¿Si el hijo pródigo hubiese tenido mamá?
Mayo 12, 2024 – 2:00 PM | Lucas 15:11-32 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Muchas felicidades a las madrecitas una vez más. Vamos a abrir la palabra en el evangelio de Lucas, vamos a leer una historia extremadamente conocida.
Lucas 15:11-2 (RV-60): 11También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual envió a su hacienda para que apacentara cerdos. 16Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; Hazme como a uno de tus jornaleros. 20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música oyó las danzas; 26y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28Entonces enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Padre, háblanos al corazón en este día. Reconocemos que tú eres un Padre lleno de amor y de misericordia, lleno de gracia. Bendice el mensaje de tu palabra en nuestros corazones, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Quiero decir, desde un principio, que esta parábola, esta porción de la escritura, nos habla precisamente de un padre que representa a Dios. Nos habla del amor, de la gracia, de la misericordia de un padre por un hijo perdido. Sin embargo, en esta oportunidad, yo quisiera que le echáramos un vistazo a esta porción de la escritura desde un punto de vista un poquito diferente.
Yo le he llamado al mensaje de esta hora: Si el hijo pródigo hubiera tenido mamá. La Biblia no nos habla de la mamá del pródigo, entonces, es pura especulación porque no sabemos si se había muerto la señora, ¿verdad?
En este día, queremos recordar a todas las madres: A las madres que tenemos lejos de nosotros, a las madres que ya partieron con el Señor, a las madres que quisieron ser madres y nunca pudieron. También recordamos a las madres cuyos hijos ya partieron, damos tributo a estas madres; a aquellas madres que eligieron ser solteras para servir a Dios, aquellas madres que son bien “padres”. Honrar también a las madres descuidadas por sus hijos, es decir, aquellas madres que son abandonadas y hacerles sentir que aquí tienen una familia.
El pasaje de la escritura que leímos es una de las narraciones más conocidas de la Biblia, pero a esta historia le hace falta un personaje. Esta historia nos habla de un padre y nos habla de dos hijos, pero no nos dice nada acerca de la madre.
La historia del hijo pródigo es una historia de amor, de gracia, una historia de misericordia que nos presenta el amor de un padre por su hijo perdido. Nadie sabe qué pasó con la madre del hijo pródigo, pero me gustaría reflexionar en los próximos minutos ¿qué hubiera pasado, si el hijo pródigo hubiera tenido a su madre en casa?
Sin lugar a duda, amados hermanos, las madres tienen un sexto sentido, y no es en sentido contrario, que conste. Nadie las engaña. Las madres dan a las hijas una mirada y le preguntan: ¿por qué tan poca ropa hija? ¿Con quién vas a salir? A los hijos les dicen: ese amigo tuyo no me gusta. El sexto sentido de las madres tiene mucho que ver con discernimiento, es un instinto maternal, es una intuición, de madre, única El sexto sentido de una madre le hace saber que algo no está bien con su hijo(a) aunque no les digan nada por no preocuparla.
Las madres tienen una percepción extrasensorial, algunos le llaman corazonada o presentimiento. Algunos estudiosos dicen que se debe a esa conexión física, esa conexión mental y emocional que se desarrolla durante los nueve meses que la criatura estuvo en su vientre. La madre sabe cuando el hijo o la hija mienten, reconocen patrones, identifican las tendencias de los hijos, notan los cambios en los hijos. Conocen perfectamente la voz del hijo(a), conocen su mirada, saben si ocultan algo. Las madres tienen un sexto sentido para saber si alguien como pareja te conviene o solamente te va a lastimar. Tu mamá te dice que no le gusta una amistad, y al poco tiempo te hace daño o te involucra en problemas donde no deberías estar involucrado. Ese es el sexto sentido de las madres, que verdaderamente no se equivocan.
Me pregunto: ¿Qué tipo de conversación hubiera tenido la madre con el hijo pródigo cuando el hijo pródigo estaba dándole vuelta en su cabeza qué es lo que él quería hacer? Quizás: “Te veo pensativo hijo, ¿qué te pasa? Estás muy callado, ¿qué cosas estarán pasando por esa cabeza? ¡Ni creas que te voy a permitir que hagas tonteras!” ¿Qué conversación habría sido?
El pasaje de la escritura nos dice simple y sencillamente que el hijo pródigo vino al papá y le pidió, le exigió. Una madre hubiera notado, en su hijo, que algo no estaba normal, que algo no estaba bien. Una madre es protectora, protege a sus hijos del peligro, de las malas amistades y de las malas relaciones. Una madre dice: “conmigo lo que quieran, pero con mis hijos no se metan porque se van a dar cuenta quién soy yo.”
Una historia cuenta que, en un día caluroso de verano, en el sur de la Florida, un niño salió a jugar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, cuando vio con horror a un cocodrilo. Enseguida corrió hacia su hijo gritando lo más fuerte que podía. Oyéndolo el niño, se alarmó y comenzó a nadar hacia fuera, pero fue demasiado tarde. El cocodrilo agarró las piernitas del niño, pero la mamá agarró fuertemente a su hijo por los brazos, con toda la fuerza de su corazón mientras gritaba por ayuda. El cocodrilo era fuerte, pero el amor de esta mamá era más fuerte. Un hombre que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió, aunque sus piernitas sufrieron bastante daño pudo llegar a caminar. Cuando el niño salió del trauma, un periodista entrevistó al niño y le preguntó si le quería mostrar las cicatrices de sus piernas. El niño levantó la sábana y se la mostró. Pero entonces, con gran orgullo se subió las mangas y le dijo al periodista: “pero las que usted debe ver son estas”. Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza y el niño le dijo: las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida”. Una madre es protectora
Me pregunto: ¿qué le hubiera dicho la madre al hijo pródigo? ¿Para qué le vas a pedir a tu papá? ¡Qué cosa! ¿A dónde te vas a ir? ¿Y usted cree que se manda solo? Usted no va para ningún lado, además, ese dinero es de su hermano, si lo quiere pídasela a él. (Recuerden que el dinero era para el hermano mayor).
Una madre es consejera, una madre enseña valores, enseña principios. Por ejemplo: arregle su cama, no desperdicie la comida, aprenda a hacer sus cosas, haga sus tareas, no sea sucio.
Proverbios 1: 8 (RV-60): Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre.
Proverbios 6:20 (RV-60): Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre.
Una madre guía a sus hijos en sus decisiones. ¿Cómo habrá sido la conversación de la mamá? Yo pienso, ¿cómo habría sido la conversación con su esposo? Porque una madre arrasa con toda la familia: “cuidadito y se le ocurra darle dinero a ese muchacho, yo no sé lo que tiene en la cabeza. Si quiere dinero que trabaje”. ¡Qué bonito! Nadie las engaña. Protectora de sus hijos.
La madre es consejera, una madre tiene un amor incalculable por sus hijos. Yo me acuerdo que era 1973, yo tenía 11 años de edad, cuando el último tío que vivía en casa, el tío Mario, partió de casa siendo un joven rumbo a Estados Unidos. Ese día mi abuela me pidió que en la parte de atrás (por dentro) de la puerta yo le escribiera la fecha en que su hijo salía rumbo a los Estados Unidos. No había un día que mi abuela no se acordara de él. Y en aquellos dorados tiempos no había manera de comunicarse, ni señales de humo. Solo la promesa del tío, que nada más se estabilizara el se comunicaba. Pasaron meses, hasta que llegó el día que el tío se comunicó con la abuela. Y fue un día extremadamente feliz para ella. Las madres tienen un amor incalculable por sus hijos.
En la Biblia no nos dice que el padre lo haya aconsejado. Es muy probable que sí, pero no sabemos porque no nos lo dice la escritura. Pero yo le garantizo que una madre, aunque no se le pida consejo te los da. Una madre te obliga a sentarte y te dice: me vas a escuchar y te dice lo que te tiene que decir. El hijo pródigo a pesar de todos los consejos se fue; sin duda que a esa madre le partió el corazón, como le parte el corazón la partida de cualquier hijo. Pasaría noches enteras sin dormir pensando en su hijo, ¿habrá comido mi hijo? ¿Cómo estará? ¿Estará en un lugar seguro? ¿Le estará yendo bien? ¿Por qué no se ha comunicado?
La palabra del Señor dice que al hijo pródigo le fue mal, se gastó todo el dinero, tuvo hambre y vivió de arrimado. Y en esa oportunidad fue cuando el hijo volvió en sí, y dijo: Ya no puedo seguir viviendo de esta manera, voy a volver a casa. Y menciona una vez más a su papá: volveré a casa de mi padre y le diré padre he pecado contra el cielo, he pecado contra ti, ya no soy digno de ser llamado uno de tus hijos. Hazme como uno de tus trabajadores, papá, como a uno de tus jornaleros, con eso me conformo. El padre lo vio venir de lejos y fue movido a misericordia. Dice la palabra que corrió, se echó sobre su cuello y le besó. ¿Qué hubiera hecho esa madre? Sin duda, esa madre oraba constantemente por ese hijo que había salido de casa y no sabía dónde se encontraba.
En la conducta de los hijos está la felicidad o la desgracia de los padres. Tienen gran poder los hijos, sin darse cuenta. En la conducta de los hijos está el dolor o el remedio (la medicina) de mamá. En la conducta de los hijos está el orgullo o está la vergüenza, la satisfacción o el descontento, la alegría, la tristeza o el quebranto del corazón de una madre.
Déjame decirte también que, una madre es profeta de consecuencias. ¡Ay Dios mío! Es raro que le vaya bien a un hijo o a una hija que no le hace caso a su mamá. En la adolescencia y la juventud es difícil escuchar a los padres, es difícil entender que lo que nos dicen es por nuestro bien; que no es que tenga una maestría en exhortación, es que: simple y sencillamente es madre. A muchas madres no les fue bien en la vida y no quieren que se repita la historia con sus hijos. Hay madres que han tenido que soportar a un marido borracho y no quieren que su hija termine en las garras de otro borracho; y por más exhortación que una madre quiera dar en esas edades, los hijos(as) no prestamos atención al consejo de la madre, no se presta atención al consejo del papá, ni del pastor, ni de nadie. Queremos vivir nuestras propias vidas y sufrir las consecuencias, como el caso del pródigo. ¿Qué le habrá dicho la madre del pródigo cuando regresó a casa? Te veo flaco hijo, estás pálido, usted no ha estado comiendo bien. Yo se lo dije, pero como usted es necio, ahí están las consecuencias. Es que una madre es profeta de consecuencias, una madre te ve al salir de casa y sabe cuándo regresas que te falta o que traes que no tenías. La madre sabe.
El padre del muchacho ordenó: saquen el mejor vestido, pongan un anillo en su mano, calzado en sus pies, maten el becerro lo más gordo, traigan la música, hagamos fiesta. Porque este mi hijo era muerto y ha revivido, se había perdido y es hallado. Y dice la palabra que comenzaron a regocijarse. Y es que una madre es el corazón de la familia.
Es que no se salva nadie, no se salva nadie, porque yo le garantizo que esta madre no solamente tuvo que vérselas con el hijo menor, que pidió la mitad de los bienes, tuvo que vérselas también con este padre que soltó la platita y no solamente con ellos dos; sino también con el hijo mayor que era un amargado. En el versículo 25 dice que el hermano mayor cuando supo lo que había sucedido se enojó y no quería entrar a la casa. La escritura dice que el padre salió y le rogaba al hijo mayor que entrara. Yo le aseguro que, si la madre está ahí, mete a la casa a puros sopapos (golpes) al chamaco.
¿Qué dijo el padre al hijo mayor? Hijo, tú siempre estás conmigo, todas mis cosas son tuyas más era necesario hacer fiesta y regocijarnos; porque este tu hermano era muerto y ha revivido. Se había perdido y es hallado. ¿Qué le hubiera dicho la mamá a este hijo amargado, dígame usted? ¿Y a usted qué le pasa? Deje esa envidia tan grande y quítese esas tonteras de la cabeza.
Si el hijo pródigo hubiera tenido una madre, es muy probable que la historia hubiera sido diferente. Aunque entendemos perfectamente bien, que la historia del pródigo, en realidad le digo, nosotros la conocemos como la historia del hijo pródigo; pero, en realidad es: la historia del amor de un padre.
Por lo general hay más mujeres que hombres en las congregaciones, sin embargo, revistas cristianas dicen que las féminas de la generación Z (nacidos a principios del 2000) demuestran menos religiosidad que los hombres. ¿Qué quiere decir? Que, en las nuevas generaciones, las jovencitas, las señoritas manifiestan menos religiosidad que los hombres.
En nuestros tiempos usted tiene un gran desafío con sus hijas. Una madre es una mujer de fe, y lo hemos visto, pero tienen un gran desafío en estos tiempos en la educación de sus hijos y la instrucción de ellos a los caminos del Señor. El más grande deseo del corazón de una madre es ver a sus hijos en la casa de Dios. El más grande deseo en el corazón de una mamá es ver a sus hijos que amen a Dios, que sirvan a Dios. Que asistan a la iglesia con ganas, con deseos de estar acá. Yo sé que hay madrecitas que sus hijos están aquí en la casa del Señor en este día, pero simple y sencillamente, porque es el día de las madres; es muy probable que volvamos a verlos para Navidad o para el cumpleaños de su mamá, porque ella se lo pida o se lo exija. Cada día es mayor el desafío.
Como iglesia, yo puedo ver la situación de una manera diferente. Cuando yo leo estas estadísticas, que las leo con mucha tristeza, me pongo a pensar: si el desafío para aquellas madres piadosas, para aquellas madres que aman a Dios, que sirven a Dios, y que se sacrifican por el reino de Dios, si el desafío para ellas es grande, ¿cómo no será el desafío para aquellas madres que ven con indiferencia el evangelio? ¡Imagínate! Para esas madres que, con todo el respeto que merece todo el mundo, vienen un domingo al mes nada más, porque el reino de Dios no es prioridad, porque piensan que no es necesario estar metidos en una iglesia, cuando la Biblia dice todo lo contrario: que no hay que dejar de congregarse como algunos tienen por costumbre.
Amados míos, si el hijo pródigo hubiera tenido una madre, yo le garantizo que las cosas hubieran sido distintas. Si el hijo pródigo hubiera tenido una madre como la mía, yo le aseguro que lo hubiera amarrado y no lo deja salir; es más, yo le aseguro que no solamente amarra al hijo pródigo, sino amarra al padre y al hijo mayor también para que no salga ninguno. Por esa protección de madre que hay en el corazón de cada una ellas.
Mis queridos y amados hermanos, en este día tan especial, que Dios bendiga el corazón de cada madre. Que Dios bendiga cada lágrima, porque no hay una madre que no haya llorado, que no haya sufrido, que no se haya esforzado, sacrificado. Ojalá y los hijos pudiéramos ser considerados con papá, considerados con mamá, en todo sentido. Ojalá y los hijos pudiéramos ayudar también a mamá.
Que Dios bendiga cada madre, que Dios bendiga su esfuerzo y que Dios bendiga su sacrificio.
Vamos a orar: Padre querido, te damos gracias por cada mamá. Por ese regalo tan maravilloso que tú nos has dado. Por esa conexión emocional y física, de estar en el vientre de mamá. Gracias Señor, gracias por los cuidados de una madre. Gracias por el amor de una madre, por el sacrificio de una madre. Por todo lo que hicieron a lo largo de una vida para criarnos, para mantenernos, para sacarnos adelante. Señor que el aprecio, el cariño, por las madres no sea solamente una vez en el año; sino que sea siempre. Recordando sus consejos, sus exhortaciones, sus regaños. Recordando sus convicciones de fe e imitando el amor que tienen por Dios, tu bendita palabra y tu bendito reino.
Mientras todos oramos en esta tarde, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón hoy es un momento especial para abrir el corazón y recibir a Jesús como el Señor y Salvador de su vida. Dios le ama, Dios tiene un plan maravilloso para usted, y ese plan comienza reconociendo que hemos pecado, reconociendo que hemos ofendido a Dios y que necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados. La Biblia, la palabra del Señor, enseña que Jesucristo vino a este mundo y murió por nuestros pecados, y es necesario que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna; por tanto, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón es bueno que hoy, ahí donde está, usted invite a Jesús a su vida; hágalo conmigo de esta manera: Señor Jesús, en este día te recibo como mi Señor y mi salvador personal. Creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día. En este día te entrego mi vida, te entrego mi corazón, y te recibo como el Salvador de mi alma. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.
Señor gracias una vez más por nuestras madres. Gracias por el privilegio que nos has dado a aquellos que tenemos a nuestras madres vivas todavía, oramos también por los hijos de aquellas que partieron. Te damos toda la honra y toda la gloria. Reconocemos Señor que este pasaje de la escritura nos habla de tu grandeza como Padre. Como tus hijos sabemos que tenemos al mejor Padre, al Dios de la gloria; en el nombre de Jesús oramos, amén y amén.
Amados míos recuérdese nos vemos en la tarde con la ayuda del Señor; que la paz de Cristo les acompañe. ¡Bendiciones!
¿Si el hijo pródigo hubiese tenido mamá?
Mayo 12, 2024 – 2:00 PM | Lucas 15:11-32 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Muchas felicidades a las madrecitas una vez más. Vamos a abrir la palabra en el evangelio de Lucas, vamos a leer una historia extremadamente conocida.
Lucas 15:11-2 (RV-60): 11También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual envió a su hacienda para que apacentara cerdos. 16Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; Hazme como a uno de tus jornaleros. 20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música oyó las danzas; 26y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28Entonces enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Padre, háblanos al corazón en este día. Reconocemos que tú eres un Padre lleno de amor y de misericordia, lleno de gracia. Bendice el mensaje de tu palabra en nuestros corazones, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Quiero decir, desde un principio, que esta parábola, esta porción de la escritura, nos habla precisamente de un padre que representa a Dios. Nos habla del amor, de la gracia, de la misericordia de un padre por un hijo perdido. Sin embargo, en esta oportunidad, yo quisiera que le echáramos un vistazo a esta porción de la escritura desde un punto de vista un poquito diferente.
Yo le he llamado al mensaje de esta hora: Si el hijo pródigo hubiera tenido mamá. La Biblia no nos habla de la mamá del pródigo, entonces, es pura especulación porque no sabemos si se había muerto la señora, ¿verdad?
En este día, queremos recordar a todas las madres: A las madres que tenemos lejos de nosotros, a las madres que ya partieron con el Señor, a las madres que quisieron ser madres y nunca pudieron. También recordamos a las madres cuyos hijos ya partieron, damos tributo a estas madres; a aquellas madres que eligieron ser solteras para servir a Dios, aquellas madres que son bien “padres”. Honrar también a las madres descuidadas por sus hijos, es decir, aquellas madres que son abandonadas y hacerles sentir que aquí tienen una familia.
El pasaje de la escritura que leímos es una de las narraciones más conocidas de la Biblia, pero a esta historia le hace falta un personaje. Esta historia nos habla de un padre y nos habla de dos hijos, pero no nos dice nada acerca de la madre.
La historia del hijo pródigo es una historia de amor, de gracia, una historia de misericordia que nos presenta el amor de un padre por su hijo perdido. Nadie sabe qué pasó con la madre del hijo pródigo, pero me gustaría reflexionar en los próximos minutos ¿qué hubiera pasado, si el hijo pródigo hubiera tenido a su madre en casa?
Sin lugar a duda, amados hermanos, las madres tienen un sexto sentido, y no es en sentido contrario, que conste. Nadie las engaña. Las madres dan a las hijas una mirada y le preguntan: ¿por qué tan poca ropa hija? ¿Con quién vas a salir? A los hijos les dicen: ese amigo tuyo no me gusta. El sexto sentido de las madres tiene mucho que ver con discernimiento, es un instinto maternal, es una intuición, de madre, única El sexto sentido de una madre le hace saber que algo no está bien con su hijo(a) aunque no les digan nada por no preocuparla.
Las madres tienen una percepción extrasensorial, algunos le llaman corazonada o presentimiento. Algunos estudiosos dicen que se debe a esa conexión física, esa conexión mental y emocional que se desarrolla durante los nueve meses que la criatura estuvo en su vientre. La madre sabe cuando el hijo o la hija mienten, reconocen patrones, identifican las tendencias de los hijos, notan los cambios en los hijos. Conocen perfectamente la voz del hijo(a), conocen su mirada, saben si ocultan algo. Las madres tienen un sexto sentido para saber si alguien como pareja te conviene o solamente te va a lastimar. Tu mamá te dice que no le gusta una amistad, y al poco tiempo te hace daño o te involucra en problemas donde no deberías estar involucrado. Ese es el sexto sentido de las madres, que verdaderamente no se equivocan.
Me pregunto: ¿Qué tipo de conversación hubiera tenido la madre con el hijo pródigo cuando el hijo pródigo estaba dándole vuelta en su cabeza qué es lo que él quería hacer? Quizás: “Te veo pensativo hijo, ¿qué te pasa? Estás muy callado, ¿qué cosas estarán pasando por esa cabeza? ¡Ni creas que te voy a permitir que hagas tonteras!” ¿Qué conversación habría sido?
El pasaje de la escritura nos dice simple y sencillamente que el hijo pródigo vino al papá y le pidió, le exigió. Una madre hubiera notado, en su hijo, que algo no estaba normal, que algo no estaba bien. Una madre es protectora, protege a sus hijos del peligro, de las malas amistades y de las malas relaciones. Una madre dice: “conmigo lo que quieran, pero con mis hijos no se metan porque se van a dar cuenta quién soy yo.”
Una historia cuenta que, en un día caluroso de verano, en el sur de la Florida, un niño salió a jugar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, cuando vio con horror a un cocodrilo. Enseguida corrió hacia su hijo gritando lo más fuerte que podía. Oyéndolo el niño, se alarmó y comenzó a nadar hacia fuera, pero fue demasiado tarde. El cocodrilo agarró las piernitas del niño, pero la mamá agarró fuertemente a su hijo por los brazos, con toda la fuerza de su corazón mientras gritaba por ayuda. El cocodrilo era fuerte, pero el amor de esta mamá era más fuerte. Un hombre que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió, aunque sus piernitas sufrieron bastante daño pudo llegar a caminar. Cuando el niño salió del trauma, un periodista entrevistó al niño y le preguntó si le quería mostrar las cicatrices de sus piernas. El niño levantó la sábana y se la mostró. Pero entonces, con gran orgullo se subió las mangas y le dijo al periodista: “pero las que usted debe ver son estas”. Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza y el niño le dijo: las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida”. Una madre es protectora
Me pregunto: ¿qué le hubiera dicho la madre al hijo pródigo? ¿Para qué le vas a pedir a tu papá? ¡Qué cosa! ¿A dónde te vas a ir? ¿Y usted cree que se manda solo? Usted no va para ningún lado, además, ese dinero es de su hermano, si lo quiere pídasela a él. (Recuerden que el dinero era para el hermano mayor).
Una madre es consejera, una madre enseña valores, enseña principios. Por ejemplo: arregle su cama, no desperdicie la comida, aprenda a hacer sus cosas, haga sus tareas, no sea sucio.
Proverbios 1: 8 (RV-60): Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre.
Proverbios 6:20 (RV-60): Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre.
Una madre guía a sus hijos en sus decisiones. ¿Cómo habrá sido la conversación de la mamá? Yo pienso, ¿cómo habría sido la conversación con su esposo? Porque una madre arrasa con toda la familia: “cuidadito y se le ocurra darle dinero a ese muchacho, yo no sé lo que tiene en la cabeza. Si quiere dinero que trabaje”. ¡Qué bonito! Nadie las engaña. Protectora de sus hijos.
La madre es consejera, una madre tiene un amor incalculable por sus hijos. Yo me acuerdo que era 1973, yo tenía 11 años de edad, cuando el último tío que vivía en casa, el tío Mario, partió de casa siendo un joven rumbo a Estados Unidos. Ese día mi abuela me pidió que en la parte de atrás (por dentro) de la puerta yo le escribiera la fecha en que su hijo salía rumbo a los Estados Unidos. No había un día que mi abuela no se acordara de él. Y en aquellos dorados tiempos no había manera de comunicarse, ni señales de humo. Solo la promesa del tío, que nada más se estabilizara el se comunicaba. Pasaron meses, hasta que llegó el día que el tío se comunicó con la abuela. Y fue un día extremadamente feliz para ella. Las madres tienen un amor incalculable por sus hijos.
En la Biblia no nos dice que el padre lo haya aconsejado. Es muy probable que sí, pero no sabemos porque no nos lo dice la escritura. Pero yo le garantizo que una madre, aunque no se le pida consejo te los da. Una madre te obliga a sentarte y te dice: me vas a escuchar y te dice lo que te tiene que decir. El hijo pródigo a pesar de todos los consejos se fue; sin duda que a esa madre le partió el corazón, como le parte el corazón la partida de cualquier hijo. Pasaría noches enteras sin dormir pensando en su hijo, ¿habrá comido mi hijo? ¿Cómo estará? ¿Estará en un lugar seguro? ¿Le estará yendo bien? ¿Por qué no se ha comunicado?
La palabra del Señor dice que al hijo pródigo le fue mal, se gastó todo el dinero, tuvo hambre y vivió de arrimado. Y en esa oportunidad fue cuando el hijo volvió en sí, y dijo: Ya no puedo seguir viviendo de esta manera, voy a volver a casa. Y menciona una vez más a su papá: volveré a casa de mi padre y le diré padre he pecado contra el cielo, he pecado contra ti, ya no soy digno de ser llamado uno de tus hijos. Hazme como uno de tus trabajadores, papá, como a uno de tus jornaleros, con eso me conformo. El padre lo vio venir de lejos y fue movido a misericordia. Dice la palabra que corrió, se echó sobre su cuello y le besó. ¿Qué hubiera hecho esa madre? Sin duda, esa madre oraba constantemente por ese hijo que había salido de casa y no sabía dónde se encontraba.
En la conducta de los hijos está la felicidad o la desgracia de los padres. Tienen gran poder los hijos, sin darse cuenta. En la conducta de los hijos está el dolor o el remedio (la medicina) de mamá. En la conducta de los hijos está el orgullo o está la vergüenza, la satisfacción o el descontento, la alegría, la tristeza o el quebranto del corazón de una madre.
Déjame decirte también que, una madre es profeta de consecuencias. ¡Ay Dios mío! Es raro que le vaya bien a un hijo o a una hija que no le hace caso a su mamá. En la adolescencia y la juventud es difícil escuchar a los padres, es difícil entender que lo que nos dicen es por nuestro bien; que no es que tenga una maestría en exhortación, es que: simple y sencillamente es madre. A muchas madres no les fue bien en la vida y no quieren que se repita la historia con sus hijos. Hay madres que han tenido que soportar a un marido borracho y no quieren que su hija termine en las garras de otro borracho; y por más exhortación que una madre quiera dar en esas edades, los hijos(as) no prestamos atención al consejo de la madre, no se presta atención al consejo del papá, ni del pastor, ni de nadie. Queremos vivir nuestras propias vidas y sufrir las consecuencias, como el caso del pródigo. ¿Qué le habrá dicho la madre del pródigo cuando regresó a casa? Te veo flaco hijo, estás pálido, usted no ha estado comiendo bien. Yo se lo dije, pero como usted es necio, ahí están las consecuencias. Es que una madre es profeta de consecuencias, una madre te ve al salir de casa y sabe cuándo regresas que te falta o que traes que no tenías. La madre sabe.
El padre del muchacho ordenó: saquen el mejor vestido, pongan un anillo en su mano, calzado en sus pies, maten el becerro lo más gordo, traigan la música, hagamos fiesta. Porque este mi hijo era muerto y ha revivido, se había perdido y es hallado. Y dice la palabra que comenzaron a regocijarse. Y es que una madre es el corazón de la familia.
Es que no se salva nadie, no se salva nadie, porque yo le garantizo que esta madre no solamente tuvo que vérselas con el hijo menor, que pidió la mitad de los bienes, tuvo que vérselas también con este padre que soltó la platita y no solamente con ellos dos; sino también con el hijo mayor que era un amargado. En el versículo 25 dice que el hermano mayor cuando supo lo que había sucedido se enojó y no quería entrar a la casa. La escritura dice que el padre salió y le rogaba al hijo mayor que entrara. Yo le aseguro que, si la madre está ahí, mete a la casa a puros sopapos (golpes) al chamaco.
¿Qué dijo el padre al hijo mayor? Hijo, tú siempre estás conmigo, todas mis cosas son tuyas más era necesario hacer fiesta y regocijarnos; porque este tu hermano era muerto y ha revivido. Se había perdido y es hallado. ¿Qué le hubiera dicho la mamá a este hijo amargado, dígame usted? ¿Y a usted qué le pasa? Deje esa envidia tan grande y quítese esas tonteras de la cabeza.
Si el hijo pródigo hubiera tenido una madre, es muy probable que la historia hubiera sido diferente. Aunque entendemos perfectamente bien, que la historia del pródigo, en realidad le digo, nosotros la conocemos como la historia del hijo pródigo; pero, en realidad es: la historia del amor de un padre.
Por lo general hay más mujeres que hombres en las congregaciones, sin embargo, revistas cristianas dicen que las féminas de la generación Z (nacidos a principios del 2000) demuestran menos religiosidad que los hombres. ¿Qué quiere decir? Que, en las nuevas generaciones, las jovencitas, las señoritas manifiestan menos religiosidad que los hombres.
En nuestros tiempos usted tiene un gran desafío con sus hijas. Una madre es una mujer de fe, y lo hemos visto, pero tienen un gran desafío en estos tiempos en la educación de sus hijos y la instrucción de ellos a los caminos del Señor. El más grande deseo del corazón de una madre es ver a sus hijos en la casa de Dios. El más grande deseo en el corazón de una mamá es ver a sus hijos que amen a Dios, que sirvan a Dios. Que asistan a la iglesia con ganas, con deseos de estar acá. Yo sé que hay madrecitas que sus hijos están aquí en la casa del Señor en este día, pero simple y sencillamente, porque es el día de las madres; es muy probable que volvamos a verlos para Navidad o para el cumpleaños de su mamá, porque ella se lo pida o se lo exija. Cada día es mayor el desafío.
Como iglesia, yo puedo ver la situación de una manera diferente. Cuando yo leo estas estadísticas, que las leo con mucha tristeza, me pongo a pensar: si el desafío para aquellas madres piadosas, para aquellas madres que aman a Dios, que sirven a Dios, y que se sacrifican por el reino de Dios, si el desafío para ellas es grande, ¿cómo no será el desafío para aquellas madres que ven con indiferencia el evangelio? ¡Imagínate! Para esas madres que, con todo el respeto que merece todo el mundo, vienen un domingo al mes nada más, porque el reino de Dios no es prioridad, porque piensan que no es necesario estar metidos en una iglesia, cuando la Biblia dice todo lo contrario: que no hay que dejar de congregarse como algunos tienen por costumbre.
Amados míos, si el hijo pródigo hubiera tenido una madre, yo le garantizo que las cosas hubieran sido distintas. Si el hijo pródigo hubiera tenido una madre como la mía, yo le aseguro que lo hubiera amarrado y no lo deja salir; es más, yo le aseguro que no solamente amarra al hijo pródigo, sino amarra al padre y al hijo mayor también para que no salga ninguno. Por esa protección de madre que hay en el corazón de cada una ellas.
Mis queridos y amados hermanos, en este día tan especial, que Dios bendiga el corazón de cada madre. Que Dios bendiga cada lágrima, porque no hay una madre que no haya llorado, que no haya sufrido, que no se haya esforzado, sacrificado. Ojalá y los hijos pudiéramos ser considerados con papá, considerados con mamá, en todo sentido. Ojalá y los hijos pudiéramos ayudar también a mamá.
Que Dios bendiga cada madre, que Dios bendiga su esfuerzo y que Dios bendiga su sacrificio.
Vamos a orar: Padre querido, te damos gracias por cada mamá. Por ese regalo tan maravilloso que tú nos has dado. Por esa conexión emocional y física, de estar en el vientre de mamá. Gracias Señor, gracias por los cuidados de una madre. Gracias por el amor de una madre, por el sacrificio de una madre. Por todo lo que hicieron a lo largo de una vida para criarnos, para mantenernos, para sacarnos adelante. Señor que el aprecio, el cariño, por las madres no sea solamente una vez en el año; sino que sea siempre. Recordando sus consejos, sus exhortaciones, sus regaños. Recordando sus convicciones de fe e imitando el amor que tienen por Dios, tu bendita palabra y tu bendito reino.
Mientras todos oramos en esta tarde, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón hoy es un momento especial para abrir el corazón y recibir a Jesús como el Señor y Salvador de su vida. Dios le ama, Dios tiene un plan maravilloso para usted, y ese plan comienza reconociendo que hemos pecado, reconociendo que hemos ofendido a Dios y que necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados. La Biblia, la palabra del Señor, enseña que Jesucristo vino a este mundo y murió por nuestros pecados, y es necesario que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna; por tanto, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón es bueno que hoy, ahí donde está, usted invite a Jesús a su vida; hágalo conmigo de esta manera: Señor Jesús, en este día te recibo como mi Señor y mi salvador personal. Creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día. En este día te entrego mi vida, te entrego mi corazón, y te recibo como el Salvador de mi alma. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.
Señor gracias una vez más por nuestras madres. Gracias por el privilegio que nos has dado a aquellos que tenemos a nuestras madres vivas todavía, oramos también por los hijos de aquellas que partieron. Te damos toda la honra y toda la gloria. Reconocemos Señor que este pasaje de la escritura nos habla de tu grandeza como Padre. Como tus hijos sabemos que tenemos al mejor Padre, al Dios de la gloria; en el nombre de Jesús oramos, amén y amén.
Amados míos recuérdese nos vemos en la tarde con la ayuda del Señor; que la paz de Cristo les acompañe. ¡Bendiciones!