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Nosotros también

Septiembre 21, 2025 – 2:00PM | Hebreos 11:8-16 | Dr. David Rodríguez

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Etiquetas: hebreos, pastor david rodriguez, septiembre 2025, transcripcion

TRANSCRIPCIÓN

Bueno, yo voy a mencionar algunas cositas sencillas y yo quiero que usted diga: Nosotros también. ¿Cómo van a decir? Nosotros también. 

-Yo soy hijo de Dios. Nosotros también.

-He sido perdonado. Nosotros también.

-Amo a Dios. Nosotros también.

-Quiero servir a Cristo. Nosotros también.

-A veces me desanimo. Nosotros también.

-He pasado por luchas y pruebas. Nosotros también.

-Pero sigo caminando por la fe. Nosotros también.

-He visto la fidelidad de Dios. Nosotros también.

En el mensaje de esta tarde: Nosotros también, quiero que estudiemos una porción de la escritura que se encuentra en Hebreos capítulo 11.

Hebreos 11: 8-16 (RV 1960): 8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 13 Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

Vamos a orar: Señor, bendice tu palabra en nuestros corazones. Espíritu Santo de Dios, aquí está tu pueblo, abre nuestro entendimiento, Señor, mueve nuestra voluntad. Que al escuchar esta palabra eterna y gloriosa, podamos ser bendecidos con ella, que podamos salir con ánimo, con fe, con deseos de enfrentar las pruebas y las vicisitudes que se presentan en nuestro diario vivir. Y de una manera muy especial, Señor, que siempre tengamos el buen deseo de que tu nombre sea exaltado. En el nombre de Jesús. Amén y amén.

El capítulo 11 de Hebreos se ha llamado el salón de la fe, otros dicen el salón de la fama. Simplemente, ejemplos de hombres y mujeres de fe. En este capítulo se mencionan personajes como Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Sara, José, Moisés, Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. No se sabe con certeza quién escribió Hebreos. Unos dicen que Pablo, pero no es la literatura Paulina, en realidad difiere un poquitito. Otros piensan que Apolos, otros incluso han llegado a creer que fue Bernabé o quizás fue Lucas.

En esta oportunidad nos vamos a enfocar en los versículos que hemos leído. Yo quiero ir haciendo una comparación en el pasaje que hemos leído con nuestro diario vivir, como iglesia que somos en Cristo Jesús, cada cosa. Porque fíjate, Abraham es el padre de los judíos. Abraham es el padre de la religión musulmana. Abraham es el padre de nosotros los cristianos evangélicos. Es decir, Abraham es un personaje bien importante en todas las Sagradas Escrituras. Pero quiero que veamos qué cosas sucedieron con Abraham que también han sucedido con nosotros.

El llamado de Abraham.

Hebreos 11: 8 (RV 1960): 8 Por la fe Abraham, siendo llamado. Aquí tenemos el llamado de Abraham. 

Nosotros también fuimos llamados. Yo espero que usted sepa cuándo Dios lo llamó. Tal vez los aburro con esto, pero yo sé el día que Dios me llamó, fue un 17 de junio de 1979, solamente tenía 17 añitos de edad. Ese día, a la hora que terminó el servicio hubo una invitación, esa es la invitación divina. Es la invitación cuando el predicador dice: ¿Quién quiere venir a los pies de Cristo? ¿Quién le quiere entregar su vida al Señor? Venga a los pies de Jesús, su vida va a ser diferente, su vida va a cambiar. 

Dice la escritura que Dios llamó a Abraham y le dijo: -Quiero que te vayas de tu tierra y de tu parentela. Y Abraham dijo: *¿Y para dónde? -A una tierra que yo te voy a mostrar. 

Ahora yo le hago una pregunta a usted: El día que Dios nos llamó, ¿sabía para dónde nos iba a llevar Dios? Por supuesto que no, Dios tiene planes que nadie sabe. Algunas personas Dios las llamó en su iglesia y las llamó para estar en su iglesia. Yo conozco hermanos que me dicen: -Pastor, este es el lugar que Dios me ha llamado, mi iglesia. Aquí conocí a Cristo y aquí voy a morir yo. Usted me saca de aquí, me muero. Es decir, Dios tiene planes. 

Mientras estábamos creciendo, y jugábamos en una calle de tierra, o de piedras, usted jamás en la vida se imaginó que Dios iba a poner los ojos en nosotros, que iba a manifestar su gracia, su misericordia, que iba a llegar hasta donde estábamos nosotros y nos iba a alcanzar. Y usted seguramente le ha preguntado a Dios: – ¿Señor y ahora qué hago? Y le dice Dios: *En el camino te cuento. Yo le he dicho siempre a usted, Dios nunca le va a iluminar todas las gradas (peldaños), te ilumina una a una. Dios te mueve, te hace, te lleva, te pone y quita, como hizo con Abraham.

Me pasé la semana echando un vistazo porque quería saber el recorrido de Abraham desde Ur de los Caldeos y cómo iba caminando. Porque fíjate que no había una línea recta, iba con camellos, con cantidad de gente. Entonces tenía que ir al lugar donde había agua, y caminar sin saber dónde quedarse, y seguir caminando para poder llegar a la tierra donde Dios le dijo: -Ve para allá. Dios llamó a Abraham y a nosotros también nos llamó el Señor. Amén.

Dios le hizo promesas a Abraham.

Prácticamente Dios le hizo seis promesas a Abraham: –A tu descendencia daré esta tierra, la tierra de Canaán. Haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren y a los que te maldigan, maldeciré. Serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Esto es lo que se conoce como el pacto Abrahámico.

Pero a nosotros, la iglesia, también Dios nos ha hecho promesas. La presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros es una promesa divina. El Espíritu de Dios. Por eso es por lo que Jesús dijo (Juan 16:7): Me voy, pero no los voy a dejar huérfanos. Les voy a dejar a mi Espíritu, el Consolador. Y tenemos al Espíritu Santo.

Provisión y cuidado. 

Filipenses 4:19 (RV 1960): 19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

El problema de la iglesia evangélica no es de hambre, hermano, es de exceso de libras. Ayer le dije a una persona, lo que yo quería decirle era: “Usted tiene cintura de avispa.” Pero le dije: “Tiene cintura de obispo”, porque me equivoqué. El problema nuestro es de demasiada comida, es de dietas, es el problema de la iglesia evangélica. Pero ¿por qué? Porque las promesas de Dios: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria.” Yo le aseguro, hermano, especialmente las mujeres de esta iglesia, que tienen una gran cantidad de chanclas y de zapatos en su casa que no se ponen. Tienen zapatos para cuando se les hinchan las patas. Tienen zapatos para cuando se les deshinchan. Vestidos, ¿cuántos habrá dejado encima de la cama hoy antes de salir? ¿Y por qué? Porque la iglesia de Cristo también tiene promesas.

Paz y consuelo. 

Filipenses 4: 7 (RV 1960): 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. En medio de la tristeza, en medio del dolor, en medio de la pena, en medio del luto, Dios ha prometido también paz y consuelo. 

Una herencia.

Hebreos 11: 8 (RV 1960): 8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 

Por la fe Abraham, obedeció y comenzó a caminar para llegar a ese lugar donde Dios le había dado una herencia. Los estudiosos no se ponen de acuerdo, pero algunos creen que Abraham caminó aproximadamente 1650 o 1700 kilómetros de camino. Otros dicen que es probable que hayan sido 2000 km, precisamente porque no había una línea recta y tenía que irse moviendo de un lado a otro.

¿Qué dice Hebreos 10: 34? 

Hebreos 10: 34 (RV 1960): 34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. Así es que nosotros, la iglesia, también tenemos una herencia. Y esa herencia ¿está dónde? ¿Usted lo cree? Una herencia en los cielos.

Abraham vivió como extranjero en tierra ajena. 

Hebreos 11: 9 (RV 1960): 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Llegaron a la tierra que Dios les había prometido, pero vivieron en tiendas hermanos, no construyeron casas. Quiero que vea ese mismo versículo en la 

Hebreos 11: 9 (NTV): 9 Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas. Lo mismo hicieron Isaac y Jacob, quienes heredaron la misma promesa. Hermano, entonces yo me hago una pregunta: ¿Por qué Abraham llegó a Canaán, pero no construyó casa? Lo está diciendo el pasaje. ¿Sabe por qué? Porque Abraham tomó literalmente la palabra que Dios le había dicho: -Tú eres extranjero y peregrino en esta tierra. La herencia tuya, Abraham, no está aquí. Y la herencia nuestra ¿dónde está? Amados míos, en el cielo. 

Notemos que al principio del versículo también dice “Por la fe”, y así es como nosotros los creyentes vivimos. ¿Por qué cree usted, que usted está aquí en este momento? Por la fe, amados. ¿Por qué cree usted que hay una cantidad de maestros, más de 30, allá en la escuela bíblica enseñando a sus hijos? Por la fe. ¿Por qué cree que hacemos lo que hacemos? Por la fe ¿Por qué estamos hablando de una herencia en los cielos? Porque, a pesar de que no hemos visto esa herencia es la fe quien nos permite creer y estar vivos. Bien dijo la palabra del Señor (Romanos 1: 17): Mas el justo por la fe vivirá.

Los cristianos hemos sido llamados a vivir como extranjeros. 

1 Pedro 2: 11 (RV 1960): 11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. Hermanos, esta es una verdad. Muchas veces nosotros los cristianos vivimos en este mundo como si aquí nos quedáramos toda la eternidad, y se nos olvida que somos extranjeros. 

Desde el principio Dios te dice: -Pero es que yo no te he mandado a que vivas en la tierra como si vas a vivir ahí eternamente y para siempre. Ustedes están en la tierra, en primer lugar: para gloria de mi nombre. Y en segundo lugar para una misión: que les comuniquen a otras personas que yo mandé a mi Hijo a morir en la cruz del Calvario. Pero no se claven en la tierra, hombre. No amen tanto la tierra como si ustedes van a vivir ahí el resto de sus días.

Por es que debe tener mucho cuidado con lo que le va a dejar a sus hijos, porque muchos lo que le han dejado a los hijos es la muerte, odio, peleas y problemas. Yo no estoy en contra de que tengamos una casita, pero primero lo primero. Mateo 6:33 (RV 1960): 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia.

Abraham iba a vivir como extranjero en la tierra, nosotros también hermanos. Es que, solo es cuestión de saber cuándo, pero de que vamos a partir, vamos a partir.

Ayer que hablaba con mi tía, me hablaba de una persona que yo conocí. Y ella, claro, me ha hecho varias llamadas y le digo: -Cuando usted me llamó, estaba haciendo esto, estaba en otro lugar y estaba haciendo aquí, después estaba haciendo allá. Y me dice: *Mira, ¿sabes quién se murió? “Fulano de tal”. Y ese hombre trabajó toda su vida. Y entonces le dije: -Pero con una gran diferencia, él trabajó para sus huesos, y yo para el reino. Ese hombre murió, y a saber dónde estará ahorita. Pero aquellos que hemos confiado y creemos en el Señor, sabemos para dónde vamos.

Abraham vivió como extranjero en tierra ajena. No construyó grandes fortalezas, no construyó grandes castillos, solamente construyeron tiendas (carpas). Porque Dios le dijo que aquí eran extranjeros y peregrinos. Y la Biblia dice que: “Así vivió.”

Abraham vivía en carpa mientras esperaba. 

¿Qué esperaba Abraham? ¿Por qué vivía en carpas (tiendas) cuando llegó a Canaán?

Hebreos 11: 10 (RV 1960): 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 

¿De dónde sacó Abraham que el país que Dios le daría era un país construido por Dios? Eso no se lo pudo haber inventado, pero hay una clave en medio de todo esto. ¿No se acuerda usted que en una oportunidad Dios dijo: – ¿Le voy a ocultar yo a Abraham lo que voy a hacer? Si Abraham es mi amigo. Mire, hermano, yo no quiero ponerle más cosas, pero cuando llegó a Canaán y Dios le dijo: -Oye Abraham, acuérdate que eres extranjero y peregrino en esta tierra. *Sí, sí Señor. – Acuérdate que la ciudad que yo te he prometido es una ciudad que yo he construido. El fundamento y el constructor soy yo. Si esa conversación la tuvo Abraham con Dios, imagínate transmitirle esa información a Isaac, y que Isaac se la transmitiera a Jacob: La ciudad que estamos esperando es una ciudad construida por Dios.

A veces nosotros, lo que andamos buscando es otra cosa. 

Dice la IA que los mejores cinco países para vivir en el mundo en el año 2025 son: 

  1. Suiza, el primero, con una economía estable, paisajes impresionantes. 
  2. Australia, ofrece alta calidad de vida y es un destino atractivo para vivir.
  3. Canadá, es un país con grandes oportunidades para inmigrantes y un buen lugar para establecerse, 
  4. Dinamarca, uno de los países más felices del mundo, con un excelente sistema de bienestar social. 
  5. Noruega, conocido por su seguridad, su conexión con la naturaleza y una alta calidad de vida general. 

Yo he visitado cantidad de países y cuando la gente me pregunta: ¿Qué tal le pareció? Le digo: Mire, después de vivir en Vancouver con tanta belleza alrededor, me refiero a los paisajes, no es fácil que otro país te llame la atención. Pero nosotros estamos esperando una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Amados míos, esto no se compara, esto no se compara con lo que Dios tiene para nosotros. 

Sara creyó que Dios es fiel. 

Hebreos 11: 11 (RV 1960): 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Iglesia, yo también, nosotros también creemos que Dios es fiel. Y si Dios lo ha prometido, yo lo creo. 

Yo no sé cuándo voy a partir, no lo sé, pero me he sentido tan cerca tantas veces como usted no tiene idea; pero una cosa le digo: Yo no le tengo miedo a la muerte y estoy más que listo. Yo sé en quién he creído, iglesia. Yo sé que el que ha prometido es fiel. Y otra cosa que yo sé es: que voy a ir a la gloria, porque Él lo ha prometido. Y si Dios lo prometió, yo lo creo. 

Sara creyó que era fiel el que había prometido. ¿Sabe usted que Abraham se llamaba padre enaltecido? Y Dios le dijo: -Te voy a cambiar el nombre, ahora vas a ser padre de multitudes. *¿Padre de multitudes? ¿Si yo no tengo hijo, no tengo un descendiente, cómo me vas a llamar padre de multitudes? ¿Esto es una broma o qué? Pero más adelante Abraham dice: *Fiel es el que prometió. Pasaron 25 largos años, hermano, y Sara está reconociendo su fidelidad. 

¿A dónde se van a ir ustedes cuando mueran? ¿Al tercer cielo? Solo si confesamos que somos peregrinos, si confesamos que nuestra ciudadanía no está aquí que está en los cielos, podremos llegar al tercer cielo, esa es la manera.

Ninguno recibió lo prometido, pero creyeron. Dios le dijo: -Le voy a dar una herencia. Abel se murió y no la vio. Tampoco la vio Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Sara, José, ni Moisés, ni Rahab, ni Gedeón, ni Barac, ni Sansón, ni Jefté, ni David, ni Samuel, ni los profetas. Se lo dijo a Pedro, se lo dijo a Juan, a los apóstoles, a Pablo, a Tito, a Timoteo, a Bernabé. Ya han pasado 2,000 años y Dios nos sigue diciendo: “Tengo una herencia para ti. Tengo una herencia para ti. Tengo una herencia para ti.” Y todos ellos murieron sin haberla recibido. Y nosotros vamos a morir, posiblemente, sin recibirla; pero creyendo que el que prometió es fiel. ¡Qué maravilla! 

Por eso, ¿usted espera que un inconverso nos entienda? ¡Por amor de Dios! Ellos dicen: -Estos evangélicos están locos todos. Dejen de fumar esa cosa, hombre; dejen de decir que un día van a salir disparados para el cielo y que la ropa va a caer al piso y van a salir para allá, ¿acaso están locos ustedes? No, es que el que prometió es fiel. 

Esperaban una patria celestial. 

Todos ellos esperaban una patria celestial, nosotros también. 

Hebreos 11: 14-16 (RV 1960): 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Estos versículos dan a entender claramente que buscan una patria, pero no era cualquier patria. No se referían a su antigua tierra, a Ur de los caldeos, sino a una mejor, a una patria celestial. ¡Bendito sea el Señor! La nueva Jerusalén. ¿Usted lo cree, hermano? Mire lo que nos ha preparado Dios. Alabado sea su nombre.

Aquí dice: “Anhelaban la patria celestial.” Pero ¿no es cierto que estamos apegados a la familia, apegados a las cosas que tenemos, apegados a todo? ¿De verdad anhelamos nosotros la patria celestial? Ellos anhelaban una patria mejor, una patria celestial. La Biblia dice que los ángeles hubieran deseado ver lo que nosotros vemos, creer lo que nosotros creemos, porque ellos fueron creados para hacer lo que hacen. 

Muchos necesitan fuerza de voluntad para venir aquí, hubo algunos que estuvieron a punto de no venir porque “es muy tarde”, porque “se tarda mucho mi esposa”, porque “el niño no está listo”. Hermano no se apegue a las cosas de este mundo, más bien anhele la patria celestial. La vida cristiana es un viaje. Abraham salió de Ur de los Caldeos para llegar a Canaán, porque Dios le dijo: -Vete de este lugar a una tierra que te mostraré. El apóstol Pablo mencionó que era una carrera, por eso dijo (2 Timoteo 4: 7): He acabado la carrera. 

Con un sabor agridulce, les digo que muchas personas han estado sentadas en una silla de esta iglesia por algún tiempo pero no alcanzaron a terminar la carrera, el camino está lleno de obstáculos y nadie dijo que era fácil. Jesús mismo dijo (Juan 16: 33): En el mundo tendréis aflicción. 

Usted y yo conocemos personas que comenzaron a caminar, y siguieron caminando, luego atravesaron una prueba, después otra, pero… como muchos casos en la escritura se quedaron en el camino. ¿Usted conoce alguna persona que el diablo les puso zancadilla? ¿Conoce personas que el diablo engañó? ¿Conoce personas que el diablo les puso una prueba, una dificultad, una situación y dijeron: -Pues ya no regreso más a la iglesia, ya no voy más? Hay otros que se enamoraron del mundo, se enamoraron de sus trabajos, se enamoraron del dinero, se enamoraron de las posesiones, se enamoraron de todo eso, aun cuando Dios dice (Mateo 6: 20): Haceos tesoros en el cielo. Sabio es Dios. Cuando usted los busca y los trata de traer de regreso a su casa, a la casa del Señor, lo que usted encuentra es una persona llena de orgullo y de arrogancia, una persona que cree saberlo todo. Lo que se encuentre es con una persona que dice: Yo ya estuve en la iglesia; de nada le sirvió porque mire la condición espiritual en la que esa persona se encuentra. Hay personas que se fueron engañadas por el diablo, personas que no soportaron, porque no entendieron el evangelio. 

También le doy gracias a Dios infinitas por aquellos que en medio de tantas situaciones hemos permanecido firmes y fieles al Señor, que siempre hemos elegido regresar a la casa del Señor. Gracias a Dios por aquellas personas que les ha llovido fuerte, que después de una prueba venía otra, y después de otra prueba, venía otra; y pero se mantuvieron firmes y siempre han tenido una alabanza para Dios. 

Y quiero terminar leyendo el mismo pasaje de la escritura que leímos al inicio, Hebreos 11, pero en la traducción en lenguaje actual (TLA). 

Hebreos 11:8-16 (TLA): 8 Abraham confió en Dios, y por eso obedeció cuando Dios le ordenó que saliera de su tierra para ir al país que le daría, aun cuando no sabía hacia dónde iba. 9 Abraham confió tanto en Dios que vivió como un extranjero en el país que Dios le había prometido. Vivió en tiendas de campaña, igual que Isaac y Jacob, a quienes Dios también les había prometido ese país. 10 Abraham confiaba en que algún día vería la ciudad que Dios había planeado y construido sobre bases firmes. 11 Abraham confió en Dios y, por eso, aunque su esposa Sara no podía tener hijos y él era ya muy viejo, Dios le dio fuerzas para tener un hijo. Y es que Abraham confió en que Dios cumpliría su promesa. 12 Por eso Abraham, aun cuando ya iba a morir, pudo tener tantos descendientes como las estrellas del cielo y como la arena que hay a la orilla del mar. ¡Nadie puede contarlos! 13 Todas las personas que hemos mencionado murieron sin recibir las cosas que Dios les había prometido. Pero como ellos confiaban en Dios, las vieron desde lejos y se alegraron, pues sabían que en este mundo ellos estaban de paso, como los extranjeros. 14 Queda claro, entonces, que quienes reconocen esto todavía buscan un país propio, 15 y que no están pensando en volver al país de donde salieron, pues de otra manera hubieran regresado allá. 16 Lo que desean es tener un país mejor en el cielo. Por eso Dios les ha preparado una ciudad, y no tiene vergüenza de que le llamen su Dios.

¡Bendito sea el Señor!

Oremos al Señor: Padre querido, te damos gracias por tu palabra. Le hiciste promesas a Abraham, también a nosotros, Señor. Lo llamaste, también a nosotros. Le ofreciste herencia, también a nosotros. Todos ellos murieron sin haber visto esa ciudad construida por Dios, esa ciudad cuyo arquitecto es Dios. Probablemente también nosotros vamos a morir sin verla, pero creyendo que un día cerraremos los ojos aquí y los abriremos en tu presencia, Señor. 

Si usted nunca ha recibido a Cristo, y me dice: Pastor, yo necesito a Dios en mi vida. ¿Cómo puedo tener esa fe, para creer en esas promesas? Pues yo quiero invitarle a que abra su corazón. Ese llamado es para usted en esta hora. Dígale al Señor de esta manera: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz. Te entrego mi corazón. Te entrego mi vida. Perdona mis pecados. Me arrepiento. Señor, ven a mi corazón. Ven a mi alma. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, su santa y bendita palabra.

Señor, permite que podamos reflexionar acerca de estas verdades que hemos escuchado. A ti y solo a ti, te damos la honra y la gloria porque un día veremos esa ciudad cuyo constructor y arquitecto es Dios. Bendito sea tu nombre. En el nombre de Jesús. Amén. Y amén.

Amados míos, que la paz de Cristo los acompañe. ¡Que Dios me los bendiga!

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Nosotros también


Septiembre 21, 2025 – 2:00PM | Hebreos 11:8-16 | Dr. David Rodríguez

Etiquetas: hebreos, pastor david rodriguez, septiembre 2025, transcripcion


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TRANSCRIPCIÓN

Bueno, yo voy a mencionar algunas cositas sencillas y yo quiero que usted diga: Nosotros también. ¿Cómo van a decir? Nosotros también. 

-Yo soy hijo de Dios. Nosotros también.

-He sido perdonado. Nosotros también.

-Amo a Dios. Nosotros también.

-Quiero servir a Cristo. Nosotros también.

-A veces me desanimo. Nosotros también.

-He pasado por luchas y pruebas. Nosotros también.

-Pero sigo caminando por la fe. Nosotros también.

-He visto la fidelidad de Dios. Nosotros también.

En el mensaje de esta tarde: Nosotros también, quiero que estudiemos una porción de la escritura que se encuentra en Hebreos capítulo 11.

Hebreos 11: 8-16 (RV 1960): 8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 13 Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

Vamos a orar: Señor, bendice tu palabra en nuestros corazones. Espíritu Santo de Dios, aquí está tu pueblo, abre nuestro entendimiento, Señor, mueve nuestra voluntad. Que al escuchar esta palabra eterna y gloriosa, podamos ser bendecidos con ella, que podamos salir con ánimo, con fe, con deseos de enfrentar las pruebas y las vicisitudes que se presentan en nuestro diario vivir. Y de una manera muy especial, Señor, que siempre tengamos el buen deseo de que tu nombre sea exaltado. En el nombre de Jesús. Amén y amén.

El capítulo 11 de Hebreos se ha llamado el salón de la fe, otros dicen el salón de la fama. Simplemente, ejemplos de hombres y mujeres de fe. En este capítulo se mencionan personajes como Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Sara, José, Moisés, Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. No se sabe con certeza quién escribió Hebreos. Unos dicen que Pablo, pero no es la literatura Paulina, en realidad difiere un poquitito. Otros piensan que Apolos, otros incluso han llegado a creer que fue Bernabé o quizás fue Lucas.

En esta oportunidad nos vamos a enfocar en los versículos que hemos leído. Yo quiero ir haciendo una comparación en el pasaje que hemos leído con nuestro diario vivir, como iglesia que somos en Cristo Jesús, cada cosa. Porque fíjate, Abraham es el padre de los judíos. Abraham es el padre de la religión musulmana. Abraham es el padre de nosotros los cristianos evangélicos. Es decir, Abraham es un personaje bien importante en todas las Sagradas Escrituras. Pero quiero que veamos qué cosas sucedieron con Abraham que también han sucedido con nosotros.

El llamado de Abraham.

Hebreos 11: 8 (RV 1960): 8 Por la fe Abraham, siendo llamado. Aquí tenemos el llamado de Abraham. 

Nosotros también fuimos llamados. Yo espero que usted sepa cuándo Dios lo llamó. Tal vez los aburro con esto, pero yo sé el día que Dios me llamó, fue un 17 de junio de 1979, solamente tenía 17 añitos de edad. Ese día, a la hora que terminó el servicio hubo una invitación, esa es la invitación divina. Es la invitación cuando el predicador dice: ¿Quién quiere venir a los pies de Cristo? ¿Quién le quiere entregar su vida al Señor? Venga a los pies de Jesús, su vida va a ser diferente, su vida va a cambiar. 

Dice la escritura que Dios llamó a Abraham y le dijo: -Quiero que te vayas de tu tierra y de tu parentela. Y Abraham dijo: *¿Y para dónde? -A una tierra que yo te voy a mostrar. 

Ahora yo le hago una pregunta a usted: El día que Dios nos llamó, ¿sabía para dónde nos iba a llevar Dios? Por supuesto que no, Dios tiene planes que nadie sabe. Algunas personas Dios las llamó en su iglesia y las llamó para estar en su iglesia. Yo conozco hermanos que me dicen: -Pastor, este es el lugar que Dios me ha llamado, mi iglesia. Aquí conocí a Cristo y aquí voy a morir yo. Usted me saca de aquí, me muero. Es decir, Dios tiene planes. 

Mientras estábamos creciendo, y jugábamos en una calle de tierra, o de piedras, usted jamás en la vida se imaginó que Dios iba a poner los ojos en nosotros, que iba a manifestar su gracia, su misericordia, que iba a llegar hasta donde estábamos nosotros y nos iba a alcanzar. Y usted seguramente le ha preguntado a Dios: – ¿Señor y ahora qué hago? Y le dice Dios: *En el camino te cuento. Yo le he dicho siempre a usted, Dios nunca le va a iluminar todas las gradas (peldaños), te ilumina una a una. Dios te mueve, te hace, te lleva, te pone y quita, como hizo con Abraham.

Me pasé la semana echando un vistazo porque quería saber el recorrido de Abraham desde Ur de los Caldeos y cómo iba caminando. Porque fíjate que no había una línea recta, iba con camellos, con cantidad de gente. Entonces tenía que ir al lugar donde había agua, y caminar sin saber dónde quedarse, y seguir caminando para poder llegar a la tierra donde Dios le dijo: -Ve para allá. Dios llamó a Abraham y a nosotros también nos llamó el Señor. Amén.

Dios le hizo promesas a Abraham.

Prácticamente Dios le hizo seis promesas a Abraham: –A tu descendencia daré esta tierra, la tierra de Canaán. Haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren y a los que te maldigan, maldeciré. Serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Esto es lo que se conoce como el pacto Abrahámico.

Pero a nosotros, la iglesia, también Dios nos ha hecho promesas. La presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros es una promesa divina. El Espíritu de Dios. Por eso es por lo que Jesús dijo (Juan 16:7): Me voy, pero no los voy a dejar huérfanos. Les voy a dejar a mi Espíritu, el Consolador. Y tenemos al Espíritu Santo.

Provisión y cuidado. 

Filipenses 4:19 (RV 1960): 19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

El problema de la iglesia evangélica no es de hambre, hermano, es de exceso de libras. Ayer le dije a una persona, lo que yo quería decirle era: “Usted tiene cintura de avispa.” Pero le dije: “Tiene cintura de obispo”, porque me equivoqué. El problema nuestro es de demasiada comida, es de dietas, es el problema de la iglesia evangélica. Pero ¿por qué? Porque las promesas de Dios: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria.” Yo le aseguro, hermano, especialmente las mujeres de esta iglesia, que tienen una gran cantidad de chanclas y de zapatos en su casa que no se ponen. Tienen zapatos para cuando se les hinchan las patas. Tienen zapatos para cuando se les deshinchan. Vestidos, ¿cuántos habrá dejado encima de la cama hoy antes de salir? ¿Y por qué? Porque la iglesia de Cristo también tiene promesas.

Paz y consuelo. 

Filipenses 4: 7 (RV 1960): 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. En medio de la tristeza, en medio del dolor, en medio de la pena, en medio del luto, Dios ha prometido también paz y consuelo. 

Una herencia.

Hebreos 11: 8 (RV 1960): 8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 

Por la fe Abraham, obedeció y comenzó a caminar para llegar a ese lugar donde Dios le había dado una herencia. Los estudiosos no se ponen de acuerdo, pero algunos creen que Abraham caminó aproximadamente 1650 o 1700 kilómetros de camino. Otros dicen que es probable que hayan sido 2000 km, precisamente porque no había una línea recta y tenía que irse moviendo de un lado a otro.

¿Qué dice Hebreos 10: 34? 

Hebreos 10: 34 (RV 1960): 34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. Así es que nosotros, la iglesia, también tenemos una herencia. Y esa herencia ¿está dónde? ¿Usted lo cree? Una herencia en los cielos.

Abraham vivió como extranjero en tierra ajena. 

Hebreos 11: 9 (RV 1960): 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Llegaron a la tierra que Dios les había prometido, pero vivieron en tiendas hermanos, no construyeron casas. Quiero que vea ese mismo versículo en la 

Hebreos 11: 9 (NTV): 9 Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas. Lo mismo hicieron Isaac y Jacob, quienes heredaron la misma promesa. Hermano, entonces yo me hago una pregunta: ¿Por qué Abraham llegó a Canaán, pero no construyó casa? Lo está diciendo el pasaje. ¿Sabe por qué? Porque Abraham tomó literalmente la palabra que Dios le había dicho: -Tú eres extranjero y peregrino en esta tierra. La herencia tuya, Abraham, no está aquí. Y la herencia nuestra ¿dónde está? Amados míos, en el cielo. 

Notemos que al principio del versículo también dice “Por la fe”, y así es como nosotros los creyentes vivimos. ¿Por qué cree usted, que usted está aquí en este momento? Por la fe, amados. ¿Por qué cree usted que hay una cantidad de maestros, más de 30, allá en la escuela bíblica enseñando a sus hijos? Por la fe. ¿Por qué cree que hacemos lo que hacemos? Por la fe ¿Por qué estamos hablando de una herencia en los cielos? Porque, a pesar de que no hemos visto esa herencia es la fe quien nos permite creer y estar vivos. Bien dijo la palabra del Señor (Romanos 1: 17): Mas el justo por la fe vivirá.

Los cristianos hemos sido llamados a vivir como extranjeros. 

1 Pedro 2: 11 (RV 1960): 11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. Hermanos, esta es una verdad. Muchas veces nosotros los cristianos vivimos en este mundo como si aquí nos quedáramos toda la eternidad, y se nos olvida que somos extranjeros. 

Desde el principio Dios te dice: -Pero es que yo no te he mandado a que vivas en la tierra como si vas a vivir ahí eternamente y para siempre. Ustedes están en la tierra, en primer lugar: para gloria de mi nombre. Y en segundo lugar para una misión: que les comuniquen a otras personas que yo mandé a mi Hijo a morir en la cruz del Calvario. Pero no se claven en la tierra, hombre. No amen tanto la tierra como si ustedes van a vivir ahí el resto de sus días.

Por es que debe tener mucho cuidado con lo que le va a dejar a sus hijos, porque muchos lo que le han dejado a los hijos es la muerte, odio, peleas y problemas. Yo no estoy en contra de que tengamos una casita, pero primero lo primero. Mateo 6:33 (RV 1960): 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia.

Abraham iba a vivir como extranjero en la tierra, nosotros también hermanos. Es que, solo es cuestión de saber cuándo, pero de que vamos a partir, vamos a partir.

Ayer que hablaba con mi tía, me hablaba de una persona que yo conocí. Y ella, claro, me ha hecho varias llamadas y le digo: -Cuando usted me llamó, estaba haciendo esto, estaba en otro lugar y estaba haciendo aquí, después estaba haciendo allá. Y me dice: *Mira, ¿sabes quién se murió? “Fulano de tal”. Y ese hombre trabajó toda su vida. Y entonces le dije: -Pero con una gran diferencia, él trabajó para sus huesos, y yo para el reino. Ese hombre murió, y a saber dónde estará ahorita. Pero aquellos que hemos confiado y creemos en el Señor, sabemos para dónde vamos.

Abraham vivió como extranjero en tierra ajena. No construyó grandes fortalezas, no construyó grandes castillos, solamente construyeron tiendas (carpas). Porque Dios le dijo que aquí eran extranjeros y peregrinos. Y la Biblia dice que: “Así vivió.”

Abraham vivía en carpa mientras esperaba. 

¿Qué esperaba Abraham? ¿Por qué vivía en carpas (tiendas) cuando llegó a Canaán?

Hebreos 11: 10 (RV 1960): 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 

¿De dónde sacó Abraham que el país que Dios le daría era un país construido por Dios? Eso no se lo pudo haber inventado, pero hay una clave en medio de todo esto. ¿No se acuerda usted que en una oportunidad Dios dijo: – ¿Le voy a ocultar yo a Abraham lo que voy a hacer? Si Abraham es mi amigo. Mire, hermano, yo no quiero ponerle más cosas, pero cuando llegó a Canaán y Dios le dijo: -Oye Abraham, acuérdate que eres extranjero y peregrino en esta tierra. *Sí, sí Señor. – Acuérdate que la ciudad que yo te he prometido es una ciudad que yo he construido. El fundamento y el constructor soy yo. Si esa conversación la tuvo Abraham con Dios, imagínate transmitirle esa información a Isaac, y que Isaac se la transmitiera a Jacob: La ciudad que estamos esperando es una ciudad construida por Dios.

A veces nosotros, lo que andamos buscando es otra cosa. 

Dice la IA que los mejores cinco países para vivir en el mundo en el año 2025 son: 

  1. Suiza, el primero, con una economía estable, paisajes impresionantes. 
  2. Australia, ofrece alta calidad de vida y es un destino atractivo para vivir.
  3. Canadá, es un país con grandes oportunidades para inmigrantes y un buen lugar para establecerse, 
  4. Dinamarca, uno de los países más felices del mundo, con un excelente sistema de bienestar social. 
  5. Noruega, conocido por su seguridad, su conexión con la naturaleza y una alta calidad de vida general. 

Yo he visitado cantidad de países y cuando la gente me pregunta: ¿Qué tal le pareció? Le digo: Mire, después de vivir en Vancouver con tanta belleza alrededor, me refiero a los paisajes, no es fácil que otro país te llame la atención. Pero nosotros estamos esperando una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Amados míos, esto no se compara, esto no se compara con lo que Dios tiene para nosotros. 

Sara creyó que Dios es fiel. 

Hebreos 11: 11 (RV 1960): 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Iglesia, yo también, nosotros también creemos que Dios es fiel. Y si Dios lo ha prometido, yo lo creo. 

Yo no sé cuándo voy a partir, no lo sé, pero me he sentido tan cerca tantas veces como usted no tiene idea; pero una cosa le digo: Yo no le tengo miedo a la muerte y estoy más que listo. Yo sé en quién he creído, iglesia. Yo sé que el que ha prometido es fiel. Y otra cosa que yo sé es: que voy a ir a la gloria, porque Él lo ha prometido. Y si Dios lo prometió, yo lo creo. 

Sara creyó que era fiel el que había prometido. ¿Sabe usted que Abraham se llamaba padre enaltecido? Y Dios le dijo: -Te voy a cambiar el nombre, ahora vas a ser padre de multitudes. *¿Padre de multitudes? ¿Si yo no tengo hijo, no tengo un descendiente, cómo me vas a llamar padre de multitudes? ¿Esto es una broma o qué? Pero más adelante Abraham dice: *Fiel es el que prometió. Pasaron 25 largos años, hermano, y Sara está reconociendo su fidelidad. 

¿A dónde se van a ir ustedes cuando mueran? ¿Al tercer cielo? Solo si confesamos que somos peregrinos, si confesamos que nuestra ciudadanía no está aquí que está en los cielos, podremos llegar al tercer cielo, esa es la manera.

Ninguno recibió lo prometido, pero creyeron. Dios le dijo: -Le voy a dar una herencia. Abel se murió y no la vio. Tampoco la vio Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Sara, José, ni Moisés, ni Rahab, ni Gedeón, ni Barac, ni Sansón, ni Jefté, ni David, ni Samuel, ni los profetas. Se lo dijo a Pedro, se lo dijo a Juan, a los apóstoles, a Pablo, a Tito, a Timoteo, a Bernabé. Ya han pasado 2,000 años y Dios nos sigue diciendo: “Tengo una herencia para ti. Tengo una herencia para ti. Tengo una herencia para ti.” Y todos ellos murieron sin haberla recibido. Y nosotros vamos a morir, posiblemente, sin recibirla; pero creyendo que el que prometió es fiel. ¡Qué maravilla! 

Por eso, ¿usted espera que un inconverso nos entienda? ¡Por amor de Dios! Ellos dicen: -Estos evangélicos están locos todos. Dejen de fumar esa cosa, hombre; dejen de decir que un día van a salir disparados para el cielo y que la ropa va a caer al piso y van a salir para allá, ¿acaso están locos ustedes? No, es que el que prometió es fiel. 

Esperaban una patria celestial. 

Todos ellos esperaban una patria celestial, nosotros también. 

Hebreos 11: 14-16 (RV 1960): 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Estos versículos dan a entender claramente que buscan una patria, pero no era cualquier patria. No se referían a su antigua tierra, a Ur de los caldeos, sino a una mejor, a una patria celestial. ¡Bendito sea el Señor! La nueva Jerusalén. ¿Usted lo cree, hermano? Mire lo que nos ha preparado Dios. Alabado sea su nombre.

Aquí dice: “Anhelaban la patria celestial.” Pero ¿no es cierto que estamos apegados a la familia, apegados a las cosas que tenemos, apegados a todo? ¿De verdad anhelamos nosotros la patria celestial? Ellos anhelaban una patria mejor, una patria celestial. La Biblia dice que los ángeles hubieran deseado ver lo que nosotros vemos, creer lo que nosotros creemos, porque ellos fueron creados para hacer lo que hacen. 

Muchos necesitan fuerza de voluntad para venir aquí, hubo algunos que estuvieron a punto de no venir porque “es muy tarde”, porque “se tarda mucho mi esposa”, porque “el niño no está listo”. Hermano no se apegue a las cosas de este mundo, más bien anhele la patria celestial. La vida cristiana es un viaje. Abraham salió de Ur de los Caldeos para llegar a Canaán, porque Dios le dijo: -Vete de este lugar a una tierra que te mostraré. El apóstol Pablo mencionó que era una carrera, por eso dijo (2 Timoteo 4: 7): He acabado la carrera. 

Con un sabor agridulce, les digo que muchas personas han estado sentadas en una silla de esta iglesia por algún tiempo pero no alcanzaron a terminar la carrera, el camino está lleno de obstáculos y nadie dijo que era fácil. Jesús mismo dijo (Juan 16: 33): En el mundo tendréis aflicción. 

Usted y yo conocemos personas que comenzaron a caminar, y siguieron caminando, luego atravesaron una prueba, después otra, pero… como muchos casos en la escritura se quedaron en el camino. ¿Usted conoce alguna persona que el diablo les puso zancadilla? ¿Conoce personas que el diablo engañó? ¿Conoce personas que el diablo les puso una prueba, una dificultad, una situación y dijeron: -Pues ya no regreso más a la iglesia, ya no voy más? Hay otros que se enamoraron del mundo, se enamoraron de sus trabajos, se enamoraron del dinero, se enamoraron de las posesiones, se enamoraron de todo eso, aun cuando Dios dice (Mateo 6: 20): Haceos tesoros en el cielo. Sabio es Dios. Cuando usted los busca y los trata de traer de regreso a su casa, a la casa del Señor, lo que usted encuentra es una persona llena de orgullo y de arrogancia, una persona que cree saberlo todo. Lo que se encuentre es con una persona que dice: Yo ya estuve en la iglesia; de nada le sirvió porque mire la condición espiritual en la que esa persona se encuentra. Hay personas que se fueron engañadas por el diablo, personas que no soportaron, porque no entendieron el evangelio. 

También le doy gracias a Dios infinitas por aquellos que en medio de tantas situaciones hemos permanecido firmes y fieles al Señor, que siempre hemos elegido regresar a la casa del Señor. Gracias a Dios por aquellas personas que les ha llovido fuerte, que después de una prueba venía otra, y después de otra prueba, venía otra; y pero se mantuvieron firmes y siempre han tenido una alabanza para Dios. 

Y quiero terminar leyendo el mismo pasaje de la escritura que leímos al inicio, Hebreos 11, pero en la traducción en lenguaje actual (TLA). 

Hebreos 11:8-16 (TLA): 8 Abraham confió en Dios, y por eso obedeció cuando Dios le ordenó que saliera de su tierra para ir al país que le daría, aun cuando no sabía hacia dónde iba. 9 Abraham confió tanto en Dios que vivió como un extranjero en el país que Dios le había prometido. Vivió en tiendas de campaña, igual que Isaac y Jacob, a quienes Dios también les había prometido ese país. 10 Abraham confiaba en que algún día vería la ciudad que Dios había planeado y construido sobre bases firmes. 11 Abraham confió en Dios y, por eso, aunque su esposa Sara no podía tener hijos y él era ya muy viejo, Dios le dio fuerzas para tener un hijo. Y es que Abraham confió en que Dios cumpliría su promesa. 12 Por eso Abraham, aun cuando ya iba a morir, pudo tener tantos descendientes como las estrellas del cielo y como la arena que hay a la orilla del mar. ¡Nadie puede contarlos! 13 Todas las personas que hemos mencionado murieron sin recibir las cosas que Dios les había prometido. Pero como ellos confiaban en Dios, las vieron desde lejos y se alegraron, pues sabían que en este mundo ellos estaban de paso, como los extranjeros. 14 Queda claro, entonces, que quienes reconocen esto todavía buscan un país propio, 15 y que no están pensando en volver al país de donde salieron, pues de otra manera hubieran regresado allá. 16 Lo que desean es tener un país mejor en el cielo. Por eso Dios les ha preparado una ciudad, y no tiene vergüenza de que le llamen su Dios.

¡Bendito sea el Señor!

Oremos al Señor: Padre querido, te damos gracias por tu palabra. Le hiciste promesas a Abraham, también a nosotros, Señor. Lo llamaste, también a nosotros. Le ofreciste herencia, también a nosotros. Todos ellos murieron sin haber visto esa ciudad construida por Dios, esa ciudad cuyo arquitecto es Dios. Probablemente también nosotros vamos a morir sin verla, pero creyendo que un día cerraremos los ojos aquí y los abriremos en tu presencia, Señor. 

Si usted nunca ha recibido a Cristo, y me dice: Pastor, yo necesito a Dios en mi vida. ¿Cómo puedo tener esa fe, para creer en esas promesas? Pues yo quiero invitarle a que abra su corazón. Ese llamado es para usted en esta hora. Dígale al Señor de esta manera: Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz. Te entrego mi corazón. Te entrego mi vida. Perdona mis pecados. Me arrepiento. Señor, ven a mi corazón. Ven a mi alma. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios, su santa y bendita palabra.

Señor, permite que podamos reflexionar acerca de estas verdades que hemos escuchado. A ti y solo a ti, te damos la honra y la gloria porque un día veremos esa ciudad cuyo constructor y arquitecto es Dios. Bendito sea tu nombre. En el nombre de Jesús. Amén. Y amén.

Amados míos, que la paz de Cristo los acompañe. ¡Que Dios me los bendiga!

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