La gente mas dichosa
Octubre 16, 2022 – 1:30PM | Romanos 4:1 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Yo he titulado el mensaje de esta tarde: “La gente más dichosa.” ¿Quién es la gente más dichosa? ¿Quién es la gente más más feliz? Algunos piensan que el hombre más más feliz es aquel que tiene dinero. El hombre más feliz es aquel que tiene una linda familia. Hoy vamos a ver qué nos dice la palabra del Señor.
Hay un vídeo que se ha hecho viral, que lo han bajado más de 23 millones de veces, y el vídeo se llama: ¿Qué nos hace realmente felices en la vida? Me gustaría que le ponga atención a esto que le voy a decir, porque me parece que este es un estudio único en su género. La investigación comenzó hace 84 años, se está realizando en la universidad de Harvard en los Estados Unidos, buscando la respuesta a esa pregunta. El estudio comenzó en 1938 con 724 hombres; algunos de esta prestigiosa universidad (hombres de la universidad) y otros hombres de barrios bajos en Boston. Lo que la universidad ha hecho es acompañar a estos jovencitos desde muy temprana edad, a medida que han ido creciendo, podrás imaginar que al día de hoy algunos de ellos ya murieron. Durante su crecimiento la universidad ha estado con ellos para saber ¿qué es lo que los hace realmente los hace felices? El estudio continúa con los hijos de estas personas, hoy continúa con más de mil hombres y mujeres que son hijos de los participantes originales. Este estudio te permite realizar muchas conclusiones, pero la conclusión fundamental de este estudio es que lo más importante para mantenerse felices y saludables a lo largo de una vida: “Es la calidad de nuestras relaciones.” Dependiendo como son sus relaciones: en el matrimonio, con sus hijos, con sus amigos; ellos le pueden decir cómo va a ser su vejez, si es que llega.
Se me hace un estudio extremadamente interesante, en primer lugar porque es una universidad prestigiosa la que lo está realizando. Segundo lugar por la duración del estudio, el mismo señor que lo expone dice que él es el cuarto director. Eso sí, es muy revelador, le va a decir cosas que a lo mejor usted ya sabe, como una mala relación le puede echar a perder la vida; sin embargo hay personas que prefieren mantenerse de esa manera en vez de tomar una decisión en su vida que le haga cambiar por completo el panorama.
Yo considero que es muy cierto porque la Biblia, la palabra del Señor, habla en cientos de versículos de cómo llevarnos con el prójimo. Que no le mienta al prójimo, que no hable mal del prójimo, ¿por qué? Porque la palabra del Señor se preocupa de nuestras relaciones con otras personas, porque de eso depende la felicidad, tal vez no la de hoy; pero sí la de más adelante; si es que alcanzamos a llegar.
El siguiente versículo es una repetición del apóstol Pablo, de lo que dice David en el Salmos 32. Busquemos en nuestras Biblias Romanos 4: 6 (RV-60). En el versículo 6, el apóstol Pablo nos habla acerca de David, el rey, y dice: 6Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
Hemos explicado que la palabra bienaventuranza (bienaventurado) es en el griego la palabra “macarios” y esa palabra es la palabra que más se asemeja a la palabra felicidad; ¿por qué? Porque esta palabra significa dichoso, feliz, bendito.
Ahora David le agrega algo que es mucho más valioso que las relaciones, porque las relaciones tienen que ver con nuestro tiempo en la tierra, nada más. David habla que la felicidad del hombre o la mujer consiste en que Dios atribuya justicia.
Entonces la gente más dichosa es aquel al que Dios le atribuye justicia.
Romanos 4: 6 (NTV): David también habló de lo mismo cuando describió la felicidad de los que son declarados justos sin hacer esfuerzos para lograrlo. Es decir, el regalo de la salvación.
Algunos de ustedes saben que cuando termina la predicación, desde este púlpito se hace una invitación para recibir a Cristo, se hace una invitación para dar un paso de fe, para decir: “Yo necesito a Dios, yo quiero comenzar una relación con Cristo, yo quiero entregarle mi vida al Señor.” Quiero decirles a las personas que están acá, los que han venido varias veces a la iglesia que han escuchado varios sermones y todavía no han hecho esa profesión de fe, a ese caballero, a esa señorita, esa señora, la palabra del Señor dice: “La persona que es verdaderamente feliz es aquella que ha sido declarada justa.”
Hay un principio y es que todos estamos sujetos a la ley del pecado, lo creamos o no lo creamos. Desde que Eva pecó, en el huerto del Edén, el pecado entró por un hombre y después pasó a todos los hombres. La Biblia dice que la paga del pecado es muerte (espiritual). Bíblicamente hablando sabemos que cuando una persona muere sin Cristo se va al infierno, ¿por qué?, por la paga de ese pecado. Entonces quiere decir que justo no hay ni aún uno, ¿cómo es posible que nosotros somos declarados justos? ¿De qué manera? La persona más feliz de la tierra es aquella persona a quien Dios declara justa. La justicia de Dios en mi vida, ¡Gloria al Señor!, esa es la felicidad. Yo he sido declarado justo por la gracia y misericordia de Dios. Si usted le entrega su vida al Señor usted ha sido declarado justo.
Ahora fíjate cómo funciona el asunto, la cosa es esta: Jesucristo fue tentado en todo, pero sin pecado. Jesús era una persona justa, Jesús es la justicia de Dios.
Hay una palabrita que enseña la escritura que se llama: Imputación, ¿qué significa eso? Que cuando una persona declara su confianza en el Señor Jesucristo y dice: “Yo le quiero entregar mi vida Jesús, yo quiero recibir a Cristo como el Señor y Salvador de mi alma”, en ese momento Dios toma la justicia de Cristo y la pone dentro de nosotros, Dios nos hace justos. ¿Por qué ocurre esto? No por nuestras buenas obras, Dios nos hace justos por la obra de Cristo en la cruz del Calvario; es decir, la justicia de Jesús, Dios la pone dentro de mi vida. ¡Esa es la verdadera felicidad!
Nosotros los cristianos muchas veces nos preocupamos con esa situación de “el destino” ¿verdad? La persona soltera piensa que va a ser feliz cuando se case, el que no tiene trabajo piensa que va a ser feliz cuando lo consiga, el que tiene cree que será feliz cuando se retire (jubile); y nos pasamos toda la vida pensando en eso. Entonces nos olvidamos que la felicidad más grande del individuo es ser declarado: “Justo, por la bendita palabra de nuestro Señor Jesús.”
Cualquier persona le puede robar la paz a usted, y algunos se han dedicado a eso, son ladrones de la paz de otras personas, les encanta eso, viven de eso. Pero hay una cosa que nadie te puede quitar y es: “El gozo de tu salvación”, ni el diablo puede quitarle eso. El hombre más dichoso es el que ha sido justificado, ¡Qué maravilla, qué milagro es poder decir: “Por la gracia del Señor soy salvo!” ¿Usted puede decir esas palabras?
Hemos hablado siempre de dos muertes, de la muerte física y espiritual. Las personas que tenemos a Cristo en el corazón vamos a morir, algún día, físicamente; pero espiritualmente tenemos vida eterna. Pero una persona que no conoce a Dios (aunque esté sentado en las bancas de una iglesia, si usted no conoce al Señor Jesucristo y no le ha entregado su vida), la Biblia declara que usted va a morir dos veces: va a morir físicamente y va a morir espiritualmente. ¿Qué significa morir espiritualmente? Condenación eterna. Esa es la maravilla que Dios ha hecho en nosotros, declararnos: “Justos para su honra y para su gloria”. Declarar justo a un pecador es un acto, sin lugar a dudas, de misericordia.
Romanos 5:1 (RV-60:) Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro señor Jesucristo. Nuestro Señor, nuestro bendito Salvador Jesucristo nos ha justificado con su sangre preciosa; ese es el regalo más grande que puede tener una persona y es la base fundamental de la felicidad. La felicidad no es el carro que a usted le gusta, no es el dinero, no es el novio (a) que a usted le gusta, mucha gente cree que la felicidad está en estas cosas. La Biblia, la palabra del Señor, dice: que la verdadera felicidad, la dicha más grande es haber sido justificado por Dios. Entonces aquí viene la pregunta: ¿Usted ha sido justificado por Dios?
Regresemos a Romanos 4:7 (RV-60): 7diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades han son perdonados, Y cuyos pecados cubiertos. Hermanos sin lugar a duda que todos hemos pecado, pero el rey David allá en el Antiguo Testamento sabía lo que es ser un pecador culpable, David conocía la seriedad del pecado; y sabía por las palabras que él escribió lo que significa la felicidad de ser perdonado.
Cuando Pablo utiliza las expresiones: justicia, de imputación y de iniquidades; lo que está en la idea de Pablo en ese momento es una corte. Yo no sé ¿cuántas veces yo he estado en una corte? No de acusado, pero he estado en varias cortes. Los abogados tratan a la persona culpable, de una manera increíble, es horrible. Entonces cuando la Biblia dice que usted es feliz porque Dios lo ha declarado justo, la Biblia dice que usted es feliz porque Dios ha perdonado sus pecados.
Entonces imagine que está en la corte frente al juez, que usted sabe que se equivocó, que hizo algo malo, sabe que no está libre de culpa; presentarán un vídeo de su vida. El juez está a punto de dar se sentencia, lo que está en juego es su eternidad. ¡Imagínese que usted es declarado justo! Usted dice: “creo que hay una equivocación.” Eso es misericordia, la misericordia de Dios con nosotros, porque si no fuera por su misericordia hubiéramos sido consumidos. Dios nos ha declarado justos, y no solamente eso, sino que también nuestros pecados han sido perdonados por la gracia y misericordia de nuestro Señor.
Hay una historia por ahí, de una madre que le pidió al rey que no ejecutaran a su hijo. La madre va y apela ante el rey y dice: “Por favor señor Rey, le ruego no ejecuten a mi hijo por favor, no lo ejecute, le ruego por misericordia, le ruego por misericordia.” Y el rey dice: “su hijo tiene que morir porque ha cometido un crimen, y de acuerdo a la justicia tiene que morir.” Y la madre dice: “No, no señor rey, yo no le estoy pidiendo justicia, le estoy pidiendo misericordia.”
Tenemos uno de los versículos más poderosos que nos hablan acerca del perdón de Dios. Colosenses 2: 13-14 (RV-60): 13Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.
¡Bendito Dios! Ahí está hablando de los pecados pequeños y de los pecados grandes, ahí están todas las ofensas que usted pudo haber hecho antes mi querido hermano.
Imagine un juez anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, ustedes saben que la policía lleva récord de algunas cosas; pero Dios los borró en la cruz del Calvario. ¡Bendito sea su nombre! Dice este pasaje, que Dios, anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, todo lo malo que habíamos hecho, fue anulado.
Pero escúcheme una cosa, si usted todavía no le ha entregado su vida a Jesús, si usted todavía no ha comenzado una vida de fe en el evangelio de Cristo, esa acta todavía está ahí; y cada día que pasa le siguen agregando. ¿Por qué razón? Porque el día que esa persona se juzgue, antes de condenarla, se le va a decir la razón por la cual se le está condenando.
Pero el día que nos arrepentimos de verdad, el día que aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador personal, Dios agarra el acta suya, la clava en la cruz del Calvario y dice Dios: “Todos estos pecados han sido perdonados y pagados por la sangre eterna, milagrosa y perfecta de mi Hijo, el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.” A partir de ese día, se anula el acta de los decretos que había en contra de nosotros, por la gracia y misericordia de Dios.
Entonces cuando David se presenta delante del juez, después de lo que había hecho, después de todos sus pecados, David sabía que el juez dictaminaría su sentencia: él era culpable. Dios lo había confrontado con su profeta. Pero cuando Dios utiliza la Justicia del Señor, cuando pone la justicia de Dios en nosotros (imputación) nos declara justos. Entonces David dice, sin lugar a dudas, la felicidad más grande: “Ha sido declarado justo.” Hermanos esto es para exaltar el nombre de Dios el resto de nuestras vidas. Esto es para decirle a Dios: “¡Señor que grande eres! Hermanos nos somos merecedores de nada, es más, vamos a morir pecando, es nuestra naturaleza es la naturaleza del hombre.”
Siempre nos han explicado nuestra naturaleza pecadora con el cerdito, usted se lleva un cerdo a su casa, lo hace su mascota y le pone nombre. Usted lo baña, le pone perfume y le pone un moño (cinta), es probable que el cerdo por algunos días esté tranquilo dentro de la casa; pero la primera oportunidad que tenga va a buscar la manera de salir corriendo. ¿Qué cree usted que va a buscar? Irá a buscar un fango, y se va a revolcar en el fango. Al cerdo no le va a importar el perfume, no le va a importar el amo, no le va a importar que usted lo llame, no le va a importar nada. ¿Por qué? Porque es la naturaleza del cerdo. En el caso nuestro, esa es nuestra naturaleza. La única manera, la única forma de poder quebrantar esa naturaleza en nosotros es poniéndonos una nueva naturaleza que se llama: “Nuevo nacimiento.” Es por eso que usted puede venir a una iglesia 50 años de su vida, usted puede asistir a una iglesia 60 años de su vida; pero si usted tiene la misma naturaleza de antes, usted necesita nacer de nuevo. Al cielo no se va por asistir al Tabernáculo El Redentor, al cielo no se va por asistir a una iglesia, en inglés, de Vancouver. Al cielo se va por haber nacido de nuevo, por tener una nueva naturaleza que es impuesta por el Espíritu Santo y usted no será la misma persona de antes. Ahora usted es otra persona, ahora usted ya no quiere hacer las cosas que hacía antes, ahora usted ya no quiere dar mal testimonio, ahora usted invita a las personas a que vengan a la casa del Señor, ahora usted invita a las personas para que asistan con usted a una casa de oración. Si usted no tiene ese deseo, si usted tira para el monte como dicen, si usted todavía quiere ir para el mundo, si a usted le hablan por teléfono y siente el deseo de ir para hacer lo que hacen otras personas; revise por favor su corazón. Se lo digo con el corazón en la mano, con toda el alma; revise su corazón.
El miércoles pasado decíamos que yo (el pastor) no lo he buscado, ni lo he llamado, ni lo he salvado a usted; quien ha hecho todas esas cosas es Dios. Quien se va a entender con usted, es el mismo que lo llamó, es Dios. Tenga cuidado, muchos jugamos a la “iglesita” y en realidad su nuevo corazón no existe, tienen el mismo corazón viejo. Aún siente el deseo de causar daño a otras personas, el deseo de robar a otros, el mismo deseo de mentir a otras personas, el mismo deseo de dar falso testimonio a otras personas; el mismo deseo de hacer las cosas que hacen aquellos que no conocen a Dios; entonces mantenemos la misma naturaleza.
Isaías 43: 25 (RV-60) dice: 25Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. ¿Sabe por qué hermanos? Porque Dios es Padre.
Mire le voy a decir algo, se lo voy a decir aunque me critiquen después, yo no soy fan del presidente de nuestros vecinos cercanos del sur. Hay cosas que están extremadamente documentadas sobre todo lo que este señor ha hecho. Su hijo (Hunter) estuvo involucrado por largos y largos años en cuestiones de alcoholismo, en cuestiones de drogadicciones, es una historia tremenda. Cada vez que le hacen una pregunta al presidente de su hijo, que todo el mundo sabe que ha sido una inmensa desgracia, él dice: “antes que todo quiero decir que estoy orgulloso de mi hijo.” ¡Qué bueno! ¿Sabe usted por qué dice eso? Porque es padre. A ver, ¿cuántas cosas chuecas sabe usted de sus hijos? Usted no anda divulgando las cosas que malas que hacen sus hijos. No, usted es tan traicionero(a) que divulga la de otros muchachos, pero no las de los suyos.
Salmos 103: 11-13 (RV-60) 11Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. 12Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. 13Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. ¿Te das cuenta? ¿Usted tiene algo contra mí? Hable con mi papá a ver cómo le va.
Dios, una vez más, por medio de David nos dice: “Que la gente más dichosa de esta vida, es aquella que ha sido justificada por la sangre preciosa de Jesucristo. Y cuyos pecados han sido borrados.” ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!
Usted podrá acordarse de todos mis pecados, todos ellos; y Dios dice: “¿Cuáles?” La gente podrá acordarse de todas tus faltas, pero Dios en su inmensa misericordia le dice: “No hay nada en el acta”. Señor, ¿cómo va a ser?, es que tenía un montón de páginas. Dios dice: “No, mira no hay nada, y la otra página tampoco tiene nada, y esta otra tampoco tiene nada. ¡Ah, mira! Aquí dice algo veamos qué es lo que dice aquí: “Perdonado con la sangre de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. ¡Bendito sea Dios!
Padre querido, entendemos por tu palabra que no hay felicidad más grande que la de recibir el perdón tuyo Señor. En este día tu pueblo, con toda el alma y con todo el corazón te agradece. ¿Cómo no amarte Señor Jesús? ¿Cómo no adorarte querido padre? ¿Cómo no servirte Padre santo? ¿Cómo no estar agradecido? Si éramos culpables y con tu sangre nos has justificado. Hemos sido declarados culpables en el mundo y tú nos has declarado salvos, bajo ninguna condenación, por la sangre preciosa de Cristo. Padre con razón lo dijo David, con razón lo repite el apóstol Pablo: “Bienaventurado, dichoso, feliz aquella persona cuyos pecados han sido cubiertos y perdonados.” ¡Bendito sea tu nombre por siempre Señor! ¡Alabado seas por la eternidad de generación en generación! Esta iglesia Padre reconoce tu señorío, reconoce tu grandeza. ¡Te exaltamos Padre Santo, te exaltamos!
Mientras todos oramos, quiero invitarle a usted, si nunca antes ha recibido a Cristo en su corazón. Dios te ha hablado hoy al corazón con claridad y te ha dicho que si vienes a Él, si le pides perdón por tus pecados, si le entregas tu vida; vas a recibir el perdón de Dios. Si hay alguna persona que dice: “Pastor yo quiero recibir a Cristo. Yo quiero entregarle mi vida a Dios. Yo quiero comenzar una vida nueva a partir de este momento.” ¿Hay alguien? Ahí donde está yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano, alguien se va a acercar a usted, lo va a hacer con cariño, para hablarle acerca de cómo usted puede entregarle su corazón a Jesús. Mientras la iglesia ora, mientras la iglesia clama, la iglesia pide a Dios por la salvación de las almas; usted que nos mira por las redes sociales, también puede entregarle su vida a Cristo a través de una oración de fe. Dígale al Señor: “Señor en este día te pido perdón por mis faltas. Reconozco mis pecados. Te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Gracias por tu muerte en la cruz y gracias por derramar tu sangre preciosa por mi salvación.” Si usted hizo esta oración, queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su santa y bendita palabra.
Padre gracias te damos por este día, por tu palabra bendita que atesoramos en nuestros corazones. Te damos Honra, te damos Gloria. Despídenos con tu paz y con tu bendición, en el nombre de Jesús amén y amén.
Que la paz de Cristo les acompañe mis amados hermanos. ¡Bendiciones!
La gente mas dichosa
Octubre 16, 2022 – 1:30PM | Romanos 4:1 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Yo he titulado el mensaje de esta tarde: “La gente más dichosa.” ¿Quién es la gente más dichosa? ¿Quién es la gente más más feliz? Algunos piensan que el hombre más más feliz es aquel que tiene dinero. El hombre más feliz es aquel que tiene una linda familia. Hoy vamos a ver qué nos dice la palabra del Señor.
Hay un vídeo que se ha hecho viral, que lo han bajado más de 23 millones de veces, y el vídeo se llama: ¿Qué nos hace realmente felices en la vida? Me gustaría que le ponga atención a esto que le voy a decir, porque me parece que este es un estudio único en su género. La investigación comenzó hace 84 años, se está realizando en la universidad de Harvard en los Estados Unidos, buscando la respuesta a esa pregunta. El estudio comenzó en 1938 con 724 hombres; algunos de esta prestigiosa universidad (hombres de la universidad) y otros hombres de barrios bajos en Boston. Lo que la universidad ha hecho es acompañar a estos jovencitos desde muy temprana edad, a medida que han ido creciendo, podrás imaginar que al día de hoy algunos de ellos ya murieron. Durante su crecimiento la universidad ha estado con ellos para saber ¿qué es lo que los hace realmente los hace felices? El estudio continúa con los hijos de estas personas, hoy continúa con más de mil hombres y mujeres que son hijos de los participantes originales. Este estudio te permite realizar muchas conclusiones, pero la conclusión fundamental de este estudio es que lo más importante para mantenerse felices y saludables a lo largo de una vida: “Es la calidad de nuestras relaciones.” Dependiendo como son sus relaciones: en el matrimonio, con sus hijos, con sus amigos; ellos le pueden decir cómo va a ser su vejez, si es que llega.
Se me hace un estudio extremadamente interesante, en primer lugar porque es una universidad prestigiosa la que lo está realizando. Segundo lugar por la duración del estudio, el mismo señor que lo expone dice que él es el cuarto director. Eso sí, es muy revelador, le va a decir cosas que a lo mejor usted ya sabe, como una mala relación le puede echar a perder la vida; sin embargo hay personas que prefieren mantenerse de esa manera en vez de tomar una decisión en su vida que le haga cambiar por completo el panorama.
Yo considero que es muy cierto porque la Biblia, la palabra del Señor, habla en cientos de versículos de cómo llevarnos con el prójimo. Que no le mienta al prójimo, que no hable mal del prójimo, ¿por qué? Porque la palabra del Señor se preocupa de nuestras relaciones con otras personas, porque de eso depende la felicidad, tal vez no la de hoy; pero sí la de más adelante; si es que alcanzamos a llegar.
El siguiente versículo es una repetición del apóstol Pablo, de lo que dice David en el Salmos 32. Busquemos en nuestras Biblias Romanos 4: 6 (RV-60). En el versículo 6, el apóstol Pablo nos habla acerca de David, el rey, y dice: 6Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
Hemos explicado que la palabra bienaventuranza (bienaventurado) es en el griego la palabra “macarios” y esa palabra es la palabra que más se asemeja a la palabra felicidad; ¿por qué? Porque esta palabra significa dichoso, feliz, bendito.
Ahora David le agrega algo que es mucho más valioso que las relaciones, porque las relaciones tienen que ver con nuestro tiempo en la tierra, nada más. David habla que la felicidad del hombre o la mujer consiste en que Dios atribuya justicia.
Entonces la gente más dichosa es aquel al que Dios le atribuye justicia.
Romanos 4: 6 (NTV): David también habló de lo mismo cuando describió la felicidad de los que son declarados justos sin hacer esfuerzos para lograrlo. Es decir, el regalo de la salvación.
Algunos de ustedes saben que cuando termina la predicación, desde este púlpito se hace una invitación para recibir a Cristo, se hace una invitación para dar un paso de fe, para decir: “Yo necesito a Dios, yo quiero comenzar una relación con Cristo, yo quiero entregarle mi vida al Señor.” Quiero decirles a las personas que están acá, los que han venido varias veces a la iglesia que han escuchado varios sermones y todavía no han hecho esa profesión de fe, a ese caballero, a esa señorita, esa señora, la palabra del Señor dice: “La persona que es verdaderamente feliz es aquella que ha sido declarada justa.”
Hay un principio y es que todos estamos sujetos a la ley del pecado, lo creamos o no lo creamos. Desde que Eva pecó, en el huerto del Edén, el pecado entró por un hombre y después pasó a todos los hombres. La Biblia dice que la paga del pecado es muerte (espiritual). Bíblicamente hablando sabemos que cuando una persona muere sin Cristo se va al infierno, ¿por qué?, por la paga de ese pecado. Entonces quiere decir que justo no hay ni aún uno, ¿cómo es posible que nosotros somos declarados justos? ¿De qué manera? La persona más feliz de la tierra es aquella persona a quien Dios declara justa. La justicia de Dios en mi vida, ¡Gloria al Señor!, esa es la felicidad. Yo he sido declarado justo por la gracia y misericordia de Dios. Si usted le entrega su vida al Señor usted ha sido declarado justo.
Ahora fíjate cómo funciona el asunto, la cosa es esta: Jesucristo fue tentado en todo, pero sin pecado. Jesús era una persona justa, Jesús es la justicia de Dios.
Hay una palabrita que enseña la escritura que se llama: Imputación, ¿qué significa eso? Que cuando una persona declara su confianza en el Señor Jesucristo y dice: “Yo le quiero entregar mi vida Jesús, yo quiero recibir a Cristo como el Señor y Salvador de mi alma”, en ese momento Dios toma la justicia de Cristo y la pone dentro de nosotros, Dios nos hace justos. ¿Por qué ocurre esto? No por nuestras buenas obras, Dios nos hace justos por la obra de Cristo en la cruz del Calvario; es decir, la justicia de Jesús, Dios la pone dentro de mi vida. ¡Esa es la verdadera felicidad!
Nosotros los cristianos muchas veces nos preocupamos con esa situación de “el destino” ¿verdad? La persona soltera piensa que va a ser feliz cuando se case, el que no tiene trabajo piensa que va a ser feliz cuando lo consiga, el que tiene cree que será feliz cuando se retire (jubile); y nos pasamos toda la vida pensando en eso. Entonces nos olvidamos que la felicidad más grande del individuo es ser declarado: “Justo, por la bendita palabra de nuestro Señor Jesús.”
Cualquier persona le puede robar la paz a usted, y algunos se han dedicado a eso, son ladrones de la paz de otras personas, les encanta eso, viven de eso. Pero hay una cosa que nadie te puede quitar y es: “El gozo de tu salvación”, ni el diablo puede quitarle eso. El hombre más dichoso es el que ha sido justificado, ¡Qué maravilla, qué milagro es poder decir: “Por la gracia del Señor soy salvo!” ¿Usted puede decir esas palabras?
Hemos hablado siempre de dos muertes, de la muerte física y espiritual. Las personas que tenemos a Cristo en el corazón vamos a morir, algún día, físicamente; pero espiritualmente tenemos vida eterna. Pero una persona que no conoce a Dios (aunque esté sentado en las bancas de una iglesia, si usted no conoce al Señor Jesucristo y no le ha entregado su vida), la Biblia declara que usted va a morir dos veces: va a morir físicamente y va a morir espiritualmente. ¿Qué significa morir espiritualmente? Condenación eterna. Esa es la maravilla que Dios ha hecho en nosotros, declararnos: “Justos para su honra y para su gloria”. Declarar justo a un pecador es un acto, sin lugar a dudas, de misericordia.
Romanos 5:1 (RV-60:) Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro señor Jesucristo. Nuestro Señor, nuestro bendito Salvador Jesucristo nos ha justificado con su sangre preciosa; ese es el regalo más grande que puede tener una persona y es la base fundamental de la felicidad. La felicidad no es el carro que a usted le gusta, no es el dinero, no es el novio (a) que a usted le gusta, mucha gente cree que la felicidad está en estas cosas. La Biblia, la palabra del Señor, dice: que la verdadera felicidad, la dicha más grande es haber sido justificado por Dios. Entonces aquí viene la pregunta: ¿Usted ha sido justificado por Dios?
Regresemos a Romanos 4:7 (RV-60): 7diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades han son perdonados, Y cuyos pecados cubiertos. Hermanos sin lugar a duda que todos hemos pecado, pero el rey David allá en el Antiguo Testamento sabía lo que es ser un pecador culpable, David conocía la seriedad del pecado; y sabía por las palabras que él escribió lo que significa la felicidad de ser perdonado.
Cuando Pablo utiliza las expresiones: justicia, de imputación y de iniquidades; lo que está en la idea de Pablo en ese momento es una corte. Yo no sé ¿cuántas veces yo he estado en una corte? No de acusado, pero he estado en varias cortes. Los abogados tratan a la persona culpable, de una manera increíble, es horrible. Entonces cuando la Biblia dice que usted es feliz porque Dios lo ha declarado justo, la Biblia dice que usted es feliz porque Dios ha perdonado sus pecados.
Entonces imagine que está en la corte frente al juez, que usted sabe que se equivocó, que hizo algo malo, sabe que no está libre de culpa; presentarán un vídeo de su vida. El juez está a punto de dar se sentencia, lo que está en juego es su eternidad. ¡Imagínese que usted es declarado justo! Usted dice: “creo que hay una equivocación.” Eso es misericordia, la misericordia de Dios con nosotros, porque si no fuera por su misericordia hubiéramos sido consumidos. Dios nos ha declarado justos, y no solamente eso, sino que también nuestros pecados han sido perdonados por la gracia y misericordia de nuestro Señor.
Hay una historia por ahí, de una madre que le pidió al rey que no ejecutaran a su hijo. La madre va y apela ante el rey y dice: “Por favor señor Rey, le ruego no ejecuten a mi hijo por favor, no lo ejecute, le ruego por misericordia, le ruego por misericordia.” Y el rey dice: “su hijo tiene que morir porque ha cometido un crimen, y de acuerdo a la justicia tiene que morir.” Y la madre dice: “No, no señor rey, yo no le estoy pidiendo justicia, le estoy pidiendo misericordia.”
Tenemos uno de los versículos más poderosos que nos hablan acerca del perdón de Dios. Colosenses 2: 13-14 (RV-60): 13Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.
¡Bendito Dios! Ahí está hablando de los pecados pequeños y de los pecados grandes, ahí están todas las ofensas que usted pudo haber hecho antes mi querido hermano.
Imagine un juez anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, ustedes saben que la policía lleva récord de algunas cosas; pero Dios los borró en la cruz del Calvario. ¡Bendito sea su nombre! Dice este pasaje, que Dios, anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, todo lo malo que habíamos hecho, fue anulado.
Pero escúcheme una cosa, si usted todavía no le ha entregado su vida a Jesús, si usted todavía no ha comenzado una vida de fe en el evangelio de Cristo, esa acta todavía está ahí; y cada día que pasa le siguen agregando. ¿Por qué razón? Porque el día que esa persona se juzgue, antes de condenarla, se le va a decir la razón por la cual se le está condenando.
Pero el día que nos arrepentimos de verdad, el día que aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador personal, Dios agarra el acta suya, la clava en la cruz del Calvario y dice Dios: “Todos estos pecados han sido perdonados y pagados por la sangre eterna, milagrosa y perfecta de mi Hijo, el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.” A partir de ese día, se anula el acta de los decretos que había en contra de nosotros, por la gracia y misericordia de Dios.
Entonces cuando David se presenta delante del juez, después de lo que había hecho, después de todos sus pecados, David sabía que el juez dictaminaría su sentencia: él era culpable. Dios lo había confrontado con su profeta. Pero cuando Dios utiliza la Justicia del Señor, cuando pone la justicia de Dios en nosotros (imputación) nos declara justos. Entonces David dice, sin lugar a dudas, la felicidad más grande: “Ha sido declarado justo.” Hermanos esto es para exaltar el nombre de Dios el resto de nuestras vidas. Esto es para decirle a Dios: “¡Señor que grande eres! Hermanos nos somos merecedores de nada, es más, vamos a morir pecando, es nuestra naturaleza es la naturaleza del hombre.”
Siempre nos han explicado nuestra naturaleza pecadora con el cerdito, usted se lleva un cerdo a su casa, lo hace su mascota y le pone nombre. Usted lo baña, le pone perfume y le pone un moño (cinta), es probable que el cerdo por algunos días esté tranquilo dentro de la casa; pero la primera oportunidad que tenga va a buscar la manera de salir corriendo. ¿Qué cree usted que va a buscar? Irá a buscar un fango, y se va a revolcar en el fango. Al cerdo no le va a importar el perfume, no le va a importar el amo, no le va a importar que usted lo llame, no le va a importar nada. ¿Por qué? Porque es la naturaleza del cerdo. En el caso nuestro, esa es nuestra naturaleza. La única manera, la única forma de poder quebrantar esa naturaleza en nosotros es poniéndonos una nueva naturaleza que se llama: “Nuevo nacimiento.” Es por eso que usted puede venir a una iglesia 50 años de su vida, usted puede asistir a una iglesia 60 años de su vida; pero si usted tiene la misma naturaleza de antes, usted necesita nacer de nuevo. Al cielo no se va por asistir al Tabernáculo El Redentor, al cielo no se va por asistir a una iglesia, en inglés, de Vancouver. Al cielo se va por haber nacido de nuevo, por tener una nueva naturaleza que es impuesta por el Espíritu Santo y usted no será la misma persona de antes. Ahora usted es otra persona, ahora usted ya no quiere hacer las cosas que hacía antes, ahora usted ya no quiere dar mal testimonio, ahora usted invita a las personas a que vengan a la casa del Señor, ahora usted invita a las personas para que asistan con usted a una casa de oración. Si usted no tiene ese deseo, si usted tira para el monte como dicen, si usted todavía quiere ir para el mundo, si a usted le hablan por teléfono y siente el deseo de ir para hacer lo que hacen otras personas; revise por favor su corazón. Se lo digo con el corazón en la mano, con toda el alma; revise su corazón.
El miércoles pasado decíamos que yo (el pastor) no lo he buscado, ni lo he llamado, ni lo he salvado a usted; quien ha hecho todas esas cosas es Dios. Quien se va a entender con usted, es el mismo que lo llamó, es Dios. Tenga cuidado, muchos jugamos a la “iglesita” y en realidad su nuevo corazón no existe, tienen el mismo corazón viejo. Aún siente el deseo de causar daño a otras personas, el deseo de robar a otros, el mismo deseo de mentir a otras personas, el mismo deseo de dar falso testimonio a otras personas; el mismo deseo de hacer las cosas que hacen aquellos que no conocen a Dios; entonces mantenemos la misma naturaleza.
Isaías 43: 25 (RV-60) dice: 25Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. ¿Sabe por qué hermanos? Porque Dios es Padre.
Mire le voy a decir algo, se lo voy a decir aunque me critiquen después, yo no soy fan del presidente de nuestros vecinos cercanos del sur. Hay cosas que están extremadamente documentadas sobre todo lo que este señor ha hecho. Su hijo (Hunter) estuvo involucrado por largos y largos años en cuestiones de alcoholismo, en cuestiones de drogadicciones, es una historia tremenda. Cada vez que le hacen una pregunta al presidente de su hijo, que todo el mundo sabe que ha sido una inmensa desgracia, él dice: “antes que todo quiero decir que estoy orgulloso de mi hijo.” ¡Qué bueno! ¿Sabe usted por qué dice eso? Porque es padre. A ver, ¿cuántas cosas chuecas sabe usted de sus hijos? Usted no anda divulgando las cosas que malas que hacen sus hijos. No, usted es tan traicionero(a) que divulga la de otros muchachos, pero no las de los suyos.
Salmos 103: 11-13 (RV-60) 11Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. 12Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. 13Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. ¿Te das cuenta? ¿Usted tiene algo contra mí? Hable con mi papá a ver cómo le va.
Dios, una vez más, por medio de David nos dice: “Que la gente más dichosa de esta vida, es aquella que ha sido justificada por la sangre preciosa de Jesucristo. Y cuyos pecados han sido borrados.” ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!
Usted podrá acordarse de todos mis pecados, todos ellos; y Dios dice: “¿Cuáles?” La gente podrá acordarse de todas tus faltas, pero Dios en su inmensa misericordia le dice: “No hay nada en el acta”. Señor, ¿cómo va a ser?, es que tenía un montón de páginas. Dios dice: “No, mira no hay nada, y la otra página tampoco tiene nada, y esta otra tampoco tiene nada. ¡Ah, mira! Aquí dice algo veamos qué es lo que dice aquí: “Perdonado con la sangre de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. ¡Bendito sea Dios!
Padre querido, entendemos por tu palabra que no hay felicidad más grande que la de recibir el perdón tuyo Señor. En este día tu pueblo, con toda el alma y con todo el corazón te agradece. ¿Cómo no amarte Señor Jesús? ¿Cómo no adorarte querido padre? ¿Cómo no servirte Padre santo? ¿Cómo no estar agradecido? Si éramos culpables y con tu sangre nos has justificado. Hemos sido declarados culpables en el mundo y tú nos has declarado salvos, bajo ninguna condenación, por la sangre preciosa de Cristo. Padre con razón lo dijo David, con razón lo repite el apóstol Pablo: “Bienaventurado, dichoso, feliz aquella persona cuyos pecados han sido cubiertos y perdonados.” ¡Bendito sea tu nombre por siempre Señor! ¡Alabado seas por la eternidad de generación en generación! Esta iglesia Padre reconoce tu señorío, reconoce tu grandeza. ¡Te exaltamos Padre Santo, te exaltamos!
Mientras todos oramos, quiero invitarle a usted, si nunca antes ha recibido a Cristo en su corazón. Dios te ha hablado hoy al corazón con claridad y te ha dicho que si vienes a Él, si le pides perdón por tus pecados, si le entregas tu vida; vas a recibir el perdón de Dios. Si hay alguna persona que dice: “Pastor yo quiero recibir a Cristo. Yo quiero entregarle mi vida a Dios. Yo quiero comenzar una vida nueva a partir de este momento.” ¿Hay alguien? Ahí donde está yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano, alguien se va a acercar a usted, lo va a hacer con cariño, para hablarle acerca de cómo usted puede entregarle su corazón a Jesús. Mientras la iglesia ora, mientras la iglesia clama, la iglesia pide a Dios por la salvación de las almas; usted que nos mira por las redes sociales, también puede entregarle su vida a Cristo a través de una oración de fe. Dígale al Señor: “Señor en este día te pido perdón por mis faltas. Reconozco mis pecados. Te entrego mi corazón, te entrego mi vida. Gracias por tu muerte en la cruz y gracias por derramar tu sangre preciosa por mi salvación.” Si usted hizo esta oración, queremos animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su santa y bendita palabra.
Padre gracias te damos por este día, por tu palabra bendita que atesoramos en nuestros corazones. Te damos Honra, te damos Gloria. Despídenos con tu paz y con tu bendición, en el nombre de Jesús amén y amén.
Que la paz de Cristo les acompañe mis amados hermanos. ¡Bendiciones!