarraron del pelo. ¡Fue terrible la situación! Y bueno es complicado, pues la señora estaba defendiendo su familia y la de la casa también estaba defendiendo la de ella. Y se crean situaciones difíciles en la vida.
¿Qué pasa cuando tú propio hermano, hijo de tu papá, hijo de tu mamá, te falsifica un documento allá en tu país para adueñarse de las cosas que le pertenecen a ustedes dos y lo hizo para robarte? Y te llama y te pregunta ¿cómo estás? Y cuando cuelga te dice “te quiero mucho”. Pero no le dice te quiero robar mucho. ¿Qué hace con una situación como esa? Y usted regresa a su país y si se da cuenta lo que su hermano hizo.
Yo les he comentado a ustedes en otros sermones de esta señora que de EE.UU viajó a El Salvador a visitar a su hermana. La señora miembro de la iglesia, hermana muy querida, pero el marido no. Y esta señora que había viajado para allá tampoco era creyente. Y mientras la hermanita se iba para el culto, la hermana de ella, hermana en la carne, se quedaba con el marido de ella. La señora, la hermana de ella se regresó para EE.UU. Lo curioso fue que a la vuelta de tres meses regresó a El Salvador y le dijo a su propia hermana: tengo algo que confesarte. Estoy embarazada y no es de mi esposo en EE.UU, porque aquel ya no funciona. Y la hermana le dice: es de tu marido.
¡Eso es triste hermano! Yo me acuerdo como que fue ayer cuando esta mujer entró a mi oficina, desgarrada emocionalmente. La señora perdía el aire. Decía, pastor jamás en la vida me imaginé una situación como ésta. ¿Qué hago pastor? Lo que usted me diga.
Y hermanos también es bien importante saber ¿a quién le pide consejos usted? Una mujer dañada debe tener el sumo cuidado, de tener la sabiduría de Dios para saber a quién pedirle un consejo. Porque si usted le va a pedir un consejo a una mujer que le fue en la feria igual que a usted ¡ahí ya se armó! ¡Matemos esa vieja, yo te ayudo!
Y volviendo a la historia, ese día nos calmamos, oramos y le dije no vamos a tomar una decisión en este momento. Esperémonos, vamos a confiar, vamos a orar, porque vamos a pensar una tontera. Ya ella la quería estrangular en el nombre del Señor. Ella decía, voy a abrir la Biblia y donde ponga el dedo eso es lo que voy a hacer, y aparecía: Y Judas se ahorcó. Yo la ahorco, decía la señora entonces. Es complicado y ustedes hermanos no se imaginan lo que esta mujer terminó haciendo. La hermana engañando a su marido en EE.UU. diciéndole, es que estoy enferma. Se esperó a dar a luz y su hermanita linda le dijo esto es lo que vamos a hacer: me vas a dejar al niño y lo voy a criar como si fuera mío. Tú te vas a regresar con tu marido como que no pasa nada. Ella se quedó criando a su sobrino, porque era hijo de su hermana. Luego recuerdo que diez u once años más tarde veo a la hermanita entrar otra vez en mi oficina. Yo me dije: ¡Ay, ojalá que no haya venido la hermana otra vez! Ahora la pregunta era: ¿Pastor debo decirle la verdad muchacho? Lo que usted me diga. ¡Claro! ¡Yo se lo cuento!
Yo le aseguro que si yo reúno a 3, 4 o 5 mujeres y hago una mesa redonda, un panel, algunas dirían: “yo no pastor”. Ya me imagino a algunas personas. Pero el asunto es este: ¿cómo le puede dar la cara a Dios para pedirle perdón, si usted no puede perdonar a otra persona? ¿A ver qué hace?
Yo he conocido a personas que dicen: “A mí aunque me mande al infierno Dios, pero a esa mujer no la perdono” Y le digo: “No se preocupe, menos mal que usted ya sabe para dónde va”.
Es que es complicado hermano, hay una serie de mensajes, de situaciones difíciles, crueles. Donde usted dice: ¿Qué es lo que hago, pues? Nosotros como creyentes, déjeme decirles, opción no tenemos. En la Biblia está lo que hay que hacer.
Entonces dígame, ¿cómo? Me pongo de rodillas, levanto mis manos, Señor: perdona mis faltas. Ahora no podemos justificarnos delante de Dios y decirle: “tú conoces mi corazón Señor, y tú sabes que yo a esa no la puedo perdonar”
Marcos 11:25 dice: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Mientras estamos hablando hoy este día, piense por un instante, algo contra alguien en la vida, en su niñez, su juventud; si tienes algo contra alguien perdona, para que también vuestro Padre que está n los cielos os perdone a vosotros.
Se acuerda usted de aquella porción de la escritura que dice, que si usted está en enemistad con alguien y trae su ofrenda, me encanta que el Señor dice deja tu ofrenda aquí, y vaya a ponerse a cuentas con su hermano.
Somos seres emocionales y nos enojamos, nos molestamos, por situaciones, por cosas. Ya sea un cónyuge que fue infiel. De un padre que lo defraudó cuando era niño, o de un amigo que compartió algo confidencial. Todos tenemos que enfrentarnos a la realidad del perdón.
La historia de Paco.
El hijo había ofendido gravemente a su papá, y se habían distanciado por mucho tiempo. El hijo se escapó, se fue, y el padre salió a buscarlo. Lo buscó por mucho tiempo sin encontrarlo. Finalmente, en un último esfuerzo, desesperado por encontrar a Paco, el papá, decidió poner un anuncio en el diario de mayor circulación en la ciudad. El anuncio decía: “Querido Paco, encuéntrame frente a la oficina de este periódico el sábado al mediodía, te perdono hijo. Te amo. Tu padre.” Ese sábado aparecieron más de mil Pacos, buscando el perdón y el amor de sus padres.
Es que hay una necesidad en el alma, la necesidad de ser perdonados. Solo Dios tiene el derecho de saber lo que una persona merece. Un cristiano nunca, pero nunca, debe tratar de decir lo que una persona merece. Dios es el único, que puede hacerlo.
Todos sabemos que Jesús fue a la cruz, para perdón de nuestros pecados. Derramó su sangre, para el perdón de mis pecados. Sufrió, para el perdón de mis pecados. Murió, para el perdón de mis pecados. Ahora te dice: “Ve y perdona” y tú dices: “yo no”.
Y a veces guardamos cosas. Hace un tiempo tuve una persona que me dijo: “pastor yo no puedo perdonar esta persona”. Y ya le dije a Dios, ya le dije a Dios que me voy a morir sin perdonar, no es culpa mía. Son personas que no entienden el evangelio todavía.
Yo quisiera en esta oportunidad hablarles de algunos casos de la Biblia, tal vez uno en esta tarde, de lo que es un verdadero perdón. Y muchos conocemos esta historia, la historia de José.
Se acuerda usted de José, hijo de Jacob, dice la Biblia que era el hijo favorito de su papá, porque le había nacido en la vejez. Recuerda usted que el papá le había mandado a hacer una túnica de muchos colores, y resulta que los demás hermanos se llenaron de envidia. Dijeron, mi papá siempre este es el favorito, este es el que quiere. Pero de repente un día José tuvo un sueño de unos manojos de trigo y el manojo de él estaba por encima de los otros. Lo que él estaba queriendo dar a entender a sus hermanos es que el sueño que él había tenido, demostraba que un día sus hermanos estarían sirviéndole a él, y se enojaron más todavía. ¿Qué quieres decir, que un día nosotros te vamos a servir a ti? ¡Tú estás loco! La primera oportunidad que tuvieron sus hermanos, aprovecharon para hacerle daño, para hacerle mal. Lo metieron en una cisterna. El hombre (José) les gritaba desde la cisterna, diciendo que no lo mataran, que no lo dejaran allí. Pero cuando hay maldad en el corazón, hermano, la gente es capaz de hacer cualquier estupidez. Cuando no hay temor de Dios en el alma, la gente hace cualquier estupidez. Y no les importó. De repente aparecieron unos mercaderes. Ellos dijeron, mira allí vienen unos madianitas. (Se vendían esclavos en aquel entonces.) Aquí tenemos a este hombre. Se lo vendemos. Y le pagaron el precio de un esclavo y se lo llevaron. Usted conoce la historia de cómo José llegó a parar a Egipto y allí sufrió. Si tenía 17 añitos el muchacho imagínate. En un país que no era el país de él, con una cultura diferente, con maltratos; porque lo trataron como esclavo. Yo me imagino, la Biblia no lo dice, pero debe haber sido terrible pensar ¿Y mis hermanos por qué hicieron eso contra mí? ¿Cómo es posible que no escucharan mis gritos cuando les pedí que no me mataran, que no me dejaran? No les importó. Fue a parar a la cárcel. ¿Sabe por cuánto tiempo? Doce largos años estuvo preso. Supongo que no había noche en esa oscura cárcel, que José no pensara en su papá y en sus hermanos.
Bueno un día la familia de Jacob tenía hambre y mandaron a buscar comida a Egipto. Resulta que ya después de todo ese tiempo, José ahora tenía 30 años, más o menos. Habían pasado 13 años y ahora él era el segundo, después de faraón. Era el mandamás, era el que gobernaba, era el que manda, era el que tenía la última palabra. Y ahí llegamos a Génesis, capítulo 45 y vamos a echar un vistazo del versículo 1 en adelante. Los hermanos llegan a Egipto y se encuentran con su hermano pero no lo reconocen. Pero José si los reconoce a ellos. Déjenme decirles que si yo le pregunto a cada uno ¿cuál es el pasaje de la Biblia favorito, pero no tanto favorito, sino que lo estremece; eligieran este? Yo diría, a mí este. En toda la Biblia, fíjate que aún la muerte de Cristo que es una cosa tan linda quizás porque ya la sabemos todos, pero este pasaje de lo que sucedió con José a mí me estremece cada vez que lo leo. Me hace el corazón vibrar y digo ¡Ay dios mío cómo es posible! Y ahora José ve a los hermanos y se estremeció José porque los reconoció. Le dio ganas de llorar. En este versículo ya cuando habían pasado varias cosas, porque José cuando los vio, les habló mal dice la escritura, pero lo hizo a propósito. A tal grado que los hermanos dijeron ¡Ay esto que nos está pasando, esta angustia es por lo que le hicimos a nuestro hermano! Eso se llama: culpabilidad, cargo de conciencia. Y en ese versículo uno dice: 1No podía ya José contenerse delante de todos lo que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. 2Entonces se dio a llorar a gritos; y lo oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. 3Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Miren, miren la pregunta. Mire la angustia. Por eso digo yo que este hombre en todos esos años ha de haber estado pensando en su papito. Porque era lo máximo para él. Su papá lo quería muchísimo, más que todos sus hermanos. En el versículo 4 dice: 4Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Es uno de los temas más adelante, perdón y olvido. Pero mire usted el corazón de este hombre. 5Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Se da cuenta que con esto que tenemos enfrente hace mucho sentido aquel versículo de la Biblia que dice: que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien. Esto es a los que conforme a su propósito son llamados. Dios fue el que me envió. Y luego, si echamos un vistazo al versículo 7, dice: 7Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. 8Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. La pregunta es: ¿qué hubiera hecho usted? Vale la pena pensarlo porque hay gente que nos hizo sufrir mucho. Hay personas que nos hicieron sufrir demasiado.
Esta semana yo escuché un testimonio, que deje de oírlo porque me partía el alma. “Un hombre que creció engañado que su hermano había muerto de otras causas. Cuando el vino a descubrir años más tarde que su hermano había muerto por una paliza que su mamá le había dado. Y el hombre cuenta en su testimonio. Como su madre lo dejaba con el tío mientras ella se iba a trabajar. Y el hombre dice mi tío era un hombre gordo. Mi hermana era menor que yo y obligaba a mi hermana a acostarse con él y luego me pedía a mí que me bajara los pantalones y hacía lo mismo conmigo. Y cuando nosotros le contamos a nuestra mamá lo que el tío hacía con nosotros la señora no le puso atención. Lo siguió dejando con el tío. Y los obligaba que cada vez que veían al tío tenían que darle un beso en el cachete y sentarse en sus piernas. El hombre dice, yo crecí con un resentimiento profundo. Hubo un momento dice, que a mí se me metió el diablo en la cabeza y yo quería matar a mi mamá.”
Hermanos hay gente en este mundo que ha sufrido mucho y déjeme decirte que solamente por la Gracia de Dios se puede llegar a un punto de perdonar. Aquellas personas que han atravesado por situaciones difíciles en la vida, a medida que usted se acerque más a Dios, y entienda el perdón que usted ha recibido de Dios, entonces va a entender la maldad del corazón de mucha gente, y que Dios nos manda a perdonar a esta gente.
Hubo un caso en la universidad de Texas. Se llama A&M. Una universidad de agricultura y mecánica. La universidad se fundó por los mil ochocientos y pico, hoy parece que tienen más cursos que estos mencionados. Esto está documentado también en el internet. Dice que un jurado acusó a cuatro estudiantes de la universidad de Texas, de cargos penales, por la muerte de un miembro del cuerpo de cadetes que murió; después de ser sacado de la cama y obligado a realizar ejercicios. Aquellos que han estado en las escuelas militares saben lo que es esto. Los cargos se presentaron por la muerte de Bruce Goodrich, de 20 años de edad, de Webster, New York. Un estudiante y nuevo miembro de los cadetes. Los estudiantes que tenían un año antes que él lo despertaron a las 2:30 de la mañana y lo obligaron a correr y hacer flexiones y abdominales durante aproximadamente una hora, en un clima cálido y húmedo. El joven cadete colapsó, pero lo obligaron a seguir corriendo como parte de los ejercicios y este joven de 20 años murió. Poco tiempo después de la tragedia, el padre de Bruce escribió esta carta a la administración, a la facultad, al alumnado y al cuerpo de cadetes. El padre escribió lo siguiente: “Me gustaría aprovechar esta oportunidad, para expresar el agradecimiento de mi familia por la gran muestra de preocupación y simpatía de la universidad de Texas A&M y la comunidad universitaria por la pérdida de nuestro hijo Bruce. Nos conmovió profundamente el homenaje que se le rindió en el batallón. Nos complació particularmente notar, que su testimonio cristiano no pasó desapercibido durante su breve tiempo en el campus.” El padre continuó diciendo: “Espero que sea un consuelo saber que no albergamos malos sentimientos en este asunto. Sabemos que nuestro Dios no comete errores. Bruce tenía una cita con su Señor y ahora está seguro en su hogar celestial.”
Cuando se hace la pregunta ¿por qué sucedió esto? Tal vez la mejor respuesta sea, para que muchos consideren ¿dónde pasarán eternidad?
Le mataron a su hijo, otros jovencitos que abusaron de esta situación. Que lo sacaron a las 2 de la mañana. ¿Cuál sería la actitud suya si hubieran hecho esto, con uno de nuestros hijos? Solamente una persona que entiende a Dios, que comprende a Dios, que entiende el gran perdón que ha recibido de parte del Señor, puede tener una actitud como esta iglesia, Porque de lo contrario ¿con qué cara nos presentamos delante del Señor, a pedirle perdón si nosotros no somos capaces de perdonar?
Jesús vino a pagar una deuda que no debía. Porque nosotros teníamos una deuda que no podíamos pagar.
Incline su rostro, oremos al Señor.
Padre querido, el perdón es un tema difícil, complicado y necesario. Padre, tantas personas guardan rencor, resentimiento, enojo en sus corazones. Estamos sentidos por lo que nos hicieron. Nos han dañado, nos han ofendido y por nuestra cabeza pasaron tantas cosas malas, deseo de venganza, deseo de que paguen lo que han hecho. Pero al contemplar a Jesús en esa cruz del calvario, pensamos que Jesús, pagó mi deuda, porque él no debía nada. ¿Cómo es posible que yo no pueda perdonar aquella persona que ha cometido un agravio contra mí? Señor, libera a nuestros corazones. Te ruego por todas aquellas personas que en este momento, tienen algo contra alguien. Por aquellos que han llorado, que han clamado y les cuesta. Ha sido un tormento desde el día que abusaron de ellos. Yo te pido Padre Santo, que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, pueda sanar corazones; puedan liberar corazones y hacernos libres. Para eso fue Jesús a la cruz, para perdonar nuestras faltas. Para eso murió Jesús, para perdonar nuestros pecados. Amados míos, de igual manera Dios espera que nosotros perdonemos a aquellos que nos han ofendido.
Mientras todos oramos, si hay alguna persona que nunca antes ha recibido a Cristo en su corazón; y me dice en esta tarde: “Pastor David, yo necesito a Dios en mi vida. Yo necesito al Señor en mi corazón”. Si alguna persona en esta hora quiere recibir a Cristo, ahí donde está, yo le invito para que abra su corazón y reciba a Jesús como el Señor y Salvador de su vida. Hoy es un buen día para comenzar, si usted quiere entregarle su vida a Cristo, yo le invito para que se ponga de pie, ahí donde está. Póngase de pie, levante su mano, déjenos orar por usted. Si hay alguien que le entrega su corazón a Jesús, venga a los pies de Cristo, entregue su vida a Dios. Comience una vida nueva a partir de ahora, no tenga vergüenza, no tenga temor, entréguele su corazón a Cristo.
Usted que nos mira por las redes sociales, también usted puede entregarle su corazón a Jesús, dígale: “Señor, te pido perdón por mis pecados, abro mi corazón, te recibo como el Señor y Salvador de mi vida”. Si usted hizo esta oración de corazón, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y de su bendita palabra.
Señor te damos gracias por tu palabra y te pido Padre, que comience la sanidad en muchos corazones. Ayúdanos a entender el mensaje tuyo también. No es posible Señor, recibir tu perdón y nosotros no perdonar a nuestros deudores. Bendícenos en el nombre de Jesús oramos, amen y amen.
Amado mío que la paz de Cristo les acompañe. Que Dios me los bendiga.
Dios perdóname, así como yo perdono a los demás
marzo 20, 2022 – 1:30pm | Mateo 6:12 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a abrir la palabra del Señor en Mateo capítulo 6. En el versículo 7 y 8, tenemos lo que se conoce como “El Sermón del Monte”. El que vamos a leer es el versículo 12 (RV-60) dice de la siguiente manera: Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Imagínense que les pudiéramos decir eso al banco, ¿verdad?
La Traducción en Lenguaje Actual (TLA) dice de la siguiente manera: Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal.
El mensaje de esta tarde, trae un mensaje solo en el título:
“Dios perdóname, así como yo perdono a los demás”.
Sabemos que nuestro Señor Jesucristo fue a la cruz para perdonar nuestros pecados. Sabemos que derramó su sangre para perdonar nuestros pecados. Jesús sufrió el escarnio, sufrió la corona de espinas, los clavos en sus manos, en sus pies; para el perdón de nuestros pecados. Sabemos que sufrió y murió para el perdón de nuestros pecados, y también sabemos que Dios espera que nosotros perdonamos a los que nos han ofendido, de la misma manera que Él nos ha perdonado.
¿Por qué es tan difícil perdonar?
¿Por qué cuesta tanto perdonar?
Psicólogos y psicólogos cristianos dicen que los daños que otras personas nos ocasionan nos producen un enojo y una molestia tan grandes que no podemos controlar nuestro dominio propio, que es la habilidad de perdonar. Estamos molestos, estamos enojados. Dicen los que saben acerca de este tema, que la emoción del daño nos hace ciegos y no entendemos ningún tipo de explicación cuando a alguien lo han ofendido, lo han dañado en cualquier ámbito de su vida. Y en ese momento la persona que nos ofendió es considerada como un enemigo o como una enemiga. Creemos que la persona merece un castigo, es decir, la falta de perdón produce en nosotros un deseo de venganza y, en algunos, hasta el uso de violencia.
Las cárceles y los cementerios están llenos de personas que no pudieron perdonar, y buscaron vengarse por ellos mismos.
La falta de perdón produce odio, rencor, dolor, amargura, deseo profundo de ver sufrir a la otra persona. Yo no sé, ¿cuántos de ustedes han atravesado por alguna situación en la vida donde se les ha hecho difícil perdonar? Y yo entiendo el tema, lo entiendo porque, yo me he amargado en más de alguna oportunidad por situaciones que han pasado en mi vida. Hay una diferencia abismal entre la teoría y la práctica, con relación al perdón. Es una situación terrible, porque no es lo mismo hablar simple y sencillamente del perdón. Es fácil decir: “es que tienes que perdonar”, claro porque no es de usted que abusaron. No es de usted que hablaron mal. No es de usted que dijeron lo que dijeron. No es a usted al que ofendieron. No es a usted a quien le fue infiel. Pero entendemos y sabemos que la falta de perdón crea a un esclavo. La persona que sufre es el que no puede perdonar. Yo soy el que sufro si no perdono. La otra persona está feliz de la vida, tranquilo.
Leí un artículo en internet que se llama: “Mi ex esposo infiel está feliz y yo amargada”. Y el artículo dice lo siguiente: “Mi marido me dejó hace diez años por una mujer más joven con la que tenía una aventura. Todos mis amigos dijeron que él solo le haría a ella lo mismo que me hizo a mí. Pero mi hija, que prácticamente vive con ellos en este momento, dice que están felices. Salen a caminar tomados de la mano y acaban de anunciar que esperan otro bebé. Podría estar engañándola pero parece que el hombre duerme en casa todas las noches. Dice que me dejó porque no era feliz con nuestro matrimonio y siempre lo había sido, lo cual no es cierto, porque todo el mundo dice que éramos la pareja más feliz. Abandonó mi familia y ahora parece que no hay justicia en este mundo. Él está feliz y yo estoy muy enojada todo el tiempo. Se comprometió conmigo cuando quedé embarazada de nuestro primer hijo pero un día decidió que ya no éramos lo suficientemente buenos para él. Es tan injusto que me haya tratado tan mal y sin embargo yo hasta traté bien a su nueva esposa. No hice absolutamente nada malo y sin embargo yo soy quien está sufriendo. ¿Cómo puedo superar esto? Mi ex marido está feliz y yo estoy amargada.
Corrie Ten Boom, una escritora dijo: “Perdonar es liberar a un cautivo y al perdonar te das cuenta que el cautivo eras tú”.
La respuesta es, simple y sencillamente, “hay que perdonar”. El perdón es el primer paso hacia la sanidad emocional.
Y quiero, antes de continuar, mencionar que simpatizo con aquellas personas que lastimosa y desgraciadamente fueron abusadas verbal, física, emocionalmente, sexualmente, en alguna parte de su vida. Bajo ningún punto de vista quiero decir que su sufrimiento no vale la pena. No quiero decir que lo que le pasó a usted fue cualquier cosa. ¡De ninguna manera! Especialmente cuando tenemos mentes débiles, mentes fuertes, personas que logran superar ciertas circunstancias en la vida. Como también hay otras que me han dicho: “Pastor usted me disculpa, yo puedo perdonar a cualquier persona que me haga cualquier daño en la vida, pero a ese desgraciado yo no lo puedo perdonar”. La gente me lo ha dicho y yo me sorprendo y digo: pero, ¿cómo es posible que usted tiene a Cristo en el corazón y no pueda perdonar? Ay, es que no sé pastor. Es que no le puedo explicar, pero hay algo en mi corazón, hay algo en mi vida, que me impide poder hacerlo.
En la oración del Padre Nuestro, Jesús dijo: perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal. La pregunta iglesia es: ¿Con qué cara nos podemos presentar delante de Dios a pedir perdón, si nosotros no perdonamos?
El evangelio es de cada momento, es de cada día, de cada instante. Yo sé que algunas personas dicen que ellos piden perdón a la hora de acostarse. No, yo pido perdón todo el día hermano. Y cada vez que estoy orando con una persona. ¿Cómo podemos ir ante Dios diciendo: “Señor perdóname esto que yo he hecho, pero a éste lo mato?
Yo se hermano que hay situaciones complicadas, hay situaciones difíciles. Yo me acuerdo siendo un niño, como entró una señora a la casa donde nosotros vivíamos. La señora estaba endiablada y se fue encima de mi tía. Se agarraron del pelo. ¡Fue terrible la situación! Y bueno es complicado, pues la señora estaba defendiendo su familia y la de la casa también estaba defendiendo la de ella. Y se crean situaciones difíciles en la vida.
¿Qué pasa cuando tú propio hermano, hijo de tu papá, hijo de tu mamá, te falsifica un documento allá en tu país para adueñarse de las cosas que le pertenecen a ustedes dos y lo hizo para robarte? Y te llama y te pregunta ¿cómo estás? Y cuando cuelga te dice “te quiero mucho”. Pero no le dice te quiero robar mucho. ¿Qué hace con una situación como esa? Y usted regresa a su país y si se da cuenta lo que su hermano hizo.
Yo les he comentado a ustedes en otros sermones de esta señora que de EE.UU viajó a El Salvador a visitar a su hermana. La señora miembro de la iglesia, hermana muy querida, pero el marido no. Y esta señora que había viajado para allá tampoco era creyente. Y mientras la hermanita se iba para el culto, la hermana de ella, hermana en la carne, se quedaba con el marido de ella. La señora, la hermana de ella se regresó para EE.UU. Lo curioso fue que a la vuelta de tres meses regresó a El Salvador y le dijo a su propia hermana: tengo algo que confesarte. Estoy embarazada y no es de mi esposo en EE.UU, porque aquel ya no funciona. Y la hermana le dice: es de tu marido.
¡Eso es triste hermano! Yo me acuerdo como que fue ayer cuando esta mujer entró a mi oficina, desgarrada emocionalmente. La señora perdía el aire. Decía, pastor jamás en la vida me imaginé una situación como ésta. ¿Qué hago pastor? Lo que usted me diga.
Y hermanos también es bien importante saber ¿a quién le pide consejos usted? Una mujer dañada debe tener el sumo cuidado, de tener la sabiduría de Dios para saber a quién pedirle un consejo. Porque si usted le va a pedir un consejo a una mujer que le fue en la feria igual que a usted ¡ahí ya se armó! ¡Matemos esa vieja, yo te ayudo!
Y volviendo a la historia, ese día nos calmamos, oramos y le dije no vamos a tomar una decisión en este momento. Esperémonos, vamos a confiar, vamos a orar, porque vamos a pensar una tontera. Ya ella la quería estrangular en el nombre del Señor. Ella decía, voy a abrir la Biblia y donde ponga el dedo eso es lo que voy a hacer, y aparecía: Y Judas se ahorcó. Yo la ahorco, decía la señora entonces. Es complicado y ustedes hermanos no se imaginan lo que esta mujer terminó haciendo. La hermana engañando a su marido en EE.UU. diciéndole, es que estoy enferma. Se esperó a dar a luz y su hermanita linda le dijo esto es lo que vamos a hacer: me vas a dejar al niño y lo voy a criar como si fuera mío. Tú te vas a regresar con tu marido como que no pasa nada. Ella se quedó criando a su sobrino, porque era hijo de su hermana. Luego recuerdo que diez u once años más tarde veo a la hermanita entrar otra vez en mi oficina. Yo me dije: ¡Ay, ojalá que no haya venido la hermana otra vez! Ahora la pregunta era: ¿Pastor debo decirle la verdad muchacho? Lo que usted me diga. ¡Claro! ¡Yo se lo cuento!
Yo le aseguro que si yo reúno a 3, 4 o 5 mujeres y hago una mesa redonda, un panel, algunas dirían: “yo no pastor”. Ya me imagino a algunas personas. Pero el asunto es este: ¿cómo le puede dar la cara a Dios para pedirle perdón, si usted no puede perdonar a otra persona? ¿A ver qué hace?
Yo he conocido a personas que dicen: “A mí aunque me mande al infierno Dios, pero a esa mujer no la perdono” Y le digo: “No se preocupe, menos mal que usted ya sabe para dónde va”.
Es que es complicado hermano, hay una serie de mensajes, de situaciones difíciles, crueles. Donde usted dice: ¿Qué es lo que hago, pues? Nosotros como creyentes, déjeme decirles, opción no tenemos. En la Biblia está lo que hay que hacer.
Entonces dígame, ¿cómo? Me pongo de rodillas, levanto mis manos, Señor: perdona mis faltas. Ahora no podemos justificarnos delante de Dios y decirle: “tú conoces mi corazón Señor, y tú sabes que yo a esa no la puedo perdonar”
Marcos 11:25 dice: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Mientras estamos hablando hoy este día, piense por un instante, algo contra alguien en la vida, en su niñez, su juventud; si tienes algo contra alguien perdona, para que también vuestro Padre que está n los cielos os perdone a vosotros.
Se acuerda usted de aquella porción de la escritura que dice, que si usted está en enemistad con alguien y trae su ofrenda, me encanta que el Señor dice deja tu ofrenda aquí, y vaya a ponerse a cuentas con su hermano.
Somos seres emocionales y nos enojamos, nos molestamos, por situaciones, por cosas. Ya sea un cónyuge que fue infiel. De un padre que lo defraudó cuando era niño, o de un amigo que compartió algo confidencial. Todos tenemos que enfrentarnos a la realidad del perdón.
La historia de Paco.
El hijo había ofendido gravemente a su papá, y se habían distanciado por mucho tiempo. El hijo se escapó, se fue, y el padre salió a buscarlo. Lo buscó por mucho tiempo sin encontrarlo. Finalmente, en un último esfuerzo, desesperado por encontrar a Paco, el papá, decidió poner un anuncio en el diario de mayor circulación en la ciudad. El anuncio decía: “Querido Paco, encuéntrame frente a la oficina de este periódico el sábado al mediodía, te perdono hijo. Te amo. Tu padre.” Ese sábado aparecieron más de mil Pacos, buscando el perdón y el amor de sus padres.
Es que hay una necesidad en el alma, la necesidad de ser perdonados. Solo Dios tiene el derecho de saber lo que una persona merece. Un cristiano nunca, pero nunca, debe tratar de decir lo que una persona merece. Dios es el único, que puede hacerlo.
Todos sabemos que Jesús fue a la cruz, para perdón de nuestros pecados. Derramó su sangre, para el perdón de mis pecados. Sufrió, para el perdón de mis pecados. Murió, para el perdón de mis pecados. Ahora te dice: “Ve y perdona” y tú dices: “yo no”.
Y a veces guardamos cosas. Hace un tiempo tuve una persona que me dijo: “pastor yo no puedo perdonar esta persona”. Y ya le dije a Dios, ya le dije a Dios que me voy a morir sin perdonar, no es culpa mía. Son personas que no entienden el evangelio todavía.
Yo quisiera en esta oportunidad hablarles de algunos casos de la Biblia, tal vez uno en esta tarde, de lo que es un verdadero perdón. Y muchos conocemos esta historia, la historia de José.
Se acuerda usted de José, hijo de Jacob, dice la Biblia que era el hijo favorito de su papá, porque le había nacido en la vejez. Recuerda usted que el papá le había mandado a hacer una túnica de muchos colores, y resulta que los demás hermanos se llenaron de envidia. Dijeron, mi papá siempre este es el favorito, este es el que quiere. Pero de repente un día José tuvo un sueño de unos manojos de trigo y el manojo de él estaba por encima de los otros. Lo que él estaba queriendo dar a entender a sus hermanos es que el sueño que él había tenido, demostraba que un día sus hermanos estarían sirviéndole a él, y se enojaron más todavía. ¿Qué quieres decir, que un día nosotros te vamos a servir a ti? ¡Tú estás loco! La primera oportunidad que tuvieron sus hermanos, aprovecharon para hacerle daño, para hacerle mal. Lo metieron en una cisterna. El hombre (José) les gritaba desde la cisterna, diciendo que no lo mataran, que no lo dejaran allí. Pero cuando hay maldad en el corazón, hermano, la gente es capaz de hacer cualquier estupidez. Cuando no hay temor de Dios en el alma, la gente hace cualquier estupidez. Y no les importó. De repente aparecieron unos mercaderes. Ellos dijeron, mira allí vienen unos madianitas. (Se vendían esclavos en aquel entonces.) Aquí tenemos a este hombre. Se lo vendemos. Y le pagaron el precio de un esclavo y se lo llevaron. Usted conoce la historia de cómo José llegó a parar a Egipto y allí sufrió. Si tenía 17 añitos el muchacho imagínate. En un país que no era el país de él, con una cultura diferente, con maltratos; porque lo trataron como esclavo. Yo me imagino, la Biblia no lo dice, pero debe haber sido terrible pensar ¿Y mis hermanos por qué hicieron eso contra mí? ¿Cómo es posible que no escucharan mis gritos cuando les pedí que no me mataran, que no me dejaran? No les importó. Fue a parar a la cárcel. ¿Sabe por cuánto tiempo? Doce largos años estuvo preso. Supongo que no había noche en esa oscura cárcel, que José no pensara en su papá y en sus hermanos.
Bueno un día la familia de Jacob tenía hambre y mandaron a buscar comida a Egipto. Resulta que ya después de todo ese tiempo, José ahora tenía 30 años, más o menos. Habían pasado 13 años y ahora él era el segundo, después de faraón. Era el mandamás, era el que gobernaba, era el que manda, era el que tenía la última palabra. Y ahí llegamos a Génesis, capítulo 45 y vamos a echar un vistazo del versículo 1 en adelante. Los hermanos llegan a Egipto y se encuentran con su hermano pero no lo reconocen. Pero José si los reconoce a ellos. Déjenme decirles que si yo le pregunto a cada uno ¿cuál es el pasaje de la Biblia favorito, pero no tanto favorito, sino que lo estremece; eligieran este? Yo diría, a mí este. En toda la Biblia, fíjate que aún la muerte de Cristo que es una cosa tan linda quizás porque ya la sabemos todos, pero este pasaje de lo que sucedió con José a mí me estremece cada vez que lo leo. Me hace el corazón vibrar y digo ¡Ay dios mío cómo es posible! Y ahora José ve a los hermanos y se estremeció José porque los reconoció. Le dio ganas de llorar. En este versículo ya cuando habían pasado varias cosas, porque José cuando los vio, les habló mal dice la escritura, pero lo hizo a propósito. A tal grado que los hermanos dijeron ¡Ay esto que nos está pasando, esta angustia es por lo que le hicimos a nuestro hermano! Eso se llama: culpabilidad, cargo de conciencia. Y en ese versículo uno dice: 1No podía ya José contenerse delante de todos lo que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. 2Entonces se dio a llorar a gritos; y lo oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. 3Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Miren, miren la pregunta. Mire la angustia. Por eso digo yo que este hombre en todos esos años ha de haber estado pensando en su papito. Porque era lo máximo para él. Su papá lo quería muchísimo, más que todos sus hermanos. En el versículo 4 dice: 4Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Es uno de los temas más adelante, perdón y olvido. Pero mire usted el corazón de este hombre. 5Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Se da cuenta que con esto que tenemos enfrente hace mucho sentido aquel versículo de la Biblia que dice: que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien. Esto es a los que conforme a su propósito son llamados. Dios fue el que me envió. Y luego, si echamos un vistazo al versículo 7, dice: 7Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. 8Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. La pregunta es: ¿qué hubiera hecho usted? Vale la pena pensarlo porque hay gente que nos hizo sufrir mucho. Hay personas que nos hicieron sufrir demasiado.
Esta semana yo escuché un testimonio, que deje de oírlo porque me partía el alma. “Un hombre que creció engañado que su hermano había muerto de otras causas. Cuando el vino a descubrir años más tarde que su hermano había muerto por una paliza que su mamá le había dado. Y el hombre cuenta en su testimonio. Como su madre lo dejaba con el tío mientras ella se iba a trabajar. Y el hombre dice mi tío era un hombre gordo. Mi hermana era menor que yo y obligaba a mi hermana a acostarse con él y luego me pedía a mí que me bajara los pantalones y hacía lo mismo conmigo. Y cuando nosotros le contamos a nuestra mamá lo que el tío hacía con nosotros la señora no le puso atención. Lo siguió dejando con el tío. Y los obligaba que cada vez que veían al tío tenían que darle un beso en el cachete y sentarse en sus piernas. El hombre dice, yo crecí con un resentimiento profundo. Hubo un momento dice, que a mí se me metió el diablo en la cabeza y yo quería matar a mi mamá.”
Hermanos hay gente en este mundo que ha sufrido mucho y déjeme decirte que solamente por la Gracia de Dios se puede llegar a un punto de perdonar. Aquellas personas que han atravesado por situaciones difíciles en la vida, a medida que usted se acerque más a Dios, y entienda el perdón que usted ha recibido de Dios, entonces va a entender la maldad del corazón de mucha gente, y que Dios nos manda a perdonar a esta gente.
Hubo un caso en la universidad de Texas. Se llama A&M. Una universidad de agricultura y mecánica. La universidad se fundó por los mil ochocientos y pico, hoy parece que tienen más cursos que estos mencionados. Esto está documentado también en el internet. Dice que un jurado acusó a cuatro estudiantes de la universidad de Texas, de cargos penales, por la muerte de un miembro del cuerpo de cadetes que murió; después de ser sacado de la cama y obligado a realizar ejercicios. Aquellos que han estado en las escuelas militares saben lo que es esto. Los cargos se presentaron por la muerte de Bruce Goodrich, de 20 años de edad, de Webster, New York. Un estudiante y nuevo miembro de los cadetes. Los estudiantes que tenían un año antes que él lo despertaron a las 2:30 de la mañana y lo obligaron a correr y hacer flexiones y abdominales durante aproximadamente una hora, en un clima cálido y húmedo. El joven cadete colapsó, pero lo obligaron a seguir corriendo como parte de los ejercicios y este joven de 20 años murió. Poco tiempo después de la tragedia, el padre de Bruce escribió esta carta a la administración, a la facultad, al alumnado y al cuerpo de cadetes. El padre escribió lo siguiente: “Me gustaría aprovechar esta oportunidad, para expresar el agradecimiento de mi familia por la gran muestra de preocupación y simpatía de la universidad de Texas A&M y la comunidad universitaria por la pérdida de nuestro hijo Bruce. Nos conmovió profundamente el homenaje que se le rindió en el batallón. Nos complació particularmente notar, que su testimonio cristiano no pasó desapercibido durante su breve tiempo en el campus.” El padre continuó diciendo: “Espero que sea un consuelo saber que no albergamos malos sentimientos en este asunto. Sabemos que nuestro Dios no comete errores. Bruce tenía una cita con su Señor y ahora está seguro en su hogar celestial.”
Cuando se hace la pregunta ¿por qué sucedió esto? Tal vez la mejor respuesta sea, para que muchos consideren ¿dónde pasarán eternidad?
Le mataron a su hijo, otros jovencitos que abusaron de esta situación. Que lo sacaron a las 2 de la mañana. ¿Cuál sería la actitud suya si hubieran hecho esto, con uno de nuestros hijos? Solamente una persona que entiende a Dios, que comprende a Dios, que entiende el gran perdón que ha recibido de parte del Señor, puede tener una actitud como esta iglesia, Porque de lo contrario ¿con qué cara nos presentamos delante del Señor, a pedirle perdón si nosotros no somos capaces de perdonar?
Jesús vino a pagar una deuda que no debía. Porque nosotros teníamos una deuda que no podíamos pagar.
Incline su rostro, oremos al Señor.
Padre querido, el perdón es un tema difícil, complicado y necesario. Padre, tantas personas guardan rencor, resentimiento, enojo en sus corazones. Estamos sentidos por lo que nos hicieron. Nos han dañado, nos han ofendido y por nuestra cabeza pasaron tantas cosas malas, deseo de venganza, deseo de que paguen lo que han hecho. Pero al contemplar a Jesús en esa cruz del calvario, pensamos que Jesús, pagó mi deuda, porque él no debía nada. ¿Cómo es posible que yo no pueda perdonar aquella persona que ha cometido un agravio contra mí? Señor, libera a nuestros corazones. Te ruego por todas aquellas personas que en este momento, tienen algo contra alguien. Por aquellos que han llorado, que han clamado y les cuesta. Ha sido un tormento desde el día que abusaron de ellos. Yo te pido Padre Santo, que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, pueda sanar corazones; puedan liberar corazones y hacernos libres. Para eso fue Jesús a la cruz, para perdonar nuestras faltas. Para eso murió Jesús, para perdonar nuestros pecados. Amados míos, de igual manera Dios espera que nosotros perdonemos a aquellos que nos han ofendido.
Mientras todos oramos, si hay alguna persona que nunca antes ha recibido a Cristo en su corazón; y me dice en esta tarde: “Pastor David, yo necesito a Dios en mi vida. Yo necesito al Señor en mi corazón”. Si alguna persona en esta hora quiere recibir a Cristo, ahí donde está, yo le invito para que abra su corazón y reciba a Jesús como el Señor y Salvador de su vida. Hoy es un buen día para comenzar, si usted quiere entregarle su vida a Cristo, yo le invito para que se ponga de pie, ahí donde está. Póngase de pie, levante su mano, déjenos orar por usted. Si hay alguien que le entrega su corazón a Jesús, venga a los pies de Cristo, entregue su vida a Dios. Comience una vida nueva a partir de ahora, no tenga vergüenza, no tenga temor, entréguele su corazón a Cristo.
Usted que nos mira por las redes sociales, también usted puede entregarle su corazón a Jesús, dígale: “Señor, te pido perdón por mis pecados, abro mi corazón, te recibo como el Señor y Salvador de mi vida”. Si usted hizo esta oración de corazón, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y de su bendita palabra.
Señor te damos gracias por tu palabra y te pido Padre, que comience la sanidad en muchos corazones. Ayúdanos a entender el mensaje tuyo también. No es posible Señor, recibir tu perdón y nosotros no perdonar a nuestros deudores. Bendícenos en el nombre de Jesús oramos, amen y amen.
Amado mío que la paz de Cristo les acompañe. Que Dios me los bendiga.