Apego y Desapego
Enero 28, 2024 – 1:30PM | Eclesiastes 1:1-11 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Abrimos la palabra en el libro de Eclesiastés capítulo 1, verso 1, por favor. Vamos a leer hasta el versículo 11. En esta oportunidad vamos a estudiar un tema que le he llamado: “Apego y desapego”.
Eclesiastés 1:1-11 (RV-60): 1Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. 2Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. 5Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. 6El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. 7Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. 8Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. 9¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. 10¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. 11No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después. ¡Que Dios bendiga esta palabra!
Ah hay una teología, y ustedes me han escuchado hablar de esto por muchos años, la teología del desapego. ¿De dónde viene el apego a las cosas? Algunos expertos dicen que todo comienza desde el tiempo de la niñez, con la posesión, donde se dice: esto es mío; y ahí comenzamos a apegarnos a una serie de cosas. Otros expertos consideran que el apego tiene que ver con inseguridad.
Déjeme decirle que hay apegos a bienes materiales, hay apegos a personas, al poder, a las costumbres, a las redes sociales, a llamar la atención, al reconocimiento. Por eso, quiero hablar acerca de este tema.
Marcos 12: 30 (RV-60): Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. El evangelio nos ordena, porque es un mandamiento, amar a Dios por encima de todas las cosas. Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, a nuestra vida, nos vamos a dar cuenta que nos hemos apegado a ciertas cosas, personas y circunstancias. Dios te dice en el primer mandamiento: No tendrás dioses ajenos delante de mí, es decir; si te vas a apegar a alguien, que sea exclusivamente a Dios.
La Biblia presenta como mandamiento que: la única persona indispensable en mi vida debe ser Dios. Eso es un mandato de las sagradas escrituras.
Quiero hacer notar la diferencia entre apego y afecto, cuidado. Desapego no significa que yo no voy a amar a mi esposa, desapego no significa que yo no voy a amar a mis hijos, desapego no significa que no voy a tener afecto por personas y por situaciones, desapego no significa indiferencia. Simplemente desapego significa: que puedo vivir sin lo que tengo, sin lo material que poseo; porque lo único que necesito para vivir es a Dios.
El mensaje de esta tarde es sencillo. Quiero mostrar algunas ilustraciones bíblicas, que ya conocemos, pero que siempre es bueno ir a las escrituras.
Primer caso. No te apegues a los bienes materiales.
Marcos 10: 17-24 (RV-60): 17Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios. 19Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
Estoy hablando de: Apego y desapego. ¿Usted cree que este hombre tenía algún apego? Sí, a sus bienes. Este hombre conocía la ley, pero él se afligió, porque hay gente que se aflige cuando les hablan de dinero. ¿Sabe qué significa: le amó? Que Dios le escudriñó el corazón. Si analizamos bien, las riquezas que tenía este hombre no le habían costado mucho; porque si era joven y rico, lo más seguro es que había heredado lo que tenía. Hay personas que tienen tanto, hermano, que les cuesta mucho cuando se trata de vivir una vida sin apegos a las riquezas, o a las posesiones materiales. Lo más triste del asunto es, que este hombre le dijo: No a la salvación. Este hombre prefirió quedarse con sus riquezas. Todos nosotros sabemos que las riquezas, en un momento de enfermedad, de necesidad profunda, de una gravedad no lo puede salvar. Jesús le explicó en detalle lo que tenía que hacer: ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme. También le dijo: y toma tu cruz. Porque la cruz es para todos, para el que tiene como para el que no tiene; sin embargo, el hombre se afligió, no estuvo dispuesto a cambiar lo que tenía por el evangelio. No estuvo dispuesto a cambiar lo que tenía por las cosas del Señor.
Hay una teología con relación a esto, Dios dice: “Nada en este mundo tiene más valor, que lo que tiene Dios para una persona, nada”. Y, es más: “Nadie puede hacer, lo que Dios puede hacer por una persona”.
Yo pensando, Messi tiene todo el dinero del mundo que usted quiera, pero su dinero no lo va a llevar a la gloria, hermano. Él ha sido amigo de Kaká, él ha sido amigo de otros jugadores y le han expuesto el evangelio, él ha escuchado del evangelio, solo eso sabemos. Messi dice que, todo se lo debe a Dios, pero hay un pasito más que hay que dar. Se trata de entregarle la vida a Dios, y confesar a Dios que no somos nada sin Él, que lo que somos y lo que tenemos, viene de su mano. Pero este hombre, el joven rico, se afligió.
Este hombre no pasó la prueba. La Biblia dice en Mateo 6:24 (RV-60): Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Dios te dice: Desapégate de las cosas materiales, hazlas a un lado, confía en mí, y yo te voy a dar más de lo que tú quieres, o lo que tú necesitas.
Segundo caso. No te apegues a tus hijos.
Ay hermanos, esas pruebas que vienen del cielo son tremendas, ¿con qué probó Dios a Abraham?
Génesis capítulo 22: 1-12 (RV-60).: 1Aconteció después de estas cosas, que probó Dios Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. 4Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. 5Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. 6Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos . 7Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. 9Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. 10Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. 11Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 12Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada, porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
Al pastor Junior no se le olvida que hace muchos años, allá en El Salvador predicando, yo les decía a los hermanos: Si a mí me hubieran dicho, entregue un hijo en sacrificio o se condenan toda esta gente. Yo les digo: se condenan todos, siendo honesto. ¿Quién entregará un hijo en sacrificio, por más feo que sea? Es que los hijos, aunque sean feos, uno los ve bonitos, ¿no es cierto? ¡Cómo se quieren a los hijos, por más fregados (problemáticos) que sean los chamacos! Por nuestros hijos daríamos cualquier cosa, lo que sea. Podrán ser malos, podrán ser buenos, podrán ser altos, podrán ser chaparros (bajitos), flaquitos, gorditos.
Sabemos que los hijos son un regalo de Dios, pero, son prestados. Cuando los niños son pequeños y están creciendo, son bien apegados a sus padres. Ahora, ¿qué pasa cuando los chamacos tienen ya 16 años? Usted se queda solo en la casa hermano, con el chucho (perro), porque es ley natural. Yo le voy a decir algo: si su hijo llega ya a los 30, y está todavía agarrado a una de las piernas suya, preocúpese. O sea, son prestados. Apego a los hijos, es comprensible somos padres. Y especialmente aquellos hogares donde el papá se fue, dejó a los hijos solo con la mamá, es un apego mayor todavía. Abraham fue un ejemplo clásico del desapego.
Desde el día que Dios conoció a Abraham, desde que lo conoció, lo vio feliz de la vida. ¿Dónde él vivía? En Ur de los caldeos. Y se le acercó y le dijo (Génesis 12): Abraham, vete de aquí, deja a tu padre y a tu parentela. En el siguiente capítulo (13), si ustedes leen la Biblia, dice: Abraham y Lot se separan. Imagínese, le quitó la tierra, le quitó la familia, le quitó la parentela, y ahora le dice: quiero que te deshagas de tu hijo.
Tercer caso. Apego al mundo.
1Juan 2:15-16 (RV-60): 15No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Hay cristianos que no se pueden separar de las prácticas mundanas. Déjame decirle una cosa hermano: toda persona que ha caído en un vicio, comenzó despacio. Nosotros hemos escuchado testimonios maravillosos, ¿no es cierto? Donde nos confirma que todo comenzó probando una cosita. Después de eso, dos veces al mes, tres veces al mes, hasta que llega el momento que no se puede abandonar ese tipo de prácticas.
Hay cierto apego a amistades que no te trae nada bueno. Yo les conté hace unas semanas a ustedes, que yo tenía unos buenos cuates, buenísimos amigos, pero que todos los fines de semana eran puras tonteras. Mis amigos nunca me llevaban a una iglesia, me llevaban a lugares donde no deberíamos ir. Y cuando yo conozco el evangelio, poco a poco, fue entendiendo cosas. Una vez yo escuché un mensaje del hermano Toby (papá) que se llamaba: La Biblia y las amistades. Mire hermano, eso fue una revolcada que para qué le cuento. Yo hablé con mis amistades y les dije: ¿Saben qué? Los días domingo yo voy a la iglesia, ya no puedo salir más los sábados con ustedes. Si una amistad no te sirve para acercarte más a Dios, no te sirve para nada. ¿Por qué te estoy diciendo esto? Porque Dios es celoso, porque Dios no quiere que pongas nada a la par de Él, porque él quiere el desapego, eso es lo que quiere Dios.
Hay apegos emocionales, esto es el resultado de creer que yo no puedo vivir sin algo o sin alguien.
Yo estaba predicando una vez en Sonora, y me habían puesto en un dormitorio con otro pastor. El hermano se sentó en la cama y comenzó a llorar, era muy temprano en la mañana. Yo le dije: ¿qué pasó mi hermano? El me mostró un calcetín rojo y uno negro. Durante 45 años su esposa le preparaba la maleta cuando salía a las campañas; pero hacía pocos meses que había fallecido; la estaba pasando muy mal, al punto que él decía que no quería seguir viviendo. ¡Imagínese hermano, un pastor de tanto tiempo! Me dio tristeza escuchar eso, me dio tristeza.
¡Ay hermanos!, la teología del desapego. Yo insisto, no estoy hablando de no amar a los seres queridos, no estoy hablando de ser indiferente. Pero si hay alguien sin el cual usted no puede vivir es sin Dios. Aprenda a hacer las cosas, el Señor dice: Solo yo, nada más, soy más que suficiente para ti.
¿Por qué la teología del desapego? Porque dice la Biblia (1Timoteo 6:7) nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Desnudos llegamos, nos vamos desnudos. Eso quiere decir que nada se va a llevar.
Nada, ni nadie, puede competir con Dios. Dios no comparte su gloria con nadie. Dios debe estar por encima de todas las cosas, ¿me escuchó? De todas las cosas. Aquellas personas que han honrado más a sus padres que a Dios, escuche esto: Mateo 10:37-39 (RV-60) 37El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo a hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Yo jamás le he dado a mis hijos algo que sea más valioso de lo que le he dado a Dios, nunca. La Biblia no dice que hay que hacerlo, pero si yo entiendo lo que significa la palabra: honra, eso es honra. Yo no le puedo dar a una persona algo más de lo que le he dado a Dios; porque Él es Dios y porque todo lo que tengo me lo dio el Señor.
¿Se trata de saber en qué estamos? O creemos el evangelio, o no creemos el evangelio. Obedecemos o no obedecemos la palabra de Dios.
Mateo 19:29 (RV-60): Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Este es el consejo que le doy a mis hijos: cuando usted honra a Dios, a Dios no le queda otra cosa más que honrarte, que bendecirte, que darte oportunidades. ¿Sabe cuál es el mejor ejemplo de todo esto? Job. Job, lo perdió todo, y Dios se lo multiplicó después. Es que así funciona la palabra.
Quiero decirle que no todos los apegos son malos.
Hay un apego que es bueno, ¿cuál pastor? Todo aquel apego que te acerca a Dios. El apego a la palabra, el apego a la iglesia, el apego al servicio. El apego a amistades consagradas, comprometidas con el evangelio de Jesucristo; ¡ese apego es bueno! Cuando a usted le digan: es que pareces cucaracha de iglesia, ese es un piropo para usted. Se lo digo porque yo he sido cucaracha de iglesia desde los 17 años, es más, yo viví en el templo, ¡me encantaba! Tengo un aprecio especialísimo por la casa del Señor.
Entre tantas bendiciones de Dios que recibimos en nuestra iglesia, es que los jóvenes tienen un amor especial por la casa del Señor, y eso no lo poseen todas las iglesias. Cuando yo voy a otras iglesias, y no veo niños o jóvenes, yo me pregunto: ¿Dónde está el futuro de la iglesia? Nosotros tenemos la bendición de estar llenos de niños y jóvenes. Usted no sabe cuánto hemos luchado y batallado con los canadienses para que los niños anden corriendo, si estamos en la casa del Señor, que ellos sientan que es su segunda casa. Por la misericordia de Dios los chamacos quieren estar aquí.
El ejemplo supremo, de Desapego, nuestro Señor Jesucristo.
Filipenses 2: 5-11 (RV-60): 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y aún debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.
Él no le dijo al Padre: Papá, ¿y por qué no mandas a un ángel? ¿Manda a Gabriel, manda a Miguel, manda a un querubín? ¿Por qué a mí me quieres mandar, si yo soy tu Hijo? No se aferró a ese trono, a esa corona, a esa divinidad; sino que se despojó a sí mismo. Mire, después de la humillación, ¿qué viene? La exaltación, la bendición del cielo.
¡Que Dios bendiga esta palabra!
Padre querido, gracias Señor te damos en esta hora. Señor solo tú conoces aquellas cosas, aquellas situaciones a las que estamos apegados; pero entendemos por tu bendita y eterna palabra que nada hemos traído a este mundo y nada nos vamos a llevar. Que nada, ni nadie, puede competir con Dios; que Dios no comparte su gloria con nadie, y que Dios debe estar por encima de todas las cosas. Bendícenos Padre, que podamos en esta tarde salir de aquí y entender que esta debilidad tan grande de apegarnos a nuestros bienes, de apegarnos a personas, de apegarnos a situaciones, a circunstancias debemos cambiarla por el apego más grande que debemos tener: que es contigo. Gracias por ser nuestro sustento, por ser el pan de cada día, por ser el agua viva. Señor gracias por ser nuestra luz, por ser nuestra guía, nuestro camino. Gracias Padre por tomarnos de la mano. Espíritu Santo de Dios te alabamos. Señor Jesucristo nos damos cuenta que tú te despojaste de todo Señor, de tu trono, de tu gloria, de la presencia del Padre; Señor dejaste todo en la gloria y te hiciste hombre. Habitase entre nosotros, como dice Juan, y vimos tu gloria. Gloria como del unigénito Hijo de Dios. Bendice cada corazón en esta tarde.
Mientras todos oramos. Si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón, yo quiero invitarle para que haga esta oración conmigo: Señor Jesús te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento de mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz, al poner tu cuerpo y derramar tu sangre para el perdón de mis faltas. En este día te recibo como mi Señor y Salvador personal. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.
Gracias Señor Jesús por habernos permitido estar en tu casa, adorarte y exaltar tu nombre. Bendícenos en la semana que estamos comenzando, en el nombre de Jesús, amén y amén.
¡Que Dios me los bendiga!
Apego y Desapego
Enero 28, 2024 – 1:30PM | Eclesiastes 1:1-11 | Dr. David Rodríguez
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TRANSCRIPCIÓN
Abrimos la palabra en el libro de Eclesiastés capítulo 1, verso 1, por favor. Vamos a leer hasta el versículo 11. En esta oportunidad vamos a estudiar un tema que le he llamado: “Apego y desapego”.
Eclesiastés 1:1-11 (RV-60): 1Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. 2Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. 5Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. 6El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. 7Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. 8Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. 9¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. 10¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. 11No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después. ¡Que Dios bendiga esta palabra!
Ah hay una teología, y ustedes me han escuchado hablar de esto por muchos años, la teología del desapego. ¿De dónde viene el apego a las cosas? Algunos expertos dicen que todo comienza desde el tiempo de la niñez, con la posesión, donde se dice: esto es mío; y ahí comenzamos a apegarnos a una serie de cosas. Otros expertos consideran que el apego tiene que ver con inseguridad.
Déjeme decirle que hay apegos a bienes materiales, hay apegos a personas, al poder, a las costumbres, a las redes sociales, a llamar la atención, al reconocimiento. Por eso, quiero hablar acerca de este tema.
Marcos 12: 30 (RV-60): Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. El evangelio nos ordena, porque es un mandamiento, amar a Dios por encima de todas las cosas. Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, a nuestra vida, nos vamos a dar cuenta que nos hemos apegado a ciertas cosas, personas y circunstancias. Dios te dice en el primer mandamiento: No tendrás dioses ajenos delante de mí, es decir; si te vas a apegar a alguien, que sea exclusivamente a Dios.
La Biblia presenta como mandamiento que: la única persona indispensable en mi vida debe ser Dios. Eso es un mandato de las sagradas escrituras.
Quiero hacer notar la diferencia entre apego y afecto, cuidado. Desapego no significa que yo no voy a amar a mi esposa, desapego no significa que yo no voy a amar a mis hijos, desapego no significa que no voy a tener afecto por personas y por situaciones, desapego no significa indiferencia. Simplemente desapego significa: que puedo vivir sin lo que tengo, sin lo material que poseo; porque lo único que necesito para vivir es a Dios.
El mensaje de esta tarde es sencillo. Quiero mostrar algunas ilustraciones bíblicas, que ya conocemos, pero que siempre es bueno ir a las escrituras.
Primer caso. No te apegues a los bienes materiales.
Marcos 10: 17-24 (RV-60): 17Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios. 19Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
Estoy hablando de: Apego y desapego. ¿Usted cree que este hombre tenía algún apego? Sí, a sus bienes. Este hombre conocía la ley, pero él se afligió, porque hay gente que se aflige cuando les hablan de dinero. ¿Sabe qué significa: le amó? Que Dios le escudriñó el corazón. Si analizamos bien, las riquezas que tenía este hombre no le habían costado mucho; porque si era joven y rico, lo más seguro es que había heredado lo que tenía. Hay personas que tienen tanto, hermano, que les cuesta mucho cuando se trata de vivir una vida sin apegos a las riquezas, o a las posesiones materiales. Lo más triste del asunto es, que este hombre le dijo: No a la salvación. Este hombre prefirió quedarse con sus riquezas. Todos nosotros sabemos que las riquezas, en un momento de enfermedad, de necesidad profunda, de una gravedad no lo puede salvar. Jesús le explicó en detalle lo que tenía que hacer: ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme. También le dijo: y toma tu cruz. Porque la cruz es para todos, para el que tiene como para el que no tiene; sin embargo, el hombre se afligió, no estuvo dispuesto a cambiar lo que tenía por el evangelio. No estuvo dispuesto a cambiar lo que tenía por las cosas del Señor.
Hay una teología con relación a esto, Dios dice: “Nada en este mundo tiene más valor, que lo que tiene Dios para una persona, nada”. Y, es más: “Nadie puede hacer, lo que Dios puede hacer por una persona”.
Yo pensando, Messi tiene todo el dinero del mundo que usted quiera, pero su dinero no lo va a llevar a la gloria, hermano. Él ha sido amigo de Kaká, él ha sido amigo de otros jugadores y le han expuesto el evangelio, él ha escuchado del evangelio, solo eso sabemos. Messi dice que, todo se lo debe a Dios, pero hay un pasito más que hay que dar. Se trata de entregarle la vida a Dios, y confesar a Dios que no somos nada sin Él, que lo que somos y lo que tenemos, viene de su mano. Pero este hombre, el joven rico, se afligió.
Este hombre no pasó la prueba. La Biblia dice en Mateo 6:24 (RV-60): Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Dios te dice: Desapégate de las cosas materiales, hazlas a un lado, confía en mí, y yo te voy a dar más de lo que tú quieres, o lo que tú necesitas.
Segundo caso. No te apegues a tus hijos.
Ay hermanos, esas pruebas que vienen del cielo son tremendas, ¿con qué probó Dios a Abraham?
Génesis capítulo 22: 1-12 (RV-60).: 1Aconteció después de estas cosas, que probó Dios Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. 4Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. 5Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. 6Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos . 7Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. 9Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. 10Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. 11Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 12Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada, porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
Al pastor Junior no se le olvida que hace muchos años, allá en El Salvador predicando, yo les decía a los hermanos: Si a mí me hubieran dicho, entregue un hijo en sacrificio o se condenan toda esta gente. Yo les digo: se condenan todos, siendo honesto. ¿Quién entregará un hijo en sacrificio, por más feo que sea? Es que los hijos, aunque sean feos, uno los ve bonitos, ¿no es cierto? ¡Cómo se quieren a los hijos, por más fregados (problemáticos) que sean los chamacos! Por nuestros hijos daríamos cualquier cosa, lo que sea. Podrán ser malos, podrán ser buenos, podrán ser altos, podrán ser chaparros (bajitos), flaquitos, gorditos.
Sabemos que los hijos son un regalo de Dios, pero, son prestados. Cuando los niños son pequeños y están creciendo, son bien apegados a sus padres. Ahora, ¿qué pasa cuando los chamacos tienen ya 16 años? Usted se queda solo en la casa hermano, con el chucho (perro), porque es ley natural. Yo le voy a decir algo: si su hijo llega ya a los 30, y está todavía agarrado a una de las piernas suya, preocúpese. O sea, son prestados. Apego a los hijos, es comprensible somos padres. Y especialmente aquellos hogares donde el papá se fue, dejó a los hijos solo con la mamá, es un apego mayor todavía. Abraham fue un ejemplo clásico del desapego.
Desde el día que Dios conoció a Abraham, desde que lo conoció, lo vio feliz de la vida. ¿Dónde él vivía? En Ur de los caldeos. Y se le acercó y le dijo (Génesis 12): Abraham, vete de aquí, deja a tu padre y a tu parentela. En el siguiente capítulo (13), si ustedes leen la Biblia, dice: Abraham y Lot se separan. Imagínese, le quitó la tierra, le quitó la familia, le quitó la parentela, y ahora le dice: quiero que te deshagas de tu hijo.
Tercer caso. Apego al mundo.
1Juan 2:15-16 (RV-60): 15No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Hay cristianos que no se pueden separar de las prácticas mundanas. Déjame decirle una cosa hermano: toda persona que ha caído en un vicio, comenzó despacio. Nosotros hemos escuchado testimonios maravillosos, ¿no es cierto? Donde nos confirma que todo comenzó probando una cosita. Después de eso, dos veces al mes, tres veces al mes, hasta que llega el momento que no se puede abandonar ese tipo de prácticas.
Hay cierto apego a amistades que no te trae nada bueno. Yo les conté hace unas semanas a ustedes, que yo tenía unos buenos cuates, buenísimos amigos, pero que todos los fines de semana eran puras tonteras. Mis amigos nunca me llevaban a una iglesia, me llevaban a lugares donde no deberíamos ir. Y cuando yo conozco el evangelio, poco a poco, fue entendiendo cosas. Una vez yo escuché un mensaje del hermano Toby (papá) que se llamaba: La Biblia y las amistades. Mire hermano, eso fue una revolcada que para qué le cuento. Yo hablé con mis amistades y les dije: ¿Saben qué? Los días domingo yo voy a la iglesia, ya no puedo salir más los sábados con ustedes. Si una amistad no te sirve para acercarte más a Dios, no te sirve para nada. ¿Por qué te estoy diciendo esto? Porque Dios es celoso, porque Dios no quiere que pongas nada a la par de Él, porque él quiere el desapego, eso es lo que quiere Dios.
Hay apegos emocionales, esto es el resultado de creer que yo no puedo vivir sin algo o sin alguien.
Yo estaba predicando una vez en Sonora, y me habían puesto en un dormitorio con otro pastor. El hermano se sentó en la cama y comenzó a llorar, era muy temprano en la mañana. Yo le dije: ¿qué pasó mi hermano? El me mostró un calcetín rojo y uno negro. Durante 45 años su esposa le preparaba la maleta cuando salía a las campañas; pero hacía pocos meses que había fallecido; la estaba pasando muy mal, al punto que él decía que no quería seguir viviendo. ¡Imagínese hermano, un pastor de tanto tiempo! Me dio tristeza escuchar eso, me dio tristeza.
¡Ay hermanos!, la teología del desapego. Yo insisto, no estoy hablando de no amar a los seres queridos, no estoy hablando de ser indiferente. Pero si hay alguien sin el cual usted no puede vivir es sin Dios. Aprenda a hacer las cosas, el Señor dice: Solo yo, nada más, soy más que suficiente para ti.
¿Por qué la teología del desapego? Porque dice la Biblia (1Timoteo 6:7) nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Desnudos llegamos, nos vamos desnudos. Eso quiere decir que nada se va a llevar.
Nada, ni nadie, puede competir con Dios. Dios no comparte su gloria con nadie. Dios debe estar por encima de todas las cosas, ¿me escuchó? De todas las cosas. Aquellas personas que han honrado más a sus padres que a Dios, escuche esto: Mateo 10:37-39 (RV-60) 37El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo a hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Yo jamás le he dado a mis hijos algo que sea más valioso de lo que le he dado a Dios, nunca. La Biblia no dice que hay que hacerlo, pero si yo entiendo lo que significa la palabra: honra, eso es honra. Yo no le puedo dar a una persona algo más de lo que le he dado a Dios; porque Él es Dios y porque todo lo que tengo me lo dio el Señor.
¿Se trata de saber en qué estamos? O creemos el evangelio, o no creemos el evangelio. Obedecemos o no obedecemos la palabra de Dios.
Mateo 19:29 (RV-60): Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Este es el consejo que le doy a mis hijos: cuando usted honra a Dios, a Dios no le queda otra cosa más que honrarte, que bendecirte, que darte oportunidades. ¿Sabe cuál es el mejor ejemplo de todo esto? Job. Job, lo perdió todo, y Dios se lo multiplicó después. Es que así funciona la palabra.
Quiero decirle que no todos los apegos son malos.
Hay un apego que es bueno, ¿cuál pastor? Todo aquel apego que te acerca a Dios. El apego a la palabra, el apego a la iglesia, el apego al servicio. El apego a amistades consagradas, comprometidas con el evangelio de Jesucristo; ¡ese apego es bueno! Cuando a usted le digan: es que pareces cucaracha de iglesia, ese es un piropo para usted. Se lo digo porque yo he sido cucaracha de iglesia desde los 17 años, es más, yo viví en el templo, ¡me encantaba! Tengo un aprecio especialísimo por la casa del Señor.
Entre tantas bendiciones de Dios que recibimos en nuestra iglesia, es que los jóvenes tienen un amor especial por la casa del Señor, y eso no lo poseen todas las iglesias. Cuando yo voy a otras iglesias, y no veo niños o jóvenes, yo me pregunto: ¿Dónde está el futuro de la iglesia? Nosotros tenemos la bendición de estar llenos de niños y jóvenes. Usted no sabe cuánto hemos luchado y batallado con los canadienses para que los niños anden corriendo, si estamos en la casa del Señor, que ellos sientan que es su segunda casa. Por la misericordia de Dios los chamacos quieren estar aquí.
El ejemplo supremo, de Desapego, nuestro Señor Jesucristo.
Filipenses 2: 5-11 (RV-60): 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y aún debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.
Él no le dijo al Padre: Papá, ¿y por qué no mandas a un ángel? ¿Manda a Gabriel, manda a Miguel, manda a un querubín? ¿Por qué a mí me quieres mandar, si yo soy tu Hijo? No se aferró a ese trono, a esa corona, a esa divinidad; sino que se despojó a sí mismo. Mire, después de la humillación, ¿qué viene? La exaltación, la bendición del cielo.
¡Que Dios bendiga esta palabra!
Padre querido, gracias Señor te damos en esta hora. Señor solo tú conoces aquellas cosas, aquellas situaciones a las que estamos apegados; pero entendemos por tu bendita y eterna palabra que nada hemos traído a este mundo y nada nos vamos a llevar. Que nada, ni nadie, puede competir con Dios; que Dios no comparte su gloria con nadie, y que Dios debe estar por encima de todas las cosas. Bendícenos Padre, que podamos en esta tarde salir de aquí y entender que esta debilidad tan grande de apegarnos a nuestros bienes, de apegarnos a personas, de apegarnos a situaciones, a circunstancias debemos cambiarla por el apego más grande que debemos tener: que es contigo. Gracias por ser nuestro sustento, por ser el pan de cada día, por ser el agua viva. Señor gracias por ser nuestra luz, por ser nuestra guía, nuestro camino. Gracias Padre por tomarnos de la mano. Espíritu Santo de Dios te alabamos. Señor Jesucristo nos damos cuenta que tú te despojaste de todo Señor, de tu trono, de tu gloria, de la presencia del Padre; Señor dejaste todo en la gloria y te hiciste hombre. Habitase entre nosotros, como dice Juan, y vimos tu gloria. Gloria como del unigénito Hijo de Dios. Bendice cada corazón en esta tarde.
Mientras todos oramos. Si usted nunca antes ha recibido a Cristo en el corazón, yo quiero invitarle para que haga esta oración conmigo: Señor Jesús te pido perdón por mis pecados. Me arrepiento de mis pecados. Te doy gracias por lo que hiciste en la cruz, al poner tu cuerpo y derramar tu sangre para el perdón de mis faltas. En este día te recibo como mi Señor y Salvador personal. Si usted hizo esta oración, yo quiero animarle a crecer en el conocimiento de Dios y su bendita palabra.
Gracias Señor Jesús por habernos permitido estar en tu casa, adorarte y exaltar tu nombre. Bendícenos en la semana que estamos comenzando, en el nombre de Jesús, amén y amén.
¡Que Dios me los bendiga!