Yo no vine, Dios me trajo
Septiembre 11, 2022 – 1:30PM | Juan 6:35-51 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Evangelio de Juan capítulo 6, vamos a estudiar un versículo de la escritura que es uno de los versículos que se consideran más difíciles, versículo 35.
Juan 6: 35-51, 63-65 (RV-60): Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. (Una vez más, para aquellos que no creen en la vida eterna, este pasaje nos corrobora, nos enfatiza la existencia de la Gloria.) 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros Padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. (RV-60): 35Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. (Mire este pasaje de la escritura también nos corrobora y enfatiza el hecho de la vida eterna). 41Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo Padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? 43Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. (Una vez más, para aquellos que no creen en la vida eterna, este pasaje nos corrobora, nos enfatiza la existencia de la Gloria.) 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros Padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 63El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
Ahora aquí, este versículo es un versículo complicado, difícil en la interpretación del mismo, porque Jesús de una manera enfática dice: “ninguno”. ¡Se dio cuenta! Ninguno viene a mí, si el Padre que mandó a Jesús, no le trajere. ¿Sabe cómo se llama el sermón de este mediodía? Yo no vine, Dios me trajo.
Quiero que ponga mucha atención mi querido y amado hermano, volvamos a ver los versículos en los que nos vamos a enfocar: Juan 6: 44, 65 (RV-60): 44Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere. 65Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. ¿Entiende esto claramente? Quiere decir: Nadie puede venir a Jesucristo si no es por el Padre. Porque fue el Padre quien lo trajo a usted a Jesucristo.
En otras versiones:
Juan 6, NTV (Nueva Traducción Viviente): 44 Pues nadie puede venir a mí a menos que eme lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 65Entonces les dijo: Por eso dije que nadie puede venir a mí, a menos que el Padre me lo entregue.
Juan 6, Reina-Valera Actualizada (2015) dice: 44Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final.
Estos versículos nos enseñan claramente que nosotros no vinimos a Cristo por nuestros propios medios, Dios nos trajo, y aquí comienza el sermón.
- Nadie puede venir a Jesús a menos que lo traiga el Padre.
No quiero mencionar cuestiones de doctrinas porque no es ese propósito, para eso nos vamos a meter el martes en esta clase. Pero es bien importante que sepa que la iniciativa siempre la toma Dios, siempre. La obra de salvación comienza con Dios. Nosotros los humanos somos un atajo de pecadores, egoístas, interesados que sólo pensamos en nosotros mismos. Nadie se levantó un día diciendo: “Vieja, ¿no sé por qué?, pero me han entrado un vivo deseo de buscar a Dios.” ¿Quién hace eso? Se pueden levantar diciendo me he levantado con un vivo deseo de buscar un mojito, eso tal vez. ¿Pero de buscar a Dios? Fíjate que no sé qué es lo que me pasó hoy, que he amanecido con un deseo de buscar una iglesia. ¿Quién amanece así? Entonces la salvación comienza con Dios.
Quien pone en el corazón recibir a Cristo. Quien pone en el corazón venir a la casa del Señor. Quien pone en el corazón servir a Dios. Quien pone en el corazón aceptar el llamado divino, es Dios, es el Padre. Nosotros respondemos a ese llamado. Dios nos utiliza a nosotros. Dios usa personas, usa problemas, circunstancias; es más, Dios utiliza hasta burros para lograr su propósito. La persona que me trajo a mí al evangelio ya no va a la iglesia. Hay personas que Dios utiliza para una situación, a veces Dios utiliza a gente inconversa para lograr un propósito.
Yo les he comentado a ustedes de una vez que vino una Señora, vecina, que trajo a su hijo a la iglesia. Preguntó por el pastor y dijo: “Mire aquí le traigo a este muchacho que está insoportable. Este muchacho necesita de Dios”. Le dije a ella: ¿Y usted no? Sí, pero más él, por eso se lo traigo. La Señora se regresó y dejó al muchacho aquí con nosotros. Es decir, Dios va a utilizar lo que sea, con tal de lograr su propósito.
Pero la iniciativa, recuerde eso, nadie puede venir a Jesús a menos que lo traiga el Padre. A menos que el Padre celestial ponga en el corazón nuestro ese deseo ferviente, esa pasión por Dios. A usted lo trajo una persona a la iglesia. A usted una persona le habló del evangelio pero quien puso en el corazón venir a Cristo fue Dios, fue el Señor. ¿Por qué? Porque nadie puede venir a Cristo al menos que el Padre lo traiga.
- El convencimiento es del Espíritu Santo.
Ahora usted viene, como las personas que nos honran este día con su visita, algunos quizás por primera vez; ni tenían idea de lo que era una Iglesia Evangélica, quizás que aquí se canta, que aquí recogen ofrendas, como son las cosas de ordenadas. Usted se sienta y escucha el mensaje de la palabra y usted tiene que responder a una persona, esa persona es: El Espíritu Santo.
En Juan 16:8 dice: 16Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Ese “él” se refiere al Espíritu Santo, ¿qué hará el Espíritu Santo? Convencerá. Es importante que usted entienda que yo no lo puedo convencer a usted de nada. ¿De qué yo lo voy a convencer a usted? Yo no tengo ese poder, yo no tengo esa habilidad. El único que lo puede convencer a usted es el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu venga el convencerá al mundo de pecado, convencerá al mundo de justicia de pecado; porque el Espíritu Santo es el único que le puede mostrar a usted que necesita arrepentirse, que usted ha pecado.
Hay personas que vienen a la iglesia, se sientan, escuchan el mensaje y son invitados al arrepentimiento y la respuesta es: “No, gracias, en otra oportunidad.” ¿Qué están diciendo? Yo no necesito arrepentirme. Porque es el Espíritu de Dios el único que puede convencer. De justicia ¿Por qué? Porque Jesús era, y es, inocente. Jesús no hizo ninguna cosa mala y lo mataron. Y de juicio porque el diablo ya fue juzgado. El único que convence es el Espíritu Santo de Dios, nadie más. Nosotros podemos persuadir a alguien, pero al final del día: “Nadie viene a Jesucristo si el Padre no lo trae” y “El único que nos convence es el Espíritu Santo de Dios.”
2. Las personas que se resisten, no se resisten a la iglesia, se resisten a Dios.
Juan 6:44, Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Este se convierte en uno de los versículos más difíciles, porque hay una corriente que considera que esa palabra “le trajere” se utiliza en otros pasajes de la escritura, en el libro de los Hechos, que da la impresión como que arrastra la persona y así lo enseñan ellos. Entonces dice que nadie puede venir a Jesucristo al menos que el Padre lo arrastre a usted. Esta corriente también considera que no tienen nada que ver la participación del individuo en decir: “sí quiero” o decir “no, no quiero”. Pero yo considero que el Espíritu Santo se puede resistir y al final del día a usted le han ofrecido el evangelio, le han ofrecido a Cristo, pero usted ha dicho no, más adelante.
Me gustaría mostrar algunos ejemplos que a lo mejor nosotros podemos identificarnos con ellos. Las personas que se resisten no se resisten a la iglesia, no se resisten al pastor, se resisten a Dios.
Este caso que vamos a leer, sucedió con una Señora que se llama Lidia, en una ciudad que se llama Filipos. Lo que era el mundo conocido de Macedonia, la provincia de Acaya. Una provincia romana allá en Grecia. Recordemos que el imperio griego fue un imperio inmenso, cuando destruyeron a los Medos y los Persas; Alejandro el Grande conquistó la inmensa mayoría del territorio. En aquel entonces Alejando el Grande murió a una edad muy temprana, 33 años más o menos. Dicen que el hombre lloraba porque no había más territorio que conquistar en aquel entonces. Al morir Alejandro el Grande deja cuatro de sus generales y ellos se encargan de manejar el resto del pueblo y de las ciudades que ellos habían conquistado.
Ahora en este momento tenemos al apóstol Pablo que va de camino para Atenas. La primera ciudad que llega Filipos y mire usted con lo que se encontró en ese lugar. Hechos 16: 14- 15 (RV-60): 14Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. 15Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.
Fíjate cómo son las cosas tan interesantes del evangelio, en este capítulo 16, Pablo llega a este lugar Tiatira y cuando usted escucha la palabra Tiatira seguro le viene a la mente una de las iglesias del apocalipsis. Quiere decir que se levantó una iglesia más adelante en ese lugar. ¿La mujer qué estaba haciendo? Lo mismo que está haciendo usted en este momento, oyendo. Pero aquí viene la diferencia. La mujer adoraba a Dios, la mujer estaba oyendo, pero el Señor abrió el corazón de ella. Es que no podemos simplemente venir a la iglesia sin pedirle a Dios que nos abra el corazón. No podemos venir a la iglesia sin que haya una transformación, especialmente del corazón, es decir que, cuando salgamos por las puertas de esta iglesia seamos personas diferentes. Que el que vino con malos pensamientos se vaya con buenos pensamientos. El que el que vino con un Espíritu perturbado, se vaya con paz en el alma, con paz en el corazón. Que aquella persona que está en pleito con alguien más, haga las paces con esa persona. Que aquella persona que se siente mal por las situaciones y circunstancia de este mundo al salir de la casa del Señor se vaya bien.
Sabe usted cuál es una de mis oraciones hermanos cada vez que me subo este púlpito. Yo estaba pensando hace poco: digo, voy a escribir algo, voy a escribir algo y lo vamos a decir en voz alta todos los domingos antes del servicio para que se nos meta en el alma y el corazón.
Nuestra vida sería diferente si al venir a la casa del Señor le decimos: abre en nuestro corazón Señor, abre mi corazón. ¡Qué maravilla! Yo quiero entenderte, yo quiero conocerte.
Y en este caso notemos, una vez más, ¿Quién abrió el corazón de esta mujer? Recordemos, Jesús dijo: “que nadie puede venir a Él si no es que lo trae el Padre.” Y aquí lo que estoy hablando es una cosa, esta mujer, por la gracia del Señor, abrió el corazón, el Señor le abrió el corazón; para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
Esto es una cosa maravillosa. Cuando yo le digo a usted uno no viene a la iglesia a dormirse, usted tiene que ponerle atención. Ahora, dígame, usted va a la universidad a una clase de química o de física y se duerme; y después lo contratan para que usted haga la vacuna. ¡Yo no quiero vacunarme! Y usted se la pasó durmiendo todas las veces que estuvo en clase. Al venir a la casa de Señor es igual. Hay que estar despierto porque Dios te va hablar. El Señor te va a hablar al corazón. Y al venir a la casa de Dios usted tiene que pedir: Señor ábreme el corazón.
¿Por qué cree usted que hay tanta gente que no cambia de vida? ¿Por qué cree usted que hay tantas personas que no cambian su manera de ser, su manera de pensar, sus actitudes? Porque vienen a la iglesia cómo van al estadio, como van al cine, cómo van a cualquier otro lado; y no le piden, no le ruegan a Dios: “Señor cambia mi corazón, por favor, transfórmalo. Y aquellas cosas que yo no veo, aquellas cosas que me resisto, que me niego a ver, abre mi entendimiento Señor.” Y esto pasó en este caso con esta mujer, el Señor abrió el corazón, esta mujer entró al evangelio, abrió su casa.
Cuando usted se resiste, no se resiste al pastor, no se resiste a la iglesia; se resiste a Dios. Sí es que yo no lo he llamado a usted. Yo no le he llamado. Yo no lo he salvado. Yo lo único que hago es predicar el evangelio, pero las demás cosas son usted y Él. ¿Para qué lo llamo Dios? Eso es su negocio, no el mío. Es cosa suya. Yo le predico el evangelio, yo soy responsable de cuando él me llamó a mí. Yo soy responsable del llamado de Dios a mi vida, pero del llamado de Dios a usted el responsable es usted, no soy yo. Cuando usted se resiste, se resiste el Espíritu Santo, no se resiste a mí. Si Dios le dice: entrégale tu vida Cristo. Dentro de unos minutos vamos a hacer una invitación para recibir a Cristo, si Dios le habla al corazón y le dice: “Entrégale tu vida a Jesús”, y usted dice: “No, otro día, después”. Usted no se está resistiendo a mí. Si es que yo no lo estoy llamando, ¿quién es el que llama? El Padre, es el Padre quien llama.
Ahora le quiero mencionar otro caso, Pablo en Atenas. Hechos 17:30, (RV-60): 30Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. 32Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Dígame si no se parece esto a nuestros días actuales, y esto sucedió hace dos mil años. ¿No hay personas que se burlan de su fe? Saliendo de su casa ¿qué le dijo su hijo? ¡Ay mamá ya vas otra vez, sólo ahí quieres pasar metida! Por supuesto que sí. Aquellas personas faltas de convicción y de fe, hacen caso a la gente del mundo, hacen caso a lo que el mundo dice.
Mire, a mí hay una cosa que me molesta cuando uno anda en la calle, siempre me ha molestado cuando uno entra a una tienda a comprar algo, y no compra y le dice a la Señora ya regreso al ratito. ¡Mentirosos! A mí me molesta cuando yo estoy con alguien que hace eso, porque es una mentira, al rato vuelvo. Y el otro cuando lo ve que es latino dice: este no regresa ni en el año 3000.
Entonces los atenienses escucharon cuando Pablo dijo: “¡un día vamos a resucitar!” La gente se burlaba de él y decía: “Este hombre está loco.” Otros dijeron: “mira, en otra oportunidad”. “En otro tiempo hablamos.” ¿A quién resistió esta gente? ¿A Pablo? No, resistieron a Dios.
Cuántas veces me ha escuchado decir a mí en este púlpito: “Usted no está aquí por casualidad, usted está aquí porque Dios lo ha traído.” Cuando la gente se resiste, se resiste el Espíritu de Dios.
Claro, repito que hay una corriente que piensa que la gracia es irresistible y que cuando Dios te trae, aunque sea arrastrado te trae. Pero aquí nos damos cuenta nosotros que hay individuos que escucharon la palabra del Señor, unos se burlaron y otros dijeron: “Ay, en otra oportunidad”. Hermanos, cuando usted invita a alguien y le dice: “no, es que hoy tengo otras cosas que hacer, pero en otra oportunidad será”. ¿Qué es lo que le están diciendo? No me moleste hombre. La próxima, cuando le quiera hablar por teléfono ni le contesta. Se puede resistir al Espíritu de Dios.
Ahora bien, Hechos 17:33-34, (RV-60): 33Y así Pablo salió de en medio de ellos. 34Más algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.
¿Qué dice? Algunos creyeron, Aleluya, aleluya por esto. Por eso es que por 34 años no hemos cesado de predicar el evangelio glorioso y eterno de Jesucristo. Porque aunque muchas personas escuchen el evangelio y les entre por un oído y les salga por el otro, la palabra del Señor dice: Más algunos creyeron. Dios no nos mandó a llenar edificios, Dios nos mandó a llenar la gloria celestial. El Señor nos mandó a predicar el evangelio glorioso. Ahora, que ha habido momentos, en todos estos 34 años, de desánimo, momentos que sentimos que estamos arando en el mar, que pensamos mejor cerremos esto y vámonos. ¡Claro que han habido! Pero esta bendita palabra es la que nos ha animado a permanecer predicando el evangelio, porque en todas las ciudades Dios tiene un pueblo que salvar, amados míos. ¡Dios tiene un pueblo que salvar!
Esta mañana estaba mirando aquí unas hermanitas nuestras de la iglesia, qué curioso es que tres hermanas escuchando el evangelio, dos hermanas atienden al evangelio y una de ellas resiste al evangelio. Las tres escucharon lo mismo, las tres han saboreado la palabra del Señor, las tres han estado en la casa del Señor, las tres… ¿Por qué hay una que se resiste? ¿A quién se resiste? No es a mí, yo le prediqué.
Quiero hablarle ahora de un Señor que tenía una posición de mucha importancia en Judea. Resulta que era el gobernador y Pablo fue llevado ante el gobernador. Me refiero a Félix.
Hechos 24:24-26 (RV-60): 24Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. 25Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. 26Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él.
Ahora mire qué poderoso este versículo. ¿Qué escuchó dice la escritura? De la fe en Jesucristo. Cada vez que una persona se sienta en la silla de esta iglesia ¿qué es lo que escucha? La fe en Jesucristo. El gobernador mandó a llamar a Pablo, Pablo llegó y le presentó el mensaje y eso fue lo que escuchó el gobernador, pero ¿qué pasó? Félix escuchó que hay que ser justos. ¿A un gobernador a hablarle de justicia? Dígame usted, a un gobernador. ¿Qué pasó con Félix? Se espantó. Claro amigo, es por eso que algunas personas se espantan con el evangelio. ¿Y saben que lo más fácil? Hablar mal de la iglesia. Pero lo que tenemos que hacer nosotros es entenderlos, sencillamente, porque la Biblia dice (Juan 3:19): Que la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Toda persona que sus obras son malas lo que hacen es justificarse, diciendo que la iglesia no sirve. Es que la iglesia aquí, es que los hermanos allá, pero en realidad es que sus obras son malas y no quieren que sean reprendidas sus obras. No es la iglesia, ni el pastor, ni los diáconos, es usted, es su pecado.
Hermanos, hay personas que quieren que lo feliciten por las cosas que andan haciendo en el mundo. ¡Eso no es así! El evangelio es confrontativo, amados, Jesús lo dijo (Mateo 10:34): No he venido a traer paz, sino espada. No nos podemos confundir con el mundo de ninguna manera.
Ahora fíjate, el versículo 26 confirma que el hombre era corrupto, quería soborno; y Pablo lo que hace es predicar de la justicia, del dominio propio, del juicio venidero. Entonces, hay gente que no quiere escuchar eso.
Hermano entiéndame, por favor, no todo el mundo que pasa por la casa del Señor se va a quedar. No todos. Y este caso que tenemos acá es clásico. Recordemos que nadie viene a Jesús si no es porque lo trae el Padre, y cuando la gente se resiste, se resiste al Padre, a nadie más.
¿Por qué algunas personas abandonan la fe?
Fíjate, hemos visto que Jesús dijo: “Nadie viene a mí si no es porque el Padre lo trae”, algunos dicen: “lo arrastra.” Esa palabra, traer o arrastrar, se utiliza en uno de los evangelios cuando los discípulos estaban trayendo las redes que tenían demasiados peces arrastrándola, trayéndola.
En este mismo capítulo seis, sucedió una cosa interesante, cuando Jesús les habló acerca de estas cosas a sus discípulos: ¿Sabe qué contestaron sus discípulos? “¡Dura es esta palabra!” Igual que mucha gente ha dicho aquí: “Ah no, yo no voy a la iglesia porque allí sólo se la pasan regañando a uno” ¿Y qué quiere? ¿Qué lo felicite por ser un gran zángano?
Dice Juan 6:66 (RV-60): 66Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Un momento, pero si Él nos acaba de decir en dos versículos que nadie viene a Jesús si no lo trae el Padre, entonces aquí le hago la pregunta a usted: ¿Por qué se fueron esos? Es la misma respuesta. Mire yo quiero ser cuidadoso con esto, pero es la misma razón por la cual muchas personas ya no están más en los caminos del Señor. Porque hay gente que sigue el evangelio por una variedad de razones, no menosprecie esto.
Dicen las estadísticas que todos los años hay un 10% de personas, en una congregación, que se van a retirar de la fe. ¿Escuchó? Quiere decir eso que hay un 10 por ciento de los que están sentados aquí, que en el año 2023, 2024, van a estar en el mundial y no el de fútbol; sino ahí afuera.
¿Por qué pastor? Porque le abrimos al diablo una pequeña puertecita y por ahí se mete. Porque nos desencantamos de la gente, porque nos desanimamos de una cosa, porque vemos otra cosa por allá, porque no nos gusta como trataron a mi hija aquí. Usted véalo como quiera, pero aquí no estamos por nosotros estamos por Él. Déjeme decirle algo: “El evangelio no es acerca de usted, no es acerca de mí: el evangelio es acerca de Jesús.” Si se enferma, recupérese y regrese. Si le meten preso, salga y vuelva. Si lo deja su mujer, resuelva y vuelva. Porque Jesús dijo, Juan 15: 5b (RV-60): Separados de mí, nada podéis hacer.
Entonces, ¿por qué seguían a Jesús? Lo seguían por los milagros, lo seguían por la comida, lo seguían por el beneficio que podían obtener; lo seguían porque Dios les puede dar un buen trabajo. Entonces, ¿Podríamos decir entonces que estos que volvieron atrás, que ya no andaban con Él, no habían sido traídos por el Padre? Nosotros no podemos saber quiénes son, por eso dije que el tema lo quiero tocar con mucho cuidado. Hay personas que están caminando en la cuerda floja, hay personas que siguen a Jesús de una manera condicional. Yo sigo el evangelio pero cuidadito, que si me miran mal no vengo más, si me hacen tal cosa entonces ya no vengo; el día que “tal cosa” van a saber quién soy yo. ¡Mejor váyase ya hombre! Porque la única iglesia perfecta está en el cielo; si usted quiere una iglesia perfecta tiene que morirse; y yo le aseguro que usted no quiere.
El Padre es el que te trae. Trae personas que lo que tienen es una religión, pero no tienen amor por Dios. No tienen amor por el reino, el amor de Dios no está en ellos.
Cuando yo voy de visita a mi país tengo que ser una influencia para mi familia, porque a eso me llamó Dios, no por ser pastor, sino por ser cristiano. ¿Sabe qué es lo que algunas personas me han dicho a mí? Cuando uno va de vacaciones pastor, pues no se va a ir a meter a una iglesia el día domingo. Claro, es que así piensan las personas que tienen religión. El que tiene a Jesús no se va a ir a meter a una iglesia cuando anda de vacaciones porque se lo exige su fe o porque el pastor le obliga; sino porque es una necesidad del alma. Y donde quiera que esté, voy a decir: ¿Dónde está una iglesia? El día domingo yo necesito estar en una iglesia. Pero si por el contrario, yo voy a hacer lo que hace el resto de la gente, voy a vivir como vive el resto de la gente, no me venga a decir que el Padre está en usted.
¿Qué hace el Padre para traer las personas Jesús?
- Te convence de pecado y la necesidad de un Salvador.
¿Qué quiere decir eso? Por ejemplo, usted está viviendo con su novio. Fíjate, yo no lo conozco a usted. Yo no sé de qué país usted vino. Y se vino a escondidas con el muchacho. Usted le dijo a su mamá que iba para la tienda y ya venía con los boletos en la mano. Se vino a Canadá escondida. Está viviendo con el muchacho. El Espíritu Santo es el único que le puede indicar a su corazón y decirle: “¿Sabes qué? Eso no está bien, necesitas arrepentirte de tu pecado y necesitas a un salvador que es Jesucristo.” Esa revelación solo te la puede dar el Padre. Lo hizo con nosotros un día.
Ahora es muy probable, es muy posible que no sea este domingo, pero una cosa si te digo: te vas a ir de aquí y como dicen aquellos que cazan venados, te vas a ir lucíado, es decir, ya te pusieron la luz un día y vas a caer, porque el Padre es el que trae. Entonces te convence de pecado y la necesidad de un salvador.
- Despierta interés en cosas espirituales.
Cosa que no pasó con Félix. ¡Ah no, no, otro día! Hay personas, perdóneme que le diga esto, pero hay personas que no tienen nada de deseos espirituales. Si alguien le hubiera dicho esta mañana que bonito está el día, vámonos a un picnic; ellos se hubieran ido. ¿Pero sabe por qué no se fueron? Porque no tienen dinero. Entonces dijeron: ni modo, vamos al culto, y se vinieron para acá. Hay un deseo que tenemos en el alma, una necesidad que antes no teníamos, la casa del Señor. Vamos a la iglesia.
Fíjate que ahora que tuvimos en Grecia tuvimos un culto el día domingo allá, con los hermanos. Pero hace un par de años que yo estuve solo. Yo busqué una iglesia griega. ¿Que aprendí? Nada. Había una Señora, una viejita que había sido misionera, que me tradujo al inglés. Más largo que la cuaresma los cultos. Porque sirvieron Santa Cena, oraron por los enfermos. Se dieron cuenta que era pastor y me pasaron al frente me pusieron la mano encima, me echaron aceite y todo larguísimo; pero yo fui. Una vez que tuve la oportunidad estar en Rusia yo fui a una iglesia. Yo quería, yo quería, yo quería la experiencia, el estar ahí. ¿Quién me andaba siguiendo a mí? Pero es la necesidad, es porque el Padre te ha llamado a Jesucristo. Es porque nace dentro de ti deseo por las cosas espirituales, porque amamos a Dios, porque creemos, porque Dios ha hecho la obra.
¿Quién le ha obligado a usted a venir? ¿Quién lo obligó a usted a venir? No, nos levantamos esta mañana las hermanitas lindas, queridas, muy temprano a hacer el desayuno, a buscar los calcetines a los muchachos, hasta el del viejo también que no sabe dónde están y ¿por qué? Porque tiene culto.
¿Sabe qué hace el Espíritu de Dios? Abre nuestros oídos, nuestro corazón y la palabra de Dios comienza a trabajar en nosotros; después pasa un milagro: comenzamos a discernir verdades espirituales. Cosas que antes no pasaban. ¿Por qué no pasaba antes pastor? Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu. Y si usted no percibe las cosas espirituales, si usted, como la ilustración que acabo de dar, se va de vacaciones o va a visitar a su familia y usted pide como dicen ellos, y hacen las cosas que hacen ellos, y se comporta cómo se comportan ellos, y usted no deja pero ni la más mínima gota de fe, de cristianismo, de Dios en su vida, hermano, el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu.
Para entrar al reino de los cielos no crea que usted va a decir yo fui al tabernáculo 484 342 cultos. ¡No me diga, el Taber de Vancouver! Oh, pase adelante.
Para entrar al reino de los cielos hay que nacer de nuevo; y nadie viene a Jesús si el Padre no lo trae.
Incline su rostro. Oremos al Señor.
Padre, te damos gracias al recordar ese momento sublime cuando te conocimos. Ese momento especial cuando nos presentaron a Jesús, gracias Padre Santo. Gracias por hablar a nuestro corazón. Gracias Espíritu de Dios por convencernos de la necesidad, que teníamos, profunda de un salvador, de arrepentirnos, de conocerte, de amarte, de servirte. ¡Gracias Padre! Tómanos fuertemente de la mano Señor, porque no queremos ser como esos discípulos que volvieron atrás y ya no andaban con Jesús. Queremos, a pesar de cualquier circunstancia, a pesar de cualquier situación, queremos seguirte amando. Amarte con pasión, con fervor. Vivir la vida que tú quieres que nosotros vivamos. Espíritu de Dios, tu palabra ha sido predicada en esta tarde y tú eres el único que puede convencer los corazones de la necesidad espiritual en este momento.
Mientras todos oramos, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón, pero quisiera hacerlo en esta tarde. Si hay alguna persona que dice, pastor yo necesito a Dios. Si hay alguien que quiere recibir a Cristo en el corazón, ahí donde está yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano. Hay alguien que se va a acercar a usted para hacer una oración con usted. Si hay alguna persona que quiere recibir a Cristo, venga a los pies de Jesús, entregue su corazón al Señor, póngase de pie, levante su mano; no pase esta oportunidad gloriosa de comenzar una vida nueva. No hablamos de cambiar de religión, hablamos de comenzar una vida nueva con Cristo Jesús. Dios le ama, Dios quiere salvarle. Usted que no mira por las redes sociales, Dios también quiere salvarle a usted. Si usted quiere recibir a Cristo en el corazón, ahí donde está, lo invito para que haga esta oración conmigo y diga al Señor: “Señor Jesús, en este día yo te entrego mi corazón, te entrego mi vida, me arrepiento de mis pecados y te doy gracias por lo que hiciste en la cruz.” Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su santa y bendita palabra.
Gracias Señor por tu palabra, despídenos con tu paz y con tu bendición; en el nombre de Jesús, amén y amén.
Yo no vine, Dios me trajo
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TRANSCRIPCIÓN
Evangelio de Juan capítulo 6, vamos a estudiar un versículo de la escritura que es uno de los versículos que se consideran más difíciles, versículo 35.
Juan 6: 35-51, 63-65 (RV-60): Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. (Una vez más, para aquellos que no creen en la vida eterna, este pasaje nos corrobora, nos enfatiza la existencia de la Gloria.) 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros Padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. (RV-60): 35Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. (Mire este pasaje de la escritura también nos corrobora y enfatiza el hecho de la vida eterna). 41Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo Padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? 43Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. (Una vez más, para aquellos que no creen en la vida eterna, este pasaje nos corrobora, nos enfatiza la existencia de la Gloria.) 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros Padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 63El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
Ahora aquí, este versículo es un versículo complicado, difícil en la interpretación del mismo, porque Jesús de una manera enfática dice: “ninguno”. ¡Se dio cuenta! Ninguno viene a mí, si el Padre que mandó a Jesús, no le trajere. ¿Sabe cómo se llama el sermón de este mediodía? Yo no vine, Dios me trajo.
Quiero que ponga mucha atención mi querido y amado hermano, volvamos a ver los versículos en los que nos vamos a enfocar: Juan 6: 44, 65 (RV-60): 44Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere. 65Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. ¿Entiende esto claramente? Quiere decir: Nadie puede venir a Jesucristo si no es por el Padre. Porque fue el Padre quien lo trajo a usted a Jesucristo.
En otras versiones:
Juan 6, NTV (Nueva Traducción Viviente): 44 Pues nadie puede venir a mí a menos que eme lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 65Entonces les dijo: Por eso dije que nadie puede venir a mí, a menos que el Padre me lo entregue.
Juan 6, Reina-Valera Actualizada (2015) dice: 44Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final.
Estos versículos nos enseñan claramente que nosotros no vinimos a Cristo por nuestros propios medios, Dios nos trajo, y aquí comienza el sermón.
- Nadie puede venir a Jesús a menos que lo traiga el Padre.
No quiero mencionar cuestiones de doctrinas porque no es ese propósito, para eso nos vamos a meter el martes en esta clase. Pero es bien importante que sepa que la iniciativa siempre la toma Dios, siempre. La obra de salvación comienza con Dios. Nosotros los humanos somos un atajo de pecadores, egoístas, interesados que sólo pensamos en nosotros mismos. Nadie se levantó un día diciendo: “Vieja, ¿no sé por qué?, pero me han entrado un vivo deseo de buscar a Dios.” ¿Quién hace eso? Se pueden levantar diciendo me he levantado con un vivo deseo de buscar un mojito, eso tal vez. ¿Pero de buscar a Dios? Fíjate que no sé qué es lo que me pasó hoy, que he amanecido con un deseo de buscar una iglesia. ¿Quién amanece así? Entonces la salvación comienza con Dios.
Quien pone en el corazón recibir a Cristo. Quien pone en el corazón venir a la casa del Señor. Quien pone en el corazón servir a Dios. Quien pone en el corazón aceptar el llamado divino, es Dios, es el Padre. Nosotros respondemos a ese llamado. Dios nos utiliza a nosotros. Dios usa personas, usa problemas, circunstancias; es más, Dios utiliza hasta burros para lograr su propósito. La persona que me trajo a mí al evangelio ya no va a la iglesia. Hay personas que Dios utiliza para una situación, a veces Dios utiliza a gente inconversa para lograr un propósito.
Yo les he comentado a ustedes de una vez que vino una Señora, vecina, que trajo a su hijo a la iglesia. Preguntó por el pastor y dijo: “Mire aquí le traigo a este muchacho que está insoportable. Este muchacho necesita de Dios”. Le dije a ella: ¿Y usted no? Sí, pero más él, por eso se lo traigo. La Señora se regresó y dejó al muchacho aquí con nosotros. Es decir, Dios va a utilizar lo que sea, con tal de lograr su propósito.
Pero la iniciativa, recuerde eso, nadie puede venir a Jesús a menos que lo traiga el Padre. A menos que el Padre celestial ponga en el corazón nuestro ese deseo ferviente, esa pasión por Dios. A usted lo trajo una persona a la iglesia. A usted una persona le habló del evangelio pero quien puso en el corazón venir a Cristo fue Dios, fue el Señor. ¿Por qué? Porque nadie puede venir a Cristo al menos que el Padre lo traiga.
- El convencimiento es del Espíritu Santo.
Ahora usted viene, como las personas que nos honran este día con su visita, algunos quizás por primera vez; ni tenían idea de lo que era una Iglesia Evangélica, quizás que aquí se canta, que aquí recogen ofrendas, como son las cosas de ordenadas. Usted se sienta y escucha el mensaje de la palabra y usted tiene que responder a una persona, esa persona es: El Espíritu Santo.
En Juan 16:8 dice: 16Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Ese “él” se refiere al Espíritu Santo, ¿qué hará el Espíritu Santo? Convencerá. Es importante que usted entienda que yo no lo puedo convencer a usted de nada. ¿De qué yo lo voy a convencer a usted? Yo no tengo ese poder, yo no tengo esa habilidad. El único que lo puede convencer a usted es el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu venga el convencerá al mundo de pecado, convencerá al mundo de justicia de pecado; porque el Espíritu Santo es el único que le puede mostrar a usted que necesita arrepentirse, que usted ha pecado.
Hay personas que vienen a la iglesia, se sientan, escuchan el mensaje y son invitados al arrepentimiento y la respuesta es: “No, gracias, en otra oportunidad.” ¿Qué están diciendo? Yo no necesito arrepentirme. Porque es el Espíritu de Dios el único que puede convencer. De justicia ¿Por qué? Porque Jesús era, y es, inocente. Jesús no hizo ninguna cosa mala y lo mataron. Y de juicio porque el diablo ya fue juzgado. El único que convence es el Espíritu Santo de Dios, nadie más. Nosotros podemos persuadir a alguien, pero al final del día: “Nadie viene a Jesucristo si el Padre no lo trae” y “El único que nos convence es el Espíritu Santo de Dios.”
- Las personas que se resisten, no se resisten a la iglesia, se resisten a Dios.
Juan 6:44, Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Este se convierte en uno de los versículos más difíciles, porque hay una corriente que considera que esa palabra “le trajere” se utiliza en otros pasajes de la escritura, en el libro de los Hechos, que da la impresión como que arrastra la persona y así lo enseñan ellos. Entonces dice que nadie puede venir a Jesucristo al menos que el Padre lo arrastre a usted. Esta corriente también considera que no tienen nada que ver la participación del individuo en decir: “sí quiero” o decir “no, no quiero”. Pero yo considero que el Espíritu Santo se puede resistir y al final del día a usted le han ofrecido el evangelio, le han ofrecido a Cristo, pero usted ha dicho no, más adelante.
Me gustaría mostrar algunos ejemplos que a lo mejor nosotros podemos identificarnos con ellos. Las personas que se resisten no se resisten a la iglesia, no se resisten al pastor, se resisten a Dios.
Este caso que vamos a leer, sucedió con una Señora que se llama Lidia, en una ciudad que se llama Filipos. Lo que era el mundo conocido de Macedonia, la provincia de Acaya. Una provincia romana allá en Grecia. Recordemos que el imperio griego fue un imperio inmenso, cuando destruyeron a los Medos y los Persas; Alejandro el Grande conquistó la inmensa mayoría del territorio. En aquel entonces Alejando el Grande murió a una edad muy temprana, 33 años más o menos. Dicen que el hombre lloraba porque no había más territorio que conquistar en aquel entonces. Al morir Alejandro el Grande deja cuatro de sus generales y ellos se encargan de manejar el resto del pueblo y de las ciudades que ellos habían conquistado.
Ahora en este momento tenemos al apóstol Pablo que va de camino para Atenas. La primera ciudad que llega Filipos y mire usted con lo que se encontró en ese lugar. Hechos 16: 14- 15 (RV-60): 14Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. 15Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.
Fíjate cómo son las cosas tan interesantes del evangelio, en este capítulo 16, Pablo llega a este lugar Tiatira y cuando usted escucha la palabra Tiatira seguro le viene a la mente una de las iglesias del apocalipsis. Quiere decir que se levantó una iglesia más adelante en ese lugar. ¿La mujer qué estaba haciendo? Lo mismo que está haciendo usted en este momento, oyendo. Pero aquí viene la diferencia. La mujer adoraba a Dios, la mujer estaba oyendo, pero el Señor abrió el corazón de ella. Es que no podemos simplemente venir a la iglesia sin pedirle a Dios que nos abra el corazón. No podemos venir a la iglesia sin que haya una transformación, especialmente del corazón, es decir que, cuando salgamos por las puertas de esta iglesia seamos personas diferentes. Que el que vino con malos pensamientos se vaya con buenos pensamientos. El que el que vino con un Espíritu perturbado, se vaya con paz en el alma, con paz en el corazón. Que aquella persona que está en pleito con alguien más, haga las paces con esa persona. Que aquella persona que se siente mal por las situaciones y circunstancia de este mundo al salir de la casa del Señor se vaya bien.
Sabe usted cuál es una de mis oraciones hermanos cada vez que me subo este púlpito. Yo estaba pensando hace poco: digo, voy a escribir algo, voy a escribir algo y lo vamos a decir en voz alta todos los domingos antes del servicio para que se nos meta en el alma y el corazón.
Nuestra vida sería diferente si al venir a la casa del Señor le decimos: abre en nuestro corazón Señor, abre mi corazón. ¡Qué maravilla! Yo quiero entenderte, yo quiero conocerte.
Y en este caso notemos, una vez más, ¿Quién abrió el corazón de esta mujer? Recordemos, Jesús dijo: “que nadie puede venir a Él si no es que lo trae el Padre.” Y aquí lo que estoy hablando es una cosa, esta mujer, por la gracia del Señor, abrió el corazón, el Señor le abrió el corazón; para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
Esto es una cosa maravillosa. Cuando yo le digo a usted uno no viene a la iglesia a dormirse, usted tiene que ponerle atención. Ahora, dígame, usted va a la universidad a una clase de química o de física y se duerme; y después lo contratan para que usted haga la vacuna. ¡Yo no quiero vacunarme! Y usted se la pasó durmiendo todas las veces que estuvo en clase. Al venir a la casa de Señor es igual. Hay que estar despierto porque Dios te va hablar. El Señor te va a hablar al corazón. Y al venir a la casa de Dios usted tiene que pedir: Señor ábreme el corazón.
¿Por qué cree usted que hay tanta gente que no cambia de vida? ¿Por qué cree usted que hay tantas personas que no cambian su manera de ser, su manera de pensar, sus actitudes? Porque vienen a la iglesia cómo van al estadio, como van al cine, cómo van a cualquier otro lado; y no le piden, no le ruegan a Dios: “Señor cambia mi corazón, por favor, transfórmalo. Y aquellas cosas que yo no veo, aquellas cosas que me resisto, que me niego a ver, abre mi entendimiento Señor.” Y esto pasó en este caso con esta mujer, el Señor abrió el corazón, esta mujer entró al evangelio, abrió su casa.
Cuando usted se resiste, no se resiste al pastor, no se resiste a la iglesia; se resiste a Dios. Sí es que yo no lo he llamado a usted. Yo no le he llamado. Yo no lo he salvado. Yo lo único que hago es predicar el evangelio, pero las demás cosas son usted y Él. ¿Para qué lo llamo Dios? Eso es su negocio, no el mío. Es cosa suya. Yo le predico el evangelio, yo soy responsable de cuando él me llamó a mí. Yo soy responsable del llamado de Dios a mi vida, pero del llamado de Dios a usted el responsable es usted, no soy yo. Cuando usted se resiste, se resiste el Espíritu Santo, no se resiste a mí. Si Dios le dice: entrégale tu vida Cristo. Dentro de unos minutos vamos a hacer una invitación para recibir a Cristo, si Dios le habla al corazón y le dice: “Entrégale tu vida a Jesús”, y usted dice: “No, otro día, después”. Usted no se está resistiendo a mí. Si es que yo no lo estoy llamando, ¿quién es el que llama? El Padre, es el Padre quien llama.
Ahora le quiero mencionar otro caso, Pablo en Atenas. Hechos 17:30, (RV-60): 30Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. 32Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Dígame si no se parece esto a nuestros días actuales, y esto sucedió hace dos mil años. ¿No hay personas que se burlan de su fe? Saliendo de su casa ¿qué le dijo su hijo? ¡Ay mamá ya vas otra vez, sólo ahí quieres pasar metida! Por supuesto que sí. Aquellas personas faltas de convicción y de fe, hacen caso a la gente del mundo, hacen caso a lo que el mundo dice.
Mire, a mí hay una cosa que me molesta cuando uno anda en la calle, siempre me ha molestado cuando uno entra a una tienda a comprar algo, y no compra y le dice a la Señora ya regreso al ratito. ¡Mentirosos! A mí me molesta cuando yo estoy con alguien que hace eso, porque es una mentira, al rato vuelvo. Y el otro cuando lo ve que es latino dice: este no regresa ni en el año 3000.
Entonces los atenienses escucharon cuando Pablo dijo: “¡un día vamos a resucitar!” La gente se burlaba de él y decía: “Este hombre está loco.” Otros dijeron: “mira, en otra oportunidad”. “En otro tiempo hablamos.” ¿A quién resistió esta gente? ¿A Pablo? No, resistieron a Dios.
Cuántas veces me ha escuchado decir a mí en este púlpito: “Usted no está aquí por casualidad, usted está aquí porque Dios lo ha traído.” Cuando la gente se resiste, se resiste el Espíritu de Dios.
Claro, repito que hay una corriente que piensa que la gracia es irresistible y que cuando Dios te trae, aunque sea arrastrado te trae. Pero aquí nos damos cuenta nosotros que hay individuos que escucharon la palabra del Señor, unos se burlaron y otros dijeron: “Ay, en otra oportunidad”. Hermanos, cuando usted invita a alguien y le dice: “no, es que hoy tengo otras cosas que hacer, pero en otra oportunidad será”. ¿Qué es lo que le están diciendo? No me moleste hombre. La próxima, cuando le quiera hablar por teléfono ni le contesta. Se puede resistir al Espíritu de Dios.
Ahora bien, Hechos 17:33-34, (RV-60): 33Y así Pablo salió de en medio de ellos. 34Más algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.
¿Qué dice? Algunos creyeron, Aleluya, aleluya por esto. Por eso es que por 34 años no hemos cesado de predicar el evangelio glorioso y eterno de Jesucristo. Porque aunque muchas personas escuchen el evangelio y les entre por un oído y les salga por el otro, la palabra del Señor dice: Más algunos creyeron. Dios no nos mandó a llenar edificios, Dios nos mandó a llenar la gloria celestial. El Señor nos mandó a predicar el evangelio glorioso. Ahora, que ha habido momentos, en todos estos 34 años, de desánimo, momentos que sentimos que estamos arando en el mar, que pensamos mejor cerremos esto y vámonos. ¡Claro que han habido! Pero esta bendita palabra es la que nos ha animado a permanecer predicando el evangelio, porque en todas las ciudades Dios tiene un pueblo que salvar, amados míos. ¡Dios tiene un pueblo que salvar!
Esta mañana estaba mirando aquí unas hermanitas nuestras de la iglesia, qué curioso es que tres hermanas escuchando el evangelio, dos hermanas atienden al evangelio y una de ellas resiste al evangelio. Las tres escucharon lo mismo, las tres han saboreado la palabra del Señor, las tres han estado en la casa del Señor, las tres… ¿Por qué hay una que se resiste? ¿A quién se resiste? No es a mí, yo le prediqué.
Quiero hablarle ahora de un Señor que tenía una posición de mucha importancia en Judea. Resulta que era el gobernador y Pablo fue llevado ante el gobernador. Me refiero a Félix.
Hechos 24:24-26 (RV-60): 24Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. 25Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. 26Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él.
Ahora mire qué poderoso este versículo. ¿Qué escuchó dice la escritura? De la fe en Jesucristo. Cada vez que una persona se sienta en la silla de esta iglesia ¿qué es lo que escucha? La fe en Jesucristo. El gobernador mandó a llamar a Pablo, Pablo llegó y le presentó el mensaje y eso fue lo que escuchó el gobernador, pero ¿qué pasó? Félix escuchó que hay que ser justos. ¿A un gobernador a hablarle de justicia? Dígame usted, a un gobernador. ¿Qué pasó con Félix? Se espantó. Claro amigo, es por eso que algunas personas se espantan con el evangelio. ¿Y saben que lo más fácil? Hablar mal de la iglesia. Pero lo que tenemos que hacer nosotros es entenderlos, sencillamente, porque la Biblia dice (Juan 3:19): Que la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Toda persona que sus obras son malas lo que hacen es justificarse, diciendo que la iglesia no sirve. Es que la iglesia aquí, es que los hermanos allá, pero en realidad es que sus obras son malas y no quieren que sean reprendidas sus obras. No es la iglesia, ni el pastor, ni los diáconos, es usted, es su pecado.
Hermanos, hay personas que quieren que lo feliciten por las cosas que andan haciendo en el mundo. ¡Eso no es así! El evangelio es confrontativo, amados, Jesús lo dijo (Mateo 10:34): No he venido a traer paz, sino espada. No nos podemos confundir con el mundo de ninguna manera.
Ahora fíjate, el versículo 26 confirma que el hombre era corrupto, quería soborno; y Pablo lo que hace es predicar de la justicia, del dominio propio, del juicio venidero. Entonces, hay gente que no quiere escuchar eso.
Hermano entiéndame, por favor, no todo el mundo que pasa por la casa del Señor se va a quedar. No todos. Y este caso que tenemos acá es clásico. Recordemos que nadie viene a Jesús si no es porque lo trae el Padre, y cuando la gente se resiste, se resiste al Padre, a nadie más.
¿Por qué algunas personas abandonan la fe?
Fíjate, hemos visto que Jesús dijo: “Nadie viene a mí si no es porque el Padre lo trae”, algunos dicen: “lo arrastra.” Esa palabra, traer o arrastrar, se utiliza en uno de los evangelios cuando los discípulos estaban trayendo las redes que tenían demasiados peces arrastrándola, trayéndola.
En este mismo capítulo seis, sucedió una cosa interesante, cuando Jesús les habló acerca de estas cosas a sus discípulos: ¿Sabe qué contestaron sus discípulos? “¡Dura es esta palabra!” Igual que mucha gente ha dicho aquí: “Ah no, yo no voy a la iglesia porque allí sólo se la pasan regañando a uno” ¿Y qué quiere? ¿Qué lo felicite por ser un gran zángano?
Dice Juan 6:66 (RV-60): 66Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Un momento, pero si Él nos acaba de decir en dos versículos que nadie viene a Jesús si no lo trae el Padre, entonces aquí le hago la pregunta a usted: ¿Por qué se fueron esos? Es la misma respuesta. Mire yo quiero ser cuidadoso con esto, pero es la misma razón por la cual muchas personas ya no están más en los caminos del Señor. Porque hay gente que sigue el evangelio por una variedad de razones, no menosprecie esto.
Dicen las estadísticas que todos los años hay un 10% de personas, en una congregación, que se van a retirar de la fe. ¿Escuchó? Quiere decir eso que hay un 10 por ciento de los que están sentados aquí, que en el año 2023, 2024, van a estar en el mundial y no el de fútbol; sino ahí afuera.
¿Por qué pastor? Porque le abrimos al diablo una pequeña puertecita y por ahí se mete. Porque nos desencantamos de la gente, porque nos desanimamos de una cosa, porque vemos otra cosa por allá, porque no nos gusta como trataron a mi hija aquí. Usted véalo como quiera, pero aquí no estamos por nosotros estamos por Él. Déjeme decirle algo: “El evangelio no es acerca de usted, no es acerca de mí: el evangelio es acerca de Jesús.” Si se enferma, recupérese y regrese. Si le meten preso, salga y vuelva. Si lo deja su mujer, resuelva y vuelva. Porque Jesús dijo, Juan 15: 5b (RV-60): Separados de mí, nada podéis hacer.
Entonces, ¿por qué seguían a Jesús? Lo seguían por los milagros, lo seguían por la comida, lo seguían por el beneficio que podían obtener; lo seguían porque Dios les puede dar un buen trabajo. Entonces, ¿Podríamos decir entonces que estos que volvieron atrás, que ya no andaban con Él, no habían sido traídos por el Padre? Nosotros no podemos saber quiénes son, por eso dije que el tema lo quiero tocar con mucho cuidado. Hay personas que están caminando en la cuerda floja, hay personas que siguen a Jesús de una manera condicional. Yo sigo el evangelio pero cuidadito, que si me miran mal no vengo más, si me hacen tal cosa entonces ya no vengo; el día que “tal cosa” van a saber quién soy yo. ¡Mejor váyase ya hombre! Porque la única iglesia perfecta está en el cielo; si usted quiere una iglesia perfecta tiene que morirse; y yo le aseguro que usted no quiere.
El Padre es el que te trae. Trae personas que lo que tienen es una religión, pero no tienen amor por Dios. No tienen amor por el reino, el amor de Dios no está en ellos.
Cuando yo voy de visita a mi país tengo que ser una influencia para mi familia, porque a eso me llamó Dios, no por ser pastor, sino por ser cristiano. ¿Sabe qué es lo que algunas personas me han dicho a mí? Cuando uno va de vacaciones pastor, pues no se va a ir a meter a una iglesia el día domingo. Claro, es que así piensan las personas que tienen religión. El que tiene a Jesús no se va a ir a meter a una iglesia cuando anda de vacaciones porque se lo exige su fe o porque el pastor le obliga; sino porque es una necesidad del alma. Y donde quiera que esté, voy a decir: ¿Dónde está una iglesia? El día domingo yo necesito estar en una iglesia. Pero si por el contrario, yo voy a hacer lo que hace el resto de la gente, voy a vivir como vive el resto de la gente, no me venga a decir que el Padre está en usted.
¿Qué hace el Padre para traer las personas Jesús?
- Te convence de pecado y la necesidad de un Salvador.
¿Qué quiere decir eso? Por ejemplo, usted está viviendo con su novio. Fíjate, yo no lo conozco a usted. Yo no sé de qué país usted vino. Y se vino a escondidas con el muchacho. Usted le dijo a su mamá que iba para la tienda y ya venía con los boletos en la mano. Se vino a Canadá escondida. Está viviendo con el muchacho. El Espíritu Santo es el único que le puede indicar a su corazón y decirle: “¿Sabes qué? Eso no está bien, necesitas arrepentirte de tu pecado y necesitas a un salvador que es Jesucristo.” Esa revelación solo te la puede dar el Padre. Lo hizo con nosotros un día.
Ahora es muy probable, es muy posible que no sea este domingo, pero una cosa si te digo: te vas a ir de aquí y como dicen aquellos que cazan venados, te vas a ir lucíado, es decir, ya te pusieron la luz un día y vas a caer, porque el Padre es el que trae. Entonces te convence de pecado y la necesidad de un salvador.
- Despierta interés en cosas espirituales.
Cosa que no pasó con Félix. ¡Ah no, no, otro día! Hay personas, perdóneme que le diga esto, pero hay personas que no tienen nada de deseos espirituales. Si alguien le hubiera dicho esta mañana que bonito está el día, vámonos a un picnic; ellos se hubieran ido. ¿Pero sabe por qué no se fueron? Porque no tienen dinero. Entonces dijeron: ni modo, vamos al culto, y se vinieron para acá. Hay un deseo que tenemos en el alma, una necesidad que antes no teníamos, la casa del Señor. Vamos a la iglesia.
Fíjate que ahora que tuvimos en Grecia tuvimos un culto el día domingo allá, con los hermanos. Pero hace un par de años que yo estuve solo. Yo busqué una iglesia griega. ¿Que aprendí? Nada. Había una Señora, una viejita que había sido misionera, que me tradujo al inglés. Más largo que la cuaresma los cultos. Porque sirvieron Santa Cena, oraron por los enfermos. Se dieron cuenta que era pastor y me pasaron al frente me pusieron la mano encima, me echaron aceite y todo larguísimo; pero yo fui. Una vez que tuve la oportunidad estar en Rusia yo fui a una iglesia. Yo quería, yo quería, yo quería la experiencia, el estar ahí. ¿Quién me andaba siguiendo a mí? Pero es la necesidad, es porque el Padre te ha llamado a Jesucristo. Es porque nace dentro de ti deseo por las cosas espirituales, porque amamos a Dios, porque creemos, porque Dios ha hecho la obra.
¿Quién le ha obligado a usted a venir? ¿Quién lo obligó a usted a venir? No, nos levantamos esta mañana las hermanitas lindas, queridas, muy temprano a hacer el desayuno, a buscar los calcetines a los muchachos, hasta el del viejo también que no sabe dónde están y ¿por qué? Porque tiene culto.
¿Sabe qué hace el Espíritu de Dios? Abre nuestros oídos, nuestro corazón y la palabra de Dios comienza a trabajar en nosotros; después pasa un milagro: comenzamos a discernir verdades espirituales. Cosas que antes no pasaban. ¿Por qué no pasaba antes pastor? Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu. Y si usted no percibe las cosas espirituales, si usted, como la ilustración que acabo de dar, se va de vacaciones o va a visitar a su familia y usted pide como dicen ellos, y hacen las cosas que hacen ellos, y se comporta cómo se comportan ellos, y usted no deja pero ni la más mínima gota de fe, de cristianismo, de Dios en su vida, hermano, el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu.
Para entrar al reino de los cielos no crea que usted va a decir yo fui al tabernáculo 484 342 cultos. ¡No me diga, el Taber de Vancouver! Oh, pase adelante.
Para entrar al reino de los cielos hay que nacer de nuevo; y nadie viene a Jesús si el Padre no lo trae.
Incline su rostro. Oremos al Señor.
Padre, te damos gracias al recordar ese momento sublime cuando te conocimos. Ese momento especial cuando nos presentaron a Jesús, gracias Padre Santo. Gracias por hablar a nuestro corazón. Gracias Espíritu de Dios por convencernos de la necesidad, que teníamos, profunda de un salvador, de arrepentirnos, de conocerte, de amarte, de servirte. ¡Gracias Padre! Tómanos fuertemente de la mano Señor, porque no queremos ser como esos discípulos que volvieron atrás y ya no andaban con Jesús. Queremos, a pesar de cualquier circunstancia, a pesar de cualquier situación, queremos seguirte amando. Amarte con pasión, con fervor. Vivir la vida que tú quieres que nosotros vivamos. Espíritu de Dios, tu palabra ha sido predicada en esta tarde y tú eres el único que puede convencer los corazones de la necesidad espiritual en este momento.
Mientras todos oramos, si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón, pero quisiera hacerlo en esta tarde. Si hay alguna persona que dice, pastor yo necesito a Dios. Si hay alguien que quiere recibir a Cristo en el corazón, ahí donde está yo le invito para que se ponga de pie o levante su mano. Hay alguien que se va a acercar a usted para hacer una oración con usted. Si hay alguna persona que quiere recibir a Cristo, venga a los pies de Jesús, entregue su corazón al Señor, póngase de pie, levante su mano; no pase esta oportunidad gloriosa de comenzar una vida nueva. No hablamos de cambiar de religión, hablamos de comenzar una vida nueva con Cristo Jesús. Dios le ama, Dios quiere salvarle. Usted que no mira por las redes sociales, Dios también quiere salvarle a usted. Si usted quiere recibir a Cristo en el corazón, ahí donde está, lo invito para que haga esta oración conmigo y diga al Señor: “Señor Jesús, en este día yo te entrego mi corazón, te entrego mi vida, me arrepiento de mis pecados y te doy gracias por lo que hiciste en la cruz.” Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, de su santa y bendita palabra.
Gracias Señor por tu palabra, despídenos con tu paz y con tu bendición; en el nombre de Jesús, amén y amén.