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Gracias a Dios

Octubre 12, 2025 – 2:00PM | 1 Tesalonisenses 5:18| Dr. David Rodríguez

Descargar Texto: Sermón en PDF

Etiquetas: 1 tesalonicenses, octubre 2025, pastor david rodriguez, transcripcion

TRANSCRIPCIÓN

Un mensaje sencillo para esta tarde: Gracias a Dios. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (RV 1960): Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (NVI): Dad gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (NTV): Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (TLA): Den gracias a Dios en cualquier circunstancia. Esto es lo que Dios espera de ustedes, como cristianos que son.  

Vamos a dar gracias a Dios: Padre, te damos gracias por todas las cosas que pasan a nuestro alrededor, por las que entendemos y las que no entendemos. Damos gracias, Señor, porque eres bueno. Damos gracias porque en medio de las pruebas, en medio de la aflicción, en medio del dolor, en medio de cada lágrima, ahí estás tú. Y en este día, Señor, nos unimos para celebrar acción de gracias. Tu iglesia, tu pueblo, reconoce que eres el único digno de recibir alabanza y adoración; y te damos las gracias. Bendice el mensaje en nuestros corazones. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Debemos dar gracias a Dios cualquier situación, cualesquiera que sean las circunstancias. Quiero mencionar algunos ejemplos de la Biblia y dar gracias a Dios por cada una de estas cosas.

1- Gracias a Dios por el dolor.

Usualmente, el dolor es connotado de forma negativa. Yo nunca he oído a una persona decirle a Dios: -Señor mándame un dolor, por favor. Todo lo contrario, pedimos a Dios que nos quite el dolor. Sentimos compasión por la persona que está atravesando por un dolor. El dolor purifica, el dolor forma el carácter, te moldea, te prepara. Es el barro en las manos del alfarero; y muchas veces, el dolor, es el idioma que Dios utiliza cuando ya no escuchamos la voz de Dios en la comodidad de nuestras vidas. 

Hay una gran cantidad de personajes en la Biblia que atravesaron por el dolor, y en medio de tantos personajes, viene a mi mente José, el hijo de Jacob, quien atravesó por un proceso muy doloroso. Sus propios hermanos lo traicionaron, lo vendieron a los ismaelitas. Y cuando tu propia familia te daña, cuando tu propia familia te da la espalda, cuando tu propia familia te traiciona, sin lugar a dudas que las heridas emocionales son más profundas.

Algunos escritores de libros han dicho que el dolor es la universidad donde se gradúan los hombres y las mujeres de fe. Y otros más han dicho que algunos aprenden de los sermones y otros solo aprenden de las lágrimas. Pero ¿quién de nosotros no ha atravesado por el dolor? Tal vez en silencio, tal vez en un hospital, tal vez después de una cita con un abogado, tal vez al salir de migración, tal vez después de una discusión acalorada con su esposo(a). ¿Quién no ha atravesado por el dolor?

Cuando leo en la escritura que Dios te dice: Dad gracias a Dios en toda situación, dad gracias a Dios en todas las circunstancias. Comprendo que Dios quiere escucharnos decir: -Señor, me duele el alma, me duele el corazón, siento pesar en mi interior Señor, pero te doy gracias. Dios quiere que aprendamos a dar gracias, no solamente cuando las cosas salen bien, que aprendamos a dar gracias, no solamente cuando las cosas suceden como nosotros esperábamos que sucedieran, sino en todo momento, en todo dolor.

La vida no es sencilla. Dios nunca nos prometió que el evangelio sería un camino de rosas. Al contrario, dijo (Juan 16: 33): En el mundo tendréis aflicción. Da la impresión de que Jesucristo, que la Biblia, te prepara para el dolor, te prepara para el sufrimiento, pero a la vez te dice (Jesús): No te preocupes, yo voy a estar contigo. 

Si pensamos cada uno de nosotros las veces que tuvimos que atravesar un dolor en la vida, muchas cosas no las vamos a entender, sobre todo en el momento que las estamos viviendo. Pero yo creo que los evangélicos no hemos sido llamados para entender las cosas, hemos sido llamados para aceptarlas y darle gracias a Dios. Después de una prueba, después de un tiempo de dolor, después de un tiempo de lamentos, qué lindo es que Dios pueda encontrar en nuestros labios una palabra de alabanza, una palabra de gratitud. Gracias, Señor, por los momentos de dolor que hemos atravesado en la vida.

2- Gracias a Dios por las tormentas de la vida. 

Mateo capítulo 8 nos habla de cómo se levantó una tempestad tan grande, que los discípulos se asustaron, tuvieron miedo. Jesús estaba durmiendo en la barca cuando los discípulos fueron corriendo a despertarlo y le dijeron: -Señor, ¡nos vamos a ahogar! Y Jesús les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? La escritura dice que Jesús se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron diciendo: ¿Qué hombre es este que aún los vientos y el mar le obedecen?

¿A alguien le han llovido problemas alguna vez? Hay veces que salimos de una y entramos en otra, y salimos de otra y entramos en una; y decimos: Pero es no es posible que todo me salga tan mal, ¿verdad? Si después de una cosa viene la otra, la otra y la otra. Gracias a Dios por las tormentas. 

Los discípulos tenían miedo, y es natural tener miedo, pero hay una cosa curiosa. Analizando bien el pasaje, nos damos cuenta de que fue en medio de la tormenta que los discípulos conocieron algo espectacular del poder de Dios: que a Jesús también el mar le obedece. Eso, hermanos, eso es para quedarse con la boca abierta. Y mire la pregunta que hicieron: ¿Y quién es este hombre que el mar y los vientos le obedecen?

Las tormentas surgen en la vida nuestra, como cristianos, no para destruirnos sino para revelarnos un poco más quién es el Dios que amamos, quién es el Dios que adoramos. Aquellos que ya tenemos rato de caminar en el evangelio, nos damos cuenta de que muchas veces Dios no calma la tormenta, pero usa la tormenta para calmarnos a nosotros, y esto es un regalo de Dios. 

Debemos orar y sentir compasión por aquellas personas a las que le llegan tormentas a su vida. Y me refiero a esas tormentas que en mi país le dicen temporal, que duran días y días, pasan las semanas y la cosa no se calma. Y usted dice: Pero ¿qué es lo que está pasando? Gracias a Dios por las tormentas.

¿Quién no se ha dado cuenta que la fe no se demuestra cuando el mar está tranquilo, sino cuando las olas amenazan con hundirnos? Ahí es donde se demuestra la fe. Jamás Jesús prometió un mar en calma, el Señor lo que prometió fue su presencia en medio de las olas. Las tormentas forjan nuestra vida espiritual, ninguno es el mismo después de una tormenta. Porque la tormenta, sin lugar a duda, nos hace más sabios. La tormenta nos hace más fuertes y agradecidos. 

Estas cosas de las que estoy hablando hoy, el dolor, las tormentas, van a revelar quién verdaderamente somos nosotros. Hermanos hay personas que no soportaron ni siquiera el primer dolor, que no soportaron ni siquiera una llovizna, sino que a la primera prueba que le vino a su vida, tomaron camino y abandonaron el evangelio, abandonaron el barco.

Debemos dar gracias a Dios por aquellos momentos difíciles de dolor por los que atravesamos en nuestra vida, por las tormentas que nos llegan a nuestra vida; que nos han enseñado muchísimo acerca del poder de Dios, nos han enseñado muchísimo sobre lo fiel que es nuestro Dios y que cumple sus promesas cuando dice que Él va a estar con nosotros.

3- Gracias a Dios por su silencio. 

¿Alguna vez ha orado usted y no ve respuesta de Dios? Hermano yo sí, créame. Mire, yo estoy en cada uno de estos motivos por los que debemos agradecerle a Dios. 

Salmo 22: 2(RV 1960): 2 Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo.

Déjeme decirle que siendo pastor y predicando el evangelio por casi cuatro décadas, ha habido situaciones en mi vida donde yo he clamado a Dios y he clamado a Dios, y Dios no ha respondido. ¿Cuántas veces usted ha orado y Dios guarda silencio? Cuando estamos en medio de una prueba y Dios guarda silencio, nos sentimos confundidos, nos sentimos abandonados; pero en realidad, agradecer a Dios en medio del silencio espiritual es una forma de adoración madura.

Recuerdo una vez que yo estaba clamando a Dios y nada que respondía. Yo estaba en la cama de un hospital y estaba clamando a Dios, yo le decía: -Señor, es que no te siento aquí conmigo. Señor, si aquí estamos solo tú y yo, tócame la mano para saber que estás aquí, Señor-. Y de ese momento surgió una frase que escribí en la Biblia: “No necesito sentir a Dios para confiar en Él.” Guarde eso en su corazón. 

Salmos 42: 5 (RV 1960): 5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Espera en Dios, y estamos hablando de darle gracias a Dios en todo, aun cuando pasamos por el dolor, cuando llegaron las tormentas y cuando clamamos a Dios mientras Él guardó silencio. El hecho que Dios guarde silencio no significa que no esté ahí. Gracias a Dios por los tiempos de silencio.

4- Gracias a Dios por las puertas que cerró. 

En el libro de los Hechos, en el capítulo 16, el apóstol Pablo quería ir a un lugar y Dios le dijo: “No, ahí no.” 

Hechos 16: 6-7 (RV 1960): 6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7 y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Amado mío, Pablo quería ir a un lugar y Dios le cerró la puerta. 

No siempre se van a abrir las puertas, muchas veces Dios cierra puertas para protegernos de lo que hay detrás de esa puerta, muchas veces Dios cierra puertas para enseñarnos lecciones, cuando Dios te cierra una puerta, lo que te está diciendo es: que no es el tiempo de Dios, que debemos tener paciencia y que debemos confiar en su voluntad. No todas las puertas se van a abrir, no todas las cosas que yo quiero que sucedan van a suceder. Esa puerta que cerró Dios para Pablo, la abrió para ir a otro lugar. En ese momento Pablo no entendió que Dios quería llevarlo a Macedonia. Pero ¿cómo es posible si lo que queremos es ir a predicar el evangelio a ese lugar? ¿Por qué se cierra la puerta, Señor, por qué?

Muchas veces oramos para que se abra una puerta, pero Dios que ve el futuro y sabe que detrás hay peligro, que hay dolor, la cierra. Pero ¿sabe qué es lo peor del caso de muchos de nosotros los cristianos evangélicos? Que insistimos en que esa puerta se abra, al punto algunos hasta patadas le dan a la puerta para que se abra. Tenemos que aprender a esperar el tiempo de Dios, debemos entender que Dios nunca llega ni antes ni después. Dios siempre llega a tiempo.

5- Gracias a Dios por el “todavía no”. 

Romanos 8: 28 (RV 1960): 28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 

Hay momentos donde nada tiene sentido, pero sabemos que Dios no ha terminado. Agradecer a Dios en el “todavía no”, es creer que Dios todavía no ha terminado. El “todavía no”, no es un no pero tampoco es un sí. El “todavía no” es, espera.

Usted se ha puesto a pensar ¿cuánto tiempo tenemos nosotros batallando con la búsqueda de un terreno? ¿Cuánto tiempo tenemos batallando nosotros con el proyecto pro-templo? ¡Pero batallando, batallando! Y nos encontramos a Dios diciendo: -Tranquilo, todavía no. Y si usted se desespera, si usted está ansioso, puede cometer un error, y ya hemos cometido muchos; entonces debemos dar gracias a Dios por el “todavía no”.

Dios le prometió a Abraham y a Sara un hijo, y ¿sabe cuántos años pasaron? Veinticinco para que naciera Isaac. Y como no supieron esperar, quisieron darle una ayudadita a Dios. Sara le entregó a su sierva y nació Ismael. Dios les había dicho: “todavía no”. De esa decisión nace Ismael. Esa decisión trajo dolor y sufrimiento, que ha llegado a nuestros días, tres mil años más tarde. Hoy Dios nos puede seguir diciendo: “todavía no”, aunque usted se sienta listo.

¿Se acuerda usted que Ana, allá en el libro de Samuel, pedía un hijo y todos los años lloraba y clamaba por ese hijo? Pero Dios, ¿sabe qué decía? Todavía no, no es el tiempo. Cuando Ana logró concebir su hijo, Samuel, fue un instrumento en la historia de toda la nación de Israel. Cuando Dios te dice: “Todavía no”, te está preparando, te está formando. Gracias, Señor, por los “todavía no”.

6- Gracias a Dios por el desierto. 

Deuteronomio 8: 2 (NVI): 2 Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, para humillarte y ponerte a prueba. Así llegaría a conocer lo que había en tu corazón y vería si cumplirías o no sus mandamientos. 

¿Qué es el desierto espiritual? El desierto espiritual es un tiempo de sequedad, de aridez, de soledad en la vida de fe de una persona. Es ese tiempo donde se presenta una sensación de distanciamiento de Dios, falta de fervor espiritual; a pesar de que realizamos actividades religiosas, sentimos un vacío en nuestro interior. Esta experiencia puede ser un tiempo de desilusión, de cuestionamientos con el Señor, de pruebas, pero también se considera una oportunidad para crecer, para profundizar en nuestra relación con Dios. ¿Cuántos no hemos atravesado por un desierto espiritual? 

El desierto para el pueblo de Israel no fue un castigo, sino fue una escuela. Ahí Israel aprendió dependencia, aprendió fe, aprendió a obedecer. Hermanos, el desierto purifica el alma, es un proceso en el que Dios te enseña a depender de Él, Dios te transforma la vida y revela quiénes somos nosotros en realidad.

Oseas 2:14 (RV 1960): 14 Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Hay veces que Dios te lleva al desierto para hablar contigo porque tú estás en tu diario caminar, en tus actividades normales, y no pones atención porque estás tan ocupado en tantas cosas hermano que no prioriza a Dios. 

Hoy es bien difícil ponerle atención a Dios porque nos distraemos rápidamente con cualquier cosa. Estamos tan acostumbrados a tener un ruido (la computadora, un video, Netflix, esto, lo otro) que no nos percatamos que hay que apartar un momento donde hay que apagar todo y desconectarnos de todo por completo, para poder hablar con Dios. Cuando todo ruido se apaga, la voz de Dios se vuelve clara. Ahí en la soledad del alma es cuando Dios te habla al oído, verdades que nunca oiríamos en medio del ruido.

En el desierto se aprenden muchas cosas. Por ejemplo, aprendes que Dios te alimenta con maná. Aprendes que Dios te sustenta, que Dios saca agua de la roca milagrosamente, que Dios te protege con una columna de nube durante el día y con una columna de fuego por la noche. 

Agradezco y doy gracias a Dios por los desiertos que hemos atravesado en la vida, porque revelan quién verdaderamente nos sostiene.

7- Gracias Dios por las cosas que no cambiaron. 

2 Corintios 12: 7-9 (RV 1960): 7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 

Pablo entendía la razón, para no enaltecerse, es decir, tenía el orgullo muy alto, la arrogancia muy elevada y ese aguijón se lo pusieron ahí, para que no me enalteciera de más. En otras palabras Pablo estaba dando gracias a Dios porque las cosas no cambiaron, hermano. 

Fíjate, ¿qué fue lo que Dios le dijo a Pablo? Aprende a vivir con el aguijón. Y ¿qué dijo Pablo?: “Gracias por este aguijón que me mantiene humilde.”

La fe no siempre cambia nuestra circunstancia, pero nos cambia a nosotros. Pablo no recibió la respuesta que él esperaba, pero recibió una gran revelación. ¿Sabe cuál es la gran revelación que recibió Pablo? Mi gracia es más que suficiente. Es como para decir: “Gracias por el aguijón, pues, ¿verdad? Aquí me lo voy a aguantar todos los días porque tu gracia es más que suficiente. Es decir, cuando yo pienso en el aguijón, tengo que pensar que hay algo que es mucho mejor que eso. Tu gracia, Señor. Tu gracia.

Aunque nada cambie a nuestro alrededor, Dios está obrando en nuestro interior y ahí es donde nace la verdadera transformación. Gracias Dios por el dolor. Gracias Dios por las tormentas. Gracias Señor por el silencio. Gracias Señor por las puertas cerradas, las puertas que tú cerraste para protegernos. Gracias Dios, por el “todavía no”. Gracias Dios por el desierto y gracias Dios, por aquellas cosas que no cambiaste, aunque nosotros te pedimos que las cambiaras.

De una cosa estoy seguro, donde hay mucha queja, hay poca gratitud. De tal manera, mis queridos y amados hermanos, si usted ha vivido cualquiera de estas siete cosas que le he mencionado, dele gracias a Dios. La Biblia dice: cualquiera que sea tu circunstancia, dele gracias a Dios. Usted perdió un ser querido en este año, dele gracias a Dios. Usted perdió dinero, le robaron, lo traicionaron, dele gracias a Dios. Cualquiera que sea la situación, cualquiera que sea la circunstancia, sea lo que sea, Dad gracias a Dios en todo. 

Mis queridos y amados hermanos, la Biblia nos dice que demos gracias a Dios. En este día, cuando celebramos un día de acción de gracias, estamos acostumbrados y gracias a Dios porque tenemos trabajo, porque tenemos comida y porque tenemos y tenemos, y es fácil que demos gracias; pero en esta oportunidad damos gracias por esa formación que Dios ha hecho en nuestro interior a través de aquellas situaciones y circunstancias de la vida que de una u otra forma nos doblegaron, que de una u otra manera nos hicieron ponernos de rodilla, que de una u otra forma transformaron nuestro interior. ¡Sea el nombre de Jehová bendito eternamente y para siempre!

Oremos: Padre, te damos gracias. Te damos gracias por todas tus bondades y de una manera especial por los instrumentos que tú utilizas para transformarnos, para llevarnos a la estatura de Cristo. Gracias te damos, Señor. Hay cosas que no entendimos en el momento que las atravesamos, hay muchas cosas que no comprendimos y algunas de ellas ni las comprendemos todavía; pero ¡qué alivio saber que tú estás con nosotros, Señor! ¡Qué alivio saber que pasamos por el fuego pero tú ibas con nosotros, pasamos por las aguas pero tú nos acompañabas, se levantaron vientos y tú estabas en la barca! Pasamos por el dolor, por las tormentas, por el desierto y tu presencia siempre estuvo ahí. Señor, en este día te damos gracias, en este día cuando esta nación celebra el día de acción de gracias, este pueblo te agradece de corazón por todas y todas tus promesas. Recordamos esa promesa maravillosa del libro de Isaías que nos dice: No temas porque yo estoy contigo. No desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. ¡Bendito sea tu nombre!

Ahora Señor, yo te pido por aquellas personas que nunca han tenido un encuentro contigo. Si usted, mi amigo, me dice: -Pastor, yo no conozco a Cristo, yo nunca le he entregado mi vida a Dios y quiero hacerlo, ¿qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer para creer en Dios de la manera como creen ustedes? ¿Qué puedo hacer para que mi fe pueda crecer y tener una fe ferviente en el Señor? Quiero invitarle a usted para que haga una oración conmigo en este momento y diga de esta manera, ahí donde usted está: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento de mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz. Te doy gracias porque pusiste tu cuerpo y derramaste tu sangre mi lugar. En este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Si usted hizo esta oración, queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra. 

Señor gracias te damos, tenemos un millón de razones por que agradecer todo lo que has hecho. Gracias por Jesús, gracias por la salvación, gracias por el perdón de nuestros pecados, por tu misericordia, por tu fidelidad, por todo eso este pueblo te honra, te adora y te agradece en el nombre de Jesús. Amén y amén.

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Gracias a Dios


Octubre 12, 2025 – 2:00PM | 1 Tesalonisenses 5:18| Dr. David Rodríguez

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TRANSCRIPCIÓN

Un mensaje sencillo para esta tarde: Gracias a Dios. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (RV 1960): Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (NVI): Dad gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (NTV): Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús. 

1 Tesalonicenses 5: 18 (TLA): Den gracias a Dios en cualquier circunstancia. Esto es lo que Dios espera de ustedes, como cristianos que son.  

Vamos a dar gracias a Dios: Padre, te damos gracias por todas las cosas que pasan a nuestro alrededor, por las que entendemos y las que no entendemos. Damos gracias, Señor, porque eres bueno. Damos gracias porque en medio de las pruebas, en medio de la aflicción, en medio del dolor, en medio de cada lágrima, ahí estás tú. Y en este día, Señor, nos unimos para celebrar acción de gracias. Tu iglesia, tu pueblo, reconoce que eres el único digno de recibir alabanza y adoración; y te damos las gracias. Bendice el mensaje en nuestros corazones. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Debemos dar gracias a Dios cualquier situación, cualesquiera que sean las circunstancias. Quiero mencionar algunos ejemplos de la Biblia y dar gracias a Dios por cada una de estas cosas.

1- Gracias a Dios por el dolor.

Usualmente, el dolor es connotado de forma negativa. Yo nunca he oído a una persona decirle a Dios: -Señor mándame un dolor, por favor. Todo lo contrario, pedimos a Dios que nos quite el dolor. Sentimos compasión por la persona que está atravesando por un dolor. El dolor purifica, el dolor forma el carácter, te moldea, te prepara. Es el barro en las manos del alfarero; y muchas veces, el dolor, es el idioma que Dios utiliza cuando ya no escuchamos la voz de Dios en la comodidad de nuestras vidas. 

Hay una gran cantidad de personajes en la Biblia que atravesaron por el dolor, y en medio de tantos personajes, viene a mi mente José, el hijo de Jacob, quien atravesó por un proceso muy doloroso. Sus propios hermanos lo traicionaron, lo vendieron a los ismaelitas. Y cuando tu propia familia te daña, cuando tu propia familia te da la espalda, cuando tu propia familia te traiciona, sin lugar a dudas que las heridas emocionales son más profundas.

Algunos escritores de libros han dicho que el dolor es la universidad donde se gradúan los hombres y las mujeres de fe. Y otros más han dicho que algunos aprenden de los sermones y otros solo aprenden de las lágrimas. Pero ¿quién de nosotros no ha atravesado por el dolor? Tal vez en silencio, tal vez en un hospital, tal vez después de una cita con un abogado, tal vez al salir de migración, tal vez después de una discusión acalorada con su esposo(a). ¿Quién no ha atravesado por el dolor?

Cuando leo en la escritura que Dios te dice: Dad gracias a Dios en toda situación, dad gracias a Dios en todas las circunstancias. Comprendo que Dios quiere escucharnos decir: -Señor, me duele el alma, me duele el corazón, siento pesar en mi interior Señor, pero te doy gracias. Dios quiere que aprendamos a dar gracias, no solamente cuando las cosas salen bien, que aprendamos a dar gracias, no solamente cuando las cosas suceden como nosotros esperábamos que sucedieran, sino en todo momento, en todo dolor.

La vida no es sencilla. Dios nunca nos prometió que el evangelio sería un camino de rosas. Al contrario, dijo (Juan 16: 33): En el mundo tendréis aflicción. Da la impresión de que Jesucristo, que la Biblia, te prepara para el dolor, te prepara para el sufrimiento, pero a la vez te dice (Jesús): No te preocupes, yo voy a estar contigo. 

Si pensamos cada uno de nosotros las veces que tuvimos que atravesar un dolor en la vida, muchas cosas no las vamos a entender, sobre todo en el momento que las estamos viviendo. Pero yo creo que los evangélicos no hemos sido llamados para entender las cosas, hemos sido llamados para aceptarlas y darle gracias a Dios. Después de una prueba, después de un tiempo de dolor, después de un tiempo de lamentos, qué lindo es que Dios pueda encontrar en nuestros labios una palabra de alabanza, una palabra de gratitud. Gracias, Señor, por los momentos de dolor que hemos atravesado en la vida.

2- Gracias a Dios por las tormentas de la vida. 

Mateo capítulo 8 nos habla de cómo se levantó una tempestad tan grande, que los discípulos se asustaron, tuvieron miedo. Jesús estaba durmiendo en la barca cuando los discípulos fueron corriendo a despertarlo y le dijeron: -Señor, ¡nos vamos a ahogar! Y Jesús les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? La escritura dice que Jesús se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron diciendo: ¿Qué hombre es este que aún los vientos y el mar le obedecen?

¿A alguien le han llovido problemas alguna vez? Hay veces que salimos de una y entramos en otra, y salimos de otra y entramos en una; y decimos: Pero es no es posible que todo me salga tan mal, ¿verdad? Si después de una cosa viene la otra, la otra y la otra. Gracias a Dios por las tormentas. 

Los discípulos tenían miedo, y es natural tener miedo, pero hay una cosa curiosa. Analizando bien el pasaje, nos damos cuenta de que fue en medio de la tormenta que los discípulos conocieron algo espectacular del poder de Dios: que a Jesús también el mar le obedece. Eso, hermanos, eso es para quedarse con la boca abierta. Y mire la pregunta que hicieron: ¿Y quién es este hombre que el mar y los vientos le obedecen?

Las tormentas surgen en la vida nuestra, como cristianos, no para destruirnos sino para revelarnos un poco más quién es el Dios que amamos, quién es el Dios que adoramos. Aquellos que ya tenemos rato de caminar en el evangelio, nos damos cuenta de que muchas veces Dios no calma la tormenta, pero usa la tormenta para calmarnos a nosotros, y esto es un regalo de Dios. 

Debemos orar y sentir compasión por aquellas personas a las que le llegan tormentas a su vida. Y me refiero a esas tormentas que en mi país le dicen temporal, que duran días y días, pasan las semanas y la cosa no se calma. Y usted dice: Pero ¿qué es lo que está pasando? Gracias a Dios por las tormentas.

¿Quién no se ha dado cuenta que la fe no se demuestra cuando el mar está tranquilo, sino cuando las olas amenazan con hundirnos? Ahí es donde se demuestra la fe. Jamás Jesús prometió un mar en calma, el Señor lo que prometió fue su presencia en medio de las olas. Las tormentas forjan nuestra vida espiritual, ninguno es el mismo después de una tormenta. Porque la tormenta, sin lugar a duda, nos hace más sabios. La tormenta nos hace más fuertes y agradecidos. 

Estas cosas de las que estoy hablando hoy, el dolor, las tormentas, van a revelar quién verdaderamente somos nosotros. Hermanos hay personas que no soportaron ni siquiera el primer dolor, que no soportaron ni siquiera una llovizna, sino que a la primera prueba que le vino a su vida, tomaron camino y abandonaron el evangelio, abandonaron el barco.

Debemos dar gracias a Dios por aquellos momentos difíciles de dolor por los que atravesamos en nuestra vida, por las tormentas que nos llegan a nuestra vida; que nos han enseñado muchísimo acerca del poder de Dios, nos han enseñado muchísimo sobre lo fiel que es nuestro Dios y que cumple sus promesas cuando dice que Él va a estar con nosotros.

3- Gracias a Dios por su silencio. 

¿Alguna vez ha orado usted y no ve respuesta de Dios? Hermano yo sí, créame. Mire, yo estoy en cada uno de estos motivos por los que debemos agradecerle a Dios. 

Salmo 22: 2(RV 1960): 2 Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo.

Déjeme decirle que siendo pastor y predicando el evangelio por casi cuatro décadas, ha habido situaciones en mi vida donde yo he clamado a Dios y he clamado a Dios, y Dios no ha respondido. ¿Cuántas veces usted ha orado y Dios guarda silencio? Cuando estamos en medio de una prueba y Dios guarda silencio, nos sentimos confundidos, nos sentimos abandonados; pero en realidad, agradecer a Dios en medio del silencio espiritual es una forma de adoración madura.

Recuerdo una vez que yo estaba clamando a Dios y nada que respondía. Yo estaba en la cama de un hospital y estaba clamando a Dios, yo le decía: -Señor, es que no te siento aquí conmigo. Señor, si aquí estamos solo tú y yo, tócame la mano para saber que estás aquí, Señor-. Y de ese momento surgió una frase que escribí en la Biblia: “No necesito sentir a Dios para confiar en Él.” Guarde eso en su corazón. 

Salmos 42: 5 (RV 1960): 5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Espera en Dios, y estamos hablando de darle gracias a Dios en todo, aun cuando pasamos por el dolor, cuando llegaron las tormentas y cuando clamamos a Dios mientras Él guardó silencio. El hecho que Dios guarde silencio no significa que no esté ahí. Gracias a Dios por los tiempos de silencio.

4- Gracias a Dios por las puertas que cerró. 

En el libro de los Hechos, en el capítulo 16, el apóstol Pablo quería ir a un lugar y Dios le dijo: “No, ahí no.” 

Hechos 16: 6-7 (RV 1960): 6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7 y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Amado mío, Pablo quería ir a un lugar y Dios le cerró la puerta. 

No siempre se van a abrir las puertas, muchas veces Dios cierra puertas para protegernos de lo que hay detrás de esa puerta, muchas veces Dios cierra puertas para enseñarnos lecciones, cuando Dios te cierra una puerta, lo que te está diciendo es: que no es el tiempo de Dios, que debemos tener paciencia y que debemos confiar en su voluntad. No todas las puertas se van a abrir, no todas las cosas que yo quiero que sucedan van a suceder. Esa puerta que cerró Dios para Pablo, la abrió para ir a otro lugar. En ese momento Pablo no entendió que Dios quería llevarlo a Macedonia. Pero ¿cómo es posible si lo que queremos es ir a predicar el evangelio a ese lugar? ¿Por qué se cierra la puerta, Señor, por qué?

Muchas veces oramos para que se abra una puerta, pero Dios que ve el futuro y sabe que detrás hay peligro, que hay dolor, la cierra. Pero ¿sabe qué es lo peor del caso de muchos de nosotros los cristianos evangélicos? Que insistimos en que esa puerta se abra, al punto algunos hasta patadas le dan a la puerta para que se abra. Tenemos que aprender a esperar el tiempo de Dios, debemos entender que Dios nunca llega ni antes ni después. Dios siempre llega a tiempo.

5- Gracias a Dios por el “todavía no”. 

Romanos 8: 28 (RV 1960): 28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 

Hay momentos donde nada tiene sentido, pero sabemos que Dios no ha terminado. Agradecer a Dios en el “todavía no”, es creer que Dios todavía no ha terminado. El “todavía no”, no es un no pero tampoco es un sí. El “todavía no” es, espera.

Usted se ha puesto a pensar ¿cuánto tiempo tenemos nosotros batallando con la búsqueda de un terreno? ¿Cuánto tiempo tenemos batallando nosotros con el proyecto pro-templo? ¡Pero batallando, batallando! Y nos encontramos a Dios diciendo: -Tranquilo, todavía no. Y si usted se desespera, si usted está ansioso, puede cometer un error, y ya hemos cometido muchos; entonces debemos dar gracias a Dios por el “todavía no”.

Dios le prometió a Abraham y a Sara un hijo, y ¿sabe cuántos años pasaron? Veinticinco para que naciera Isaac. Y como no supieron esperar, quisieron darle una ayudadita a Dios. Sara le entregó a su sierva y nació Ismael. Dios les había dicho: “todavía no”. De esa decisión nace Ismael. Esa decisión trajo dolor y sufrimiento, que ha llegado a nuestros días, tres mil años más tarde. Hoy Dios nos puede seguir diciendo: “todavía no”, aunque usted se sienta listo.

¿Se acuerda usted que Ana, allá en el libro de Samuel, pedía un hijo y todos los años lloraba y clamaba por ese hijo? Pero Dios, ¿sabe qué decía? Todavía no, no es el tiempo. Cuando Ana logró concebir su hijo, Samuel, fue un instrumento en la historia de toda la nación de Israel. Cuando Dios te dice: “Todavía no”, te está preparando, te está formando. Gracias, Señor, por los “todavía no”.

6- Gracias a Dios por el desierto. 

Deuteronomio 8: 2 (NVI): 2 Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, para humillarte y ponerte a prueba. Así llegaría a conocer lo que había en tu corazón y vería si cumplirías o no sus mandamientos. 

¿Qué es el desierto espiritual? El desierto espiritual es un tiempo de sequedad, de aridez, de soledad en la vida de fe de una persona. Es ese tiempo donde se presenta una sensación de distanciamiento de Dios, falta de fervor espiritual; a pesar de que realizamos actividades religiosas, sentimos un vacío en nuestro interior. Esta experiencia puede ser un tiempo de desilusión, de cuestionamientos con el Señor, de pruebas, pero también se considera una oportunidad para crecer, para profundizar en nuestra relación con Dios. ¿Cuántos no hemos atravesado por un desierto espiritual? 

El desierto para el pueblo de Israel no fue un castigo, sino fue una escuela. Ahí Israel aprendió dependencia, aprendió fe, aprendió a obedecer. Hermanos, el desierto purifica el alma, es un proceso en el que Dios te enseña a depender de Él, Dios te transforma la vida y revela quiénes somos nosotros en realidad.

Oseas 2:14 (RV 1960): 14 Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Hay veces que Dios te lleva al desierto para hablar contigo porque tú estás en tu diario caminar, en tus actividades normales, y no pones atención porque estás tan ocupado en tantas cosas hermano que no prioriza a Dios. 

Hoy es bien difícil ponerle atención a Dios porque nos distraemos rápidamente con cualquier cosa. Estamos tan acostumbrados a tener un ruido (la computadora, un video, Netflix, esto, lo otro) que no nos percatamos que hay que apartar un momento donde hay que apagar todo y desconectarnos de todo por completo, para poder hablar con Dios. Cuando todo ruido se apaga, la voz de Dios se vuelve clara. Ahí en la soledad del alma es cuando Dios te habla al oído, verdades que nunca oiríamos en medio del ruido.

En el desierto se aprenden muchas cosas. Por ejemplo, aprendes que Dios te alimenta con maná. Aprendes que Dios te sustenta, que Dios saca agua de la roca milagrosamente, que Dios te protege con una columna de nube durante el día y con una columna de fuego por la noche. 

Agradezco y doy gracias a Dios por los desiertos que hemos atravesado en la vida, porque revelan quién verdaderamente nos sostiene.

7- Gracias Dios por las cosas que no cambiaron. 

2 Corintios 12: 7-9 (RV 1960): 7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 

Pablo entendía la razón, para no enaltecerse, es decir, tenía el orgullo muy alto, la arrogancia muy elevada y ese aguijón se lo pusieron ahí, para que no me enalteciera de más. En otras palabras Pablo estaba dando gracias a Dios porque las cosas no cambiaron, hermano. 

Fíjate, ¿qué fue lo que Dios le dijo a Pablo? Aprende a vivir con el aguijón. Y ¿qué dijo Pablo?: “Gracias por este aguijón que me mantiene humilde.”

La fe no siempre cambia nuestra circunstancia, pero nos cambia a nosotros. Pablo no recibió la respuesta que él esperaba, pero recibió una gran revelación. ¿Sabe cuál es la gran revelación que recibió Pablo? Mi gracia es más que suficiente. Es como para decir: “Gracias por el aguijón, pues, ¿verdad? Aquí me lo voy a aguantar todos los días porque tu gracia es más que suficiente. Es decir, cuando yo pienso en el aguijón, tengo que pensar que hay algo que es mucho mejor que eso. Tu gracia, Señor. Tu gracia.

Aunque nada cambie a nuestro alrededor, Dios está obrando en nuestro interior y ahí es donde nace la verdadera transformación. Gracias Dios por el dolor. Gracias Dios por las tormentas. Gracias Señor por el silencio. Gracias Señor por las puertas cerradas, las puertas que tú cerraste para protegernos. Gracias Dios, por el “todavía no”. Gracias Dios por el desierto y gracias Dios, por aquellas cosas que no cambiaste, aunque nosotros te pedimos que las cambiaras.

De una cosa estoy seguro, donde hay mucha queja, hay poca gratitud. De tal manera, mis queridos y amados hermanos, si usted ha vivido cualquiera de estas siete cosas que le he mencionado, dele gracias a Dios. La Biblia dice: cualquiera que sea tu circunstancia, dele gracias a Dios. Usted perdió un ser querido en este año, dele gracias a Dios. Usted perdió dinero, le robaron, lo traicionaron, dele gracias a Dios. Cualquiera que sea la situación, cualquiera que sea la circunstancia, sea lo que sea, Dad gracias a Dios en todo. 

Mis queridos y amados hermanos, la Biblia nos dice que demos gracias a Dios. En este día, cuando celebramos un día de acción de gracias, estamos acostumbrados y gracias a Dios porque tenemos trabajo, porque tenemos comida y porque tenemos y tenemos, y es fácil que demos gracias; pero en esta oportunidad damos gracias por esa formación que Dios ha hecho en nuestro interior a través de aquellas situaciones y circunstancias de la vida que de una u otra forma nos doblegaron, que de una u otra manera nos hicieron ponernos de rodilla, que de una u otra forma transformaron nuestro interior. ¡Sea el nombre de Jehová bendito eternamente y para siempre!

Oremos: Padre, te damos gracias. Te damos gracias por todas tus bondades y de una manera especial por los instrumentos que tú utilizas para transformarnos, para llevarnos a la estatura de Cristo. Gracias te damos, Señor. Hay cosas que no entendimos en el momento que las atravesamos, hay muchas cosas que no comprendimos y algunas de ellas ni las comprendemos todavía; pero ¡qué alivio saber que tú estás con nosotros, Señor! ¡Qué alivio saber que pasamos por el fuego pero tú ibas con nosotros, pasamos por las aguas pero tú nos acompañabas, se levantaron vientos y tú estabas en la barca! Pasamos por el dolor, por las tormentas, por el desierto y tu presencia siempre estuvo ahí. Señor, en este día te damos gracias, en este día cuando esta nación celebra el día de acción de gracias, este pueblo te agradece de corazón por todas y todas tus promesas. Recordamos esa promesa maravillosa del libro de Isaías que nos dice: No temas porque yo estoy contigo. No desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. ¡Bendito sea tu nombre!

Ahora Señor, yo te pido por aquellas personas que nunca han tenido un encuentro contigo. Si usted, mi amigo, me dice: -Pastor, yo no conozco a Cristo, yo nunca le he entregado mi vida a Dios y quiero hacerlo, ¿qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer para creer en Dios de la manera como creen ustedes? ¿Qué puedo hacer para que mi fe pueda crecer y tener una fe ferviente en el Señor? Quiero invitarle a usted para que haga una oración conmigo en este momento y diga de esta manera, ahí donde usted está: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento de mis faltas. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz. Te doy gracias porque pusiste tu cuerpo y derramaste tu sangre mi lugar. En este día te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Si usted hizo esta oración, queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra. 

Señor gracias te damos, tenemos un millón de razones por que agradecer todo lo que has hecho. Gracias por Jesús, gracias por la salvación, gracias por el perdón de nuestros pecados, por tu misericordia, por tu fidelidad, por todo eso este pueblo te honra, te adora y te agradece en el nombre de Jesús. Amén y amén.

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