Mala Semilla
May 29, 2022 – 1:30PM | Galatas 6:7 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Quiero invitarles a abrir sus Biblias en Gálatas 6: 7 (RV-60), dice la palabra del Señor: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
He titulado al mensaje de esta tarde: “Mala semilla”. Quiero pedir al Señor que nos bendiga.
Padre háblanos al corazón, te pido que el mensaje de hoy nos haga entender estas verdades bíblicas que son tan importantes, y que reflejan la manera de como hemos sido afectados, y como vivimos hoy en día. Que tu nombre sea exaltado, glorificado; te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Entendiendo la semilla, nuestra mente y nuestro corazón es como un jardín donde se siembran semillas. La semilla tiene vida. Yo no sé cuántos de ustedes se acuerdan cuando estaban pequeños, como en la escuela les daban una semilla, pedían que lleváramos un botecito de Gerbert. No era necesario ni tierra; sino en un periódico metíamos la semillita y luego, una semana más tarde, había que llevarla a la escuela y veíamos como esa semilla cobraba vida.
El ser humano está destinado a vivir por temporadas, lo que conocemos en inglés como seasons. La infancia, la pre-adolescencia, la adolescencia en sí. Después de eso tenemos a los jóvenes adultos, los adultos y por último, pues, la tercera edad. Estamos todos destinados a vivir de esa manera.
Desde que nacemos, nuestro entorno se encarga de sembrar semillas en nuestro corazón. Cada uno de una manera diferente, cada uno de una manera distinta. En el tiempo de la infancia se siembran muchas semillas en nuestro corazón, en nuestra mente. Lo hace su papá, su mamá, sus abuelos, sus primos, los sobrinos, los amigos, los profesores que hemos tenido en la escuela, vecinos y amistades. Sembraron semillas en nosotros, que nosotros nunca plantamos, ellos sembraron esas semillas y esas semillas crecieron porque las semillas tienen vida. Esas semillas crecen y se hacen árboles grandes, árboles gigantes.
Muchas de estas personas a nuestro alrededor sembraron en nosotros semillas inconscientemente, pero las sembraron. Y crecen en nosotros, la semilla del rechazo, la semilla de la culpa, la semilla de la conmiseración y una baja estima. La semilla de desconfianza, la semilla de la promiscuidad. En ese tiempo de la infancia, de inferioridad, de injusticia, de vicio, de amargura. Todas estas semillas echan raíces, producen un fruto y se convierten en inmensos árboles en nuestra vida, en nuestra mente y en nuestro corazón.
La Biblia nos dice que el que siembra la semilla es el enemigo. Mateo 13: 24 (RV-60), nada más a manera de referencia, dice la palabra: 24Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña (mala semilla) entre el trigo, y se fue. 26Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28El les dijo: Un enemigo ha hecho esto.
Entonces las semillas que se sembraron en nuestro corazón se convirtieron en árboles de maldad.
Hay dos maneras de sembrar semillas, pensamientos y acciones. Pensamientos es cuando nuestros padres, amigos, profesores, primos, tíos, sobrinos, nos dicen cosas y están sembrando semillas en nuestro corazón. Es por eso que la palabra del señor dice: Que sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida. Semillas de maldad fueron sembradas por el enemigo, no la sembramos nosotros. Lo que pasa es que, fíjate la diferencia, como crecimos en un mundo de pecado; en mi familia nadie era creyente, entonces todas las semillas que sembraron en mi mente y en mi corazón era mala semilla. Por eso siempre digo que es una bendición crecer en el evangelio, porque si tú creces en el evangelio, quiere decir, que tu casa lo que se siembra desde la infancia es una buena semilla. Pero aquellos que no tuvimos esa dicha, el enemigo sembró en nosotros esa semilla que dio fruto: mentiras, distorsiones de la verdad.
Como yo no conozco su entorno, yo no sé cómo usted creció; pero, sin lugar a dudas su vida fue afectada por esas semillas que se sembraron. Yo quiero hablar, un poquitito, de las semillas que fueron sembradas en mi corazón antes de mis 17 años de edad.
El entorno recuerde: su papá, su mamá, sus abuelos, sus primos, sobrinos, amigos, profesores y vecinos sembraron esas semillas. En mi caso se sembró la semilla del maltrato. Y como es en la infancia, usted ve cosas. Recuerde que las semillas se siembran por pensamientos y por acciones. Difícilmente un padre le va a decir a su hijo: “Hijo ven para acá, a un niño de 8 años, te voy a enseñar cómo se toma la cerveza. Mira la cerveza se abre de esta manera, se toma…” No, esas cosas no las enseñamos; pero las acciones nos enseñaron cómo son las cosas. Es muy probable que en su casa no se le dijo a usted ¿cómo se enciende un cigarro y cómo se fuma un cigarrillo? Difícilmente un padre dice: “ven para acá hijo, mira el cigarro se agarra de esta manera, se agarra así”. No, no queremos con el pensamiento, pero, con el simple hecho de hacerlo, usted está sembrando una semilla en las personas que están a su alrededor.
En mí, antes de mis 17 años, se sembró la semilla de que es correcto humillar a personas sencillas y humildes, porque yo veía como las muchachas de la casa (a las que se le llama sirvientas allá) eran humilladas; esa semilla se sembró en mi corazón y en mi mente; porque yo vi eso. Como se les puede gritar, como se les puede hacer llorar, como se puede ser insensibles ante las lágrimas de una persona, porque de acuerdo a otros individuos, sus lágrimas no valen nada.
En mi corazón y mi mente se sembró la semilla de que usted vale por lo que tiene, si usted no tiene nada usted no vale nada. Se sembró la semilla de que los más altos privilegios pertenecen a personas que tienen dinero. En mi país, como en la mayoría de países, hay lo que se conoce como colegios y escuelas privilegiadas, pagadas, para ricos. (La primera vez que yo estuve en Santiago de Chile tuve que darle gracias a los hermanos allá, en Chile. Le dije: “Muchas gracias por haber pagado por mi educación”, porque yo estudié en la escuela pública República de Chile. La primera vez que yo estuve en San José (Costa Rica) les dije a los hermanos: “Muchas gracias por haber pagado parte de mi educación”, porque yo estudié en la escuela pública República de Costa Rica. Luego en Nicaragua, casi todo Centroamérica pagó por una educación pública en mi niñez). Pero personas muy cercanas a mí, con quienes vivíamos juntos, ellos asistían a esos colegios donde usted tenía un uniforme exclusivo, y escuelas pagadas. Entonces claro, a mí nadie me sentó para darme una lección acerca de cómo funcionan las cosas en la vida pero se siembre en mí la semilla que lo más alto privilegios pertenecen a personas que pueden.
Se sembró la semilla en mi corazón de que yo estoy destinado a vivir como un sirviente el resto de mi vida. Te levantas en la mañana me haces esto. No, no puedes ir a hacer lo que tú quieres, tienes que hacer tal cosa. Mientras tú vivas aquí, tú eres un empleado, tú tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro, tienes que ser aquí, tienes que hacer allá. Las mañanas no son tuyas, las tardes no son tuyas, las noches no son tuyas; porque aquí vas a hacer lo que nosotros necesitamos que tú hagas. Yo crecí de esa manera, se sembró esa semilla en mi corazón. A tal grado que, yo me preocupaba tanto por poder ir a la escuela y me decían: ¿para qué vas a ir a la escuela? Queriendo sembrar la semilla de inferioridad: “si tú al fin y al cabo no eres nadie, ¿para qué quieres ir a la escuela?”
Se sembró la semilla que nunca podía tener aspiraciones en la vida, yo no puedo aspirar porque otras personas son las que deciden por mí. Sin lugar a dudas que para una persona que nació en una casa privilegiada, si usted nació en una casa donde sus padres eran: qué sé yo profesionales, empresarios y tenían todas las comodidades habidas y por haber; es muy probable de que su entorno haya sido diferente, las semillas que se sembraron en su mente y en su corazón fueron distintas pero fueron semillas. El hecho de tener plata, tener acceso al dinero, pudo haber logrado que usted sembrara otras semillas, que al final del día siempre terminaron pudriendo su corazón y su vida. Estoy hablando de mi caso, hay dos clases sociales muy marcadas, que hay privilegios en esta vida que no son para todos.
Se sembró la semilla de que no siempre vas a ser el nieto preferido de tu abuela. Especialmente cuando llegaban las 4 de la tarde y aparecía la señora que vendía el pan. (Un pan tan delicioso como el que prepara Tatiana). La señora con canasto inmenso que llevaba todo tipo de pan; y por supuesto el pan que tiene más azúcar, era el más caro. Entonces mis primos decían: “yo quiero este, yo quiero esto, yo quiero aquel”. La abuela decía: “Ah sí, se los voy a regalar”, pero cuando yo decía: “yo quiero este”, a mí me decían: “No, usted no escoge, este el suyo”. Eso fue una semilla que se sembró en mi corazón. En pocas palabras se sembró en mí la semilla de que unos nacen con estrella y otros nacemos estrellados.
Cuando tenía más o menos 13 o 14 años, mis amigos también se encargaron de sembrar semillas en mi mente y en mi corazón, la semilla del vicio. Fue con mis amigos que yo vi tantas y tantas cosas. Mis amigos sembraron semillas delicadas. Sembraron la semilla que para ser hombre hay que ir a un prostíbulo, mis amigos de la misma edad que yo tenía. Ahora, ¿sabe quién sembró esas semillas en ellos? Sus padres, el papá. En la escuela donde yo estudiaba, en cualquier parte había prostitución, en el camino a casa las muchachas se ponían, a la hora que salíamos de la escuela, para decirnos tantas cosas: “papacito ven que te voy a hacer hombre”, “mira y que no sé qué, y que no sé cuándo” y encima sus amigos le habían metido que para poder ser hombre había que visitar esa gente, imagínese usted. Recuérdese que es una edad sin principio y sin leyes, yo no conocía nada de Dios.
Las acciones de algunas mujeres cercanas sembraron en mí, la semilla, que estaba bien que un hombre casado viviera con otra mujer también. Porque la señora fulana estaba viviendo con un hombre que tenía su esposa; porque la otra señora fulana estaba viviendo con un hombre que tenía su esposa, porque la otra señora fulana estaba viviendo con un hombre que tenía su esposa. Un vecino un día me dijo: ¿Qué hay David? Vamos a dar una vuelta. Yo estaba afuera y no sé ni qué estaba haciendo, y le dije: “vamos pues”. Me subí a su carro y nos fuimos. Yo conocía a su esposa, habíamos celebrado los cumpleaños de sus hijos, habíamos reventado piñatas en su casa, habíamos partido pasteles en su casa, a un lado de la mía. Llegamos a otra casa y apareció otra mujer. Se besaron delante de mí, se abrazaron y él estaba tocando a la mujer y toda la cosa. Yo dije ¿qué es esto? Y cuando salimos de esa casa, este vecino, me dijo: “oye cuidadito con decirle algo a mi esposa”. Yo estaba más asustado que otra cosa. Esa semilla se sembró.
Las acciones de otras personas sembraron la semilla de la trampa, del engaño, de la estafa. Yo trabajé en un lugar donde se embolsaban productos: arroz, frijol, sal, azúcar. Y usted sabe que la libra tiene 16 onzas. La persona con la que yo trabajaba me decía: No le vamos a poner 16, vamos a vender libras de 12 onzas. Entonces se sembró la semilla de la estafa, la semilla de está bien hacer trampa para yo enriquecerme.
Vivimos en un mundo caído, vivimos en un mundo sin Dios, vivimos en un mundo donde no hay principios, ni reglas, ni leyes y mucho menos palabras del Señor.
Las acciones de otras personas sembraron en mí la semilla de la mentira. Mi prima hermana mayor que ya está en la presencia del Señor, porque después vino al conocimiento de Cristo, yo le conocí novios a mi prima, cantidad. Ella decía: “mamá voy a ir a hacer un mandado al centro y me voy a llevar a David” Un chamaquito como yo, con todas las semillas que se habían sembrado dentro de mi mente, con un simple “hot dog” (perro caliente) usted podría comprar mi silencio. Dependiendo qué tanto veía yo, decía: “también una soda”. Y si veía más: “agréguele postre”, porque le diste el postre también a tu novio.
Ahora, ¿qué hacemos con esos árboles que ya crecieron y han creado un fruto a través de los años? Por eso venimos con una cantidad de malas costumbres, por eso venimos con ese lastre que la Biblia le llama concupiscencia. Aquel jovencito que creció en un barrio pobre donde nunca tuvo nada que comer, pero resulta que su amiguito trabajaba para los narcos. Le dijo que había una manera de poder tener todo lo que quería, que si seguía como estaba viviendo en ese instante que nunca iba a tener nada, que se va a morir pobre; pero que hay una forma. Esa semilla se sembró en esa persona y fue creciendo, y creciendo, y creciendo, con esa idea. Aquellos amigos que nos hablaron de las drogas, que te ofrecieron la marihuana, que te llevaron; así comenzó la primera vez, por esa semilla que se sembró. Y algunos no lo van a negar, que esta semilla que se sembró hace más de veinte años, se hizo un árbol con raíces profundas que le ha afectado el alma, el corazón y hasta su familia. Algunos han llegado a robar y hasta la cárcel, porque ese árbol creció tanto en su vida, que todavía está latente.
Ese jovencito que vio a su padre, levantar la mano a su mamá, se sembró una semilla. Esos jovencitos que vivieron en una casa llena de gritos, de maltratos, de falta de respeto, de humillación a su familia, a su mamá; se sembró una semilla. No podemos negar eso que todos los que estamos acá, cuando éramos niños nos sembraron semillas.
La semilla de la promiscuidad. Cuando se reunían todos los primos, cuando los adultos estaban en sus cosas, tomando bebiendo o viendo la televisión. Los primos y las primas se juntaban en un cuarto, entre juegos, risas y tocaderas. Y a esas edades, de adolescentes, ya las hormonas comienzan a moverse en todo el cuerpo. Y siente que le gusta lo que está haciendo, y se sembraron esas semillas. Luego comenzamos a buscar los momentos oportunos para que se repita esa ocasión, que después se convierten en semillas llenas de culpa.
Pastor y entonces, ¿qué es lo que uno debe hacer en una situación como esa? ¿Se debe cortar el árbol? Job 14: 7 (RV-690) dice: Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; Retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. ¿Sabe por qué hermano? Porque ese árbol, escuche bien, tiene raíces. Muchos de esos árboles echaron raíces y se hicieron gigantes.
Hebreos 12: 15 (RV-60) dice: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. ¿Se da cuenta usted? Puede cortar ese árbol, pero la raíz queda allí.
Todo esto fue antes de mis 17 años. Pero a los 17 años mis queridos y amados hermanos, conozco a Jesucristo como el Señor y Salvador de mi vida.
Se siembra en mi corazón y en mi alma, la semilla gloriosa del evangelio de Cristo. Lo que se conoce como la “Semilla del Evangelio”, el nuevo nacimiento.
Dice 2 Corintios 5:17 (RV-60): De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
El milagro del nuevo nacimiento. Es como agregarle más memoria al disco duro que tenemos, pero con la oportunidad de comenzar a sembrar una nueva semilla. ¡Wow! Por eso es que este evangelio es transformador. El nuevo nacimiento nos enseña que el entorno en el que vivimos alimentó nuestra mente, la llenó de malas semillas. Pero solamente cuando recibimos a Cristo en el corazón, se puede cambiar la semilla.
Ahora déjame decirte algo mi querido y amado hermano, la psicología secular, la terapia secular le dice a usted que: “Usted es el producto de otra circunstancia, que la culpa no es suya. Que usted es el producto de su niñez, es el producto de su infancia y que usted no es culpable de sus malos pensamientos, no es culpable de sus malas acciones.” (eso dice lo secular)
Lo que dice la palabra del Señor es: “Que todas esas cosas fueron semillas sembradas por el enemigo, pero que cuando una persona le entrega su vida al Señor Jesucristo, el Señor Jesucristo siembra la semilla más poderosa y transformadora que pueda existir sobre la faz del planeta. Es una semilla que produce vida, es una semilla que transforma, es una semilla que te da vida nueva. Es una semilla que te hace ser una persona completamente distinta, completamente diferente. Se conoce como La Semilla del Evangelio. ¿Por qué razón amado mío? Porque La Semilla del Evangelio tiene poder.
Romanos 1:16 (RV-60) dice: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Poder para transformar, es poder para sanar, es poder para librar de las ataduras de Satanás, el diablo. El día que venimos a los pies de Cristo Jesús, mis amados hermanos, cuando uno se arrepiente, le pide perdón al Señor por sus pecados, reconoce y confiesa cada uno de esos pecados delante del Señor Jesucristo y dice: “Señor, reconozco que todas estas malas semillas fueron sembradas”. Algunas de ellas por la madre, fueron sembradas por el padre, fueron sembrada por los hermanos, por los primos, por los sobrinos, por los tíos, por las tías; se sembró malas semillas en la mente y en el corazón. Pero cuando usted viene a los pies de Cristo, la sangre preciosa del cordero toma todas esas maldades y las clava en la cruz del calvario y te dice: “Hijo mío, a partir de ahora sembramos la semilla del evangelio en tu corazón, y esta semilla va a producir un fruto para la Gloria de Dios”.
Llegamos a Jesús apenados por todo lo que hemos hecho a muy temprana edad. Venimos cargando una gran cantidad de cosas en la mente. Nos damos cuenta que todas las semillas que se sembraron en nuestra mente, en nuestro corazón es una mala semilla.
El poder del evangelio y de esta semilla que se siembra, cada vez que usted se sienta, aquí, en su iglesia, se pega en el corazón y en el alma. Cada vez que usted se siente en una silla de su iglesia, cada vez que usted escucha esta palabra gloriosa es Dios hablando a tu corazón, es Dios hablando a tu vida. Y la fe viene por el oír, y el oír de esta bendita palabra. (Palabra de Dios-La Biblia). Cuando usted se expone a esta palabra, cuando usted escucha esta palabra que tiene poder de transformar, para lavar, y te va lavando y lavando toda la suciedad que había antes en tu corazón, en tu vida; hasta que eres una nueva criatura.
Somos responsables iglesia de esa nueva vida que tenemos en Cristo. Lo maravilloso de esta palabra es que está viva. Esta palabra es viva y es eficaz, porque funciona, transforma, cambia los corazones. (Hebreos 4:12. Rv-60) Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
¿Qué voy a hacer con esta nueva semilla que se sembró? Me predicaron el evangelio, y ¿ahora qué hago?
Esa semilla que se había sembrado, comenzó a demostrarme que mi vida estaba en un fango, que lo que hacía con mi vida no estaba acorde a lo que decía esa palabra. Comencé a necesitar venir un miércoles (la palabra me bendijo), luego quise venir el domingo y comencé a darme cuenta que había algo más allá de todo lo que se había sembrado. Comencé a darme cuenta que se había distorsionado la verdad aquí en mi mente y en mi corazón, que las cosas en realidad no eran como me las habían enseñado. Que había algo más, y yo quería descubrir ese algo más.
Ese sábado me llamaban mis amigos, pero yo no contesté a su llamado, porque el Espíritu de Dios había comenzado a hacer cosas en mí, sabía que no era bueno lo que íbamos a terminar haciendo. Luego durante la semana me los encontré y les dije: “estoy yendo a una iglesia”. Se burlaron de mí, se rieron de mí. Yo les dije algo más: “quiero que ustedes vayan conmigo”; se pusieron peor, se pusieron locos.
Si yo quiero cambiar el fruto, debo cambiar la semilla. Yo no puedo esperar resultados diferentes, si no cambio la semilla. Si usted sigue haciendo lo mismo, usted no ha nacido de nuevo. Porque usted sigue viviendo con la mala semilla que le sembraron cuando era niño, la que le sembraron cuando era niña, y usted sigue justificándose: “que usted hace lo que hace, pero que no es culpa suya, porque quedó traumatizado por lo que sucedió en aquel entonces”.
Dígame que hacemos con: (2 Corintios 5:17) De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. ¿Qué hacemos con el poder del evangelio? ¿Qué hacemos con esta palabra viva? ¿Qué hacemos con ese Cristo de la gloria que fue a la cruz a morir por mí y pagó el pecado y rompió las cadenas de nuestros pecados? ¿Qué hacemos con esa verdad bíblica? No, lo que pasa es que muchas personas no han nacido de nuevo. Se gozan en revolcarse en el fango, en seguirse revolcando en el fango cuando esta palabra día a día te dice: “tiene que nacer de nuevo”
Y cambiaron las cosas. Y comenzaron a sembrarse en mi corazón nueva semilla, la semilla de la verdad.
Yo viví casi diez años en la iglesia en El Salvador. Yo comentaba con varias personas que el hermano Toby (el padre) llegó a ser la figura paterna que yo nunca tuve. Vivíamos uno al lado del otro, en nuestros apartamentos en el templo, y yo nunca le mentí al pastor. (Yo estaba acostumbrado a mentir, pero cuando la semilla de la verdad se sembró dentro de mí, y me hizo libre, yo me di cuenta que no era necesario mentir). Él se había dado cuenta de eso, ustedes saben que él era psicólogo. Él usaba una expresión y te decía: “yo platico con una persona media hora y sé, si me está diciendo la verdad o mentira. Yo por platico 30 minutos con una persona y yo sé de dónde viene, para dónde va”.
Ustedes saben que por los años 1980 el pastor predicaba en contra de ir al cine, decía que eso era pecado. Él nunca llegaba el sábado por la tarde a la iglesia, nunca. Hubo un sábado que un primo mío llegó y me convenció para salir, al cine. Me voy para el cine con mi primo, al regreso me deja en la entrada de la iglesia, y ¿adivinen quién llegó? El pastor, me dice: ¿Qué pasó, David cómo está? Yo le digo: “Bien, bien maestro” La gran pregunta, me hace: “¿Maestro, de dónde vienes? Yo me quedo frío y le digo: “¿Eh?” El me repite la pregunta y yo le contesto. “Del cine maestro”. Se despide y se va. A la mañana del siguiente día, yo fui el tema, la ilustración, la introducción, la conclusión, los tres puntos y la invitación para recibir a Cristo; yo fui el tema de ese sermón. El pastor barrió y trapeó conmigo, en ese culto. Y luego en la noche él llegó y me dijo: ¿Qué te pareció el sermón? Yo le dije: “bonito, bonito”. Y él me dijo: ¿Sabes lo que aprecio de vos? Que me dijiste la verdad.
¿Sabe por qué? Porque se sembró una nueva semilla en mi corazón. Ahora que conozco a Cristo, es mi responsabilidad permitir que semilla se va a sembrar en mi corazón; yo soy responsable.
Yo no voy a buscar a personas que van a sembrar semillas equivocadas en mi vida. Yo no voy a buscar a personas que promueven vicios, no señor. Yo no voy a buscar a personas que quieran sembrar palabras soeces, vulgares, malas palabras en mi vida, no señor. Yo no voy a buscar a personas que van a sembrar amargura en mi corazón. Los voy a aceptar porque soy el pastor, no me queda otra; pero permitirles espacio en mi vida, lo siento mucho, no señor.
Porque ahora, por el discernimiento que Dios nos da a todos, sabemos quién es bienvenido y quién no. Sabemos quién es cizaña. Y lamento mucho familias, padres, madres, que lo único que han venido haciendo toda la vida es sembrar cizaña en el corazón de los hijos. Ningún padre debe sembrar veneno en el corazón de sus hijos en contra de su mamá. Ninguna madre debe sembrar veneno en el corazón de sus hijos en contra de su papá.
Yo tengo familias aquí, que la madre cuando se iba después del culto para su casa. En el almuerzo, entre culto y culto, la señora decía: “a mí lo que no me gustó… a mí lo que no me gustó… a mí lo que me parece…” Eso era todo lo que hablaba la señora. Cuando los hijos crecieron, un día domingo dice la madre: “vámonos al culto”. EL mayor de los hijos dice: “Yo no quiero ir”. Usted tiene que ir. Si es que yo no sé, ¿por qué tú vas? Si a ti todo te cae mal de la iglesia. Las hermanas de iglesia te caen mal, criticas al pastor, criticas a las hermanas de la escuela dominical, criticas a los diáconos, solo te la pasas criticando. ¿sabe por qué? Porque esas personas todavía siguen viviendo con esas semillas estúpidas que les metieron antes de conocer al cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Todavía no han tenido un encuentro real y menos verdadero, sincero y honesto con el Dios de la gloria. Todavía siguen rumiando las cosas del pasado, le siguen dando vuelta a esas cosas.
Mi querida iglesia Cristo con su sangre nos ha hecho libres.
Yo no le creo ni le acepto que usted me diga que usted actúa de la manera que actúa por lo que le pasó en su niñez. Aquellas personas que han tenido consejería conmigo, por los últimos 30 años, saben que yo no se los voy a aceptar jamás de la vida. Porque si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron.
Mi Cristo de la gloria tiene poder para poner una nueva semilla y hacer que muera la semilla del enemigo, mis amados hermanos. Porque el que vive en la carne morirá, pero el que le da vida al Espíritu vivirá eternamente y para siempre.
Incline su rostro démosle gracias al Señor,
Padre te damos gracias porque ahora con Cristo en el corazón podemos sembrar nuevas semillas. La semilla de la gratitud, la semilla del amor a Dios, del perdón, de la humildad. Señor, este mundo sembró ideas distorsionadas en nuestra mente, en nuestro corazón. Nos hizo vivir de la forma equivocada. Pero tu verdad nos ha hecho libres. Tu verdad ha transformado nuestra alma, nuestro corazón y ahora vemos al mundo de una manera distinta, de manera diferente. Te ruego Señor que puedas sanar las heridas de aquellos jovencitos, aquellas jovencitas que están traumados por tantos pleitos que vivieron con sus padres, por aquellos que tienen temor, que tienen miedo. Padre gracias por tu sangre preciosa derramada en la cruz, que ha limpiado y ha perdonado todos nuestros pecados.
Si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón, déjeme decirle que el primer paso para esa liberación de esa mala semilla sembrada en el alma, ese primer paso es: “abrir su corazón a Cristo”. Decirle: “Señor te necesito, te pido perdón por mis pecados. Te entrego mi corazón, ven a mi vida”. Si hay alguien en esta tarde que nunca antes ha recibido a Jesús pero quiere hacerlo hoy, mientras la iglesia ora por usted. Si hay alguna persona que dice pastor yo quiero recibir a Cristo, póngase de pie o levante su mano ahí donde está, déjenos orar por usted. Alguna persona que dice: yo quiero entregarle mi vida Jesús. Yo quiero comenzar una vida nueva. Si hay alguna persona, venga a los pies de Cristo. Entréguele su corazón. Hay alguien que se va a acercar ahí donde usted está para ayudarle a tomar esa decisión, que es la más importante de la vida.
Usted que nos mira por internet también usted puede hacer lo mismo a través de una oración de fe, dígale al Señor: “Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en el calvario al poner tu cuerpo y derramar tu sangre para el perdón de mis faltas. En este día te recibo como mi Señor y Salvador personal. Si usted hizo esta oración, para la Gloria de Dios, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su santa y bendita palabra.
Padre querido, bendice a este pueblo, permite que podamos reflexionar acerca de estas verdades que hemos escuchado hoy, en el nombre de Jesús, amén y amén.
Que Dios los bendiga mis amados hermanos, que la paz de Cristo les acompañe.
Mala Semilla
May 29, 2022 – 1:30PM | Galatas 6:7 | Dr. David Rodríguez
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Quiero invitarles a abrir sus Biblias en Gálatas 6: 7 (RV-60), dice la palabra del Señor: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
He titulado al mensaje de esta tarde: “Mala semilla”. Quiero pedir al Señor que nos bendiga.
Padre háblanos al corazón, te pido que el mensaje de hoy nos haga entender estas verdades bíblicas que son tan importantes, y que reflejan la manera de como hemos sido afectados, y como vivimos hoy en día. Que tu nombre sea exaltado, glorificado; te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Entendiendo la semilla, nuestra mente y nuestro corazón es como un jardín donde se siembran semillas. La semilla tiene vida. Yo no sé cuántos de ustedes se acuerdan cuando estaban pequeños, como en la escuela les daban una semilla, pedían que lleváramos un botecito de Gerbert. No era necesario ni tierra; sino en un periódico metíamos la semillita y luego, una semana más tarde, había que llevarla a la escuela y veíamos como esa semilla cobraba vida.
El ser humano está destinado a vivir por temporadas, lo que conocemos en inglés como seasons. La infancia, la pre-adolescencia, la adolescencia en sí. Después de eso tenemos a los jóvenes adultos, los adultos y por último, pues, la tercera edad. Estamos todos destinados a vivir de esa manera.
Desde que nacemos, nuestro entorno se encarga de sembrar semillas en nuestro corazón. Cada uno de una manera diferente, cada uno de una manera distinta. En el tiempo de la infancia se siembran muchas semillas en nuestro corazón, en nuestra mente. Lo hace su papá, su mamá, sus abuelos, sus primos, los sobrinos, los amigos, los profesores que hemos tenido en la escuela, vecinos y amistades. Sembraron semillas en nosotros, que nosotros nunca plantamos, ellos sembraron esas semillas y esas semillas crecieron porque las semillas tienen vida. Esas semillas crecen y se hacen árboles grandes, árboles gigantes.
Muchas de estas personas a nuestro alrededor sembraron en nosotros semillas inconscientemente, pero las sembraron. Y crecen en nosotros, la semilla del rechazo, la semilla de la culpa, la semilla de la conmiseración y una baja estima. La semilla de desconfianza, la semilla de la promiscuidad. En ese tiempo de la infancia, de inferioridad, de injusticia, de vicio, de amargura. Todas estas semillas echan raíces, producen un fruto y se convierten en inmensos árboles en nuestra vida, en nuestra mente y en nuestro corazón.
La Biblia nos dice que el que siembra la semilla es el enemigo. Mateo 13: 24 (RV-60), nada más a manera de referencia, dice la palabra: 24Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña (mala semilla) entre el trigo, y se fue. 26Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28El les dijo: Un enemigo ha hecho esto.
Entonces las semillas que se sembraron en nuestro corazón se convirtieron en árboles de maldad.
Hay dos maneras de sembrar semillas, pensamientos y acciones. Pensamientos es cuando nuestros padres, amigos, profesores, primos, tíos, sobrinos, nos dicen cosas y están sembrando semillas en nuestro corazón. Es por eso que la palabra del señor dice: Que sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida. Semillas de maldad fueron sembradas por el enemigo, no la sembramos nosotros. Lo que pasa es que, fíjate la diferencia, como crecimos en un mundo de pecado; en mi familia nadie era creyente, entonces todas las semillas que sembraron en mi mente y en mi corazón era mala semilla. Por eso siempre digo que es una bendición crecer en el evangelio, porque si tú creces en el evangelio, quiere decir, que tu casa lo que se siembra desde la infancia es una buena semilla. Pero aquellos que no tuvimos esa dicha, el enemigo sembró en nosotros esa semilla que dio fruto: mentiras, distorsiones de la verdad.
Como yo no conozco su entorno, yo no sé cómo usted creció; pero, sin lugar a dudas su vida fue afectada por esas semillas que se sembraron. Yo quiero hablar, un poquitito, de las semillas que fueron sembradas en mi corazón antes de mis 17 años de edad.
El entorno recuerde: su papá, su mamá, sus abuelos, sus primos, sobrinos, amigos, profesores y vecinos sembraron esas semillas. En mi caso se sembró la semilla del maltrato. Y como es en la infancia, usted ve cosas. Recuerde que las semillas se siembran por pensamientos y por acciones. Difícilmente un padre le va a decir a su hijo: “Hijo ven para acá, a un niño de 8 años, te voy a enseñar cómo se toma la cerveza. Mira la cerveza se abre de esta manera, se toma…” No, esas cosas no las enseñamos; pero las acciones nos enseñaron cómo son las cosas. Es muy probable que en su casa no se le dijo a usted ¿cómo se enciende un cigarro y cómo se fuma un cigarrillo? Difícilmente un padre dice: “ven para acá hijo, mira el cigarro se agarra de esta manera, se agarra así”. No, no queremos con el pensamiento, pero, con el simple hecho de hacerlo, usted está sembrando una semilla en las personas que están a su alrededor.
En mí, antes de mis 17 años, se sembró la semilla de que es correcto humillar a personas sencillas y humildes, porque yo veía como las muchachas de la casa (a las que se le llama sirvientas allá) eran humilladas; esa semilla se sembró en mi corazón y en mi mente; porque yo vi eso. Como se les puede gritar, como se les puede hacer llorar, como se puede ser insensibles ante las lágrimas de una persona, porque de acuerdo a otros individuos, sus lágrimas no valen nada.
En mi corazón y mi mente se sembró la semilla de que usted vale por lo que tiene, si usted no tiene nada usted no vale nada. Se sembró la semilla de que los más altos privilegios pertenecen a personas que tienen dinero. En mi país, como en la mayoría de países, hay lo que se conoce como colegios y escuelas privilegiadas, pagadas, para ricos. (La primera vez que yo estuve en Santiago de Chile tuve que darle gracias a los hermanos allá, en Chile. Le dije: “Muchas gracias por haber pagado por mi educación”, porque yo estudié en la escuela pública República de Chile. La primera vez que yo estuve en San José (Costa Rica) les dije a los hermanos: “Muchas gracias por haber pagado parte de mi educación”, porque yo estudié en la escuela pública República de Costa Rica. Luego en Nicaragua, casi todo Centroamérica pagó por una educación pública en mi niñez). Pero personas muy cercanas a mí, con quienes vivíamos juntos, ellos asistían a esos colegios donde usted tenía un uniforme exclusivo, y escuelas pagadas. Entonces claro, a mí nadie me sentó para darme una lección acerca de cómo funcionan las cosas en la vida pero se siembre en mí la semilla que lo más alto privilegios pertenecen a personas que pueden.
Se sembró la semilla en mi corazón de que yo estoy destinado a vivir como un sirviente el resto de mi vida. Te levantas en la mañana me haces esto. No, no puedes ir a hacer lo que tú quieres, tienes que hacer tal cosa. Mientras tú vivas aquí, tú eres un empleado, tú tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro, tienes que ser aquí, tienes que hacer allá. Las mañanas no son tuyas, las tardes no son tuyas, las noches no son tuyas; porque aquí vas a hacer lo que nosotros necesitamos que tú hagas. Yo crecí de esa manera, se sembró esa semilla en mi corazón. A tal grado que, yo me preocupaba tanto por poder ir a la escuela y me decían: ¿para qué vas a ir a la escuela? Queriendo sembrar la semilla de inferioridad: “si tú al fin y al cabo no eres nadie, ¿para qué quieres ir a la escuela?”
Se sembró la semilla que nunca podía tener aspiraciones en la vida, yo no puedo aspirar porque otras personas son las que deciden por mí. Sin lugar a dudas que para una persona que nació en una casa privilegiada, si usted nació en una casa donde sus padres eran: qué sé yo profesionales, empresarios y tenían todas las comodidades habidas y por haber; es muy probable de que su entorno haya sido diferente, las semillas que se sembraron en su mente y en su corazón fueron distintas pero fueron semillas. El hecho de tener plata, tener acceso al dinero, pudo haber logrado que usted sembrara otras semillas, que al final del día siempre terminaron pudriendo su corazón y su vida. Estoy hablando de mi caso, hay dos clases sociales muy marcadas, que hay privilegios en esta vida que no son para todos.
Se sembró la semilla de que no siempre vas a ser el nieto preferido de tu abuela. Especialmente cuando llegaban las 4 de la tarde y aparecía la señora que vendía el pan. (Un pan tan delicioso como el que prepara Tatiana). La señora con canasto inmenso que llevaba todo tipo de pan; y por supuesto el pan que tiene más azúcar, era el más caro. Entonces mis primos decían: “yo quiero este, yo quiero esto, yo quiero aquel”. La abuela decía: “Ah sí, se los voy a regalar”, pero cuando yo decía: “yo quiero este”, a mí me decían: “No, usted no escoge, este el suyo”. Eso fue una semilla que se sembró en mi corazón. En pocas palabras se sembró en mí la semilla de que unos nacen con estrella y otros nacemos estrellados.
Cuando tenía más o menos 13 o 14 años, mis amigos también se encargaron de sembrar semillas en mi mente y en mi corazón, la semilla del vicio. Fue con mis amigos que yo vi tantas y tantas cosas. Mis amigos sembraron semillas delicadas. Sembraron la semilla que para ser hombre hay que ir a un prostíbulo, mis amigos de la misma edad que yo tenía. Ahora, ¿sabe quién sembró esas semillas en ellos? Sus padres, el papá. En la escuela donde yo estudiaba, en cualquier parte había prostitución, en el camino a casa las muchachas se ponían, a la hora que salíamos de la escuela, para decirnos tantas cosas: “papacito ven que te voy a hacer hombre”, “mira y que no sé qué, y que no sé cuándo” y encima sus amigos le habían metido que para poder ser hombre había que visitar esa gente, imagínese usted. Recuérdese que es una edad sin principio y sin leyes, yo no conocía nada de Dios.
Las acciones de algunas mujeres cercanas sembraron en mí, la semilla, que estaba bien que un hombre casado viviera con otra mujer también. Porque la señora fulana estaba viviendo con un hombre que tenía su esposa; porque la otra señora fulana estaba viviendo con un hombre que tenía su esposa, porque la otra señora fulana estaba viviendo con un hombre que tenía su esposa. Un vecino un día me dijo: ¿Qué hay David? Vamos a dar una vuelta. Yo estaba afuera y no sé ni qué estaba haciendo, y le dije: “vamos pues”. Me subí a su carro y nos fuimos. Yo conocía a su esposa, habíamos celebrado los cumpleaños de sus hijos, habíamos reventado piñatas en su casa, habíamos partido pasteles en su casa, a un lado de la mía. Llegamos a otra casa y apareció otra mujer. Se besaron delante de mí, se abrazaron y él estaba tocando a la mujer y toda la cosa. Yo dije ¿qué es esto? Y cuando salimos de esa casa, este vecino, me dijo: “oye cuidadito con decirle algo a mi esposa”. Yo estaba más asustado que otra cosa. Esa semilla se sembró.
Las acciones de otras personas sembraron la semilla de la trampa, del engaño, de la estafa. Yo trabajé en un lugar donde se embolsaban productos: arroz, frijol, sal, azúcar. Y usted sabe que la libra tiene 16 onzas. La persona con la que yo trabajaba me decía: No le vamos a poner 16, vamos a vender libras de 12 onzas. Entonces se sembró la semilla de la estafa, la semilla de está bien hacer trampa para yo enriquecerme.
Vivimos en un mundo caído, vivimos en un mundo sin Dios, vivimos en un mundo donde no hay principios, ni reglas, ni leyes y mucho menos palabras del Señor.
Las acciones de otras personas sembraron en mí la semilla de la mentira. Mi prima hermana mayor que ya está en la presencia del Señor, porque después vino al conocimiento de Cristo, yo le conocí novios a mi prima, cantidad. Ella decía: “mamá voy a ir a hacer un mandado al centro y me voy a llevar a David” Un chamaquito como yo, con todas las semillas que se habían sembrado dentro de mi mente, con un simple “hot dog” (perro caliente) usted podría comprar mi silencio. Dependiendo qué tanto veía yo, decía: “también una soda”. Y si veía más: “agréguele postre”, porque le diste el postre también a tu novio.
Ahora, ¿qué hacemos con esos árboles que ya crecieron y han creado un fruto a través de los años? Por eso venimos con una cantidad de malas costumbres, por eso venimos con ese lastre que la Biblia le llama concupiscencia. Aquel jovencito que creció en un barrio pobre donde nunca tuvo nada que comer, pero resulta que su amiguito trabajaba para los narcos. Le dijo que había una manera de poder tener todo lo que quería, que si seguía como estaba viviendo en ese instante que nunca iba a tener nada, que se va a morir pobre; pero que hay una forma. Esa semilla se sembró en esa persona y fue creciendo, y creciendo, y creciendo, con esa idea. Aquellos amigos que nos hablaron de las drogas, que te ofrecieron la marihuana, que te llevaron; así comenzó la primera vez, por esa semilla que se sembró. Y algunos no lo van a negar, que esta semilla que se sembró hace más de veinte años, se hizo un árbol con raíces profundas que le ha afectado el alma, el corazón y hasta su familia. Algunos han llegado a robar y hasta la cárcel, porque ese árbol creció tanto en su vida, que todavía está latente.
Ese jovencito que vio a su padre, levantar la mano a su mamá, se sembró una semilla. Esos jovencitos que vivieron en una casa llena de gritos, de maltratos, de falta de respeto, de humillación a su familia, a su mamá; se sembró una semilla. No podemos negar eso que todos los que estamos acá, cuando éramos niños nos sembraron semillas.
La semilla de la promiscuidad. Cuando se reunían todos los primos, cuando los adultos estaban en sus cosas, tomando bebiendo o viendo la televisión. Los primos y las primas se juntaban en un cuarto, entre juegos, risas y tocaderas. Y a esas edades, de adolescentes, ya las hormonas comienzan a moverse en todo el cuerpo. Y siente que le gusta lo que está haciendo, y se sembraron esas semillas. Luego comenzamos a buscar los momentos oportunos para que se repita esa ocasión, que después se convierten en semillas llenas de culpa.
Pastor y entonces, ¿qué es lo que uno debe hacer en una situación como esa? ¿Se debe cortar el árbol? Job 14: 7 (RV-690) dice: Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; Retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. ¿Sabe por qué hermano? Porque ese árbol, escuche bien, tiene raíces. Muchos de esos árboles echaron raíces y se hicieron gigantes.
Hebreos 12: 15 (RV-60) dice: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. ¿Se da cuenta usted? Puede cortar ese árbol, pero la raíz queda allí.
Todo esto fue antes de mis 17 años. Pero a los 17 años mis queridos y amados hermanos, conozco a Jesucristo como el Señor y Salvador de mi vida.
Se siembra en mi corazón y en mi alma, la semilla gloriosa del evangelio de Cristo. Lo que se conoce como la “Semilla del Evangelio”, el nuevo nacimiento.
Dice 2 Corintios 5:17 (RV-60): De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
El milagro del nuevo nacimiento. Es como agregarle más memoria al disco duro que tenemos, pero con la oportunidad de comenzar a sembrar una nueva semilla. ¡Wow! Por eso es que este evangelio es transformador. El nuevo nacimiento nos enseña que el entorno en el que vivimos alimentó nuestra mente, la llenó de malas semillas. Pero solamente cuando recibimos a Cristo en el corazón, se puede cambiar la semilla.
Ahora déjame decirte algo mi querido y amado hermano, la psicología secular, la terapia secular le dice a usted que: “Usted es el producto de otra circunstancia, que la culpa no es suya. Que usted es el producto de su niñez, es el producto de su infancia y que usted no es culpable de sus malos pensamientos, no es culpable de sus malas acciones.” (eso dice lo secular)
Lo que dice la palabra del Señor es: “Que todas esas cosas fueron semillas sembradas por el enemigo, pero que cuando una persona le entrega su vida al Señor Jesucristo, el Señor Jesucristo siembra la semilla más poderosa y transformadora que pueda existir sobre la faz del planeta. Es una semilla que produce vida, es una semilla que transforma, es una semilla que te da vida nueva. Es una semilla que te hace ser una persona completamente distinta, completamente diferente. Se conoce como La Semilla del Evangelio. ¿Por qué razón amado mío? Porque La Semilla del Evangelio tiene poder.
Romanos 1:16 (RV-60) dice: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Poder para transformar, es poder para sanar, es poder para librar de las ataduras de Satanás, el diablo. El día que venimos a los pies de Cristo Jesús, mis amados hermanos, cuando uno se arrepiente, le pide perdón al Señor por sus pecados, reconoce y confiesa cada uno de esos pecados delante del Señor Jesucristo y dice: “Señor, reconozco que todas estas malas semillas fueron sembradas”. Algunas de ellas por la madre, fueron sembradas por el padre, fueron sembrada por los hermanos, por los primos, por los sobrinos, por los tíos, por las tías; se sembró malas semillas en la mente y en el corazón. Pero cuando usted viene a los pies de Cristo, la sangre preciosa del cordero toma todas esas maldades y las clava en la cruz del calvario y te dice: “Hijo mío, a partir de ahora sembramos la semilla del evangelio en tu corazón, y esta semilla va a producir un fruto para la Gloria de Dios”.
Llegamos a Jesús apenados por todo lo que hemos hecho a muy temprana edad. Venimos cargando una gran cantidad de cosas en la mente. Nos damos cuenta que todas las semillas que se sembraron en nuestra mente, en nuestro corazón es una mala semilla.
El poder del evangelio y de esta semilla que se siembra, cada vez que usted se sienta, aquí, en su iglesia, se pega en el corazón y en el alma. Cada vez que usted se siente en una silla de su iglesia, cada vez que usted escucha esta palabra gloriosa es Dios hablando a tu corazón, es Dios hablando a tu vida. Y la fe viene por el oír, y el oír de esta bendita palabra. (Palabra de Dios-La Biblia). Cuando usted se expone a esta palabra, cuando usted escucha esta palabra que tiene poder de transformar, para lavar, y te va lavando y lavando toda la suciedad que había antes en tu corazón, en tu vida; hasta que eres una nueva criatura.
Somos responsables iglesia de esa nueva vida que tenemos en Cristo. Lo maravilloso de esta palabra es que está viva. Esta palabra es viva y es eficaz, porque funciona, transforma, cambia los corazones. (Hebreos 4:12. Rv-60) Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
¿Qué voy a hacer con esta nueva semilla que se sembró? Me predicaron el evangelio, y ¿ahora qué hago?
Esa semilla que se había sembrado, comenzó a demostrarme que mi vida estaba en un fango, que lo que hacía con mi vida no estaba acorde a lo que decía esa palabra. Comencé a necesitar venir un miércoles (la palabra me bendijo), luego quise venir el domingo y comencé a darme cuenta que había algo más allá de todo lo que se había sembrado. Comencé a darme cuenta que se había distorsionado la verdad aquí en mi mente y en mi corazón, que las cosas en realidad no eran como me las habían enseñado. Que había algo más, y yo quería descubrir ese algo más.
Ese sábado me llamaban mis amigos, pero yo no contesté a su llamado, porque el Espíritu de Dios había comenzado a hacer cosas en mí, sabía que no era bueno lo que íbamos a terminar haciendo. Luego durante la semana me los encontré y les dije: “estoy yendo a una iglesia”. Se burlaron de mí, se rieron de mí. Yo les dije algo más: “quiero que ustedes vayan conmigo”; se pusieron peor, se pusieron locos.
Si yo quiero cambiar el fruto, debo cambiar la semilla. Yo no puedo esperar resultados diferentes, si no cambio la semilla. Si usted sigue haciendo lo mismo, usted no ha nacido de nuevo. Porque usted sigue viviendo con la mala semilla que le sembraron cuando era niño, la que le sembraron cuando era niña, y usted sigue justificándose: “que usted hace lo que hace, pero que no es culpa suya, porque quedó traumatizado por lo que sucedió en aquel entonces”.
Dígame que hacemos con: (2 Corintios 5:17) De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. ¿Qué hacemos con el poder del evangelio? ¿Qué hacemos con esta palabra viva? ¿Qué hacemos con ese Cristo de la gloria que fue a la cruz a morir por mí y pagó el pecado y rompió las cadenas de nuestros pecados? ¿Qué hacemos con esa verdad bíblica? No, lo que pasa es que muchas personas no han nacido de nuevo. Se gozan en revolcarse en el fango, en seguirse revolcando en el fango cuando esta palabra día a día te dice: “tiene que nacer de nuevo”
Y cambiaron las cosas. Y comenzaron a sembrarse en mi corazón nueva semilla, la semilla de la verdad.
Yo viví casi diez años en la iglesia en El Salvador. Yo comentaba con varias personas que el hermano Toby (el padre) llegó a ser la figura paterna que yo nunca tuve. Vivíamos uno al lado del otro, en nuestros apartamentos en el templo, y yo nunca le mentí al pastor. (Yo estaba acostumbrado a mentir, pero cuando la semilla de la verdad se sembró dentro de mí, y me hizo libre, yo me di cuenta que no era necesario mentir). Él se había dado cuenta de eso, ustedes saben que él era psicólogo. Él usaba una expresión y te decía: “yo platico con una persona media hora y sé, si me está diciendo la verdad o mentira. Yo por platico 30 minutos con una persona y yo sé de dónde viene, para dónde va”.
Ustedes saben que por los años 1980 el pastor predicaba en contra de ir al cine, decía que eso era pecado. Él nunca llegaba el sábado por la tarde a la iglesia, nunca. Hubo un sábado que un primo mío llegó y me convenció para salir, al cine. Me voy para el cine con mi primo, al regreso me deja en la entrada de la iglesia, y ¿adivinen quién llegó? El pastor, me dice: ¿Qué pasó, David cómo está? Yo le digo: “Bien, bien maestro” La gran pregunta, me hace: “¿Maestro, de dónde vienes? Yo me quedo frío y le digo: “¿Eh?” El me repite la pregunta y yo le contesto. “Del cine maestro”. Se despide y se va. A la mañana del siguiente día, yo fui el tema, la ilustración, la introducción, la conclusión, los tres puntos y la invitación para recibir a Cristo; yo fui el tema de ese sermón. El pastor barrió y trapeó conmigo, en ese culto. Y luego en la noche él llegó y me dijo: ¿Qué te pareció el sermón? Yo le dije: “bonito, bonito”. Y él me dijo: ¿Sabes lo que aprecio de vos? Que me dijiste la verdad.
¿Sabe por qué? Porque se sembró una nueva semilla en mi corazón. Ahora que conozco a Cristo, es mi responsabilidad permitir que semilla se va a sembrar en mi corazón; yo soy responsable.
Yo no voy a buscar a personas que van a sembrar semillas equivocadas en mi vida. Yo no voy a buscar a personas que promueven vicios, no señor. Yo no voy a buscar a personas que quieran sembrar palabras soeces, vulgares, malas palabras en mi vida, no señor. Yo no voy a buscar a personas que van a sembrar amargura en mi corazón. Los voy a aceptar porque soy el pastor, no me queda otra; pero permitirles espacio en mi vida, lo siento mucho, no señor.
Porque ahora, por el discernimiento que Dios nos da a todos, sabemos quién es bienvenido y quién no. Sabemos quién es cizaña. Y lamento mucho familias, padres, madres, que lo único que han venido haciendo toda la vida es sembrar cizaña en el corazón de los hijos. Ningún padre debe sembrar veneno en el corazón de sus hijos en contra de su mamá. Ninguna madre debe sembrar veneno en el corazón de sus hijos en contra de su papá.
Yo tengo familias aquí, que la madre cuando se iba después del culto para su casa. En el almuerzo, entre culto y culto, la señora decía: “a mí lo que no me gustó… a mí lo que no me gustó… a mí lo que me parece…” Eso era todo lo que hablaba la señora. Cuando los hijos crecieron, un día domingo dice la madre: “vámonos al culto”. EL mayor de los hijos dice: “Yo no quiero ir”. Usted tiene que ir. Si es que yo no sé, ¿por qué tú vas? Si a ti todo te cae mal de la iglesia. Las hermanas de iglesia te caen mal, criticas al pastor, criticas a las hermanas de la escuela dominical, criticas a los diáconos, solo te la pasas criticando. ¿sabe por qué? Porque esas personas todavía siguen viviendo con esas semillas estúpidas que les metieron antes de conocer al cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Todavía no han tenido un encuentro real y menos verdadero, sincero y honesto con el Dios de la gloria. Todavía siguen rumiando las cosas del pasado, le siguen dando vuelta a esas cosas.
Mi querida iglesia Cristo con su sangre nos ha hecho libres.
Yo no le creo ni le acepto que usted me diga que usted actúa de la manera que actúa por lo que le pasó en su niñez. Aquellas personas que han tenido consejería conmigo, por los últimos 30 años, saben que yo no se los voy a aceptar jamás de la vida. Porque si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron.
Mi Cristo de la gloria tiene poder para poner una nueva semilla y hacer que muera la semilla del enemigo, mis amados hermanos. Porque el que vive en la carne morirá, pero el que le da vida al Espíritu vivirá eternamente y para siempre.
Incline su rostro démosle gracias al Señor,
Padre te damos gracias porque ahora con Cristo en el corazón podemos sembrar nuevas semillas. La semilla de la gratitud, la semilla del amor a Dios, del perdón, de la humildad. Señor, este mundo sembró ideas distorsionadas en nuestra mente, en nuestro corazón. Nos hizo vivir de la forma equivocada. Pero tu verdad nos ha hecho libres. Tu verdad ha transformado nuestra alma, nuestro corazón y ahora vemos al mundo de una manera distinta, de manera diferente. Te ruego Señor que puedas sanar las heridas de aquellos jovencitos, aquellas jovencitas que están traumados por tantos pleitos que vivieron con sus padres, por aquellos que tienen temor, que tienen miedo. Padre gracias por tu sangre preciosa derramada en la cruz, que ha limpiado y ha perdonado todos nuestros pecados.
Si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón, déjeme decirle que el primer paso para esa liberación de esa mala semilla sembrada en el alma, ese primer paso es: “abrir su corazón a Cristo”. Decirle: “Señor te necesito, te pido perdón por mis pecados. Te entrego mi corazón, ven a mi vida”. Si hay alguien en esta tarde que nunca antes ha recibido a Jesús pero quiere hacerlo hoy, mientras la iglesia ora por usted. Si hay alguna persona que dice pastor yo quiero recibir a Cristo, póngase de pie o levante su mano ahí donde está, déjenos orar por usted. Alguna persona que dice: yo quiero entregarle mi vida Jesús. Yo quiero comenzar una vida nueva. Si hay alguna persona, venga a los pies de Cristo. Entréguele su corazón. Hay alguien que se va a acercar ahí donde usted está para ayudarle a tomar esa decisión, que es la más importante de la vida.
Usted que nos mira por internet también usted puede hacer lo mismo a través de una oración de fe, dígale al Señor: “Señor en este día te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en el calvario al poner tu cuerpo y derramar tu sangre para el perdón de mis faltas. En este día te recibo como mi Señor y Salvador personal. Si usted hizo esta oración, para la Gloria de Dios, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su santa y bendita palabra.
Padre querido, bendice a este pueblo, permite que podamos reflexionar acerca de estas verdades que hemos escuchado hoy, en el nombre de Jesús, amén y amén.
Que Dios los bendiga mis amados hermanos, que la paz de Cristo les acompañe.