Actitudes que destruyen
Noviembre 20, 2022 – 1:30pm | Colosenses 3:8-10 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a abrir la palabra del Señor en Colosenses capítulo 3, versículo 8. En el versículo 5 aparece un título que dice: “La vida antigua y la nueva”. Colosenses 3: 8-10 (RV-60)
Dice la palabra: 8Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Colosenses 3: 8-10 (NTV): 8pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio. 9No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos son perversos. 10Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él.
¡Qué lindo, que Dios bendiga esta lectura!
Quiero hablar en esta oportunidad de “Actitudes que destruyen”
La actitud es una predisposición que expresa el comportamiento o el estado de ánimo, favorable o desfavorable, constructivo o destructivo, que tiene una persona. Las actitudes son las formas de comportamiento recurrentes que tienen los individuos frente a determinadas circunstancias. Usualmente se dividen en: actitud neutra, actitud positiva y actitud negativa.
¿Por qué considero que el tema de la actitud es un tema importante? Porque Dios nos creó a nosotros como seres sociales, sociables; es decir, nos relacionamos con todas las personas. Y una mala actitud puede destruir, matrimonios, familias, relación con los hijos. Una mala actitud destruye amistades, compañeros de trabajo, una carrera, una profesión; una mala actitud puede destruir una iglesia hermanos.
Durante muchos años, cuando yo visitaba mi país el pastor general (Toby) me daban las llaves de un carro y un celular y me decía: “Ya sé que el día que tú pones un pie aquí, es para ir a visitar a tu familia. Entonces ve a hacer lo que tienes que hacer y nos vemos cuando regreses.” Durante muchos años fue una regla para mí visitar a personas específicas en un orden específico; hasta que llegó el momento que me cansé. Porque cada visita eran unas actitudes tan negativas, era una situación de reclamar por esto, de reclamar por lo otro, de reclamar aquí; eran reclamos y reclamos. Hasta que me dije: “La verdad yo no tengo ninguna necesidad de estar aguantando esto.”
Aquellas personas que Dios las ha llamado al ministerio no pueden tener una mala actitud. No se puede servir a Dios con una mala actitud, porque las personas se van a acercar a los que tengan buena actitud.
¿Cómo usted puede saber si tiene una mala actitud? Bueno, les puede preguntar a personas que le rodean, pero si no desea; yo traje una lista y ahí usted sabrá.
- Se quejan de todo.
Si hay calor, ¿por qué hay calor? Si hay frío, ¡este frío desgraciado! Si hay nieve, ¡es que esta nieve no sé qué! Se quejan siempre, culpan a otras personas de su desgracia, son gente que no admiten su culpabilidad en absoluto. Ejemplo el caso de Adán, es que la mujer que diste. Eva dijo: es que la culebra.
Personas con malas actitudes son personas que destruyen todo lo que tocan, lo echan a perder. Se consideran víctimas de las circunstancias. Son extremadamente negativos en todo sentido, no pueden ver una cosa buena en la gente, ni en circunstancias; no ven nada bueno. Nadie los quiere, todo el mundo los rechaza, se centran mucho más en sus debilidades, no creen en sus capacidades para superar las adversidades que nos presentan la vida a todos. Son personas que no tienen control de su vida. Son personas que guardan rencor. Son intolerantes, son impulsivos, autoritarios, soberbios, temperamentales, tienen mal genio, mal humor, son agrios, son amargos, son ásperos, bruscos y algunas veces agresivos.
Una empresa que se dedica a capacitar, para empoderar, a profesionales; hizo una encuesta con una sola pregunta, dirigida a directivos y personas con equipos a su cargo. La pregunta era: ¿Qué es lo que más valora de las personas que dirige o que trabajan con usted? Se aclaraba que solamente podía elegir una cualidad. Dice que se obtuvieron respuestas de todo tipo, de organizaciones públicas, privadas, industriales, de servicios provenientes de decenas de países. Ellos esperaban que la mayor cantidad de respuestas se orientaran hacia aspectos relacionados con el desempeño, con la productividad, la eficiencia, con los resultados. Sin embargo los resultados fueron sorpresivos. Lo que los directivos eligieron, unánimemente, como lo que más valoraban de una persona en sus empleados era: “la actitud”. La actitud resultó ser el elemento esencial que las organizaciones aprecian en las personas que contratan. Resultó que la actitud es más importante que la inteligencia, ¿por qué? Porque no se puede competir con una persona que pone toda su actitud en lograr los objetivos que quiere en la vida. Trabajar con una persona de mala actitud, nadie quiere, porque crea un ambiente tóxico. Aquellos que nos gusta el fútbol sabemos que hay jugadores excelentes, pero que tienen tan mala actitud que nadie los quiere. Hay jugadores que han estado a punto de perder contratos multimillonarios por su actitud.
Dios nos ha creado como seres relacionales. Como cristianos Dios espera que sepamos mantener buena actitud y relación con los que nos rodean, por ejemplo: con nuestra familia, colegas, con todas las personas que nos relacionemos durante la vida.
Vamos a nuestro texto Colosenses 3: 8-10 (RV-60). 8Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Es decir la expectativa de la bendita y eterna palabra (la Biblia) del Señor es: “Que un hijo de Dios tenga una buena actitud.” Si usted es el tipo de persona que dice: “Yo así soy ¿y qué? Usted es más hijo del diablo que hijo de Dios, simple y sencillamente.
Se ha estudiado si la actitud es genética o es aprendida. Y la ciencia ha descubierto que algunas actitudes son heredadas de los padres y otras aprendidas a través de las experiencias directas o indirectamente.
Lo que sí es una realidad es que: Cuando nacemos de nuevo, Dios hace el milagro de darnos una nueva naturaleza, es un milagro, se llama: “El milagro del nuevo nacimiento”. En los seminarios, los maestros lo explican de una manera bien sencilla. Ellos dicen: “Si yo tengo un cuervo aquí, pongo basura y pongo alpiste, ¿qué cree usted que va a comer el cuervo? Se va a ir a la basura, porque eso es lo que comen. Si yo cambio el cuervo por una paloma, y pongo basura y pongo alpiste ¿qué creen ustedes que va a comer la paloma? Ella va a comer alpiste, porque ese es su naturaleza. Nuestra naturaleza, antes de conocer a Cristo, era vivir la vida como nosotros queríamos. “Yo así soy ¿y qué? Si te gusta bien, ¿si no? Es tu problema hermano. Esa era nuestra naturaleza, la palabra del Señor dice que nacimos en pecado; pero cuando surge el milagro de conocer a Jesucristo, cuando surge el milagro de esa experiencia transformadora, cuando abres el corazón a Dios, y el Espíritu Santo viene a morar dentro de ti, entonces Dios te cambia la naturaleza. Ya no soy yo, sino que es Cristo en mí. Ya no vivo yo, más Cristo vive en mí. Por eso la palabra del Señor te lo dice claramente: Ya no más, el viejo hombre ya estuvo, ahora todas las cosas son hechas nuevas. Una persona que es dominada por el Santo Espíritu de Dios entiende la diferencia, sabe cómo actuar, sabe cuándo cerrar la boca, sabe cómo pensar, sabe cuándo hablar, sabe qué actitud es correcta y qué actitud es mala. El matrimonio es la prueba más grande de nuestra fe.
La Biblia nos manda dejar la ira, el enojo, palabra deshonesta, mentira. La confesión de pecados y el arrepentimiento, son dos palabritas que tienen que ponerse en práctica todos los días de nuestra vida. Hace muchos años yo recibí una clase, que para mí fue inolvidable. Era una clase de discipulado y fue inolvidable esa clase. La clase se llamaba: “¿Cómo vivir una vida en victoria? Yo pensé que me iban a sacar un montón de versículos, pero no. La vida en victoria es aquella vida que: “cuando usted ofende y confiesa en el instante, la confesión te lleva al arrepentimiento.”
Si yo ofendo a un hermano (yo le digo tres cuatro cosas) y me subo a mi carro para irme, dejo que pasen los días, porque me siento mal porque él me dijo primero cosas a mí; hermano esa distancia y no reaccionar es muy peligroso. Hay otras personas que son sensibles al Espíritu de Dios, que son sensibles a la bendita palabra, que son sensibles a la relación; y no pueden recorrer más que la distancia hasta el carro; y se regresan, le dicen al hermano: esto no estuvo bien, perdóname. Mira, se me calentó la sangre, te ruego mil disculpas, perdóname por favor. No quise ofenderte, lamento muchísimo todo esto. Usted espero que la actitud del hermano sea la misma de un cristiano y me diga: No Pastor, no pasa nada, mire si yo me di cuenta que usted se molestó, discúlpeme a mí. Ahora yo confesé, me arrepentí de lo que hice y enmendé. Esa es la vida en victoria, el Señor te abre las puertas del cielo, porque se da cuenta que ahora tú eres un hijo sensible, que no anda por la vida ofendiendo a medio mundo, ahora sí está Dios en ti.
Mira la Biblia una vez más. Primero a la iglesia en Colosas y ahora a la iglesia de Éfeso, el apóstol Pablo dice: (Efesios 4: 22-24 RV-60) 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Este es el consejo de la escritura: Despójese de viejo hombre, ¿Qué quiere decir eso? Tenemos vicios, tenemos adicciones a los deseos, deseos que son engañosos también. Y luego te da el consejo: Y renovaos en el espíritu, primeramente de nuestra mente, porque todo viene de la mente. Aquí viene un consejo bíblico y la razón explícita por la cual muchos cristianos siguen siendo las mismas personas: “es que se resisten a la palabra de Dios”. Por ejemplo, si usted viene el domingo a la casa del Señor a resistir la palabra (yo no estoy de acuerdo con eso, a mí no me gusta eso, a mí me parece que eso no está bien), ¿qué cree que se va a llevar usted? Sus palabras. Si tenemos que ser nuevas criaturas, entonces no podemos ser nuevas personas con costumbres viejas. Eso es una decisión que usted tiene que tomar. No podemos ser personas renovadas si seguimos con las viejas amistades que no nos ayudan. Le digo lo siguiente: no crea usted que porque estamos sentados en una iglesia, toda la gente que está aquí es buena gente, ¿por qué? Porque hay personas con malas costumbres. La vida me ha enseñado, que a los que les gusta el lodo (fango), no se quieren enlodar (enfangar) solos, buscan a otros para que se enloden con ellos. También me enseñó la vida que cuando los dos estén metidos en el lodo, la otra persona jamás te va a ayudar a salir, sino que va a buscar la manera de hundirte más; así es cómo funciona el mundo ahí afuera. Entonces, ¿qué pasa cuando se va usted a revestir del nuevo hombre? La Biblia dice que si te quieres quitar las costumbres viejas, y vestirte como Dios manda, no se puede vivir la vida vieja.
¿Cómo enfrentamos las experiencias de la vida? Vamos a ver dos casos sencillos, que todos conocemos. Estamos hablando de “Actitudes que destruyen”
- Caín.
Génesis 4: 6 (NTV): 6¿Por qué estás tan enojado? –preguntó el SEÑOR a Caín-. ¿Por qué te ves tan decaído? 7Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! El pecado está la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo Y ser su amo.
Algunos de nosotros estamos en este país porque destruimos un montón de cosas allá de dónde venimos, ¿verdad? Aquí tenemos a dos hermanos que le ofrecen a Dios sus ofrendas. Notemos que Abel ofrece lo mejor de él, de su ganado, ofrece al Señor lo mejor de todo lo que tenía. Mientras Caín ofrece de los granos. Dice el pasaje que Dios vio con agrado la ofrenda de Abel. Aquí viene la pregunta: ¿Le hizo algo Abel a Caín? Abel nunca le hizo ningún daño a Caín, Abel nunca lo maltrató, Abel no hizo nada en contra de su hermano. ¿Por qué hay personas que se ensañan contra nosotros, si nunca le hemos hecho nada malo? Es que la persona es de mala actitud, siempre va a buscar la manera de hacerte daño, que no te quepa duda, es que hay personas que si no están molestando a alguien no están tranquilos.
¿Por qué reaccionó Caín de la manera que reaccionó? Por envidia, hay personas que son envidiosos y no pueden ver que alguien le vaya bien, personas que están buscando la manera de hacer daño a otras personas. Abel no le había hecho nada a Caín. ¿Qué hizo Abel para ganarse los celos o la envidia de su hermano? Nada, ningún mal, y Caín terminó matándolo. Por su mala actitud, por su mal carácter, por ser rencoroso; por ser una persona que se molesta con facilidad. Una persona que no aprenda a controlar su carácter es una bomba de tiempo, es una destrucción. Y eso pasó con Caín. Una mala actitud que terminó destruyendo la vida de su hermano.
- José, el hijo de Jacob.
José era el menor de los hermanos y fue traicionado por sus propios hermanos. Sus hermanos lo querían matar, por envidia, dice la palabra del Señor. Sus hermanos lo vendieron. José sufrió mucho en tierra ajena y pasó 12 largos años en la cárcel; una vida. Se cree que José tenía como 17 añitos cuando lo vendieron, siendo un chamaquito de esa edad, el más querido de su papá, yo me imagino que José ha de haber pasado todos esos años esperando un día que su padre apareciera buscándolo. Eso nunca sucedió, ¿por qué? Porque los otros hijos habían engañado a Jacob diciéndole que una mala bestia había matado a su hijo. Pero José tenía Dios en su vida, nunca se apartó de Dios, no se amargó, no guardó rencor, no llenó su corazón de odio contra sus hermanos. No vemos en la Biblia ningún momento que José diga: el día que me encuentre con mis hermanos, ese día los mato, no vemos eso.
Queridos y amados hermanos, muchos de nosotros somos candidatos para ser personas amargadas, de mal humor, intolerables, ¿por qué? Porque crecimos sin padre, sin madre, en un ambiente tóxico, con desprecios, con rechazos, con escasos recursos, sin embargo; Dios nos salvó. Yo soy un candidato perfecto para tener envidia de la gente, un candidato perfecto para sentirme deprimido, por todas las cosas que le mencioné; sin embargo el día que le entregué mi vida al Señor, Dios cambió mi lamento en baile. Dios me sacó de lodo cenagoso, puso mi pie sobre una roca firme y puso un cántico de alabanza en mis labios.
Yo entiendo que a algunas personas les ha ido mal en la vida, pero eso no nos da ningún derecho para convertirnos en personas malcriadas, de mala actitud, que todo lo que tocamos lo destruimos. Es triste que la gente sienta lástima de nosotros, por nuestras malas actitudes.
Yo he tenido hermanitas acá que me han dicho: “Pastor tengo una jefe, en el trabajo, que ya no la soporto. Pastor mire esa mujer es mala, esa mujer aquí, esa mujer es allá, ayúdeme a orar por favor. Hay personas que echan a perder la vida de la gente que está a su alrededor, pero la que más sufre es usted, ¿por qué? Porque es una demostración la mala actitud, del mal carácter, de malos sentimientos. Es una actitud que demuestra que Dios no vive ahí. ¡Qué lindo, qué maravilla, que usted pueda decir un día: “Soy Libre por la gracia del señor! ¡No tengo resentimiento con nada ni con nadie! A las personas que me han dañado, que Dios las bendiga.
¿Cómo podemos aprender a controlar nuestras emociones?
Gálatas 5:22-23 (RV-60): 22Más es fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Cuando Dios puso al Espíritu Santo dentro de usted, le dio todo esto que mencionamos, usted puede aceptarlo o rechazarlo. Si usted la acepta puede decirle al Señor: “Gracias Jesús, Gracias Señor, Gracias.” Recuerde que una de las virtudes más grandes de un cristiano es aprender a controlar nuestras emociones.
Los creyentes somos llamados, todos los que estamos acá somos llamados, a ser personas amorosas, a ser personas alegres, a irradiar paz. (¿Cuando alguien entra a su hogar se percibe la paz?). Los creyentes somos llamados a ser personas pacientes, a ser amables, bondadosos, a ser mansos y a tener dominio propio. Mi querido hermano en Cristo, permítale al Espíritu Santo trabajar en usted.
Filipenses 2:5 (NTV): 5Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. 6Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. 7En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, 8se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. 9Por lo tanto Dios lo exaltó, lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres
¿Cuál fue esa actitud? Jesús, aun siendo Dios, no hizo su deseo; él se sometió al Padre. Si el Rey de reyes y Señor de señores, pudo hacer eso ¿quién se ha creído usted? ¿Quién me creo yo? ¡Dígame, por amor de Dios! Eso lo hizo el Rey de reyes, el Creador y Sustentador del universo.
Mis queridos y amados hermanos en Cristo, este tema es importante porque Dios nos hace un llamado a vivir como Él vivió. A tener la actitud que Él tuvo. No podemos andar por el mundo destruyendo vidas, no podemos andar por el mundo destruyendo matrimonios, no podemos andar por el mundo destruyendo hijos, no podemos andar por el mundo destruyendo relaciones en el lugar de trabajo, no podemos andar por las iglesias echando a perder relaciones con otros hermanos(as), no podemos andar por el mundo haciendo eso. Aquellas personas que ya tienen dos, tres, cuatro o cinco divorcios, igual que la samaritana; si ustedes en algún momento ofendió a alguien, o le echó a perder la vida a alguna persona, siempre es bueno ponernos a cuentas. Siempre es bueno decirle a una persona: “mira si yo te dañé, si te ofendí perdóname. Aquellos tiempos tan complicados donde yo no entendía tantas cosas te dije cosas que no debería haberte dicho. Hoy porque conozco a Dios, porque lo tengo en mi corazón, yo te confieso que me arrepiento de haberte dañado.”
Pero lo más importante en esta vida, antes de estar bien con cualquier persona, es estar bien con Dios y nuestra actitud refleja nuestra comunión con nuestro bendito Salvador.
Incline su rostro oremos al Señor:
Padre querido te damos gracias, en esta tarde, por esta bendita palabra. Señor en esta oportunidad queremos echar un vistazo a nuestro interior, reconocer Padre Santo nuestro temperamento y pedirte perdón Señor por nuestras malas actitudes. Por las relaciones que hemos dañado, personas que hemos ofendido; pero principalmente porque entendemos que antes de ofender a alguien te ofendemos a ti. Señor tu palabra nos manda a ser todos de un mismo sentir, a amarnos los unos a los otros de una manera muy especial y a tener la actitud que tú tuviste: una actitud de humildad. Si tú siendo Dios, siendo el rey pudiste ser humilde, ayúdanos a nosotros también a tener una actitud similar a la tuya mi Señor.
Mientras todos oramos, ¿usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón y quisiera hacerlo hoy? Si hay alguna persona que dice: “Pastor yo siento la necesidad de Dios en mi vida, yo he tenido problemas de temperamento, problemas de mala actitud y ahora reconozco que el Espíritu Santo es el único que puede transformar mi vida, que puede cambiar mi corazón. Yo me he resistido por todo este tiempo al Espíritu de Dios, pero hoy reconozco la necesidad profunda que tengo de Dios en mi vida.” Si hay alguna persona que quiere entregarle su vida a Jesucristo, ahí donde está, yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano. Alguien se acercará para orar con usted y por usted. Alguien más que diga “Yo quiero comenzar una vida nueva hoy” Venga los pies de Jesucristo, entrégale su corazón, entréguele su vida.
Usted que nos ve por internet también puede hacer lo mismo a través de una oración de fe, dígale al Señor: “Señor en este día te pido perdón por mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz al poner tu cuerpo y derramar tu sangre preciosa. En este día te recibo como mi Señor y mi Salvador.” Si usted hizo esta oración yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su Santa y Bendita palabra.
Gracias Señor por tu palabra. Despídenos con tu paz y bendición. En el nombre de Jesús, amén.
Amados míos que la paz de Cristo les acompañe. ¡Bendiciones!
Actitudes que destruyen
Noviembre 20, 2022 – 1:30pm | Colosenses 3:8-10 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Vamos a abrir la palabra del Señor en Colosenses capítulo 3, versículo 8. En el versículo 5 aparece un título que dice: “La vida antigua y la nueva”. Colosenses 3: 8-10 (RV-60)
Dice la palabra: 8Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Colosenses 3: 8-10 (NTV): 8pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio. 9No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos son perversos. 10Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él.
¡Qué lindo, que Dios bendiga esta lectura!
Quiero hablar en esta oportunidad de “Actitudes que destruyen”
La actitud es una predisposición que expresa el comportamiento o el estado de ánimo, favorable o desfavorable, constructivo o destructivo, que tiene una persona. Las actitudes son las formas de comportamiento recurrentes que tienen los individuos frente a determinadas circunstancias. Usualmente se dividen en: actitud neutra, actitud positiva y actitud negativa.
¿Por qué considero que el tema de la actitud es un tema importante? Porque Dios nos creó a nosotros como seres sociales, sociables; es decir, nos relacionamos con todas las personas. Y una mala actitud puede destruir, matrimonios, familias, relación con los hijos. Una mala actitud destruye amistades, compañeros de trabajo, una carrera, una profesión; una mala actitud puede destruir una iglesia hermanos.
Durante muchos años, cuando yo visitaba mi país el pastor general (Toby) me daban las llaves de un carro y un celular y me decía: “Ya sé que el día que tú pones un pie aquí, es para ir a visitar a tu familia. Entonces ve a hacer lo que tienes que hacer y nos vemos cuando regreses.” Durante muchos años fue una regla para mí visitar a personas específicas en un orden específico; hasta que llegó el momento que me cansé. Porque cada visita eran unas actitudes tan negativas, era una situación de reclamar por esto, de reclamar por lo otro, de reclamar aquí; eran reclamos y reclamos. Hasta que me dije: “La verdad yo no tengo ninguna necesidad de estar aguantando esto.”
Aquellas personas que Dios las ha llamado al ministerio no pueden tener una mala actitud. No se puede servir a Dios con una mala actitud, porque las personas se van a acercar a los que tengan buena actitud.
¿Cómo usted puede saber si tiene una mala actitud? Bueno, les puede preguntar a personas que le rodean, pero si no desea; yo traje una lista y ahí usted sabrá.
- Se quejan de todo.
Si hay calor, ¿por qué hay calor? Si hay frío, ¡este frío desgraciado! Si hay nieve, ¡es que esta nieve no sé qué! Se quejan siempre, culpan a otras personas de su desgracia, son gente que no admiten su culpabilidad en absoluto. Ejemplo el caso de Adán, es que la mujer que diste. Eva dijo: es que la culebra.
Personas con malas actitudes son personas que destruyen todo lo que tocan, lo echan a perder. Se consideran víctimas de las circunstancias. Son extremadamente negativos en todo sentido, no pueden ver una cosa buena en la gente, ni en circunstancias; no ven nada bueno. Nadie los quiere, todo el mundo los rechaza, se centran mucho más en sus debilidades, no creen en sus capacidades para superar las adversidades que nos presentan la vida a todos. Son personas que no tienen control de su vida. Son personas que guardan rencor. Son intolerantes, son impulsivos, autoritarios, soberbios, temperamentales, tienen mal genio, mal humor, son agrios, son amargos, son ásperos, bruscos y algunas veces agresivos.
Una empresa que se dedica a capacitar, para empoderar, a profesionales; hizo una encuesta con una sola pregunta, dirigida a directivos y personas con equipos a su cargo. La pregunta era: ¿Qué es lo que más valora de las personas que dirige o que trabajan con usted? Se aclaraba que solamente podía elegir una cualidad. Dice que se obtuvieron respuestas de todo tipo, de organizaciones públicas, privadas, industriales, de servicios provenientes de decenas de países. Ellos esperaban que la mayor cantidad de respuestas se orientaran hacia aspectos relacionados con el desempeño, con la productividad, la eficiencia, con los resultados. Sin embargo los resultados fueron sorpresivos. Lo que los directivos eligieron, unánimemente, como lo que más valoraban de una persona en sus empleados era: “la actitud”. La actitud resultó ser el elemento esencial que las organizaciones aprecian en las personas que contratan. Resultó que la actitud es más importante que la inteligencia, ¿por qué? Porque no se puede competir con una persona que pone toda su actitud en lograr los objetivos que quiere en la vida. Trabajar con una persona de mala actitud, nadie quiere, porque crea un ambiente tóxico. Aquellos que nos gusta el fútbol sabemos que hay jugadores excelentes, pero que tienen tan mala actitud que nadie los quiere. Hay jugadores que han estado a punto de perder contratos multimillonarios por su actitud.
Dios nos ha creado como seres relacionales. Como cristianos Dios espera que sepamos mantener buena actitud y relación con los que nos rodean, por ejemplo: con nuestra familia, colegas, con todas las personas que nos relacionemos durante la vida.
Vamos a nuestro texto Colosenses 3: 8-10 (RV-60). 8Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Es decir la expectativa de la bendita y eterna palabra (la Biblia) del Señor es: “Que un hijo de Dios tenga una buena actitud.” Si usted es el tipo de persona que dice: “Yo así soy ¿y qué? Usted es más hijo del diablo que hijo de Dios, simple y sencillamente.
Se ha estudiado si la actitud es genética o es aprendida. Y la ciencia ha descubierto que algunas actitudes son heredadas de los padres y otras aprendidas a través de las experiencias directas o indirectamente.
Lo que sí es una realidad es que: Cuando nacemos de nuevo, Dios hace el milagro de darnos una nueva naturaleza, es un milagro, se llama: “El milagro del nuevo nacimiento”. En los seminarios, los maestros lo explican de una manera bien sencilla. Ellos dicen: “Si yo tengo un cuervo aquí, pongo basura y pongo alpiste, ¿qué cree usted que va a comer el cuervo? Se va a ir a la basura, porque eso es lo que comen. Si yo cambio el cuervo por una paloma, y pongo basura y pongo alpiste ¿qué creen ustedes que va a comer la paloma? Ella va a comer alpiste, porque ese es su naturaleza. Nuestra naturaleza, antes de conocer a Cristo, era vivir la vida como nosotros queríamos. “Yo así soy ¿y qué? Si te gusta bien, ¿si no? Es tu problema hermano. Esa era nuestra naturaleza, la palabra del Señor dice que nacimos en pecado; pero cuando surge el milagro de conocer a Jesucristo, cuando surge el milagro de esa experiencia transformadora, cuando abres el corazón a Dios, y el Espíritu Santo viene a morar dentro de ti, entonces Dios te cambia la naturaleza. Ya no soy yo, sino que es Cristo en mí. Ya no vivo yo, más Cristo vive en mí. Por eso la palabra del Señor te lo dice claramente: Ya no más, el viejo hombre ya estuvo, ahora todas las cosas son hechas nuevas. Una persona que es dominada por el Santo Espíritu de Dios entiende la diferencia, sabe cómo actuar, sabe cuándo cerrar la boca, sabe cómo pensar, sabe cuándo hablar, sabe qué actitud es correcta y qué actitud es mala. El matrimonio es la prueba más grande de nuestra fe.
La Biblia nos manda dejar la ira, el enojo, palabra deshonesta, mentira. La confesión de pecados y el arrepentimiento, son dos palabritas que tienen que ponerse en práctica todos los días de nuestra vida. Hace muchos años yo recibí una clase, que para mí fue inolvidable. Era una clase de discipulado y fue inolvidable esa clase. La clase se llamaba: “¿Cómo vivir una vida en victoria? Yo pensé que me iban a sacar un montón de versículos, pero no. La vida en victoria es aquella vida que: “cuando usted ofende y confiesa en el instante, la confesión te lleva al arrepentimiento.”
Si yo ofendo a un hermano (yo le digo tres cuatro cosas) y me subo a mi carro para irme, dejo que pasen los días, porque me siento mal porque él me dijo primero cosas a mí; hermano esa distancia y no reaccionar es muy peligroso. Hay otras personas que son sensibles al Espíritu de Dios, que son sensibles a la bendita palabra, que son sensibles a la relación; y no pueden recorrer más que la distancia hasta el carro; y se regresan, le dicen al hermano: esto no estuvo bien, perdóname. Mira, se me calentó la sangre, te ruego mil disculpas, perdóname por favor. No quise ofenderte, lamento muchísimo todo esto. Usted espero que la actitud del hermano sea la misma de un cristiano y me diga: No Pastor, no pasa nada, mire si yo me di cuenta que usted se molestó, discúlpeme a mí. Ahora yo confesé, me arrepentí de lo que hice y enmendé. Esa es la vida en victoria, el Señor te abre las puertas del cielo, porque se da cuenta que ahora tú eres un hijo sensible, que no anda por la vida ofendiendo a medio mundo, ahora sí está Dios en ti.
Mira la Biblia una vez más. Primero a la iglesia en Colosas y ahora a la iglesia de Éfeso, el apóstol Pablo dice: (Efesios 4: 22-24 RV-60) 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Este es el consejo de la escritura: Despójese de viejo hombre, ¿Qué quiere decir eso? Tenemos vicios, tenemos adicciones a los deseos, deseos que son engañosos también. Y luego te da el consejo: Y renovaos en el espíritu, primeramente de nuestra mente, porque todo viene de la mente. Aquí viene un consejo bíblico y la razón explícita por la cual muchos cristianos siguen siendo las mismas personas: “es que se resisten a la palabra de Dios”. Por ejemplo, si usted viene el domingo a la casa del Señor a resistir la palabra (yo no estoy de acuerdo con eso, a mí no me gusta eso, a mí me parece que eso no está bien), ¿qué cree que se va a llevar usted? Sus palabras. Si tenemos que ser nuevas criaturas, entonces no podemos ser nuevas personas con costumbres viejas. Eso es una decisión que usted tiene que tomar. No podemos ser personas renovadas si seguimos con las viejas amistades que no nos ayudan. Le digo lo siguiente: no crea usted que porque estamos sentados en una iglesia, toda la gente que está aquí es buena gente, ¿por qué? Porque hay personas con malas costumbres. La vida me ha enseñado, que a los que les gusta el lodo (fango), no se quieren enlodar (enfangar) solos, buscan a otros para que se enloden con ellos. También me enseñó la vida que cuando los dos estén metidos en el lodo, la otra persona jamás te va a ayudar a salir, sino que va a buscar la manera de hundirte más; así es cómo funciona el mundo ahí afuera. Entonces, ¿qué pasa cuando se va usted a revestir del nuevo hombre? La Biblia dice que si te quieres quitar las costumbres viejas, y vestirte como Dios manda, no se puede vivir la vida vieja.
¿Cómo enfrentamos las experiencias de la vida? Vamos a ver dos casos sencillos, que todos conocemos. Estamos hablando de “Actitudes que destruyen”
- Caín.
Génesis 4: 6 (NTV): 6¿Por qué estás tan enojado? –preguntó el SEÑOR a Caín-. ¿Por qué te ves tan decaído? 7Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! El pecado está la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo Y ser su amo.
Algunos de nosotros estamos en este país porque destruimos un montón de cosas allá de dónde venimos, ¿verdad? Aquí tenemos a dos hermanos que le ofrecen a Dios sus ofrendas. Notemos que Abel ofrece lo mejor de él, de su ganado, ofrece al Señor lo mejor de todo lo que tenía. Mientras Caín ofrece de los granos. Dice el pasaje que Dios vio con agrado la ofrenda de Abel. Aquí viene la pregunta: ¿Le hizo algo Abel a Caín? Abel nunca le hizo ningún daño a Caín, Abel nunca lo maltrató, Abel no hizo nada en contra de su hermano. ¿Por qué hay personas que se ensañan contra nosotros, si nunca le hemos hecho nada malo? Es que la persona es de mala actitud, siempre va a buscar la manera de hacerte daño, que no te quepa duda, es que hay personas que si no están molestando a alguien no están tranquilos.
¿Por qué reaccionó Caín de la manera que reaccionó? Por envidia, hay personas que son envidiosos y no pueden ver que alguien le vaya bien, personas que están buscando la manera de hacer daño a otras personas. Abel no le había hecho nada a Caín. ¿Qué hizo Abel para ganarse los celos o la envidia de su hermano? Nada, ningún mal, y Caín terminó matándolo. Por su mala actitud, por su mal carácter, por ser rencoroso; por ser una persona que se molesta con facilidad. Una persona que no aprenda a controlar su carácter es una bomba de tiempo, es una destrucción. Y eso pasó con Caín. Una mala actitud que terminó destruyendo la vida de su hermano.
- José, el hijo de Jacob.
José era el menor de los hermanos y fue traicionado por sus propios hermanos. Sus hermanos lo querían matar, por envidia, dice la palabra del Señor. Sus hermanos lo vendieron. José sufrió mucho en tierra ajena y pasó 12 largos años en la cárcel; una vida. Se cree que José tenía como 17 añitos cuando lo vendieron, siendo un chamaquito de esa edad, el más querido de su papá, yo me imagino que José ha de haber pasado todos esos años esperando un día que su padre apareciera buscándolo. Eso nunca sucedió, ¿por qué? Porque los otros hijos habían engañado a Jacob diciéndole que una mala bestia había matado a su hijo. Pero José tenía Dios en su vida, nunca se apartó de Dios, no se amargó, no guardó rencor, no llenó su corazón de odio contra sus hermanos. No vemos en la Biblia ningún momento que José diga: el día que me encuentre con mis hermanos, ese día los mato, no vemos eso.
Queridos y amados hermanos, muchos de nosotros somos candidatos para ser personas amargadas, de mal humor, intolerables, ¿por qué? Porque crecimos sin padre, sin madre, en un ambiente tóxico, con desprecios, con rechazos, con escasos recursos, sin embargo; Dios nos salvó. Yo soy un candidato perfecto para tener envidia de la gente, un candidato perfecto para sentirme deprimido, por todas las cosas que le mencioné; sin embargo el día que le entregué mi vida al Señor, Dios cambió mi lamento en baile. Dios me sacó de lodo cenagoso, puso mi pie sobre una roca firme y puso un cántico de alabanza en mis labios.
Yo entiendo que a algunas personas les ha ido mal en la vida, pero eso no nos da ningún derecho para convertirnos en personas malcriadas, de mala actitud, que todo lo que tocamos lo destruimos. Es triste que la gente sienta lástima de nosotros, por nuestras malas actitudes.
Yo he tenido hermanitas acá que me han dicho: “Pastor tengo una jefe, en el trabajo, que ya no la soporto. Pastor mire esa mujer es mala, esa mujer aquí, esa mujer es allá, ayúdeme a orar por favor. Hay personas que echan a perder la vida de la gente que está a su alrededor, pero la que más sufre es usted, ¿por qué? Porque es una demostración la mala actitud, del mal carácter, de malos sentimientos. Es una actitud que demuestra que Dios no vive ahí. ¡Qué lindo, qué maravilla, que usted pueda decir un día: “Soy Libre por la gracia del señor! ¡No tengo resentimiento con nada ni con nadie! A las personas que me han dañado, que Dios las bendiga.
¿Cómo podemos aprender a controlar nuestras emociones?
Gálatas 5:22-23 (RV-60): 22Más es fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Cuando Dios puso al Espíritu Santo dentro de usted, le dio todo esto que mencionamos, usted puede aceptarlo o rechazarlo. Si usted la acepta puede decirle al Señor: “Gracias Jesús, Gracias Señor, Gracias.” Recuerde que una de las virtudes más grandes de un cristiano es aprender a controlar nuestras emociones.
Los creyentes somos llamados, todos los que estamos acá somos llamados, a ser personas amorosas, a ser personas alegres, a irradiar paz. (¿Cuando alguien entra a su hogar se percibe la paz?). Los creyentes somos llamados a ser personas pacientes, a ser amables, bondadosos, a ser mansos y a tener dominio propio. Mi querido hermano en Cristo, permítale al Espíritu Santo trabajar en usted.
Filipenses 2:5 (NTV): 5Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. 6Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. 7En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, 8se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. 9Por lo tanto Dios lo exaltó, lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres
¿Cuál fue esa actitud? Jesús, aun siendo Dios, no hizo su deseo; él se sometió al Padre. Si el Rey de reyes y Señor de señores, pudo hacer eso ¿quién se ha creído usted? ¿Quién me creo yo? ¡Dígame, por amor de Dios! Eso lo hizo el Rey de reyes, el Creador y Sustentador del universo.
Mis queridos y amados hermanos en Cristo, este tema es importante porque Dios nos hace un llamado a vivir como Él vivió. A tener la actitud que Él tuvo. No podemos andar por el mundo destruyendo vidas, no podemos andar por el mundo destruyendo matrimonios, no podemos andar por el mundo destruyendo hijos, no podemos andar por el mundo destruyendo relaciones en el lugar de trabajo, no podemos andar por las iglesias echando a perder relaciones con otros hermanos(as), no podemos andar por el mundo haciendo eso. Aquellas personas que ya tienen dos, tres, cuatro o cinco divorcios, igual que la samaritana; si ustedes en algún momento ofendió a alguien, o le echó a perder la vida a alguna persona, siempre es bueno ponernos a cuentas. Siempre es bueno decirle a una persona: “mira si yo te dañé, si te ofendí perdóname. Aquellos tiempos tan complicados donde yo no entendía tantas cosas te dije cosas que no debería haberte dicho. Hoy porque conozco a Dios, porque lo tengo en mi corazón, yo te confieso que me arrepiento de haberte dañado.”
Pero lo más importante en esta vida, antes de estar bien con cualquier persona, es estar bien con Dios y nuestra actitud refleja nuestra comunión con nuestro bendito Salvador.
Incline su rostro oremos al Señor:
Padre querido te damos gracias, en esta tarde, por esta bendita palabra. Señor en esta oportunidad queremos echar un vistazo a nuestro interior, reconocer Padre Santo nuestro temperamento y pedirte perdón Señor por nuestras malas actitudes. Por las relaciones que hemos dañado, personas que hemos ofendido; pero principalmente porque entendemos que antes de ofender a alguien te ofendemos a ti. Señor tu palabra nos manda a ser todos de un mismo sentir, a amarnos los unos a los otros de una manera muy especial y a tener la actitud que tú tuviste: una actitud de humildad. Si tú siendo Dios, siendo el rey pudiste ser humilde, ayúdanos a nosotros también a tener una actitud similar a la tuya mi Señor.
Mientras todos oramos, ¿usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón y quisiera hacerlo hoy? Si hay alguna persona que dice: “Pastor yo siento la necesidad de Dios en mi vida, yo he tenido problemas de temperamento, problemas de mala actitud y ahora reconozco que el Espíritu Santo es el único que puede transformar mi vida, que puede cambiar mi corazón. Yo me he resistido por todo este tiempo al Espíritu de Dios, pero hoy reconozco la necesidad profunda que tengo de Dios en mi vida.” Si hay alguna persona que quiere entregarle su vida a Jesucristo, ahí donde está, yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano. Alguien se acercará para orar con usted y por usted. Alguien más que diga “Yo quiero comenzar una vida nueva hoy” Venga los pies de Jesucristo, entrégale su corazón, entréguele su vida.
Usted que nos ve por internet también puede hacer lo mismo a través de una oración de fe, dígale al Señor: “Señor en este día te pido perdón por mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz al poner tu cuerpo y derramar tu sangre preciosa. En este día te recibo como mi Señor y mi Salvador.” Si usted hizo esta oración yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su Santa y Bendita palabra.
Gracias Señor por tu palabra. Despídenos con tu paz y bendición. En el nombre de Jesús, amén.
Amados míos que la paz de Cristo les acompañe. ¡Bendiciones!